Me sacudí las
manos en la parte trasera de mis pantalones y miré alrededor de la sala de
licores. La nueva estantería que había construido se veía increíble, el lugar
estaba impecable y organizado, y ni una sola botella o barril estaba fuera de
lugar. Era la última tarea que tenía en la lista que Eric me había dado hace
tantos meses.
El resto de la
barra estaba hecha. Pulida, preparada y luciendo completamente nueva y lista
para ser de esta generación. Los clientes habituales aún permanecían en sus
lugares favoritos durante todo el día, pero había una nueva multitud y
afluencia de sangre joven vagando.
No le pedí a Eric
el cambio en los ingresos porque todo había estado tranquilo y mucho más
difícil de precisar últimamente. Desde el robo, él había estado yéndose antes
de que se llenara en la noche, dejándonos a mí y a Kangin dirigiendo el
espectáculo. No me importaba, pero pensaba que era raro que él no pareciera
entusiasmado con todas las mejoras.
Estaba acomodando
todas las herramientas en la caja cuando la puerta se abrió. No era un gran
espacio de almacenamiento, así que entre mi masividad y la de Eric, no había
mucho espacio para maniobrar. Le fruncí un poco el ceño cuando se sentó en la
parte superior de un barril de cerveza vacío y me indicó que hiciera lo mismo.
—¿Hiciste todo?
Saqué la factura
de mi gorra de béisbol por encima de mi frente y asentí solemnemente. Estaba
orgulloso del trabajo que había hecho. Sentí como si hubiera traído el lugar de
vuelta a la vida por él, pero iba a estar desanimado por seguir adelante y no
solo porque realmente no tenía a donde ir.
Asintió y puso
una pesada mano en mi hombro. Traté de no gruñir ante la presión.
—El lugar se ve
muy bien, hijo. Hiciste un trabajo increíble. Habría sido un honor para mí
seguir a alguien como tú a la batalla, Siwon. Espero que sepas eso.
Solo lo miré
fijamente. Ese era un cumplido bastante serio de un soldado a otro.
—Gracias. No
estoy realmente seguro de lo que me habría pasado si no hubiera tropezado aquí
en el Cuatro.
Soltó un bufido y
se echó hacia atrás acariciando su barba.
—Hubieras estado
bien, chico. Un hombre como tú… el universo vela por los hombres buenos, Siwon.
No sabía si
estaba de acuerdo con eso, pero estaba agradecido de que él viera eso en mí. Le
iba a preguntar sobre de que se trataba esta pequeña charla tan seria, pero me
sorprendió preguntándome:
—Oye, ¿tienes
cien dólares?
Parpadeé hacia él
y saqué mi billetera de mi bolsillo trasero.
—¿Sí, por qué?
Esperó hasta que
le entregué el billete y luego se puso de pie. Hice lo mismo ya que estaba
confundido por lo que estaba pasando. Había una extraña corriente subterránea
fluyendo entre nosotros y no podía entender qué era. Mi ansiedad aumentó de
nivel cuando Eric me tendió la mano como si fuera a despedirse.
—Siwon, no hay
suficientes hombres buenos en este mundo. Hombres que luchan por lo que creen.
Hombres que están más que dispuestos a sacrificarse por el bien mayor. Te
observé este verano, vi cómo te encargas de los veteranos y de tus propios
demonios que te persiguieron de vuelta a casa. Titubeaste aquí y allá, pero
eres una roca solida jovencito y no hay nadie en este mundo a quien confiaría
mi bar y mis clientes. Pusiste todo tu Corazón y tu alma en este lugar este
verano. Te lo ganaste.
Me quedé
mirándolo porque no estaba seguro de lo que estaba diciendo. Crucé los brazos
sobre mi pecho y lo observé fijamente. Levantó el billete de cien dólares e
hizo una gran producción para doblarlo y meterlo en su propia billetera. Su
mirada de acero me mantuvo en mi lugar y su rostro estaba marcado con una
determinación inquebrantable.
—Acabas de
comprar el Bar. Felicidades. Tendré todo el papeleo listo para el final de
la semana.
