Hongki empacó sus
cosas y se volvió a ir. Justo antes de abrir la puerta, se giró y miró a Hee,
evitando la mirada de Siwon.
—Solo en caso de
que te lo preguntes, está bien que tengan intimidad.
Hee sonrió.
—¿Me estás
diciendo que podemos enrollarnos como Donkey Kong?
Hongki dejó
escapar una risita.
—Hmmm, tal vez no
como Donkey Kong. ¿Por qué no te apegas a Jorge el Curioso solo para estar
seguros? —Con eso, abrió la puerta y la cerró silenciosamente detrás de él.
La sonrisa
desapareció del rostro de Hee tan pronto como Hongki se fue. No podía mirar a
su compañero. El fino hilo de donde había estado colgando estaba a punto de
romperse y él sabía que él había pasado por bastante. Se mordió el labio en un
intento de mantener la compostura y giró la cabeza lejos de él.
—Heechul. —Siwon
alargó la mano y suavemente tiró de su barbilla, de modo que mirara
directamente hacia él—. Princesa, habla conmigo.
—¿Cómo
sobreviviste tanto tiempo? —preguntó.
—¿Qué quieres
decir?
—Seguí diciéndome
que no era real. —Él se tendió a su lado y apoyó su cabeza en un codo.
—Traté de decirme
eso. Traté Siwi, pero se sentía… —Hee cerró la boca contra la bilis que sentía
aumentar.
—Shh, cariño, no
era real, nada de eso sucedió. —Siwon apoyó su mano en la curva de su
estómago—. Esto es real —le dijo mientras frotaba suavemente—, mi toque,
nuestro amor, nuestro bebé, todo esto es real.
Hee asintió,
aunque las lágrimas habían empezado a caer. Siwon se acercó y lo tomó en sus
brazos.
—Te tengo, nene.
No voy a dejarte ir.
Siwon luchó por
mantener su rabia contenida mientras sentía al joven más fuerte que jamás había
conocido, desmoronarse en sus brazos. No trató de hacerle hablar. No le
preguntó cómo podía ayudar, se limitó a abrazarlo, y si eso era todo lo que Heechul
quería de él, sería suficiente.
«Para
mí no lo
sería», le dijo Hee, a través de su vínculo. «Hazme
olvidar Siwi».
Siwon se reclinó
de modo que pudiera mirar a sus ojos.
—Es demasiado
pronto Heechul, date tiempo. —Apartó suavemente el cabello de su rostro y lo
besó en la frente.
—¿Alguna vez he
dejado que te salieras con la tuya al decirme lo que necesito? —Heechul no
esperó una respuesta—. Te digo que te necesito. Sigo viendo y sintiendo esos
rostros, esas manos. —dejó escapar un sollozo ahogado mientras miraba sus ojos
ámbar—. No me hagas rogar.
Siwon contuvo el
aliento al ver el miedo en sus ojos. Miedo de que lo rechazara, miedo de que
estuviera disgustado con él, miedo de que ya no lo quisiera.
Siwon gruñó
mientras se inclinaba. Sus labios acariciaron su rostro suavemente hasta que se
cernió sobre él.
—Nunca tienes que
rogar. Soy tuyo y siempre te daré lo que necesitas. ¿Qué necesitas, nene? —Sus
labios rozaron los suyos mientras hablaba—. Dime lo que necesitas Heechul y
será tuyo.
Hee se estremeció
cuando sintió su mano deslizarse debajo de la camiseta. Él le acarició el
abdomen y después pasó los dedos por el costado de su cuerpo, recorriendo sus
marcas.
—A ti —susurró,
en voz baja.
Él se apartó para
quitarse la camisa y le sonrió cuando sus ojos se abrieron como platos.
—¿Eso significa
que todavía me necesitas?
Hee sonrió entre
las lágrimas mientras asentía. Siwon lo ayudó a quitarse la camisa y luego
apretó su cuerpo firme contra el de él. Lo besó profundamente y gruñó cuando le
pasó los dedos por su espeso cabello oscuro.
«Te amo Heechul», le dijo una y otra vez
mientras sus manos recorrían y sus labios continuaban. «Eres mío. Cada centímetro de ti, cada hebra de cabello, cada gemido
suave, cada latido de tu corazón, me pertenece».
