Las nubes se agruparon repentinamente y descargaron un torrente de lluvia que
suavizó la temperatura. Donghae y Hyukjae estaban empapados cuando llegaron al
campamento. Los hombres trabajaban febrilmente para asegurar las tiendas, de
modo que el agua no se filtrase por debajo: Alguien estaba sentado bajo la
lluvia, frente al fuego, disipando el humo que se acumulaba en el refugio
construido sobre las llamas.
Hyukjae desmontó frente a su tienda y acompañó a Donghae al interior.
- Quítate estas ropas húmedas y haz lo que tengas que hacer ahora. Pronto oscurecerá y esta noche no habrá fuego. Tengo que ocuparme de los caballos, pero volveré en seguida.
Cuando Hyukjae salió, Ryeowook pidió permiso para entrar. Había traído la comida y algunas toallas limpias.
- Donghae tienes que cambiarte de prisa. La lluvia trae frío y enfermarás si no te abrigas ahora mismo.
- Precisamente, estaba preguntándome qué podía hacer con estas prendas húmedas - respondió Donghae con una sonrisa en los labios - No puedo colgarías de un árbol para que se sequen.
Hyukjae desmontó frente a su tienda y acompañó a Donghae al interior.
- Quítate estas ropas húmedas y haz lo que tengas que hacer ahora. Pronto oscurecerá y esta noche no habrá fuego. Tengo que ocuparme de los caballos, pero volveré en seguida.
Cuando Hyukjae salió, Ryeowook pidió permiso para entrar. Había traído la comida y algunas toallas limpias.
- Donghae tienes que cambiarte de prisa. La lluvia trae frío y enfermarás si no te abrigas ahora mismo.
- Precisamente, estaba preguntándome qué podía hacer con estas prendas húmedas - respondió Donghae con una sonrisa en los labios - No puedo colgarías de un árbol para que se sequen.
- Ven - dijo Ryeowook y llevó a Donghae al dormitorio— aquí traigo estas pinzas, las usare para para colgar tus ropas dentro de la tienda. Tardarán algunos días, pero finalmente se secarán.
Mientras Ryeowook colgaba las ropas húmedas, Donghae se frotó vigorosamente el cuerpo con una toalla. Tenía frío a causa de la corriente de aire que atravesaba la tienda. Decidió ponerse una de las túnicas de Hyukjae, puesto que no tenía nada de más abrigo.
- Ahora debo ir a alimentar a mis hijos- dijo Ryeowook una vez termino de colgar la ropa.
- Gracias, Ryeowook. No sé qué haría si no contase con tu amistad-dijo sinceramente.
Ryeowook sonrió tímidamente ante el cumplido de Donghae y salió rápidamente de la tienda. Donghae pasó a la habitación principal, para cenar antes de que oscureciera tanto que no pudiese ver lo que comía.
Ingirió lentamente el guiso de cordero y arroz, mientras se preguntaba a que obedecía el cambio total en la actitud de Hyukjae tras lo ocurrido la noche anterior. Se había sentido sorprendido y feliz cuando le permitió montar. Cuervo era un animal excelente. Ansiaba que llegara el día siguiente para cabalgar otra vez. Por otra parte, Hyukjae no había dicho que podía montar todos los días.
-Cuelga esas ropas, ¿quieres?
Las primeras palabras sobresaltaron a Donghae, que dejó caer el cubierto en el plato. No había visto entrar a Hyukjae y ahora él estaba detrás suyo, sosteniendo en la mano las prendas mojadas. Ya se había cambiado y con la mano libre sostenía una toalla y se secaba los cabellos.
-No te vi entrar - dijo Donghae que recibió las prendas y fue a buscar más pinzas.
- Dentro de poco no me verás de ningún modo.
Sonrió, pensando en el descanso de la noche, en el lecho tibio. ¡Ah, quizás Donghae no se sentiría tan feliz como el propio Hyukjae!
Donghae volvió y se reunió con él para terminar su cena, mientras Hyukjae hacía otro tanto.
-¿Están bien los caballos? -preguntó Donghae. Estaba preocupada por Cuervo.
- Los potrillos parecen un poco nerviosos, pero los caballos más viejos están acostumbrados a las tormentas repentinas.
