Algo Nuestro- Capítulo 2



Heechul le vio desde lejos e hizo acopio de coraje. Siwon se había puesto una ropa más casual, todavía recordaba que no había dejado de tironearse la corbata aquella misma mañana. Decidió que, o bien no llevaba traje muy a menudo, o no le gustaban. Lo vio en el momento en que él miraba hacia la calle. La terraza del café era un buen sitio, abierto,  Concurrido. No discutirían allí. Sin embargo, tuvo la impresión de que él parecía sentirse solo, olvidado, aunque estaba relajado en su silla con un brazo sobre el respaldo. Las mujeres y jóvenes desfilaban ante él con la esperanza, a Heechul no le cupo duda, de llamar su atención. Pero ni siquiera se molestaba en mirarlos mientras mantenía una expresión tan distante que Heechul experimentó una punzada de compasión. Estaba divorciado, su esposa había muerto y ahora vivía solo. Eso era todo lo que Jungsoo había podido averiguar con tan poco tiempo, aparte de que era propietario de una empresa de construcción.


Heechul se masajeó el puente de la nariz para despejar el dolor de cabeza que le amenazaba y cuadró los hombros. Hizo una seña al maître que lo condujo a la mesa. Como si presintiera su presencia, Siwon giró la cabeza y se puso en pie de un salto para ayudarlo a sentarse. Heechul se dejó caer en la silla agradecido y se quitó los zapatos. Embarazo y pies felices eran dos conceptos enemistados.

Olía a canela, decidió Siwon mientras volvía a su asiento. Hicieron su pedido. Cuando el camarero se marchó, Siwon centró su atención en el joven que tenía enfrente. Le había colocado la silla a una distancia segura, presintiendo que él no querría estar demasiado cerca. No quería asustarlo. Había demasiado en juego. Heechul podía desaparecer con su hijo aún no nacido y Siwon volvería a encontrarse solo.

—¿Va a quedarse mirándome así o qué?

Llevaba la misma ropa de la mañana. Siwon se alegraba de que no se hubiera cambiado.

—¿Dónde trabajas, Heechul?

Él sopesó la opción de no decir nada. Con alguien como Kim Kangin como abogado, a esas alturas era probable que Siwon estuviera enterado hasta del color de su cuarto de baño.

—Tengo una tienda a cuatro manzanas de aquí, “señor Choi” —insistió, con la esperanza de que Siwon pillara la indirecta.

Y Siwon la pilló, aunque también la ignoró por completo.

—Deja que adivine, ¿una tienda de ropa?

—No, un bazar. Petal’s Attic.

Siwon frunció el ceño.

—Diseño y confecciono ropa —dijo haciendo un gesto hacia su propia vestimenta.

Siwon se dio cuenta de que también trabajaba con sus manos y se fijó en los dedos, esmeradamente cuidados. Siwon deseaba haberlo visto antes del embarazo, incluso después, sin el vientre voluminoso. La verdad era que deseaba verlo sin nada en absoluto.

Heechul sintió su mirada, vio que se oscurecía y se hacía más profunda, provocando un calor poco habitual en su cuerpo, ya cálido de por sí. Lo achacó a un golpe de calor. El camarero les sirvió los platos. Heechul, todavía atrapado en la mirada de Siwon, no se dio cuenta de que había llegado la comida hasta que estuvo a punto de echársela encima.

—¿Quién te hizo daño?

Sus palabras eran suaves, como una caricia tibia. A Heechul no le gustó. Pero nada en absoluto.

—¿Cómo dice?

—Quién te hizo tanto daño como para que no quieras compartir tu vida con otra persona? .

Una mentira hubiera ido bien en aquel momento, pero Heechul no pudo obligarse a decirla.

—No es que no quiera. Más bien me parece... innecesario. Me va bien solo, con alguna cita de vez en cuando.

—¿Por qué no te acostaste con algún pobre desgraciado para desaparecer después? Habrías tenido justo lo que querías.

—No —respondió él tenso—. No iba a arriesgarme a contraer una enfermedad ni nada por el estilo. ¿Qué tendría que haber hecho? Oye, discúlpame —dijo, agitando en el aire los palillos—. ¿Te importaría someterte a un análisis para comprobar que no sufres enfermedades y yo pueda quedarme embarazado? Pero tienes que darte prisa porque estoy en época fertil. No podría haberlo hecho, al menos no sin que él estuviera al tanto de mis planes.

