Hacia el final de la mañana siguiente, Ryeowook entró en
la tienda. Se detuvo frente a Donghae retorciéndose las manos.
Una angustia terrible oprimió el corazón de Donghae. Comprendió que tenía que haber ocurrido algo muy grave, pero no sabía por qué experimentaba un dolor tan profundo.
-¿Qué pasa Ryeowook?, ¿Le ocurrió algo a Eunhyuk?
- No - contestó Ryeowook, y una lágrima se deslizó en su mejilla—. Es su padre... el jeque Rain ha muerto.
- ¡Pero es imposible! Rain estaba muy bien ayer, y todos estos meses se ha recuperado mucho. Yo... ¡no lo creo!
Donghae salió corriendo de la tienda, indiferente a los gritos de Ryeowook. Pero antes aún de entrar en la tienda de Rain y encontrarla vacía, comprendió que Ryeowook había dicho la verdad. En efecto, estaba muerto. Donghae lloró y las lágrimas cayeron incontenibles mientras miraba las pieles de oveja sobre el piso que apenas la víspera habían sido el lecho del anciano. Se arrodilló, y acarició los suaves vellones. El había acabado por querer a Rain y él había muerto.
Una angustia terrible oprimió el corazón de Donghae. Comprendió que tenía que haber ocurrido algo muy grave, pero no sabía por qué experimentaba un dolor tan profundo.
-¿Qué pasa Ryeowook?, ¿Le ocurrió algo a Eunhyuk?
- No - contestó Ryeowook, y una lágrima se deslizó en su mejilla—. Es su padre... el jeque Rain ha muerto.
- ¡Pero es imposible! Rain estaba muy bien ayer, y todos estos meses se ha recuperado mucho. Yo... ¡no lo creo!
Donghae salió corriendo de la tienda, indiferente a los gritos de Ryeowook. Pero antes aún de entrar en la tienda de Rain y encontrarla vacía, comprendió que Ryeowook había dicho la verdad. En efecto, estaba muerto. Donghae lloró y las lágrimas cayeron incontenibles mientras miraba las pieles de oveja sobre el piso que apenas la víspera habían sido el lecho del anciano. Se arrodilló, y acarició los suaves vellones. El había acabado por querer a Rain y él había muerto.
Notó los brazos de Ryeowook, que lo ayudó a incorporarse.
-Ven, Donghae no es bueno que permanezcas aquí. – Ryeowook lo condujo de regreso a su tienda, y se sentó con él en el diván, apretándolo fuertemente contra su propio cuerpo para reconfortarlo.- El jeque Rain murió mientras dormía, durante la noche. Jihoo lo descubrió por la mañana temprano y él y el jeque Eunhyuk fueron a enterrarlo al desierto.
-¿Por qué no me lo dijeron antes? -preguntó Donghae.
- Era un asunto privado entre dos hijos y su padre. El jeque Eunhyuk no deseaba que te molestasen.
- ¿Dónde está ahora Eunhyuk? –preguntó. Comprendía muy bien cómo debía sentirse Hyukjae.
Recordó el sufrimiento que él había experimentado cuando había perdido a sus dos padres.
Por extraño que pareciese, deseaba reconfortar a Hyukjae, abrazarlo y compartir su dolor.
- Cuando Jihoo volvió al campamento dijo que Eunhyuk fue a cabalgar por el desierto, y después... después también Jihoo se marchó.
Donghae esperó pacientemente el regreso de Hyukjae. Trató de mantenerse atareado, para evitar pensar en Rain, pero era imposible. Veía constantemente su rostro, continuaba oyendo su voz cuando él conversaba afectuosamente de Hyukjae.
La luna se elevó sobre las montañas y proyectó una suave luz grisácea que se filtraba suavemente a través de los árboles de enebro que rodeaban el campamento. Hyukjae estaba de pie frente al fuego y calentaba sus miembros agotados.
Había necesitado la mayor parte del día, horas y horas de desenfrenada cabalgada a través del desierto, para reconciliarse con la muerte de Rain. Ahora pensaba que era mejor que el fin hubiese sobrevenido. Rain siempre había vivido una vida muy activa, y los meses que habían transcurrido después de su enfermedad lo habían convertido en un inválido irritado por su propio encierro.