-¿Llueve así a menudo? - preguntó Donghae sobresaltado cuando un rayo iluminó el interior de la tienda.
- Sólo en las montañas, pero esta tormenta es más intensa que lo usual... se ha retrasado mucho. Hae ¿te atemorizan los truenos? -preguntó Hyukjae mientras terminaba de comer el guiso. Apenas podía verlo.
-¡Claro que no! -replicó con altivez. Vació una copa de vino que se había servido para calentar su cuerpo.- Muy pocas cosas me atemorizan.
- Bien - replicó Hyukjae con voz vibrante, mientras se desperezaba - Propongo que nos acostemos, porque ya hay muy poca luz.
- Si no te importa, prefiero esperar un rato.
Estiró la mano hacia el odre de vino, pero él interrumpió el movimiento.
- Pues sí, me importa.
Lo obligó a ponerse de pie y, aunque él se resistía, lo arrastró al dormitorio. Pero Donghae tenía más valor gracias al vino. Hundió los dientes en la mano de Hyukjae, se liberó y corrió a esconderse detrás de las cortinas.
-¡Maldita seas, Donghae! ¿No acabarás nunca con tus triquiñuelas? -exclamó Hyukjae encolerizado.
Pero Donghae sabía que él no podía verlo.
En ese instante el rayo volvió a surcar el cielo e iluminó el cuerpo de Donghae recortado sobre el trasfondo de las cortinas. Casi inmediatamente, se vio tendido de espaldas y con el cuerpo de Hyukjae que presionaba fuertemente sobre él y lo hundía en la espesa alfombra.
Hyukjae comenzó a darle besos en el cuello, rozándole apenas la piel, hasta su hombro, desde ahí aspiró con entusiasmo el delicioso aroma de Donghae deteniéndose nuevamente a la altura del oído.
- Me alegra que este lloviendo porque de esa forma tendré que hacerte gozar mucho mas para poder escucharte gemir mi nombre –susurro Hyukjae
- De… déjame tranquilo –Donghae ya no se sorprendía que estuviera a punto de ceder a todo lo que Hyukjae quisiera
Hyukjae se volteo y no tuvo de otra más que callarlo con sus labios, evitando así que pronunciara cualquier otra palabra o incluso algún pensamiento. El beso que Hyukjae le daba era fascinante, suave, ágil y definitivamente alucinante, pero tampoco dejaba de ser hambriento y algo salvaje.
Donghae poco a poco se dejó vencer por los deseos de aquel hombre y sin darse cuenta, no supo como, pero ya se encontraba sumergido en esos besos que se esparcían por su rostro. Simplemente se rindió, era imposible contenerse ante esas caricias.
Mientras que Hyukjae por su parte se recreaba en la suavidad de la piel de Donghae, era como si estuviera besando un trozo de seda. Mientras lo desnudaba sin molestarse en desatar las prendas.
Un rendido Donghae solo se dejaba hacer. Ya no tenía remedio, aunque su mente le decía una y otra vez que lo detuviera, su cuerpo hacía todo lo opuesto. Se movía de manera sensual sin darse cuenta, lo que a Hyukjae le resultaba extremadamente excitante. Todo lo que este le hacía le proporcionaba placer.
Las manos de Hyukjae lo hacían sucumbir ante sus caricias, estas ahora bajaban por su espalda, mordió el lóbulo de su oreja en un movimiento erótico, haciendo que un sonoro suspiro escapara de su boca.
Abrió los ojos al momento que otro rayo iluminaba la tienda y se encontró con los de Hyukjae, sabia que había descubierto que toda la vaga resistencia que oponía se hacia añicos ante sus provocadoras caricias.
- Estoy perdido… a sus ojos no puedo ocultarme –pensaba Donghae
De nuevo un rayo iluminó el cielo, la tienda y sus rostros. Donghae pudo ver como las pupilas de Hyukjae se dilataban llenas de excitación… lo que le puso la carne de gallina y el deseo se adueñó de su cuerpo.
Hyukjae sonrió complacido, atrapando los labios de Donghae en un beso que hizo que olvidara todo. Definitivamente besaba de maravilla, acariciando el interior de su boca con la lengua, disfrutándolo; Donghae se abrazó con fuerza a él y correspondió su beso con la misma pasión.