Siwon sonrió.

—¿Pero sí podías conmigo?

Heechul dejó los palillos y se masajeó las sienes.

—Es distinto. Cuando me metí en esto, me aseguraron que el donante nunca lo sabría. Los donantes renuncian a sus derechos por escrito.

—A no ser que los niños quieran encontrarlos.

Heechul se encogió de hombros.

—¿Qué ibas a decirle a mi hijo cuando preguntara por su padre?

De nuevo, sus hombros se movieron inquietos mientras jugueteaba con la comida.

—Pensaba decidirlo cuando llegara el momento. Si ella era lo bastante mayor como para entenderlo, le habría dicho la verdad.

De pronto Siwon se echó hacia delante, cercando el aire, el momento mismo. Estaba tan cerca que él podía ver las motas negras de sus ojos.

—¿La verdad? ¿Que lo habían concebido en un laboratorio y no en una cama? ¿Que su padre era un tipo al que nunca podría conocer?

El tono de Siwon era íntimo, aterciopelado y Heechul tragó saliva nerviosamente.

—Es inevitable.

—Desde luego que no.

—Y cómo... ?

Heechul abrió mucho los ojos y le miró fijamente a la cara. Sacudió la cabeza con una expresión asustada.

—Oh, no! ¡No lo diga!

—Cásate conmigo.

Heechul estuvo de pie en un abrir y cerrar de ojos. Lanzó su servilleta sobre la mesa.

—Eso nunca arregla nada y esto menos que nada.

Siwon se levantó lentamente.

—Heechul, cálmate.

—Estoy calmado. Dije que comeríamos, que hablaríamos, no que admitiría una maldita proposición de matrimonio que no es de fiar.

Se alejó de la mesa airado, dando las zancadas más largas que podía y, de repente, se paró en seco se quedó mirando sus pies descalzos. Siwon se dio cuenta de cómo se hundían sus hombros antes de dar la vuelta. Cuando volvió a sentarse, Siwon contuvo una sonrisa mientras él se calzaba. Lo sujetó del brazo y sintió que un cosquilleo invadía su cuerpo.

—Heechul, espera. Habla conmigo.

—No —dijo, librándose de un tirón—. Esta conversación...

Heechul jadeó de pronto aferrándose a su hombro sujetándose el vientre con la otra mano. Siwon se crispó, su mirada desesperada iba del rostro de Heechul a su vientre. Al instante se dio cuenta de que no sufría dolor, sino que el niño se movía como un salvaje en sus entrañas. Sin pensarlo, se lo sentó en el regazo y cubrió con sus manos aquellas protuberancias y ondas que surcaban el vientre redondo.

Heechul pensó que su audacia era insufrible. Trató de levantarse, pero él se lo impidió. Entonces se quedó inmóvil, contemplando su expresión, de arrobo, de felicidad. Siwon era feliz hasta el delirio, podía sentirlo como una fragancia dulce en la brisa, un perfume casi tangible

—Siwon —susurró.

Siwon levantó los ojos. A Heechul estuvo a punto de rompérsele el corazón. Sus ojos oscuros, hechiceros, capaces de atravesarle, estaban húmedos y eran tiernos, tan increíblemente vulnerables que pensó que iba a ahogarse en ellos. Parecía desamparado mientras le acariciaba el vientre, siguiendo los movimientos de la vida que alentaba en su interior. Un ardor, familiar, sensual y embriagador, se extendió por su cuerpo. Se movió sobre su regazo y él volvió a fijar la mirada en el vientre.

Cuando Heechul puso la mano encima de la suya, Siwon sintió que la emoción despertaba en él, una pesadez en el pecho que no había experimentado nunca en sus treinta y cinco años. Una vida empujaba contra la palma de su mano. Era su hijo, que le decía que estaba allí, imbricado en él, pero siendo una entidad distinta del appa. “Este niño también es una parte de mí que vive y respira”. Y el niño le necesitaba.

