Último Deseo- Capítulo 11

La postura de Hyukjae gritaba lo enojado que estaba, pero le entregó la carpeta. Donghae la abrió, preparándose para enfrentar al demonio que había acabado y destruido tantas vidas. Sin embargo, el rostro que le recibió no fue el de Sooman. Él definitivamente no era un ser humano, con brillantes ojos verdes y labios delgados que apenas cubrían sus dientes puntiagudos, pero no era lo que había esperado.

Había algo familiar en él. El ángulo de la foto era extraño, apuntaba hacia arriba, de modo que tenía una buena vista del interior de su nariz. La piel de su cuello era texturizada, como si tuviera algún tipo de escamas. Tal vez se trataba de un truco de la luz.

Su mano huesuda estaba levantada como si pudiera bloquear el flash, así que se podían ver las venas bajo la piel pálida, negras y sobresaliendo de sus muñecas. La expresión de su rostro era una de salvaje odio y hambre.

Eso era la clave que necesitaba.

—Me acuerdo de él. Visitó las cuevas donde fui retenido. Sooman le permitió alimentarse de una de las mujeres como una especie de ofrenda de paz. Fue enfermizamente cortés, como si le estuviera ofreciendo una taza de café a un huésped.

A Donghae no le importaba que tipo de cortesía permitiera a los demonios comerciar con la vida humana. Lo único que sabía era que lo que había hecho le había asustado a muerte, pensando en que una de los niños sería el próximo.

—Jiyoon —murmuró Donghae, recordando de pronto como le había llamado Sooman.

—¿Conoces a este demonio? —preguntó Hyukjae, sus palabras como latigazos fríos y duros—. ¿Te hirió? Voy a romper su jodida cabeza.

—Solo le vi una vez allí, pero había algún tipo de dinámica sucediendo entre él y Sooman. ¿Una lucha de poder? ¿Negociaciones, tal vez? No puedo estar seguro. —Donghae miró a Shindong—. ¿Dónde está Minki ahora?

—Yo quería que viniera aquí, pero su padre temía por su salud mental si se quedaban en la zona. Su familia se refugió con unos parientes en Chicago. Sólo un puñado de gente sabe acerca de la mudanza. Tengo a un par de guerreros en camino para proteger a la familia.

Donghae pensó de nuevo, tratando de recordar lo que había visto y oído. Tal vez podría ayudarles a encontrar a este monstruo antes de que él atacara de nuevo.

—Realmente podríamos utilizar tu ayuda —dijo Shindong, mirando a Donghae—. Fuiste retenido por ellos durante mucho tiempo. Conoces sus patrones.

—El caos no tiene ningún patrón —comentó Hyukjae—. Estás buscando algo que no está ahí.

—Tal vez —coincidió Shindong—. Pero estamos haciendo esto. Vamos tras él. Con o sin tu ayuda.

Lo buscarían bajo tierra, donde él y los suyos vivían. La idea de entrar en esas cuevas hizo que la piel se le enfriara y humedeciera de miedo.

—No creo que pueda volver allí —susurró con vergüenza.

—Por supuesto que no vas a volver allí —dijo Hyukjae—. Nadie te lo está pidiendo.

—En realidad, lo estamos haciendo —dijo Shindong—. Yo lo hago. Este Jiyoon está detrás de Minki debido a su edad. Le harán lo que le hicieron a Henry. Lo alimentarán con su sangre en un esfuerzo por hacer de él una pareja de cría viable. No voy a dejar que eso suceda.

La expresión de Hyukjae se volvió más sombría.

—He estado a la caza de estas cuevas de cría durante meses, y sólo encontré un par. ¿Cómo podemos siquiera saber dónde buscar?

Shindong ignoró a Hyukjae y habló con Donghae.

—Todo lo que te pido es que vayas de exploración. Quizás puedas reconocer algo.

—Atrás, Shindong —advirtió Hyukjae.

Donghae trató de encontrar una excusa para no hacer esto. No era lo suficientemente fuerte.

—Ellos nos trasladaron a varios de nosotros, pero siempre de noche y en camionetas sin ventanas.

—A menos que condujeran los camiones dentro de la cueva, podrías haber visto algo.

