Siwon contemplaba desde la puerta del almacén de la
tienda, los esfuerzos del propietario por sacar algo del fondo de una caja. La
barriga era un estorbo. Sin embargo, él no intentó ayudarlo. Aún no. Estaba muy
entretenido admirando sus piernas y aquel trasero encantador envuelto en un
ajustado pantalón rosa. Sólo Heechul era
capaz de llevar una cosa así en pleno embarazo.
—;Puedo ayudarte?
Heechul se levantó apartándose el pelo de la cara y los
ojos muy abiertos.
—¿Qué estás haciendo aquí?
—Disfrutaba con el espectáculo.
Heechul se sonrojó mientras se ajustaba el pantalón.
Entonces frunció el ceño y consultó el reloj.
—Creía que habíamos quedado a cenar.
—He venido a anular la cita —dijo él, dándose cuenta de
la desilusión que provocaba en Heechul— Pero podemos renegociarla.
Siwon se acercó a la caja y se asomó al interior. Hizo un
gesto cómplice cuando sacó la pieza más provocativa que había visto
en su vida.
—Muy bonito.
Era un minúsculo boxer de un tejido transparente de color rojo. Siwon miró a
Heechul y trató de imaginárselo con aquello puesto.
—Ya puedes olvidarte, Choi. Apenas podría meter un muslo
en esta cosa —dijo, quitándoselo de las manos y dejándolo en un montón junto a
otras de distintos colores—. ¿Has dicho renegociar?
—Tengo que asistir a una cena de negocios, algo muy
aburrido —dijo y de repente adoptó una expresión esperanzada—. A menos, claro,
que quieras acompañarme.
—¿A cenar con tus socios? Me parece que no.
—Ya, eso me figuraba.
—Cuál es el trato?
Contento de que él no hubiera descartado la idea por
completo, Siwon le apartó un mechón de pelo de la cara y contempló la camiseta blanca
y el largo chaleco rosa que llevaba. Se preguntó cómo sería sin ello y deseó
despojarlo de cada prenda poco a poco, como si mondara una fruta exquisita.
—Ven conmigo. ¿Qué te parece?
—No puedo. Tengo trabajo.
—Yo también, pero es la hora de comer y Key me ha dicho
que no te has tomado ningún descanso esta mañana.
—Key tiene que aprender a mantener la boca cerrada.
—Vamos, Heechul. Deja esto y ven conmigo ahora.
Heechul se apartó de él. Había pasado la noche entera
reviviendo sus besos, el calor y la fuerza de sus caricias. Sabía que, cuanto
más le acariciara, más débil se volvería. La cantinela era inmutable, “Sólo
quiere al niño”.
—Das mucho por sentado, —dijo sin disimular sus reservas.
—Lo único que doy por sentado es esto.
Siwon lo estrechó contra sí y lo besó en la boca. La
resistencia de Heechul duró unos segundos hasta que su respuesta estuvo a punto
de arrollar a Siwon. Le echó los brazos al cuello y buscó su boca con avidez.
Enterró los dedos en su pelo y arqueó el cuerpo contra él. Cuando no pudo
tenerle lo bastante cerca debido al vientre, Heechul gimió de frustración.
Entonces, cambió de postura y sintió que su excitación
contra la cadera le decía la verdad, que le excitaba tanto como Siwon a él.
Apoyado contra una mesa, Siwon le acariciaba la espalda,
ebrio de deseo. Le acarició las nalgas, buscó la piel suave de sus muslos. Sentir
su erección, aquella sensación se le clavó en el cerebro con la contundencia de
una espada de acero. Tenía que poseerlo, enseguida.
—Ah, Heechul! ¡Princesa! —dijo junto a su garganta
mientras descargaba una lluvia de besos—. ¿Es que no te das cuenta? ¿Es que no
ves cómo estoy?
Heechul trató de hablar, pero sólo consiguió unos sonidos
inarticulados y se limitó a asentir. Era duro enfrentarse a la realidad, pero
él tenía razón. Y a Heechul le encantaba que lo deseara incluso en aquel
estado. Cuando volvió a besarlo, profunda y apasionadamente Heechul exploró la
anchura de sus pecho, el estómago que ocultaba la camiseta. Los músculos
saltaron al notar sus manos y sonrió.
—Te deseo —jadeó Siwon contra su boca.
