Hyukjae le sonrió mientras lo llevaba al dormitorio y
dejaba sobre la cama.
-Te dije que estabas aquí para complacerme. Hae desnúdate.
- No haré nada de eso - replicó indignado Donghae.
Comenzó a salir de la cama, pero fue un gesto inútil porque Hyukjae lo devolvió en un instante al centro del lecho. Le abrió la camisa de un tiron y con una mano le sujeto los brazos, pese a que él se debatía con toda su fuerza. Después, le desabrochó el pantalón y lo hizo girar sobre sí mismo.
- ¡No puedes hacer esto. ¡No lo toleraré!- Exclamó tratando inútilmente de apartarlo.
- Cariño ¿cuándo aprenderás que aquí soy el amo? Lo que deseo hacer... lo hago.
-Te dije que estabas aquí para complacerme. Hae desnúdate.
- No haré nada de eso - replicó indignado Donghae.
Comenzó a salir de la cama, pero fue un gesto inútil porque Hyukjae lo devolvió en un instante al centro del lecho. Le abrió la camisa de un tiron y con una mano le sujeto los brazos, pese a que él se debatía con toda su fuerza. Después, le desabrochó el pantalón y lo hizo girar sobre sí mismo.
- ¡No puedes hacer esto. ¡No lo toleraré!- Exclamó tratando inútilmente de apartarlo.
- Cariño ¿cuándo aprenderás que aquí soy el amo? Lo que deseo hacer... lo hago.
Hyukjae vio el miedo en los ojos oscuros de Donghae, pero no se detuvo.
-Maldita sea, Hae. Te di mi palabra de que no te violaría, pero no prometí que no habría de besarte o tocarte el cuerpo. Ahora, ¡quieto! -dijo con voz dura.
Aplicó con fuerza sus labios sobre los de él.
Hyukjae lo besó, con un beso largo y brutal. Donghae experimentaba una sensación muy extraña. ¿Le agradaban realmente los besos de este hombre? Sentía extrañamente vivo el cuerpo entero.
Hyukjae lo soltó y permaneció de pie junto a la cama. Le acarició el cuerpo con sus ojos mientras se quitaba su propia ropa, prenda por prenda, y las echaba a un lado. A Donghae se le agrandaron los ojos cuando vio la desnuda exposición física del deseo de Hyukjae.
Trató por última vez de escapar. Pero Hyukjae, lo agarro por el brazo y lo obligó a caer en sus brazos.
- Hae no tienes que temer de mí -dijo empujándolo hacia la cama.
Hyukjae posó los labios en el rostro del joven, descendió al cuello, pero cuando llegó al pecho, él comenzó a debatirse otra vez. Hyukjae le asió los brazos y con una mano los sostuvo firmemente sobre la cabeza de Donghae.
- No te resistas, Hae. Relájate y goza con lo que yo te haga —murmuró con voz ronca.
Mientras Hyukjae continuaba besando su pecho, apoyaba la mano libre en los muslos de Donghae. Cuando llevó la mano hacia su miembro Donghae gimió y rogó a Hyukjae que se detuviese.
- Hae si no he hecho más que comenzar —murmuró él y deslizó la rodilla entre las piernas de Donghae para separárselas.
Donghae sintió una oleada de fuego cuando Hyukjae le acariciaba el miembro delicadamente. Cubrió la boca del muchacho con la suya y él comenzó a gemir suavemente. Ahora no deseaba que se interrumpiese. Quería conocer en qué terminaba esa extraña sensación que experimentaba en lo más hondo de su ser.
De verdad Hyukjae era muy bueno al hacer “eso” y a pesar de que lo estaba haciendo con su mano, el placer inundaba a la totalidad el cuerpo de Donghae. Tanto que en un arranque de deseo, inconscientemente empezó a mover sus caderas incitándolo a que continuara con su excelente trabajo.