Hyukjae hubiera deseado pasar más tiempo con Rain, pero se sentía agradecido por esos años que la vida le había concedido. Tenía muchos recuerdos afectuosos que lo sostendrían el resto de su vida, pues él y Rain habían tenido una relación más estrecha de la que suele darse entre padre e hijos, habían sido buenos amigos; y compartido muchas cosas.
Después de alimentar y cepillar a FAME Hyukjae atravesó con paso rápido el campamento dormido, y se acercó a su tienda. Se sentía física y mentalmente agotado, y ansiaba sentir la presencia cercana de Donghae.
Hyukjae fue directamente al dormitorio, pero lo halló vació. Muchos sentimientos se expresaban en su rostro... sufrimiento, cólera, pesar; en efecto, se preguntaba por qué había elegido precisamente ese momento para huir.
Maldición, cuánto más tendré que sufrir antes de que acabe este día. Se volvió con su movimiento brusco, y salió corriendo de la tienda mientras se preguntaba qué delantera llevaba Donghae. Una voz suave lo detuvo antes de que hubiese llegado a la entrada.
- Hyukjae ¿eres tú?
Hyukjae sintió que había apartado de su pecho un terrible peso, y se acercó lentamente al diván. Donghae estaba recostado, la cabeza apoyada en una mano, los pies protegidos por una gruesa piel de oveja. Lo miraba con una expresión inquieta en el hermoso rostro.
Se sentó al lado del joven y vio que tenía los ojos enrojecidos por el llanto. Donghae extendió lentamente una mano y habló en voz baja.
-Lo siento Hyukjae.
- Ahora estoy bien Hae. Lo lloraré un tiempo, pero lo peor ha pasado y tengo que continuar viviendo mi vida.
Miró los ojos de Donghae y comprendió que también él sufría. No sabía que había querido tanto a Rain. Hyukjae lo abrazó y lo sostuvo tiernamente contra su pecho, y Donghae volvió a llorar.
Durante los días que siguieron, el campamento mantuvo una extraña suerte de duelo. No había gritos de alegría ni conversaciones en voz alta.
A su modo Ryeowook trató de reconfortar a Donghae. Y él se sentía agradecido de tener un amigo con quien poder conversar. De no haber sido por Ryeowook y sus hijos, se habría sentido realmente muy solo.
Aparentemente Donghae no lograba arrancar a Hyukjae del abismo de depresión en que había caído. Donghae charlaba acerca de esto y aquello siempre que él estaba cerca, pero Hyukjae se limitaba a permanecer sentado y a mirar fijamente el vacío, como si él no estuviese allí. Contestaba a las preguntas y lo saludaba, pero eso era todo. Donghae recordaba que él había pasado por lo mismo después de la muerte de sus propios padres; pero Siwon lo había ayudado a superar el momento. El mismo no sabía cómo ayudar a Hyukjae.
De noche, cuando se acostaban, Hyukjae lo abrazaba y eso era todo. Donghae comenzaba a sentirse cada vez más nervioso. Se preguntaba a cada momento cuándo volvería a poseerlo. Pensaba que la situación actual no le agradaba, porque no estaba acostumbrado a esta actitud de Hyukjae.
Trató de imaginar modos de arrancarlo de su depresión, pero no los halló. Además, ¿no había deseado que él sufriera? Sí, era lo que él había deseado antes; pero ahora no lo quería. Le dolía ver desgraciado a Hyukjae y él mismo no comprendía la razón de su propia actitud.
Habían pasado cinco días después de la muerte de Rain y la tensión comenzaba a agotar a Donghae. Hyukjae había salido a cazar y él no sabía cuándo podría regresar. Había preferido permanecer en la tienda los últimos días, pero ahora ya no podía soportar más el encierro.
Salió de la tienda, buscó a Sunwoo y le pidió que preparase a Cuervo. Después, se puso rápidamente la túnica y cuando llegó al corral Sunwoo ya estaba preparado para partir.