Lo había hecho, pero había estado tan aterrorizado y débil, que no estaba seguro de que siquiera lo recordara bien, y lo que había visto no era ningún tipo de punto de referencia, sólo una maraña de maleza y pendientes de terreno.

Donghae ofreció lo que pudo.

—Los viajes no duraban más de un par de horas. Las cuevas estaban cerca una de la otra.

Hyukjae negó con la cabeza.

—He buscado en esas áreas. Las cuevas están allí, pero no hay prueba de actividad Saesang. Para el momento en que llegué, la mayoría se había ido. Sólo unos pocos rezagados se quedaron.

Si él no hacía algo, más niños pequeños serían apartados de sus familias. Más personas serían utilizadas como alimento, para luego dejarlas sufrir y morir en la oscuridad. La vida del pequeño Minki sería destruida antes de que pudiera evitarlo. Donghae lo había visto antes. Simplemente no podía mantenerse al margen e ignorar el problema. Tenía que pensar en algo que pudiera hacer, pero algo que no lo pusiera de nuevo bajo tierra.

Odiaba lo que estaba a punto de obligarse a decir, lo que estaba a punto de obligarse a pensar, pero era necesario.

—Todo lo que tienes que hacer es cogerlos en el momento adecuado. Cuando son incapaces de moverse.

—¿De qué estás hablando? —preguntó Shindong.

—Ellos tienen estas criaturas gigantes. Una vez vi una. Era más grande que cualquier animal que nunca he visto. —Era enorme, se movía como un gusano del tamaño de un autobús—. Es lo que da a luz a algunos de sus demonios. Escuché a Sooman y sus lacayos hablar de ello fuera de mi celda, cuando pensaban que estaba inconsciente. —Había estado tan frío, tan débil. Sooman casi lo había matado, tomando tanta sangre que el corazón se le había acelerado para mantenerlo con vida.

—No tienes que hablar de esto —dijo Hyukjae, acariciándole la espalda con un movimiento suave de su mano—. No, si no estás listo.

Él nunca iba a estar preparado para hablar sobre su tiempo en las cuevas, pero no importaba. Si los demonios estaban tratando de robar más humanos, tenía que ayudar a detenerlos.

—Estas cosas necesitan unos cuantos meses para producir una camada, pero cuando están cerca del final de ese tiempo, no pueden moverse. Son demasiado grandes y demasiado valiosos para abandonarlos. Si somos capaces de encontrar el nido durante ese tiempo, entonces, quedarán atrapados. O por lo menos van a tener que dejar atrás esa cosa para que la matemos.

—¿Cuánto tardan? —preguntó Shindong—. ¿Sabes más detalles?

Sacudió la cabeza.

—Ellos estaban hablando de no ser capaces de moverse durante una semana más. No sé cuánto tiempo antes de la conversación llevaban esperando atrapados.

—¿Dónde fue eso? —preguntó Hyukjae.

—La segunda cueva donde estuve. Ahí permanecimos durante más tiempo.

—¿Te acuerdas de dónde estaba? —preguntó Shindong, señalando el mapa—. Este punto es donde te encontramos. Todos los puntos negros representan otros sitios conocidos de anidación Saesang.

Donghae se detuvo. Trató de pensar, pero lo único que recordaba era el miedo y el frío. Aún no había aceptado su suerte y había usado lo poco de la fuerza que le quedaba para luchar contra ellos. Luego había tenido sus más de varios meses de dolorosas lecciones para aprender.

Dibujó un círculo con las manos alrededor de un área.

—Esta área sería mi mejor conjetura. Como he dicho, no nos movimos mucho, por lo que tenían que estar cerca.

—Esa zona está llena de cuevas, y está cerca de la ciudad de los Yoon. Es posible que nos perdiéramos otro nido. Le diré a Zhoumi que recoja las imágenes que tenemos de esos sitios que catalogamos para que puedas mirarlas. Puede tener una foto de algo que reconozcas. Mientras tanto, el resto necesita prepararse. Saldrán en unas horas. Necesitamos que todos se centren en cerrar estas zonas de cría de los demonios.

—Nosotros no podemos ir —espetó Yesung.

Shindong dio la vuelta y lo miró.

—¿Por qué no?

Yesung se pasó los dedos por el cabello en señal de socorro.

