Dambi esperó
hasta que los dos machos estuvieran fuera de vista antes de voltearse de nuevo
hacia la manada. Hizo señas, y poco a poco, Junjin se encaminó hacia ella y los
demás caminaron detrás de él. Se movieron lenta y cautelosamente, sus ojos
mirando alrededor y sus oídos temblando. Dambi sentía como que si estuvieran
caminando en la cuerda floja y que en cualquier momento uno de ellos iba a
caer, pero en lugar de causar su muerte, causarían la de alguien más.
Dambi miró a Henry
una vez que finalmente habían llegado a ella.
—¿Cómo lo llevas,
Henry? —La pregunta no tenía nada del usual sarcasmo que era común de Dambi,
sino que mostraba verdadera preocupación por sus hermanos.
Henry lucía
cansado y tenso. Dambi podía ver sus dedos crispados con la necesidad de tocar
a Zhoumi y lo mataba no poder hacerlo.
—Estoy lidiando
con esto —le dijo finalmente.
—Bien. —Dambi
asintió. Se volteó y miró hacia la mansión de la manada y, con un gesto de
firmeza, dió un paso adelante—. Hagamos esto —dijo e hizo señas para que los
otros la siguieran.
Cuando llegaron a
la puerta, Dambi dejó salir un suspiro y descubrió que sus manos estaban
temblando. Bufó para sí misma. La imperturbable Dambi temblando en sus botas,
pensó. Sin dudar de nuevo, puso la mano en el pestillo sobre la manija de la
puerta y lo presionó para abrirla.
Dio un paso en el interior y dijo una plegaria silenciosa. La mansión lucía como un pueblo fantasma. El vestíbulo estaba vacío, las escaleras también y la barandilla de arriba que daba a la sala. Caminó hacia delante para que los lobos y Henry pudieran entrar.
Junjin caminó
lentamente dentro de la mansión y le enfureció tener miedo de entrar a su
propia casa. No miedo por su propia vida, sino por la vida de otros. En algún
lugar dentro de él, sabía que las cosas no eran tan peligrosas como pensaba que
serían, pero su lobo le instó a alejarse de los demás. Si estaban solos con sus
parejas, entonces podrían relajarse, y pensar sobre sus otros inminentes
problemas. No estarían preocupados por mantener a otros alejados de sus
compañeros.
Olfateó, sus
labios se curvaron ante los aromas no familiares, pero luego atrapó el aroma de
su compañero y reconoció que era porque este era un pasillo en el que Hyesung
caminaba todos los días. Lo siguió, sin molestarse a ver si la Fae lo estaba
siguiendo para poder abrir la puerta. Junjin llegó a su habitación y finalmente
se volteó para ver si lo habían seguido. Para su alivio, Dambi estaba justo
detrás de él. Alcanzó la puerta, giró el pomo y empujó la puerta para abrirla. Junjin
trotó dentro y luego empujó la puerta con su pata trasera.
—De nada —espetó Dambi.
Se volteó y miró por el pasillo, viendo como cada una de las parejas se
detenían frente a su puerta. Incluso Siwon, Hee, Hyukjae y Donghae todavía
tenían sus habitaciones en la mansión.
Caminó por el
pasillo, abriendo las puertas una por una. Todas excepto la de Henry y Zhoumi,
ya que él era capaz de manejarlo por sí solo. Dambi se detuvo en el ahora vacío
pasillo, y por un segundo, se sintió perdida. No sabía qué debía hacer, o cuál
iba a ser su próximo movimiento.
Sabía que no
podía romper la maldición de Mona por su cuenta. Pero, la maldición se rompería
si las parejas fueran capaces de invitar el toque de sus compañeros. Eso dejaba
solo una opción, y a pesar de que sabía que a lo mejor a Junjin no iba a
gustarle, él tendría que superarlo si quería que su compañero sanara.
Hongki cambió
rápidamente a su forma humana mientras se detenía en el armario de Zhoumi. Eran
casi del mismo tamaño por lo que pediría prestado algo de ropa. Sabía que
necesitaba moverse rápido para vestir con ropa seca y cambiar a las parejas.
