-¿Que estoy qué?
Aturdido, Donghae se quedó mirando boquiabierto al doctor Park Leeteuk mientras hacia anotaciones en su expediente. Había sido su médico desde que se había quedado a vivir a Mokpo, pero sólo lo había visto profesionalmente dos veces.
-Que estás tan perfectamente bien como un plato de kimchi.
-No, no me refiero a esa parte, sino a lo que ha dicho antes.
El corazón le latía tan deprisa que tuvo que agarrarse a los brazos de la silla.
-¿Que estás embarazado? —el doctor frunció el ceño—. Suponía que lo sabías al solicitar un análisis de sangre.
¿Embarazado? Temblándole la mano, se tocó las mejillas, ¿cómo podía estar embarazado? Hyukjae y él habían usado protección todas las veces. Todas excepto una.
La primera vez.
Aturdido, Donghae se quedó mirando boquiabierto al doctor Park Leeteuk mientras hacia anotaciones en su expediente. Había sido su médico desde que se había quedado a vivir a Mokpo, pero sólo lo había visto profesionalmente dos veces.
-Que estás tan perfectamente bien como un plato de kimchi.
-No, no me refiero a esa parte, sino a lo que ha dicho antes.
El corazón le latía tan deprisa que tuvo que agarrarse a los brazos de la silla.
-¿Que estás embarazado? —el doctor frunció el ceño—. Suponía que lo sabías al solicitar un análisis de sangre.
¿Embarazado? Temblándole la mano, se tocó las mejillas, ¿cómo podía estar embarazado? Hyukjae y él habían usado protección todas las veces. Todas excepto una.
La primera vez.
-¿Quieres decir que no lo sabías?
Donghae le contestó negando con la cabeza.
-Yo... yo había venido a hacerme las pruebas porque llevo unas semanas algo mareado y bastante cansado. Estoy bajo presión, y creí que eso era todo... estrés.
El doctor Park lo miró preocupado.
-¿Qué clase de estrés?
¿Que qué clase de estrés? Estuvo a punto de echarse a reír, histérico. Hacía una semana que no sabía nada de Hyukjae. Sungmin estaba ocupándose de los caballos lo mejor que sabía y él trabajaba hasta caer exhausto todas las noches para después, hartarse de llorar. Esa clase de estrés.
-Ando escaso de personal en el rancho, y además perdí la camioneta y el tejado del granero con el tornado.
-Ya lo había oído, Donghae, y lo siento.
Él asintió. En ciudades pequeñas como aquella se sabía todo. Tampoco pasaría mucho tiempo hasta que todo el mundo se enterase de que su esposo lo había dejado, y de pronto se sintió muy cansado. Cansado de plantarle cara a todo, cansado de trabajar y de sacrificarse. ¿Todo para qué? Para una cama vacía y un estómago enfadado. Sin Hyukjae, nada le importaba ya.
Nada excepto el bebé.
Se tocó el estómago maravillándose al pensarlo. Un bebé. Su bebé.
Lenta e increíblemente, una alegría comenzó a florecer en él. Le gustaban mucho los niños pero siempre había pensado esperar unos cuantos años más antes de empezar una familia. Nunca se había planteado la posibilidad de tener un niño en aquel momento. O sí?
¿Sería posible que queriendo a Hyukjae como lo quería, que después de haberlo dejado quisiera tener algo suyo, algo de los dos? ¿Algo que nadie podría arrebatarle? ¿Acaso no habría sabido en el fondo de su corazón que después de hyukjae no volvería a haber nadie para él?
Todos los síntomas del embarazo habían estado ahí, pero había preferido ignorarlos, temiendo admitir ante sí mismo que deseaba que Hyukjae y él formasen una auténtica familia, verdaderos esposos. Dos personas que se querían y que se preocupaban el uno por el otro, que compartían no sólo una cama, sino alegrías y tristezas. Y responsabilidades.
No le había dado a Hyukjae oportunidad de compartir algo que no fuese su cama.
Él había querido ayudar, pero Donghae se había empeñado en demostrar que podía
hacerlo todo solo.
Y ahora así era como estaba: solo.
Cuánto lo echaba de menos. ¿Dónde estaría? ¿Qué estaría haciendo? Un tremendo dolor por su soledad se apoderó de él al mirar a la silla vacía junto a la suya e imaginarse el rostro de Hyukjae al decirles el médico que estaba embarazado. ¿Se alegraría o se enfadaría por la noticia? Ni siquiera sabía qué pensaba respecto a tener hijos, o si los niños le gustaban o no. Nunca habían hablado del tema, ya que no formaba parte de su acuerdo.
Como tampoco enamorarse había formado parte. Aún podía oír la voz de Hyukjae diciéndole "Ganar es una actitud, cariño. Anticípate. Siéntelo". Cerró los ojos, pero lo único que pudo ver fue el dolor de haberlo perdido, un dolor que lo laceraba y la rompía en mil pedazos.
Durante dos años, todo lo que había querido se había reducido a Mokpo, un lugar donde crear un hogar y una familia. Pero ahora, sin Hyukjae, ya no le parecía importante dónde pudiera vivir.
Lo único que importaba era el bebé.
-¿Donghae?
El doctor Park estaba de pie a su lado, con la mano sobre su hombro, y Donghae se dio cuenta en aquel momento de que estaba llorando.
-Lo siento si esto no es lo que querías.
¿Que no era lo que él quería? Donghae se echó a reír al tiempo que se secaba las lagrimas.
-Doctor, quiero a este niño más que a cualquier otra cosa en el mundo. No tiene ni idea de lo feliz que me siento.
- Bueno, pues entonces, será mejor que hablemos de tu dieta y de vitaminas. Queremos que el pequeño Lee sea un bebé sano y fuerte.
Donghae sonrió, pero de pronto sintió un miedo atroz, y sujetó al médico por un brazo.
-Hace dos semanas, me di unos cuantos golpes con el tornado, y hace una, me caí de un caballo. Mi bebé, quiero decir, ¿estará todo...?
-Donghae, mírame y escúchame atentamente —lo interrumpió el doctor, sujetándolo por la barbilla—. A pesar de que el embarazo en hombres es mas dficil y de mayor cuidado, el buen Dios hace bebés mucho más resistentes de lo que uno se imagina. Y a no ser que hayas tenido dolor- dijo, y sonrió al verlo decir que no con la cabeza—, todo va perfectamente bien, y en aproximadamente siete meses y medio tendrás a tu pequeño en los brazos. De todas formas, y por motivos de seguridad, sería mejor que evitases caballos y tornados hasta que él o ella haya nacido.
Donghae suspiró aliviado. Siete meses y medio. El doctor comenzó a rebuscar entre sus cajones.
-Espera un momento. Tengo aquí algo de información sobre los cuidados sobre los embarazos. Sólo tienes que esperar a que lo encuentre.
