Del Odio al Amor- Capítulo 10



Hyukjae le asió el hombro y lo sacudió brutalmente.

-¡No!-jadeó Donghae, apartándose de él - Me comportaré bien...¡Lo prometo!- dijo frenético, y todo el cuerpo le temblaba


- Donghae cálmate -dijo Hyukjae más amablemente- No pienso pegarte ahora. Todavía no me has llevado a eso.

Lo sostuvo en sus brazos, y lo apretó tiernamente contra su cuerpo hasta que dejó de temblar. Donghae nunca lograría comprender a ese hombre. Primero amenazaba golpearlo y después lo abrazaba con amor y ternura.

¿Amor? ¿Por qué había pensado en amor? Hyukjae no lo amaba. Sólo lo deseaba. Y el amor y el deseo eran tan diferentes como la noche y el día. El no podría abandonar ese lugar mientras el corazón de Hyukjae no se ablandase y le permitiese partir, como su padre había concedido la libertad a su esposa.

- Hae ¿te sientes bien? - preguntó él con voz grave, mientras con una mano lo obligaba a levantar la cara y a mirarlo.

- Sí - replicó blandamente sin abrir los ojos.

Lo llevó a conocer a los dos hermanos de Jowon y a sus respectivas y numerosas familias.
Donghae vio que los y las jóvenes miraban a Hyukjae con deseo en los ojos. Pensó que en definitiva Jihoo no había mentido. Habían abrigado la esperanza de atraer la atención de Hyukjae pero había sido antes de que él urdiera el plan que lo había inducido a viajar desde Inglaterra. Ahora, él lo había capturado y lo exhibía ante la tribu entera. Seguramente todos lo odiaban... y Junsu más que nadie.

Aquella tarde se sintió incomodo al llevar la misma vestimenta desde su llegada, en algún momento hablaría con Hyukjae para saber si podía darle otras ropas, o como creía, tendría que hacerla por si mismo. La verdad para él no era molestia había visto a su madre y algo había aprendido, no serian como los finos trajes que acostumbraba en Inglaterra pero si tendría mas que solo una muda. No podía negar que era vanidoso, pero en ese lugar alejado de la mano de Dios, como él lo consideraba, tendría que amoldarse a lo que el bárbaro le proveyera.

Antes del almuerzo, Hyukjae fue a buscar a Donghae para llevarlo a bañarse, tenía un cuchillo al cinto, con fines de protección. Se reunió con él en el agua tibia, pero esta vez no intentó tocarlo.

Después del baño, Donghae aprovecho la oportunidad y le hablo de la ropa, Hyukjae le prometió que le conseguiría algunas prendas.
Esa noche Donghae fingió dormir, supuso que él intentaría poseerlo nuevamente. Pero Hyukjae se limitó a abrazarlo y poco después se durmió.



Durante los días tranquilos que siguieron, Donghae y Hyukjae establecieron una rutina bastante regular. Él compartía con Donghae las comidas, pero lo dejaba solo durante la mañana y la tarde. Lo llevaba al estanque a bañarse todas las tardes, antes de la cena, y después de la comida lo acompañaba, ocupado en limpiar sus armas, leer o simplemente meditar.

Todas las noches Hyukjae le hacía el amor y cada vez él se debatía con todas sus fuerzas hasta que la pasión derrumbaba todas sus resistencias. Donghae no podía negar que esa relación amorosa le daba un placer muy intenso; pero precisamente por eso odiaba a Hyukjae más que nunca.

Hyukjae provocaba en Donghae sentimientos extrañamente contradictorios. Cuando él estaba cerca se sentía nervioso. Nunca podía prever lo que él haría. Conseguía que Donghae perdiese el control y provocaba su cólera, y después convertía este sentimiento en miedo. Porque él le temía, en efecto, creía que estaba dispuesto a golpearlo si lo provocaba demasiado.

Había transcurrido una semana desde el día que Hyukjae había traído a Donghae al campamento. Estaba hastiado de permanecer un día tras otro, la jornada entera, en el interior de la tienda.

Aquella mañana, después del desayuno, Hyukjae salió sin decir palabra. Donghae sabía que estaba encolerizado porque él no había querido explicarle la razón de sus lágrimas la noche anterior, ¿cómo podía confesarle que lloraba porque su propio cuerpo lo traicionaba? Se había jurado que sus caricias no lo conmoverían y que yacería sereno, al lado de su raptor. Pero Hyukjae lo había excitado con movimientos sabios y pacientes, y al fin lo había dominado como todas las noches.

Pero esta vez Hyukjae no se contentó con dominarlo una vez. Había reafirmado implacablemente su poder sobre él por segunda vez y Donghae había compartido apasionadamente cada minuto de amor. Pero cuando él lo dejó y descansó sobre el lecho, Donghae se echó a llorar.