El corazón de Hee
se llenó de amor al escuchar sus palabras y luego sintió la verdad detrás de
ellos con cada beso y tacto.
—Amor, abre los
ojos.
Hee los abrió
para verlo sobre él. Él lo besó en las mejillas, nariz, y al otro lado de la
mandíbula antes de besarlo suavemente en los labios.
—Mantén tus ojos
abiertos —susurró—. Quiero que veas quién está contigo, quién te está tocando y
quién te está adorando.
—Está bien —le
dijo, en voz baja. Y así lo hizo. Y aún estuvieron abiertos hasta bien entrada
la noche, cuando se acostó a su lado mirando sus dedos viajando hacia arriba y
abajo de las marcas que iban desde la cadera hasta debajo de su brazo.
—¿Estás bien? —le
preguntó Hee.
Él levantó la
vista de su mano para mirarlo a los ojos.
—Mientras estés
conmigo, estoy bien. ¿Y tú? ¿Te lastimé? —Él puso su mano sobre su abdomen
mientras lo preguntaba.
Hee negó con la
cabeza.
—No me hiciste
daño. —Puso su mano sobre la de él, amando la calidez que sintió de su piel. Le
pesaban los ojos aunque trató de mantenerlos abiertos.
Siwon rió.
—Puedes cerrarlos
ahora, hermoso.
Hee le gruñó.
—No vayas a
empezar algo que no puedes terminar —bromeó él.
Hee sintió algo
dentro de él relajarse con sus bromas. Estaba bien. Habían llorado, se habían
sostenido el uno al otro, hecho el amor, y ahora solo necesitaban estar juntos,
haciendo lo que mejor sabían.
—Mierda, por un
minuto allí con todo el tierno cariño y demás, se me olvidó que estaba acoplado
a un pervertido. —Sus ojos brillaban de risa.
—Oh, no podemos
permitirte olvidar algo tan importante. —Lo agarró juguetonamente—. Ven aquí y
déjame recordarte.
La risa llenó su
habitación, donde una vez había habido lágrimas, mientras Hee dejaba a Siwon
sanar su corazón una y otra vez. Poco a poco le recordó quién era y quién era
ella para él.
Kangin cerró la
puerta y giró la cerradura. Finalmente, después de hacerle aceptar su toque, él
ayudó a Teuk a desnudarse y a ducharse mientras lágrimas silenciosas se
deslizaban de sus ojos.
Había tratado de
conseguir que se acostara, pero Leeteuk insistía en que tenía que estar limpio,
que se sentía sucio. Por lo que, lo ayudó a ducharse y luego lo secó y lo llevó
a su cama. Se subió a su lado, tiró de las mantas sobre ellos, y lo envolvió en
sus brazos.
Teuk envolvió su
cuerpo alrededor de Kangin, buscando el calor de su cuerpo, necesitando sentir
toda su piel contra la suys. No se dio cuenta de que había estado lloriqueando
hasta que Kangin comenzó a hablarle en voz baja.
—Luna. —Levantó
su rostro para que lo mirara—. Dime qué debo hacer.
Por favor, no sé
qué hacer.
Teuk miró a sus
ojos brillantes mientras sentía los latidos de su corazón contra su pecho. Él
limpió las lágrimas con suavidad de sus mejillas y lo besó lentamente. Cuando
él se retiró, vio que sus ojos brillaban también.
—Cántame —susurró
Leeteuk.
Él apartó mechones
rojos de su cara mientras lo miraba fijamente a los ojos y empezaba a cantar la
canción que habían compartido la noche antes de su batalla con Shangchul, y la
noche que ahora parecía tan lejana.
Sus ojos se
suavizaron cuando Leeteuk pasó los dedos por sus labios mientras cantaba.
A medida que su
rica y profunda voz se adentraba en las partes rotas de su alma, Teuk se aferró
a sus palabras como una tabla de salvación. Pasó las manos sobre sus hombros y
pecho, siguiendo el contacto con sus besos.
