Sólo Ámame- Capítulo 8



Donghae sintió una punzada de celos. No soportaba quedarse allí como espectador un momento más, mientras ellos lo ignoraban. No quería verlos, pero no pudo menos que escuchar el grito de deleite de Shiyoon cuando exclamó sin aliento:

-¡Querido... he regresado! ¿No es maravilloso? ¡Bésame!

Era increíble y no obstante, estaba sucediendo de nuevo. Shiyoon sólo tenía que aparecer para qué Lee Hyukjae, un adulto, actuara como un estudiante enamorado. Donghae no podía soportar eso y combatiendo una oleada de náusea, se obligó a regresar a la casa, sintiendo que las piernas se le doblaban.

¡En el primer momento en que lo viera a solas le diría lo que pensaba de él! Y luego se iría. ¡Ningún tribunal le concedería la custodia de su hijo a un hombre que se comportaba como él lo hacía!

Llegó al vestíbulo, cerró la puerta y rechinó los dientes furioso.

La cólera era la única forma de no echarse a llorar. ¡Todas sus absurdas esperanzas para el futuro quedaron destrozadas sólo porque el caprichoso Yoon Shiyoon le dirigió una mirada plena de coquetería!


De manera que así terminaba el interludio de la noche anterior. Aquel sólo tenía que dirigirle esa deslumbrante sonrisa y Hyukjae se olvidaba de todo de una manera muy conveniente... ¡de su esposo, sus responsabilidades, sus votos matrimoniales! Subió furioso la escalera y ya iba a la mitad cuando se dobló, jadeando de dolor. Desde abajo, la señora Sora, llevando en los brazos unas sábanas recién planchadas, le preguntó ansiosa:

-¿Qué sucede? ¿Se siente bien?

-Sí ―respondió Donghae, recobrando el aliento y luego se sentó en la escalera―. Creo que el bebé viene en camino.


-No se deje invadir por el pánico. Vale más que se adelante y no que se atrase. ¿En dónde está ese esposo suyo?

-No tengo la menor idea ―era mejor mentir que reconocer que estaba al lado del amor de su vida a la mitad del sendero. ¡Ya estaba harto de él! La rabia era su única salvación.

-Típico ―murmuró la señora Sora, subiendo apresurada la escalera―. Cuando se les necesita, nunca están y cuando no, siempre están encima. Vamos ―le ayudó a ponerse de pie―. Llame por teléfono a su padre, él lo llevará al hospital. Yo iré por su maleta no se preocupe.

Dar a luz era la menor de sus preocupaciones, pensó Donghae con amargura cuando descolgó el auricular, mientras el ama de llaves subía a buscar la maleta que Donghae tenía preparada desde hacía una semana. Prefería que su padre lo llevara. No quería a Hyukjae cerca de él, porque empezaría a gritarle, diciéndole lo que pensaba de él y eso no le haría mucho bien a su presión sanguínea.

Empezó a marcar el número, pero una segunda contracción, más fuerte que la primera, le hizo soltar el auricular.

Y por supuesto, fue Hyukjae quien lo llevó al hospital. Entró al vestíbulo acompañado de Shiyoon, con un brazo sobre sus hombros y de inmediato captó la situación. Colgó el auricular, tomó la maleta que llevaba la señora Sora y se dirigió con Donghae a la puerta, instalándolo en el Range Rover, estacionado frente a la casa al lado del llamativo auto deportivo de Shiyoon.

-Puedes llevarme, porque así llegaremos más pronto ―le dijo Donghae con los labios apretados cuando él se sentó al volante y puso en marcha el motor―. Pero después de eso no te quiero cerca de mí ―se enjugó las gotas de sudor del labio superior con el dorso de una mano y lo miró desafiante―. No quiero tener la responsabilidad de alejarte de tu amiguito. ¡Estoy seguro de que ha pensado en muchas formas de divertirte mientras yo estoy fuera del camino!

