¿Una cesta de rosas? ¿Para él?
Hyukjae frunció el ceño a Jieun, su secretaria
personal, que estaba de pie en la puerta
que acababa de abrir para permitir que la mujer que la llevaba entrara en el
despacho. La mujer en cuestión había cargado como un carro de combate llevando
en sus brazos lo que, evidentemente, era un arreglo floral caro y extravagante.
Al parecer, su secretaria personal no veía
ninguna razón para hacer algún comentario que le explicara a qué venía aquello,
pero un gesto de sus labios indicaba
algo parecido a la desaprobación o el disgusto. Mientras tanto lo miraba
como para ver su reacción.
Esa actitud se añadía a lo que había sido
una mañana de lo menos productivo.
¿Por qué había permitido ella que esa
tontería llegara hasta él? Parte de su trabajo era protegerlo de intrusos
inesperados.
-¡Aquí está usted! -exclamó la repartidora
con satisfacción dejando la cesta en medio de su mesa de despacho sin tener
cuidado con los papeles que tenía
encima.
Hyukjae, viéndose directamente enfrentado
a esa corpulenta mujer, del tipo que no
se dejaba intimidar por nadie, se levantó y pretendió mostrarse firme y
sucinto al tratar con la situación.
-Me temo que ha cometido un error -dijo
secamente-No pueden ser para mí.
-No. No me he equivocado. Tengo el pedido
aquí en mi mano -dijo ella pasándole
un papel con aire de triunfo- Véalo por usted mismo. Señor Lee Hyukjae.
Edificio de Administración de Lee Electronies en Hyeopjae. Eso es aquí y, ese
es usted, muy bien. No hay ningún error.
-Bueno, eso parece -cedió él, dándose
cuenta de que no le quedaba más remedio.
-Entrega personal. Esas fueron las
instrucciones de quien lo envía. Por cierto, que insistió mucho en ello. No
tenía que dárselo a nadie más que al señor Lee en persona. Así que he venido yo misma para asegurarme
-afirmó la mujer
mientras dejaba el papel sobre la mesa y le ofrecía una pluma-Y ahora, si
no le importa firme aquí, señor Lee. Eso
lo demuestra bien claro, ¿no?
-¿Quién ... ?
Hyukjae no continuó con la pregunta, ya
que no quería darle más conversación a la mujer. El que le mandaba las flores
debía estar de broma. Una broma de muy mal gusto.
-Hay un mensaje para usted en el sobre -dijo
la corpulenta mujer y se lo señaló.
-Gracias -respondió él mientras firmaba.
Luego le devolvió el papel sonriendo
levemente y continuó.
-Su prueba de que me lo ha entregado.
-Bueno. Esto le ha dado un poco de interés
a un día aburrido. No se envían rosas a muchos hombres, usted es el primero al
que lo hago.
-Me alegro de haberle proporcionado una
experiencia nueva. Ahora, si no le importa .
La mujer se rió sonoramente. Luego lo miró
con aire pícaro.
-Supongo que debe ser usted muy bueno en
la cama, señor Lee ... Me refiero en lo de proporcionar nuevas experiencias.
Todas esas rosas rojas ...
Luego agitó la cabeza y salió de allí
riéndose a carcajadas.
¡Buena broma!
Jieun no la acompañó a la entrada y se
quedó en la puerta. Estaba muy claro que aquello le divertía tan poco como a
él.
¿Estaba ella esperando a ver qué había
sucedido en su vida privada? ¿Quería ver quién le mandaba rosas? Hyukjae tenía
que dar por sentado que ella probablemente
tendría sus razones para considerarse a sí misma como la primera
candidata para una nueva experiencia con él y, esas rosas debían ser como una
especie de desilusión para esas esperanzas.
No es que le hubiera hecho alguna promesa
a ella.
Seguía sin estar muy seguro de querer lo
que ella le estaba ofreciendo sutil pero indudablemente. Pero aceptar su
sugerencia del hotel en el Reino Unido era, de alguna forma, una posible aceptación a su invitación.
De todas maneras, no era su dueña. Y no
tenía que pensar que lo fuera. O que lo podría ser alguna vez. La miró
directamente a los ojos y le preguntó
decididamente:
-¿Algo más, Jieun?
Ella miró primero a las rosas y luego
a él.
-Pensé que te gustaría que se las diera a
otro. Tal vez al hospital o algo así.
-Ya te lo haré saber.
