-¡Yo no quiero tu seguridad -explotó Donghae-.
Quiero saber qué es necesario que haga para satisfacerte.
-¿Qué? ¿Para que puedas construir alguna
pequeña y segura ecuación en tu mente? Algo como que si me das esto tres veces
por semana ...
-No, no, no. Lo que me importa es lo que
sientes.
-¿Y tú te sentirás mejor si crees que yo
me veo satisfecho?
Hyukjae lo agarró por los brazos y lo
agitó mientras continuaba.
-Es eso, ¿no?
-Sí -gritó él ya sin razonar- Sí, te
quiero satisfecho.
-¡Muy bien! Entonces podemos bajar en el
programa de seducción y conseguir el éxito más rápidamente si es sólo a mí a
quien quieres satisfacer -dijo Hyukjae haciéndolo ponerle un brazo sobre los
hombros y llevándole la otra mano a su propio vientre- No se necesita mucho para excitar a un
hombre. Sólo una caricia habilidosa. Unos pocos besos. Enséñame lo ansioso que
estás, Donghae. Empieza a besarme.
Aquello era una orden y, sorprendido por
la ferocidad de esas palabras, Donghae se sujetó más firmemente a su cuello,
haciéndolo bajar la cabeza para apretar la boca contra la de él, pero el hecho
de que él le estuviera mostrando a la vez a su mano como hacer para encender su
virilidad le hizo perder toda la concentración en el beso.
Entonces atacó más vigorosamente,
invadiendo la boca de él con su lengua. Entonces, de alguna manera primitiva,
el movimiento de las manos de ambos, unidas en sus partes más íntimas, a la vez
que el latir de sus corazones, impusieron un ritmo en el beso que Donghae
encontró tremendamente erótico. Y dándose cuenta de que Hyukjae estaba cada vez más excitado, eso impulsó a
su boca a moverse de una forma más salvaje en busca de sensaciones.
Entonces, cuando estaban llegando a un
nivel nuevo de sensaciones, el contacto se rompió. Donghae gritó sorprendido
cuando Hyukjae apartó la boca y le hizo apoyarse contra la pared de la ducha, levantándole los pies
del suelo.
-¿Qué? ¿Por qué?
-Pon las piernas alrededor de mi cintura.
Vamos, Donghae. Muévete.
Sorprendido, obedeció. Hyukjae le puso un
brazo bajo el trasero y él se agarró a sus hombros para sujetarse mejor. Se
introdujo en él, tan rápida y profundamente que todos sus nervios y músculos se
tensaron ante la invasión. Se quedó sin aire en los pulmones y clavó las uñas
en los hombros de Hyukjae.
-Tú lo has querido -dijo él como
excusándose por su rudeza.
Fue una sensación increíble, el cuerpo de
él provocó un cálido y convulsivo temblor en su interior.
-Sí -logró decir hasta que la curiosidad le
hizo añadir -¿Esto te parece mejor?
La risa de su marido pareció un poco seca
mientras procedía a demostrárselo. La energía de Hyukjae era sorprendente. Donghae
pensó que necesitaba liberarse de muchas cosas y debía ser por eso por lo que se había
producido ese encuentro.
La incredulidad no lo abandonó. ¡Estar
allí haciendo el amor, contra la pared, con el agua corriendo sobre ellos! ¡Le
parecía tan salvaje y maravilloso! La cama era mucho más cómoda, pero ...
De repente Donghae comprendió
completamente la razón por la que la costumbre puede resultar aburrida.
Sinceramente, aquello era un cambio de lo más
refrescante.
Cerró los ojos, dejándose llevar por las
sensaciones que le embargaban, libre de todo ritual, abandonándose al
sentimiento incivilizado de la piel rozándose contra la piel encendiendo
explosiones que, una tras otra, lo recorrieron.
Sintió a Hyukjae moviéndose más
rápidamente todavía, sus manos apretándole el trasero convulsivamente, mientras
todo su cuerpo se tensaba al aproximarse al clímax.