-¿Qué diablos se supone que significa eso? ―quiso saber Hyukjae. Sus manos sujetaban tensas el volante cuando cruzaron la verja hacia la angosta carretera rural; en su voz había un dejo de amenaza. Pero Donghae tenía otras cosas en qué pensar en ese momento y replicó exasperada:

-¡Tú sabes lo que significa! Escuché lo que decían, ¿lo recuerdas? ―se sobresaltó, aferrándose al borde del asiento cuando cruzaron un puente. Su rostro estaba pálido y perlado de sudor, pero eso no tenía nada que ver con la velocidad. El conducía rápido, pero no demasiado y conocía esas carreteras como la palma de su mano. Cuando recobró el aliento prosiguió con tono de censura―. En el mes de junio, cuando trajo a su hijo para que lo conocieras, te habrías divorciado de mí para casarte con él. Sólo acepté regresar a tu lado porque estaba embarazado...

De nuevo experimentó un agudo dolor, pero siguió gritando.

-¿Te abandonó de nuevo, verdad? Oh, sé que te dijo que estaba cansado de su papel de appa soltero y que Minwoo necesitaba a su padre, pero a pesar de eso se fue. Yo esperaba que lo pensarías dos veces antes de permitirle que te hiciera eso de nuevo. ¡Pero no! -―sonrió abatido―. ¡Tan pronto como aparece de nuevo, te lanzas hacia él... abrazándolo, besándolo! ¡Me das asco!

Hyukjae le dirigió una mirada sombría. En sus ojos había tantas emociones, demasiadas para tratar de descifrarlas y a él no le interesaba intentarlo, se dijo cuando Hyukjae volvió a concentrar su atención en la carretera y respondió impaciente:

-Creo que hay muchas cosas que no has comprendido.

-¿Eso crees? ―la fría indiferencia podría ser más eficaz que cualquier cantidad de ira justificada y Donghae volvió la cabeza para mirar por la ventana.

Habían dejado atrás la aldea y ahora iban por la carretera principal; no tardarían más de cinco minutos en llegar al exclusivo hospital en donde nacería su hijo. ¡No podía esperar... en más de una forma!

-Donghae...

-¡No trates de adularme! ―le pidió entre dientes, interrumpiendo lo que él empezaba a decir―, Y no creas que no puedo adivinar tus intenciones. Si quieres mantener abiertas tus opciones, de acuerdo, pero no me busques. No me interesa si Shiyoon se queda o se va, porque yo no regresaré. No esta vez.

Por alguna absurda razón, sintió que se le cerraba la garganta y sus ojos se anegaron en lágrimas. Parpadeó furioso al percatarse de que Hyukjae lo miraba de soslayo y lo oyó retener el aliento. Durante un momento alzó el pie del acelerador, como si pensara detenerse a la orilla de la carretera, para prestarle más atención a la discusión. Pero cuando Donghae sintió un nuevo espasmo, jadeó estremecido cerrando los ojos, y Hyukjae volvió a pisar el acelerador. Todo lo que comentó, con una especie de amarga calma, fue:

-Hablaremos de esto dentro de uno o dos días. Por el momento, te sugiero que ahorres tus energías. Estás histérico.

Tal vez él tenía razón, pensó Donghae angustiado y cerró los ojos. Cuando al fin le expresó sus sentimientos y le dejó ver su disgusto por la forma en que estaban las cosas entre Shiyoon y él, eso le ayudó a apartar de su menté el terrible pensamiento de tener a su hijo a un lado de la carretera. ¡Ahora, en medio de ese tenso silencio, no estaba muy seguro de poder evitar que eso sucediera!

Pero no fue sino hasta las primeras horas de del día siguiente, cuando depositaron en sus brazos el diminuto bulto y vio la carita enrojecida de su hijo. Lo amó en ese instante, irremediable y eternamente y sus dedos acariciaron con suavidad la aterciopelada mejilla mientras murmuraba:

-Tu nombre es Hyungsik, amor mío.

-¿No "Hyukjae"? ―vio a su esposo en el vano de la puerta, con una expresión indescifrable y luego avanzó despacio―. Hyungsik porque te agrada el nombre, supongo. ¿Pero nada para mí, que soy su padre?

A pesar de que Donghae le dijo que no quería verlo, Hyukjae insistió en quedarse y si era honesto, se sintió más que. Nunca se apartó de él, brindándole su apoyo y ahora, aunque trató de encontrar un comentario mordaz, no pudo hacerlo.

