Desde el punto de vista de cualquier
observador imparcial, el de Lee Donghae era el matrimonio perfecto. Algunos
días, incluso, podía hacer como si lo fuera. Después de todo, tenía una bonita casa en
primera línea de playa de Hyeopjae, la más famosa y hermosa playa de Jeju. Tenía tres
hijos encantadores, dos niños y un jovencito.
Tenía un marido que cualquiera le
envidiaría ... en la superficie. Hyukjae no sólo era alto y atractivo, sino que
también era suficientemente rico
como para no tener ninguna clase
de problemas económicos.
De todas formas, superficie era la palabra
clave.
Su matrimonio iba perfectamente de puertas
afuera. Por debajo, Donghae se estaba volviendo loco lentamente de frustración.
Y, detrás de esa frustración estaba
el miedo de que aquello fuera lo único que se pudiera esperar de Hyukjae
... una casa, una familia y un hombre atractivo a su lado. Su marido vivía su
propia vida, que Donghae sospechaba que estaba bastante apartada de la suya,
incluso cuando él estaba a su lado. Como en ese momento.
Esa noche le había hecho su cena favorita.
Su esposo la estaba disfrutando, pero sin compartir ese disfrute con él. No se
producía ninguna clase de contacto visual ni comentarios apreciativos.
Ninguno de los esfuerzos especiales que había
hecho estaba teniendo el menor efecto. Lo que no era precisamente una buena
recomendación para los consejos que había leído en una revista sobre como
revitalizar un matrimonio.
Había estado tentado de cortarse el
cabello dramáticamente, pero al final, no pudo. Así que había llegado a una
especie de compromiso y se lo había dejado un poco largo al tiempo que se lo
había aclarado un poco.
El estilista había maquillado de forma que sus ojos tuvieran un aspecto más
misterioso, pero todos esos esfuerzos fueron un desperdicio con Hyukjae,
incluso su ropa nueva, por la que tanto tiempo le había costado decidirse.
Para él, esos pantalones negros y la camisa
en forma de túnica de seda a rayas, le habían parecido un conjunto de lo más sexy, elegante y, a la vez, sensual. Pero
no había despertado el menor interés en su marido. Tal vez si hubiera elegido
otra cosa más atrevida, si fuera más atrevido con todo ... Pero eso no estaba
en su naturaleza.
Su appa le había inculcado principios de joven
señor desde el nacimiento. Un buen joven coreano, sin importar que el padre de
Donghae fuera Coreano de cuarta generación, no metía su cuerpo en cualquier
vestido inmodesto. Las ropas debían favorecer, no mostrar. Tal vez porque él
sólo tenía diecisiete años cuando murió su appa, Donghae no se sentía cómodo
traicionando sus consejos, aunque a veces deseaba poder ser como los demás que
no se avergonzaban en absoluto de lo que se ponían, o no se ponían.
Por otra parte, tal vez es que simplemente
fuera imposible atraer de nuevo a Hyukjae
a su lado. Cualquier cambio que hiciera, él lo vería como puramente
superficial. Si lo que hacía le agradaba a él, por Hyukjae estaba bien.
No afectaría para nada en lo que pensara, sintiera o hiciera.
Como sus fútiles intentos de evocar un
comportamiento romántico con el arreglo de la mesa esa noche. Hyukjae había
hecho un comentario sobre el centro de mesa y los candelabros dorados,
preguntándole si estaba experimentando para alguna fiesta con cena en el
futuro. Había dicho que aquello era un cambio innovador. No se le ocurrió que
aquello pudiera ser para los dos. Donghae se había sentido demasiado desinflado
para decírselo.
No hubo nada de romance en el servicio de
la cena. Ellos siempre lo hacían en el comedor y con los cubiertos de plata y
vajilla de lujo. Hyukjae pensaba que esas cosas no eran para mostrarse, sino
para ser usadas y no le importaba que algo se pudiera romper. Solía decir que
nada es irreemplazable, pero Donghae no
estaba de acuerdo
completamente en eso.
Se dedicó a juguetear con la comida en el
plato, se había quedado sin apetito. La falta de respuesta emocional de Hyukjae
le preocupaba mucho. No había sido tan evidente mientras habían tenido a sus
hijos. Los dos los amaban mucho pero Hyukjae, ¿realmente lo amaba a él? Donghae
estaba empezando a dudarlo. Y lo que era peor, estaba empezando a preguntarse
si alguien más no le estaría proporcionando lo que no buscaba en él.