Sí, pensó cuando le llegó el momento del
relax, quería que Hyukjae sintiera que lo deseaba, que le daba la bienvenida.
Entonces él llegó entre feroces espasmos, como si no pudiera esperar más.
Luego ambos descansaron apoyados contra la
pared, recuperando la respiración, esperando a que sus cuerpos pudieran moverse
de nuevo.
-Bueno, esto es el principio -dijo Hyukjae
por fin sonriendo diabólicamente.
-¿El principio? -repitió él tontamente,
sin comprender que no fuera un final.
-Ha sucedido muy deprisa, Donghae.
Normalmente es el principio. ¿Estás listo para seguir? ¿O ya has tenido bastante?
-¿Seguir a dónde? ¿A qué?
-Oh, creo que todavía tienes mucho que
aprender. Pero no quiero presionarte demasiado en tu misión impuesta de darme
satisfacción como buen esposo. Si no quieres seguir, lo comprenderé muy bien.
Ese momento de sexualidad no había borrado
la ira, el cinismo y la amargura. Ni siquiera se habían diluido. Se notaba en
todo el cuerpo de él, en su voz y su mirada.
Estaba claro que él quería hacer de
aquello una prueba de resistencia. Quería demostrarle lo poco sincero e incapaz
de cumplir su promesa que era. Quería que lo afrontara, retrocediera y
demostrara que él tenía razón.
El corazón se le rebeló ante la idea de
aceptar una derrota en ese terreno. Su mente le juró que podía superar
cualquier cosa que Hyukjae le echara en cara. Realmente el cuerpo ya se le
tensaba lleno de anticipación y sentía la sangre correr rápidamente por las
venas.
Desde lo más profundo de su ser surgió una
respuesta vieja como el tiempo. Se rió.
-¡No seré yo el que diga que no
quiere seguir!
Ya era tarde cuando Donghae se despertó y
lo supo inmediatamente por la cantidad de luz que entraba en la habitación. No
se oía nada. Se sentía como si fuera muy tarde. Y también distinto.
Cuando fue consciente de todo una gran
confusión de pensamientos y sentimientos
lo asaltó. ¿De verdad que había hecho todas esas cosas con Hyukjae la noche
anterior? Era sorprendente que no sólo hubiera tenido el valor necesario, sino
que se le hubiera ocurrido semejante variedad insospechada de actividades
sexuales. Aunque, eso sí, las recompensas habían sido instantáneas y no dejaba
de maravillarse todavía por ellas. Hasta
entonces no había tenido ni idea de que los cuerpos tuvieran tantos puntos de
placer.
Los recuerdos lo asaltaron, imágenes que le
hicieron ruborizarse ante su propio comportamiento. Aunque, en su momento,
aquello le había parecido una progresión natural de lo que había sucedido y
estaba sucediendo. De alguna manera había bloqueado cualquier tipo de miedo, sabiendo que eso lo
volvería a llevar a sus inhibiciones habituales y se había concentrado con
todas sus fuerzas en seguir la corriente.
Se le escapó entonces una risita tonta. La
corriente estaba bien. Se sentía como una rama en medio de un torrente, a flote
en medio del caos, de la impredecible corriente de agua que la llevaba por toda
clase de confrontaciones con la naturaleza.
De repente se le encogieron los músculos del vientre cuando recordó las
exquisitas sensaciones que lo habían recorrido como unos rápidos hirvientes.
Respiró profundamente para tranquilizarse,
decidiendo firmemente no darle más vueltas al asunto. Aquello estaba bien. Más
que bien. Aparte del tremendo placer
físico, algo tan íntimo entre esposos tenía que unirlos más. En todos los
sentidos de la palabra.
Sentía dolor en algunos sitios y se puso
de costado. Hyukjae se había marchado. Probablemente ya hacía tiempo para
llegar a su hora al trabajo. ¿Qué estaría sintiendo él esa mañana? ¿Estaría tan sorprendido como él mismo? ¿Estaría satisfecho?