Las palabras de Kangin
temblaron ligeramente cuando lo empujó sobre su espalda y puso su cuerpo sobre
el suyo. Apoyó la cabeza en su pecho e intentó fundirse con su toque mientras
él corría la punta de los dedos desde sus hombros hasta la parte trasera de sus
muslos. Se consoló con el toque que conocía tan bien. Apartó su dolor y miedo y
se aferró a la sensación de las manos que lo conocían mejor de lo que él se
conocía, y un hombre que lo amaba más que cualquier otro jamás podría.
La habitación se
encontró en silencio cuando terminó la canción. Kangin continuó acariciando su
piel hasta donde podía llegar y lo besó entre el cabello mientras aspiraba su
aroma.
—Kangin…
—Sí, amor.
—Vamos a superar
esto. —Teuk lo hizo una declaración, necesitando oírse a sí mismo decir las
palabras en voz alta.
—Juntos —acordó
él.
Él lo rodó sobre
su espalda rápida pero suavemente hasta que quedó debajo de él. Lo miró a los
ojos, mientras sus dedos rozaban suavemente su mandíbula. Se inclinó, lo besó,
y gimió cuando Leeteuk se rindió a él al instante. Teuk abrió la boca y dio la
bienvenida al profundo beso mientras su lengua lo exploraba. Se echó hacia
atrás y sonrió al ver la expresión de sorpresa en su rostro.
—Me dijiste que
el toque sanaba a los lobos, que traía comodidad y seguridad —dijo.
Él asintió.
—Necesito
curación, comodidad y seguridad, Kangin —susurró, contra su piel mientras le
besaba el cuello, los hombros y el pecho entre cada palabra. Empujó sus manos,
mostrándole a través de su vínculo donde las quería. El pecho de Kangin gruñó
al sentir su necesidad y se sorprendió cuando se dio cuenta de que era tan
grande como la suya.
—Me necesitas, mi
toque, mi beso, mi amor. —Se cernió sobre él, mirando hacia abajo en su cara y
cuerpo.
Hubo una vez
cuando Teuk se había sonrojado bajo su mirada, pero no ahora, no cuando Kangin
le había mostrado cuán completamente un hombre amaba a su pareja en su mundo.
—Lo hago
—concordó Leeteuk.
—Bien —gruñó Kangin,
mientras bajaba su cuerpo al suyo.
No se necesitaron
más palabras cuando se aferraron el uno al otro. Kangin se reunió con él en
cada necesidad y Teuk las tomó con avidez, sabiendo que le agradaba
proveérselas de cualquiera manera, ya sea física o emocional. Se dejó ir por
completo, sabiendo que él siempre proveería para él, siempre lo protegería y
siempre lo amaría.
«Siempre». Oyó su susurro en su mente y
sintió la certeza de ello en su contacto mientras le hacía amor.
Sora, Jungsoo, Hyungsik
y sus guerreros se reunían alrededor del fuego. La noche era fría y el
conocimiento de lo que se aproximaba hacía que el frío fuera más difícil de
soportar. Jungsoo y los guerreros Elfos habían sido capaces de matar algunos
conejos para la cena. A pesar de que no era una comida que los llenara, fue
suficiente.
Cuando terminaron
de comer, Jungsoo llevó a Sora hacia su regazo donde se sentaba recostado
contra un árbol. Ella se acurrucó en su pecho y trató de no preocuparse por su
hijo, o Mona, o Jungsoo, o algo más sobre lo que no tuviera control.
—¿Cómo es él?
—preguntó Jungsoo.
Sora inclinó su
cabeza en alto para mirarlo. Sonrió cálidamente.
—Es la mejor
persona que conozco.
Sora sabía que Jungsoo
preguntaba por Teuk y le conmovió que él quisiera saber sobre la persona más
importante en su vida.
—Él es tan lleno
de vida. Tiene una boca inteligente; es terco, hermoso, y ama con todo su
corazón.
—Suena como
alguien que conozco —le dijo Jungsoo mientras besaba su frente.
—Somos parecidos
en muchas maneras —acordó Sora—. Pero, él es mejor que yo, y me alegro por eso.
Ningún padre quiere que su hijo herede sus faltas o cometa sus errores.
—¿Qué errores has
cometido, Sora? ¿Qué oscuros secretos guarda tu corazón?
