Había una película sobre el Rey Arturo en el vídeo cuando
Ryeowook entró en la habitación con los brazos repletos de envases de helados y
cucha
—Ten Prueba uno de éstos.
—Dáselo a Heechul —dijo Jungsoo—. Parece una mesa
portatil.
Heechul sostenía sobre el vientre una bandeja de pizza.
Trató de alcanzar un plato de galletas, pero su hermano pequeño se lo arrebató.
—No son buenas para el bebé. Ya sabes, el chocolate
contiene demasiada cafeína.
Los hermanos intercambiaron miradas y luego contestaron
al unísono.
—!Ni hablar!
—Estas exquisiteces no son lo bastante “naturales “ —dijo
Jungsoo, con el ojo puesto en un helado rosa que la tentaba desde la mesa.
—Lo natural es bueno de vez en cuando —dijo Wook con la
cuchara apoyada en los labios—. Sólo que hoy no toca.
—No sabe lo que se pierde —dijo Heechul con la boca
llena.
—Cómo te ha sentado vivir con ella estas últimas semanas?
—preguntó Heechul con un guiño cómplice.
Wook vivía donde todos habían nacido y se habían criado.
Había sido el único que lo había defendido cuando Jungsoo y su madre trataron
de convencerlo para que no recurriera a la inseminación artificial. La
distancia nunca era obstáculo para que Wook apareciera de vez en cuando y
mantuviera a Jungsoo y a su madre a raya. Esta vez, había ido a pasar una
temporada durante el último trimestre de Heechul, por lo que su agradecimiento
rozaba la adoración.
Wook acabó por encogerse de hombros.
—En realidad, ha sido divertido. Mamá es una mujer increíble, muy poderosa.
Jungsoo y Heechul se sonrieron y tuvieron que disimular. Heechul
dejó el helado y volvió a atacar la pizza. Sus pensamientos no estaban en la
película, sino con un ingeniero poseedor de un trasero fascinante.
—¿Cómo está Siwon? —preguntó Jungsoo, como quien no
quiere la cosa.
Heechul tragó la comida con un poco de refresco bajo en
calorías y se preguntó si sus hermanos no serían capaces de leerle el pensamiento.
—Trató de que admitieran al bebé en la Academia SM.
—¿La Academia SM? —repitió Wook frunciendo el ceño—.
¡Cielos! Suena como una fábrica de preservativos.
Las risas estallaron y Heechul se mostró de acuerdo.
—Más bien es una fábrica de snobs. Las matrículas cuestan
una fortuna y sólo es una escuela primaria.
—Os peleasteis? —preguntó Jungsoo como si se encontrara ante el jurado.
—Sólo le dije que no tenía derecho a hacerlo sin
consultarme.
—También es hijo suyo —reconoció Jungsoo, constatando lo obvio.
Heechul gimió. No le apetecía hablar de Siwon porque lo
único que podía recordar de él era la última escena del día anterior, cuando lo
había dejado sintiéndose como un estúpido después de besarlo en mitad de la
tienda.
—Podría abrirle un fondo para su educación si quisiera
—prosiguió el hermano mayor.
—Cierra el pico, Jungsoo —lo atajó Wook—. ¿Nunca puedes
dejar de ser abogado? Son los sentimientos, las emociones, algo que estoy seguro
que tú has olvidado, lo que impulsa a la gente a hacer lo que hace. No los
artículos de la ley.
—En este caso, lo mejor es atenerse a las leyes —insistió Jungsoo.
—No pienso discutir contigo —dijo Wook.
Jungsoo le sacó la lengua en un gesto tan infantil que Wook
no tuvo más remedio que echarse a reír.
—Por qué no te limitas a llevártelo a la cama en plan
salvaje? —preguntó Wook. Heechul lo miró apabullado.
—¿Qué?
—Ya estás embarazado... —prosiguió Wook con un gesto de
indiferencia—. El no sufre ninguna enfermedad rara, los tests lo demuestran. Y
te mueres por él.
—Venga, Hee. Te pones colorado cada vez que alguien
menciona su nombre.
