Domando al Guerrero- Capítulo 38

Heechul despertó ante la suave caricia de una mano que le quitaba la sábana del cuerpo. Suspiró entre sueños, pero al abrir los ojos ahogó una exclamación de susto. Por fin comprendió que quien se estaba deslizando en su cama era su esposo.

-Cielos Siwon, me has asustado.

-No era ésa mi intención, señor -dijo él muy sonriente.

Heechul se ruborizó una pizca. Aún no estaba del todo habituado a sus pícaras insinuaciones, si bien no habría podido decir qué tenían de objetable.

-¿Acabas de volver? - Era de mañana, según lo indicaba la luz que se filtraba por entre las cortinas de la cama.

-No. Llegué anoche con Hyukjae. Pero dormías tan apaciblemente que no quise despertarte.

Le deslizó una mano por el ombligo y pensó en lo que latía en su interior.

- ¿No notas... algo diferente en mí, Siwon?

-Nada -aseguró él, pellizcándole un pecho para observar cómo se erguía el pezón.

- ¿Nada?

-No. ¿Por qué?

-No tiene importancia -dijo Heechul malhumorado

-Y tú ¿notas algo diferente en mí? -bromeó él.

-Sólo que pareces más tonto que nunca -resopló. Siwon rió de buena gana y lo estrechó contra sí.

-¿Por qué no lo decís directamente, señor?

- ¿Qué?

Él volvió a cubrirle el vientre con la mano y se inclinó para besarlo.

-Lo que me dijo Hyukjae, hace casi dos meses.

-¿Lo sabes? -exclamó Heechul- ¿Y no lo mencionaste?

-Es tu privilegio de informar a tu marido. Esperaba que lo hicieras.

-Lo siento. Debí decírtelo, pero...

-Pero ¿qué?

-El motivo es muy tonto -se escabulló Heechul - Preferiría no decirlo.

Él se conformó. Su padre le había advertido: «Nunca discutas con un joven embarazado, pues no imaginas las tonterías que suelen decir en ese estado». Además, tenía otras cosas en mente, por el momento: familiarizarse con las nuevas redondeces de su señor, por ejemplo.

Y a eso se dedicó. A Heechul le sorprendió comprobar que él seguía deseándolo, aun enterado de su embarazo. No cometió la tontería de interrogarlo, pero la confusión, desaparecida por una hora de felicidad, volvió cuando Siwon separó la cabeza de su pecho para levantarse. ¿Acaso eso significaba que Siwon se había habituado a él durante esos meses de matrimonio? Tal vez había decidido seguir gozándose con él, embarazado o no. En ese caso...

La sonrisa de Heechul lució brillante, llena de alegría y satisfacción, hasta que de pronto lo recordó.

-Oh, Siwon lo olvidaba. Tenemos invitados y deberías saber que...

-Teníamos invitados, señor -dijo él, acercándose a la puerta para despertar a Onew- Se marcharon anoche.

-¿Se marcharon? -repitió sorprendido- Pero ¿por qué?

-Al parecer el joven señor comprendió que aquí no estaba seguro -fue la única respuesta.

Heechul guardó silencio. Mientras la pareja se hubiera ido para no volver, estaba satisfecho.



Dos meses más tarde, llegó un mensajero desde Shefford, con una llamada a las armas que hizo estallar la burbuja de felicidad en la que Heechul vivía. Estaba en el salón, jugando al ajedrez con Hyukjae, cuando Siwon entró a decírselo. Al parecer, lord Sooman se había buscado otro heredero, el sobrino de lord Jiyong, nada menos, que además era pupilo suyo.

El torreón donde vivía el muchacho, en Yorkshire, estaba sitiado desde hacía varias semanas, pero sir Henry acababa de enterarse y había decidido que necesitaba de los servicios de Siwon.

Heechul se opuso inmediatamente y con tesón.

-Es sólo una prueba y no me gusta. Sir Henry podría haber convocado a cinco o seis señores que están más cerca de York, y así pienso decírselo. No tienes por qué ir Siwon.

-Muérdete la lengua, hombre -replicó él incrédulo- Se me herrumbrará el brazo con el poco uso que le doy aquí.

-¿Quieres combatir cuando no hace falta? -le gritó Heechul.

-¡Quiero combatir porque me gusta combatir! -gritó él, a su vez- Para eso me prepararon y es lo que más me agrada... aparte de hacer el amor contigo.

A Heechul se le encendieron las mejillas y volvió a estallar

-No te importa lo que yo sienta, ¿verdad? Después de todo, sólo soy tu esposo.

-No seáis caprichoso, señor -atronó Siwon- Sooman es un perfecto idiota. Saldrá a toda carrera en cuanto vea llegar refuerzos.

-¿Y si no huye? -protestó - ¡Te amo, grandísimo tonto! ¿Cómo va a gustarme que te desangres en una batalla sin sentido?

-Yo también te amo, pero no voy a perderme una buena diversión sólo para mantenerte tranquilo.