Donghae volvió a sentarse, pero no podía estarse quieto. Sería mejor olvidarse de todos los problemas y concentrarse en el niño. En una habitación para él, ropa, pañales y un centenar más de cosas que tenía que preparar. No podía esperar a ver la cara de Ryeowook. Siempre andaba lamentándose por no tener nietos de sus sobrinos, y sabía que le haría mucho ilusión. Yesung se había marchado durante un par de días para ir a visitar a su hermano, así que tendría que esperar para conocer la noticia. Una vez lo supiera él, bueno, todo el mundo lo sabría. Todo el mundo excepto Hyukjae.
No sabía dónde podía andar Hyukjae, y mucho menos cómo podía ponerse en contacto con él. Quizás así fuera mejor. Necesitaba un poco de tiempo para pensar antes de hablar con él.
Tenía que tomar decisiones, y en aquella ocasión, había alguien más en quien pensar.
Quienquiera que estuviese llamando a la puerta de la habitación del hotel era realmente insistente.
Hyukjae intentó abrir un ojo, y el dolor de aquel mínimo movimiento le obligó a hacer una mueca. La cabeza le chirriaba como un muelle oxidado y sentía la boca como si la tuviera llena de serrín. Tenía apoyada la mejilla sobre algo blando y rasposo, y levantó la cabeza, gimiendo cuando el ruido de esos condenados nudillos en la puerta resonaron en su cabeza.
Abrió los ojos y se dio cuenta de que estaba durmiendo en el sillón, boca abajo, con las rodillas en el suelo y la cabeza apoyada en el respaldo. Era imposible dormir así... a no ser que estuvieras borracho.
Volvió a cerrar los ojos y recostó la cabeza de nuevo sobre el respaldo. Tenía las articulaciones demasiado rígidas como para poder moverlas, y dudaba mucho de que pudiera arrastrarse hasta la puerta, y mucho menos abrirla.
-Váyase- gritó, pero tenía la garganta demasiado seca para que el sonido hubiera sido otra cosa que un murmullo ininteligible.
Lenta y dolorosamente se dio la vuelta y frunció el ceño al darse cuenta de que estaba completamente vestido. Las primeras noches después de dejar a Donghae, al menos había sido capaz de quitarse los pantalones antes de desmayarse, pero cada noche había necesitado un poco más de whisky para calmar el dolor y sacarse de la cabeza su imagen, dulce y cálida, en su cama.
La cama de él, se recordó rápidamente. El rancho de él. Su vida. Había una botella de whisky a un metro de él, sobre la mesilla de noche y estaba a punto de alcanzarla cuando se abrió la puerta de la habitación.
-Eh, Hyukjae, ¿estás despierto? Soy yo, Yesung -dijo, asomando la cabeza por la puerta entreabierta.
Yesung. ¿Qué demonios estaría haciendo allí? Hyukjae se esforzó por sentarse en condiciones, intentando parecer al menos un poco digno, pero el pie se le resbaló, y fue entonces cuando se dio cuenta de que le faltaba una bota. Menuda dignidad.
Apoyó la cabeza en el respaldo y cerró los ojos. Yesung entró y se sentó en el borde de la cama frente a él.
- He creído que podía apetecerte algo de desayuno -le dijo, mostrándole una bolsa blanca de papel.
Pensar en comida hizo peligrar el estómago de Hyukjae, y se limitó a decir que no con la cabeza y a hacer un gesto con la mano de que la apartase.
-¿Qué haces aquí, Yesung?
-He venido a ver a un amigo —dijo, y le acercó una enorme taza de papel—. ¿Café?
El primer rayo de luz desde que había entrado en la habitación. Murmurando las gracias, Hyukjae aceptó la taza, agradeciendo que el café fuese sólo y que estuviera caliente.
Yesung miró primero la botella de whisky y luego su pie desnudo.
Y ahora así era como estaba: solo.
Cuánto lo echaba de menos. ¿Dónde estaría? ¿Qué estaría haciendo? Un tremendo dolor por su soledad se apoderó de él al mirar a la silla vacía junto a la suya e imaginarse el rostro de Hyukjae al decirles el médico que estaba embarazado. ¿Se alegraría o se enfadaría por la noticia? Ni siquiera sabía qué pensaba respecto a tener hijos, o si los niños le gustaban o no. Nunca habían hablado del tema, ya que no formaba parte de su acuerdo.
Como tampoco enamorarse había formado parte. Aún podía oír la voz de Hyukjae diciéndole "Ganar es una actitud, cariño. Anticípate. Siéntelo". Cerró los ojos, pero lo único que pudo ver fue el dolor de haberlo perdido, un dolor que lo laceraba y la rompía en mil pedazos.
Durante dos años, todo lo que había querido se había reducido a Mokpo, un lugar donde crear un hogar y una familia. Pero ahora, sin Hyukjae, ya no le parecía importante dónde pudiera vivir.
Lo único que importaba era el bebé.
-¿Donghae?
El doctor Park estaba de pie a su lado, con la mano sobre su hombro, y Donghae se dio cuenta en aquel momento de que estaba llorando.
-Lo siento si esto no es lo que querías.
¿Que no era lo que él quería? Donghae se echó a reír al tiempo que se secaba las lagrimas.
-Doctor, quiero a este niño más que a cualquier otra cosa en el mundo. No tiene ni idea de lo feliz que me siento.
- Bueno, pues entonces, será mejor que hablemos de tu dieta y de vitaminas. Queremos que el pequeño Lee sea un bebé sano y fuerte.
Donghae sonrió, pero de pronto sintió un miedo atroz, y sujetó al médico por un brazo.
-Hace dos semanas, me di unos cuantos golpes con el tornado, y hace una, me caí de un caballo. Mi bebé, quiero decir, ¿estará todo...?
-Donghae, mírame y escúchame atentamente —lo interrumpió el doctor, sujetándolo por la barbilla—. A pesar de que el embarazo en hombres es mas dficil y de mayor cuidado, el buen Dios hace bebés mucho más resistentes de lo que uno se imagina. Y a no ser que hayas tenido dolor- dijo, y sonrió al verlo decir que no con la cabeza—, todo va perfectamente bien, y en aproximadamente siete meses y medio tendrás a tu pequeño en los brazos. De todas formas, y por motivos de seguridad, sería mejor que evitases caballos y tornados hasta que él o ella haya nacido.
Donghae suspiró aliviado. Siete meses y medio. El doctor comenzó a rebuscar entre sus cajones.
-Espera un momento. Tengo aquí algo de información sobre los cuidados sobre los embarazos. Sólo tienes que esperar a que lo encuentre.
