Domando al Guerrero- Capítulo 37



-Ah, lord Heenchi, ¿verdad? El niño de cabello de bruja. ¿Aún me recordáis, señor?
Heechul se envaró. ¿Dos insultos en otras tantas frases? ¿Acaso el hombre lo creía tan idiota como para interpretar esas palabras como un error inocente? Hwang debía haberle dicho su nombre. En todo caso, el idiota era él, por no recordar un simple nombre de pila escuchado pocas horas antes.

-En realidad, lord Singo -dijo, pagándole con la misma moneda- me llamo Heechul ... Choi

Heechul. Si lo olvidáis otra vez, podéis llamarme milord, como corresponde. Y si yo fuera una bruja, no os parecería seguro dormir bajo mi techo. Por tanto, tenéis suerte de que no lo sea.
Heechul no era como su madre, que acostumbraba a pasar por alto las insinuaciones y pullas encubiertas, pues le parecían menos importantes que mantener la paz en su salón. Si Seungki creía poder cometer impunemente esas tonterías allí, estaba muy equivocado.

Y había logrado cogerlo por sorpresa. Él no esperaba que la falta de respeto le fuera devuelta, mucho menos por un joven. Desconcertado como quedó, no pudo menos que responder cortésmente.

-Me han dicho que estáis recién casado, lord Heechul.

-Sí, si uno sigue siendo recién casado después de cuatro meses. Mi esposo está en Londres con su padre, Choi Kangta.

-¿Lyonsford?

-El mismo.

Después de eso no volvió a oír una palabra ofensiva. Desde luego, resultaba gracioso, puesto que Clydon era más poderoso que Lyonsford. Eso venía a demostrar que un joven señor, al frente de un pequeño reino, era menos impresionante que un señor guerrero de menos fortuna... a excepción de que uno mencionara como pariente suyo a esos señores guerreros.

Cuando llegó el esposo, Heechul sufrió una verdadera impresión, como todos los que lo veían por primera vez. En total contraste con su esposo, el joven poseía una belleza asombrosa e incomparable. Era rubio, de piel perfecta y rostro de ángel.

Resultaba inconcebible que aquella adorable criatura estuviera casado con un hombre como Seungki. ¿Quién había cometido la crueldad de establecer una alianza entre polos tan opuestos?

Kangin y Kyuhyun estaban estupefactos. En realidad, todos los hombres presentes en el salón estaban inmóviles y mudos, afectados por el joven señor de un modo u otro. Tal vez Heechul fue el único en reparar en la satisfacción que experimentaba el marido ante la reacción provocada por su esposo. Disfrutaba de la sensación que causaba y del horror inspirado por el hecho de que ser tan deseable y exquisito fuera suyo. A pesar de eso, regañó al señor por haberse retrasado, abochornándolo e incomodando a todos los que oyeron sus palabras, deliberadamente duras. Heechul tuvo la certeza de que lo hacía a plena conciencia. Era un modo de demostrar ante todos que realmente le pertenecía.

Heechul tuvo poca oportunidad de conversar con el joven señor durante la cena. El esposo dominaba la plática, mientras él permanecía mansamente a su izquierda, sin pronunciar palabra, con aspecto deprimido. Heechul trató de imaginarse en la misma situación. En realidad, bien podría haber sido ése su destino, de no haber tenido un padre tan afectuoso. Le asqueaha el sólo pensarlo.

Cuando Seungki quedó ahíto, después de haber engullido todo lo que se le puso a mano, su interés se desvió hacia la conversación más desenfadada que reinaba en las mesas inferiores, entre los hombres. Heechul quedó solo con el joven. En cuanto el marido se fue, él se acercó a su anfitrion. Este se preguntó qué decir que no sonara a conmiseración, pero su preocupación era innecesaria. El bello rubio no vaciló en absoluto, una vez lejos de la intimidante presencia de lord Seungki.

-Me han dicho que vuestro esposo es Choi Siwon.

-¿Lo conocéis?

-No estoy seguro -objetó - ¿Es alto, muy alto, de cejas y cabellos negro como la noche?

A Heechul le pareció divertido:

-Sí, ésa es una buena descripción.

-Entonces es mi Siwon -replicó el joven excitado- ¡Increíble! ¿Siwon, lord de Clydon? Es una pena que no pueda verlo, pero oí decir que está en Londres, de manera que seguramente lo veré allí.

Heechul lo miró estupefacto. Aquel joven parecía haber olvidado con quién estaba hablando. ¿Se habría dado cuenta de ese posesivo «mi Siwon» que acababa de escapársele? Resultaba difícil saberlo. Su actitud había cambiado por completo. Ahora burbujeaba de entusiasmo.