—El sexo con Siwon nunca sería solamente sexo. ¡No es que
se me haya pasado por la cabeza siquiera! —dijo colocando el recipiente de
helado sobre su vientre y mirando rápidamente a sus hermanos—. El sexo...
Bueno, para él es un compromiso para toda la vida. Se toma todo muy en serio,
excepto sus condenados chistes.
Wook y Jungsoo se miraron preocupados. De repente, el
bebé pataleó y el recipiente de helado medio fundido se derramó sobre la
camiseta de Heechul. Él se lo quedó
mirando un momento antes de gritar.
—Tanto!
Y alzó los brazos como un árbitro de béisbol. El timbre
sonó en medio de las carcajadas. Heechul se levantó pesadamente.
—Tengo que hacer ejercicio. Seguramente será el chico del
periódico —dijo, limpiándose con unas servilletas de papel y extendiendo la
mancha—. ¡Oh, mira lo que he hecho! —exclamó mientras abría la puerta sin
mirar.
—Ojalá lo hubiera hecho yo —dijo una voz profunda.
—Siwon!
A él le gustó que se sorprendiera al verlo.
—Hola, Heechul.
—¿Has salido de juerga? —preguntó él, recobrándose rápidamente.
Detrás de él podía ver el Jeep lleno de hombres. Siwon
negó con la cabeza.
—Es mi equipo. Hemos terminado una casa y lo estamos celebrando con los dueños.
Heechul sintió una presión en la garganta, se llevó la
mano a la boca y ladeó la cabeza. Trató de evitarlo, pero eructó de todas
maneras. Siwon alzó ambas cejas.
—Disculpa —dijo él ruborizándose.
En el interior de la casa sonaron unas risas agudas.
Siwon sonrió y miró por la ventana, fijándose en que las cortinas se movían.
—Vaya! No me habíais dicho que fuera tan atractivo —dijo
una voz.
—Son mis hermanos. Wook ha venido de visita. ¿Quieres que te lo presente?
—Quizá más tarde —dijo él, saludando hacia la ventana.
—Hola, Siwon! —respondió la misma voz.
—Mejor —dijo Heechul alzando la voz—. Porque ahora mismo
se encuentra en otro plano de existencia.
—Ah, tú, Heechul de poca fé! —dijo la voz—. ¿Por qué
nadie cree en mis poderes? Están a mi servicio.
—Cierra la boca, Wook!
Siwon reconoció la voz de Jungsoo. Sintió ganas de salir
corriendo antes de darle la oportunidad de que le abrumara con tecnicismos legales
por visitar a su hermano. Jungsoo tenía una manera de mirar a los hombres como
decidiendo por dónde iba a cortar y qué trozos iba a conservar. Era una velada
para jóvenes, el olor a pizza flotaba en el ambiente.
—Estás ocupado. Nos veremos en otra ocasión.
—¿Por qué has pasado por aquí, Siwon?
De repente, Siwon lo tenía sujeto por la cintura y lo
besaba. Heechul se aferró a sus hombros y le devolvió la caricia.
—jDale duro, Siwon! —aulló Wook.
—Protesto! Que el demandante aparte de inmediato su boca
de mi defendido —clamó Jungsoo en un tono en que le advertía de las
consecuencias.
Siwon interrumpió el beso por la única razón de que
necesitaba respirar. Jadeaba con el esfuerzo de conseguir aire para sus
pulmones.
—Dios mío! ¡Me he vuelto adicto a tus besos! —exclamó con
voz ahogada, como si acabara de recibir una revelación.
Le robó otro beso rápido, giró en redondo y echó a andar
por el césped. Heechul esperó a que se marchara y sólo entonces cerró la
puerta.
—No tendrías que verle nunca, Heechul.
—Enfría motores, ¿quieres, Jungsoo? —le espetó Wook—.
¡Santo cielo! Eres capaz de aniquilar el impulso sexual de cualquier chico con
una de tus frasecitas. No quiero ni pensar cómo serás con los hombres.
Heechul contempló a sus hermanos.
—Tenemos que conseguirle una cita a este muchacho.
Wook le pasó un brazo por los hombros a Jungsoo, aunque
se dirigió a Heechul.