Donghae volvió a sentarse, pero no podía estarse quieto. Sería mejor olvidarse de todos los problemas y concentrarse en el niño. En una habitación para él, ropa, pañales y un centenar más de cosas que tenía que preparar. No podía esperar a ver la cara de Ryeowook. Siempre andaba lamentándose por no tener nietos de sus sobrinos, y sabía que le haría mucho ilusión. Yesung se había marchado durante un par de días para ir a visitar a su hermano, así que tendría que esperar para conocer la noticia. Una vez lo supiera él, bueno, todo el mundo lo sabría. Todo el mundo excepto Hyukjae.
No sabía dónde podía andar Hyukjae, y mucho menos cómo podía ponerse en contacto con él. Quizás así fuera mejor. Necesitaba un poco de tiempo para pensar antes de hablar con él.
Tenía que tomar decisiones, y en aquella ocasión, había alguien más en quien pensar.
Quienquiera que estuviese llamando a la puerta de la habitación del hotel era realmente insistente.
Hyukjae intentó abrir un ojo, y el dolor de aquel mínimo movimiento le obligó a hacer una mueca. La cabeza le chirriaba como un muelle oxidado y sentía la boca como si la tuviera llena de serrín. Tenía apoyada la mejilla sobre algo blando y rasposo, y levantó la cabeza, gimiendo cuando el ruido de esos condenados nudillos en la puerta resonaron en su cabeza.
Abrió los ojos y se dio cuenta de que estaba durmiendo en el sillón, boca abajo, con las rodillas en el suelo y la cabeza apoyada en el respaldo. Era imposible dormir así... a no ser que estuvieras borracho.
Volvió a cerrar los ojos y recostó la cabeza de nuevo sobre el respaldo. Tenía las articulaciones demasiado rígidas como para poder moverlas, y dudaba mucho de que pudiera arrastrarse hasta la puerta, y mucho menos abrirla.
-Váyase- gritó, pero tenía la garganta demasiado seca para que el sonido hubiera sido otra cosa que un murmullo ininteligible.
Lenta y dolorosamente se dio la vuelta y frunció el ceño al darse cuenta de que estaba completamente vestido. Las primeras noches después de dejar a Donghae, al menos había sido capaz de quitarse los pantalones antes de desmayarse, pero cada noche había necesitado un poco más de whisky para calmar el dolor y sacarse de la cabeza su imagen, dulce y cálida, en su cama.
La cama de él, se recordó rápidamente. El rancho de él. Su vida. Había una botella de whisky a un metro de él, sobre la mesilla de noche y estaba a punto de alcanzarla cuando se abrió la puerta de la habitación.
-Eh, Hyukjae, ¿estás despierto? Soy yo, Yesung -dijo, asomando la cabeza por la puerta entreabierta.
Yesung. ¿Qué demonios estaría haciendo allí? Hyukjae se esforzó por sentarse en condiciones, intentando parecer al menos un poco digno, pero el pie se le resbaló, y fue entonces cuando se dio cuenta de que le faltaba una bota. Menuda dignidad.
Apoyó la cabeza en el respaldo y cerró los ojos. Yesung entró y se sentó en el borde de la cama frente a él.
- He creído que podía apetecerte algo de desayuno -le dijo, mostrándole una bolsa blanca de papel.
Pensar en comida hizo peligrar el estómago de Hyukjae, y se limitó a decir que no con la cabeza y a hacer un gesto con la mano de que la apartase.
-¿Qué haces aquí, Yesung?
-He venido a ver a un amigo —dijo, y le acercó una enorme taza de papel—. ¿Café?
El primer rayo de luz desde que había entrado en la habitación. Murmurando las gracias, Hyukjae aceptó la taza, agradeciendo que el café fuese sólo y que estuviera caliente.
Yesung miró primero la botella de whisky y luego su pie desnudo.
-Una noche dura, ¿eh?
Hyukjae se pasó una mano por la cara, y la barba de tres días le raspó la palma.
-¿Cómo me has encontrado?.
Yesung se encogió de hombros.
- Me enteré de que te habías inscrito para un concurso aquí para pasado mañana, y se me ocurrió pasar a decirte hola.
-Te agradezco que hayas venido, Yesung -le contestó suspirando-, pero no voy a volver.
Cabeceando, Yesung sacó una hamburguesa de la bolsa que había dejado a su lado.
-Bueno, yo no suelo meter las narices en los asuntos de los demás. Sólo se me ocurrió pensar que podías necesitar un amigo.
-Tengo a mi amigo Jonny- dijo Hyukjae cogiendo la botella de whisky, la destapó con los dientes y bebió un trago.
- Mi abuelo siempre decía que cuando una solución crea otro problema, entonces no es una solución.
Abrió la hamburguesa, la olió, y después volvió a taparla y tomó un bocado.
Hyukjae vio una gota de grasa en el dedo de Yesung y sintió que el estómago se le daba la vuelta.
-Tu abuelo no estaba casado con Donghae.
-Admito que es un hombre muy resuelto —dijo, riéndose—. Pero yo respeto esa cualidad.
-Yo también respeto la determinación, pero no la estupidez más absoluta- dijo tomando un poco de café.
Yesung se quedó pensativo un instante.
-Donghae me contó... —dijo, y tomó otro bocado de su hamburguesa— ...lo de su acuerdo para que él pudiera salvar el rancho.
-Ya me lo imaginaba.
-A mí me parece una pena que los dos hayan tenido que pasar por todo esto para nada.
-No ha sido para nada —contestó a la defensiva—. Donghae necesitaba un esposo para recuperar el control sobre su dinero, y se buscó uno. Si yo vivo con él o no, no tiene importancia.
-Puede - Yesung dio otro bocado-. Pero aún puede perder el rancho.
- No – Hyukjae se levantó-. No pienso permitir que ocurra eso. Puede que Donghae no quiera aceptar mi ayuda, pero la va a tener de todas formas. Ya le he pagado a un contratista para que le arregle el tejado del granero y he hablado con Hongki para que le arregle la camioneta y me envíe a mí la factura. Si no tiene otra persona que se ocupe de los caballos en una semana, yo me encargaré de enviarle a alguien.
Tomó un sorbo largo de café, con la rabia y la frustración que había estado intentando acallar quemándole la piel.
Yesung asintió.
-¿ y Shingho ? ¿Y si intenta forzarlo otra vez para hacerle vender?
- También estoy trabajando en eso. Donghae no tendrá que preocuparse por él durante demasiado tiempo.
- No pensarás hacer una locura, ¿verdad?
- ¿Locura? -la risa de Hyukjae fue seca- . Locura es mi segundo nombre. Pero si te refieres a violencia, no, no es nada de eso. Aunque disfrutaría de lo lindo, no será necesario.
-Parece que has pensado en todo – Yesung dejó lo que le quedaba de hamburguesa dentro de la bolsa y se limpió las manos en la servilleta-. Excepto en una cosa.