-¿Hay algo que requiera mi atención
personal antes de que me vaya de viaje el domingo?
Esa pregunta de Hyukjae le hizo desear
gritarle que él mismo, pero cuando sus miradas se encontraron, la de él, de lo
más impersonal, le hizo callarse. Estaba claro que él se refería a problemas
con la casa, el coche o los niños.
Donghae se tragó sus angustias privadas y
decidió preguntarle a su vez:
-¿Sólo vas a estar fuera unos días, no?
¿Una semana en Londres y otra en París?
-Sí, las reuniones están todas
programadas. No creo que haya retrasos.
-Muy bien. Si necesito algo ya te llamaré.
Él asintió y le dedicó de nuevo su
atención a lo que estaba comiendo mientras decía:
-En Londres me quedaré en D&E House.
Está en Knightsbridge, muy cerca de Harrod's. Si quieres que te compre algo
allí, te daré el número de teléfono antes de marcharme.
Luego Hyukjae siguió cenando como si nada.
Pero Donghae sabía muy bien que ese viaje
de negocios a Europa no era como los anteriores. Estaba muy claro
anteriormente y Hyukjae le había dado
ahora la primera evidencia tangible de
ello.
-¿Por qué el cambio? -le preguntó procurando
parecer despreocupado.
Hyukjae lo miró inexpresivamente, pero levantó
una ceja como obligándolo a explicarle la pregunta.
-En Londres siempre te has quedado en Present.
¿Por qué no esta vez? Pensaba que te
gustaba ese sitio -dijo tratando de que no se le notara el estado de ánimo.
-La familiaridad tiene sus ventajas. Pero
también se puede hacer aburrida. Me gustaría un cambio.
Familiaridad ... aburrida ... cambio ...
¿Es que se estaba volviendo neurótico aplicando esas palabras a lo que su
esposo pudiera sentir por él? Muy sensible a la distancia que había entre
ellos, a la falta de verdadera intimidad, Donghae vio como Hyukjae
dedicaba de nuevo su atención a la
comida, lo observó mientras se la llevaba a la boca con el tenedor con un ritmo
que negaba cualquier perturbación de su espíritu.
A veces Donghae encontraba heladora su
auto suficiencia. Como en ese momento. Hacía
que deseara llamar más su atención, le gustara a él o no.
-Nunca había oído hablar de D&E House.
¿Pertenece a alguna cadena de hoteles europea?
Él agitó la cabeza mientras seguía
masticando.
-¿Qué es lo que te
interesó de ese sitio? -insistió
Donghae-. ¿Lo conociste en un viaje de negocios?
-¿y qué importa eso? Ahora he reservado
una habitación allí -respondió él sonriendo sardónicamente- Para bien o para
mal. Te dejaré los números de teléfono de contacto. Te prometo que no será
ningún problema para ti.
Esa sorprendente utilización de las
palabras que se usan en las bodas y el tono en que las pronunció hicieron que
Donghae se amotinara.
-¿Te causa demasiados problemas
responderme a unas preguntas perfectamente naturales, Hyukjae?
La mirada de sorpresa de él le hizo
ruborizarse.
Era de lo menos característico por su parte
que se enfrentara a Hyukjae de alguna
manera. Él era mayor, le llevaba casi 10 años,
además de ser mucho más maduro y sofisticado, un verdadero hombre de
mundo. Era un especialista en
electrónica que empezó a triunfar cuando tenía poco más de veinte años y ya
llevaba las riendas de una multinacional antes de enamorar a Donghae y casarse con
él. Era un hombre de decisiones certeras, con una confianza total en sí mismo,
capaz de salir adelante en cualquier cosa en que se metiera.
Durante los últimos seis años, Donghae se
había contentado con hacer lo que él le dijera. Después de todo, no estaba nada
mal que él le proporcionara todo lo que quería.
Y Hyukjae lo llevaba haciendo desde el primer día en que se conocieron.
Hacerle preguntas simplemente no le había parecido adecuado. Hasta ese momento.
Ya llevaban juntos casi siete años y,
ahora se daba cuenta de que la crisis de los siete años no era ninguna tontería.