Siwon insinuó una pierna entre sus muslos. Con un jadeo, Heechul
echó la cabeza hacia atrás y se aferró a sus hombros.
—Ah, Siwon!
Era hipersensible a sus caricias, pero supo que era un
hombre especial cuando él le acarició el vientre con la misma naturalidad que
si hubiera sido liso y terso. Entonces continuó descendiendo, las callosidades
de sus manos se deslizaron sobre el muslo, acariciando su erección.
Y Heechul, con el cuerpo sacudido por un millar de
sensaciones hormigueantes, se lo permitió. Su mente sólo conjuraba escenas
eróticas en las que él le arrancaba la ropa y le hacía el amor allí mismo.
—Heechul, estás ardiendo —dijo el con un jadeo
maravillado mientras lo acariciaba a través del boxer.
—Lo sé —dijo con voz ronca, incapaz de pensar en nada que
no fuera Siwon—. ¡Dios mío! No deberíamos estar haciendo esto.
Pero era maravilloso sentir la fiebre de deseo que no se
parecía a nada que hubiera conocido antes. Quería explorar aquella sensación
desesperadamente.
Siwon había dejado de oír y solo se concentraba en sus
dos cuerpos que se abrazaban rabiosamente.
—Quiero tocarte, princesa. Te juro que me volveré loco si
no te acaricio.
Heechul lo besó y se sujetó con más fuerza a sus hombros,
apremiándole a que lo hiciera. Con delicadeza, Siwon metió la mano dentro del
bóxer encontrando su miembro duro y húmedo. Pasó los dedos, acariciándolo. Heechul
gritó contra su boca, estremeciéndose ante el contacto erótico, bajo su
exploración. Pero Siwon sintió que Heechul escalaba el muro de su pasión. Un
viaje fulgurante que no quiso detener. Aunque le habría gustado estar dentro de
él, acariciándolo con todo el cuerpo.
Con un gemido, Siwon le introdujo la lengua en la boca.
Heechul movió las nalgas y Siwon siguió besándolo
bebiendo sus gemidos, acariciándolo, absorbiendo sus sacudidas cuando perdió el
control entre sus brazos.
Siwon estuvo a punto de perderlo también. Durante unos
instantes, Heechul permaneció tenso contra él, jadeando. Entonces, como el
reflujo de una ola, se dejó caer contra su pecho, ocultando el rostro en la
curva de su cuello. En aquel momento la puerta se abrió de golpe.
—Huy, lo siento!
En un segundo, Key se sonrojó, sonrió, retrocedió un paso
y cerró la puerta a toda prisa. Siwon retuvo a Heechul con firmeza cuando quiso
echar a correr y lo ayudó a recomponer su ropa.
—Ay, señor! Me muero de vergüenza. Key nos ha visto...
—Sst! —siseó él, alisándole el pelo—. No ha visto nada, princesa.
Sólo que estabas entre mis brazos. Nos tapaban las cajas.
Siwon pensó que podría alimentarse de su olor mezclado
con su perfume. Buscó sus labios para besarlo con ternura. Y Heechul supo que nunca
más podría mirarle a los ojos sin recordar el placer que tan generosa y
arrolladoramente le había proporcionado. Pensó que tenía que estar sufriendo,
todavía podía sentir su excitación bajo los pantalones.
—Ven conmigo, Heechul. Confía en mí.
Siwon fue a la puerta, aunque le costaba esfuerzo y el
dolor de su entrepierna era obvio. Tenían que cambiar de escenario. Se detuvo
con la mano en el pomo y le miró.
—Confía en mí.
Heechul tragó saliva. Por un momento la vergüenza por lo
que habían hecho lo abrumó, pero cuando levantó los ojos y lo miró, vio su
expresión tierna, el deseo y la compasión de su rostro y sus dudas
desaparecieron como arrastradas por un vendaval. Se negó a pensar que algo tan
maravilloso pudiera ser un error, que él había sido capaz de darle tanto placer
pensando en otra cosa que no fuera él.
Siwon sintió que el corazón se le subía a la garganta
cuando Heechul dio el primer paso y alargó la mano buscando la suya. Le
estrechó contra sí y lo besó en la boca una vez más, posesiva, ávidamente.
—No te arrepentirás de esto, princesa.
“Espero que no”, pensó él antes de entrar al baño a
arreglarse un poco. Se miró al espejo. Tenía los labios rojos e hinchados, el
cutis irritado por la barba de Siwon y los ojos inusitadamente brillantes.