Vio que Heechul le sonreía con ternura. “Dios, es precioso”. Y estaba provocando reacciones en él, intoxicándole con el movimiento de sus nalgas, con el olor de su perfume y de su piel, con la mirada de sus ojos. Por un momento, Siwon lo vio en su cama, desnudo, húmedo, anhelante. Abrió la mano que tenía sobre su espalda y la deslizó hacia arriba, apretándole contra sí. Rozó con el aliento sus labios cálidos, infinitamente dulces.

Heechul abrió los ojos y se apartó sobresaltado.

—No, No, no, no.

Se bajó de su regazo, rechazó su ayuda y repitiendo aquella palabra una y otra vez mientras salía del restaurante lo más deprisa que podía. No se habría movido más rápido aunque su vida hubiera estado en juego. Siwon sonrió como un tonto. Varios clientes le imitaron.

—Mi niño —dijo.

Entonces se sentó y se sujetó a la mesa para recuperar el aliento. Heechul lo había sentido. Rezó para que hubiera experimentado la misma descarga eléctrica, porque él estaba frito hasta los calcetines. Y la única razón por la que no iba tras él era porque todo el restaurante sabría perfectamente lo que le había hecho con tanto moverse.



Heechul puso el artículo en una bolsa y se lo devolvió al cliente. Se obligó a mantener la sonrisa en sus labios cuando la señorita Jessica lo llamó con su voz cantarina desde el probador.

—Voy ahora mismo —respondió con el mismo sonsonete, aunque sus hombros se hundieron visiblemente.

—Yo me encargaré de ella, Heechul —dijo uno de sus empleados, un joven universitario.

—Gracias, pero sólo tratará de que lo pases fatal, Key —dijo Heechul en un susurro.

La señorita Jessica encontraba mal todo lo que el chico hacía y Heechul no quería que su mejor empleado se molestara tanto que acabara perdiéndolo. Lo necesitaba. Key estaba espléndido con sus diseños y tenía un gusto maravilloso para los escaparates.

Key se mostró de acuerdo y, tras una breve y amarga mirada hacia el probador, se dio la vuelta para atender a otro cliente. Heechul tomó tres conjuntos más de la percha y fue al fondo de la tienda. Calmó las quejas de la mujer madura sugiriéndole otro estilo. El único motivo por el que soportaba sus caprichos era que se dejaba cerca de mil dólares cada vez que entraba por la puerta. Además, comprendía que estar soltera y sin hijos a los cincuenta años debía ser duro. Sin embargo, también comprendía que estuviera sola. Su aura era marrón, como diría su madre.

—Creo que deberíamos probar una talla mayor, ésta queda un poquitin pequeña —añadió ante la expresión venenosa de la mujer.

Le alcanzó los otros vestidos y se apoyó en la pared. Sólo quería echar una siesta, poner los pies en alto. Estuvo a punto de chillar cuando la campana de la puerta volvió a sonar.

El sueño lo había esquivado la noche anterior. No había podido dejar de pensar en Siwon, recordando la expresión de sus ojos cuando sintió los movimientos del niño, su perfume maravilloso justo antes de que lo besara. No, cuando casi lo había besado.

Cuando la señorita Jessica salió del probador con disgusto evidente, Heechul se preparó para recibir una lluvia de críticas. Se apartó de la pared y ajustó el conjunto sobre la amplia figura de la mujer.

—Pica. Además, no es el encaje francés que a mí me gusta —gimoteó.

“Y el estilo es para una mujer mucho más joven y delgada”, pensó Heechul. ¿No se había dado cuenta de que el escote trasero impedía que llevara sujetador?

—¿Qué te parece el color?

¿Un vestido rosa para una pelirroja? Adivina, pensó Heechul.

—No le hace justicia —dijo una voz.

Los dos se dieron la vuelta. El corazón de Heechul dio un extraño vuelco cuando vio a Siwon apoyado contra la pared del pasillo, los brazos cruzados sobre su estómago plano. Su leve sonrisa, tan masculina y seductora, prácticamente hacía vibrar el aire.

“Dios mío, qué atractivo está!”, pensó, a pesar de que sólo llevaba una camiseta azul y unos vaqueros muy desgastados.

—¿Cómo ha dicho? —dijo Jessica rezumando ponzoña.

La mirada de Heechul osciló entre la causa de su insomnio y la de su inminente dolor de cabeza.

—Me refiero al color.