-¿En qué?
- En Donghae - se puso de pie y metió los pulgares en los bolsillos de sus jeans- él te quiere. ¿Cómo vas a arreglar eso, vaquero?
“¿Que Donghae me quiere?” Eso sí que era ridículo.
- Lo único que quiere Donghae es su rancho y tomar decisiones él solo- agarró la botella de whisky y tomó otro trago—. El orgullo de un hombre sólo puede soportar hasta cierto punto, Yesung y yo ya no puedo volver a eso.
- Espero que tengas razón, amigo. Hay que hacer lo que haya que hacer —alcanzó la bolsa de papel y la tiró a la papelera—. Yo me vuelvo hoy al rancho. Es viernes, así que Ryeowook preparará hoy mi comida favorita
Hyukjae sintió un enorme deseo de decirle que esperara, que se iba con él, pero no pudo hacerlo.
-Sólo dime una cosa, Hyukjae… ¿Qué harías si Donghae fuese un caballo?
Y con la pregunta en el aire, salió de la habitación y cerró la puerta ¿Si Donghae fuese un caballo? La idea era divertida. Donghae era testarudo, brioso e impredecible. Algunos domadores utilizaban el látigo con esa clase de caballos, pero con eso sólo conseguían romper el espíritu del animal, arrebatarle el corazón.
Si Donghae hubiera sido un caballo, sabía que jamás habría intentado utilizar el látigo, sino que habría hablado con él, le habría acariciado, habría conseguido que confiase en él.
Y jamás habría huido.
Se incorporó en la silla con tanta rapidez que el café se le desbordó de la taza y le cayó sobre los vaqueros, pero apenas se dio cuenta. Había usado sus palabras y sus ultimátums como látigos, intentando hacerle doblegarse a su voluntad. "O a mi manera, o de ninguna".
Se horrorizó al recordar sus propias palabras.
Había querido que confiase en él, que le dejase ocuparse de él, pero no había sabido ganarse esa confianza permitiéndole tomar sus propias decisiones.
Yesung tenía razón, pensó, y dejó a un lado la taza de café y tiró la botella de whisky a la papelera. Soluciones que crean problemas no son soluciones.
Se levantó a duras penas de la silla, entró en el baño y apoyado en el lavabo, miró la imagen que el espejo le devolvía.
Entonces, ¿cuál era la solución?
- Ya es hora de que recuperes el sentido común, Donghae
Shingho estaba de pie frente a él con los brazos cruzados, la cabeza erguida y arrogante, con ese ademán tan pagado de sí mismo que Donghae tanto odiaba, no contestó y siguió sentado en el sofá, jugando con un vaso de agua helada y preparándose para la letanía que sabía iba a venir a continuación. Debía haber estado en contacto con Lee SooMan del banco, además de saber ya que Hyukjae se había marchado. Con eso había bastado para hacerle venir corriendo al rancho. Menos mal que todavía no se había enterado de lo del niño; desde luego, él no tenía intención de decírselo. No era asunto suyo.
- Ya sabes que no has sido tú desde la muerte de Kibum – continuó -Precisamente por eso he sido tan reticente a la hora de cederte el control de tu fideicomiso. Temía que pudieses hacer alguna locura, algo que pudieses lamentar más tarde.
Estaba lamentando ya haberle dejado entrar en la casa, y estar aguantando allí sentado el sermón. Lo que de verdad quería decirle era que se fuera al infierno, pero estaba tan cansado de luchar.
-Tengo un comprador para el rancho, Donghae. ¿Por qué no me dejas que lo llame? Puedes mudarte, volver a ver a tus amigos. Hay un precioso chalé disponible en mi complejo que puedes habitar. Piensa en lo fácil que será tu vida.
¿Fácil? La vida sin Hyukjae iba a ser lo más difícil que había tenido que pasar en toda su vida. Lo único que le daba ánimo para seguir adelante era el bebé.
Cerró los ojos y asintió débilmente.
—Adelante. Llámalo.
Tomó un sorbo de agua en un intento de borrar el sabor amargo que le habían dejado sus palabras. ¿Qué daño podía hacerle escuchar su oferta?
La satisfacción de la victoria iluminó el rostro de Shingho cuando miró su reloj de oro.
- Seguramente podré localizarlo ahora mismo, pero primero, ¿por que no tomamos una copa para celebrarlo?
Preferiría beber con una serpiente de cascabel.
-Tengo el estomago un poco revuelto hoy. Creo que paso.
Shingho se encogió de hombros y se acercó al bar.
- Siempre has tenido un estomago bastante nervioso, cariño. Jamás he podido comprender por qué querías llevar toda esa tensión sobre tus hombros para mantener este rancho sucio y arruinado.
Donghae tuvo que morderse los labios para no gritar. Shingho no comprendía lo que significaba querer a algo o a alguien; quererlo tanto que estuvieras dispuesto a sacrificarlo todo para poder retenerlo. El niño era la única razón por la que estaba considerando la posibilidad de vender. Sabía que sin Hyukjae, la presión sería demasiado grande para soportarlo solo. No estaba dispuesto a poner en peligro la salud de su hijo, ni siquiera para conservar Mokpo.
Además, ¿qué importaba todo eso ya?, pensó, secando una gota de agua que resbalaba por su vaso. Sin Hyukjae, el rancho ya no le parecía su hogar. Estaba silencioso y solitario. A cualquier parte que mirase, pensaba en él. Lo veía trabajando con un caballo en el corral, dirigiendo un nuevo rebaño de vacas, riéndose con Yesung y los demás empleados. Cada noche se volvía hacia él en la cama pero no estaba allí, aunque su ropa seguía colgada en el armario y su máquina de afeitar seguía en la repisa del baño, junto a su cepillo.
Las lágrimas le quemaron en los ojos al tocarse la alianza. Aunque hiciera desaparecer todas sus cosas, seguiría estando en su corazón. No habría forma de borrar su recuerdo, o el amor que sentía por él.
- Donghae.
Oyó pronunciar su nombre y levantó la mirada. Shingho se sentó a su lado.
- Quiero que sepas lo mucho que siento que te casaras con ese hombre.
- ¿Con Hyukjae? ¿De qué me estás hablando?
- Sé que es difícil para ti, darte cuenta de que se ha marchado porque no podía echarle el guante a tu dinero.
Donghae se quedó tan sorprendido que no supo qué decir, y se limitó a mirarlo. Entonces la rabia empezó a crecer lenta y constantemente, como una tetera que fuese a romper a hervir.
- Mira, cariño —seguía diciendo él- todo el mundo comete errores. Dios sabe bien que yo también los he cometido. Tres parejas y las tres intentaron sacarme el dinero, así que no tienes de qué avergonzarte. Ahora estoy aquí para ayudarte.
