Del Odio al Amor- Capítulo 7



¿Podría comprender algún día a Lee Hyukjae? Donghae paseó la mirada por la tienda, preguntándose qué podría hacer con él. De pronto se sintió muy solo.

Sin pensarlo demasiado corrió fuera de la tienda y vio a Hyukjae que montaba su caballo, y estaba acompañado por cuatro jinetes. Corrió hacia él.

-¿Adónde va? - preguntó.

- Volveré en poco tiempo.

- Pero, ¿qué debo hacer yo mientras usted está ausente?

- Donghae, qué pregunta. Encontraras algo en que entretenerte.

- Ah, por supuesto, señor Lee- dijo con altivez- ¿Cómo no lo había pensado? puedo revisar su bien provista biblioteca. Estoy seguro de que allí podré encontrar lecturas interesantes. Podría escribir. O mejor aun puedo ayudarlo con la contabilidad del campamento. ¡Señor Lee, por si no lo sabe tengo cerebro!

- Donghae el sarcasmo no te sienta bien -dijo irritado Hyukjae.

- Por supuesto, usted es mejor autoridad que yo cuando se trata de decidir qué me conviene - replicó Donghae.

- Donghae no continuaré tolerando esta charla. ¡Puedes comportarte como te plazca en la tienda, pero en público debes mostrarme respeto! —replicó Hyukjae y los músculos de la mandíbula se le contraían peligrosamente mientras lo miraba.

-¡Respeto! -El retrocedió un paso para mirarlo, un tanto divertido-. Desea que lo respete después del modo en que me trató?

-En este país, cuando la pareja se muestra irrespetuosa con el esposo, se le castiga físicamente.

-Usted no es mi esposo- lo corrigió Donghae.

- No, pero tengo los mismos derechos de uno. Soy tu amo y me perteneces. Si deseas que busque un látigo y te desnude la espalda en público, con mucho gusto te complaceré. Si no es así, regresa a la tienda.

Habló con tal frialdad que Donghae no esperó para comprobar si estaba dispuesto a ejecutar su amenaza. Regresó a la tienda y se arrojó a la cama para aliviar en el llanto sus frustraciones.

¿Ahora debía temer los golpes, además de la violación? ¡Ese demonio exigía respeto después de lo que había hecho! Pero él prefería morir antes que demostrarle nada que no fuera odio y desprecio.

Detestaba la autocompasión, pero ¿qué podía hacer mientras él estaba ausente? Y a propósito, ¿qué haría cuando Hyukjae regresara? Ese fue su pensamiento antes de caer dormido.



Donghae se despertó bruscamente a causa de una enérgica palmada en el trasero. Se volvió rápidamente y vio a Hyukjae junto a la cama, con las manos en las caderas y una sonrisa burlona en su rostro armonioso.

- cariño, pasas mucho tiempo durmiendo en esta cama. ¿Deseas que te muestre otro modo de usarla?

Donghae se levantó de un salto. Ahora interpretaba más fácilmente que antes las groseras alusiones de aquel hombre.

-Señor Lee, estoy seguro de que puedo prescindir de esa clase de conocimiento.

- Bien, muy pronto aprenderás. Y prefiero que me llames Hyukjae o Eunhyuk como me llaman aquí. Creo que es hora de que prescindas de los formalismos.

-Bien Lee, preferiría continuar con los formalismos. Por lo menos su gente sabrá que no estoy aquí voluntariamente -dijo con altivez.

Hyukjae sonrió perversamente.

- Oh, saben que no estás aquí por propia voluntad pero también saben que no soy hombre a quien pueda mantenerse esperando. Suponen que te hice mío anoche. Quizás eso ocurra esta noche.

Donghae abrió desorbitadamente los ojos.

-Pero usted... usted prometió! Me dio su palabra de que no me ¿No tiene el más mínimo escrúpulo?

- Hae siempre cumplo mi palabra. No tendré que violarte. Como te dije antes, me desearás tanto como yo te deseo.

- Seguramente usted está loco. ¡Jamás lo desearé! ¿Cómo puedo hacerlo cuando lo detesto con todo mí ser? -exclamó el joven-. Me apartó de mi hermano y de todo lo que amo. Me tiene prisionero aquí, con un guardia en la puerta cuando usted se marcha. ¡Lo odio!