Maldije y extendí
la mano para agarrarlo cuando caminó hacia la puerta como si fuera el final de
la conversación.
—Qué. Carajo.
Él suspiró y se
dio la vuelta para enfrentarme.
—Estoy demasiado
viejo. Mi familia está fracturada. Ya cumplí con mi propósito aquí. Cuando era
un par de años más joven que tú, entré a este bar después de una serie de días
malos. El chico detrás de la barra me pateó el culo, me limpió, me hizo
trabajar duro para tener el lugar limpio
y de vuelta al siglo actual. Él era un coronel retirado de la fuerza
aérea y no tomaba ninguna mierda de mí. Cuando tuvo todo listo, me pidió veinte
dólares. La siguiente cosa que supe, fue que era dueño de un bar. No tenía que
averiguar lo que tenía que hacer, a dónde tenía que ir. Este lugar era mi
hogar. Confío que lo cuidarás y honrarás, hijo.
Solo me quedé
mirándolo porque tenía que estar bromeando. No sabía que decir a nada de eso.
—Mantén a Kangin
alrededor. Ese chico tiene algo bueno sucediendo detrás de la barra. Conserva a
Minwoo en la cocina, él sabe lo que hace. No te preocupes por el robo. Hablé
con el presidente de los HdD y es consciente de que tiene un problema en sus
manos. La justicia motociclista hace que el largo brazo de la ley se vea como de
preescolar.
Sacudí la cabeza
y metí las manos en la parte trasera de mis bolsillos.
—¿El chico que me
dio en la cabeza con la botella? ¿Es el que piensas que hizo el robo?
—Sí, creo que ya
está acabado. Perder tu oportunidad para entrar en el Club de Motociclistas es
una gran cosa. Puedes manejar cualquier cosa que se ponga en tu camino, Siwon.
El bar, el bebé, esa pequeña fiera con la que estás todo obsesionado, esos son
los premios por vivir una vida de sacrificios. Diste todo lo que tenías a otras
personas, esta es la forma en que el universo te está pagando. Te lo has ganado
todo, hijo, así que deja de sentirte culpable por eso y maldita sea disfrútalo.
Me quedé sin
palabras. Bajé la cabeza y dejé escapar un suspiro que se sentía como si
mantuviera mi vida entera en él.
—Eric…
—No, hijo. No hay
nada que agradecer. No quiero tu agradecimiento así como no quiero tu dinero.
Esto es lo correcto, la única cosa que puedo hacer por ti y por este bar. Se
necesitan el uno al otro, hijo.
—No sé qué decir.
—Bien, porque la
mitad del tiempo cuando abres la boca, quiero darte un puñetazo. Estaré
alrededor, chico, no es que crea que vayas a necesitarme.
Lo seguí fuera de
la sala de almacenamiento todavía aturdido. Iba a tratar de expresar mi
gratitud, mi reconocimiento abrumador, pero de repente Kangin asomó la cabeza
por la esquina y dijo mi nombre.
—Siwon, tienes
que ir afuera.
Puse mi atención
en él y gruñí.
—¿Qué?
Levantó una ceja
rubia y frunció el ceño.
—Tienes que ir al
estacionamiento y echarle un vistazo a tu camioneta.
Eric y yo
intercambiamos una mirada y nos dirigimos hacia la puerta. Tan pronto como pise
el asfalto fue fácil ver de lo que Kangin había estado hablando.
La gran camioneta
4x4 estaba abollada de un lado, el parabrisas hecho añicos, todas las luces
traseras y delanteras rotas y parecía que alguien hubiera tomado un bate de
béisbol por todo el cuerpo. Se veía como una costosa pero destrozada lata de
atún roja.
Eric maldijo
mientras yo estaba allí aturdido y en silencio.
—¿Quieres que
llame a la policía?
El acento de
Kangin estaba más pronunciado de lo normal. Ni siquiera lo había oído venir
detrás de mí.
—No. Estoy
bastante seguro que fue el mismo tipo que retuvimos el otro día. Está enojado
conmigo y está tratando de enviar un mensaje.