- Quítale las manos de encima, desgraciado.
Donghae y Shingho dieron un respingo al oír la orden de Hyukjae. Estaba en la puerta del salón, con un paquete en la mano. Los ojos le brillaban de furia y las mandíbulas apretadas. Shingho soltó la mano de Donghae y se levantó.
-Se rumoreaba que te habías marchado de la ciudad.
- Sólo la gente con basura como cerebro presta oídos a los rumores, Kim- dejó el paquete en el sofá, y al mirar a Donghae, su expresión se suavizó—. ¿Estás bien?
Donghae se limitó a asentir, incapaz de articular palabra. Dios, qué guapo estaba. Quizás un poco cansado y con los ojos irritados, pero guapo de todas formas.
-¿Qué estás haciendo aquí? —le preguntó a Shingho.
-Donghae ha decidido vender Mokpo
- ¿Cómo? — Hyukjae dio un paso hacia él y después de volvió de nuevo hacia Shingho-. Eres un hijo de perra. Debería haber sabido que no se le puede dar la espalda a una alimaña como tu. No te bastaba privarlo de su fideicomiso, sino que ahora andas detrás de lo único que significa algo para él.
- Ten cuidado con lo que dices, Lee o te llevaré a juicio por fraude y difamación.
Donghae contuvo la respiración al ver cómo Hyukjae tenia a Shingho por el cuello de la camisa.
- Hazlo. Vamos a los tribunales y veremos lo que dice el juez cuando le diga cómo has estado malversando el dinero de Donghae para invertirlo en tu propia compañía.
Hyukjae lo soltó de pronto y Shingho retrocedió varios pasos. Se quedó pálido como un muerto y tenía el miedo en los ojos.
¿Que Shingho había malversado su dinero? Las palabras de Hyukjae habían sido como una bofetada, y Donghae le levantó de un salto.
- ¿De qué estás hablando?
- Lo siento Donghae. No quería decírtelo así.
-¿Es verdad? -le preguntó a Shingho- . ¿Has estado sacando dinero de mi fideicomiso para invertirlo en tu propio negocio?
- Era sólo temporalmente, Donghae - le contestó, enderezándose la camisa—. Un préstamo. Iba a devolverte el dinero.
- Todos estos meses me he estado partiéndo la espalda, preocupándome por cómo pagar las facturas, ¿y tú has estado usando mi dinero para tus propios fines? — Donghae fué hacia él con los puños apretados -. Siempre he sabido que eras un bastardo arrogante y engreído, pero jamás pensé que además fueras un ladrón. Esto es increíble. Kibum, tu propio hermano, te deja mi dinero para que lo protejas y tú me lo robas.
- No te lo he robado. Ya te he dicho que iba a devolvértelo.
- ¿Y cómo pensabas hacerlo? —intervino Hyukjae-. Si han intervenido tu empresa y bloqueado tus cuentas. Lo único que puedes tocar es lo poco que queda del dinero de Donghae y este rancho. Has debido estar brincando en un pie de alegría al decirte que venderia. Una serpiente como tú habría encontrado también la forma de echarle el guante también al dinero de la venta.
- Últimamente he hecho algunas inversiones que no han salido como yo esperaba. Habría recuperado el dinero, y aún puedo hacerlo. Donghae, sólo tienes que dejarme que...
- Sal de mi casa. Mi abogado se pondrá en contacto contigo, y ten por seguro que no vas a volver a ver ni un céntimo de mi dinero.
-Donghae, cariño...
-¡Fuera! -le gritó, señalando la puerta—. Y si vuelves a llamarme cariño, te juro que del golpe que te doy te dejo sin sentido.
Shingho se lo quedó mirando sin moverse un instante, y después, dando un portazo, desapareció.
Donghae se quedó con la mirada en la puerta; se sentía ridiculo... ¿Cómo podía haber sido tan imbécil?
-¿Cuánto tiempo hace que sabías esto? —le preguntó a Hyukjae.
- Lo sospechaba desde hace tiempo, pero no lo supe con seguridad hasta ayer. Tengo un amigo que trabaja en la bolsa al que le pedí que echara un vistazo a la empresa de Shingho. Cuando me dijo que habían bloqueado todas sus cuentas, fui a tu banco y pedí que me enseñaran todas los movimientos efectuados en tus cuentas. Había varias transferencias a una extraña empresa, y cuando investigué de quién se trataba, resultó que Shingho era el accionista mayoritario. Estaba sacando dinero de tu cuenta para ingresarlo en la suya.
- ¿Y has hecho todo esto sin preguntarme, sin ni siquiera hablar conmigo?
- Cálmate, Donghae - dijo, y un músculo le tembló en la mejilla—. Sólo lo he hecho para...
- ¿Para salvarme? – Donghae se puso frente a él, mirándolo desafiante a los ojos—. Te marchas durante toda una semana y no sé ni una palabra de ti, y después vuelves aquí con tu caballo blanco para salvarme, ¿y ahora me dices que me calle? Sólo tengo una cosa que decirte, Lee Hyukjae.
-¿El qué?
-Gracias.
Hyukjae registró el tono suave de su voz, e incluso el inicio de sonrisa, pero se había preparado para otra clase de respuesta y tardó unos instantes en reaccionar.
-De nada -dijo, y respiró.
Dios, cómo quería abrazarlo. Estaba tan hermoso. Pero había algo distinto en él, algo que la hacia aún más atractivo y sensual, si es que eso era posible. No podría decir de qué se trataba, pero un hombre muerto de hambre no se para a pensar de qué está hecho el manjar que le ponen delante.
"Paciencia, Lee. Te has prometido ir despacio".
Retrocedió un paso como única forma de no tocarlo, pero su olor, ese aroma, se quedó como flotando a su alrededor, y las palmas de las manos empezaron a sudarle.
-¿Cómo estás, Donghae ?
“¿Cómo estás Donghae?” Eso era todo lo que era capaz de decirle después de una semana? Donghae lo vio alejarse de él y sintió que el corazón se la partía en mil pedazos.
-Estoy bien, Hyukjae.
-Yo... siento lo del fideicomiso. He pedido en el banco que se presente un recurso en tu nombre y...
-Podrías haberme llamado para decírmelo -le interrumpió-. ¿Por qué has venido hasta aquí?
-Eh... es que vi a Yesung ayer.
El corazón empezó a latirle desenfrenado. ¿Lo sabría ya? ¿Habría hablado Ryeowook a Yesung y le habría dicho lo del bebe? La posibilidad de que Hyukjae hubiera vuelto por el bebe y no por él lo hizo estremecerse.
-Ah...
Maldita sea... pero qué difícil se lo estaba haciendo. Hyukjae metió las manos en los bolsillos de sus jeans. ¿Por qué estaría tan distante, tan frío? No es que se hubieran separado como amigos, pero al fin y al cabo, seguía siendo su esposo, y tanto si le gustaba como si no, tenían unas cuantas cosas de qué hablar.