Sora consideró en
decirle sobre Kangta, sobre como Teuk llegó a ser parte de este mundo.
—¿Te has preguntado
cómo es que Teuk se emparejó con un hombre lobo? —le preguntó.
Asintió.
—Sí, me lo he
preguntado, pero supuse que me lo dirías cuando estuvieras lista. —Pausó—.
¿Estás lista?
Ella se encogió
de hombros.
—No es como si
tuviéramos algo mejor que hacer.
Jungsoo apretó su
agarre sobre ella y besó su cuello.
—Me encanta
escuchar tu voz, pero estoy seguro que puedo encontrar algo para hacer que me
gustaría tanto como escucharte.
Sora rió.
—Estoy segura que
puedes.
—Entonceeees
—solicitó él.
—Me enamoré
cuando era joven. Él era guapo, divertido, y no era humano. A unos días de
conocerlo, mi corazón era de él. Por tanto tiempo como puedo recordar, siempre
he poseído lo que considero ser algún tipo de sexto sentido. No pasa siempre,
pero a veces solo siento como si conociera algo sobre una persona y así es como
me sentí con Kangta. Sabía que algo era diferente sobre él. Cuando lo confronté
sobre eso, me dijo lo que era. Primero, estuve un poco espantado, pero luego vi
que él seguía siendo el hombre que amaba. Para lo que no estaba preparada fue
cuando me dijo que yo no era su verdadera compañera.
—¿Cómo estuvieron
juntos si no eras su compañera? —preguntó Jungsoo, gruñonamente.
—Me amaba. Me
dijo que había una posibilidad de que un día conocería a su verdadera compañera
y si lo hacía, no tendría más opción que irse, que su alma clamaría por ella.
En ese momento, no me importó; solo quería estar con él. El tiempo pasó, las
cosas estuvieron bien, y luego lo imposible pasó. Me embaracé. Los Canis lupus
tienen bastante dificultades concibiendo entre ellos, pero concebir con un
humano era algo inaudito. Tan pronto como me enteré, me apresuré a casa a
decirle. Entré, lista para compartir las buenas noticias, solo para encontrar
una nota con mi nombre en ella y todos los rastros de que Kangta se había ido.
Jungsoo acarició
su cabello mientras sentía al corazón que, a pesar de estar sanado ahora,
recordaba un tiempo cuando había estado roto.
—Nunca traté de
encontrarlo. Él no sabía que tenía un hijo hasta este año. Teuk no sabía nada
sobre su padre o lo que era hasta que Kangin llegó a Estados Unidos y lo
reclamó como su compañero.
—Entonces, ¿has
visto a Kangta recientemente? —preguntó Jungsoo, y Sora sabía que no estaba
contento sobre eso.
—Sí.
—¿Aún lo amas?
—No de la manera
que crees. Lo amo porque me dio a Teuk.
Jungsoo trató de
no estar celoso, pero la idea de su compañera con otro hombre no le estaba
sentando nada bien, así hubieran pasado tantos años.
Sora sintió los
brazos de Jungsoo tensarse. Miró su cara y vio enojo y posesividad en sus ojos.
—Dime algo, Jungsoo
—le dijo gentilmente.
—No quiero
compartir tu corazón —le dijo honestamente.
—Siempre tendrás
que compartir mi corazón. Teuk tiene una gran parte de él.
Jungsoo sacudió
la cabeza.
—No me refiero a
eso. Espero compartirlo con tu hijo, y estoy feliz de hacerlo, pero odio que él
lo haya tenido una vez. —Jungsoo cerró sus ojos y trató, en cierto modo,
ordenar sus emociones antes de continuar—. No quiero sonar como un niño
petulante, pero quiero que seas toda mía.
—Soy toda tuya, Jungsoo,
o al menos a esa dirección nos dirigimos, pero tú también tienes un pasado. Si
recuerdo bien una cierta noche cuando me abrazaste en la cama, te pregunté si
habías estado con una pareja y dijiste que sí.
—Ninguna que haya
amado, ninguna que alguna vez haya tenido algún agarre en mí —argumentó Jungsoo.