Mientras se cepillaba el pelo volvió a sentir la
excitación. Siwon estaba al otro lado de la puerta, esperándolo. Se preguntó si
no tendría miedo de él.
Siwon se sentó al volante con movimientos lentos. Su
incomodidad era evidente y algo tórrido y sexy se apoderó de Heechul cuando
tuvo conciencia de que era él quien le había provocado aquella excitación que
no desaparecía. Siwon se puso el cinturón y encendió el motor, pero el coche no
se movió.
—Siwon, ¿te encuentras bien?
—No —dijo él, procurando no mirarlo—. Eres peligroso
cuando te enciendes, Heechul.
La expresión de Heechul se suavizó hasta acabar en el
sonrojo. Nadie le había dicho algo así y, desde luego, no como una amenaza
seductora. Siwon le puso la mano en la nuca y lo atrajo hacia sí para obsequiarle
con un beso largo y húmedo.
—No lo puedo evitar, me gusta —dijo él.
“A mí también”, pensó Heechul, dándose cuenta
sobresaltado de que era verdad. Por fin, Siwon arrancó el coche.
—Necesito una ducha fría. Una ducha bien larga.
—Ya me he dado cuenta —dijo mirándole.
—Y si sigues mirándome de ese modo, aún será peor. -Heechul
levantó ambas cejas- Te deseo, Heechul. Todo entero.
—Siwon.. —dijo él, inquieto.
—¿Demasiado pronto?
Heechul asintió, sin poder evitar sentirse culpable y
egoísta. Siwon se agitó incómodo con la presión en los pantalones. Se reprochó
duramente, Heechul podía haber estallado entre sus brazos, pero todavía faltaba
mucho para que le invitara a su cama.
—Soy famoso por mi paciencia. Y, claro, últimamente por
mis continuas duchas frías.
Heechul se echó a reír ante su gesto amargo, a la vez
frustrado y divertido. Cuando detuvo el coche, Heechul se sorprendió al ver que
estaban en el parque. Siwon corrió a ayudarlo a bajar y no pudo negarle el
placer de aquel juego. En un instante, Siwon había preparado una comida al aire
libre con un edredón sobre la hierba y cuatro almohadones, dos de ellos
apoyados contra un árbol.
—¿Sabías que iba a aceptar?
—Tenía esa esperanza. En caso de que te hubieras negado,
has de saber que estaba dispuesto a llegar hasta la súplica más abyecta.
Con una de sus sonrisas radiantes, comenzó a sacar cosas
de la cesta. Había zumo para él y refrescos para Siwon.
—Por qué elegiste la inseminación artificial? —preguntó
Siwon.
Heechul apartó el sandwich de sus labios y bajó la
mirada. Acabó decidiendo que no perdía nada con decir la verdad y le contó los
detalles de su vida con Jay, del aborto y de la consecuente ruptura de su
matrimonio.
La rabia encendió el rostro de Siwon.
—Nunca le importó lo que le había pasado al bebé. Lo
único que quería era que nuestra vida volviera a ser como antes. Era demasiado
egoísta para darse cuenta de que nunca podríamos volver atrás después de
aquello.
—Era un idiota, Heechul. No te preocupes, vas a ser un
appa estupendo.
Heechul se pasó una mano por el vientre. Appa.
—Odié a Jay. Durante mucho tiempo le he echado la culpa
del aborto. Cuando conseguí olvidarle, decidí que no le necesitaba ni a él ni a
ningún otro para conseguir lo que quería. Al cabo de algunos años, he
conseguido demostrarlo. La clínica era la mejor elección, mucho mejor que
arriesgarme a contraer una enfermedad o engañar a un hombre con un encuentro
sexual esporádico.
—Y por qué me elegiste precisamente a mí? Bueno, a mi
donación.
—Bueno, aparte de que tu complexión es diametralmente
opuesta a la de Jay, me dejé llevar por una corazonada. Debe ser la influencia
de mi madre —añadió cuando Siwon puso cara de sorpresa—. Aunque nunca lo
reconoceré delante de ella. Mi madre es una mujer muy... espiritual.
—¿Nueva Era? —preguntó él con una sonrisa cómplice.
—Más bien vive en un universo completamente distinto
—dijo riendo.