- Sí . Me dijo unas cuantas cosas que me hicieron darme cuenta de lo imbécil que he sido - se acercó un poco a él, pero aún sin tocarlo por miedo a que saliera corriendo-. No puedo dejarte solo, Donghae. Y sobre todo ahora.
Lo sabía. A Donghae se le llenaron los ojos de lágrimas. Cómo había esperado que volviese porque lo quería y lo necesitaba, porque no podía soportar la idea de encadenar a Hyukjae al matrimonio por un hijo que no había querido.
-No -dijo él, temblando-. No tienes que preocuparte porque esté solo, Hyukjae. Sigo pensando vender el rancho y con el dinero que saque tendré bastante para el niño y para mí durante un tiempo mientras decido qué haré.
Hyukjae se había quedado impresionado por el no que tardó un momento en darse cuenta del resto.
-¿Un niño?
Donghae abrió los ojos de par en par.
-¿Es que... no lo sabías?
-¿Saber? ¡Pues claro que no lo sabía! ¿Y cuándo tenías pensado decírmelo? ¿O pensabas montar otro de tus numeritos de señor independiente y manejarlo también tú sólito?
¿Cómo se atrevía a actuar como si fuese él el engañado?
- Lo he sabido ayer —le contestó indignado— Y no fui yo precisamente el que salió de aquí de estampida hace una semana, Lee. Si te hubiese molestado en dejarme un número de teléfono, te habría llamado.
-¿Cuándo? -le gritó-. ¿Cuando el bebe cumpliese dieciocho años? Estás intentando apartarme, Donghae, y no voy a permitírtelo.
-¿Que no vas a permitírmelo? ¿Es para eso para lo que has vuelto? ¿Para intimidarme un poco más? ¿Para obligarme a hacer las cosas a tu modo?- le dijo golpeandole el pecho un dedo.
-No.
-¿Entonces? ¿A recoger tus cosas y volver a marcharte?
Hyukjae volvió a decir que no con la cabeza,
-¿Para protegerme de Shingho y de mí mismo.?
Hyukjae apretó los dientes.
-No.
Tenía que saberlo. Aunque le doliese, pero tenía que saberlo.
-¿Entonces por qué, Hyukjae ? -le gritó, con el corazón lleno de temor y esperanza- ¿Por qué has vuelto?
-¡Pues porque te quiero, maldita sea!
Puede que no fuese la declaración más romántica del mundo, pero sí la más maravillosa.
Donghae se lanzó a él riendo y Hyukjae lo abrazó con fuerza.
- He estado a punto de volverme loco esta semana sin ti —le dijo él, con la mejilla apoyada sobre su cabeza.
-Yo también.
Qué sensación tan maravillosa era estar en sus brazos.
-Un niño -susurró él-. Nuestro niño.
- Hyukjae... no puedo respirar.
- Ah, lo siento –hyukjae lo alejó un poco para pasarle la mano por el estómago-. ¿Cuándo? ¿Cómo?
Donghae se echó a reír.
—Adelante. Llámalo.
Tomó un sorbo de agua en un intento de borrar el sabor amargo que le habían dejado sus palabras. ¿Qué daño podía hacerle escuchar su oferta?
La satisfacción de la victoria iluminó el rostro de Shingho cuando miró su reloj de oro.
- Seguramente podré localizarlo ahora mismo, pero primero, ¿por que no tomamos una copa para celebrarlo?
Preferiría beber con una serpiente de cascabel.
-Tengo el estomago un poco revuelto hoy. Creo que paso.
Shingho se encogió de hombros y se acercó al bar.
- Siempre has tenido un estomago bastante nervioso, cariño. Jamás he podido comprender por qué querías llevar toda esa tensión sobre tus hombros para mantener este rancho sucio y arruinado.
Donghae tuvo que morderse los labios para no gritar. Shingho no comprendía lo que significaba querer a algo o a alguien; quererlo tanto que estuvieras dispuesto a sacrificarlo todo para poder retenerlo. El niño era la única razón por la que estaba considerando la posibilidad de vender. Sabía que sin Hyukjae, la presión sería demasiado grande para soportarlo solo. No estaba dispuesto a poner en peligro la salud de su hijo, ni siquiera para conservar Mokpo.
Además, ¿qué importaba todo eso ya?, pensó, secando una gota de agua que resbalaba por su vaso. Sin Hyukjae, el rancho ya no le parecía su hogar. Estaba silencioso y solitario. A cualquier parte que mirase, pensaba en él. Lo veía trabajando con un caballo en el corral, dirigiendo un nuevo rebaño de vacas, riéndose con Yesung y los demás empleados. Cada noche se volvía hacia él en la cama pero no estaba allí, aunque su ropa seguía colgada en el armario y su máquina de afeitar seguía en la repisa del baño, junto a su cepillo.
Las lágrimas le quemaron en los ojos al tocarse la alianza. Aunque hiciera desaparecer todas sus cosas, seguiría estando en su corazón. No habría forma de borrar su recuerdo, o el amor que sentía por él.
- Donghae.
Oyó pronunciar su nombre y levantó la mirada. Shingho se sentó a su lado.
- Quiero que sepas lo mucho que siento que te casaras con ese hombre.
- ¿Con Hyukjae? ¿De qué me estás hablando?
- Sé que es difícil para ti, darte cuenta de que se ha marchado porque no podía echarle el guante a tu dinero.
Donghae se quedó tan sorprendido que no supo qué decir, y se limitó a mirarlo. Entonces la rabia empezó a crecer lenta y constantemente, como una tetera que fuese a romper a hervir.
- Mira, cariño —seguía diciendo él- todo el mundo comete errores. Dios sabe bien que yo también los he cometido. Tres parejas y las tres intentaron sacarme el dinero, así que no tienes de qué avergonzarte. Ahora estoy aquí para ayudarte.
- Quítale las manos de encima, desgraciado.
Donghae y Shingho dieron un respingo al oír la orden de Hyukjae. Estaba en la puerta del salón, con un paquete en la mano. Los ojos le brillaban de furia y las mandíbulas apretadas. Shingho soltó la mano de Donghae y se levantó.
-Se rumoreaba que te habías marchado de la ciudad.
- Sólo la gente con basura como cerebro presta oídos a los rumores, Kim- dejó el paquete en el sofá, y al mirar a Donghae, su expresión se suavizó—. ¿Estás bien?
Donghae se limitó a asentir, incapaz de articular palabra. Dios, qué guapo estaba. Quizás un poco cansado y con los ojos irritados, pero guapo de todas formas.
-¿Qué estás haciendo aquí? —le preguntó a Shingho.