—Ni yo estoy seguro de creerlo.

—¿Creer qué?

—Díselo, Wook.

Wook negó con la cabeza. Una sonrisa brillante iluminó su rostro.

—No. Ya sabes que todos piensan que estoy loco. No me creerán.

—¿Podéis por favor, daros prisa con esto? —preguntó Shindong.

—Lo siento —dijo Yesung, mirando tímidamente. Se aclaró la garganta—. No podemos ir porque Wook está embarazado.

La sala estalló en sorpresa. Kevin se deslizó hacia delante, hacia Wook. En el rostro de Leeteuk se dibujó una enorme sonrisa. Kangin estaba sorprendido allí, y Hyukjae completamente inmóvil y en silencio.

—¿Cómo puede ser esto? —preguntó Shindong, su voz llena de una dosis saludable de sospecha— ¿Estás engañando a Yesung?

Yesung sacó la espada y se dirigió a Shindong como si fuera a matarlo. Wook fue más rápido y se puso delante de él, bloqueando su camino.

—¡Abajo, muchacho! Él no quiso decir ningún insulto.

—Tendría que haberlo pensado mejor antes de llamarte puto mentiroso, entonces —gruñó Yesung.

Kevin levantó las manos y su voz pareció llenar la habitación, ahogando todo lo demás.

—El suero que le di a Yesung para restaurar su fertilidad debe haber funcionado —miró a Wook, y a continuación, a Yesung—. ¿Puedo?

—¿Puedes qué? —preguntó Yesung, su espada todavía fuera y brillante con la advertencia letal.

—Confirmar que es verdad.

—¿Estás llamando a Wook mentiroso? —preguntó Yesung.

—No, por supuesto que no. Esto es estrictamente para mi investigación.

La ira de Yesung se desinfló. Entonces miró a Wook.

—Él quiere tocarte. ¿Te importa?

Wook se encogió de hombros indiferente.

—Está bien, pero no será capaz de escucharle. Es pequeño. Ni siquiera un latido de corazón.

—Está bien —dijo Kevin—. Todavía puedo ser capaz de sentirlo.

Wook se encogió de hombros y tiró de la parte delantera de su camiseta. El pantalón suelto con bolsas colgaba de sus caderas. Kevin deslizó su mano sobre su vientre, la puntas de sus dedos hundiéndose por debajo de su cintura.

Yesung gruñó.

—Silencio —dijo Wook—. Que haga esto. Es la única manera de que los otros lo crean.

La boca de Kevin se levantó con una sonrisa de pura alegría.

—Tiene razón. Está embarazado.

El gran cuerpo de Yesung comenzó inclinarse hacia los lados, y Kangin le agarró del brazo con ambas manos.

—Siéntate antes de que te desmayes.

Todo el mundo se reunió alrededor de Wook y Yesung, brindándoles felicitaciones y un montón de sorpresa.

Hyukjae había dicho que todos los varones Suju habían sido esterilizados por los Saesang, pero al parecer eso había cambiado. El suero de Kevin debía haber curado lo que estaba causando el problema.

Donghae dio un paso atrás, mirando todo el alboroto sobre Wook. Él no conocía a estas personas lo suficientemente bien como para alegrarse, pero no quería destruir lo que era claramente un evento tan trascendental para ellos.

Se dejó caer en una silla, tratando de luchar contra la fatiga que le drenaba.

Estaban tan contentos, sobre todo Leeteuk, que sonreía a Kangin con una mirada de esperanza. Él le dirigió una sonrisa maliciosa y un sonrojo se extendió por el cuello de su hermano.

No había dicho ni una palabra en voz alta, pero la conexión que compartían era palpable y constante.

Donghae envidiaba a su hermano por eso.

Deslizó la mirada hacia Hyukjae. Él levantó la vista y le miró fijamente durante un largo tiempo. Su expresión estaba en blanco, pero la emoción hervía en sus ojos oscuros. Curioso de lo que estaba pensando, extendió la mano, tratando de sentirlo a través de la conexión de la forma en que Leeteuk le había hablado.

No sintió nada, lo que le hizo sentirse privado de alguna manera.

Hyukjae llegó a su lado y le tendió la mano.

—Estás cansado. Debemos irnos.