Los gemidos de Donghae, su cara completamente roja hacían que Hyukjae se excitara más e intensificara sus certeros movimientos en su entrepierna, haciéndolo hasta que Donghae no pudo más y termino en su mano.
Hyukjae le soltó la mano y deslizó su cuerpo sobre el de Donghae. Le sostuvo la cabeza con sus manos enormes y lo besó con besos hambrientos. Donghae sintió la endurecida virilidad de ambos, pero ahora ya no le importaba. Su mente pedía que él se detuviese, pero su cuerpo exigía que continuara. Por lo que comprendió que Hyukjae tenía razón. Donghae odiaba a aquel cuerpo que lo traicionaba, pero deseaba al hombre.
- Te deseo, Hae. Eres mío y quiero hacerte el amor. ¿Deseas ahora que lo interrumpa? ¿Deseas que te libere? -Lo miraba sonriente, porque sabía que había triunfado-. Dímelo, Hae, dime que no me detenga.
El lo odiaba, pero ahora no podía permitir que lo abandonase. Le rodeó el cuello con los brazos.
- No te detengas - murmuró jadeante.
Hyukjae tomo con sus manos su rostro y sin dudarlo se fue nuevamente por sus labios en un beso furioso lleno de pasión contenida, tanto así que lo hizo gemir, quería devorarlo, comérselo a besos como un exquisito manjar. Con aquel beso, mordió su labio inferior de manera brusca, Donghae soltó un pequeño gemido cargado de excitación pero ninguno hizo nada por detenerse.
Si era brusco, pero Donghae lo había aceptado al decirle que no se detuviera, dándole en silencio, el permiso de hacer lo que quisiera a Hyukjae. Este seguía besándolo, bajó por su mandíbula hasta llegar a su cuello el cual marcó como suyo, Donghae era suyo tanto si le gusta cómo sino.
Mordió con algo más de sutileza el otro lado de su cuello repitiendo la misma acción, Dongahe reprimió un quejido por la brusca caricia por parte de aquel hombre que tenía encima. Hyukjae dejo de besarlo, sosteniendo su cuerpo con una de sus manos se separo un poco y con la otra recorrió el cuerpo completamente desnudo de Donghae para después observar su rostro mientras se relamía sus labios al tocar su perfecto cuerpo.
Hyukjae comenzó a masajear su excitante entrada haciéndolo soltar gemidos ahogados. Mientras más lo escuchaba su excitación crecía a pasos agigantados, mordió su labio en un intento de no gemir de solo escucharlo. Sus movimientos eran cada vez más rápidos masajeando y tocando todo lo que era solo suyo, porque Donghae era de su propiedad.
Mientras tanto Donghae se obligaba a callar sus gemidos y ahogar sus suspiros, pues no quería que aquel hombre supiera lo que su traicionero cuerpo le hacía sentir. Con los ojos cerrados deseaba no poder verlo encima de él tomándolo de aquella manera. Pero aun con sus ojos cerrados, se imaginaba a Hyukjae diciéndose a sí mismo que él era sin duda su mejor adquisición.
Se había tomado la molestia de prepararlo, pero la excitación de Hyukjae creció en segundos haciéndolo cambiar de opinión y sin esperar a que el otro se acostumbrara a la intromisión, lentamente fue metiendo su miembro en él.
- Aah!... no espera!!!.... me duele!!! –gritaba Donghae, al sentir la resistencia que su cuerpo oponía al extraño que intentaba abrirse paso dentro
Los labios de Hyukjae ahogaron los gritos de Donghae y él hundió las uñas en su espalda al sentir como la resistencia de su cuerpo cedía al intruso y un dolor intenso comenzó a sentirse desde su entrada hacia todo su cuerpo, al sentir como era desgarrado en ese momento; pues Hyukjae en un ultimo empujón lo había penetrado llenándolo por completo.