De pronto las caricias se hicieron mas lentas, cada minuto que pasaba era una eternidad para Donghae, pero muy bien aprovechada por Hyukjae. Este comenzó a descender por su torso, haciendo una parada en cada pezón mientras que Donghae solo cerraba fuerte los ojos mientras echaba su cabeza para atrás. Continúo descendiendo dejando un camino de besos por su vientre.
Rápidamente Hyukjae le brindo la atención mas ferviente al miembro de Donghae, quien a pesar de que se resistía no podía negar lo mucho que le gustaba. Todo lo que le hacía lo volvía loco.
- Hyukjae… Hyuk voy a… voy
El placer era tanto que no pudo terminar de hablar. Hyukjae continúo hasta que hizo que terminara en su boca. Un avergonzado Donghae desvió la mirada hacia otra parte, no quería sentirse sometido por él, que quizás hacia algo como aquello por el placer de molestarlo o porque en realidad le gustaba hacer algo como eso.
Mientras se debatía con éstos cuestionamientos internos, Hyukjae le dio la vuelta y sin previa preparación comenzó a introducir su deseoso miembro en el cuerpo de Donghae, lentamente sin detenerse. La diversidad de sensaciones que se apoderaba del cuerpo de Donghae no lo dejaba sentir tanto dolor por lo que pronto comenzó a moverse, aun sin haberse acostumbrado del todo a la intromisión.
Mordía sus labios tratando de reprimir el dolor que aun sentía. Pero a medida que era embestido por Hyukjae el dolor iba desapareciendo, hasta que se encontró gimiendo fuertemente. En ese momento ya nada le importaba, no existía nada más que solo Hyukjae y los estragos que causaban en su cuerpo todas esas caricias, besos y embestidas, todas juntas, eran demasiado.
Tiempo después ninguno aguantaba más, por lo que Hyukjae acelero sus embestidas inclinándose para alcanzar el miembro de Donghae y masturbarlo, avisándole de esa forma que el estaba por terminar. Unas embestidas mas, penetrándolo profundamente alcanzando ese punto donde Donghae no se resistía más y se dejaba llevar apretando su miembro dentro de esa cavidad que lo volvía loco.
Terminaron al mismo tiempo, ambos en un gemido que seguramente había traspasado la tormenta y escuchado en los alrededores. Sus respiraciones poco a poco se iban normalizando. Hyukjae tomo a Donghae entre sus brazos, abrazándolo mientras que todavía era víctima de los espasmos. Donghae intentó separarse pero el cansancio y la agitación lo contuvieron, prefirió quedarse así sin decir nada, después de todo, no tenía aliento para hablar. Hyukjae fue el primero en hablar
- Lo siento Hae- dijo más tarde Hyukjae. Pero siempre me asombras cuando veo hasta dónde puedes llegar para evitar el amor. ¡y lo deseas tanto como yo!
-No es cierto -exclamó Donghae, apartó el cuerpo de Hyukjae y corrió hacia el interior del dormitorio.
Se arrojó sobre la cama y dejó que las lágrimas fluyeran libremente.
Sintió el peso de Hyukjae en el lecho, y en la oscuridad de la habitación volvió hacia él su rostro.
- Hyukjae, deseo volver a casa. Quiero regresar con mi hermano - rogó entre sollozos.
-OH -replicó Hyukjae secamente- Y yo no quiero oír hablar más de eso.
Lloró incansable sobre la almohada, pero Hyukjae se mostró indiferente a sus lágrimas y al fin ambos se adormecieron.
Pasó rápidamente un mes, y después otro. Aunque era invierno, había días cálidos, con suaves brisas del este. Donghae lamentaba necesitar del cuerpo de Hyukjae para tener calor durante las noches prolongadas y frías. Despertaba por la mañana y se encontraba acurrucado a su lado, o él tenía su cuerpo abrazado a la espalda del joven.
El tiempo actuaba en su contra, porque el estrecho contacto de los cuerpos deseosos de calor excitaba el deseo de Hyukjae. Si él despertaba primero, Donghae no tenía modo de escapar.