—Un mensaje
bastante difícil de malinterpretar, Siwon.
Asentí estando de
acuerdo.
—No estás bromeando.
—Lo miré por la esquina de mi ojo—. Por cierto, acabas de ascender a
administrador del bar.
Kangin se
tambaleó un poco hacia atrás y Eric estalló en risas.
—¿Qué?
—Al parecer, soy
el dueño del Bar ahora pero también tengo un niño que viene en camino, lo que
significa que no puedo estar aquí todo el tiempo. Necesito tener un respaldo, y
te escogí.
Los ojos de
Kangin se estrecharon y podía decir que él estaba tratando de juzgar la validez
de mi declaración.
—¿Confías en mi
para hacer eso?
Me encogí de
hombros y saqué mi celular del bolsillo para llamar a una grúa.
—Confío en ti
hasta que me des una razón para no hacerlo, Kangin. Si te sientes inclinado a
joderme, podrías querer recordar todas las formas que conozco de cómo matar a
un hombre.
Lo vi tragar
saliva, y se dio la vuelta para regresar al bar.
—Gracias, Siwon.
Nadie antes me había dado realmente el beneficio de la duda.
Eric señaló
la camioneta.
—¿Quieres que
llame a los chicos en el club?
—Sí, pero podrías
querer pasar de largo si consigo poner mis manos primero en ese pedazo de
mierda, no va a quedar mucho para que ellos controlen.
Compartimos unas
carcajadas y extendió su mano para que la estrechara.
—Gracias, Eric.
—No tienes nada
que agradecer, hijo. ¿Necesitas un aventón?
Tomé su oferta
para evitar la humillación de meterme en el Cooper. Hice que me dejara en la casa
de Heechul y se negó a hablar de la entrega del bar. Al parecer, era trato
hecho en su mente, a pesar de que era aún un cambio de vida para mí. Tener algo
que hacer, algo en que invertir mi tiempo y mi futuro, había sido mi miedo más
grande desde que había regresado a casa. En ese solo gesto desinteresado, Eric
había mandado todo al carajo. Era increíble, y a pesar de que él lo dijo más de
una vez, no estaba seguro de si realmente lo merecía.
Entré a la casa
de Heechul. Era siempre tan soleado, tan alegre, al igual que él. No vi a Henry
o a Zhoumi, pero mi chico estaba en la cocina cantando algo que podría haber
sido música si no hubiera habido un pollo gritando en la parte superior de sus
pulmones.
Me apoyé en la
barra de la encimera que separaba la cocina de la sala de estar y me limité a
observarlo mientras él bailaba alrededor entre la estufa y el fregadero.
Hoy, su cabello
corto estaba peinado hacia abajo. Tenía un pantalón corto rojo y una
camiseta holgada y que fluía sobre su vientre que estaba apenas comenzando
a redondearse dejando un indicio del bebé en su vientre. Las flores en su
brazo, el agua y el fuego en su pierna, se veían vividos y exóticos y no podía
imaginar volver a casa encontrar a alguien que no fuera él. Estaba enamorado de
Heechul. Simple y llanamente.
—¿Qué estás
haciendo?
Dio un pequeño
grito y se dio la vuelta para mirarme. Sus ojos eran grandes en su rostro y
puso una mano en su pecho.
—Me asustaste.
¿Qué te parece que estoy haciendo? ¿Gimnasia? Estoy haciendo la cena.
Me acerqué a él
por detrás y puse mis brazos alrededor de su cintura. Aplané la palma de una
mano sobre su estómago y extendí mis dedos por todo lo ancho. Puso una de las
suyas mucho más pequeñas en la parte superior de ésta y pasó su dedo pulgar
sobre la cicatriz que decoraba mis nudillos.
—No sabía que
podías cocinar.
Resopló y se
volteó en mis brazos para poner los suyos alrededor de mi cuello.
—No es alta
cocina pero tampoco nos va a matar. No escuché la moto o la camioneta. ¿Cómo
llegaste aquí?