—Sólo un minuto más —dijo Shindong—. Wook, Yesung, vosotros dos quedaros aquí fuera de peligro.

—Pero yo puedo ayudar —dijo Wook—. No va a lastimar al bebé.

—No vamos a correr ningún jodido riesgo de mierda —dijo Yesung—. Si tengo que hacerlo, te voy a atar.

Wook sonrió como si reviviera un grato recuerdo.

—Creo que eso es lo que nos metió en esta situación.

Yesung miró a Shindong.

—Si nos quedamos y él escucha, querrá ayudar, así que nos vamos ahora mismo —no esperó al permiso de Wook, simplemente lo puso bajo su brazo y marchó con él a través de la puerta.

La cara de Shindong estaba de nuevo seria en su lugar.

—Wook fue fundamental en el último rescate, y nadie puede hacer lo que hace, así que vamos a tener que reorganizar nuestra estrategia.

—¿Qué hace él? —preguntó Donghae, preguntándose si podría sustituir el puesto de Wook desde la distancia.

—Se mete en la mente de los demonios, toma el control de sus cuerpos, y luego hace que sus cerebros exploten.

Sí. Donghae no iba a hacer eso. No en esta vida.

—Estamos muy limitados con Kyuhyun y Sungmin trabajando en África, y Changminy Yunho... —apretó su boca con dolor antes de continuar—. Todo el mundo va a tener que hacer su parte —miró a Donghae—. Tú también.

—Él no está listo. Ni siquiera sabe lo que puede hacer todavía —dijo Hyukjae.

—Al parecer, tiene una buena habilidad con el veneno —dijo Leeteuk, el orgullo resonando en su voz—. Salvó la vida de Hyukjae.

—Eso será muy útil —dijo Shindong, mirando a Donghae—. No te haré entrar en las cuevas, pero necesitamos tu ayuda en todo lo que puedes dar. Si bien nosotros trabajaremos en los detalles, es necesario que veas qué más puedes hacer, pero no podemos esperar mucho tiempo, así que aprende rápido. En el lago, sólo por si a caso, ya que la habilidad con el fuego corre en la familia.

—Vamos —dijo Hyukjae—. No tenemos mucho tiempo —miró a Kevin—. ¿Puedes venir con nosotros y comprobarme? Todavía no me siento como yo mismo.

—Por supuesto —dijo Kevin.

—¿Dejé algo de veneno? —Donghae estaba horrorizado por la idea de que no hubiera hecho un buen trabajo, y que él hubiera estado sufriendo durante el último par de horas.

—Lo has hecho bien —le aseguró.

Los tres salieron, cerrando la puerta detrás de ellos. Hyukjae abrió el camino, marchando rápidamente por los pasillos sinuosos.

—No quedaron muchas personas ahí para planificar la misión —dijo Donghae.

Hyukjae lo miró por encima del hombro.

—Van a hacer que funcione. Lo que estamos haciendo es igual de importante.

—¿Qué estamos haciendo exactamente? —le preguntó.

—Te voy a llevar a tu habitación para que puedas dormir un poco. Mientras lo haces, Kevin va a asegurarse de que no queda nada de veneno.

—¿Y luego? —preguntó.

—No te preocupes por esa parte. Un paso cada vez.

Lo dijo como si hubiera algún otro significado allí, uno que él no podía entender.

Temía que lo que no le estaba diciendo fuera mucho peor que cualquier cosa que pudiera imaginar.

Hyukjae siguió a Kevin a su suite en silencio. Se concentró en poner un pie delante del otro, para no pararse a golpear con los puños las paredes, o sacar la espada y comenzar a dar mandobles.

Tan pronto como la puerta se cerró detrás de Kevin, éste dejó que su fachada bajara.

Se tambaleó hacia atrás, su mano se apartó de la cadera.

—¿Has comenzado a llevar un arma? —preguntó Hyukjae con enojada incredulidad.

—Romper el cuello de alguien tiene esa clase de efecto en un hombre.

—No voy a hacerte daño. Pero antes de que vayamos más lejos, necesito tu promesa de que nunca le dirás a nadie lo que estoy a punto de revelarte.

—Por supuesto —dijo Kevin—. Los secretos no son ningún problema para mí.