-¡Vete, pues! ¡No me importa!

Heechul se alejó, pero sólo unos pasos. Luego corrió otra vez al pecho de su marido.

-¿Me amas?

- sí.

-¿De veras?

-Sí -Él sonreía de oreja a oreja.

-Yo también te amo.

-Lo sé.

Heechul se apartó para pegarle.

-¡Bueno, pues yo no lo sabía! ¡Podías habérmelo dicho!

-Y ahora, ¿quién es el tonto? Te lo he dicho cada noche, al tomarte en mis brazos. Te lo digo de la única manera que sé hacerlo.

-No, milord. Acabáis de decirlo con más claridad -dijo Heechul, con lágrimas de felicidad en los ojos- No importa que me lo hayáis gritado. Es lo que deseaba oír.

-¿Esas palabras?

- sí.

-Pero dicen tan poco... -se quejó él.

-Si yo quisiera oír frases de trovador, milord, contrataría uno. De vos sólo necesito escuchar «te amo», de vez en cuando.

Siwon rió entre dientes.

-Como desees, princesa.

Heechul levantó la boca para un largo beso. Siwon había dejado de levantarlo hasta su propia altura hacía un par de semanas, al experimentar una exuberante patada de su hijo, que estuvo a punto de hacer que lo soltara.

-Y ahora -murmuró Heechul con un ronroneo satisfecho- ¿te olvidarás de esa tonta guerra?

- No.

-¡Siwon!

- Pero aún te amo - ofreció él.

Heechul lo fulminó con una mirada furiosa y se marchó a grandes pasos.

-El enojo no le durará -aseguró Hyukjae, sin poder disimular su diversión- Nunca le dura.

-Pero cuando se le pase ya no estaré aquí - De pronto Siwon sonrió- Detesto perderme esa parte. Es siempre muy... muy expresivo cuando perdona.

Hyukjae se echó a reír.

-Alguien debería repetirle lo que acabas de decir.

-¡Muérdete la lengua! Si descubre por qué lo provoco con tanta frecuencia, me cobraré en tu pellejo lo que pierda.



El invierno se cerró alrededor de Clydon con una blanca cobertura de nieve que no se fundiría del todo hasta la primavera. En secreto, a Heechul le encantaba esa época del año, aunque las viandas se ponían rancias y mohosas y los hombres, irritables por la inactividad.

Eran meses abrigados y cómodos, con todos los hogares encendidos; en esos días, las relaciones se volvían más sólidas. Si deseaba concederse el lujo supremo de pasar el día en la cama, sin hacer nada, bien podía hacerlo.

Heechul lo hacía con frecuencia, simplemente porque su constitución encontraba dificultades para llevar tanto peso adicional. Siwon lo fastidiaba sin misericordia por su nuevo volumen; aseguraba que, de tanto como le gustaba verlo así, se encargaría de hacerle aumentar de peso con frecuencia. Lo sorprendía volviendo al castillo con mucha más asiduidad de lo que Heechul había esperado considerando que sir Henry aún estaba en pie de guerra. Siwon se presentaba en todas las festividades: estuvo en casa el tiempo de Reyes, para repartir las bonificaciones a los sirvientes: las ropas, los alimentos, las bebidas y la leña que constituían el tradicional regalo de Navidad. En esa ocasión se quedó hasta el Lunes del Arado: el primer lunes después de Epifanía, fecha en que los aldeanos hacían correr sus arados por los pastos comunitarios, para determinar cuántos surcos podría sembrar cada uno ese año.

Pero Siwon no llegó a la única festividad a la cual Heechul no esperaba que faltara: la Candelaria, al iniciarse el segundo mes del año nuevo. Ya había pasado una semana desde entonces; Heechul debía dar a luz en cualquier momento y él seguía sin aparecer. Puesto que le había prometido estar allí para el parto, ¿qué cabía pensar, sino que algo horrible había pasado?

Hyukjae se apresuró a decirle que era una tontería preocuparse. Siwon no lo había llevado consigo a esa campaña y a él no le molestó quedarse, pues estaba recién casado con Donghae. Pero ¿qué sabía él de los miedos de Heechul? Sin embargo, él sabía que Hyukjae estaba en lo cierto.

Sooman se había escabullido hacia su casa, tal como Siwon predijera, pero ése no fue el final. Sir Henry decidió que necesitaba una lección por tanta audacia y llevó el ejército de Shefford al oeste, para sitiar el torreón de Sooman. El sitio se mantenía desde hacía dos meses, con muy pocos combates.

Los cuarenta días de servicio de Siwon habían expirado, pero ¿que importaba eso cuando uno se divertía? El hecho de que él decidiera permanecer junto a sir Henry provocó otra riña matrimonial, que ganó él, por supuesto. Y Heechul lo perdonó, como siempre. A ese bribón le encantaban los desafíos, los desafíos de cualquier especie; sería menester acostumbrarse a ese aspecto de la vida en común. Resultaría más fácil con el correr de los años. Y en otras ocasiones tardaría en regresar y él enfermaría de preocupación. También habría épocas de amor para compensarlo todo.