Cuando Hyukjae trató de consolarlo, él se limitó a llorar más intensamente que antes y le dijo que lo dejase en paz. Estaba disgustado consigo mismo más que con él porque aquel amor que le daba tanto placer. Pero cuando no quiso explicarse, Hyukjae mostró una cólera fría y Donghae lloró hasta quedarse dormido.

Ahora, a medida que avanzaba la mañana, Donghae se sentía sofocado por la inactividad. Se acercó a la entrada de la tienda. La luz del sol filtrada a través de las plantas parecía tan grata, que Donghae olvidó su temor a la reacción de Hyukjae si descubría que había salido de la tienda. Se acercó al corral, reconfortado por el calor del sol.

Se detuvo bruscamente cuando vio a Hyukjae. Estaba en el amplio corral acompañado por Sunwoo, que montaba un hermoso caballo árabe. Los demás animales pastaban pacíficamente en la colina, con las ovejas. Continuó avanzando valerosamente. Cuando llegó a la empalizada del corral, el caballo se movió inquieto.

Hyukjae se volvió para ver qué molestaba al animal y los ojos se le entrecerraron amenazadores cuando vio a Donghae. Tranquilizó al caballo y luego se acercó al joven con paso rápido.

-¿Qué estás haciendo aquí? -preguntó irritado- No te he autorizado a abandonar la tienda.

Donghae trató de dominar la cólera que comenzaba a invadirlo.

- Hyukjae no podía soportar un minuto más en esa tienda. No estoy acostumbrado a que me encierren. Necesito sentir el sol y respirar el aire de la mañana. ¿No puedo permanecer aquí y observarte? Me interesa saber lo que haces todos los días- mintió

-Entre otras cosas, entreno a estos caballos -dijo Hyukjae.

-¿Para qué? -preguntó tratando de ganar tiempo.

-¿Realmente quieres saberlo? ¿O estás jugando otro juego?

-Como bien sabes, no puedo ganar en un juego en el cual tú eres el antagonista-dijo Donghae- De veras, deseo saber cómo entrenas a tus caballos.

-Muy bien. ¿Qué quieres saber?

-¿Para qué los entrenas?

-Para que respondan a los órdenes del jinete con la presión de las rodillas y no de las manos. A veces las manos no pueden manejar las riendas, por ejemplo en combate o después de una incursión. También se obtienen otros resultados, porque nadie puede robar nuestros caballos... salvo que los lleven de la brida. No aceptan a los que usan las riendas para dirigirlos.

-Muy ingenioso -dijo Donghae ahora más interesado- ¿Pero cómo le enseñas a los caballos a obedecer a la presión de las rodillas?

- Se induce al caballo a avanzar en cierta dirección, por ejemplo a izquierda, mientras el jinete presiona en ese sentido. Continuamos en la misma dirección un rato, hasta que el caballo aprende.

-¿Cómo le ordenas que se detenga?

- Como no usamos montura, utilizamos los pies para detenerlos... Les clavamos las espuelas en los flancos mientras sujetamos fuertemente el bocado. ¿Estás satisfecho?

- ¿Puedo permanecer aquí un rato para verlo? —preguntó.

- Si callas y no molestas al caballo -contestó Hyukjae.

Lo miró inquisitivo un momento antes de apartarse.

¡Ajá!... lo había conseguido. Se había liberado un rato de esa maldita tienda.

Deseó intensamente montar aquel bello animal. Tal vez pudiese convencer a Hyukjae de que le permitiese montar uno de los caballos o mejor todavía que le entregase un animal aún sin domar. No sería como montar a Nemo y recorrer los fértiles campos verdes de su patria, pero era mejor que privarse por completo del placer de la equitación.

De pronto, Donghae comprendió que estaba pensando en un futuro en ese campamento. Maldición; ¿por qué Siwon no venía a rescatarlo? Pero era probable que creyese que ya había muerto. Necesitaba hallar el modo de huir, pero no podía hacerlo solo. Necesitaba un guía que le ayudase a cruzar el desierto y lo protegiese de las tribus de bandoleros. Necesitaba alimentos, agua y caballos.

¿Podía esperar a que Hyukjae se cansara de él? ¿Cuánto tardaría en llegar a esa situación? Y si tal vez Hyukjae no lo devolviese a su hermano cuando ya no lo deseara. Quizá lo vendiese como esclavo y lo destinara al harén de otro hombre.

Si lograba enamorarlo, tal vez pudiera persuadir a Hyukjae de que le permitiese abandonar la tribu. ¿Pero cómo conseguirlo si él sabía que Donghae lo odiaba? Además, él mismo le había dicho que sólo deseaba su cuerpo.