No quería darse por enterado, pero sentía que Hyukjae estaba perdiendo, que
había perdido más bien, interés en él como su pareja. Hacer el amor se había
convertido en algo ocasional y monótono desde el nacimiento de su hijo joven, el
tercero y último de sus hijos, un jovencito muy deseado para completar la familia
que tenían planeada. Era como si, una vez que Donghae hubiera servido a sus
propósitos, ahora se viera relegado a ser el appa de sus hijos.
Esa desagradable sensación que llevaba
meses haciendo lo que podía para evitar, lo volvió a embargar. Miró a Hyukjae,
que parecía sorprendido, con un aire rebelde en la mirada, sin importarle lo
que él pudiera pensar de su comportamiento. No quería vivir con él así el resto
de su vida. Sólo tenía veintiocho años y le quedaban muchos años por delante.
No era que ahora quisiera que él le diera más. Quería más de él.
Hyukjae entornó los párpados
pensativamente.
-¿Qué te está preocupando? -le preguntó
adoptando un aire de paciencia mientras dejaba lo que quedaba de su comida a un lado y tomaba su copa de Vino. Luego
se relajó en su silla y esperó a que se lo explicara mientras sonreía
levemente, como para animarlo.
Eso hizo que Donghae se sintiera como un
niño rebelde. Él parecía estar dispuesto a concederle su atención el tiempo
necesario como para resolver todos sus problemas. Y, aún así, lo cierto era que
nunca había una verdadera comunicación de doble sentido. Hyukjae se centraba
exclusivamente en él, lo sacaba sus pensamientos y los analizaba
constructivamente, pero nunca revelaba los suyos propios.
Donghae solía encontrar aquello
inmensamente halagador, semejante concentración en sus necesidades y deseos.
Eso demostraba una profundidad de sentimientos que lo rodeaba de seguridad
emocional. Pero se había llegado a dar cuenta de que esa era la clase de
seguridad que se le da a un niño, del que no se espera que comprenda muy bien
el mundo que le rodea. Ahora Donghae encontraba esa actitud inmensamente
frustrante. Era como un blindaje, detrás
del cual, Hyukjae escondiera sus pensamientos íntimos, su vida interior, completamente oculta.
-¿Te das cuenta de que no hablamos de nada
más que de lo que les pasa a los niños? -dijo
tomando al toro por los cuernos- De
lo que compro para la casa, para mí, o ... Todo cosas domésticas. Pedazos
triviales de vida hogareña ...
Él frunció el ceño momentáneamente, pero
lo quitó en cuanto se le ocurrió una réplica tranquila.
-Yo no encuentro eso trivial. ¿Por qué tú
sí? Recuerdo muy bien que siempre has dicho que tu máxima ambición en la vida
era ser un dueño de casa para tu
familia.
Y era cierto. Lo seguía siendo. Y Donghae
sospechaba que era por eso por lo que él se había casado con él ... un joven y
fértil que estaba ansioso por proporcionarle
la familia que no había podido tener con su primer esposo.
-¿Es que, de repente, te resulta eso menos satisfactorio que lo que esperabas
que fuera?
Hyukjae le preguntó eso bastante secamente.
-Deja de preguntarme cosas a mí. Es de ti
de quien yo quiero saber más. ¿Por qué no puedes responderme a mis preguntas en
vez de ignorarlas?
Él hizo un gesto como de disculpa.
-Dime en qué y cómo te he ofendido. No me
había dado cuenta de que no estaba satisfaciendo tu curiosidad ardiente.
Donghae estaba ardiendo, pero no de
curiosidad, precisamente. Hyukjae lo estaba haciendo parecer ridículamente
puntilloso y él no veía nada ridículo en sus preocupaciones. Eran cosas
importantes, críticas para saber qué era lo que estaba fallando en su relación.
Cosa que a él no se le ocurría. Respiró profundamente y habló decidido, decidido
a que Hyukjae no se tomara sus preguntas como algo irrelevante.
-Te estaba preguntando sobre D&E
House.
-Así es.
Donghae apretó los dientes.
-¿Por qué vas allí ahora?
-Ya te lo he dicho. Será un cambio.
-¿y por qué el cambio?
-Es un sitio pequeño en comparación, está
lejos de ser un gran hotel, menos impersonal, más adecuado para hacer que la
gente se sienta en casa.
-Suena muy íntimo.
-Bueno, eso espero -dijo él, dejando bien
claro que su curiosidad se viera satisfecha con eso.