Aquello era una despedida inequívoca. Jieun
inclinó la cabeza y se marchó. Una de sus habilidades principales era saber
cuándo tenía que retirarse después de golpear. Lee Jieun trabajaba muy sutilmente
y Hyukjae apreciaba su capacidad para hacer que todo pareciera sencillo.
Demasiado sencillo, pensó.
Esa mañana él estaba lleno de
incertidumbres. Y ahora le llegaba esa ridícula cesta de rosas para agravar las cosas. ¿Quién
se estaría riendo a sus expensas?
Se pinchó cuando trató de tomar el sobre
de la cesta. Luego lo abrió impacientemente y leyó la nota mecanografiada.
Esto es sólo para decirte que te amo y para agradecerte una noche
maravillosa.
Donghae.
Donghae se dirigió a las escaleras que
daban a las oficinas de Hyukjae. El saludo de la recepcionista todavía le
resonaba en los oídos.
-Le sienta muy bien ese color, señor Lee.
Eso le había dado valor.
Ayer no se habría ni atrevido a mirar ese
conjunto. Pero aquella mañana había entrado decididamente en la boutique, se lo
había puesto, había pagado y se había marchado con él puesto. Brillante y
orgulloso, se había dicho a sí mismo. Y
muy positivo.
Cuando llegó a la planta de las oficinas
respiró profundamente y empezó a
caminar, con la cabeza alta y los hombros firmes, sin permitirse ninguna
clase de duda o nerviosismo. Una mirada a su reloj le indicó que era
exactamente mediodía. Una hora perfecta
para almorzar.
Las rosas debían haberle preparado el
camino. La florista le había asegurado que las había recibido Hyukjae en
persona. No había problema. Así que ahora él sabía muy positivamente que él no
sentía ganas de vomitar, ni estaba cansado o
sintiendo lástima por. sí mismo. ¡En absoluto!
Se había movido como un torbellino desde
que Jeno le había dicho aquello. Tenía la mente probablemente más enfocada y
clara de lo que lo había tenido en toda su vida. Sus intenciones estaban muy
claras también. Por otra parte, se veía dominado por una sensación de urgencia.
Fuera eso instintivo o intuitivo, realista o no, no tenía importancia. Lo
sentía y tenía que actuar al respecto.
Lee Jieun estaba sentada en su mesa en la
oficina exterior y parecía de lo más clásica. Su cabello rubio estaba recogido
en un elegante moño. Su maquillaje era una obra de arte de colores pálidos. Una
blusa rosa clara añadía un toque de femineidad a la elegante simplicidad del traje de
chaqueta gris perla.
Donghae tuvo un momento de terribles dudas
en sí mismo. Jieun aparte de se mujer, parecía tan hermosa como una rosa
inglesa. ¿Era esa imagen más del gusto de Hyukjae?
Entonces agitó la cabeza para quitarse esa
idea de encima. Ahora no podía retirarse y se obligó a seguir sin pensar en las
consecuencias.
Por lo menos Hyukjae no podría decir que
no se daba cuenta de su presencia.
-¿Cómo estás, Jieun? -le preguntó brillantemente.
La chica levantó la cabeza de repente de
los papeles en los que estaba trabajando. Donghae le dedicó una sonrisa
encantadora y continuó hacia la puerta, ya que no quería entrar en conversación
con ella.
-Tienes un gran aspecto. Pero claro, eso
siempre. Nunca te he visto sino perfecta. Hoy estás brillante.
Para entonces Donghae ya había llegado a la
puerta del despacho de Hyukjae y Jieun se había puesto en pie con una mano
extendida, como si quisiera agarrarla.
-Señor Lee ...
-Oh, por favor. LIámame Donghae. Estoy
seguro de que a mi marido lo llamas Hyukjae. Me gustaría que te sintieras igual
de familiar conmigo. Y, por favor, sigue con lo que estés haciendo. Voy a verlo.
Luego evitó cualquier cosa que Jieun
pudiera hacer limitándose a abrir la puerta, entrando y cerrándola luego
rápidamente. Se volvió y miró a Hyukjae dedicándole una sonrisa radiante.
El corazón le latía locamente y necesitó
desesperadamente algo que le asegurara que estaba siguiendo el camino correcto.
También el estómago lo tenía encogido. En realidad sólo su mente estaba
funcionando decididamente.
Hyukjae había echado para atrás su sillón
y había puesto los pies sobre la mesa y
tenía el ceño ferozmente fruncido mientras miraba la cesta de flores.
Su repentina entrada lo sorprendió y bajó
los pies de la mesa. Su rostro reflejó una mezcla de expresiones, de sorpresa,
incredulidad, culpa. enfado, amargura, ironía...