Probablemente iba
a ser una experiencia desagradable mientras lidiaba con los compañeros
gruñones, pero así era la vida de un Canis lupus: nunca había un momento
aburrido. Y aparentemente ni un momento en el que la vida de uno no corriera
peligro.
Agarró unos
pantalones sueltos de yoga, una camiseta y salió del armario para ver a Henry
sentándose en una silla junto a la cama donde descansaba Zhoumi. El dolor que
vio en su rostro le rompió el corazón.
Hongki pudo ver
que la Gran Luna no había escatimado en el lazo entre Fae y lobo; era tan
fuerte como con dos lobos. Se movió cuidadosamente hacia la cama, decidiendo
que era mejor tratar a Henry como lo haría con un compañero lobo dominante. Era
igual de mortal que los machos de su raza y muy posesivo.
—Henry —dijo
suavemente—. Necesito ponerle ropa seca.
Henry lo miró.
Sus ojos tenían restos de lágrimas derramadas.
—Sé que no
quieres que lo toquen, pero es por su seguridad. —Hongki continuó tomando
pequeños pasos hacia la cama, preparándose para un ataque que podría venir en
cualquier momento. Se sintió alentada cuando llegó a la cama sana y salva, a
pesar de que los ojos de Henry nunca la dejaron. Habló con Zhoumi mientras lo
tocaba, reasegurándole que no iba a lastimarlo.
Fue una lucha
mientras Zhoumi luchaba con él y Henry lo amenazaba, pero después de escasos
treinta minutos finalmente tenía al lobo en ropa seca. Hongki caminó hacia la
puerta solo mirando a la pareja una vez más. Henry estaba susurrándole a Zhoumi
y él se había dado la vuelta hacia el sonido de su voz. La vista le rompió el
corazón.
Hongki hizo su
próxima parada en la habitación de Hee y Siwon. Necesitaba comprobar cómo
estaba Hee y asegurarse que no hubiera problemas con el bebé. Tocó la puerta y
escuchó un bajo gruñido. Aparentemente, Siwon había decidido permanecer en su
forma de lobo, probablemente porque le permitía tener contacto con su compañero.
Empujó la puerta
lentamente.
—Siwon, soy Hongki
—le dijo, innecesariamente, ya que reconocería su aroma. Ninguna luz estaba
encendida en la habitación, lo que no era una preocupación para Hongki, ya que
podía ver igual de bien. Sin embargo, le haría sentir mejor enfrentarse a un
lobo inestable con todas y cada una de las sombras reveladas por la luz. Así
que las encendió y parpadeó brevemente para ajustarse a la luz.
Vio que Siwon
estaba acurrucado sobre la cama junto a Hee quien tenía su puño enredado fuertemente
en su pelaje. Hongki había decidido que la mejor manera de lidiar con Siwon iba
a ser yendo directo a los hechos. Sin dejar que discutiera nada.
Hongki caminó
hacia el armario mientras hablaba.
—Necesita ropa
seca y ya que no eres capaz de hacerlo, yo te ayudaré. También necesito
revisarlo y al bebé.
Hongki se movió
eficientemente, juntando ropa para Hee. Cuando salió del armario, se detuvo en
corto, cara a cara con un gran lobo. Le gruñó y caminó a su alrededor para ir
al armario. Se dio cuenta de que iba a cambiar, posiblemente, para que así
pudieran comunicarse. Hongki esperó hasta que salió, vestido. No iba a
acercarse a su compañero sin él en la habitación. Cuando Siwon caminó a su
alrededor, completamente vestido, lo siguió a la cama.
—Sé muy cuidadoso
—le dijo con un gruñido suprimido.
Hongki desvistió
lentamente a Hee, y Siwon fue lo suficientemente considerado al conseguir
toallas para que Hongki lo secara antes de ponerle ropa seca. Hee gruñó con
cada movimiento y se encogió cuando Hongki lo tocó.
—Lo siento, Hee.
