Leeteuk estaba
quieto, demasiado quieto para la paz mental de
Kangin, pero supuso que era mejor que los incontrolables temblores y
gritos. Sabía que Leeteuk estaba experimentando las cosas que él había visto
mientras estaba en el Limbo. No creía que alguna vez fuera posible estar tan
asustado por él como lo estuvo cuando había sido secuestrado por Jihoon, pero
en ese momento, él había pasado a estar más allá de asustado.
Pensó brevemente
en ir a ver a su appa, pero no podía convencerse de dejar a su compañero. Sabía
que Leeteuk querría que lo hiciera, pero él no era capaz de mandarle. Iba a
hacer exactamente lo que tenía que hacer, y eso era estar tan cerca de él como
las estúpidas palabras vinculantes se lo permitieran.
Mientras lo
observaba, consideró algo que realmente no había pensado. Desde que conoció a Teuk,
en realidad no podía recordar un momento en el que estuviera realmente enojado
con él, pero lo estaba ahora.
Estaba tan
enojado de que alejara su toque de él, que le quitara ese consuelo. Kangin
sabía que su deseo de tocar a Teuk tan a menudo podría con el tiempo ponerlo
inquieto, por lo que él le había explicado el significado profundo del contacto
entre lobos. Le dolía profundamente que ella supiera lo que el contacto
significaba y aún estuviera dispuesta a alejarlo de él. No quería estar
enojado, pero a veces esa era una emoción mucho más fácil de procesar que el
miedo o el dolor.
Así pues, él se aferró a ese enojo, aferrándose a este como una tabla de salvación para no ahogarse en el mar turbulento de su angustia.
—¿Por qué harías
esto, Leeteuk? Sé que estabas enojado conmigo por no ser más abierto, ¿pero
puedes ver ahora de lo que yo estaba tratando de protegerte? ¿Puedes ver ahora
que no quería que te mancharas con las imágenes de tal brutalidad y dolor?
Kangin cerró los
ojos un instante, mientras trataba de calmarse. Se arrodilló junto a su oreja
—Esto no es
aceptable, mi amor. Nunca más, ¿me oyes? Nunca más, voy a permitirte tal
estupidez. Te dije que te protegería, aunque fuera de ti mismo. Me necesitas,
necesitas mi toque en este momento, y debido a tu precipitada y emocional
decisión, no puedo hacer nada más que sentarme aquí, inútil y frustrado. Estoy
enojado contigo, amor.
Por alguna razón,
necesitaba que él supiera eso, no porque quisiera lastimarlo, sino porque
necesitaba que entendiera lo mucho que lo amaba y lo necesitaba
—¿No lo ves? ¿No
te he demostrado desde el día que te tomé como mi prometido lo mucho que
necesito tu toque? ¿Cuántas noches he llegado simplemente a ti, por ninguna
otra razón que la de sentir tu piel en la mía? ¿Cuántas veces has encontrado
consuelo en mis brazos, piel con piel?
Kangin quería
gruñir, quería tirar o golpear algo. Tenía tantas emociones dentro de él y
ninguna manera de sacarlas.
Cayó de rodillas
y echó hacia atrás su cabeza, dejando escapar un lastimero y furioso aullido.
Brotó desde el lugar más oscuro de su alma y se estrelló en su camino a través
de sus pulmones y fuera de su garganta. Él sabía que sus ojos estaban brillando
y sus caninos se habían alargado. Su lobo estaba tan enojado con su compañero
como él lo estaba y quería cazar algo y destrozarlo.
Pronto sentiría
la sangre de una bruja, caliente en su boca mientras desgarraba la carne de sus
huesos. Ella respondería por este crimen en contra de su pareja. Respondería
por todo el mal que había traído sobre su raza y su muerte no sería rápida y
sin duda no sería indolora.
Los aullidos
sacudieron la mansión mientras uno a uno, los lobos se unían en el sombrío
sollozo. Las manadas que habían sido trasladadas a la parte más alejada de la mansión
de Junjin y Hyesung y las otras parejas acopladas se inquietaron al escuchar la
absoluta desesperanza en la llamada de sus hermanos.
Ellos permanecían
fuera en los jardines, cambiando gradualmente a su forma de lobo, otros
quedándose en su carne humana, pero todos ellos respondiendo a su llamada.
El Alfa de la
manada de Canadá, se acercó a donde Kangta estaba parado, un centinela
silencioso velando por los lobos.