A Donghae no le gustaba la idea de que Hyukjae
estuviera en un sitio íntimo con su asistente personal, que lo iba a acompañar
a ese viaje. Lee Jieun pudiera ser que fuera una mujer dedicada a su trabajo,
pero esa esbelta de treinta y tantos años no carecía de sexo y, aunque estaba
casada o viviendo con un tipo, no tendría nada de raro que pudiera encontrar
atractivo a Hyukjae.
Él no sólo tenía el aura de poder que
todas las parejas encontraban fascinante, sino que era un hombre extremadamente
atractivo que parecía tener mejor aspecto según se hacía mayor, era más
impresionante, más distinguido, más de todo. Y todavía no tenía ni una cana en
su cabello oscuro ni un gramo de grasa en su musculoso cuerpo.
Jieun llevaba con Hyukjae seis meses.
Había aparecido con una increíble lista de éxitos en su currículum y, sólo un
tonto no la habría contratado. Por otra parte, ser la asistente personal de Lee
Hyukjae era un trabajo que tenía que atraer a gente muy cualificada. Pero a
Donghae le hubiera gustado que esa chica no fuera tan atractiva.
¿Era coincidencia que Donghae se hubiera
dado cuenta cada vez más de la distancia que había entre Hyukjae y él desde
hacía precisamente seis meses? ¿Estaba Lee Jieun proporcionando la causa y
el efecto de ello? ¿Había sido cosa de ella el que se quedaran en ese hotel en
Londres?
-¿Cómo es de pequeño? -insistió- ¿Es
uno de esos hotelitos con unas cuantas habitaciones sólo?
Con un aire de querer dar por finalizado
el tema de una vez por todas, Hyukjae le contó como era el sitio.
-No tiene habitaciones como un hotel. Se
especializa en suites y sólo tiene once. Proporcionan todas las
comodidades para ser utilizadas como oficinas e, incluso, te organizan
fiestas privadas. No está nada mal para hacer
negocios.
Y Jieun haría perfectamente el papel de anfitriona,
pensó Donghae, celoso.
-Bueno, espero que sea un buen cambio
para ti. Si Jieun y tú ocupan dos
suites, seguramente el personal se ocupará bien de ustedes.
Hyukjae miró la copa que tenía en la mano,
como examinando el vino. Donghae evitó un suspiro exasperado. No podía
obligarlo a abrirse a él. Sospechar que Lee Jieun lo estuviera animando a ser
infiel era, probablemente, ridículo. Hyukjae no haría nada que no quisiera
hacer. Él era siempre el que elegía. Pero daba igual, Donghae sentía que había
algo más en la elección de hotel de lo que Hyukjae le estaba diciendo.
-Una suite -dijo él- Es un apartamento con
dos habitaciones, con su propio salón, cocina, cuarto de baño ... Es como una
casa lejos de casa. No hay ninguna necesidad de tener dos suites.
El estómago se le contrajo a Donghae como
si le hubieran dado un puñetazo y soltó lo primero que le pasó por la cabeza,
sin pensar.
-¿Vas a compartir esa casa con tu
asistente personal?
-Es lo más conveniente.
-Muy conveniente -dijo él mientras le
hervía la sangre- ¿Se te ha ocurrido que
yo podría decir algo en contra?
Hyukjae lo miró pensativamente.
-Y, ¿por qué lo ibas a hacer?
-No me gusta que vivas con otra pareja y
más si es mujer, Hyukjae.
-Es un viaje de negocios, Donghae. Yo vivo
aquí contigo. Me voy de negocios y luego volveré a vivir aquí. Contigo. ¿Qué
podrías decir en contra de que tenga a mano a Jieun cuando estoy haciendo
negocios?
¡Oh, la medida condescendencia de ese
pequeño discurso! Donghae se estremeció. Pudiera ser que él fuera inocente pero
¿qué podía estar pensando esa asistente
personal suya? Y ¿había pensado Hyukjae en la posibilidad de tener un
poco de sexo de paso?
-¿Te ha sugerido ella ese hotel? -insistió.
-Sí, ha sido ella -respondió Hyukjae sin
ninguna duda que demostrara culpabilidad-
Uno de sus anteriores jefes lo usaba y pensó que a mí me podría
venir bien.
-Por no mencionar a ella misma -soltó
sin pensar.