No trato de lastimarte —le dijo Hongki gentilmente. Levantó la camisa de Hee y
presionó su oreja en su estómago. Ésta también era otra ventaja de la audición
de lobo. No necesitaba ningún equipo especial para escuchar el latido del bebé.
Escuchó detenidamente mientras cerraba sus ojos y apagaba todo lo demás. Luego
lo escuchó, el calmado y rápido pequeño latido. Sonrió gentilmente y sintió una
lágrima correr por su mejilla, pues no había ningún sonido más dulce que el de
un latido de un bebé sano en el útero.
—¿El bebé está
bien? —preguntó Siwon, rígido.
—Sí, su latido es
fuerte. Necesitaré hacer un ultrasonido pronto.
Hongki miró a Siwon
y vio que sus brillantes ojos estaban en Hee. Hongki decidió entonces que la
única manera en la que tomaría a un compañero sería si lo miraba de la manera
en la que Siwon miraba a su Hee. Se fue tranquilamente, sin querer
molestarlos por más tiempo.
Hongki viajó de
habitación en habitación hasta que todas las parejas estuvieron con ropa seca.
Todos los machos habían cambiado a su forma humana y gruñido libremente, pero
no lo tomó como ofensa.
De hecho, Junjin
fue el peor y le sorprendió porque nunca estaba fuera de control; nunca era
algo bueno para un lobo con su poder perder el control.
—¿Dónde está Dambi?
—gruñó Junjin.
Hongki trató de
controlar su miedo para que Junjin no lo viera como una presa fácil. Mantuvo
sus ojos en el piso y su tono fue neutral.
—No lo sé, Alfa.
Se fue justo después de que las parejas acopladas estuvieran en sus
habitaciones.
Junjin se paseaba
por el dormitorio sin descanso, nunca alejándose más de unos pocos pasos de la
cama donde Hyesung yacía.
—Escogió un buen
momento para irse —espetó.
—Alfa, si puedo
decir, no imagino que Dambi alguna vez abandonara a aquellos a su cuidado. A lo
mejor está tratando de averiguar una manera de romper la maldición de las parejas
—explicó Hongki.
Junjin no
reconoció que Hongki había hablado.
—¿Cómo están los
otros? ¿Cómo está mi hijo?
—Le están
haciendo frente. Fue una muy buena idea mantener a los otros lobos lejos.
Junjin se volteó
a su compañero cuando hizo un ruido especialmente doloroso. Hongki se
estremeció y deseó por enésima vez poder hacer algo más para ayudar.
—Gracias por tu
ayuda, Hongki. Sé que esto no es fácil para ti. Por favor, avísame cuando Dambi
regrese.
Y solo con eso, Hongki
fue despedido.
Dambi se paró
delante del consejo en la gran sala de reuniones. Las paredes eran altas y de
piedra blanca pulida. Los techos eran tan altos que era difícil saber si en
realidad había techo o no. El piso bajo sus pies brillaba bajo el suave
resplandor de las luces Fae flotando por toda la habitación.
Sintió una fuerte
sensación dèjá vu mientras miraba a los otros miembros del consejo. No parecía
que hubiera pasado mucho tiempo desde que estuvo frente a ellos, pidiendo su
ayuda. Una vez más, justo como en esa ocasión, le estaban alimentando con pura
basura.
—Ya te lo hemos
dicho, Dambi, ya hemos hecho nuestra parte. Hicimos lo que la Gran Luna nos
pidió. Llamamos a las manadas.
—¿En verdad creen
que eso era todo lo que ella quería que hicieran? ¿Todo el infierno está a
punto de ser liberado a su mundo y crees que todo lo que se les requirió hacer
fue usar una roca para llamar a los lobos? —La voz de Dambi se elevó con cada
palabra.
—¿No crees que
estás siendo un poco dramática? —preguntó Lorella. Los ojos de Dambi fueron
hacia ella y se estrecharon.
—Tú sabrías de
dramas, ¿no, Lorella?
—Vamos, Dambi, no
dejemos que las disputas familiares causen más problemas. Ya que pareces pensar
que el cielo se está cayendo sería sabio no añadirlo a tu situación. —Alston
quitó su cabello de su rostro y se paró frente a su asiento—. Creo que está
reunión ha terminado. Te hemos dicho lo que hemos hecho, el papel que hemos
jugado. Ahora Dambi, ya que siempre has sido la embajadora de los lobos, es tu
trabajo encargarte desde aquí.