—Lo que tenemos que hacer es asegurarnos de que...
—Kim Ryeowook! —exclamó Heechul poniéndose las manos en
las caderas—. Jamás me acostumbraré a tu modo de decir las cosas.
—Es la pura verdad —dijo Wook mientras le daba un
apretujón a Jungsoo—. Venga. Cuéntale a tu hermano cuándo fue la última vez que
te soltaste como en los viejos tiempos, cuando tenía que salvarte de alguna
situación comprometida o sacarte a rastras de alguna fiesta con demasiados chicos
antes de que papá te encontrara.
—Demasiado —murmuró Jungsoo amargamente con una expresión
de añoranza en la mirada. Heechul se rió. Le entregó a Jungsoo el helado color
rosa y lo empujó para que cayera en el sofá.
Wook se sentó en la silla y detuvo el vídeo en el momento
en que Sir Lancelot le daba a la Reina Ginebra el beso que cambió la historia.
Un suspiro colectivo se alzó en la habitación. Heechul se dio cuenta de que un
solo beso había bastado para acabar con Camelot.
Tres horas más tarde, Heechul salió del baño bostezando y
cepillándose el pelo. Se metió en la cama, apagó la luz y se quedó mirando al
techo mientras se acariciaba el vientre. Esperaba que el bebé durmiera porque él
necesitaba descansar. Gastaba más energía con Siwon en su vida que tratando de
mantenerlo alejado. Quería recuperar su antigua vida por muy bien que besara,
por muy estimulante que resultara para su ego.
Pero, ¿qué vida quería? ¿Una vida oscura, ordenada, eficiente
y aburrida? Sí, ésa. “Admítelo de una vez”, dijo una voz. “Te gusta que
perturbe tu paz”.
“Eso no es verdad”. “Perfecto. Encima, embustero”.
Se tumbó de lado, con una almohada bajo las rodillas y
otra bajo el vientre. El problema era que no sabía qué esperar de Siwon. Le
había amenazado con que no iba a darse por vencido, con que fuera
acostumbrándose a que lo atormentara. Hizo una mueca cuando sonó el teléfono.
—Diga?
—Hola —dijo con una voz ronca de whisky.
Heechul sintió que aquella palabra reverberaba por su
cuerpo como sí lo hubiera acariciado con la mano. Tragó saliva y trató de no
parecer perturbado.
—¿Tienes una buena razón para llamarme a estas horas?
—Sí, hay algo realmente sexy en hablar con un joven cuando sabes que está en la cama.
—Siwon, das lástima.
—Lo sé —dijo él sin la menor muestra de arrepentimiento
en su voz. Heechul casi podía verlo sonreír—. ¿Te has divertido esta noche?
—Y ¿tú?
—Ya estás otra vez evitando hablar de tus sentimientos.
—Sí, me he divertido. He comido demasiado helado y me he acostado demasiado tarde.
—¿Quieres decir que entenderías una sin que vaya atada a
una piedra que te atice en la cabeza?
Siwon se rió suavemente. El sonido era aún más
irresistible que la sonrisa.
—Buenas noches, Heechul.
Heechul pudo oír el susurro de las sábanas, el roce del
teléfono contra su barba y se preguntó si dormiría desnudo. Decidió que Siwon
sí y aquella imagen hizo cosas maravillosas con su cuerpo.
—Buenas noches, Siwon —susurró sonriendo.
Sin embargo, tardó mucho tiempo en dormirse y unos ojos sinceros
y sonrientes, lo acompañaron en sus sueños.
-Lo comprendo, Jungsoo. No, está bien. Ya me las
arreglaré. Adiós.
Heechul colgó el teléfono público y suspiro mientras
apoyaba la frente contra el metal. Trató de enfadarse con su hermano por haber
anulado la cita sin avisar, pero, por lo general, los clientes de Jungsoo
acudían a él cuando más desesperados se encontraban. Pensó en llamar a Wook,
pero recordó que era la víspera del solsticio de verano y debía estar
preparando algún ritual.
Bueno, era de esperar. Los padres solteros tenían que
enfrentarse solos a los acontecimientos, pero le habría gustado que no fuera su
primera clase del método Lamaze.