Siwon retrocedió y escogió el mismo modelo en un tono más oscuro y sombrío. A Heechul no le pasó inadvertido que también era una talla más grande.

—Este sí que está hecho para usted.

La señorita Jessica sonrió. Por primera vez en siglos, imaginaba Heechul mientras Jessica se metía a toda prisa en el probador. Siwon lo miró directamente.

—Gracias —dijo y luego bajó la voz—. Estaba empezando a hartarme.

—Pareces agotado.

—Lo estoy.

—¿Es por mi culpa? —preguntó él con una sonrisa. Heechul entornó los ojos.

—Sí, por ti y por tus derechos imaginarios. ¿Qué es lo que desea, señor Choi?

—Para empezar, que te lo tomes con tranquilidad.

—Mi niña y yo estamos perfectamente.

“Hasta que te he conocido”. Siwon contemplaba su camisa beige oscuro y sus pantalones cuidadosamente planchados, pero era en su cara donde se notaba la fatiga. Hebras de pelo húmedo se pegaban a su nuca. Las ojeras ensombrecían sus mejillas su piel tenía un color gris pálido.

—Por favor, vete de mi tienda —dijo Heechul, súbitamente incómodo.

Iba a retirar una caja, cuando tuvo que enderezarse tambaleándose. Siwon se lanzó hacia él, apoyándolo. Heechul descargó su peso en él mientras respiraba lentamente y parpadeaba. Siwon lo alzó en brazos y lo sacó del probador.

—Soy perfectamente capaz de andar solo —dijo, debatiéndose.

—Apenas puedes tenerte en pie —dijo él con tono perentorio.

Heechul  le  puso  mala  cara.  Su  ayudante  corrió  a  abrirles  la  puerta  de  la  oficina.

 —Quiere que llame a un médico?

—No!

A Heechul le molestó que Key estuviera dispuesto a recibir órdenes de Siwon, aquel entrometido.

—Sólo agua —dijo él.

Dejó a Heechul en el sofá. Key buscó agua en el frigorífico mientras él le quitaba los zapatos. El chico le dio a él el vaso de agua y les dejó solos cerrando la puerta.

—Tengo que ocuparme de la señorita Jessica.

—Que espere.

—Esto es un negocio, Choi Siwon. Necesito mantenerlo a flote.

Trató de levantarse pero él se lo impidió con suavidad. Le puso el vaso en las manos y acercó una silla.

—¿Tienes hambre?

—No he tenido ocasión de comer —dijo, señalando la comida que había sobre la mesa. Siwon se levantó, tomó un sándwich y una pieza de fruta y se sentó a su lado.

—Come.

—Bebe, come, ¿es que no sabes hacer otra cosa que darme órdenes?

—Sí —dijo él con una mirada insinuante—. Pero ya llegaremos a eso después.

Mordió el emparedado gimiendo de placer. Siwon pensó que quería oír aquel mismo gemido cuando él lo besara. La comida desapareció en cuestión de segundos. Siwon tenía la sensación de que ni siquiera recordaba que él estaba allí hasta que se quedó mirando ceñudo los envoltorios, como si esperara que quedara algo. Siwon soltó una risilla y Heechul se ruborizó.

—¿Quieres que te traiga algo más?

—No, gracias. Estamos satisfechos —dijo palmeándose el vientre.

“Estamos”. Era un lote completo. Siwon se había devanado los sesos buscando una solución a sus problemas. La noche anterior, cuando ya sólo aquellos llameantes ojos cafe llenaban su mente, se dio cuenta de que antes que nada tenía que conocerlo mejor. Sólo entonces podrían hacer algo con respecto al niño y al antagonismo que sentían.

Llamaron a la puerta. Key asomó la cabeza.

—Lo siento, Heechul, pero la señorita Jessica quiere verte. He tratado de explicárselo, pero creo que está a punto de marcharse.

Heechul bajó los pies del sofá.

—Tú quédate quieto —ordenó Siwon apuntándole con un dedo admonitorio—. Dile a la señorita Jessica que yo me ocuparé de ella.

—¿Tú?

—¿Usted? —graznaron los dos a la vez.

—Sí, yo. Maldita sea!

Despidió a Key con un gesto y volvió a ponerle los pies de Heechul en alto. Su mirada se oscureció. Tenía todo el aspecto de necesitar urgentemente echar una cabezada.