La boca de Dambi
se abrió por la audacia del más alto miembro de su consejo. Esperaba que en
cualquier momento la Gran Luna arrojara un rayo sobre su cabeza.
—Bien, escucha,
cabeza hueca. —La voz de Dambi resonó en toda la sala de reuniones—. Me doy
cuenta que tal vez no creas en esto, pero tú también estás jodido, justo como
el resto de nosotros. No eres mejor persona que la próxima en la línea, humana
o sobrenatural. Muy pronto, todas las razas necesitarán el apoyo de la otra…
incluso las Fae. Se los digo ahora mismo, si continúan con esto, todos ustedes
van a terminar solos, cubiertos de cenizas, sus rostros golpeados, el aire
chamuscado, sus ojos rojos, mirando de derecha a izquierda diciendo: “¿Qué
pasó? ¿Dónde están mis cejas?” Y, ¿saben cuál va a ser mi respuesta? Se
fueron por el retrete, perra, justo con
el resto del mundo. Así que, ¿por qué no, por un solo pequeño segundo en sus
largas y completamente indignas vidas, piensan en alguien más que ustedes
mismos y ayudan? ¿Pueden tratar eso por mí?
Los seis miembros
del consejo se pusieron de pie con sus bocas abiertas, mirando a Dambi como si
le hubiera crecido un tercer brazo. Finalmente, Lorella se aclaró la garganta y
recompuso su expresión.
—¿Y si no lo
hacemos?
Dambi sonrió a la
única hermana que tenía.
—Entonces le
ahorraré el trabajo a Mona de freír sus traseros. Lo haré yo misma.
Alston resopló.
—Sé realista, Dambi.
No tienes el poder de desafiarnos. No a menos que poseas todas las piedras Fae.
Dambi sacó ambas
manos de los bolsillos de su túnica y las sostuvo delante de ella, los puños
cerrados y las manos hacia arriba, a las Fae frente a ella. Lentamente aflojó
sus puños, revelando las cinco piedras Fae, dos en su manos izquierda y tres en
la derecha. Las piedras Fae, las cuales aparecían solamente en tiempos de gran
necesidad, yacían ominosamente en sus manos extendidas.
—¿Cómo te parece
ahora, pe-rra? —Ella sonrió, con malicia.
—¿Qué necesitas
de nosotros? —dijo Dain finalmente.
—Pero, Dain,
gracias, es muy amable de tu parte preguntar —la voz de Dambi destilaba falsa
simpatía—. Tengo este pequeño, diminuto, minúsculo problema. Verás, la vieja
bruja desagradable ha puesto un hechizo sobre los compañeros de los lobos,
bueno, en siete de ellos para ser exactos. Están experimentando los mismos
tormentos que sus compañeros experimentaron mientras estaban atrapados en el
Limbo. —Dambi no se molestó en decirles que sus compañeros no podían tocarlos.
Habían algunas cosas que se necesitaban saber, y estos Fae no necesitaban
saberlas—. No puedo romper el hechizo por mí misma y los dos sanadores también
están bajo el hechizo, así que no puedo pedir su ayuda. Eso me deja con
ustedes, el grupo feliz.
—Iremos contigo
—asintió Dain—, vamos a ayudar a estos lobos que obviamente significan tanto
para ti.
Dambi puso los
ojos en blanco.
—Me alegro que
todos ustedes hayan decidido ser razonables. Pero, espero que estén actuando
por las razones correctas. Y, no esperen que alguien se postre a sus pies y
besen sus dedos del pie por salvar el día. Salvar al mundo es el trabajo más
ingrato que existe. Si no me creen, entonces pregúntenle a los humanos que lo
hacen todos los días. —El Fae continuó ojeándola. Dambi juntó las manos y las
frotó como si tuvieran frías y estaba tratando de calentarlas de nuevo—.
Suficiente con todo esto, vamos al grano.