¿Estaría tan ansioso como él por entrar en
ese nuevo nivel de su matrimonio que se había abierto ante ellos? ¿Estaría
excitado por la perspectiva? Y, sobre todo, ¿se sentiría más propenso a amarlo?
Su parte de la habitación sólo le indicó
que no estaba. Su
almohada estaba contra el cabezal
de la cama y, evidentemente, había sido
recogida del suelo.
La sábana superior estaba arrugada a los pies de la cama. Donghae se dio
cuenta de que no la tenía encima, sólo estaba la manta, que también estaba
bastante arrugada. Pensó que el agotamiento total los había hecho arroparse de
cualquier manera.
Se había quedado dormido desnudo, algo que
normalmente no podía hacer nunca, ya que
estaba de lo más acostumbrado a vestir algo en la cama. Todavía estaba desnudo, lo que significaba
que no se había movido desde el mismo instante en que se quedó dormido. Era una
sensación extraña estar así. Se sentía a la vez desprotegido y libre.
Se dijo a sí mismo que tenía que acostumbrarse.
No quería que a Hyukjae le volviera a
caber ninguna duda de que estaba ansioso por ser accesible a los deseos que él
había estado suprimiendo desde el principio de su matrimonio.
Una sonrisa irreprimible se asomó a su
rostro todavía tumefacto por el sueño. Lejos de retraerse, como Hyukjae había
anticipado cínicamente, había dado rienda suelta a su imaginación y había hecho
con su esposo todo lo que se le había ocurrido, que no era poco. Decidió que lo
que tenían que hacer era compartir sus pensamientos y sentimientos mucho más
abiertamente.
Miró el reloj de la mesilla de noche. Eran
casi las diez y media. Sorprendido al ver que era tan tarde, Donghae salió de
la cama a toda velocidad. Hyukjae debía haberle dicho a todo el mundo que no lo
molestaran.
Se dio una ducha rápida, dándose cuenta de
que el pijama roto había desaparecido y
se preguntó qué habría hecho Hyukjae con él. No tardó mucho en vestirse, se
puso unos vaqueros y una camisa.
Sintiéndose feliz y esperanzado por
el futuro, fue a buscar a sus hijos y los encontró en la cocina, donde su
niñera los estaba dando de comer; allí estaba también el ama de llaves.
Jaehyun, su hijo joven, estaba sentado en
su silla, tratando de comerse unos bollos mojados en leche. Con quince meses
todavía no tenía todos los dientes. A pesar de los churretes que tenía
alrededor de la boca estaba adorable. Sus ojos castaños estaban de lo más vivos
y llenos de interés.
Jeno estaba sentado a la mesa con un tazón
de chocolate en las manos. Tenía toda la
cara de un querubín a pesar de tener ya
cuatro años. Era increíblemente precoz, de lo más travieso e hiperactivo.
Necesitaba que un adulto lo estuviera vigilando a cada momento cuando estaba
despierto.
Aparentemente todavía no se había
producido ningún desastre esa mañana, pero bien podía suceder en cualquier
momento con esos dos. Luna, la niñera, estaba ocupada preparando una bandeja de
galletas y Victoria, el ama de llaves, estaba de espaldas. Donghae decidió que
lo mejor era hacerse notar y les dio los buenos días a todo el mundo.
Aprovechando el que todos lo miraron, colocó en su sitio el tazón que sostenía Jeno y que ya estaba a
punto de caer al suelo.
-¡Hola, appá! -dijo Jeno-. Todavía queda
algo para desayunar. ¿Por qué has bajado? Se suponía que tenías que estar en la
cama.
-Appá, appá -gritó Jaehyun lleno de
alegría con la boca llena y
mientras extendía los brazos para
abrazarlo.
¿Sería un acto irresponsable por su parte
dejar a sus hijos durante dos semanas? Donghae no pudo dejar de recordar la
crítica que le había hecho Hyukjae cuando le dijo que quería irse con él a
Europa.
-Es sólo un tazón de plástico, señor Lee
-le dijo Luna.