Donghae salió furioso de la habitación y en su fuero íntimo maldijo a Hyukjae. De pronto, vio dos montones de libros. Olvidó su irritación y corrió a examinarlos.

Los examinó uno tras otro. Shakespeare, Defoe, Homero... Algunos ya los había leído, y otros pertenecían a autores de los que nunca había oído hablar.

Donghae se sintió complacido. Hyukjae se había acercado y veía su alegría ante la sorpresa. Donghae se volvió bruscamente para mirarlo.

- ¿Todo esto es para mí? -preguntó.

- Era para ti, pero no sé si debería dártelos después de todo lo que hiciste.

Los ojos del hombre no indicaban si estaba burlándose o no. De pronto, Donghae tuvo un impulso de desesperación.

-¡Por favor, Hyukjae! Si no tengo con qué ocupar el tiempo, moriré.

- Quizá deberías darme algo a cambio -replicó él con voz ronca.

- Usted sabe que no puedo. ¿Por qué me tortura así?

- cariño te apresuras a extraer conclusiones. Lo que había pensado era un beso... un beso honesto, con un poco de sentimiento.

Donghae echó otra ojeada al tesoro literario depositado sobre el diván. ¿Qué daño podía hacer un beso, si de ese modo obtenía lo que deseaba? Se acercó a él y esperó, los ojos cerrados, pero Hyukjae no se movió. Donghae abrió los ojos y vio la expresión divertida de su interlocutor.

-Señor mío, pedí que usted me diese el beso y que lo hiciese con un poco de calor.

Dirigió una sonrisa a su prisionero.

Después de un momento de vacilación, Donghae enlazó con sus brazos el cuello de Hyukjae y atrajo hacia él los labios del hombre. El beso comenzó suavemente, pero de pronto la lengua de Hyukjae penetró hondo. Ese extraño cosquilleo volvió a dominarlo, pero esta vez no lo rechazó. Hyukjae lo abrazó con fuerza inusitada y Donghae percibió el crujido de sus propios huesos. Podía notar la erección entre las piernas del hombre, mientras sus labios dejaban un reguero de fuego en el cuello del muchacho.

Hyukjae lo alzó y comenzó a llevarlo a la cama. Donghae empezó a luchar.

-¡Usted pidió sólo un beso! Por favor, suélteme

-¡Maldición! Llegará el momento en que de buena gana vendrás a mí. Te lo prometo.

Una sonrisa se dibujó en los labios de Donghae cuando vio que había triunfado otra vez. Pero, ¿cuánto tiempo pasaría antes de que se le terminara la suerte? El beso de Hyukjae había suscitado sentimientos que el propio Donghae no comprendía.

Unos minutos después Hyukjae regresó a la habitación, seguido por un joven que traía la cena. Cuando se retiró, Hyukjae habló con dureza.

- Ahora comeremos y después te llevaré a conocer a mi padre. Está esperándonos.

Comieron en silencio, pero Donghae se sentía inquieto.

-No sería posible postergar unos pocos días este encuentro? No creo que estas ropas sean la adecuada para conocerlo —preguntó.

Hyukjae lo miró con el ceño fruncido.

-Mi padre vivió siempre aquí. Lo que ahora llevas es muy apropiado para visitarlo.

- ¿Y de quién son estas ropas? ¿Pertenecieron a su último amante? —pregunto agriamente Donghae.

- Donghae, tienes la lengua muy afilada. Las ropas pertenecen a Ryeowook, que trajo la comida. Ryeowook es el esposo de Yesung, uno de mis primos lejanos.

Donghae se sentía avergonzado, pero no deseaba reconocerlo.

-¿Vamos? Mi padre desea conocerte.

Hyukjae le tomó la mano, llegaron a una tienda más pequeña de la que ocupaban. Entraron y Donghae vio a un anciano sentado en el suelo, en el centro de la tienda.

-Adelante, hijos míos. Ansiaba este encuentro.

El viejo les hizo señas de que entraran.

Hyukjae cruzó con él la habitación y se sentó sobre una piel de oveja, frente a su padre, obligó a Donghae a acomodarse al lado.