Escurridizo cabrón. Por otra parte, ése era uno de los motivos por los que sentía que Kevin era el único en quien podría incluso considerar confiar.

—Dilo.

—Prometo no decir nada de lo que me digas aquí y ahora.

El peso de la promesa del hombre le golpeó con fuerza, haciéndole gruñir. No importó que él hubiera pedido el juramento. La lógica no desempeñaba un papel en este momento en la mente. Era todo furia frenética y caótica cólera. Mantener a raya al monstruo en esa reunión le había tomado hasta la última gota de autocontrol.

—No sé cuánto tiempo pasará hasta que Donghae se despierte, así que lo haré rápido. —Tampoco estaba seguro de cuánto tiempo podría evitar estrellar el puño en la bonita cara de Kevin—. Donghae se vinculó conmigo en contra de mi voluntad.

—Eso no es posible.

—Fue cuando estaba delirando por el veneno.

—Pareces disgustado por la unión. Yo habría pensado que estarías contento, o por lo menos aliviado.

No lo estaba tampoco. Estaba enojado, y esa cólera crecía rápidamente con cada segundo que estaba lejos de Donghae. Su presencia parecía suficiente para tener al monstruo enjaulado, pero ahora que no estaba, el control se le escapaba rápidamente.

—Quiero que me ayudes a encontrar una manera de deshacerlo.

—¿Qué promesa te ofreció?

Hyukjae miró por la ventana al iluminado jardín.

—Quedarse conmigo hasta que yo estuviera tan bien como nuevo.

—Ah. Entonces lo que quieres es que yo termine de curarte para completar la promesa y liberarte. Pero, ¿por qué? ¿No quieres estar con él?

Lo hacía. Quería empaparse de su espíritu y abnegación. Quería deleitarse en su belleza y ser la clase de hombre que podría ofrecerle el prístino futuro que Donghae se merecía. Pero nada de eso era posible.

—Otros hombres están más necesitados que yo. Debería estar con uno de ellos.

—Él te eligió.

—¡Eligió mal!

Kevin levantó las manos, con sus dedos largos y elegantes, para protegerse, alejando la ira de Hyukjae.

—Haré lo que pides, pero habrá un precio. Quiero sangre a cambio de curarte.

—Todavía no lo entiendes. No hay nada que puedas hacer para curarme. Nunca estaré tan bien como nuevo. Lo que necesito de ti es que encuentres una manera para romper el vínculo.

Kevin negó con la cabeza.

—Lo siento. No te puedo ayudar. Y aunque pudiera, no lo haría.

—¿Por qué no?

—Wook está embarazado. Eso cambia las cosas. Para nosotros dos.

Hyukjae todavía no había digerido la noticia de que la curación de Kevin había funcionado. Las implicaciones de esto eran enormes.

Él podría tener un hijo.

Mientras en una parte de la mente crecía la alegría ante esa idea, la otra se reía en tono burlón. Un padre desalmado. ¿Es lo que quería ofrecerle a su hijo?

—Hay docenas de hombres que pueden atraer a Donghae. No me necesitas para esto.

—Él te escogió por unos motivos.

—Porque sabía que esto nunca podría funcionar entre nosotros. Todo lo que quiere hacer es marcharse de aquí y vivir una vida normal. No ha reconocido aún que eso no es una opción.

—Entonces, hazlo cambiar de opinión —dijo Kevin como si fuera tan fácil, como si Donghae estuviera dispuesto a hacer algo para dejarlo ir. Si fuera el caso, entonces la Luceria se habría caído ya de su cuello.

La frustración le crecía por dentro, alimentándose de la rabia.

—No puedo. Apenas puedo mantenerme entero. Tengo miedo de hacerle daño.

—Yesung sintió lo mismo con Wook. Y todo salió bien. Mejor que bien.

—No soy Yesung —refunfuñó Hyukjae.

—Podrías serlo. Podrías estar unido a una pareja que amas con un hijo en camino. ¿Qué tiene él que le hace más merecedor de tal regalo?

—Un alma —escupió antes de poder detenerse. No había querido admitirlo, no a cualquiera. Había pasado tantos años protegiendo el secreto, y ahora que Kevin lo sabía, era sólo cuestión de tiempo antes de que lo hicieran otros también. Con promesa de silencio o no.