Un poco más allá de ellos había un pentágono de béisbol y
una zona de juegos con castillos de cubiertas de neumáticos, puentes de cadenas
y críos por todas partes que corrían, reían y jugaban. Mientras Siwon los
miraba, Heechul se dio cuenta de que era un hombre que necesitaba niños con
quienes compartir sus energías. Una pelota de béisbol extraviada rodó hasta
ellos, Siwon se levantó y miró a un niño que debería tener ocho años.
—Hola entrenador ¿Qué hace por aquí? —preguntó el crío
con los ojos clavados en el vientre de Heechul.
—Hola, Minho! ¿Cómo va ese juego?
El chico se secó el sudor de la frente con la manga y
aceptó la botella de agua que le ofreció Siwon.
—Los chicos y yo estamos practicando un poco. ¿Quiere
jugar? Nos vendría bien un lanzador. Taeheon no tiene un buen día. Se ha caído
de la bici en la escuela.
—Ve con ellos —le animó Heechul sonriendo—. Puedo verlo
en tu cara, “entrenador”. Lo estás deseando. Yo os miraré.
—¿Estás seguro de que no te importa?
Heechul se levantó, tomó la pelota y lanzó. Fue un tiro
alto y largo. Minho tuvo que correr hacia atrás para atraparlo. La expresión de
asombro de Siwon lo decía todo.
—Buen brazo, Kim!
—Jugué dos años en la liga de la ciudad —dijo no sin
cierta arrogancia. Siwon se inclinó hacia él y lo besó.
—Bueno, pero sólo unos minutos. ¡Eh, chicos Esperarme!
Una hora después, Siwon se despidió de su equipo que se
alejó en sus bicicletas. Heechul parecía feliz. Se sentó a sus pies y lo
contempló mientras dormía.
Sintió que se le encogía el corazón cuando vio que su
hijo se movía en sus entrañas sin despertarlo.
Tenía problemas. Arduos, peligrosos problemas. Lo había sabido
en el instante en que lo oyó reír por primera vez, en el momento en que había
visto lágrimas en sus ojos. Era un joven fuerte e independiente y, a pesar de
que le horrorizaba confiar en él lo estaba haciendo.
Heechul se desperezó bostezando y entonces dio un
respingo y se palmeó ligeramente la pierna.
—Huy, huy! ¡Qué calambre! —gritó.
Siwon se puso la pantorrilla entre los muslos hundió los
pulgares en los músculos tensos. El dolor no tardó en suceder.
—Gracias.
Pero Siwon seguía masajeándole la pierna.
—¿Siwon? Ya ha pasado.
—Lo sé.
—Entonces, suéltame.
Siwon no detuvo el masaje, extendiéndolo a los pies y a
los tobillos.
—No te estiras lo suficiente cuando haces tus caminatas.
—Estoy embarazado, ésa es la causa. Es normal que tenga
calambres, soporto varios kilos de peso extra, incontables hormonas etc, etc.
¿Qué tal el juego?
—Minho ha estado estupendo. Jonghyung y Dongjoon tienen
que trabajar un poco más, pero lo...
Siwon lo miró, estaba sonriendo.
—Por favor, dime que tienes algún defecto, Choi Siwon.
—Mi madre te mataría si te oyera decir eso. Pero como
encima del fregadero y bebo leche directamente del cartón.
—Eso es típico, quiero los trapos sucios.
Siwon puso una cara meditabunda y miró al cielo.
—Ah, vamos! —dijo Heechul, empujándole con el pie.
—Aprieto el tubo de la pasta de dientes por el medio
—dijo él sonriendo.
—No es suficiente. Yo hago lo mismo.
—¿Que nunca clasifico la ropa de la lavadora?
—¿Que duermo desnudo?
Heechul le miró lánguidamente. Aquello sí que le gustaría
verlo.
—Más.
—¿Qué es lo que quieres saber, Heechul? ¿Que tengo muy
mal genio y me ha costado años dominarlo? ¿Que prefiero trabajar con las manos
en vez de encerrarme en una oficina? ¿Que evito los bares y los clubs nocturnos
porque antes bebía mucho y prefiero el vídeo o el teatro? ¿Que planeo el
invierno durante una excursión de caza que Kyuhyun y yo hacemos todos los años
religiosamente a la casa de Yesung tanto si a él le gusta como si no? ¿O que
tengo un defecto que jamás podrías creer?