-Quiero presentarte a Choi Donghae- Hyukjae miro a su padre, y luego lo miró a él- Mi padre, el jeque Rain

- Eunhyuk, no debes llamarme jeque. Ahora tú eres el jeque -lo reprendió el padre.

- Padre, siempre pensaré en ti como en el jeque. No me pidas que deje de tratarte con respeto.

- Bien, entre nosotros eso poco importa. De modo que éste es el joven sin el cual no podías vivir- dijo Rain mirando fijamente a Donghae- Sí, comprendo por qué lo necesitabas. Choi Donghae contemplarte es un placer. Espero que me darás muchos y hermosos nietos antes de que yo muera.

Donghae abrió los ojos desmesuradamente, y el rostro se le cubrió de sonrojo en un instante.

-¡Nietos! Caramba, yo...- Hyukjae lo interrumpió bruscamente.

- No digas más.

Lo miró hostil, como desafiándolo a que desobedeciera.

-Está bien Eunhyuk. Veo que tu Donghae tiene mucho carácter. Tu madre era igual la primera vez que vino a mi campamento. Pero yo no era tan bondadoso como tú y tuve que castigarla una vez.

Donghae contuvo una exclamación de horror, pero Rain le dirigió una sonrisa comprensiva.

-¿Te impresiona, Choi Donghae? Bien, cuando lo hube hecho, tampoco a mí me agradó mucho. Tienes que comprender que yo había estado bebiendo bastante, y la cólera me cegaba, porque ella coqueteaba sin recato con los hombres de mi campamento. Después me confesó que su intención había sido despertar mis celos, de modo que me viese obligado a proponerle matrimonio...

Después, jamás volví a castigarla, y al día siguiente nos casamos. Pasé con ella los cinco años más hermosos, y me dio a mis hijos Eunhyuk y Guixiang. Pero no podía soportar el calor del desierto, y cuando me rogó volver a su patria no pude negarme. Todavía lloro su muerte y siempre la lloraré.

El padre de Hyukjae tenía una expresión dolorida en los ojos oscuros, como si recordase ese antiguo pasado feliz. Se limitó a asentir, sin mirarlos, cuando Hyukjae dijo que volverían a verlo.

Donghae compadecía a Rain, había vivido cinco años con la mujer amada. Cuando regresaron a la tienda, lo miró, centelleantes los ojos oscuros.

-¡No le daré nietos! —gritó.

- ¿Qué? – Hyukjae se echó a reír-. Es sencillamente el sueño de un anciano. Yo tampoco pretendo que me des hijos. No te traje aquí para eso.

- Entonces, ¿para qué me trajiste?

- Hae ya te lo dije. Estás aquí para mi placer. Porque te deseo —contestó.

Extendió la mano hacia él y Donghae se apartó veloz.

-¿Dónde puedo colocar los libros? -preguntó para distraerlo.

- Me ocuparé de traerte un armario la semana próxima. Por ahora puedes dejarlos donde están. Ven vamos a la cama - dijo, y comenzó a caminar hada el dormitorio.

- Apenas ha oscurecido y no estoy cansado. Además, no dormiré en esa cama contigo. ¡Y no tienes derecho a obligarme!

Donghae se sentó en el diván, Hyukjae se acercó y lo tomó en brazos.

- cariño no dije que nos acostaríamos para dormir -sonrió con gesto perverso.

- ¡No! - exclamó Donghae -. ¡Déjame ahora mismo!

Hyukjae le sonrió mientras lo llevaba al dormitorio y dejaba sobre la cama.

-Te dije que estabas aquí para complacerme. Hae desnúdate.

- No haré nada de eso - replicó indignado Donghae.

Comenzó a salir de la cama, pero fue un gesto inútil porque Hyukjae lo devolvió en un instante al centro del lecho. Le abrió la camisa de un tiron y con una mano le sujeto los brazos, pese a que él se debatía con toda su fuerza. Después, le desabrochó el pantalón y lo hizo girar sobre sí mismo.

- ¡No puedes hacer esto. ¡No lo toleraré!- Exclamó tratando inútilmente de apartarlo.

- Cariño ¿cuándo aprenderás que aquí soy el amo? Lo que deseo hacer... lo hago.

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