—¿Qué haría que
un hombre suene así? —le preguntó a Kangta.
Los ojos de Kangta
no abandonaron el campo donde las manadas vagaban cuando él habló.
—Ese es el sonido
de un hombre que ha llegado al final de su cuerda. Su cordura está colgando de
un hilo y su lobo está listo para destrozar el primer pedazo de carne fresca lo
suficientemente estúpido como para andar en su camino. Ese es el sonido de un
hombre cuyo compañero lo necesita, y sin embargo, es incapaz de ser lo que él
necesita.
—¿Hay algo que
podamos hacer para ayudar?.
—Rezar —dijo Kangta,
sombríamente—. Oremos para que salgamos victoriosos, y que las parejas de estos
hombres sean restauradas, porque la ira de una bruja no es rival para la ira
de, incluso, un solo macho Canis lupus cuyo compañero está más allá de toda
esperanza.
Wadim y Donghwa
caminaban en silencio por la mansión, ambos inquietos debido al estado de su
Alfa, y ambos necesitando hacer algo.
—¿Deberíamos ir a
ver si él necesita algo? —preguntó Wadim.
A Donghwa le
gustaría decir que sabía la respuesta a esa pregunta, pero realmente estaba
perdido. No sabía cómo Junjin respondería a ellos, a pesar de que eran de la
manada y él era el cuarto de Junjin. Pero, al igual que Wadim, sentía que debía
hacer algo, cualquier cosa.
—¿A dónde se
dirigen ustedes dos?
Donghwa y Wadim
giraron ante el sonido de la voz femenina, ambos en posición de batalla. Ellos,
sin duda, estaban al borde si no podían siquiera distinguir la voz de uno al
que ambos conocían tan bien.
—Dambi. —Donghwa
asintió mientras se enderezaba. Wadim siguió su ejemplo.
Dambi se dirigió
a ellos y, desde las sombras detrás de ella, otras seis formas se adelantaron.
—¿A quién has
traído a nuestro territorio, Dambi? —preguntó Donghwa con formalidad repentina.
—Relájate, Donghwa
—le dijo con un movimiento de su muñeca—. Estos son los otros miembros del
Consejo Fae. Ellos han venido para ayudarme a romper la maldición que pesa
sobre las parejas.
Los ojos de Wadim
se abrieron con esperanza.
—¿Pueden
realmente hacerlo?
Dambi pareció
ofendida.
—¿Te cagas en el
bosque?
Wadim rió.
—De vez en
cuando.
—Entonces, de vez
en cuando podemos romper maldiciones.
Alguien se aclaró
la garganta detrás de ella y Dambi puso los ojos en blanco.
—Donghwa, Wadim
permítanme presentarlos. —Ella se volvió y señaló a cada Fae mientras llamaba
sus nombres.
Donghwa y Wadim
no sabían si debían inclinarse, o qué, por lo que acabaron dando cortos
asentimientos de cabeza.
—Ahora, si todos
sentimos que nuestros egos se han hinchado lo suficiente, ¿podríamos ir a
arreglar a estas parejas para que no tengamos un montón de hombres salvajes
matando todo lo que se atreve a respirar en su dirección?
Donghwa se volvió
para liderar a Dambi hacia la habitación de Junjin. No habían dado dos pasos
cuando de repente gruñidos y gritos provinieron desde la dirección donde Donghwa
había dejado a las otras manadas.
Dambi puso los
ojos en blanco con un resoplido.
—Bueno, no se
queden ahí, vayan a detenerlos antes que todos se maten entre sí y nos dejen en
un estado peor del que estamos ahora, lo que honestamente sería difícil de
hacer teniendo en cuenta que pensaba que el infierno era tan malo como la
situación que tenemos en mano.
Empezaron a
correr hacia la puerta del fondo sur que abría hacia el jardín. Donghwa se
estrelló contra la puerta primero y se detuvo tan rápidamente que los otros se
estrellaron contra él. Todos se quedaron mirando el caos frente a ellos,
congelándonos en su sitio.
—¿Qué diablos…?
—gritó alguien desde su derecha. Donghwa se volvió para ver a Kangta en su
forma humana sosteniendo a otro lobo que había cambiado
—No te quedes
ahí, haz algo —le gritó.