Si se quedaba atado a Donghae, finalmente vería la verdad de eso, triste y enconada dentro de él.

Los helados ojos de Kevin se abrieron y retrocedió, sacando la espada cautelosamente de su argolla de acero.

—¿Te has convertido?

—Estoy bien. Me expresé mal.

Kevin ladeó la cabeza.

—No, no lo hiciste. Ahora puedo verlo. El hueco vacío dentro de ti. Ha estado ahí durante un tiempo. No sé por qué no lo había visto antes.

—No te dejé. Nadie lo sabe.

—Debo advertir a Shindong.

—No puedes. Me diste tu palabra.

La boca de Kevin se levantó en una mueca de desprecio.

—Me engañaste.

—Igual que Donghae me engañó. Todos queremos lo mismo en esto, Kevin. Sólo te necesito para ayudarme a que suceda.

—Tu muerte lo liberaría.

—Lo sé. Si esa es la única opción… —dejó que las palabras se apagaran antes de que el monstruo golpeara en el pecho, gritando que nunca se rendiría.

—¿Qué se supone que debo hacer? —preguntó Kevin.

—Tiene que haber algo. Todo lo que necesito es estar entero otra vez durante un momento, es todo lo que se necesitaría para liberar a Donghae.

Las cejas de Kevin se elevaron por encima de sus ojos helados.

—Si estoy de acuerdo, si hago esto, querré el pago.

—Tanta sangre como necesites mientras viva.

—Hecho —aceptó Kevin.

La promesa de Hyukjae amenazó con doblarle las rodillas. Apretó los dientes y sufrió por ello.

—Ahora —dijo al Zea—. Hazlo ahora.

Kevin sonrió.

—Con mucho gusto.

No gastó tiempo en actuar. Se dirigió directamente al cuello de Hyukjae, hundiendo los colmillos en la carne del otro hombre. Bebió, dispuesto a dormir al Suju para que no hubiera ningún temor a la violencia.

Yesung le había roto el cuello hace poco, y no era el tipo de cosa que se olvida fácilmente. No se arriesgaría ahora, sobre todo, con un guerrero sin alma, y de la habilidad de Hyukjae.

Hyukjae se relajó, y dejó que su cuerpo cayera al suelo. El poder rugía en el interior de Hyukjae, y cuando bebió de este poder, el hambre desapareció, y el cuerpo se expandió con fuerza. Tomó tanta sangre como se atrevió, a sabiendas que el combate estaba a sólo unas horas de distancia.

De otro modo, si Hyukjae estuviera demasiado débil para luchar, caería en batalla sin que nadie necesitara saber sobre el estado muerto de su alma. Podría entrar en el Salón de los Caídos con honor, su trabajo de toda la vida intacto e intachable.

Por mucho que odiaba la idea de causar la muerte de Hyukjae, no estaba por encima de ello. Donghae era lo más importante en esta ecuación. Era al que tenía que proteger a toda costa, para que sus hijos pudieran entrar en este mundo, y salvar a la gente de Kevin del hambre.

Todavía no había tenido tiempo para digerir la noticia de que su cura había funcionado. Toda su gente se alegraría por las noticias. Más niños Suju lo cambiaban todo.

Se obligó a centrarse en la tarea que tenía entre manos, y ver si Hyukjae estaba tan mal como se temía. Cerró las heridas de su cuello y le abrió la camisa.

Quedaban varias hojas en su Marca de Vida, pero había algo incorrecto en ellas. Todavía estaban pero el árbol estaba hueco, como si estuviera muerto. Tal vez era la misma clase de magia que había estado sosteniendo la descomposición del alma de Yesung en éxtasis durante mucho tiempo, dándole el tiempo necesario para encontrar a Wook.

Pasó la punta del dedo sobre una hoja, concentrándose en ella. Fue entonces cuando sintió el tinte metálico del pigmento.

La hoja era falsa, un tatuaje destinado a engañar a los demás.

La cólera se fundió profundamente dentro del pecho. ¿Cómo se atrevía Hyukjae a poner en peligro sus vidas mintiendo así? Podría haberse roto y comenzado a matar a los que estaban en el interior de la SM en cualquier momento. El hecho de que no lo hubiera hecho era sólo un testimonio de su terquedad.