-Donghae ha decidido vender Mokpo
- ¿Cómo? — Hyukjae dio un paso hacia él y después de volvió de nuevo hacia Shingho-. Eres un hijo de perra. Debería haber sabido que no se le puede dar la espalda a una alimaña como tu. No te bastaba privarlo de su fideicomiso, sino que ahora andas detrás de lo único que significa algo para él.
- Ten cuidado con lo que dices, Lee o te llevaré a juicio por fraude y difamación.
Donghae contuvo la respiración al ver cómo Hyukjae tenia a Shingho por el cuello de la camisa.
- Hazlo. Vamos a los tribunales y veremos lo que dice el juez cuando le diga cómo has estado malversando el dinero de Donghae para invertirlo en tu propia compañía.
Hyukjae lo soltó de pronto y Shingho retrocedió varios pasos. Se quedó pálido como un muerto y tenía el miedo en los ojos.
¿Que Shingho había malversado su dinero? Las palabras de Hyukjae habían sido como una bofetada, y Donghae le levantó de un salto.
- ¿De qué estás hablando?
- Lo siento Donghae. No quería decírtelo así.
-¿Es verdad? -le preguntó a Shingho- . ¿Has estado sacando dinero de mi fideicomiso para invertirlo en tu propio negocio?
- Era sólo temporalmente, Donghae - le contestó, enderezándose la camisa—. Un préstamo. Iba a devolverte el dinero.
- Todos estos meses me he estado partiéndo la espalda, preocupándome por cómo pagar las facturas, ¿y tú has estado usando mi dinero para tus propios fines? — Donghae fué hacia él con los puños apretados -. Siempre he sabido que eras un bastardo arrogante y engreído, pero jamás pensé que además fueras un ladrón. Esto es increíble. Kibum, tu propio hermano, te deja mi dinero para que lo protejas y tú me lo robas.
- No te lo he robado. Ya te he dicho que iba a devolvértelo.
- ¿Y cómo pensabas hacerlo? —intervino Hyukjae-. Si han intervenido tu empresa y bloqueado tus cuentas. Lo único que puedes tocar es lo poco que queda del dinero de Donghae y este rancho. Has debido estar brincando en un pie de alegría al decirte que venderia. Una serpiente como tú habría encontrado también la forma de echarle el guante también al dinero de la venta.
- Últimamente he hecho algunas inversiones que no han salido como yo esperaba. Habría recuperado el dinero, y aún puedo hacerlo. Donghae, sólo tienes que dejarme que...
- Sal de mi casa. Mi abogado se pondrá en contacto contigo, y ten por seguro que no vas a volver a ver ni un céntimo de mi dinero.
-Donghae, cariño...
-¡Fuera! -le gritó, señalando la puerta—. Y si vuelves a llamarme cariño, te juro que del golpe que te doy te dejo sin sentido.
Shingho se lo quedó mirando sin moverse un instante, y después, dando un portazo, desapareció.
Donghae se quedó con la mirada en la puerta; se sentía ridiculo... ¿Cómo podía haber sido tan imbécil?
-¿Cuánto tiempo hace que sabías esto? —le preguntó a Hyukjae.
- Lo sospechaba desde hace tiempo, pero no lo supe con seguridad hasta ayer. Tengo un amigo que trabaja en la bolsa al que le pedí que echara un vistazo a la empresa de Shingho. Cuando me dijo que habían bloqueado todas sus cuentas, fui a tu banco y pedí que me enseñaran todas los movimientos efectuados en tus cuentas. Había varias transferencias a una extraña empresa, y cuando investigué de quién se trataba, resultó que Shingho era el accionista mayoritario. Estaba sacando dinero de tu cuenta para ingresarlo en la suya.
- ¿Y has hecho todo esto sin preguntarme, sin ni siquiera hablar conmigo?
- Cálmate, Donghae - dijo, y un músculo le tembló en la mejilla—. Sólo lo he hecho para...
- ¿Para salvarme? – Donghae se puso frente a él, mirándolo desafiante a los ojos—. Te marchas durante toda una semana y no sé ni una palabra de ti, y después vuelves aquí con tu caballo blanco para salvarme, ¿y ahora me dices que me calle? Sólo tengo una cosa que decirte, Lee Hyukjae.
-¿El qué?
-Gracias.
Hyukjae registró el tono suave de su voz, e incluso el inicio de sonrisa, pero se había preparado para otra clase de respuesta y tardó unos instantes en reaccionar.
-De nada -dijo, y respiró.
Dios, cómo quería abrazarlo. Estaba tan hermoso. Pero había algo distinto en él, algo que la hacia aún más atractivo y sensual, si es que eso era posible. No podría decir de qué se trataba, pero un hombre muerto de hambre no se para a pensar de qué está hecho el manjar que le ponen delante.
"Paciencia, Lee. Te has prometido ir despacio".
Retrocedió un paso como única forma de no tocarlo, pero su olor, ese aroma, se quedó como flotando a su alrededor, y las palmas de las manos empezaron a sudarle.
-¿Cómo estás, Donghae ?
“¿Cómo estás Donghae?” Eso era todo lo que era capaz de decirle después de una semana? Donghae lo vio alejarse de él y sintió que el corazón se la partía en mil pedazos.
-Estoy bien, Hyukjae.
-Yo... siento lo del fideicomiso. He pedido en el banco que se presente un recurso en tu nombre y...
-Podrías haberme llamado para decírmelo -le interrumpió-. ¿Por qué has venido hasta aquí?
-Eh... es que vi a Yesung ayer.
El corazón empezó a latirle desenfrenado. ¿Lo sabría ya? ¿Habría hablado Ryeowook a Yesung y le habría dicho lo del bebe? La posibilidad de que Hyukjae hubiera vuelto por el bebe y no por él lo hizo estremecerse.
-Ah...
Maldita sea... pero qué difícil se lo estaba haciendo. Hyukjae metió las manos en los bolsillos de sus jeans. ¿Por qué estaría tan distante, tan frío? No es que se hubieran separado como amigos, pero al fin y al cabo, seguía siendo su esposo, y tanto si le gustaba como si no, tenían unas cuantas cosas de qué hablar.
- Sí . Me dijo unas cuantas cosas que me hicieron darme cuenta de lo imbécil que he sido - se acercó un poco a él, pero aún sin tocarlo por miedo a que saliera corriendo-. No puedo dejarte solo, Donghae. Y sobre todo ahora.
Lo sabía. A Donghae se le llenaron los ojos de lágrimas. Cómo había esperado que volviese porque lo quería y lo necesitaba, porque no podía soportar la idea de encadenar a Hyukjae al matrimonio por un hijo que no había querido.
-No -dijo él, temblando-. No tienes que preocuparte porque esté solo, Hyukjae. Sigo pensando vender el rancho y con el dinero que saque tendré bastante para el niño y para mí durante un tiempo mientras decido qué haré.