—Tuvieron que
haberte agarrado algo, cariño, para que estuvieras en su cama. —Sora bufó por
su propia broma pero notó que a Jungsoo no le pareció gracioso—. Esa fue una
buena; al menos tienes que darme algo de crédito.
Jungsoo gruñó.
—Fue crudo.
—Sí, bueno,
también el hecho de estar con una solo por gratificación, pero pasó, ¿cierto?
—dijo en respuesta.
—¿Estás celosa,
pequeña? —preguntó con un brillo en sus ojos.
—No —respondió
ella en un tono cortante.
Jungsoo la jaló
contra su pecho y puso su boca junto a su oreja.
—Desde el momento
en el que puse los ojos en ti, he olvidado a cualquier otra pareja que haya
cruzado mi camino.
—¿Y tú cama?
—preguntó Sora.
—En mi mente,
estás solo tú, Sora. Todo lo que veo es tu cara, todo lo que quiero eres tú.
Tienes razón en que los dos tenemos un pasado. Trataré de que tu pasado no me
convierta en un celoso tonto.
—Entonces, cuando
conozcas a Kangta, ¿serás bueno? —preguntó ella cautelosamente.
—¿Por qué
conocería a Kangta? —preguntó él.
—Porque él es el
padre de Teuk y si tú eres mi… —Se tropezó con las palabras porque todavía no
estaba segura de cómo llamarlo.
—Tu compañero, Sora,
soy tu compañero.
—Bien, cálmate.
Dios, si eres mi compañero, entonces estás obligado, en algún momento, a
conocerlo. —Pausó antes de añadir—: Y si llamaron a todas las manadas, él
probablemente está en la mansión Coreana.
La respiración de
Jungsoo se congeló en sus pulmones. No había esperado conocer al antiguo amante
de su compañera en unas cuantas horas.
—¿Jungsoo? —Sora
se volteó para mirarlo—. ¿Estás bien?
Él tomó su cara
en sus manos y la besó gentilmente primero, pero luego sus labios se
presionaron más fuerte y la abrazó más firme. Después de varios minutos, ambos
respiraban pesadamente. Sora se sonrojó mientras pensaba sobre los otros
estando cerca. Se sentía como que cada vez que Jungsoo la besaba, ella se
olvidaba de todo lo demás.
—Eres mía —le
dijo firmemente.
—Jungsoo, Kangta
tiene una compañera. No va a tratar de raptarme.
—Necesito saber
que no estoy compitiendo con un recuerdo, Sora. Necesito saber que tu corazón
es tuyo para poder darlo y no está en las manos de un hombre que te abandonó.
Sora le sonrió
mientras pasaba un dedo por sus labios.
—No tienes nada
de qué preocuparte, Rey Hechicero. Tengo mi corazón de vuelta desde hace tiempo
y por primera vez estoy lista para dárselo a alguien que quiera conservarlo.
Jungsoo presionó
su frente con la de ella.
—¿Para siempre?
—Eso es todo lo
que pido. —Sora sonrió—. Pero, juro que si hacemos esto, y en algún momento
dado alguien sale del bosque clamando ser tu pareja, te castraré. Solo necesito
que sepas eso por adelantado.
Jungsoo se estremeció.
—Entonces por
suerte para mí, no hay nadie acechando en mi pasado o esperando en mi futuro.
—Buena respuesta.
—Sora lo besó rápidamente en los labios, y luego se acurrucó en él.
—Duerme, pequeña.
—El pecho de Jungsoo retumbó con sus
palabras—. Mañana va a ser interesante.
Hee~ y Teuk~ lograron un buen revolcón con sus compañeros!!!
ResponderEliminarOh si!!!
No los hicieron rogar!!!
Jajajajajajajaja
Y el Rey Hechicero bien celoso!!!!
Jajajajajajajaja
Bien,bien...un momento de paz para que las parejas saben y se recuperen a ellos mismo y a sus lobos
ResponderEliminarComo dije ..lo malo de esto es que ya sufren y lo siguen haciendo...lo bueno es que a pesar del dolor,su unión se está afianzando y eso les da fuerza para seguir adelante.
Lo mismo con Sora y Jungsoo
Justo ahora todos tienen que estar unidos porque se viene lo bueno.