No le devolvió la sonrisa. Parecía como si
no supiese qué hacer con su sonrisa, las rosas o su inesperada presencia allí.
Por alguna inexplicable razón, eso le dio fuerzas a Donghae para continuar y se
acercó. Si lo que él quería era iniciativa, eso era lo que le iba a dar.
Sin dejar de sonreír, le dijo:
-Me sentía tan feliz esta mañana que
quise que lo supieras. Y quise
sorprenderte.
-Realmente lo has logrado -dijo él sin
acercarse. Entonces Donghae recordó lo que él le había dicho la noche anterior:
-¿Te pasa algo en las piernas, Donghae, para que no puedas venir a mí?
Pero hoy no podía acusarlo de no
acercarse, a pesar de que su actitud de espera le hacía sentirse extremadamente
consciente de cada paso que daba, consciente de lo que vestía ... incluso de
ropa interior.
-He estado pensando en lo que me dijiste
sobre que esperabas que yo fuera el que tomara la parte activa como amante todo
el tiempo. Y recordé el placer que me producía cuando me mandabas rosas, así
que quise darte la misma sensación de ser amado y valorado.
Hyukjae se puso colorado.
-No es lo mismo con los hombres -murmuró.
¿Estaba avergonzado? ¿Se sentía culpable por no haber pensado él en mandarle
las rosas? Hacía mucho tiempo que no lo hacía,
desde el mismo día después de que naciera Jaehyun.
-¿Por qué no es lo mismo? De cualquier
manera es un mensaje de amor.
-¿Lo es?
Hyukjae lo miró duro, suspicazmente.
-¿Qué otra cosa podría ser? -le preguntó
sintiendo que la garganta se le secaba. Necesitaba algo de ánimo para seguir
con aquello.
-Es un juego al que la gente juega -respondió
él sin dejar de mirarle-. Un juego manipulador.
-Eso es muy cínico, Hyukjae.
Donghae se acercó a él para rodearle el
cuello con los brazos, castigándolo con la mirada por pensar aquello.
-Te amo. Y he querido demostrártelo. Y
también quiero demostrártelo ahora. Entonces se puso de puntillas para besarlo.
El cuerpo de él estaba tenso y sus ojos
duros Y fríos.
-Almorcemos juntos y luego hagamos el amor
por la tarde -murmuró tratando de
suavizarlo-. He reservado una habitación para nosotros ...
-¡Oh, por Dios, para ya! -gruño él
salvajemente mientras se soltaba y luego le mantenía sujetos los brazos a los
costados- Nadie cambia su naturaleza de la noche a la mañana. No soy tonto, Donghae.
No me hagas que pierda el respeto que te
tengo.
-¿Respeto? -repitió Donghae, no muy seguro
de haberlo oído correctamente.
Hyukjae parpadeó y lo soltó, retrocediendo
luego tan rápidamente que no pudo evitarlo. Luego se apartó más aún antes de
volver a hablar mientras agitaba una mano en el aire, como desesperado.
-¡Mira! Siento lo de anoche. ¿De acuerdo?
Lo siento -dijo con frases entrecortadas, como si odiara decir esas palabras,
pero no tuviera más remedio que decirlas.
Donghae no lo sentía en absoluto, pero no
logró decir nada. ¿Cómo podía ser que, cuando estaba tratando de seducir a su
marido, lo único que estaba consiguiendo era separarlo de él? Incluso cuando no
estaba haciendo más que seguir sus instrucciones. Parecía como si estuviera mal
si no lo hacía y también si lo hacía.
Hyukjae continuó hablando.
-No debió haber sucedido. Me gustaría que
hubiera sido así. No te mereces lo que te hice y, te puedo asegurar que, esta
mañana, no estaba nada contento conmigo mismo. No es necesario que tú ... que
me lo restriegues por las narices -terminó
apretando fuertemente los puños.
Donghae agitó la cabeza.
-¿Así que ha sido por eso por lo que lo
has organizado todo para que me dejaran dormir hasta tarde? No querías
enfrentarte conmigo. Porque te sentías mal contigo mismo.
-No quise que te sintieras presionado.
-¿Te importaría decirme por qué tienes que
sentirte mal por hacerme saber lo que
quieres?
-¡Maldita sea, Donghae! Anoche
prácticamente te asalté. Perdí el control
por completo ... -dijo él agitando la cabeza, profundamente
desorientado, incapaz de explicarse o excusarse. Su mirada estaba llena de recriminaciones.