Estaba agotado, pero completamente eufórico, y ahora, con su hijo recién nacido en los brazos, no era el momento de discutir. Pero su capitulación y la ternura en su sonrisa, cuando desvió la mirada de su hijo para dirigirla a su padre, le sorprendieron y aceptó con voz ronca.

-Lee Hyukjae Hyungsik no quedaría bien.

-por supuesto ―se acercó a un lado de la cama y se inclinó para acariciar los diminutos dedos de su hijo. En sus atractivos ojos había un destello diabólico cuando murmuró:

-Creo que es hora de que descanses un poco, señor Lee. Me alegra ver que ya hayas aclarado tu confusión.

Como si la hubiesen llamado, en ese momento entró una de las enfermeras y disminuyó la intensidad de la luz.

-Descanse ahora, señor Lee ―repitió como un eco―, y si necesita algo, sólo oprima el timbre. ¿Señor...? ―la ceja alzada era un gesto de franca coquetería y había una expresión de aprecio en sus ojos y Donghae esbozó una sonrisa. Tal vez debería sentirse celoso, pero no era así. Las mujeres siempre coquetearon con Lee Hyukjae desde que llegó a la adolescencia y ahora no había cabida para los celos o el resentimiento, sólo experimentaba una gloriosa sensación de orgullo, lo que era muy extraño, reflexionó exhausto y lo oyó replicar:

―Me quedaré hasta que mi esposo se duerma ―y sintió el suave roce de la mejilla sin afeitar sobre la suya. Su último pensamiento consciente fue que tal vez él tenía razón. Quizá su confusión había desaparecido

A primera hora de la tarde, rodeado de un verdadero diluvio de flores de invernadero, los ramos más grandes y más bellos eran de Hyukjae, Donghae supo que nada había terminado, ciertamente no su "confusión", si eso era lo que él pensaba de su decisión de apartarse de su vida.

Lo llamó por teléfono antes, interrogándolo ansioso, pero Donghae abrevió la conversación, informándole que su habitación estaba llena de visitantes que charlaban sin cesar, lo que era cierto, excepto por la charla y que no podía oír nada, lo cual tampoco era cierto, porque escuchó el tono duro en la voz de él cuando le informó que iría a verlo más tarde.

Ahora sus padres estaban a punto de retirarse y se llevarían a la señora Sora, que les suplicó que la llevaran a conocer al recién nacido. Minnie entró cuando ellos salían, y aunque Donghae habría disfrutado de la oportunidad de disponer de algún tiempo para pensar, planeando lo que le diría exactamente a Hyukjae acerca de su traición, recibió a su amigo con mucho placer.

Después de asomarse a la cuna y de los entusiastas comentarios, Minnie dejó sobre la cama un ramo de flores de primavera y sonrió.

- ¡Veo que es como llevar hierro a Vizcaya! Pero te he traído algo que tal vez apreciarías más ―depositó un voluminoso paquete sobre las rodillas de Donghae―. Llegó esta mañana a la agencia, con una carta explicativa, así que sé de qué se trata. ¡Vamos, ábrelo!

Después de hacerlo, Donghae vio que era un ejemplar del último libro de Jinhyuk, en el cual él colaboró. Y se sintió cohibido al leer la tarjeta que lo acompañaba:

“Si alguna vez necesitas de nuevo tu trabajo, o cualquier otra cosa, no titubees. Yo siempre estaré aquí. Tuyo Jin”.

Era una amabilidad de su parte, pero nada útil cuando Hyukjae entró a la habitación y con los párpados entornados, indagó amable:

-¿Alguien te envió un libro? Hola, Minnie ―miró en dirección al joven, pero sólo brevemente; estaba concentrado en leer el mensaje escrito en la cartulina que quitó de los débiles dedos de Donghae.

Luego sus ojos se oscurecieron cuando dejó caer la tarjeta sobre la cama y se acercó a la cuna. Donghae supo lo que pasaba en su retorcida mente y le invadió la furia cuando siseó, sin que le importara la presencia de Minnie.