A Hyukjae le complacían esos encuentros matutinos porque así no lo perseguía por toda la tienda y contrarrestar sus golpes y puntapiés. Por la mañana, le sujetaba los brazos antes de que despertase del todo y supiese qué estaba ocurriendo. Después, se tomaba su tiempo, y a lo sumo tenía que afrontar unas débiles protestas antes de que se entregase por completo a las caricias.
Hyukjae pasaba los días cazando, era buen cazador. Rara vez erraba el tiro y a menudo llevaba a su tribu un bienvenido refuerzo de carne.
Donghae se ajustaba ahora a una rutina. Pasaba las mañanas en la tienda leyendo y una que otra ocasión se dedicaba a sus estatuillas de madera. Ryeowook solía visitarlo. A Donghae le gustaban los niños y se complacía en jugar con los hijos de Ryeowook, especialmente con el menor.
Cuando Donghae veía jugar a los niños, a veces se preguntaba qué ocurriría si llegaba a quedar embarazado. Le habría encantado tener un hijo, pero no deseaba un hijo de Hyukjae. Lo odiaba demasiado. ¿Y cómo reaccionaría el propio Hyukjae? ¿Lo expulsaría de su tienda si perdía su belleza y no lograba satisfacerlo? Había dicho que él no estaba allí para engendrar niños. Quizá no le agradaban. Pero si le daba un hijo, ¿lo aceptaría? ¿O decidiría expulsarlo sin el pequeño? De todos modos, tales interrogantes carecían de sentido, de modo que no caviló demasiado tiempo acerca del asunto.
Después del almuerzo, todos los días Donghae iba a visitar a Rain. Su salud había mejorado mucho. Podía concentrar mejor la atención y hablaba más con él, su tema preferido era Hyukjae. Cuando comenzaba a hablar de su hijo nada podía detenerlo. Le habló de la infancia de Hyukjae y cómo había crecido en el desierto. También le explicó que le había enseñado a caminar y hablar.
- La primera frase de Eunhyuk fue medio árabe y medio inglesa, ¡No sabía que eran dos idiomas diferentes!
Donghae compadecía un poco a Jihoo. Era evidente que Rain reservaba todo su afecto para Hyukjae. Quizá él también compadecía a Jihoo y por eso siempre le permitía salirse con la suya.
Después de visitar a Rain, Donghae salía a cabalgar. Esperaba ansiosamente el momento de montar. Si Hyukjae no estaba, partía con Sunwoo o Jinwoo y a veces incluso con Jihoo, si éste se encontraba en el campamento, lo cual no era frecuente.
Mientras Donghae atravesaba el desierto montado en Cuervo, imaginaba que estaba san y a salvo en la residencia Choi y que no tenía problemas ni preocupaciones. No existía Hyukjae, no afrontaba dificultades, y nada provocaba la añoranza de una felicidad pasada. Sólo Nemo bajo su cuerpo y Kibum o Siwon con él corriendo a través de los prados, el viento fresco acariciándole el rostro. Pero el soplo árido del desierto siempre destruía sus sueños y le recordaba el perfil de la realidad.
Donghae rogaba desesperadamente que Hyukjae se fatigase muy pronto de él. Pero el deseo de su secuestrador parecía insaciable. Consagraba las tardes a idear modos de evitar lo inevitable, pero muy pronto se le agotaban las ideas y nada parecía eficaz. Se mostraba irritable y estaba descontento. Fingía somnolencias y jaquecas. Pero Hyukjae siempre adivinaba sus planes.
Si provocaba la cólera de Hyukjae, de ese modo sólo conseguía que él lo poseyera con rudeza. El único respiro de Donghae era cuando él estaba agotado, pero en general, Hyukjae lo compensaba a la mañana siguiente.
Donghae no había visto a Hyukjae durante el día entero. Jihoo había cenado con ellos la noche anterior y había regalado al joven un hermoso reloj de oro tallado.
Donghae le había dado un beso fraternal en la mejilla, como reconocimiento por el regalo. Hyukjae se había mostrado hosco y taciturno el resto de la velada.
Se preguntaba cuál era la causa de dicha reacción mientras miraba de prisa hacia el corral donde Jinwoo esperaba para acompañarlo en su paseo diario. En la prisa no vio a Junsu que se apartaba del fuego, Donghae chocó con el joven y lo arrojó al suelo.