-¿No crees que fue una alivio para los
dos? -le preguntó suavemente, deseando
hacerlo sentirse mejor.
-¿Quién sabe? Lo que estoy tratando de
decirte es que no pienses que tienes que servirme o mimarme. No me gustaría
nada. Sé que sería algo falso y odio pensar en que te obligues a ti mismo a ...
a agradarme -afirmó él con cara de
disgusto.
Donghae se quedó anonadado. ¿Es que él no
comprendía nada del amor? ¿Que había que dar y recibir?
-Bueno, pero es que a mí me agrada agradarte
-dijo dudosamente.
-¡Vamos, Donghae! ¡No soy ningún niño para
que me mimes y me halagues diciéndome que soy un buen chico sin importar lo que
haya hecho!
Donghae se mordió la lengua. Estaba
logrando empeorar las cosas. Parecía que él fuera a darle la vuelta a cualquier
cosa que le dijera y la volvería contra él.
-No tienes que enviarme rosas de repente
--continuó Hyukjae-. No tienes que
parecer también de repente sexy y disponible. ¿En qué estabas pensando?
¿En hacerlo sobre la mesa?
Hyukjae se rió secamente y siguió
hablando.
-No, no creo que tanto. Te va más la cosa
tranquila, así que has reservado esa habitación.
Una oleada de calor se asomó entonces al
rostro de Donghae.
-¡Cielos, no pongas esa cara!-exclamó él
cuando vio su expresión mortificada y luego se frotó los ojos como para
quitarse de encima esa imagen- No es de ti de quien me estoy quejando, Donghae, es de mí. Esto es
lo que crees que tienes que hacer por lo que hice yo, y odio haberte hecho
tanto daño.
-No me hiciste daño, Hyukjae -insistió
tranquilamente.
Le sorprendía sobremanera que él hubiera
estado torturándose viendo su
pérdida de control como un crimen abusivo que debía avergonzarlo y con
ello le había hecho tomar caminos que normalmente no habría seguido.
Hyukjae agitó la cabeza y lo miró apesadumbrado.
-Si quieres jugar a imaginar, Donghae, yo
preferiría imaginar que lo de anoche fue un mal sueño. Entonces no tendrías que
hacer nada. Podemos seguir como antes.
-Pero tú no eras feRyeowook con lo de
antes.
-Pero lo puedo soportar.
-¿Crees que reprimir tus necesidades es
una buena forma de vivir, Hyukjae?
-Ese no es tu problema, Donghae -dijo él
evasivamente-Y no lo hagas tuyo.
De repente Donghae tuvo un mal
presentimiento, como si él le estuviera dejando de nuevo a un lado, metido en
una caja y con la etiqueta de appa de sus hijos. Respiró profundamente y le
dijo:
-Tal vez estés tratando de encontrar a
alguien que te las llene. ¿Es esa la respuesta?
-No insistas. No tienes nada de qué
preocuparte. Eso no afectará a tu vida.
¡Cielos! ¡Ahora sí que quedaba claro que
lo estaba pensando! Repentinamente le resultó difícil respirar. La imagen de Hyukjae
yendo a por esa mujer para satisfacerse sexualmente le resultó insoportable. ¡Y tenía la
ceguera de decirle encima que semejante cosa no afectaría su vida!
Donghae se dio cuenta entonces de que su
esposo pensaba que sabía todo lo que tenía que saber sobre él. Y ni siquiera se
había enterado de lo que le había estado diciendo, no había hecho caso porque
pensaba que lo conocía mejor.
Luchó por recuperar la respiración. Lo
necesitaba. Tenía que dejar claro eso en ese mismo momento, antes ... O él ya
... No, no podía ni pensarlo.
-¿Qué te hace pensar que soy feliz con la vida que me has proporcionado, Hyukjae? -le espetó por fin.
Él frunció el ceño, como no sabiendo a
dónde quería llegar. Donghae levantó la barbilla y la voz.
-¿Qué te hace pensar que era feliz antes de anoche?
Hyukjae agitó la cabeza como si estuviera
diciendo tonterías, pero Donghae continuó.
-¿Qué te hace pensar también que lo de
anoche fue todo cosa tuya? ¿Recuerdas que te pidiera que pararas? ¿Lo
recuerdas?
-No -respondió él como avergonzado-. Creo
que te lo tomaste como una especie de prueba de resistencia.