-Si tratas de encontrar algún parecido... olvídalo. ¡Y te mataré si mencionas las pruebas para establecer la paternidad!

Hyukjae giró despacio sobre sus talones. Su rostro parecía tallado en granito y el impecable corte del traje oscuro lo hacía verse inabordable; su actitud amenazadora pareció distanciarlo de todo lo que lo rodeaba cuando replicó con tono helado.

-Ahórrate tus palabras. Tu reacción a la acusación que te hice en Japón me convenció. No habrías cruzado el umbral de mi puerta si yo albergara la más mínima duda.

-Yo... debo irme ―las palabras torpes de Minnie pasaron desapercibidas para ambos cuando Donghae replicó con brusquedad.

-Posees una naturaleza confiada, ¿no es cierto? ―y ni siquiera se sobresaltó cuando él frunció las cejas en un gesto de amenaza.

-Eso parece. Sin embargo, te agradecería que tú pudieras aprender a confiar.

Su descaro dejó a Donghae sin aliento y abrió la boca para protestar. Pero él le cubrió los labios con una mano nada suave y le advirtió sombrío:

-No digas otra palabra hasta que me hayas escuchado ― lo dejó recostado sobre las almohadas, con los labios apretados, pero la barbilla alzada en un ángulo desafiante; colgó afuera de la puerta el letrero de "No molestar", arrojó al suelo las flores de Minnie y el libro de Jinhyuk y se recostó sobre la cama, con los brazos cruzados atrás de la cabeza, ignorando su exclamación de protesta.

-He estado tratando de averiguar el motivo de tu comportamiento desde que inventaste esa estúpida idea de una separación a prueba.

-Fue una de las cosas más sensatas que he hecho ―él podría ordenarle que guardara silencio, pero no podía obligarlo a mantener la boca cerrada. Deseaba que se bajara de la cama, pues estaba demasiado cerca, así que lo atacó mordaz―. Hacía meses que no te acercabas a mí, como si yo fuera un huésped, y además octogenario, a juzgar por el interés que me demostrabas ―le dirigió una mirada fulminante y se quedó mirando hacia el techo, con los brazos cruzados sobre el pecho. ¡Aún no terminaba con él... apenas había empezado!

-Ya te explique la razón ―por primera vez, había un dejo de cansancio en la voz de Hyukjae y Donghae sintió que el corazón se le retorcía cuando prosiguió―. Si supieras lo culpable que me sentía, no habrías necesitado preguntar el motivo.

No importaba lo que él fuera; no importaba que siempre pusiera a Shiyoon en primer lugar, debía reconocer que siempre fue sincero acerca de eso. No era posible confundir el dolor en su voz, cuando le habló de sus sentimientos de culpa durante esos terribles meses después del accidente. Su reto fue innecesario y fuera de lugar y para compensarlo, comentó inseguro:

-¿Cómo podía saberlo, si tú nunca me hablaste de eso? Y si de algo sirve, yo también me sentía culpable. Te casaste conmigo para tener hijos... por lo menos fue tu motivo principal. Sentí que te había decepcionado y sabiendo que era improbable que volviera a concebir, eso me hacía sentir inseguro, inadecuado.

Hyukjae se movió de pronto en la cama, Obligándolo a mirarlo.

-Debiste decírmelo. Rectifico ―apretó la boca en un gesto irónico―. Debimos hablar de eso a fondo ―su mirada se suavizó, lo mismo que su boca, cuando rozó con sus labios la piel de pronto sensible de su hombro.

Donghae se estremeció impotente. Esa confrontación no estaba resultando como él la planeó... se sentía hundido en un pantano de incomunicación. Si hubieran hablado, en vez de guardar en su interior sus mutuos sentimientos de culpa... Pero todo eso pertenecía al pasado y no podían retroceder. El se lo dio a entender cuando se apoyó sobre un codo y le miró a los ojos mientras le informaba con fingida paciencia.

-Como ya he tratado de explicarte, no me fue fácil descifrar los motivos de tu conducta. Es decir, hasta que sufriste ese ataque de histeria camino al hospital.