Donghae miró el cacharro de plástico que
tenía en la mano y se rió de sí mismo.
-Es cierto. Lo siento, Luna. Supongo que
es la costumbre.
-Bueno, lo cierto es que nunca está de más
andarse con cuidado con Jeno.
El comentario fue acompañado por un gesto
hacia su hijo y una mirada de sabiduría que contrastaba con la juventud de la
chica. A pesar de que Luna tenía sólo veinte años, había trabajado como niñera
desde los dieciséis y, dado que venía de una familia de trece hermanos, no era
nueva precisamente en eso de cuidarIos. Una chica de campo, nacida y criada en
una granja y llena de sentido común; llevaba con ellos desde el nacimiento de Jaehyun
y Donghae confiaba completamente en ella, incluso tratándose de Jeno. Lo que le había dicho Hyukjae la había
puesto demasiado sensible. Eso era todo.
Le devolvió el tazón a su hijo antes de
darle un beso y luego levantó a Jaehyun de su silla para hacer ". lo mismo
con él.
-Hyungsik, ¿se ha ido bien al colegio?
Con cinco años, Hyungsik, su hijo mayor,
era muy consciente de su estatus de primogénito y, sobre todo, de escolar, que
sabía mucho más que los otros dos y cada día aprendía más aún.
-Sí. Su padre lo llevó esta mañana
-respondió Luna mientras añadía con curiosidad- El señor dijo que no lo
molestáramos.
-Estaba haciendo un poco de té -intervino Victoria-
Creo que podrá acompañarlo con unos bizcochos. Eso si no tiene el estómago
revuelto.
Estaba muy claro que Victoria se había imaginado
que ya era hora de que se hubiera
quedado embarazado de nuevo, dado el espacio de tiempo que había entre cada
hijo. La mujer les había llegado virtualmente con la casa, ya que había sido
ella la que se había ocupado de la limpieza de los anteriores propietarios
antes de que ellos llegaran y, desde entonces, vivía en el pequeño piso de la
parte trasera del garaje, así que la mujer había vivido las náuseas matinales
de Donghae. Para ella, el que Hyukjae les hubiera dicho que no molestaran a su
esposo, indicaba que otro niño estaba en
camino.
Donghae se rió y agitó la cabeza.
-No estoy embarazado, Victoria, pero sí
que me gustaría una taza de té. Hyukjae y yo nos acostamos muy tarde anoche.
De repente sintió un calor intenso en las
mejillas cuando recordó de nuevo las eróticas escenas de la noche anterior y
añadió:
-Debió pensar que necesitaba dormir.
-¡Ah! -exclamó Victoria asintiendo comprensivamente.
Victoria tenía cuarenta y tantos años, era
madre de dos hijas que, según lo que decía ella misma, habían resultado
bastante afectadas por el abandono que habían sufrido por parte de su padre.
Llevaba una vida social muy activa y asistía a varios clubs locales. Se
mantenía bastante en forma y normalmente llevaba el cabello teñido de castaño
oscuro con mechas doradas, cuidado por una peluquera amiga suya que compartía
su interés en tener buen aspecto.
De repente, cuando vio el brillo en los
ojos de Victoria, comprendió súbitamente. Acababa de entrar en el mundo de las parejas
que sabían, que habían estado allí, que habían hecho eso, y estaba de lo más
cómoda con la experiencia.
-Bueno, es una lástima que el señor haya
tenido que irse a trabajar -dijo Luna sonriendo también-. Parecía un poco
cansado esta mañana. Supongo que tampoco le habría venido mal dormir un poco
más a él también.
Donghae pensó dos cosas; una, que hasta
una chica de apenas veinte años estaba al tanto de aquello que le resultaba tan
nuevo a él y otra que sí, Hyukjae debía estar muy cansado.
Sonrió felinamente. Él tampoco se había
rendido.
Debía haber sido casi al amanecer cuando,
por fin, se habían quedado dormidos.
A pesar de su cansancio de esa mañana, él
esperaba que Hyukjae encontrara que había merecido la pena pasar así la noche.