-¿Cuándo... cuándo conocisteis a Siwon? -preguntó Heechul.

-Oh, fue hace mucho tiempo, pero estoy seguro de que no me ha olvidado – el joven rió, fue un sonido dulce y musical- Ya podréis imaginar qué tipo de relaciones tuvimos. En Montfort todos lo deseaban, bello como era. ¿Cómo resistirme a él? Si hasta le di un hijo.

¿Brian? ¡Por Dios, aquel era lord Brian!

La sorpresa debió de reflejarse en la cara de Heechul, pues el joven agregó:

-¿No lo sabíais? Oh, pero eso no tiene nada que ver con vos. Los hombres nunca son fieles, ya lo sabéis. Esparcen bastardos por todo el país. ¡Si el propio Siwon es un bastardo!
-Luego sonrió- Por eso me sorprende tanto que se haya convertido en lord de Clydon.

Heechul tomó un sorbo de vino, con la esperanza de que eso aplacara su repentina furia. ¿Qué clase de persona era aquélla, que podía decir semejantes cosas a una esposo... a menos que quisiera provocar una riña entre ellos? Hyukjae había dicho la verdad sobre él. No era sino una perra, pese a sus dulces sonrisas y sus miradas angelicales. ¿Y él le había tenido compasión?

-No me habéis dicho qué fue de vuestra criatura -dijo Heechul, en tono ligero, al comprender que Brian buscaba hacerle creer que entre Siwon y él existía un vínculo.

El joven quedó desconcertado.

-¿No os lo he dicho? El pobrecito murió. Quedé destrozado.

-¿Era un niño?

-Creo que... -empezó el joven dudando. Pero se apresuró a corregir esa impresión-. Desde luego que fue un niño. Uno sabe qué da a luz.

Dios bendito, no lo sabía, nunca le había importado. Para Heechul, como para cualquier futuro padre, aquello resultaba casi tan inconcebible como lo que ese hombre había hecho con su hija, fruto de su carne y de su sangre. ¡Oh, por Dios!

Heechul se levantó; no soportaba un momento más la presencia de lord Brian.

-Es una suerte que Siwon no esté en el castillo -dijo.

Y se alejó.
Brian sonrió, sin entender lo que, con un poco más de sagacidad, habría reconocido como una advertencia.



Siwon subió a grandes brincos por la escalinata hasta el Gran Salón, sin cuidarse de hacer ruido, pese a que era muy tarde. Había echado de menos Clydon. Tres semanas eran demasiado tiempo para estar lejos de... Bueno, era mejor admitirlo. No había echado de menos Clydon, sino a su esposo. Aunque fuera caprichoso, temperamental y a veces insoportable, cuando estaba a su lado le hacía sentir muy especial, como nunca en su vida: querido, importante y necesario. Él atendía a todas sus comodidades, lo cuidaba si estaba enfermo, lo regañaba si él se exigía demasiado, se preocupaba por él. Siwon no tenía que estar siempre en guardia para defenderse de él ni desconfiar de su actitud, pues Heechul había demostrado ser diferente de los jóvenes que él conocía. Ni siquiera sus nuevas relaciones con su padre se parecían al sentimiento que Heechul le inspiraba.

Tenía que decírselo, pero no conocía las palabras cortesanas que los jóvenes querían oír. Si intentaba ponerse lírico, lo más probable era que hiciese el ridículo. Además, Heechul debía saber lo que él sentía. Todos decían que en ese aspecto ellos eran intuitivos. Después de todo, él sabía lo que Heechul sentía, lo sabía desde que lo llamara «tonto» por primera vez, pues reservaba ese término para las personas a quienes quería.

Sí, lo conocía bien. Lo único que ignoraba era por qué estaba tardando tanto en revelarle que esperaba un hijo. Pero su padre se lo había explicado y también Hyukjae, que había visto nacer a dos hermanas menores: no era raro que los embarazados se comportaran de manera extraña.

Teniendo en cuenta sus pensamientos y el sitio hacia donde corría, Siwon no estaba preparado para encontrarse con aquel joven en el salón a oscuras. Él apareció tan bruscamente, cruzándose en su trayecto, que el caballero estuvo a punto de derribarlo.
Cuando iba a disculparse, lo reconoció. Las palabras se le ahogaron en la garganta.