—Ese es el que me interesa!
Siwon se inclinó sobre él y Heechul contuvo la
respiración.
—Que no puedo dejar de pensar en ti, que te quiero en mi
cama y en mi vida.
Una oleada de emoción rugió en sus entrañas.
—Eso debe ser delito, seguro.
Siwon alzó ambas cejas.
—¿Por qué? —preguntó Heechul, haciendo un gesto hacia su
vientre.
La expresión de Siwon se suavizó mientras se tumbaba a su lado.
—Porque veo más allá de esto, Heechul. Mucho más allá. Y
porque ahora mismo me tienes tan loco que si estuviéramos solos no podrías
escaparte.
—¿Es verdad eso? —preguntó, rebosante de satisfacción.
Siwon le tomó la mano, la metió bajo la manta que los cubría e hizo que
sintiera su excitación.
—La pura verdad.
Heechul ahogó una exclamación. Cerró los ojos y le rodeó
con los dedos. Siwon gimió. Heechul sólo podía pensar en ellos dos desnudos,
abrazados. Cuando abrió los ojos, descubrió que la boca de Siwon estaba muy
cerca.
—Está claro que tendremos que resolver esto en un sitio
un poco mas íntimo —le dijo Siwon. Heechul apartó la mano bruscamente y se
sentó sobre el edredón. ¿Él? ¿En su cama? Si tenía miedo con sólo pensar en
verle desnudo.
—Es tarde, Siwon. Key lleva demasiado tiempo solo.
Frúnciendo el ceño, Siwon se levantó y le tocó el hombro.
—Heechul? Mírame.
Él se negó.
—Es mi negocio y no voy a pagar las facturas
descuidándolo.
Siwon le metió la mano entre los cabellos y le echó la
cabeza hacia atrás.
—Soy un hombre paciente, Heechul.
El mensaje estaba claro. Aquello no terminaba ahí, ni
mucho menos. De repente, estaban abrazados y besándose sobre el edredón. A Heechul
no le importara que mirase la gente, no le importaba que sus manos estuvieran
donde no debían, lo único que quería era que lo abrazara.
—¡Choi Siwon!
La voz era estridente y perentoria. Se separaron y vieron
que Jungsoo les estaba contemplando. No, les estaba apuñalando con la mirada.
—¿Qué le estás haciendo a mi hermano?
—¿Tanto tiempo hace Jungsoo que ya no te acuerdas? —preguntó
Heechul antes de que él pudiera responder. Siwon apretó los dientes para no
reírse mientras ayudaba a Heechul a levantarse. Los dos hermanos conferenciaron
en privado.
Aunque hubiera dado un ojo de la cara por saber de qué
hablaban, Siwon decidió que lo mejor era quitarse de en medio y empezó a llevar
las cosas al coche.
—¿Te has vuelto loco? —preguntó el abogado.
—Jungsoo, contrólate.
—Esto no es propio de ti.
—¿El qué? ¿Besar a un hombre?
—No, que beses a “ese” hombre en el parque, a plena luz
del día, donde toda la ciudad pueda veros.
—Y ¿qué? Santo cielo, Jungsoo! ¿Qué te ha pasado? Antes
eras tú el que provocaba los problemas, el que decía que fuéramos temerarios.
—Entonces era entonces y ahora es ahora. ¿Y bien?
—Y bien, ¿qué?
—¿Qué estabas haciendo, además de besándote?
—Eso no es asunto tuyo y ya puedes empezar a decirme que
no me estabas siguiendo.
—No. Key estaba preocupado y me ha llamado. Llevas fuera
toda la tarde.
—Sí, lo sé.
—Anda con cuidado, hermanito.
—Tú fuiste el que me aconsejó que lo conociera.
—Claro, para que no nos demandara por la custodia. Pero
esto es mucho más de lo que yo te aconsejé.
—¿Tíenes miedo de que yo perjudique tu reputación?
—No importa lo que pudiera decir en el pasado. Heechul.
Me tienes preocupado. Eres muy vulnerable.
—El embarazo no me ha convertido de repente en un
estúpido, Jungsoo. Sé lo que estoy haciendo.
—Lo que me preocupa es “con quién” lo haces.
—Hermano, necesitas desesperadamente unas vacaciones.
Dejó a Jungsoo plantado en mitad del césped. Heechul se
acercó a Siwon.