- Lo siento, Hae, pero era necesario… solo respira hondo y el dolor muy pronto pasará
Donghae sintió como comenzó a moverse suavemente primero, después sintió como esas manos que lo tocaban lo volteaban boca abajo para tener un mejor acceso a su entrada; lo cual agradeció mentalmente pues así no tendría que verlo y podría ocultar su rostro.
Su cuerpo reaccionaba al sentir a Hyukjae dentro de él, hacía que gimiera y jadeara de placer. Pero el sentir después como lo embestía fuertemente sin esperar a que se acostumbrara del todo hacia que la tonalidad de los gemidos aumentará, al igual que el placer y dolor que Hyukjae le proporcionaba.
Donghae se obliga a callar, tenía la sabana atrapada en sus puños pues no sabía que sentir, su cuerpo lo confundía y su mente no podía entender. Sentía como cada vez intensificaba sus penetraciones, sentía el peso de su cuerpo y como este le mordía su oreja izquierda para después seguir penetrándolo.
Tenía razón. El dolor no volvió a sentirlo. El placer de Donghae se acentuó cuando Hyukjae aceleró mas el ritmo. Donghae se abandonó por completo al amor y correspondió a cada movimiento de Hyukjae con un movimiento de sus propias caderas. Él le elevó a alturas cada vez mayores, hasta que Donghae, con los ojos desorbitados, sintió que se unía por completo con el hombre.
Los labios de Hyukjae recorrían cada parte del cuerpo Donghae, podía oír los latidos de sus corazones bombeando sangre y repartiéndola por su cuerpo, sangre que se trasformaba en lava liquida en sus venas. Poso sus manos en las caderas de Donghae aumentando nuevamente la velocidad.
- Aaah! … Mmm...… –grito Donghae ya totalmente excitado, el deseo de ese hombre quemaba hasta doler. Movió sus caderas haciendo pequeños círculos mientras Hyukjae gruñía de forma sonora su nombre una y otra vez
- Argggg¡ Donghae… mmmm…. –gimió y gruño mientras sentía las paredes de Donghae aprisionado su miembro, mientras se venía dentro de él y Donghae terminaba en las sabanas de la cama
Hyukjae le reveló un placer cuya existencia él jamás había conocido. Pero ahora que yacía exhausto al lado de Hyukjae sintiendo como un hilo de liquido escurría por su entrada, lo odiaba todavía aun más que antes. Se maldijo porque se había mostrado tan débil. Juró no entregarse nunca más a él: pero lo había hecho y eso no podía perdonárselo.
Donghae abrió los ojos y descubrió a Hyukjae que lo miraba fijamente, con una expresión inescrutable en el rostro.
- Hae, jamás renunciaré a ti. Siempre serás mío- murmuró en voz baja. Después se apartó de él, pero lo atrajo hacia él de modo que la cabeza del joven descansó en su hombro-. Y te advierto una cosa. Si alguna vez intentas huir de mí, te encontraré y a latigazos te arrancare la piel de la espalda. Te lo prometo.
Donghae guardó silencio. Pronto oyó la respiración profunda y regular y comprendió que Hyukjae se había dormido. Con movimientos cautelosos se apartó de él y abandonó el lecho.
Donghae tomó la túnica de Hyukjae se la puso y salió de la tienda.
En el centro del campamento el fuego ardía luminoso y proyectaba sombras móviles que confundían todas las cosas: pero no vio a nadie. Avanzó con cuidado en la misma dirección en que Hyukjae lo había llevado esa mañana y llegó al pequeño claro. Se quitó la túnica y se sumergió en el agua tibia.
Hasta ahora, nadie lo había visto. Pensó un instante en la posibilidad de robar uno de los caballos del corral y escapar mientras Hyukjae dormía. Pero quizá la suerte no lo acompañara y por otra parte estaba seguro de que alguien oiría el ruido de cascos. No deseaba comprobar si Hyukjae era capaz de cumplir su palabra y si llegado el momento estaría dispuesto a castigarlo con el látigo. De modo que renunció a la idea y dejó que el agua tibia lavase el olor del hombre con quien se había acostado.