Brian lo había visto venir mientras intentaba despertar a su esposo, que estaba ebrio y se había dormido junto al hogar. Ahora se alegraba de ese sopor alcohólico. Esa oportunidad era un regalo del cielo y no pensaba malgastarla.

-Conque me recuerdas Siwon -dijo con satisfacción. Y agregó por prudencia, sabiendo que a ningún hombre le gusta sentirse propiedad asegurada- Tu esposo quiso hacerme creer que, al casarte con él, habías olvidado a todos tus amantes anteriores. Afirma que tiene tu afecto en un puño.

La vieja desconfianza de Siwon revivió de inmediato. Sabía que su esposo no era capaz de tales confidencias, mucho menos con un desconocido; pero eso sólo demostraba que quien nace mentiroso, mentiroso ha de morir. Brian no había cambiado en absoluto. Era tan bello como siempre; no, más aún, gracias a las redondeces de la madurez. Pero su alma seguía siendo negra como el pecado. Si había pasado un rato en compañía de Heechul, por breve que fuera, nadie sabía qué maldades podría haber cometido.

Decidió seguirle la corriente, momentáneamente, aunque sintió ganas de estrangularlo. Él solía elegir sus palabras con cautela. Cuanto hablaba era para causar efecto, bueno o malo. Sin duda tenía motivos para desear que él se disgustara con su esposo por ser tan lenguaraz.

-Es una verdadera sorpresa veros aquí, señor.

-¿Creíais que jamás volveríamos a vernos? Yo siempre supe que nos encontraríamos otra vez -Se acercó para susurrarle- No sabes cuántas veces he pensado en ti, Siwon, recordando la pasión que compartimos. -Le apoyó una mano en el pecho- ¿No hay... algún sitio donde podamos... conversar a solas?

El ofrecimiento era seductor. En otros tiempos le había inflamado los sentidos, enloqueciéndole de deseo. Ahora sólo le erizaba la piel de repugnancia. Miró a su alrededor; los sirvientes dormían profundamente entre las sombras.

-Es como si estuviéramos prácticamente solos.

- Quería decir... no importa. - hizo un mohín - Pareces haber olvidado con cuánta frecuencia buscábamos los rincones oscuros.

Él se estaba cansando de esperar que dijera lo que deseaba. No lo deseaba a él, sin duda; debía de ser algún favor.

-Ahora soy un hombre adulto, Brian. Prefiero una cama abrigada.

-Hay una en mi alcoba.

-Ahora que lo mencionas, ¿qué estás haciendo aquí?

Por un momento la expresión del joven, cuidadosamente dominada, dejó traslucir irritación.

-¿No se te ocurre pensar en otra cosa? Nos amábamos Siwon

-Yo te amaba, o creía amarte. Pero tú elegiste otro camino.

-¡Y por eso he recibido un eterno castigo! -Entonces pudo expresar sus súplicas con adecuado sentimiento-: Oh, Siwon, por Dios, no sabes a qué monstruo me entregó Montfort. -Señaló con un dedo el hogar, donde se veía a Seungki derrumbado en un banco, a la luz de una vela - Ése es mi esposo. Y su alma es tan grotesca como su cuerpo.

-Según creo recordar, importaba poco quién fuera el hombre -apuntó él, fríamente- mientras fuera rico.

-¿No comprendes lo que trato de decirte? ¡Me equivoqué! -exclamó- Él es bastante rico, sí, pero no hay fortuna en el reino que pueda pagar el infierno en que ha convertido mi vida a lo largo de estos años. ¿Sabes que adiestra a los halcones para que ataquen a la gente y los suelta sobre sus pobres aldeanos, sólo para divertirse? Eso te dirá qué clase de hombre es. Ya no lo soporto.

Fuera verdad o no, Siwon no se dejó conmover.

-Abandónalo, pues.

-¿Crees que no lo he intentado? Me tiene prisionero, me hace seguir y vigilar, y me encierra bajo llave en mi alcoba cuando sale.

Siwon volvió a contemplar al hombre dormido.

-Vete ahora. No veo a nadie que pueda detenerte.

-Me buscaría para arrastrarme a su casa. Ya lo ha hecho antes.

-¿Para qué me cuentas todo esto?

-Tú podrías ayudarme, si quisieras.

- ¿Cómo?

El se acercó un poco más, hasta rozarle el antebrazo con el pecho.

-Mátalo por mí -rogó con voz seductora- Ha dicho a sus hombres que, si muriera de manera sospechosa, deben torturarme hasta la muerte. Y ellos lo harían. Son tan crueles y perversos como él. Este hombre podría morir atragantado con su comida y ellos me matarían. Debe ser desafiado en toda regla, morir en un duelo. Por favor, Siwon, libérame de él.