Seguramente sentiría algo más suave hacia él. Demostraba cariño y consideración
el hecho de que hubiera dicho que no lo molestaran.
-¡Oh! -exclamó Luna corriendo hacia la
ventana de la cocina-o ¡Ahí está Kangin!
Donghae sonrió. Kangin había tomado el
puesto del anterior limpiador hacía un mes y era todo un espectáculo. Un tipo
bronceado por el sol, con el cabello largo hasta los hombros, rizado y rubio
como la paja y un cuerpo de atleta. Era un hombre verdaderamente atractivo. Y
lo sabía. A Luna se le caía la baba con él y él se dejaba adular con una leve
sonrisa y una amable condescendencia.
-Será mejor que aproveches el tiempo ahora
que lo tienes aquí, Luna. Sólo viene una vez a la semana -le aconsejó Donghae.
La muchacha se ruborizó hasta las raíces
del cabello.
-Cuando salgo, sólo suele hablar con Jeno,
no conmigo. Afrontémoslo, no soy lo suficientemente bonita como para que un
chico como ése muestre algo de interés
en mí.
-Puede que eso no sea cierto -murmuró Donghae
mirándola pensativamente.
La joven niñera no era bonita
convencionalmente hablando, pero casi tenía un rostro atractivamente magnético
cuando sus ojos castaños le brillaban de felicidad. El cabello oscuro lo
llevaba cortado con un estilo que resaltaba su y su sonrisa era de lo más contagiosa. La opinión de Donghae era que
una cálida personalidad generaba una poderosa atracción por sí misma.
Ciertamente, sus tres hijos estaban encantados con su niñera.
Pudiera ser que Kangin se preocupara tanto
por la apariencia porque no estuviera muy seguro de sí mismo por dentro. Una
mujer como Luna tenía muchas cosas positivas que dar.
-No lo sabrás si no lo intentas -continuó Donghae
pensando en sí mismo y en Hyukjae la noche anterior- Yo me ocuparé de los
niños. Sal a la piscina tú sola y dale conversación. Mientras hace su trabajo
no podrá escapársete.
-Pero, ¿de qué le voy a hablar? -gritó Luna
angustiada.
-De comida. Llévate una bandeja de
bizcochos. Pregúntale si lleva alguna clase de dieta. Dile que lo ves en tan
buena forma que te has preguntado si no te podría dar algún consejo. No tiene
sentido que te quedes aquí haciéndote la tonta, Luna. Si quieres algo en este
mundo, tienes que tomar alguna
iniciativa.
Y ahí descansaba la razón verdadera de lo
de la noche anterior, pensó Donghae con satisfacción.
-Siempre te estás quejando de lo delgada
que eres -intervino Victoria-.
Pregúntale si cree que las chicas deben trabajar sus músculos. Puede ser
que se ofrezca para enseñarte la forma de hacerlo. O cualquier otra cosa. .
-Adelante, Luna -la animó Donghae-. ¿Qué
puede haber de malo en que lo intentes?
-¡De acuerdo! -exclamó la chica respirando
profundamente- Comida y músculos.
Cuando Luna salió por la puerta, Victoria
puso las cosas del té en la mesa delante de Donghae y miró a Kangin por la
ventana.
-La verdad es que ya me gustaría a mí
ligar con él.
Donghae se rió.
-Bueno, cada una a lo suyo -dijo Victoria
encogiéndose de hombros- Ahora que ya ha bajado haré el piso de arriba.
-Yo, ah, he quitado las sábanas de nuestra
cama. Quería ponerlas limpias.
-Le ahorraré el trabajo -le dijo Victoria
desde la puerta sin parecer alterarse por la vergüenza de Donghae-. Jeno se está
comiendo todos los bizcochos.
-¡Oh! -exclamó dirigiéndose a su hijo-.
Deberías preguntar antes, Jeno.
El niño lo miró decididamente.
-Kangin no ha preguntado. Y yo vivo aquí y
él no -dijo agarrando con fuerza la fuente.