-Piensa en una especie de rito de
iniciación y te acercarás más a la verdad. Yo no tenía ni idea de lo que se
podía hacer realmente entre una pareja hasta anoche. Ahora lo sé. No se puede
volver atrás, Hyukjae. Y, lo que es más, ¡yo no quiero hacerlo!
iYa estaba! Esa era la verdad y Donghae no
estaba dispuesto a permitir que él lo ignorara. Por lo menos ahora Hyukjae lo
estaba mirando como inseguro, lo que era un paso en la buena dirección. Si Hyukjae dejara que
esas ideas se instalaran bien en su cabeza y les permitiera a los dos tener la
oportunidad de sentir cosas buenas el uno hacia el otro, se daría cuenta muy rápidamente de que
no necesitaba a alguien más en absoluto.
¡De eso nada!
Entonces llamaron a la puerta.
Se abrió antes de que ninguno de los dos
pudiera decir nada y Jieun apareció sin entrar del todo, como si no quisiera
interrumpir, pero haciéndolo. Los miró como disculpándose antes de dirigirse a Hyukjae
que, instantáneamente, se había puesto su máscara autoritaria.
-Por favor, disculpenme. Querría saber si
seguimos con lo del almuerzo, Hyukjae. Tendríamos que marchamos a las doce
y media.
Eso hizo que ambos miraran sus relojes.
Eran sólo las doce y dieciocho, lo que decía mucho en favor de la puntualidad
de esa mujer y de la oportunidad que había tenido para interrumpirlos.
-Saldremos a las doce y media -dijo Hyukjae-.
Si me esperas en tu despacho ...
Donghae no pudo dar crédito a sus oídos. ¿Hyukjae
se iba a almorzar? ¿Lo iba a dejar allí plantado como si nada, cuando estaban
en medio de una de las conversaciones más críticas de sus vidas?
Jieun le dedicó una sonrisa radiante a Hyukjae.
-Por supuesto -dijo y luego desapareció.
Esa sonrisa afectó tremendamente a Donghae.
-¿Un cambio de prioridades? -le dijo a Hyukjae
demasiado agitado como para dejar pasar el asunto.
-¿Perdón? -respondió él frunciendo el
ceño, como no sintiéndose muy cómodo de repente con un esposo que no se estaba
comportando conforme a lo que era
habitual.
-Anoche me dijiste que no habría nada más importante
para ti que el que tu esposo te deseara activamente -le recordó- Y ahora parece
que tienes un almuerzo que es más importante que estar conmigo y no has
dudado mucho en
preferirlo después de la
invitación que yo te he hecho.
-Creía que eso ya había quedado claro, Donghae ...
-Así que no quieres almorzar conmigo.
Hyukjae pareció dolorido.
-Otro día ...
-Y no quieres hacer el amor conmigo -dijo
sin poder evitarlo.
*** Estoy que pateo a Hyukjae***
Alguien lanzele algo a ese tipo QUE TE PASA HYUKJAE!!!! a caso quiere morir como se atreve a decirle eso a Hae!!! ¬¬ estoy que me repatea >xxxx<
ResponderEliminarMira que primero insultarlo cuando estan solos en la habitacion y ahora prefiere a la secretaria esa a estar con el eso es el colmo ese chico necesita una cirugia de cerebro o algo por el estilo para que le reacomoden los pensamientos y la ideas
Hae pecesito no te preocupes tu solo dedicate a hacer que ruege por perdon ¬¬
Ok creo que me salio mi lado sobreprotector pero es que en serio no se puede con ese Hyuk Uf!!
Muchas gracias por el cap espero el proximo :) me encanta! >.<
Aunque a pesar de ser adultos son unos tontos...les voy a conceder que de verdad los dos se aman,lo que piensa uno del otro está tan mal porque son solo ideas que se han hecho cada uno por la actitud y acciones del otro...pero me con suela que se aman...de verdad.
ResponderEliminarEso sí...no voy a negar que Hyuk es un imbécil...mucho hombre de negocios y no sabe hablar con su esposo...puuff
Y Hae...este es otro pero no tanto como Hyuk,no,no...este es tonto en otra forma porque admitamoslo...no todo la culpa es de Hyuk
Aunque sí ha sido un idiota en este capítulo...eso nadie lo puede negar.
Uy...se va a almorza dejandolo ahí...solo espero que sea algo importante y no solo sea almuerzo con la secretaria...ya dijo que ella no le interesa.
Las últimas palabras de Hae me indican que dirá otras...yo en su lugar me largo de ahí dejando a Hyuk con la respuesta en la boca o mínimo pensandola.
Bueno ya apareció el peine solo esperó que hae encuentre alguien que lo valore
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