—Tengo que salir.

—Déjala que espere.

—Choi, ésta es mi tienda, mi medio de vida y esa mujer por muy fastidiosa que pueda ser, es muy buena pagadora.

Siwon se alzaba ante él, tapando la luz, obligándola a echar el cuello hacia atrás para mirarlo. Bloqueaba toda salida y Heechul se sintió prisionero ante un marine armado.

—No trates de decirme lo que debo hacer —le advirtió—. Sólo porque haya un bebé entre nosotros no tienes derecho a inmiscuirte en mi vida.

Siwon se arrodilló junto al sofá y lo miró a la cara.

—Me paso el tiempo tratando con gente como ella. No te puedes imaginar cuántos clientes han decidido que querían una casa sólo para insistir en que mis hombres la echaran abajo y comenzaran de nuevo una semana después.

Heechul le miró con recelo. Cuando él se dio cuenta de que no se creía aquella comparación, cambió de rumbo.

—Se te ve cansado, Heechul. Tienes los pies hinchados.

Heechul se los miró y movió los dedos.

—He aprendido a vivir con esto.

Siwon suspiró. Le puso una almohada bajo las rodillas e hizo que se recostara sobre los cojines.

—No trato de dirigir la situación. Dios sabe que no tengo la menor idea sobre ropa —dijo con una de sus sonrisas devastadoras—. Bueno, excepto cómo quitarla.

Heechul le lanzó una mirada asesina.

—Pero, te estás esforzando demasiado.

Heechul abrió la boca pero el se la tapó con la mano.

—Te prometo que no dejaré que esa vieja urraca se vaya sin llevarse una de tus creaciones por lo menos.

—Por lo general se lleva dos, zapatos inclusive.

Siwon sonrió y Heechul sintió la sinceridad de sus intenciones desde la cabeza a los pies. ¿Cómo se las había arreglado para acabar haciendo el papel del amante solícito? Tuvo que recordarse que no iba tras él, sino a por su hijo. Era imposible que le interesara él. Su propuesta de matrimonio sólo era una estratagema para llegar hasta la niña, era obvio que significaba mucho más para él de lo que se había imaginado. De repente, le odió por tratar de meterse en su vida y se detestó a sí mismo por permitírselo.

La expresión de Siwon se endureció. No creía que alguien tan hermoso debiera adoptar aquella expresión de odio tan intensa. Volvió a suspirar, tomó el vaso y lo dejó sobre la mesa del despacho.

—Descansa, joven Kim —dijo en tono corte yendo a la puerta.

—¿Siwon? Esto no cambia nada.

Siwon lo miró por encima del hombro con la mano en el pomo.

—Lo que tú digas.

Y a Heechul no le gusto cómo sonaba. No, nada en absoluto.



—¿De verdad que se ha metido aquí y ha vendido vestidos? —preguntó Jungsoo veinte minutos después.

Heechul tenía ganas de pellizcarlo. Cuando Key asintió, Jungsoo se retorció de la risa. Heechul traspasó a su hermano con la mirada y Key, que era una criatura impresionable, se deshizo en disculpas.

—Es tan guapo que la señorita Jessica no ha dejado de babear. Ha comprado los vestidos que tú querías que se probara. Ya sabes, los que de verdad le sentaban bien. Incluso le ha hecho comprar los zapatos y un sombrero. ¡Ay, Señor! —Exclamó el chico, abanicándose con la mano—. Y es que tiene una manera tan encantadora de llenar esos vaqueros... Para ser un hombre de su edad, claro.

—Claro —dijo Jungsoo. Aunque la sonrisa ya no era tan firme.

—¿Cómo lo has conocido? —preguntó Key. Heechul sintió que le ardían las mejillas. Balbuceó.

¿Cómo iba a explicárselo? Aquello era cada vez más complicado. Miró a su hermano en busca de ayuda. Jungsoo dejo que sufriera un momento antes de intervenir.

—Sólo es un amigo... de la familia, podría decirse.

Key asintió y luego fue a recoger el desorden que aquella venta vertiginosa había causado.

—¿Dónde está? —preguntó Jungsoo.

—Y cómo demonios quieres que lo sepa!