—Eric me trajo. —Lo
hice caminar hacia atrás hasta que su espalda tocó la encimera—. Tuve un
pequeño problema con el auto.
Dejó caer sus
cejas y chilló un poco cuando lo recogí por la cintura y lo puse en la parte
superior de la encimera. Sus piernas se abrieron de inmediato y di un paso
entre ellas. Sus ojos estaban sonriéndome pero se pusieron serios realmente
rápido cuando pasé mi pulgar a lo largo de la curva de su delicada mandíbula.
—Heechul.
Curvó sus manos
alrededor de la parte de atrás de mi cuello y balanceó las piernas de modo que
sus tobillos se cerraron alrededor de mi cintura.
—Siwon.
—Eric me vendió
el bar hoy y estoy enamorado de ti. —Ese era mi futuro en pocas palabras; nada más importaba.
Sus ojos se
volvieron enormes en su bonito rostro y su boca cayó abierta en una pequeña O.
Sus piernas se tensaron alrededor de mí, pero eso podría haber tenido más que
ver con el hecho de que estaba trabajando mis manos bajo sus pantalones toda la
intención de meterme en sus bóxer que con la bomba A.
—¿QUÉ?
Dejé caer un beso
en su boca y la empujé con mis caderas para así tener suficiente espacio para
enganchar un dedo bajo el reborde y bajar sus ropa por sus caderas y sus muslos
decorados. Siempre era tan suave, lo cual era un gran contraste con su
personalidad espinosa y perspicaz. Lo besé en el hombro donde el cuello de su camisa
se hundía. Siempre sabía tan dulce.
—Soy dueño de un
bar y te quiero para siempre.
—Siwon. —Estaba
sin aliento y podía oír el trasfondo de miedo trabajando en su voz. Sabía que él
no estaba allí aún. Todavía tenía reservas que tenían que ver con ese imbécil
de cuando era más joven, y debido a mis estúpidos ataques, él no compraba la
idea de que nunca le haría eso de nuevo, pero llegaría allí. No tenía ninguna
duda. Además de que no había otra opción. Heechul era para mí.
Negué con la
cabeza hacia él.
—No tienes que
decir nada, Princesa. Solo quiero que sepas lo que esto significa para mí, que
ya nunca más me iré a ninguna parte. Te prometo eso, y te lo demostraré sin
importar el tiempo que haga falta.
Sus ojos estaban
brillantes mientras me miraba. Pude ver un millón y un preguntas persiguiéndose
del claro al oscuro, pero no me alejó cuando me agaché para besarlo en plan de
“lo digo en serio”.
Sus dedos
estrujaron el cabello en la parte posterior de mi cabeza y me atrajo hacia sí
con sus piernas. Quería hundirme en él, recordar este momento, la expresión de
su rostro, para siempre. Cualquiera que fuese mi futuro, en tanto él fuese el
centro del mismo, sabía que podía manejarlo, incluso lo desconocido.
Estaba
involucrándome realmente en el beso. Tenía mi lengua en su boca y una mano trabajando
en la hebilla de mi cinturón mientras él se movía y se retorcía en la encimera
delante de mí cuando el temporizador del horno sonó ruidosamente e hizo que su
cabeza se alejara de golpe y jadeara para recuperar el aliento. Sus ojos
estaban aturdidos y arremolinados con un calor que estaba seguro que igualaba
al mío.
—Se va a quemar.
Tengo que sacarla.
Le lancé una
mirada lasciva.
—Tengo algo más caliente
que necesitas sacar.
Ajusté el bulto
en la parte delantera de mis jeans para dar énfasis, lo cual le hizo reír como
loca. Cuando se inclinó para sacar el menjunje del horno, fue lo único que pude
hacer para no agarrarlo y tirarlo en el piso de la cocina y atacar ese pequeño
vistazo de su trasero desnudo. Nunca, jamás me cansaría de este chico; lo sabía
en el fondo de mi alma.
Dejó caer la
bandeja de vidrio en la estufa y giró las manivelas para apagarlas. Tiró el
guante de cocina a un lado y se dio la vuelta de modo que estaba frente a mí.