—Me siento como un crío al que han descubierto en
situación comprometida en el coche de su padre.
—¿Lo dices por experiencia? —preguntó Heechul, mirándole
de soslayo.
—No. Papá nunca me dejó usar su coche. Tuve que comprarme
el mío y eso no sucedió hasta que estuve en los marines.
—¿No fue en la universidad?
—Primero los marines, después la universidad. Soy la
oveja negra de la familia. ¿Te gusta ese defecto?
—Sólo si no se transmite con los genes.
—Bueno, entrar en los marines y no seguir los pasos de la
dinastía, molestó bastante a mi padre.
A Heechul le parecía recordar que su padre era un
político, un senador retirado o algo parecido.
—Y ahora?
—Espero que se le haya pasado el berrinche.
Heechul se rió un tanto inquieto. No deseaba conocer a
sus padres. Aquél era un terreno demasiado farragoso.
—Y tu hermano, ¿está enfadado? —preguntó Siwon cuando
subieron al Jeep.
—Lo que está es hecho una furia, Heechul.
—Me ha advertido de que soy un pobre jovencito vulnerable
mientras lleve a su sobrina dentro.
—La familia está en su derecho de preocuparse.
—¿La tuya también? —preguntó, aunque se arrepintió inmediatamente
de haberlo hecho.
—Mi madre se muere por conocerte y mi padre está empeñado
en que su primer nieto tiene que ser presidente.
Heechul se apresuró a volver la cabeza y mirar el
paisaje, unas lágrimas inesperadas llenaban sus ojos. Estaba dándose cuenta de
que su decisión de tener una hija afectaba a demasiada gente. Sin embargo,
estaba absolutamente convencido de que Siwon amaba al bebé.
El Jeep se detuvo delante de la tienda, Heechul estaba
secándose discretamente los ojos cuando él abrió su puerta. Siwon frunció el
ceño al instante.
—Princesa?
—Ha sido un día maravilloso, Siwon —dijo, bajando al
suelo—. Muchas gracias.
Siwon le puso un dedo bajo la barbilla y lo obligó a
mirarlo.
—¿Ha sido algo que he dicho?
—No —dijo, poniéndole la mano en el hombro—. Creo que
necesito tiempo para pensar, nada más.
Siwon asintió, sabiendo que se refería a que necesitaba estar
solo. Cuando le rozó los labios, Heechul se aferró a sus hombros, luchando con
todas sus fuerzas por contener las lágrimas y besándole profundamente.
—Lo siento —musitó Heechul.
Siwon pensó que se refería al llanto.
Pero Heechul se había dado cuenta de que estaba siendo
cruel y egoísta, que mantener a Siwon apartado de su vida no era justo, por
mucho que después tuviera que lamentarlo. Y al entrar en la tienda, se dio
cuenta de que ya no pensaba en él como un donante, ni siquiera como el padre de
su hija, sino como su hombre.
Durante la semana siguiente, Heechul vio a Siwon todos
los días, si bien fueron momentos esporádicos, cuando él aprovechaba para
pasarse por la tienda mientras iba a por repuestos. Casi siempre aparecía
cubierto de polvo y sudor, le robaba un beso ardiente y seguía su camino sin
hacer caso de los aullidos y silbidos de sus hombres que le esperaban en el
Jeep. Heechul descubrió que Construcciones Choi hacía casas personalizadas,
y sólo una por vez. Le pareció admirable que Siwon hubiera levantado la empresa
de la nada, sin ayuda financiera de su padre.
Un día, cuando no apareció por la tienda, empezó a
preocuparse. Sin embargo, no tuvo valor para llamar a su casa ni a su oficina.
—Te echo de menos, princesa. Tengo un partido después del
trabajo. Te llamaré luego —fue el mensaje que le esperaba en su contestador.
Heechul lo escuchó varias veces para consolarse.
OMGssss...me lo leí de una y esta buenisimooooooo!!!!!
ResponderEliminarSiwon tu puedes!! dale con todo para que caí a tus pies...jajajaja
Me gusta como Hee esta cediendo a los sentimientos por "Señor Choi"....jijiji
Espero actu.
Saluditos y besos azul zafiro perlado.
Dios en definitiva Siwon es un amor!!!! ^_^
ResponderEliminarHee por Dios deja los miedos a un lado y dale una oprtunidad a Siwon, tanto en tu vida como en tu cama ^//^