Donghwa y Wadim
corrieron a separar los lobos en la lucha, alejando los cuerpos el uno del
otro. Donghwa fue capaz de someter a varios, con otros tuvo que luchar para
conseguir que se retiraran. Con cada pelea que terminaba, otra tomaba lugar.
Los lobos estaban
fuera de control por el aullido de Kangin que había agitado la oscuridad en
ellos, y la presencia combinada de tantos dominantes solo avivó el fuego.
Junjin sintió una
oleada tras otra de energía fluyendo a través del aire. Reconocía el poder: era
el poder Alfa, de un montón de Alfas. Él se levantó de donde había estado
arrodillado al lado de su compañero. Se paseó, mientras su lobo se tornaba aún
más inquieto. Si había tanto poder siendo liberado, eso significaba solo una
cosa: las manadas estaban peleando.
No podía tolerar
eso, no ahora, no aquí. Su compañero estaba indefenso y lo último que
necesitaba era un montón de lobos salvajes corriendo como locos idiotas. Tomó
el teléfono celular de su mesita de noche y marcó el número de Hongki.
—Alfa —respondió él
al primer timbrazo.
—Por favor, ven a
mi habitación. —Colgó sin ceremonia.
A menos de tres
minutos más tarde, Hongki llamó a la puerta. Junjin la abrió, tratando de no
arrancarla de sus goznes.
—Por favor,
vigílalo. Manténlo a salvo. Si algo le pasa, te mataré.
—Sí, Alfa —dijo Hongki
mientras enseñaba el cuello hacia él.
Salió de la
habitación furioso y las paredes se sacudieron cuando cerró la puerta detrás de
él.
Hongki se quedó
mirando la puerta cerrada y sabía que los lobos que habían empezado a pelear,
estaban perdidos. Nunca habían sentido toda la fuerza del poder de Junjin.
Sonrió para sus adentros al pensar en lo mucho que deseaba poder estar allí cuando
los pusiera a todos de rodillas.
Con cada paso que
tomó Junjin, su ira aumentó. Continuó hasta sentir el poder que no debería
estar presente y su lobo se enfureció por los que se atrevieron a entrar en su
territorio y actuar de tal manera. Él era su hospedador, y era por su
hospitalidad que se atropellaban al actuar como animales.
Llegó a la puerta
y la empujó dando un paso hacia el desastre. Sintió a su lobo empujando,
ansiando, y necesitando unirse a la lucha, para hacer sangrar a cualquiera. Junjin
se controló. Él necesitaba orden, no más anarquía. Empujó el poder sobre su
manada y vio como todos sus lobos envueltos en la lucha cayeron de rodillas.
Empujó ese poder aún más mientras rugía.
—¡ESTO TERMINA
AHORA MISMO! —Los ojos de Junjin brillaban y sentía las garras en sus manos
crecer, su piel se estremecía con la necesidad de cambiar, pero lo controló.
Continuó forzando su voluntad sobre todos los que se atrevieron a desobedecer.
Obligó a los que habían cambiado a sus lobos a recuperar su forma humana. Sus
ojos viajaron sobre el gran grupo, mirándolos a los ojos mientras, uno por uno,
caía. En menos de un minuto, los hombres se arrodillaban donde antes habían
lobos furiosos. El repentino silencio cayó sobre el campo como un fuego
sofocante.
—¿Quiénes se
creen que son para venir a mi casa y escupirme en la cara con una escena de
este tipo? —Las palabras de Junjin fueron controladas, y aquellos que lo
conocían sabían que esa era una mala señal.
—Angus, Artur, Vaness,
Matsumoto, Geunsuk —gritó el nombre de los Alfas con una autoridad que no
podían ignorar—. Ciro, Gustavo, Drayden, Tyler y Kangta párense.
Cada Alfa se puso
de pie y caminó hacia delante, pasando alrededor de los otros lobos arrodillados.
—El resto de
ustedes se van a ir a las habitaciones que se les asignaron. Voy a dejar que
sus Alfas decidan su castigo. Alégrense de que no soy yo quien lo decida. Mis
lobos, su comportamiento es inexcusable. Van a lidiar con eso. Me han arrancado
del lado de mi compañero, lo que, francamente, me molesta.
Hubo una
carcajada en la parte trasera del grupo de rodillas. Cuando reconoció el sonido
de uno de sus lobos, Ciro, el Alfa de la manada Italiana, se puso tenso.
—¿Hay algo
gracioso? —preguntó Junjin mientras caminaba alrededor de los Alfas que
permanecían frente a él.