Solté un gruñido de sorpresa cuando se abalanzó sobre mí. Lo agarré con una
mano bajo su trasero desnudo y lo levanté, de modo que estuviéramos cara a
cara.
—Tan caliente
como es la idea de ti devorándome en la cocina luciendo todo handyman sexy en
tus pantalones y botas de trabajo, Zhoumi podría entrar por esa puerta en
cualquier momento. Y mientras puede que los haya atrapado a él y a Henry en una
situación comprometida en más de una ocasión, eso no es algo que me interese
evocar. Llévame a la cama, grandote.
Lo llevé a la
parte trasera de la casa hacia su habitación. Cuando la puse en la cama me
cerní sobre él con las manos a ambos lados de su cabeza. Estábamos casi nariz
con nariz y él estaba sonriéndome. Justo en ese momento supe que todo estaba
bien en mi mundo.
—Tenemos que
encontrar nuestro propio lugar.
—¿Perdón?
Extendí la mano
sobre mi cabeza y me saqué mi camiseta con una mano.
—Si quiero
tomarte en la cocina, en el sofá, en medio de la bendita sala de estar, no
quiero preocuparme de ser interrumpido. Esto es todo para mí, Heechul.
Necesitamos nuestro propio lugar.
Quizá no esté del
todo listo para decirme que me ama, pero la idea de estar atrapado conmigo a
largo plazo, no debe haber sido tan aterradora porque levantó sus caderas y
jaló de su camiseta sobre su cabeza. Besé la leve curva de su vientre y él
enredó sus dedos en mi cabello oscuro. Sentí su suspiro contra mis labios
mientras lamía toda la delicada piel cubriendo a nuestro bebé.
—Está bien,
Siwon. Necesitamos nuestro propio lugar.
Quería celebrar
en victoria, pero ahora mi atención estaba centrada en toda esa bonita piel situada
entre sus piernas. Lamí a través del fuego tatuado en su muslo y lo sentí
temblar contra mi boca.
Vagamente le oí
jadear mi nombre y sentí sus manos volverse más impacientes en mi cabello. Giré
ese anillo con la punta de mi lengua. Juró y tuve que sostener sus caderas
hacia abajo mientras se sacudía contra mi cara. Era todo caliente líquido y temblorosa
piel.
Estaba cambiando
sus piernas sin descanso contra mí y tuve que moverme fuera del camino para que
no me diera en los genitales. Me reí en su contra y arremoliné mi lengua en su entrepierna
mientras tiraba sin piedad en esa perforación con la que decidí que no podía
vivir. Solo tomó un minuto traerlo al borde, y cuando lo cruzó, juro que era la
cosa más hermosa que había visto en mi vida. Se veía como un joven
completamente complacido y muy satisfecho por su amante.
Me empujé hacia
arriba para que yo pudiera sacarme mis pantalones y deshacerme de las botas.
Tenía toda la intención de simplemente arrastrarme y hundirme en él, pero Heechul
me instó sobre mi espalda y se puso encima de mí. Se sentía en casa allí. Puso
una mano en la base de mi polla para mantenerla donde la quería y luego se
hundió hasta el fondo. Su preparado y dispuesto deslizamiento tenía mi aliento
atrapado en mi garganta. Crucé los brazos debajo de mi cabeza y me acomodé en
verlo tener su camino conmigo. Él trazó las líneas divisorias entre cada una de
mis abdominales y curvó sus manos sobre la pendiente en cada lado de mis
caderas. Me dio una sonrisa descarada y se levantó a sí mismo solo para
deslizarse hacia abajo dolorosamente lento.
—Sabes, vas a
tener que trabajar el doble cuando esa perforación salga.
Gruñí mi
respuesta porque estaba apretándome con delicadas palpitaciones a lo largo de
su interior. Si era posible, mi polla se puso aún más dura y palpitaba con más
violencia. Golpeé su pezón arrugado nada demasiado suavemente con el pulgar. Lo
vi contener el aliento y su ritmo se aceleró mientras se balanceaba atrás y
adelante encima de mí.