Conque había justicia, después de todo. Siwon estuvo a punto de soltar una carcajada. ¿él quería que lo liberara del infierno que tanto merecía? Imposible; pero aún no se lo diría.

-¿Qué motivos tendría yo para desafiarlo? No veo en ti marcas de malos tratos. Más aún, Brian, me cuesta creer que ese hombre no te cuide como un tesoro.

-En un principio fue así, pero yo no soportaba que me tocara y él lo sabía. Acabó por odiarme. Después me encontró con un... con un amante. Y lo mató con sus propias manos.

-Pero a ti no te hizo nada.

- Esperó... esperó a que pasara mi dolor. Quería que yo, sufriera. Eso le alegraba. No hizo nada mientras me vio sufrir, pero en cuanto comencé a recuperarme, me pegó. Quería que lo recordara, ¿comprendes? Al principio pensaba que, ante dolor tan intenso, una paliza no tendría importancia; por eso esperó. Así de diabólico es. Y ahora me castiga cada vez que miro a otro hombre. ¡Oh, Siwon, por favor! -suplicó, echándole los brazos al cuello- No puedo seguir viviendo así. Si no me veo libre de él muy pronto, me mataré.

-¿Crees que a mí me importa eso?

El joven retrocedió lentamente, con el ceño fruncido. Creía haber entendido mal.

-En otros tiempos me amabas -señaló.

-Y ahora amo a otro.

-¿A quién? -Como él no respondió, sus ojos se ensancharon de incredulidad- ¡No puedes estar enamorado de ese ratoncillo con quien te has casado!

-¿Ratoncillo? Para mí es el más bello de cuantos he conocido en mi vida.

-No lo dices en serio -resopló él. La desesperación le infundió audacia, haciendo que apretara sus caderas contra las de él- Tienes que recordar todo lo que...

Siwon reaccionó con violento disgusto, apartándolo de un empellón. Luego volvió a acercarse y le sujetó por el cabello, tirándole la cabeza hacia atrás. Por fin el joven comprendió qué era lo que Siwon había estado dominando a duras penas: el odio le centelleaba en los ojos. Sintió que lo recorría un escalofrío.

-Matasteis a mi hija, señor -dijo él, en un graznido mortífero- Ni siquiera la matasteis con piedad, sino dejándola morir de hambre. Eso es todo lo que de vos recuerdo. Ahora salid de mi hogar antes de que os pague como realmente merecéis.

-¡No puedo irme sin mi esposo!

-Despertadlo de inmediato, pues... o lo haré yo.

-¿Y qué puedo decirle? ¡En medio de la noche!

-Ya se os ocurrirá algo, señor. Las mentiras son vuestra especialidad.

Siwon se alejó sin volverse a mirarlo.

-Miserable hijo de puta -siscó Brian, pero sólo cuando él hubo desaparecido- ¿Qué puede importarle una bastarda que ni siquiera era suya? Debí habérselo dicho. Eso lo habría puesto en su lugar. ¡Estúpido!

-Debisteis decírselo, sí -dijo Hyukjae tras de él, en voz baja- Ya me encargaré yo de corregir vuestra omisión. Eso no acabará con el dolor que ha sufrido durante tantos años, pero tal vez le alivie un poco el recuerdo.

Brian, que se había vuelto en redondo a la primera palabra, le sonrió.

-Sir Hyukjae, ¿verdad? ¿Hace mucho que estáis aquí?

-Lo suficiente, señor.

Y él también se alejó, sin disimular su desprecio.

El joven lo siguió con una mirada furiosa hasta que oyó una cruel carcajada junto al hogar. Giró sobre sus talones con una exclamación ahogada, y se encontró con su esposo que, incorporado, lo observaba.

-Parece que esta noche no tienes mucha suerte, ¿verdad, querido? Veo que hice mal en no haberme acostado antes, pues ahora ni siquiera tengo cama. ¿Cómo crees que voy a darte las gracias por eso?

Brian, palideciendo, huyó del salón hasta la alcoba que se le había asignado, donde se acurrucó en un rincón. Aun allí oía la carcajada de su marido. Eso indicaba que todo lo visto y oído le había entusiasmado; siendo así, querría acostarse con él antes de partir. Y eso era mucho peor que cuantas palizas pudiera propinarle luego.


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yota´s news : De regreso?

 Buenas tardes a todas las lectoras. Después de un año  y casi 4 meses regreso a saludarlas y comentarles nuevas.  Me gustaría decirle...