En realidad, ¿de qué podía quejarse? ¿De que Siwon no estuviera presente al nacer su primer hijo, que llegó a tiempo y sin complicaciones? Sí, Heechul se prometió hacérselo pagar. Sin embargo, todo quedó olvidado en cuanto él entró en la alcoba, apenas una hora después de terminada la dura prueba, y fue directamente hacia el lecho para tomarlo en sus brazos.

Estaba contrito y jubiloso, todo al mismo tiempo. ¿Cómo regañarlo cuando lo llenaba de amor? Y traía una buena excusa para justificar su demora. Lord Jiyong había vuelto a Inglaterra, por fin, y Siwon fue convocado a Shefford para la primera entrevista, en la que se entendieron muy bien. El señor había llegado a insinuar que no le desagradaría ser elegido como padrino del primogénito. Heechul no pudo sino reír. El gran señor feudal no solía ser sutil al expresar sus deseos. Siwon debía de haberlo impresionado muy favorablemente. Por tanto, podía despreocuparse en ese aspecto. El pequeño engaño que su padre llevara a cabo en bien de Heechul jamás saldría a la luz. Y su última voluntad estaba cumplida: él se había casado con un hombre de su propia elección, tal como él deseaba.

Suyen canturreando suavemente, mecía a Siwan en sus brazos. El bebé, tenía ya tres meses, dormía profundamente, pero él no tenía prisa alguna por acostarlo. Yin estaba peinando a Heechul, todavía húmedo por el baño. Yen ya no se quejaba que le hubieran usurpado sus funciones, puesto que él tenía a su cargo el cuidado de Siwan, a quien adoraba. Cuando se trataba de preocuparse por el niño, era peor que cualquier padre.
Lord Heebum se pavoneaba en el centro de la cama matrimonial, haciendo que Yin riera a cada instante. A Heechul también le divertía.

La puerta se abrió, dando paso a Siwon, para alegría de Heechul. Puesto que lord Kangta había llegado esa misma tarde, él había temido que su esposo no se retirara hasta muy tarde. Pero al ver la cara de horror con que miraba a Yen, Heechul maldijo para sus adentros. Si Siwon no había descubierto antes que Yen estaba a cargo del niño, era sólo gracias a la astuta tarea de sincronización del joven.

Siwon no perdió el tiempo en prolegómenos. Se limitó a aullar:

-¡Fuera!

Yen ya no temblaba de miedo cada vez que Siwon soltaba uno de sus rugidos. Depositó a Siwan en su cesta, con mucha suavidad, y se retiró muy tieso. Heechul hizo una señal a Yin para recogiera la cesta y los dejara solos. La disputa que estaba a punto de iniciarse podía cobrar dimensión suficiente como para alterar el sueño del niño.

-Has ofendido a Yen -comenzó con bastante serenidad.

-Y haré mucho más que ofenderlo, si vuelvo a descubrir a ese cerca de mi hijo, señor. Ese es un peligro, no quiero que Siwan sufra algún accidente por su culpa...

-No emplees esa excusa, Siwon -interrumpió

Al ver que él lo escuchaba, y que ya no tenía el ceño tan fruncido, agregó con más suavidad:

-Ama a Siwan como si fuera su propio hijo. Jamás hará nada que pueda perjudicarlo. ¿Y qué es más importante? ¿Que tu hijo reciba el mejor de los cuidados o que tú sigas enfadado porque Yen admira tu magnífico cuerpo?

Heechul lo sorprendió con la guardia baja.

-¿Magnífico?

-Sí -respondió esbozando una sonrisa.

-No sabía que pensaras eso.

¿Estaba avergonzado? ¡Buen Dios, cuánto amaba a ese hombre, con todas sus peculiaridades, sus defectos y sus adorables cualidades!

-¿No os lo he dicho, milord?

- No.

-Pero debo habéroslo demostrado.

Realmente Siwon sentía vergüenza. Heechul sonrió más aún y se le acercó lentamente. Con toda deliberación, dejó que la bata se le deslizara por un hombro y vio que los ojos de su marido se encendían. Tal vez se desconcertó por un momento, pero no duró mucho. La verdad, duró tan sólo el tiempo que Heechul tardó en ponerse junto a él. Entonces se vio suspendido en el aire. Así se habían conocido. La única diferencia era la pasión que ardía ahora en los ojos de Siwon, tan distinta del enojo.

-Por los clavos de Cristo, princesa cuando me miras así...

-¿Qué esperas? - preguntó con voz seductora. Y le echó los brazos al cuello, ciñéndolo hasta que entre ellos no quedó espacio alguno- ¿Quieres que yo te arrastre hasta la cama, para variar?

No tuvo que preguntarlo dos veces.

FIN