-¿Histeria? ―protestó herido―. Eso no tuvo nada que ver con lo que te decía. ¡Tú también te habrías puesto histérico si hubieras pensado que no llegarías a tiempo para dar a luz en el lugar apropiado!

-Yo diría que algo más que eso. Habría albergado algunas dudas muy serias acerca de mi papel en la vida.

Reacio, Donghae sonrió. Luego recordó que deshacerse de un esposo era algo muy serio y, extrañamente, también muy atemorizante. Suspiró, ahora muy serio y a pesar de que el bebé dormía tranquilo cerca, se sintió muy solo. Luego Hyukjae continuó:

-Fue sólo cuando hiciste esos comentarios absurdos acerca de que Minwoo era mi hijo, cuando pude comprender las cosas. Dime, ¿qué fue exactamente lo que escuchaste ese mes de junio?

¿Comentarios absurdos? Donghae sintió que el corazón le daba un vuelco y luego latía agobiado. Sabía que lo oyó y no había forma de que él pudiera impedir eso o negarlo. Y no querría hacerlo, ¿o si? Se pasó la punta de la lengua por los labios resecos y murmuró acusador:

-Él te llamó querido.

-¿Eso es todo? Shiyoon llama a todos querido ―se recostó de nuevo y cerró los ojos, como si estuviera totalmente aburrido. Donghae le clavó un codo en las costillas.

-No, no es todo, y tú lo sabes.

Un leve llanto, seguido de un grito, hizo que Donghae se bajara de la cama para tomar en brazos al pequeño y volvió a recostarse, con Hyungsik instalado cómodamente en su pecho. Luego Hyukjae murmuró:

- Bien, prosigue. Dímelo todo.

-No creo que este sea el momento ni el lugar adecuado para discutir la ruptura de nuestro matrimonio ―replicó Donghae. No se alteraría, no ahora. Tal vez después, o al día siguiente.

Hyukjae volvió a cambiar de posición, con los ojos fijos en el bebé y después alzó despacio la vista hasta la suave curva vulnerable de los labios de su esposo y comentó con voz apagada:

-¡Dios mío... creo que estoy celoso de mi propio hijo! ―luego prosiguió―. Cuando aceptaste ese trabajo en Japón y me hablaste de una separación, estuve a punto de enloquecer. Las cosas estaban mal entre nosotros... y yo sabía lo mucho que deseabas tener hijos. Creo que, en general, ese deseo fue el responsable de que la suerte estuviera de mi lado cuando aceptaste casarte conmigo.

-Tú también dijiste que querías tener hijos. Muchos, para llenar la mansión Lee- le recordó a la defensiva y Hyukjae alzó una mano para callarlo.

-Sólo porque sabía lo mucho que tú los deseabas. Yo sólo te quería a ti: Si me dabas hijos, maravilloso, pero si no hubieras podido hacerlo, no me habría hundido, puedes creerme ―respondió con tono seco―. Y creo que el ver al pequeño Minwoo en nuestro hogar, fue la gota que derramó el vaso, lo que te hizo alejarte. Yo era el responsable, por lo menos así lo pensaba, de que hubieras perdido ese bebé. Y por lo que sabíamos, habías perdido toda esperanza de tener más hijos. Traté de hacerte creer que habría otros para ti, más para consolarte que para tranquilizar mí conciencia. Podía ver que la presencia de Minwoo te hería y te amargaba. Verás, no podía tocarte. Eso se debía en parte a mis sentimientos de culpa y en parte a que sabía que si compartíamos la misma cama, no podría mantener las manos lejos de ti. Pensé que necesitabas tiempo para aceptar lo sucedido, sin que yo te exigiera eso.

Donghae meditó en sus palabras acerca de que lo quería sólo a él, reteniéndolas en su mente como si fueran un bálsamo y también que trató de consolarlo, asegurándole que tendría otros hijos, cuando en aquel entonces él pensó que se refería a otros hombres. Pero su declaración acerca del efecto que causó su hijo en él, lo sacó de su engañosa felicidad. ¡Por supuesto que la presencia de Minwoo lo hirió y lo hizo sentirse 
amargado y celoso!