—Puedes ponerlo
de nuevo más tarde, sin embargo, ¿no es así? — Maldije en voz alta porque
deslizó una mano entre nosotros y pasó sus uñas ligeramente sobre mis bolas.
Como si necesitara más estimulación. Encadené mis dedos en su cabello y tiré de
él hacia abajo para que pudiera chupar su labio inferior dentro de mi boca.
—Te gusta,
¿verdad? —susurró las palabras contra mi boca y me eché a reír. Cada hombre
debería ser capaz de encontrar a un jovencito que lo haga así de feliz en la
cama y fuera de ella.
—Me gusta todo de
ti.
Heechul arqueó su
espalda y puso sus manos sobre las mías, ubicadas en su pecho. Echó la cabeza
atrás y jadeó mi nombre, el cual se convirtió en un gemido mientras movía mis
piernas un poco más separadas, extendiéndola y dando a sus movimientos más
fricción. A veces la diferencia en nuestro tamaño trabajaba totalmente a mi
favor. Tirar lejos de él, llenándolo, lo hizo todo mejor para mí y me di cuenta
por la brumosa mirada de deseo en sus ojos que funcionaba totalmente para él,
también.
El suave y duro
arrastrar y tirar, el destello de sus flores sobre mi piel llena de cicatrices
era demasiado para resistir y ambos llegamos al clímax juntos. Quería gritar
que lo amaba, decirle que era la mejor cosa que alguna vez me sucedió, pero no
quería asustarlo más de lo que ya lo había hecho hoy.
Se dejó caer
encima de mí y besó el lugar en mi pecho donde mi Corazón comenzaba a estabilizarse
en un ritmo constante. Froté una mano hacia arriba y abajo de su columna
vertebral y lo sentí temblar sobre mí.
—Eres problemas.
—La risa en su tono era contagiosa y me reí entre dientes, lo que hizo que
ambos contuviéramos el aliento ya que todavía estábamos unidos íntimamente
juntos.
—Los valgo.
Sus ojos
destellaron todos esos colores hacia mí cuando me miró. Dejó caer un montón de
pequeños besos a lo largo de mi mandíbula y enganchó su dedo meñique con el mío.
—Ya era hora que
te dieras cuenta. Ahora dime exactamente cómo terminaste siendo el dueño del
bar.
Nos quedamos
desnudos y extendidos junto mientras trataba de explicar la locura de Eric y mi
buena fortuna de contar con tantas personas decididas a salvarme de mí mismo.
Para el momento en que salimos para la cena, estaba helada, pero aun así fue la
mejor que he comido porque él la hizo y porque pronto iba a tenerlo todo para
mí en un lugar todo nuestro. La felicidad no es algo que recordara brillante y
clara, pero este sentimiento, era lo suficientemente poderoso que entendía por
qué los hombres iban a la guerra por él, luchaban a muerte por él.
O____O
ResponderEliminarMe encanta Eric!!!
<3
Ahhhh jajajajaja Siwonshis es dueño del Bar y el mapachito el administrador, creo que se va a enamorar de Siwon, si sigue creyendo en él!!!
Ahhhh jajajajaja casi mata a Hee~ del susto!!! Lindos!!!! Amo el Sichul!!!
Siwon pensando que la mitad de su cida hasta ahora se acaba porque ya había terminado las cosas en el bar...pero Eric le tenía una sorpresa.
ResponderEliminarEric lo cuida,y solo hace lo que alguien hizo por el en su momento...imagino que más adelante,Siwon esperara a otro Siwon que necesite ayuda como le paso a él,y hará lo que Eric hizo.
Ese tipo ya le sumo una rayita más a todo lo que se le va a cobrar...dejo sin camioneta a Siwon...al menos los motociclistas están al pendiente,espero lo encuentren pronto.
Ay...soy como Sieon con Kangin,tienen mi confianza hasta que hagan algo para no confiar más.
Sí...necesitan un lugar propio,sin duda...por el bebé claro.
Los imperfectos...son perfectos para ellos mismo...*0*