Se hallaba frente al centro comunitario, los demás padres
iban llegando. Trató de no fijarse en las quejas de otros gestantes, en los
esposos o amantes cargados con montones de almohadas. Fracasó. Se sentía como
un bicho raro.
“Mira que estás sensible esta tarde!”, se reprochó. La
culpa era de las hormonas.
Se acercó a Donghae, el monitor. Era un joven enérgico
que en su segunda visita a la tienda lo había convencido para que asistiera a
las clases.
—No te arrepentirás de haber venido, Heechul. Te lo prometo.
—Santo cielo, Hae! Sólo tú podrías tener el valor de
ponerte una camiseta como ésa. Llevaba una sudadera verde chillón con un dibujo
de una mujer de vientre desmesurado y las palabras ¡Respira! ¡Jadea! ¡Ya es tarde para la
anestesia!
—Lo sé. Es maravillosamente hortera, ¿verdad?
—Escucha, Hae. Mi apoyo me ha fallado. ¿Crees que puedo
hacer la primera sesión si ayuda?
Donghae frunció el ceño e hizo un gesto hacia el fondo de
la sala.
—Entonces, ¿quién es ése?
Heechul ni siquiera tuvo que mirar. Sintió sus ojos sobre
él de inmediato, como si tuvieran el poder de tocar. Y Parte de él, una gran
parte de él, le dijo que saliera en aquel mismo instante por la puerta. Pero la
otra necesitaba saber lo que aquel hombre comunicativo le había contado al
resto de la gente. Con todo, se negaba a admitir que se alegraba de verlo o que
le necesitara.
—Lleva un buen rato esperándote. ¡Y vaya que si es guapo!
Siwon charlaba con una pareja. Heechul se preguntó si en
su ropero habría algo que no fueran vaqueros viejos y camisetas ajustadas. Aun
desde allí, alcanzaba a ver los ondulados músculos de su estómago.
—¿De verdad te lo parece?
—Claro que sí. Vais a tener un hijo muy hermoso.
—Claro, ¿no te das cuenta? —dijo Hae sin percatarse de
que la ira se adueñaba de Heechul—. Con esos genes y esos vaqueros, no puedes
equivocarte.
Alguien llamó a Donghae. Siwon se acercó con un macuto al
hombro y unos cojines debajo del brazo. Heechul tenía ganas de meterle por lo
menos uno en la boca.
—Ya les has contado que eres el padre!
—Hola, Heechul. Yo bien, gracias —rezongó él—. Pues
claro. ¿Y por qué no? Es la verdad.
—jMaldita sea, Siwon! —dijo masajeándose con dos dedos el
puente de la nariz—. ¿Te das cuenta de lo que me estás haciendo cuando vas
divulgándolo por ahí?
—¿Y por qué no me lo explicas de una vez?
—Bien, para empezar, no te conozco lo suficiente como
para airear esa historia. ¡Demonios! No te conozco en absoluto o me habría
imaginado que te encontraría aquí. Y no estoy pensando en mi reputación. Dios
sabe que es bastante cuestionable, pero piensa un momento en la niña. ¿Cómo se
sentirá sabiendo que todo el vecindario conoce su historia, que fue concebida
artificialmente?
—Eso fue cosa tuya —dijo él secamente—. Y ten un poco de
fe en mí. Ni siquiera mis hermanos saben cómo fue concebido.
—Concebida.
Su belicosidad le hizo sonreír.
—Hay alguna diferencia?
—Sólo que tú quieres un chico.
—Me da igual, Heechul. Lo único importante es que los dos estéis bien. Te lo juro.
Siwon se dio cuenta de que él quería creerle, pero, como
siempre, las dudas eran superiores a sus fuerzas. Eso le dijo que Heechul
distaba mucho de considerarle algo más que un número en una probeta de
muestras, por mucho que, cuando se encontraban juntos, rozaban el punto de
combustión.
—Jamás haría nada que pudiera lastimaros a alguno de los
dos.