Jungsoo retrocedió y contemplo a su hermano con preocupación.

—Vaya, sí que estás cansado!

—Te equivocas, estoy furioso. No fuiste de ninguna ayuda en la reunión de ayer, Jungsoo. De ninguna.

—Que tú creas eso es irrelevante. Choi Siwon podría haberte puesto un pleito por la custodia, Heechul. Todavía puede.

Heechul se puso pálido.

—Hemos tenido suerte de que sea un hombre con corazón. De lo contrario, en cuanto hubieras dado a luz, las autoridades podrían haberse echo cargo del bebé hasta que alcanzarais un acuerdo. ¿Te gustaría que otra persona sostuviera a tu hija en brazos antes que tú? ¿Que la cuidara, que decidiera su futuro? Tampoco vas a morirte por tratar de hacerte amigo suyo.

—Sí, me moriré. Eso le daría autoridad y no me fió de él.

—Por el amor de Dios! Nadie dice que tengas que casarte con él —exclamó Jungsoo soltándolo.

—Sí, él mismo.

—Venga ya.

Heechul arqueó una ceja y la expresión de Jungsoo se volvió tensa.

 —¿En serio?

—No haces mucho caso de los mensajes de tu número privado, ¿verdad? Te llamé inmediatamente después de la comida, toda la noche y toda esta mañana.

 —Yo.. —Jungsoo apartó la mirada—. Pasé la noche fuera.

Heechul lo miró un momento y luego sonrió. Al menos, alguien se lo pasaba bien. Entonces le contó lo sucedido durante la comida en la terraza. Jungsoo cruzó los brazos sobre el pecho y apoyó la cadera contra el mostrador, adoptando la pose del abogado eficiente.

—¿Te importunó?

—No —dijo Heechul, buscando con qué entretener los dedos.

—¿Consideras que esta visita ha sido acoso?

—No.

—Si le demandamos para que te deje tranquilo, podemos provocar que el nos demande por la custodia.

—Entonces no hagas nada. No salgo de cuentas hasta dentro de tres meses, no busquemos más problemas. Quizá pierda el interés.

Cuando Jungsoo no respondió, Heechul miró a su hermano que aguantaba la respiración.

Heechul sintió que pendía de la cuerda floja sin nada que amortiguara su caída, esperando el golpe final que lo enviara al olvido.

—Adelante, dilo. Lo leo en tus ojos.

—Nunca he visto a un hombre tan decidido a ser padre —dijo Heechul.

—Yo tampoco —murmuró su hermano, desanimado. Jungsoo le puso una mano en el brazo obligándole a mirarlo.

—Entonces, quizá por primera vez en toda tu vida, deberías dejar de planear hasta el menor detalle con esa enojosa meticulosidad tuya y simplemente dejar que las cosas sigan su curso.

—Te cae bien, no lo niegues —dijo Heechul, mirándolo con recelo.

—Mi opinión no es la que cuenta, pero sí. Es encantador, guapo, inteligente, un ex marine condecorado, dirige su propio negocio y proviene de buena familia —dijo con un brillo pícaro en los ojos—. Tiene dos hermanos que tiran de espaldas...

—Genial! Si ya te ha conquistado, ¿qué oportunidades me quedan? ¿No es esto un caso de conflicto de intereses o algo por el estilo?

—Yo no me preocuparía demasiado, hermanito —dijo Jungsoo, pasándole un brazo por los hombros y besándolo en la sien—. Todavía no le hemos presentado a mamá ni a Ryeowook. Ellos son capaces de espantar a cualquier hombre, por muy marine que haya sido.

Heechul sonrió al imaginarse a la excéntrica de su madre y a Siwon en la misma habitación. Aunque nunca permitiría que llegara tan lejos, le habría gustado verlo. Se preguntó qué cara pondría si su madre se pusiera a leerle la mano antes de dirigirle la palabra siquiera.

1 comentario:

  1. Ohbhhh pobre Hee cuan confundido se ha de sentir con toda esta situación. Eapero que no sea muy duro con Siwon, el pobre de verdad quiere ser padre u.u

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yota´s news : De regreso?

 Buenas tardes a todas las lectoras. Después de un año  y casi 4 meses regreso a saludarlas y comentarles nuevas.  Me gustaría decirle...