-Kangin es un visitante.
-No lo es. Está trabajando, limpiando la piscina.
Si él se puede comer los bizcochos de Luna, yo
también.
Esa lógica tan aplastante lo dejó
desarmado se rió con ganas y Jaehyun se apuntó enseguida a los bizcochos.
-Pásale la fuente, Jeno -le dijo Donghae a
su hijo.
No quiso seguir discutiendo con él porque
el niño sería muy capaz de volver loco a un juez si alguna vez le daba por
hacerse abogado.
-No se los va a poder comer -gruño Jeno
obedeciendo de mala gana.
-Yo lo ayudaré.
-Eso te va a hacer tener ganas de vomitar
de nuevo.
-No he tenido ganas de vomitar.
-Sí, las has tenido. Papá lo dijo.
-¿Cuándo?
-Esta mañana. Le oí decírselo a Hyungsik.
-Entonces debes haberlo entendido mal Jeno
-No. Además, nos dijo que te dejáramos
tranquilo y nos quedáramos aquí abajo hasta que te levantaras.
-Eso no significa que tuviera ganas
de vomitar.
-Hyungsik se lo preguntó. Fue cuando Luna
estaba preparando a Jaehyun y él y papá
se marchaban al colegio. Yo los seguí a la puerta para decirles adiós y Hyungsik
le preguntó entonces si tenías ganas de vomitar.
El pequeño imitó entonces el serio tono de
voz de su hijo mayor ya Donghae no le cupo entonces duda de que la conversación había tenido lugar.
-Entonces papá dijo que ...
Jeno imitó entonces la expresión de su
padre que, evidentemente, había sido
una de irritable impaciencia.
-Dijo que sí, que debías además estar
cansado y apenado, pero que no tenía que preocuparse porque volverías a ser el
de siempre en nada de tiempo.
Las lágrimas asomaron a los ojos de Donghae
y trató de contenerlas, ya que no quería llorar delante de los niños. Pero el
corazón y la mente sí que estaban llorando. ¿Cómo podía él?
Aparte de la forma en que le había hablado
a Hyungsik de él ¿cómo podía Hyukjae infravalorar tanto lo que había pasado
entre ellos la noche anterior, decir que él se recuperaría pronto? Aquello era
completamente injusto, incierto. Lo
hacía parecer como si fuera alguna clase de aberración.
Agitó la cabeza, ahora sí que sentía ganas
de vomitar, pero por el rechazo de Hyukjae a
lo que él había visto como una gran ruptura y algo que podría llevar una
mayor intimidad a su matrimonio. No
había ganado nada. No había resuelto nada. Nada en absoluto.
A no ser que pudiera hacerle cambiar de
parecer al respecto, hacerle ver de otra forma.
Iniciativa. Eso era lo que él mismo le
había dicho a Luna que debía tener. Hyukjae lo había castigado por no tomar la iniciativa.
Si iba a tener que demostrarle que estaba
equivocado, iba a tener que darle alguna clase de acción positiva, más bien
mucha. ¡Y deprisa! Así podría ver que estaba equivocado. ¡Muy, muy equivocado!
Es que las suposiciones no llevan a nada...a veces solo complican las cosas más de lo que son o deberían de ser...y si no lo hablan,eso se convierte en un caos.
ResponderEliminarLos dos quieren cosas del otro,pero cuando las tienen no saben si fue real,no saben qué hacer con ellas.
Solo han pasado unas horas y Hyuk ya cree que lo de Hae fue un lapsus...han pasado unas horas y Hae cree que una noche lo arregla todo o la mayor parte.
Los dos necesitan reirterarse lo que son y lo que quieren el uno del otro o lo que son y quiere para los dos.
Hablar no les haria mal,no echarse en cara las cosas sino hablar.... H-a-b-l-a-r
Hae le brincará encima
Los hijos 😂😂😂😂😂😂
*.*
EliminarEl hecho que tengan una buena noche de sexo no significa que todo se arregle con una varita espero y hae se de cuanta
ResponderEliminar