Hyukjae lo miró de forma completamente
inexpresiva, de la misma manera que hacía que sus hijos se quedaran quietos con
lo que estuvieran haciendo.
-Eso es una tontería, Donghae. Jieun
estará trabajando muy duramente, tanto o más que yo, durante este viaje.
Donghae tomó su copa de vino y le dio un
trago, tratando de calmarse.
No le gustaba nada que él dijera que hacía
tonterías. Tal vez tuviera una mentalidad chapada a la antigua, pero no
encontraba que fuera una tontería que su marido compartiera un apartamento con
otra pareja y mujer, estuviera de negocios o no. No podía pedirle que no fuera,
pero algo tenía que hacer.
-Me gustaría ir contigo en este viaje, Hyukjae.
No es demasiado tarde para arreglarlo, ¿no? Incluso podría ir en otro
vuelo, si fuera así.
-¿Por qué ... ?
Entonces Hyukjae sonrió y agitó la cabeza
como si él hubiera dicho el mayor de los absurdos.
-Si quieres ir a Europa, Donghae, yo te
llevaré. Pero organizándolo de una manera adecuada, de forma que te resulte
placentero y confortable, verás y harás todo lo que quieras. Hay que pensarlo y
...
-Quiero estar contigo en este viaje. Quiero
estar contigo -insistió.
Hyukjae suspiró impaciente y lo miró
intimidantemente mientras hablaba, midiendo
sus palabras para estar seguro de que lo
entendía.
-Voy a estar trabajando todo el día. El
que me acompañes es algo de lo menos práctico. No voy a tener tiempo para entretenerte.
-No necesito que me entretengas, Hyukjae.
Eso puedo hacerlo yo solo. Lo llevo haciendo ya desde hace bastante tiempo
mientras tú trabajas. Lo puedo hacer
también en Londres y París. Y, cuando tú termines de trabajar por el día, yo
puedo hacer que de verdad ese apartamento sea una casa lejos de casa para ti.
-Ya estoy pagando por eso -dijo él dejando
la copa sobre la mesa y levantándose- Es una idea ridícula, Donghae. Déjalo y
sé un buen niño.
-¡No soy ningún niño! -respondió mientras
lo seguía. Hyukjae lo miró por encima del hombro.
-Entonces, actúa responsablemente. Piensa
un poco en tus hijos. Nunca antes los has dejado. Irte a Europa de repente, no
los preparará para la ausencia de su appa. Si quieres extender tus alas, por lo
menos hazlo con una preparación razonable y no por un impulso posesivo ciego.
Con eso se apartó de él y se dirigió a su
despacho, donde se solía dedicar a jugar eternamente con sus ordenadores o a
oír música.
Posesivo ...
¿Por qué lo había dicho él de esa manera?
¿Es que él no tenía el derecho a ser
posesivo? Era su marido.
La mano le temblaba cuando dejó la copa
sobre la mesa. Se sentó de nuevo y entrelazó las manos, luchando por contener
la turbulencia emocional que sentía en su interior. El dolor, el miedo, la
incertidumbre, la sensación de vacío.
Era un buen appa. Quería ser un buen esposo.
Una cosa no eliminaba a la otra, ¿verdad?
No podía dejar a los niños con una gente
desconocida. Aunque sólo serían dos semanas. Lo podían echar de menos, pero eso
no les haría ningún daño. Tal vez fuera una equivocación empeñarse en ese
viaje, pero no lo podía evitar. De alguna manera sabía que su matrimonio
dependía de él y que tenía que ir. Tenía que hacer que cambiaran las cosas
entre Hyukjae y él y hacer que su esposo lo viera como una persona, una pareja,
un joven, un esposo.
¡Tenía que ser más que el appa de sus
hijos!
O____O
ResponderEliminarNo Mr late chocolate (?)
Ahhh
Será que mono ganoso si es infiel!???? (?)
O sólo el pecesito esta ansioso??? E imaginando cosas????
Pues cierto o no...de que ahi hay algo raro...lo hay
ResponderEliminarTodo bien hasta el ultimo hijo,raro
Que cambie de lugar de hospedaje,raro
Que haya sido o lo haya notado desde que la nueva asistente llego,raro
Que Hyuk no le quiera responder sus respuestas solo lo pone de los nervios
No puedo culparlo por hacerse ideas si se ha dado cuenta de cierto cambio en su matrimonio
A ver qué hace
Que relación tan fea
ResponderEliminar