Hyukjae yacía al
lado de Donghae en su cama. Estaba tan cerca de él como podía, sin tocarlo, y
sin embargo se sentía como que estaban en mundos aparte. Sus ojos revoloteaban
abiertos ocasionalmente y la mirada perdida que los tenía vidriosos casi lo
destrozaba.
Su Donghae se
estaba cerrando. Estaba escapando en sí mismo para alejarse de lo que estaba
atravesando, a pesar de que eso no estaba sucediendo realmente. Él no tenía un
lobo para acudir en busca de fuerza y ayuda; solo tenía los profundos recovecos
de su mente para escapar.
Estaba tratando
de alejarse lo más lejos de las cosas malas como podía, pero esto también lo
llevaba lejos de Hyukjae. Continuó tratando de hablar con él mediante su
vínculo, pero él lo había cortado con eficacia. Lo único que podía hacer en ese
momento era hablar con él, compartir con él, su corazón, su amor, sus anhelos.
—Donghae mío, sé
que estás ahí. Sé que estás protegiéndote a ti mismo, y me alegro por ello. Te
echo de menos. Echo de menos tu piel, tu cabello, la forma en que hueles cuando
te toco. ¿Sabías que hueles diferente cuando te toco? No sé si Teuk o Hee
alguna vez te explicaron eso, pero como tu compañero, respondes de manera diferente
a mí…
… Hay un deseo
que no está ahí con nadie más y que hace que desprendas un olor diferente. Es
el olor más atractivo en el mundo entero. Pero, debido a que no puedo tocarte,
se ha ido. Echo de menos la forma en que te ruborizas cuando coqueteo contigo y
lo suave que tus labios son cuando te beso…
… ¿Sabes qué es
una locura? No hace mucho tiempo, no tenía ninguna de esas cosas y todavía era
capaz de vivir. Claro, no era una gran existencia, pero estaba vivo. Ahora, que
te tengo, no puedo vivir sin esas cosas, Donghae. No solo por los Ritos de
Sangre, sino porque no podría seguir sin ti estando en este mundo. Así que ya
ves, cuando todo esto haya terminado, tienes que volver a mí. Cueste lo que
cueste, mi dulce amor, lo voy a hacer. Tomaré cada pesadilla, cada recuerdo que
atormente tu alma, y lo reemplazaré con mi amor. ¿Me escuchas Donghae?
La voz de Hyukjae
se llenó con la emoción de las lágrimas contenidas con las que había estado
peleando e inconscientemente se estiró para tocar a su compañero solo para
retirar su mano rápidamente antes de hacerlo.
—Tienes que estar
bien —susurró—. Tienes que estarlo, porque yo no estoy bien sin ti. —Dejó que
su mente derivara de nuevo a los momentos de tranquilidad que había estado
teniendo con él, su chico de ojos negros, tantas risas suaves, y dulces
sonrisas. Pensó en la noche en que lo había sostenido en sus brazos mientras
dormía. Era la primera vez que Donghae había dormido en una cama con un hombre,
y esa fue la mejor noche de su vida. Había estado despierto durante horas
después de que él se quedó dormido. Él había escuchado su corazón y el ritmo de
su respiración. Todo eso había sido música para sus oídos.
Sonrió cuando
recordó la noche en que le había enseñado a servir tragos. Él era tan fácil de
tratar y sabía que siempre tenía una sonrisa ridícula plasmada en su rostro
debido a él, pero no le importaba. Mientras su Donghae estuviera feliz,
saludable y seguro, no le importaba nada más. Sin embargo, aquí yacía tendido a
su lado, y él no era ninguna de esas cosas.
¿Cuántas veces
podía un hombre fallarle a la persona que amaba, antes de que fuera demasiado?
Él no sabía la respuesta a esa pregunta, pero sabía que si había algo que no
podía manejar en este mundo, era ver a su compañero sufrir, y no ser capaz de
hacer ni una maldita cosa al respecto.
—Voy a hacer lo
correcto, Donghae mío —susurró él, en la habitación, su voz tranquila
mezclándose con el sonido de sus gemidos ocasionales—. Voy a hacer lo correcto,
y matar al que trajo todo el mal.