Se abrió camino en la mente de Hyukjae, sin intentar ser suave. No se lo merecía. Era un peligro para todos ellos.

Se abrió camino a través de sus pensamientos, en busca de sus intenciones. La rabia se estrelló contra él, y casi estuvo a punto de lanzarle a su propio cuerpo. Había tantas cosas de él, y se elevaban en olas amenazadoras, que se cernían sobre todo, estrellándose con tal violencia, que Kevin no tenía ni idea como Hyukjae podía soportarlo.

Con gran fuerza de voluntad, se reunió con la rabia y la apartó a un lado, permitiéndole espacio para pasar. Lo que quedaba en el interior de Hyukjae parecía la cáscara quemada de un edificio bombardeado. No había ninguna estructura allí, sólo un desorden y caos carbonizado. Sus pensamientos eran una masa confusa de codicia, violencia y lujuria. Era un milagro que no hubiera hecho daño ya a los que le rodeaban.

Por encima de todo había una película brillante de algo que no había visto antes. Cuando lo inspeccionó más estrechamente, hurgando en ello con un pensamiento tentativo, se dio cuenta de lo que era. Reglas, orden, honor.

Hyukjae se había mantenido a sí mismo en jaque durante todo este tiempo, controlando sus acciones, para que sus emociones no se manifestaran.

Y había algo más también. Una diminuta cinta, brillante, tan delgada como una hebra de cabello, tejida a través del caos oscuro, brillando por donde quiera que pasaba. Cuando la empujó para ver si se trataba de algún resto de un alma, sintió la energía que pasaba a través de ello claramente.

Donghae. Esto era él, el vínculo que tenía con Hyukjae a través de la Luceria.

Quizás podría cortarlo, liberándolo.

Canalizó un poco del poder en la cinta, probándolo para asegurarse de que no lastimaría a Donghae con las acciones. Cuando envió esa chispa navegando por ella, se estremeció, sacudiéndose lejos del toque como si él la hubiera quemado.

Era evidente que esta idea no iba a funcionar. No podía arriesgar a Donghae.

Hyukjae era otra historia.

Antes de que tomara la decisión final, tenía que estar seguro de que el hombre estaba condenado a muerte. No podía quedar ni siquiera un destello perdido de su alma, o lo que Kevin estaba a punto de hacer sería imperdonable.

Buscó más profundamente, dejando que la conciencia mirara en todas direcciones, en busca de algún indicio de vida dentro de este hombre. Cuanto más profundo iba, más caos y rabia encontraba. Zarcillos muertos de lo que había sido el alma de Hyukjae se extendían, girando y tratando de envolverse alrededor de la esencia de Kevin. Esquivó sus ataques fácilmente, moviéndose más profundo hasta que no quedó a donde ir.

Una masa negra gigantesca surgía donde su alma debería haber estado. Los tentáculos de la aceitosa oscuridad serpenteaban alrededor, retorciéndose de dolor.

No quedaba nada. Ningún parpadeo. Ninguna chispa. Nada. Todo lo que estaba allí estaba muerto o putrefacto.

Un zarcillo grueso llegó dando tumbos hacia él, como si buscara una presa. Se apartó de su camino, y cuando lo hizo, vio una mancha minúscula de algo. No estaba seguro de que era, pero brillaba contra la oscuridad, destacándose en un absoluto contraste.

Se movió para conseguir una mejor visión, y vio la cinta.

La cinta de Donghae.

Se tejía a través de los tentáculos, envolviéndose alrededor y alrededor hasta que se anudaba sobre el pulso de la masa oscura, ligándose a la misma. Mientras miraba, ella se colocó alrededor de otro sinuoso tentáculo, que se movía en espiral a su alrededor, como si quisiera estar cerca. Dondequiera que tocaba, los zarcillos se calmaban, como si se fueran a dormir.

Kevin se echó hacia atrás por la sorpresa, aterrizando duro dentro de su propia piel. No sabía lo que significaba eso. Seguramente, si Donghae estaba tan profundamente introducido, habría sentido la cosa muerta, pudriéndose dentro de Hyukjae.

¿No es cierto?

Más importante aún, si ya estaba alojado tan profundamente, ¿qué le pasaría a Donghae si Hyukjae muriera?