- Es bueno que reanudes tus actividades - dijo el joven con una ancha sonrisa, mientras montaba.
- Sí, así es.
Pero no todas las actividades, pensó para sí, recordando las noches tranquilas que había pasado últimamente.
Marcharon al paso de los caballos hasta la ladera, pero cuando llegaron a las primeras estribaciones Donghae obligó a Cuervo a iniciar un rápido galope. Sunwoo estaba acostumbrado al modo de cabalgar de Donghae y consiguió permanecer al lado del joven.
Habían cabalgado por lo menos media hora y se habían internado bastante en el desierto cuando Donghae divisó a cuatro hombres a caballo que se acercaban rápidamente. Habían aparecido súbitamente y muy pronto estuvieron cerca.
Donghae detuvo a Cuervo, y al volverse vio que Sunwoo empuñaba el rifle. Pero antes de que el joven hubiese tenido tiempo de oprimir el disparador, un tiro atravesó el aire, Donghae sintió una oleada de náusea cuando Sunwoo cayó lentamente del caballo, el pecho cubierto de sangre.
- ¡OH, Dios mío... no! - gritó, pero Sunwoo yacía inmóvil sobre la arena caliente.
Donghae obligó a Cuervo a volver grupas y lo lanzó al galope.
Hubiera deseado auxiliar a Sunwoo, pero ahora tenía que pensar en sí mismo. Oyó el ruido de los cascos detrás y comprendió que se acercaban y convergían sobre él. Un brazo se cerró alrededor de su cintura, lo arrancó del caballo, y lo tiró sobre otro. Se debatió fieramente, y se sintió un poco mejor cuando cayó de espaldas sobre la dura arena.
El hombre que lo había arrancado del caballo desmontó y se aproximó con paso lento hacia él. Tenía una expresión irritada y feroz en su rostro barbudo.
Donghae se incorporó y echó a correr, por su vida estaría dispuesto a luchar, pero el hombre lo alcanzó derribándolo al golpearlo con el rifle que portaba, y sin piedad le lanzo puñetazos al ver que Donghae intentaba levantarse. Donghae oía voces lejanas que disputaban, pero parecían sonidos muy distantes. Estaba aturdido y durante un momento no supo dónde se encontraba. Pero la conciencia de su situación se restableció cuando con gesto cauteloso alzó la cabeza y vio el cuerpo inerte de Sunwoo a pocos metros de distancia.
Dios mío, ¿por qué habían tenido que matarlo? Unos metros más lejos, tres de los hombres esperaban montados en sus caballos y uno de ellos hablaba con dureza al individuo que la había golpeado.
Hyun Joong desmontó y se acercó al que yacía sobre la arena. Le habían dicho que era un hombre bello. ¡Ese bastardo de Hwang! Todo había ocurrido con tal rapidez, que Hyun no había podido impedirlo. Tenían prisa, de modo que no podía castigar ahora a esa bestia. Hwang siempre había sido un hombre cruel. Su esposo había estado dos veces al borde de la muerte a causa de la crueldad y los golpes de este.
El jeque Lee Junki no vería con buenos ojos que hubiesen golpeado a este hombre. Choi Donghae era importante en muchos sentidos para el jeque Junki y había impartido órdenes rigurosas de que no se le dañara.
Se ocuparían de Hwang cuando regresaran al campamento... y él lo sabía. Pero ahora, tenían que darse prisa. El plan no contemplaba un enfrentamiento con los hombres del jeque Eunhyuk, y Hyun no deseaba una lucha mano a mano con aquel hombre. Hubiera significado una muerte segura.
Habían pasado unos instantes desde el momento en que el joven había obligado a Donghae a volverse. Le había mirado el rostro, y Donghae vio compasión en sus ojos castaños. ¿Qué ocurriría ahora? Quizá no volverían a golpearlo... por lo menos no ahora. El árabe lo llevó adonde estaban los caballos, depositándolo en un pequeño corcel y montó detrás. Los tres hombres restantes estaban esperando y un momento después el grupo se alejó al galope.