“Pero lo estás haciendo”, quería decir él. “Me estás
hiriendo porque me tratas como si fuera una unidad manufacturada para ti”. “Acaso
quieres algo más?”, preguntó una voz en su interior. “¿Y qué hay de ti, si no
haces más que recordarle que sólo es un donante?” Heechul apartó aquellos pensamientos,
incapaz de enfrentarse con ellos por ahora. Trató con todas sus fuerzas de
seguir enfadado, pero como con su hermano, con Siwon era muy dificil.
—No quiero que te sientas incómodo —dijo Siwon al cabo de
un momento—. Si quieres me voy.
Heechul no le contestó y contempló a la gente. Las madres y appas se tumbaban trabajosamente en el suelo, los maridos los besaban para infundirles ánimos. Por un instante se arrepintió de haber ido. Pero era el último curso en la zona durante varias semanas y el único que encajaba con su horario.
Heechul no le contestó y contempló a la gente. Las madres y appas se tumbaban trabajosamente en el suelo, los maridos los besaban para infundirles ánimos. Por un instante se arrepintió de haber ido. Pero era el último curso en la zona durante varias semanas y el único que encajaba con su horario.
Quería hacerlo. Entonces se dio cuenta de que Siwon se
marchaba.
—No tienes que quedarte, pero...
—Gracias. Eres un angel.
—¿Y qué le voy a decir de ti a la gente?
—No tienes por qué dar explicaciones, pero haz lo que
quieras.
—¿Lo dices en serio? —preguntó con recelo.
—Vamos —dijo él, tomándolo de la mano—. Tengo reservado
un sitio de primera.
Fueron al fondo y, con algunas dificultades, Heechul se
sentó sobre la colchoneta. Buscó su mano para infundirse valor.
—Señor! Me siento como una vaca.
—Para mí sigues siendo mi ángel precioso —dijo él sonriendo tiernamente.
No podía creérselos. Sin embargo, cuando trató de
quitarse los zapatos y no pudo, Siwon se apresuró a ayudarlo. Heechul
experimentó una extraña oleada de emoción. Era una tarea simple e íntima, pero
Siwon se dedicó a él sin pensarlo dos veces, con lo que lo obligó a contemplar
con más detenimiento al hombre cuyos genes había escogido.
Cuando lo descubrió mirándole, le dedicó una sonrisa
cómplice y Heechul sintió que se le encendían las mejillas. La verdad, era
demasiado guapo.
—Vamos. Siéntate delante de mí y luego nos ocuparemos de
los cojines. Bien, ahora hacia atrás.
—No creo que sea necesario.
Heechul no se sentía preparado para estar tan cerca de
él, para sentirse envuelta en su olor, en sus brazos.
—Hay que hacerlo así, Heechul.
—Claro, tú sabes mucho sobre el método Lamaze —dijo,
escéptico.
—Leí un libro anoche.
—¿Por qué será que no me sorprende?
Pero sí se sorprendió cuando Siwon entabló una conversación con la pareja más cercana sobre si la sillas para niños debían ir fijas en los coches o ser adaptables. El ingeniero que había en él sólo veía lógica del diseño y la seguridad de los críos.
—¿Qué les has dicho? —preguntó Heechul un momento
después.
—Sólo que pienso estar a tu lado a cada paso mientras
esto dure —le susurró en el oído, poniéndole carne de gallina—. ¿Qué otra cosa
iba a decirles?
Sí, ¿qué otra cosa? Sin embargo, a él agradaba el hecho
de que no divulgara su situación.
—¿Sabes? Cuando empezó a notárseme el embrazo, me vi
obligado a contestar muchas preguntas incómodas.
—Pero saliste adelante —dijo él con una confianza
absoluta.
—Bueno, evitaba ser preciso. Encontré gente que en cuanto
veían mi vientre, buscaban el anillo el
mi mano. Como no lo encontraban, actuaban como: si se hubiera levantado la veda para ser desagradables.
De repente había un montón de completos desconocidos que me hacían preguntas
íntimas.
—Tú deberías usar las mismas armas, princesa. Hazles preguntas
personales. Ya verás lo deprisa que dejan en paz.