—Sin faltar el
respeto Alfa, ¿pero está más preocupado por permanecer en la cama que su
compañero calienta para usted, en lugar de encargarse de su manada? —Un coro de
toses, gruñidos y jadeos se escuchó sobre el grupo y antes de que el sonido
pudiera apagarse, Junjin se movió más rápido de lo que los lobos podían
rastrear. Ya tenía al lobo infractor por el cuello. Su rostro estaba a menos de
una pulgada de la cara del lobo y Junjin luchó más duro que nunca por su
control.
—¿Cuál es tu
nombre? —preguntó Junjin.
—Rico —jadeó el
lobo por el agarre que Junjin tenía en su cuello.
—Rico —repitió Junjin
lentamente—, olvidaste tu lugar. Será un placer recordártelo. —Junjin saltó
hacia atrás y arrancó su camisa—. ¡Levántate! — espetó.
—Junjin, por
favor no hagas esto —pidió Ciro, con cautela.
Los ojos de Junjin
se estrecharon cuando se volvió para mirar el Alfa.
—Mi cuota por
misericordia se ha superado hoy. Lo siento, Ciro. Pero, no voy a dejar que una
ofensa como ésta quede sin resolver. No lo voy a matar.
—Eso es todo lo
que pido. —Ciro asintió con decisión, aceptando que no iba a cambiar la opinión
de Junjin.
Junjin volvió a
mirar a Rico quien finalmente se había puesto de pie.
—No quiero pelear
contigo —le dijo a Junjin.
—No te pregunté
lo que querías y no eres lo suficientemente superior en cualquier manada para
de decirme lo que quieres. Aprenderás tu lugar. Estamos frente a un mal como el
mundo jamás ha conocido. No puedo permitirme tener lobos desobedientes bajo mi
mando, ni por ustedes los Alfas. Tú has hecho tu elección cuando hablaste irrespetuosamente
de mi compañero y yo.
Junjin se
abalanzó y cambió en el aire. Rico saltó hacia atrás justo a tiempo para evitar
ser abordado por el enorme lobo negro. Rico cambió y enseñó los dientes al Alfa.
Junjin era mucho más grande que el otro lobo, aunque Rico no pareció en lo más
mínimo intimidado. Ese fue su primer error.
Junjin rodeó al
lobo más pequeño. Sus labios se retiraron de sus dientes y su cuerpo tembló por
el esfuerzo de contenerse. Él estaba esperando; sabía que el lobo más joven se
impacientaría y tomaría una decisión apresurada.
No tuvo que
esperar mucho tiempo. Rico arrojó su cuerpo sobre Junjin, su hombro golpeó a Junjin
en la garganta lo que cortó temporalmente el aire del Alfa. Junjin se rió para
sus adentros. Si este cachorro pensaba que el aire es lo que lo mantenía con
vida, entonces él no sabía lo que era estar acoplado. Lo único que le daba vida
era el joven que estaba más allá de su alcance en su cama. Junto a él, el aire
era opcional.
Se dio la vuelta
para sacar el hombro que había estado presionado en él y agarró la pierna
trasera de Rico. Aplastó sus mandíbulas y oyó el chasquido del hueso. Un gemido
colectivo vibró en el fondo, pero Junjin lo acalló. Él dejó rápidamente de lado
la pierna y saltó hacia atrás. Lo rodeó otra vez, y luego se lanzó hacia
delante, mordiendo rápidamente y con fuerza el flanco del joven cachorro. El
sabor de la sangre inundó su boca y su lobo quizo aullar por la victoria de la
primera sangre. Una y otra vez, Junjin se lanzó, mordió y saltó hacia atrás.
Rico nunca se
acercó a Junjin después de esa primera estocada. Una vez Junjin vio que no
había ni un centímetro del pelaje de Rico que no estaba cubierto en sangre, se
lanzó por última vez y agarró al otro lobo por su garganta. Empujó la cabeza
hacia atrás y el cuerpo de Rico se elevó por encima de la cabeza de Junjin a
medida que lo arrojaba contra el suelo. Un fuerte gruñido escapó de los
pulmones del lobo.
Junjin apretó su
agarre en la garganta del cachorro y gruñó. Esperó. Finalmente el lobo cerró
los ojos y estiró la cabeza hacia atrás completamente dejando al descubierto su
cuello. Junjin liberó a Rico y gruñó por última vez. Se bajó de él y
gradualmente volvió a su forma humana. Se puso de pie, ajeno a su desnudez, y
aulló. Todos los demás lobos se unieron y cuando éste se detuvo, así lo
hicieron los otros.