Donghae cerró los ojos cuando pasaron al lado del cuerpo de Sunwoo. Pobre era apenas un poco mayor que él, y ahora su vida había terminado. Los cuatro hombres abandonaron a su suerte a Cuervo y al caballo de Sunwoo. Si eran ladrones, ¿por qué no se llevaban también los caballos?
¿Quiénes eran?, ¿por qué no habían disparado contra él? No era posible que hubiesen venido a rescatarlo, porque nadie sabía que estaba aquí. Además, si el propósito hubiera sido devolverlo con su hermano, no lo habrían golpeado. En realidad, el asunto no tenía sentido.
Era muy probable que esos hombres perteneciesen a la tribu vecina acerca de la cual Hyukjae lo había advertido. ¿Quizá todos lo usarían, y después lo venderían como esclavo? ¡Hyukjae nunca lograría encontrarlo!
Hyukjae ¿dónde estás? ¡Tienes que descubrirme! Pero, ¿qué estaba pensando?, ¿acaso no había ansiado separarse de Hyukjae?
Por lo menos, mi nuevo amo jamás podrá obligarme a ceder sólo con tocarme, como hace Hyukjae. Otro hombre no excitará mis deseos como él. Y de pronto comprendió lo que acababa de pensar.
¡Lo amo! Donghae eres un tonto, un perfecto tonto. Luchaste contra Hyukjae todos estos meses y quisiste volver a casa, y en realidad te enamoraste de él. Tal vez nunca vuelvas a verlo, y Hyukjae todavía cree que lo odias.
Pero, ¿qué ocurrirá si él no acude a salvarme? ¿Qué ocurrirá si se alegra de mi desaparición, porque ahora nunca más podré molestarlo? ¿Podría criticarlo, después del modo en que lo traté? OH, no, tiene que venir a buscarme; es necesario que me salve, porque así podré decirle que lo amo. ¡Y tiene que llegar muy pronto, antes de que sea demasiado tarde!
Cuando Rain murió y yo sentí deseos de reconfortar a Hyukjae tendría que haber comprendido que lo amaba. Se necesitó una pesadilla para que yo viese la verdad, y ahora quizá sea demasiado tarde. ¡OH, Dios mío, dame otra oportunidad!
Estaba oscureciendo, y el grupo continuaba avanzando al galope, como si el demonio en persona los persiguiera. Tampoco esa actitud tenía sentido. Si estos cuatro hombres pertenecían a la tribu vecina, de la cual Hyukjae había hablado, hubieran debido internarse en las montañas, y ya habrían llegado a su campamento.
Seguramente se equivocaba. Habían cabalgado junto a las montañas, pero ahora, cuando la luna vino a iluminar el camino, se desviaron y comenzaron a internarse en el desierto.
¿Adónde lo llevaban? ¿Y qué le ocurriría cuando llegasen a su destino?
En su corazón experimentaba un sentimiento de temor y de vacío ante la perspectiva de no ver jamás de nuevo a Hyukjae. Era algo peor que el dolor que sentía en el rostro hinchado, con cada movimiento del caballo. Cerró los ojos para evitar el sufrimiento y al rato se adormeció.
El sonido de voces estridentes despertó a Donghae. Lo bajaron del caballo. Se preguntó qué había ocurrido hasta que vio los rostros desconocidos alrededor y sintió el dolor en la cara. El sol estaba muy alto, y hacía un calor intenso que brotaba de la arena misma, y obligaba a Donghae a entornar los párpados para evitar el encandilamiento.
Antes de que introdujesen a Donghae en una pequeña tienda, examinó rápidamente el campamento. Estaba en un oasis del desierto. Dos enormes palmeras se elevaban sobre seis tiendas pequeñas, y alcanzó a ver cabras, ovejas y camellos pastando a pocos metros de distancia.
En el interior de la tienda, necesitó unos instantes para acostumbrarse a la oscuridad. Vio a un anciano sentado sobre un almohadón, detrás de una mesa baja cubierta de cuencos con alimentos.
El viejo ni siquiera lo había mirado todavía. Continuaba comiendo y Donghae examinó la tienda. Había algunos almohadones aquí y allá, vio un gran arcón en un rincón, pero no había sillas para sentarse ni alfombras que cubriesen la arena.