-Me sentí herido porque Minwoo era... es... tu hijo ―respondió tenso, sintiendo de nuevo en su interior el dolor de la soledad y la pérdida―. Oí a Shiyoon llamarlo "nuestro hijo", asegurar que regresó a tu lado porque el niño necesitaba conocer a su padre. También lo oí decirte que sabía que nuestro matrimonio había terminado, lo cual era cierto... y sólo tú pudiste decirle eso. Los vi juntos esa noche, en la habitación que debió ser de mi hijo, además la señora Sora comentó que Minwoo era tu viva imagen, lo que es cierto y...

-La señora Sora siempre sabe más de lo que le conviene ―la interrumpió Hyukjae, alzando una mano para enjugar las lágrimas que Donghae no podía evitar que se deslizaran por sus mejillas―. No te alteres, querido, no hay necesidad de eso. Porque tú me amas, ¿no es cierto?

La intensa nota de triunfo en su voz hizo que Donghae se estremeciera. Y asintió, demasiado emocionado para hablar, para tratar siquiera de salvar ese orgullo que era tan importante para él. Hyukjae le quitó de los brazos al bebé con suavidad, ahora dormido; lo depositó en su cuna, lo arropó y luego se sentó sobre la cama, atrayéndolo hacia sus brazos y asegurándole con voz ronca:

-¡Lo averigüe cuando estuve a tu lado mientras nacía nuestro hijo y heredero! Por tus comentarios, comprendí que no pudiste escuchar toda la conversación, como yo creía. ¡De ser así, habrías sabido que Minwoo es hijo de Junsu, no mío! Te fuiste porque creías que Shiyoon había regresado a mi lado, con nuestro hijo y que yo quería deshacerme de ti.

-¿Es hijo de Junsu? ―Donghae alzó la cara del ancho pecho y lo miró incrédulo―. Pero él tuvo una aventura contigo... todos sabían que estabas obsesionado por él.

Hyukjae acercó la boca a sus labios entreabiertos y murmuró:

-Nunca tuve una aventura con Shiyoon. En cuanto a estar obsesionado, supongo que en cierta forma lo estaba. Me obsesionaba la necesidad de alejarlo de Junsu.

Un imperioso golpecito en la puerta anunció la llegada de un enfermera, que ignoró el letrero de "No molestar", que era sólo para los visitantes.

-¿Ya comió el bebé, señor Lee? ―preguntó brusca, y cuando Donghae asintió, lo sacó de la cuna―. Entonces, es hora de cambiarlo, ¿no cree? Sólo tenía que oprimir el timbre.

Contemplando la espalda de la enfermera que se alejaba, Donghae movió la cabeza desconcertado. ¿Lo acusaba de ser negligente? ¡Estaba seguro de que así era! Pero en vez de experimentar una justificada indignación, curvó la boca en una suave sonrisa. Ya amaba a su hijo más que a la vida. Pero amaba a su padre todavía más y las cosas empezaban a tener cierto sentido, por lo menos algunas...

¿Se habrían equivocado todos acerca de la tempestuosa aventura que Hyukjae tuvo con Shiyoon?

-Explícame eso ―ordenó, apartándose de los brazos que aún lo estrechaban.

-Tendré que hacerlo, ¿verdad? ―en sus ojos brilló un destello perverso―. Pero lo único que puedo comprender realmente es el hecho de que, después de todos los traumas, tú me amas ―lo besó en los labios con suavidad, saboreándolo y la sugestión de una pasión apenas controlada le hizo sentir que la cabeza le daba vueltas.

Unos minutos después, Hyukjae le hizo apoyar la cabeza sobre su hombro y continuó:

-Voy a retroceder muchos años y te diré que nuestra familia siempre conoció a los Yoon. El padre de Shiyoon y el mío asistieron juntos a la misma escuela. El siempre fue un coqueto... encantador, debo reconocerlo, pero totalmente incontrolable. A mí me parecía más molesto que fascinante. Luego, hace unos cinco años, vino a pasar una temporada con nosotros. Sus padres estaban hartos de su comportamiento, de su actitud con los hombres. Por lo visto, siempre había ex novios con el corazón destrozado frente a su puerta. Sin embargo, lo que no sabían era que hacía años que Junsu estaba enamorado en secreto de él. Yo sí lo sabía, tal vez quise protegerlo y exageré, pero no quería ver que siguiera el mismo camino que los demás, así que decidí acompañar a Shiyoon a todas partes, dejando que Junsu pensara que yo era el amante en turno. Por desgracia...