—Voy a tener
orden. Cualquier persona que sienta la necesidad de ejercer su dominación por
favor hágamelo saber, y yo le recordaré por qué eso no es una buena idea. Es
mejor que esto no vuelva a ocurrir. —Se volvió a los Alfas, despidiendo
efectivamente a los otros lobos.
—No voy a
preguntar cómo es que dejaron que esto sucediera porque entiendo que controlar
a los lobos dominantes en este entorno es difícil por decir lo menos. Lo que
voy a preguntar es, ¿qué van a hacer para evitar que suceda otra vez? No
podemos darnos el lujo de estar en conflicto entre nosotros. Si Desdémona
descubre una manera de dividirnos, la explotará. No le den más munición; tiene
suficiente sin nuestra ayuda.
—Alfa —escuchó Junjin
detrás de él. Se dio la vuelta para ver a Dambi allí de pie con los otros
miembros del Consejo Fae.
—¿Has estado de
pie allí todo el tiempo? —le preguntó.
Ella asintió con
indiferencia.
—¿Y, no pensaste
en ayudar? —Un gruñido bajo escapó con sus palabras.
Dambi dió un paso
adelante, ni un poco intimidada. O por lo menos, si ella lo estaba no lo
demostró.
—Discúlpame, pero
estaba tratando de concentrarme para poder salvar a tu compañero, así como a los
otros, del hechizo que ha sido puesto en ellos. Así que no, no pensé en ayudar.
Por no hablar que es todo un espectáculo ver a saludables hombres jóvenes ir de
ida y vuelta. Ya sabes, está toda esa cosa de la desnudez.
Dambi, lo miró
intencionalmente. Junjin puso los ojos en blanco.
—Me alegro de
saber que estabas tan concentrada que sentiste la necesidad de ver la pelea en
vez de tratar de detenerla.
—Escojo mis
batallas, Junjin. Y, lejos está de mí detener a los atractivos hombres de
desnudarse. Si alguna vez llego a eso, solo dispárenme.
—Puede que
simplemente te dispare ahora mismo y acabe de una vez —se quejó Junjin—. ¿Dices
que puedes quitar el hechizo a Hyesung?
—Creo que podemos
—dijo haciéndole señas a las otras Fae.
—Vamos —dijo él,
volviéndose para irse pero se detuvo y miró por encima de sus hombros a los
otros Alfas—. Ocúpense de esta mierda, o yo lo haré. — Luego dio media vuelta y
se alejó.
Dambi volvió a
mirar a los Alfas y sonrió. Algunos de ellos estaban desnudos por el cambio.
Ella arqueó las cejas sugestivamente.
—Si alguno de
ustedes necesitan ayuda, por favor, me lo hacen saber —les dijo con una sonrisa
mientras observaba a algunos de ellos ruborizarse. Siguió a Junjin y dejó a los
lobos ruborizados. Tenía trabajo que hacer, pero ese respiro fue muy necesario
para ayudar a aclararle la cabeza de toda la preocupación que se había estado
formando.
—Entonces, ¿cómo
rompemos el hechizo? —llamó Junjin.
—No tengo idea
—lanzó ella.
O____O
ResponderEliminarY a si es como el mapachito, nalgueara a Tuek~ cuando despierte!!!
Aish~ y ya los alboroto a todos!!!!
Menos mal esta el Alfa pecho peludo, que salva el día, eso si, que no falte la amenaza al pobre de Kiki~
Ahhhh
Esa Dambi si se supera cada día!!!
Me encanta esa FAE!!!! <3
Al menos ese revuelo sirvio para que Junjin sacará un poco del enojo que tiene...y también para poner en su lugar a quienes se quieran salir del traste.
ResponderEliminarEspero que la fae cambie pronto ese "creo" para poder ayudar a las parejas
Ya me urge que empiece lo mero bueno de esa batalla.
No es que quiera muerto a Hee pero...¿por qué las parcas no han venido por él? O cuanto tiempo ha pasado desde que se lo anunciaron(?)
Igual y tienen problemas encima pero,de la lucha contra las parcas no sabemos nada
Ya me acordé...estan esperando el nacimie to del bebé T.T
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