El sol comenzaba a iluminar las montañas, y disipaba el frío de la noche, cuando Hyukjae despertó de un grato sueño. Volvió la cara para ver si su cautivo aún estaba a su lado.
Frunció el ceño cuando vio a Donghae acostado en el extremo de la cama, cubierto con la túnica del propio Hyukjae. Tendría que hablarle, porque no estaba dispuesto a permitir que una prenda los separase en el lecho. Cuando recordó su victoria de la noche anterior, Hyukjae sonrió y jugueteó con un mechón de su cabello. Vio una mancha rojo oscuro de sangre en la sábana, sintió los arañazos en la espalda.
¡Qué hombre había encontrado! Donghae se había entregado por completo la noche anterior, después de reconocer la derrota. Su pasión salvaje había estado a la altura del temperamento de Hyukjae. Quizá tendría que hacerlo su esposo para evitar que alguna vez le abandonase. Pero él ya lo había rechazado una vez y no había modo de que pudiese obligarlo a aceptar el matrimonio.
Hyukjae abandonó la cama, abrió el arcón que guardaba sus ropas y tomo unos pantalones claros y una chilaba blanca, de mangas. Salió de la tienda, y al ver a Ryeowook que estaba frente al fuego, le pidió que trajese el desayuno. Hyukjae examinó a su caballo, FAME, y los dos caballos capturados poco antes y guardados en el corral. Le agradaba trabajar con los caballos, y la doma de estos animales le daba algo que hacer, fuera del tiempo que dedicaba a asaltar las caravanas.
Hyukjae recordaba la expresión incrédula en el rostro del mercader gordo y adiposo durante la incursión de la víspera, cuando él había, preguntado si la caravana llevaba libros. Hyukjae había tomado únicamente las cosas que necesitaba para Donghae, y ordenado a sus hombres que se apoderasen únicamente de alimentos y otros artículos indispensables.
Hyukjae no necesitaba las riquezas que podían acumularse atacando a las caravanas, porque en Inglaterra disponía de bienes considerables. Su madre le había dejado propiedades muy valiosas y además un título.
Su medio hermano Jihoo se apoderaba de todo lo que encontraba cuando realizaba sus incursiones y no se preocupaba mucho si mientras actuaba moría alguien. Era un hombre duro y cruel. Hyukjae se alegraba de que no hubiese estado en el campamento cuando él regresó.
Después de hacer una última caricia al hocico gris y aterciopelado de FAME, Hyukjae regresó a la tienda. Encontró a Donghae sentado en el diván, tomando su desayuno. Se había quitado la chilaba de Hyukjae, y ahora llevaba el pantalón y camisa que había usado la víspera. Cuando él se acercó, el joven le dirigió una mirada de odio que habría anonadado a otro hombre.
- Esperaba que tu humor hubiese mejorado después de anoche, pero veo que no es así- observó Hyukjae como de pasada.
- Y yo esperaba que tuvieses la decencia de no mencionar lo ocurrido anoche. ¡Pero me lo arrojas a la cara, como el rufián que eres! ¡Te prometo que no volverá a ocurrir!
Hyukjae sonrió perversamente mientras con absoluta serenidad se sentaba al lado del joven.
- Hae, no hagas promesas que no podrás cumplir.
Donghae intentó golpear el rostro burlón, pero él la asió por la muñeca.
-Amor mío, no es el momento apropiado para disputar. Sugiero que apliques tu energía a fines más constructivos y concluyas tu comida. Después te llevaré a tomar un baño.
- No, gracias. Me bañé anoche —dijo él con expresión altiva.
Los ojos de Hyukjae se entrecerraron irritados. Donghae frunció el ceño cuando él lo tomó por los hombros y lo obligó a volverse.