¿Por qué le habría
dado por llamarlo así? ¿Para que lo supiera todo el que pudiera oírlo? Siwon
dejó de acariciarlo durante toda la presentación. Heechul se dío cuenta de lo mucho que
echaba en falta las caricias de una pareja.
Empezó a relajarse mientras Hae les mostraba unos
gráficos, les hablaba de otras técnicas para dar a luz, detallaba los trámites
tras el ingreso hospitalario y, lo más importante de todo, describía los
diversos medicamentos contra el dolor, algo que Siwon pensaba que debía tener
en cuenta.
Siwon hizo todo lo que le pidió, tomó apuntes y puso cara
de alivio cuando Donghae entró en los detalles del parto. El monitor anunció
que en la próxima sesión verían una película. A Heechul no le hacía mucha
gracia, Siwon apenas podía esperar.
Siwon le preguntaba su opinión a cada momento y por dos veces les llamaron la atención por hablar demasiado alto. Poco a poco, Heechul se relajó del todo por primera vez desde que había entrado en la oficina del bufete, hacía tres semanas.
—Tenía pensado decir que el padre había muerto —confesó
durante un descanso—. No se me ocurrió nada mejor. Claro, que se suponía que tú
no ibas a involucrarte tanto.
Siwon levantó un instante la vista del cronómetro que
tenía en las manos. Heechul le tenía miedo y eso no le gustaba en absoluto.
—Heechul, sabes que voy a compartir esto contigo. Lo
último que desearía es hacerte daño o darte miedo. No voy a robarte a tu hijo y
desaparecer, ángel mío. Te juro por mi vida que no.
Siwon lo miró a los ojos y vio el brillo de las lágrimas
en ellos. Su compostura se vino abajo.
—No, Heechul No!
Heechul no podía dejar que se acercara y lo abrazara como
pretendía.
—Estaba asustado, Siwon. Eso es todo.
¿Sólo asustado? Estaba a punto de volverse loco de miedo.
Pero Donghae reanudó los ejercicios y dejaron aquella conversación. Siwon
descubrió que cronometrar su respiración era interesante, pero: prefería mirarlo.
Poco a poco, se adaptó a su ritmo, Heechul jadeaba, él jadeaba. Y cuando la
frecuencia de las contracciones imaginarias aumentó, Heechul acelero. Por
desgracia, Siwon hizo lo mismo. Entonces, Heechul se dio cuenta de que estaba
congestionado y que tenía los ojos vidriosos.
—¿Siwon? Siwon para —dijo, sentándose y secándole.
—Guau! —exclamó él mientras caía sobre el trasero.
Se puso la cabeza entre las manos. Heechul se rio dulcemente y le ofreció agua.
—Te has metido de lleno en tu papel, eh?
—Es como si me hubiera arrancado la cabeza ¡Dios mío!
Heechul soltó una carcajada. Siwon dejó caer las manos, deleitado con aquel sonido. Estaba seguro ¿de que nunca podría cansarse de escucharlo?.
Heechul soltó una carcajada. Siwon dejó caer las manos, deleitado con aquel sonido. Estaba seguro ¿de que nunca podría cansarse de escucharlo?.
Pasaron a un ejercicio de control de la respiración.
Cuando Heechul necesitó algo en lo que concentrarse, Siwon sacó de la mochila
un marco y lo colocó cerca de sus pies. Heechul ahogó una exclamación era la
ecografía.
Siwon sonrió y le impidió hablar, ordenándole que se
concentrara. Imposible. Sin embargo, él dejaba de señalar a la zona que ella
sabía reflejado los dedos, diciendo:
—Ves? Es un niño.
Cuando llegó el momento de volver a relajarse él le
arregló los cojines. Pero fue el cariño con que le acomodó los brazos y las
piernas lo que hizo que su corazón diera un vuelco. Sus manos se volvieron
acariciantes al masajearle la espalda. Después, se tumbó junto a él. Heechul
podía sentir que acompasaba el aliento al suyo y tuvo dificultad para pensar en
otra cosa que no fuera el olor y la calidez del hombre que tenía junto a él.
Era como si compartieran la misma cama.
—Heechul, ¿quieres salir a cenar conmigo mañana?