- Donghae.

Alzó los ojos hacia el rostro sonriente de Hyukjae.

-Te he llamado dos veces. Extraño modo de demostrar interés en lo que hago.

-Disculpa estaba pensando en mi caballo Nemo y en que desearía cabalgar.

-¿Lo hacías a menudo en tu casa?

-¡OH, sí! Cabalgaba todos los días y muchas horas cada vez —respondió con entusiasmo.


Volvieron caminando a la tienda, donde los esperaban fuentes humeantes de avena, arroz y platos dulces: el almuerzo. Había un recipiente con té para Donghae y un odre de vino para Hyukjae.

-Esta tarde saldré un rato del campamento -dijo Hyukjae cuando se sentaban a comer-. Diré a Sunwoo que cuide la tienda mientras yo no estoy. Se trata de protegerte, y no de otra cosa.

-Pero, ¿adónde vas?

-A un ghazw —respondió Hyukjae irritado.

Era evidente que había tocado algo que Hyukjae no deseaba comentar. Pero su curiosidad no le permitió callar.

-¿Un,ghazw? ¿Qué es eso?

- Donghae ¿tienes que preguntarme siempre tantas cosas? -La voz de Hyukjae emanaba cólera y Donghae se estremeció a pesar del calor- Si quieres saberlo, es una incursión. Yesung descubrió una caravana esta mañana. Como nuestra provisión de alimentos es escasa, tendremos que apoderamos de lo que necesitamos para sobrevivir un tiempo. ¿Responde esto a tu pregunta o necesitas saber más?

-¡No hablarás en serio! – Donghae estaba abrumado. Dejó de comer y contempló esos fríos ojos.

- ¿Por qué no puedes comprar lo que necesitas? Jihoo tiene las joyas que tú rechazaste. Seguramente tú mismo posees bastante riqueza. ¿Por qué tienes que robar a otra gente?

Hyukjae lo miró dominado por la ira.

- Donghae, no toleraré más preguntas. Te lo diré una vez y sólo una vez. El bandolerismo es la costumbre de mi pueblo. Robamos para sobrevivir, como lo hemos hecho siempre. Tomamos sólo lo que necesitamos. Aquí no tengo riquezas, porque no las necesito. Jihoo me guarda rencor, y yo comprendo sus sentimientos, por eso no reprimo su anhelo de riquezas y le permito conservar lo que roba. ¡No vuelvas a hacerme preguntas!

Giró sobre sus talones y salió furibundo de la tienda. Donghae tenía la impresión de que caía en un pozo sin fondo.

¡Hyukjae era un bandolero! Sin duda había asesinado implacablemente a muchos hombres durante sus incursiones. ¡Y era probable que le agradase matar! Y él Choi Donghae merced de ese hombre.

Donghae tembló incontroladamente, recordando la cólera que él acababa de mostrar. ¿Sería capaz de matarlo si lo apremiaba excesivamente? Era un bandolero y él conocía dónde solía acampar.

Oyó los caballos que salían al galope del campamento. Partían en busca de pillaje y saqueo y sólo Dios sabía de qué más. Donghae no podía soportar ese nuevo miedo. Tenía que saber lo que se proponía hacer con él. Si estaba condenado a morir, quería saberlo.

Se acercó rápidamente a la entrada de la tienda y encontró a Sunwoo sentado en el suelo, a un lado. Estaba limpiando meticulosamente una larga espada de plata con empuñadura curva.

- Sunwoo -se atrevió a decir Donghae - ¿puedo hacerte una pregunta?

Él lo miró con expresión de asombro.

- No está bien. Las parejas no hacen preguntas. No les corresponde.

Eso era demasiado. ¡Esta gente era bárbara!

- Pero, Sunwoo, a mí no me educaron así. Me criaron con la idea de que todos somos iguales. Sólo deseaba saber si Eunhyuk ha traído a alguien antes- dijo, con la esperanza de que Sunwoo creyese sencillamente que sentía celos.

Sunwoo sonrió.

- No, eres el primero que el jeque Eunhyuk ha traído al campamento.

- gracias, Sunwoo -dijo Donghae con una sonrisa.

Regresó a la tienda, y comenzó a pasearse de un extremo al otro de la habitación. Lo que sabía de nada le servía. Si hubiese existido otro hombre, Donghae habría podido descubrir cuál habría sido su destino cuando Hyukjae se hubiese cansado del asunto. Ahora tendría que encararse a Hyukjae con la pregunta que lo torturaba. Rogó a Dios que él estuviese de mejor humor al regreso.


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yota´s news : De regreso?

 Buenas tardes a todas las lectoras. Después de un año  y casi 4 meses regreso a saludarlas y comentarles nuevas.  Me gustaría decirle...