Siwon se paseaba
por la habitación como un animal enjaulado. Su respiración era rápida, estaba
frenando a su lobo por un delgado hilo. Sus ojos continuamente se lanzaban de
regreso al joven en su cama y con cada mirada su corazón se rompía de nuevo.
Sabía que los otros machos estaban sintiendo exactamente lo mismo, solo que él
tenía una cosa que ellos no, un niño. Uno hecho del amor con la persona
que completaba su alma. No había nada que él quisiera más en este mundo que
sostener a su bebé en un brazo y a su compañero en el otro y juró por todo lo
que se le ocurrió que iba a hacer esa misma cosa.
—Piensa, Siwon,
piensa —murmuró para sí mismo, por milésima vez. Su cerebro era una niebla de
rabia y preocupación. Su corazón se sentía como si cientos de agujas estuvieran
pinchándolo, apuñalando una y otra vez con cada sonido desesperado de su
compañero. Cada pensamiento estaba fuera de su alcance, cada respiración era
una lucha y estaba empezando a preguntarse si él y Heechul tendrían alguna vez
un final feliz.
Habían pasado por
muchas cosas desde que se habían conocido y sentía que era una cuestión de
tiempo antes de que ellos no lograran resolverlo como lo habían hecho tantas
veces ya. Se volvió bruscamente cuando escuchó su nombre.
—Siwi —susurró Hee.
Él estuvo a su lado en un abrir y cerrar de ojos.
—Estoy aquí, princesa
—le dijo, con suavidad. Miró sus rizos dorados y ansió hundir sus dedos en los
mechones, como lo había hecho tantas veces antes. Necesitaba ver la chispa en
sus ojos y escuchar el afilado látigo de su lengua cuando lanzaba sus
comentarios sarcásticos contra él. Algunos podrían molestarse o ser lastimados
por eso, pero sabía que así era como su Heechul mostraba su amor. Si él te
ignoraba, entonces ahí era cuando tú deberías sentirte herido. Vio cómo sus
labios se tensaron y sus ojos se cerraron fuertemente. Sabía cuándo su cuerpo
se estremecía que estaba adolorido, o por lo menos él pensaba que lo estaba. Siwon
sabía de primera mano cuán poderosa era la mente y cómo podía hacer que el
cuerpo lo sintiera.
—Heechul —murmuró
tan cerca de él como se atrevió—. Vuelve a mí, princesa. Escucha mi voz. Sabes
que lo que sientes no es real. Esto es real, y yo soy real. Recuérdanos,
recuerda nuestro amor, y recuerda mi tacto y el de nadie más. Sé que es duro.
Sé que lo que ves y sientes parece tan real, pero no lo es.
Siwon luchó por
evitar el gruñido en su voz, pero era muy difícil porque estaba frustrado más
allá al ser tan inútil.
—Así debe haber
sido como te sentías cuando perdí mi memoria —le dijo—, saber que la única
persona por la que harías cualquier cosa, es la única persona por la que no
puedes hacer nada. A veces la vida apesta de verdad —se rió entre dientes—, eso
suena como algo que tú dirías.
Siwon se
arrodilló en el suelo junto a la cama y posó su cabeza. Él aspiró su aroma y
trató de evitar perder el control, lo cual era tan probable como Mona
convirtiéndose en monja.
O____O
ResponderEliminarPobre Kiki~ lo que debe de hacer por sus amigos!!!!
Ahhh
Dambi es mi héroe!!!!!
Jajajajajajajaja
Aprende rápido!!!
Hee, Hae y Teuk~ definitivamente son una mala influencia!!!!
Jajaj
Por un momento creí que la única que estaba haciendo nada por ayudar era la hermana de Dambi...pero ya veo que son todos,esos faes se creen la octava maravilla y solo "ayudaran" por la amenaza...puff
ResponderEliminarAl menos los lobos ya están en casa,y puede que esos faes sirvan de algo.
Imagino y espero que ya cada uno vaya entendiendo algo de todo esto.