Hyukjae deslizó las manos a lo largo de la espalda de Donghae y sus dedos parecieron quemar su piel a través de la delgada tela de su pijama, obligándolo a estrecharse contra él. Luego continuó:

-Todos los demás también lo creyeron. Fue lo más equivocado que he hecho en mi vida, pues fue la causa de una disputa entre Junsu y yo, que apenas se solucionó recientemente. En aquel entonces, creí que hacía lo correcto, sobre todo cuando Junsu, que se había ido a Japón a trabajar en un proyecto, se casó con Jaejong. Shiyoon aún seguía aquí y, para ser justo, trató de ser útil, actuando como mi anfitrion cuando yo lo necesitaba...

Pero seguía con sus coqueteos. El momento difícil llegó cuando me informó que había ido a visitar a Junsu y a Jaejong... en realidad tuvo el descaro de asegurarme que estaba enamorado de él y que tuvieron una aventura, casi en las narices de Jaejong. Sobra decir que le pedí que se fuera, que jamás volviera a manchar el umbral de mi puerta, etcétera. Creo que toda la aldea creyó sinceramente que sucedió lo contrario, que fue él el que me abandonó. ¡De pronto, todos empezaron a mostrarse demasiado comprensivos y amables!

-¡Ese hombre es odioso! ―estalló Donghae.

-Puede serlo ―respondió Hyukjae con tono seco-―. Pero creo que ha cambiado. Siempre será obstinado y querrá ser el centro de la atención, pero es un buen appa... lo que me sorprendió, además, Junsu y él se aman. Si él es capaz de controlar su temperamento, serán felices.

-De manera que Junsu es el padre de Minwoo ―murmuró Donghae, apenas capaz de creer que al fin todo empezaba a aclararse―. Y tú pensaste que yo lo sabía y que no quise hablar de eso cuando ustedes me invitaron a hacerlo. Simplemente me alejé. Shiyoon y tú debieron pensar que yo era un arpía.

-Olvida eso, mi amor ―sonrió mirándolo a los ojos, alzó sus manos y besó las palmas con una ternura que hizo que Donghae sintiera deseos de llorar por el amor tan profundo que sentía por él―. Creí que estabas alterado y herido... que al ver a Minwoo recordabas lo que habías perdido. Y cuando te fuiste, estaba decidido a que regresaras. Sabía que mi vida no valdría nada sin ti.

-¿Qué hacías entonces en Japón con él? ―Donghae, con un esfuerzo, se apartó de él y lo miró de soslayo. 

Hyukjae movió la cabeza.

―Ten paciencia, hombre, es lo que estoy tratando de decirte. Fuimos a buscar a Junsu. La primera vez que me enteré de la existencia de Minwoo fue cuando Shiyoon se presentó con él ese día. Trataba de ser valeroso, de actuar con la despreocupación de antes, pero en su interior estaba preocupado. Me informó que Minwoo era mi sobrino y que al enterarse de la intempestiva muerte de Jaejong, necesitaba comunicarse con Junsu, pero que no tenía idea de donde estaba. Minwoo tenía el derecho de conocer a su padre y Junsu, ahora libre, tal vez aún lo amaría lo suficiente para casarse con él. Me aseguró que todavía lo amaba. Con toda franqueza, yo lo dudaba, conociendo sus antecedentes. El cualquier forma... ―se encogió de hombros―... no había duda de que el niño era de Junsu; el parecido familiar era demasiado grande para ignorarlo. Yo sabía que Junsu seguía trabajando para la misma empresa en Japón y logré localizarlo en una pequeña ciudad en el sur. Pero primero tenía que encontrarte. Como sabes, me enteré de tu paradero por Minnie, llamé por teléfono a Junsu para advertirle que iríamos a verlo, y en qué fecha, y nos detuvimos en Osaka, con gran disgusto de Shiyoon, porque después de concertar esa entrevista con Junsu, odiaba el pensamiento de una demora. Te encontré y quise discutir a fondo las cosas contigo, pedirte que me dieras la oportunidad de intentarlo de nuevo. Pero como sabes, las cosas no resultaron así y terminó el día en que me había concedido para persuadirte. Pero sabía en dónde estabas y que seguirías trabajando para ese tipo. Sin embargo, mientras ayudaba a aclarar las cosas entre Junsu y Shiyoon solucioné algunos negocios apremiantes para poder pasar algún tiempo a tu lado; alquilé la cabaña y llevé allí las provisiones necesarias, transcurrieron varias semanas antes de poder ir a buscarte... pero esperaba disponer del tiempo suficiente para convencerte de mi punto de vista.