Cuando volvió los ojos hacia el anciano, advirtió que estaba hundiendo los dedos en un pequeño cuenco de agua. Ahora él lo miró, y los ojos castaños expresaron irritación cuando vio el rostro lastimado. Donghae se sobresaltó cuando el viejo descargó el puño sobre la mesa y todos los cuencos saltaron en el aire.
Estaba vestido con una túnica de colores y en la cabeza tenía la kufiya, Donghae vio que bajo la mesa asomaban sus pies desnudos. Cuando el hombre se puso de pie, pareció que no era más alto que él mismo, pero cuando habló, su voz tenía acentos autoritarios.
Habló duramente al joven que estaba con Donghae. Donghae llegó a la conclusión de que ese anciano era el jeque de la tribu. El viejo y el joven intercambiaron frases acaloradas, incomprensibles para él, después, el joven lo llevó detrás de una cortina, en un rincón de la tienda.
El pequeño espacio apenas alcanzaba para acostarse. Una piel de oveja cubría la arena, y Donghae quedó allí, a solas.
Poco después una mujer depositó una bandeja con comida en la arena, entregó a Donghae una toalla húmeda, con un gesto le señaló la cara, y después se marchó.
Donghae se limpió la cara, pero no pudo eliminar toda la suciedad pegada a los párpados hinchados. La comida tenía mucha grasa, pero felizmente era blanda, porque también le dolía masticar. El vino tenía un excelente sabor, pero él se sintió extrañamente fatigado después de beberlo. Donghae hizo todo lo posible para mantenerse despierto, porque deseaba estar preparado para lo que podría ocurrirle, pero no logró mantener abiertos los ojos ni pensar de un modo coherente y poco después se sumió en profundo sueño.
Cuando Hyun Joong dejó a Donghae del jeque, fue a decirle a Hwang que el jeque deseaba verlo y fue directamente hacia la tienda de su propio padre. No compadecía a Hwang, porque lo que le ocurriera sería por su propia culpa. El jeque Junki estaba más enojado de lo que Hyun había previsto, y era probable que hwang pagara con la vida su brutalidad.
- Hyun ¿todo fue bien? - preguntó su padre, Jeon, cuando Hyun entró en la tienda que ambos compartían.
-Sí, padre, todo se hizo de acuerdo con el plan, pero te diré lo siguiente... no me agrada lo que me ordenaron hacer. Ese hombre no cometió ningún delito, y no debe convertirse en objeto de venganza. Ya sufrió bastante, pues Hwang lo golpeó antes de que yo pudiese impedirlo.
-¡Cómo! Ese maldito...
-¿Comprendes, padre? -lo interrumpió - Nada de todo esto debió ocurrir. Hwang hirió de un balazo al hombre que acompañaba a Choi Donghae. Ojalá lo encuentren antes de que muera, porque es Sunwoo, el hermano del esposo de Ryeowook. Si Sunwoo muere, Yesung nos odiará y jamás volveremos a ver a mi hermano Ryeowook.
- Yo tendría que haber previsto que este plan no era bueno. Nunca debía permitir que participaras. Ojalá este odio termine de una vez, y yo pueda ver nuevamente a mi hijo. Ryeowook seguramente ya tiene hijos y yo no los conozco. ¡Tal vez nunca vea a mis nietos!
- Aun así, padre, jamás debimos aceptar este plan. El jeque Eunhyuk nada tuvo que ver con lo que ocurrió todos estos años. Él vivía del otro lado del mar. No creo que deba ser víctima de la venganza del jeque Junki, ahora que el jeque Rain ha muerto.
- Lo sé, hijo mío, pero, ¿qué podemos hacer? Quizá el jeque Eunhyuk no caiga en la trampa.
- Vendrá -replicó Hyun- Y si trae a los hombres de su tribu, se derramará inútilmente mucha sangre por algo que ocurrió hace veinticinco años. Y ninguno de los hombres que muera habrá tenido nada que ver con eso.
Y en efecto, Hyukjae llegó menos de una hora después. Vino solo, y se maldijo por eso cuando comprendió el peligro que afrontaba.
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