Hyukjae se había quedado impresionado por el no que tardó un momento en darse cuenta del resto.
-¿Un niño?
Donghae abrió los ojos de par en par.
-¿Es que... no lo sabías?
-¿Saber? ¡Pues claro que no lo sabía! ¿Y cuándo tenías pensado decírmelo? ¿O pensabas montar otro de tus numeritos de señor independiente y manejarlo también tú sólito?
¿Cómo se atrevía a actuar como si fuese él el engañado?
- Lo he sabido ayer —le contestó indignado— Y no fui yo precisamente el que salió de aquí de estampida hace una semana, Lee. Si te hubiese molestado en dejarme un número de teléfono, te habría llamado.
-¿Cuándo? -le gritó-. ¿Cuando el bebe cumpliese dieciocho años? Estás intentando apartarme, Donghae, y no voy a permitírtelo.
-¿Que no vas a permitírmelo? ¿Es para eso para lo que has vuelto? ¿Para intimidarme un poco más? ¿Para obligarme a hacer las cosas a tu modo?- le dijo golpeandole el pecho un dedo.
-No.
-¿Entonces? ¿A recoger tus cosas y volver a marcharte?
Hyukjae volvió a decir que no con la cabeza,
-¿Para protegerme de Shingho y de mí mismo.?
Hyukjae apretó los dientes.
-No.
Tenía que saberlo. Aunque le doliese, pero tenía que saberlo.
-¿Entonces por qué, Hyukjae ? -le gritó, con el corazón lleno de temor y esperanza- ¿Por qué has vuelto?
-¡Pues porque te quiero, maldita sea!
Puede que no fuese la declaración más romántica del mundo, pero sí la más maravillosa.
Donghae se lanzó a él riendo y Hyukjae lo abrazó con fuerza.
- He estado a punto de volverme loco esta semana sin ti —le dijo él, con la mejilla apoyada sobre su cabeza.
-Yo también.
Qué sensación tan maravillosa era estar en sus brazos.
-Un niño -susurró él-. Nuestro niño.
- Hyukjae... no puedo respirar.
- Ah, lo siento –hyukjae lo alejó un poco para pasarle la mano por el estómago-. ¿Cuándo? ¿Cómo?
Donghae se echó a reír.
-Tiene que nacer para marzo, y el cómo, es bastante evidente.
- Lo que quiero decir es que siempre hemos usado protección.
- Menos la primera vez. – le dijo mientras le acariciaba la mejilla.
Hyukjae tomo su mano y se la acercó a los labios.
- Donghae, era yo quien estaba confundido al querer obligarte a hacer las cosas a mi manera. Mi orgullo no podía soportar que fueras tú el jefe y tomases todas las decisiones, pero me he dado cuenta de que tenías que hacerlo; tenías que tomar esas decisiones para encontrar tu lugar en la vida. Siento haber intentado quitarte esa posibilidad.
- Yo también estaba equivocado Hyukjae- ver el amor con que Hyukjae lo miraba le llenó los ojos de lágrimas- Estaba tan obsesionado con no permitir que otro hombre me manipulara o me controlara que no pude ver la diferencia entre ser querido y ser protegido. Lo único que estabas intentando hacer era ayudarme y yo he sido demasiado terco para verlo. Siento habértelo puesto todo tan difícil. Ahora sé que el compromiso no consiste en renunciar al control, sino en compartirlo.
Él sonrió de pronto y lo hizo sentarse antes de darle el paquete que había traído.
- Ábrelo.
Donghae lo abrió y lo que encontró dentro, lo llenó de felicidad. Una campana para colgar en el porche.
- Lo que quiero decir es que siempre hemos usado protección.
- Menos la primera vez. – le dijo mientras le acariciaba la mejilla.
Hyukjae tomo su mano y se la acercó a los labios.
- Donghae, era yo quien estaba confundido al querer obligarte a hacer las cosas a mi manera. Mi orgullo no podía soportar que fueras tú el jefe y tomases todas las decisiones, pero me he dado cuenta de que tenías que hacerlo; tenías que tomar esas decisiones para encontrar tu lugar en la vida. Siento haber intentado quitarte esa posibilidad.
- Yo también estaba equivocado Hyukjae- ver el amor con que Hyukjae lo miraba le llenó los ojos de lágrimas- Estaba tan obsesionado con no permitir que otro hombre me manipulara o me controlara que no pude ver la diferencia entre ser querido y ser protegido. Lo único que estabas intentando hacer era ayudarme y yo he sido demasiado terco para verlo. Siento habértelo puesto todo tan difícil. Ahora sé que el compromiso no consiste en renunciar al control, sino en compartirlo.
Él sonrió de pronto y lo hizo sentarse antes de darle el paquete que había traído.
- Ábrelo.
Donghae lo abrió y lo que encontró dentro, lo llenó de felicidad. Una campana para colgar en el porche.
- Te quiero, Lee Hyukjae - le dijo entre lágrimas y abrazado a su cintura.
Él lo besó tiernamente en lo alto de la cabeza.
- Hay otra cosa, Donghae, en la que voy a tener que insistir.
- ¿En qué?
Lo besó en los labios antes de contestar.
- En que te cases conmigo.
- Creía que nunca ibas a pedírmelo.
FIN
*Sean lindas y muestren si le gusto con un coment :)
Me ha encantado maravillosa la historia eres genial escribiendo. ... espero seguir leyendo tus fics
ResponderEliminardebo confesar que con este no llore peor si quise matar a donghaemas de una vez uyy tan teco que sea >.< peor aun asi lo ame enserio :33333 lo ame mucho todo el fic :333 (confiero que lei solo amame y no comente porque me hizo llorar como una magdalena lo juro llore y llore con cada capitulo y me dio pena comentar jeje peor lo ame al final y todo el parsito se amaba como nadie en la vida :33 amo las adaptaciones que haces asique nunca pares jijiji :333) GRACIAAAAAS leer esto me alegra el dia :333 mucho :333
ResponderEliminaracabo de terminar de leerlo y ME ENCANTO... hyukjae es tan lindo como puedes ser tan terco donghae te demoraste toda la historia en darte cuenta que estabas equivocado y amabas locamente a hyukjae y que no podías hacer todo solo , pero me encanto n.n
ResponderEliminaraaa que lindo un bebe del eunhae ahora van a ser como el yewook xD
Ohhhhh, ame este fic, tan especial, debieron dejar su orgullo de lado para ser feliz, un bebe, un hermoso bebe. lo ame mucho, gracias por adaptarlo es un gran trabajo *^+
ResponderEliminarTercos como sólo ellos saben pero al final si aceptaron sus sentimientos
ResponderEliminarTercos como sólo ellos saben pero al final si aceptaron sus sentimientos
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