-¿Cuál es? ―quiso saber Donghae, apartando decidido de su mente el dolor de ese último año, sabiendo que lo único que importaba era el presente y el futuro al lado de ese hombre, el único para él.

-Enseñarte a amarme ―respondió él simplemente―. Yo te amé casi desde el momento en que llegaste a la mansión a ayudarme. Eras tan cálido, tan natural, que no podía creer en mi buena suerte cuando aceptaste casarte conmigo.

-Nunca me dijiste que me amabas ―lo acusó Donghae, pero con suavidad. Recordó lo mucho que ansiaba oírlo pronunciar esas palabras, pero ahora todo eso había quedado atrás y ya no importaba, porque sabía la verdad.

La sorpresa en los ojos de Hyukjae, le hizo sentir el deseo de sacudirlo por ser tan abominablemente sexy, pero en vez de ello lo besó cuando lo oyó responder:

-Te lo demostré, ¿no es cierto? Cada vez que te estrechaba en mis brazos te decía lo mucho que te amaba. Y cuando te lleve a casa, después de un intervalo adecuado para que te recuperes, por supuesto, te lo demostraré una y otra vez... ―lo estrechó despacio en sus brazos y rozó su boca con la suya, provocando en él una respuesta que debió estar demasiado exhausto para experimentar, pensó Donghae aturdido y le echó los brazos al cuello, decidido a demostrarle que no se sentía tan agotado, cuando Hyukjae alzó la cabeza, diciendo:

-Y antes que me lo preguntes, Shiyoon y Junsu están de regreso en Corea, para darles la noticia de su matrimonio a los padres de Jaejong. Junsu pensó que sería más diplomático ir él solo con Minwoo, para romper el hielo, y Shiyoon fue a la mansión Lee a suplicarme que lo dejara pasar la noche allí. Ahora va en camino a reunirse con ellos.

-¡Olvídate de Shiyoon! ―murmuró Donghae con voz ronca, acercando a la suya la cabeza de Hyukjae; las cosas empezaban a estar fuera de control cuando la almidonada enfermera, tan diferente de la rubia coqueta de la noche anterior, anunció rígida:

-Creo que el bebé quiere a su appa. Ya lo bañamos, lo cambiamos, lo pesamos y...

-Gracias ―Hyukjae se puso de pie y tomó en sus brazos al pequeño que tenía los ojos muy abiertos y acompañó a la enfermera a la puerta.

Ayudó a Donghae a ponerse de pie, la rodeó con el otro brazo y en su voz había una profunda emoción cuando murmuró:

-¿Puedes sentirlo, Donghae? ¿Sientes el amor que nos rodea? Te juro que en esta habitación hay suficiente para que el mundo siga girando durante miles de años.

Donghae miró hasta lo más profundo de esos ojos duros de pistolero y vio en ellos el amor; en silencio, le juró amarlo durante el resto de sus vidas. El lo comprendió... leyó el mensaje demasiado profundo para expresarlo en palabras y lo besó en los labios, Donghae tomó en sus brazos al bebé que protestaba y le tendió su mano libre a su esposo, su maravilloso, vulnerable y exasperante Hyukjae. Luego dejó ver una sonrisa gloriosa.

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yota´s news : De regreso?

 Buenas tardes a todas las lectoras. Después de un año  y casi 4 meses regreso a saludarlas y comentarles nuevas.  Me gustaría decirle...