- ¡De modo que por eso llevabas mi chilaba esta mañana! -estalló Hyukjae, mientras lo sacudía violentamente-. ¡Pequeño estúpido! ¿Crees que somos la única tribu que habita estas montañas? Hay por lo menos una docena y compartimos el agua y el pozo del baño con Geun Ilbong. A diferencia de la mía, su tribu no habla inglés. ¿Sabes dónde estarías esta mañana si uno de sus hombres te hubiese descubierto? En un mercado de esclavos... y estarían exigiendo por tu cuerpo un precio elevado. Es decir, después que Geun Ilbong y todos sus hombres hubiesen saboreado tus encantos.
Hyukjae lo apartó y se plantó frente a él, los ojos fríos e implacables.
-Jamás vuelvas a salir sin escolta de este campamento. ¿Me oyes?
-Sí- murmuró él humildemente.
Cuando vio cómo se atemorizaba, Hyukjae se calmó.
- Lo siento, Hae. En realidad, si te vendiesen, probablemente no podría encontrarte. El buitre gordo y viejo que pudiese pagar más por ti te ocultaría, temeroso de perderte. Ni tú ni yo queremos eso, ¿o no es verdad?
- Puedes estar seguro de que tendré en cuenta tu advertencia, y en el futuro tendré más cuidado —replicó Donghae, mientras alisaba las arrugas imaginarias de su camisa-. Y ahora, si me disculpas, me gustaría distraer mi mente-, tomo un libro y desapareció en el interior del dormito, Hyukjae meneó la cabeza. Sí, Donghae era muy capaz de reaccionar con rapidez; pasaba en un instante del desaliento y el miedo al desdén.
Esa noche, después de la cena, Hyukjae se recostó perezosamente en el diván, los ojos fijos en Donghae. El se había sentado enfrente, y se desentendía por completo de él. Esa actitud desdeñosa lo irritaba; pero estaba decidido a que él lo supiera.
Hyukjae cerró los ojos y dejó fluir el curso de sus pensamientos. Había pasado el final de la tarde con su padre, y charlado con Rain de Kyuhyun y de su nuevo esposo. Aunque su padre no veía a Kyuhyun desde hacia muchos años, el hijo menor aún estaba muy cerca de su corazón. Hyukjae abrigaba la esperanza de que Kyuhyun viniese por lo menos una vez a visitar a su padre. El anciano ya no viviría mucho tiempo. En esta tierra, la gente moría prematuramente.
Cuando Rain había decidido trasladar a su tribu a un lugar que habitaban al pie de las montañas, Hyukjae se había sentido complacido. Ahora, hacía ocho años que la tribu vivía en las montañas. Él no hubiese podido permanecer tanto tiempo con su padre si la tribu no se hubiese trasladado permanentemente a esta región. Aquí el clima era mucho más fresco.
Había agua suficiente incluso para bañarse regularmente. El campamento ocupaba un lugar que les permitía rechazar un ataque si llegaba la ocasión.
Hyukjae no sabía si permanecería en Egipto después de la muerte de su padre. Pero ahora que tenía a Donghae, probablemente decidiría quedarse. No podía llevarlo a Inglaterra, porque allí conseguiría escapar.
Donghae estaba acurrucado, como un niño pequeño e inocente. No parecía el hombre sensual de la noche anterior.
Hyukjae se inclinó para abrazarlo. Pero él se incorporó de un salto y corrió hacia el fondo de la tienda. Se volvió para ver si lo perseguía.
- De modo que... sólo fingías dormir. —Él se incorporó y le dirigió una mirada divertida- Precioso, es un poco tarde para dedicarse a estos juegos.
- Puedo asegurarte que no estoy jugando -replicó él con gesto duro.
- Pensaba únicamente llevarte a la cama. Pero ahora que estás despierto... se me ocurre algo mucho mejor.
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