-Lo siento -jadeó Donghae - Vamos, permíteme ayudarte.
- No me toques, con tu magia conseguiste que Eunhyuk te desee. Pero yo romperé el encanto. El no te ama. Pronto te echará de su lado y me desposará. Aquí nadie te quiere. ¿Por qué no te marchas?
Donghae no supo qué decir. Necesitaba evitar el odio que veía en lo ojos de Junsu. Nunca había imaginado que los celos podían provocar un sentimiento tan intenso. Corrió hacia los caballos y vio que Jinwoo esperaba, en su rostro se veía una expresión de asombro ante las palabras de su hermano. Comenzó a decir algo a Donghae, pero él montó de prisa a Cuervo y sin perder un segundo salió del campamento.
Jinwoo montó e hizo todo lo posible para alcanzar a Donghae. Sabía que el jeque Eunhyuk lo despellejaría vivo si algo le ocurría a Donghae. El descendía tan velozmente la colina que fácilmente podía caer del caballo y herirse. Sería culpa de Junsu, que lo había perturbado, pero Jinwoo tendría que afrontar la responsabilidad.
Ah, ese Junsu! Jinwoo le haría pagar caro su desplante. Lo obligaría a comprender que el jeque se sentía feliz con ese extranjero, a pesar de que aún no lo había desposado. Junsu debía renunciar a sus esperanzas.
Donghae tenía la visión enturbiada por las lágrimas. No lloraba a causa de las palabras de Junsu, porque poco le importaba que Hyukjae lo amase o no. Lloraba porque Junsu lo odiaba y él no tenía la culpa de lo que ocurría. De buena gana habría dejado el lugar de esposo o amante de Hyukjae. De buena gana se habría marchado del campamento. No había pedido a nadie que lo secuestrasen.
Donghae contuvo a Cuervo al pie de la colina, para enjugarse las lágrimas antes de continuar la marcha. Deseaba internarse en el desierto hasta donde Cuervo pudiese llevarlo, y no le importaba lo que le ocurriese.
De pronto, a lo lejos vio a dos jinetes. Se habían detenido, y eran dos figuras inmóviles al pie de las montañas. Donghae pensó cabalgar hacia ellos, y de pronto el más alto de los dos hombres se acercó.
Podía ser Hyukjae o Jihoo, porque era demasiado alto para tratarse de otra persona. No podía reconocerlo, porque aún estaba lejos y la kufiya disimulaba los rasgos.
Si era Hyukjae no podría evitarlo. Oyó el ruido de los cascos del caballo que montaba Jinwoo y al volverse vio los ojos inquietos del joven.
- Deseo pedir disculpas por mi hermano- Consiguió decir Jinwoo cuando recuperó el aliento- No tenía derecho de decir lo que te dijo, y por eso lo castigaré.
- Está bien Jinwoo. No deseo que castigues a Junsu por mí. Comprendo sus sentimientos.
Cuando volvió los ojos hacia el lugar donde había visto a los dos hombres, Donghae advirtió que ambos habían desaparecido. Continuó el paseo acostumbrado con Jinwoo y antes del anochecer regresó al campamento.
Cuando Donghae entró en la tienda encontró a Hyukjae que lo esperaba para ir al pozo del baño. Parecía estar de buen humor, y cuando él pasó a su lado, para buscar las toallas y el jabón, le aplicó una palmada en las nalgas. Donghae no le preguntó si él era uno de los hombres a quienes había visto en el desierto. Hyukjae había dicho muchas veces que no le agradaba que lo interrogasen.
Hacia el final de la mañana siguiente, Ryeowook entró en la tienda. Se detuvo frente a Donghae retorciéndose las manos.
Una angustia terrible oprimió el corazón de Donghae. Comprendió que tenía que haber ocurrido algo muy grave, pero no sabía por qué experimentaba un dolor tan profundo.
-¿Qué pasa Ryeowook?, ¿Le ocurrió algo a Eunhyuk?
- No - contestó Ryeowook, y una lágrima se deslizó en su mejilla— Es su padre... el jeque Rain ha muerto.
No hay comentarios:
Publicar un comentario