Heechul se puso tenso. Sin embargo, él siguió
acariciándole el brazo con un movimiento hipnótico. Se echó hacia atrás para
ver que arqueaba una ceja.
—Admite que hay algo verdaderamente bueno entre nosotros,
aparte del niño, claro —dijo Siwon, acercándose un poco más a su cuerpo—. Lo supiste
en cuanto nos besamos. Y vaya que si nos besamos. ¡Demonios, Heechul! Tuvimos
que despegarnos a la fuerza. Además, sólo es una cena. Nada de presentarte a la
familia, nada de presiones, sólo conversación.
Heechul asintió y él sonrió, pero notó un cambio en su
expresión. Había algo indefinible, íntimo, posesivo. De pronto, Choi Siwon era
más peligroso que nunca.
Al final de la sesión, recogió la manta y los almohadones
y le puso los zapatos. Lo abrazó para ayudarlo a levantarse en el momento en
que el bebé empezó a moverse. Heechul pudo sentir que el corazón de Siwon se
henchía. Mientras las parejas iban saliendo, Siwon se echó sus brazos al cuello
y lo besó. No trató de zafarse ni se sobresaltó, sino que lo aceptó como si
hubiera estado esperándolo. Siwon no dudo en aprovechar la ocasión y lo besó
con lujuria, con cariño, hasta que Heechul empezó a encoger los dedos de los
pies. Heechul se apartó jadeante, ruborizado, ardiente.
—Siwon! —exclamó, mirando con disimulo a su alrededor
para comprobar si alguien les había visto. A Siwon no le importaba.
—Me gusta besarte.
—Has dicho que sólo iba a ser una cena —dijo, sintiendo
que sus defensas volvían a levantarse.
—Eso mañana, pero hoy todavía no hemos acabado.
—Buen trabajo, Siwon —dijo Donghae cuando salían del centro.
—Y encima eres el niño mimado del profesor —bromeó Heechul, dispuesta a hablar de cualquier cosa con tal de olvidar el beso—. Estoy empezando a pensar que disfrutas con todo esto.
—¿Tú no?
—Naturalmente, ver cómo te hiperventilabas hasta casi
desmayarte ha sido muy constructivo.
—No creas. Pellizcarte también tiene su mérito —dijo él.
Se detuvieron junto al Jeep de Heechul. Era obvio que Siwon
no estaba dispuesto a dar por terminada aquella velada con él.
—Ni me he dado cuenta.
Se suponía que el pellizco tenía que ser el foco del
dolor, pero Siwon apenas le había apretado el brazo.
—No creo que nada se parezca al dolor real cuando llegue
el momento.
—Bueno... siempre he esperado ese momento, pero cuando me
veo la barriga tan grande y pienso que el bebé tiene que salir, me asusto un
poco.
Por dentro, Siwon hizo una mueca de dolor, pero la
enmascaró tras una sonrisa.
—Puedes hacerlo, eres fuerte, Heechul.
—Sí, ya —dijo él con soma—. Tendrías que haberme visto
cuando me inseminaban.
Aquello pilló a Siwon por sorpresa. No lograba imaginarse el proceso, pero quería saberlo.
Aquello pilló a Siwon por sorpresa. No lograba imaginarse el proceso, pero quería saberlo.
Sin embargo, por encima de todo, deseaba enseñarle a
aquel joven sexy cómo era que se reproducían los seres humanos. Decidió que
estaba haciéndose un lío, lo ayudó a subir a su Jeep y esperó a que se pusiera
el cinturón.
—Bueno, ya me lo contarás mañana. Ahora voy a seguirte en
mi coche.
—Siwon, soy perfectamente capaz de llegar solo a casa.
El asintió y se obligó a recordar que habían hecho
demasiados progresos aquella noche para que los echara por la borda con su
testarudez.
—De acuerdo. Nos vemos mañana.
—Gracias, Siwon.
Y Heechul le creyó, aunque no literalmente. La verdad era
que no había nada que él no hiciera por su hijo.
Kyaaaa Siwon es un amor!!! Hee no me lo trates tan mal. Él hace lo que puede.
ResponderEliminarMe encanta Wookie ^_^