—Me encanta como tocas —le dijo Hyukjae
seductoramente, haciéndole poner de pie y agarrándole la cara con las manos—.
Eres muy apasionado y sensible… Y eso te hace muy excitante en la cama.
—Hyukjae… —se puso colorado.
—Y me encanta que te pongas colorado tan
fácilmente —murmuró Hyukjae bajando la cabeza y besándolo.
Fue un beso que lo excitó de los pies a la
cabeza. Donghae gimió y se apretó contra él. Hyukjae le susurró algo en coreano.
Siempre lo hacía, pensó, mareado aún del
beso y con los miembros temblando de deseo. Hyukjae lo llevó hasta la cama.
—Nunca me sacio de ti —gimió él, abriéndole
la camisa y dándole un ardiente beso en el hombro— No nos vamos a ir de esta
isla hasta que por lo menos pueda estar en una
reunión de negocios
sin pensar en ti.
Donghae recordó que se había dicho que no
lo iba a dejar hacer aquello otra vez. Pero los dedos maestros de Hyukjae lo
desnudaron y su boca acarició uno de sus pezones, y Donghae se olvidó de todo,
entregada a aquel placer tan intenso, mientras susurraba su nombre.
—Entonces, no lo hagas…
—No quiero hacerte daño…
Donghae cerró los ojos, tratando de
controlar el deseo. Pero su cuerpo se derretía por él.
—Hyukjae, por favor…
Hyukjae hizo un sonido gutural y giró con él
hasta ponerlo debajo con un suave movimiento. Él se colocó entre sus piernas
antes de volver a besarlo y lo hizo suyo.
Donghae sintió un calor dentro. Lo sintió
fuerte y profundamente. Gimió, abandonado a aquella sensación; y él lo acalló
nuevamente con su boca. Se adentró con poderosos empujes. Hasta que ambos
llegaron al punto más alto del placer y se desmoronaron.
Después de hacerlo, Donghae se quedó con
los ojos cerrados, esperando que él lo soltara. Pero no lo hizo. Rodó y lo puso
encima. Le acarició el cabello despeinado.
—Ha sido increíble… —comentó, mirándole la
cara—. Eres increíble. Podemos hacer que
este matrimonio funcione, Donghae.
Donghae tragó saliva.
—¿Por qué el sexo es bueno?
—No sólo por eso, pero por supuesto ésa es
una razón. Cada vez descubro más cosas de ti. Y me gustan…
Consumido por la culpa, Donghae quiso
apartarse de él, pero Hyukjae no lo dejó.
—No, esta vez no voy a marcharme. Ni te
diré nada horrible. Vamos a pasar la noche juntos. En la misma cama. Pienso que
los niños se merecen padres felices juntos —le dio un beso suave en la boca—. Y
yo creo que nosotros podemos ser felices juntos.
Volvió a sentirse culpable. No podía darle
hijos, y cuando él lo supiera… ¿Cómo podía decírselo?
—Crees que soy un joven interesado en tu
dinero…
—Al menos, has sido sincero en eso. Yo
respeto la sinceridad. Y lo que compartimos en la cama no tiene nada que ver
con el dinero, cariño…
Donghae cerró los ojos, aterrado con la
idea de que él descubriese la verdad.
Pero, ¿tenía que enterarse? Al fin y al
cabo, no era el primero que no podía tener hijos. Quizás no se enterase de que
lo había sabido siempre.
La semana que siguió fue la más feliz de Donghae.
Pasaron las noches y parte del día haciendo el amor; charlaron y compartieron
comidas en la terraza frente a la arena. Y para su sorpresa descubrió que amaba
Corea, incluso la constante vista del mar no podía estropear la sensación de
despertarse con el sol.
Y también descubrió que le encantaba
hablar con Hyukjae. Era una compañía muy agradable. Y por primera vez
experimentó lo que era estar íntimamente con alguien.
Hyukjae era una persona muy aguda, con una
mente brillante y muy buen sentido del humor. Era encantador.
En la isla habían construido un nido que
los protegía de la realidad.
Una semana después, una mañana se quedó en
la cama hasta tarde y él entró en la habitación.
—Lo siento, no me podía despertar esta
mañana.
—Eso es por lo de anoche.
Donghae recordó la pasión y sintió un cosquilleo.
—Enseguida me levanto… —dijo, aunque deseó
pasar el día con él en la cama.
—Me siento culpable por haberte tenido
toda la semana aquí, y ni siquiera has nadado en la piscina —le dijo él—. Te he
tenido atado a la cama, y eso no es justo —Hyukjae lo miró a los ojos y lo
levantó.
Lo llevó corriendo a la terraza. Donghae
tardó en darse cuenta de lo que quería hacer. Y cuando lo hizo fue demasiado
tarde, porque él ya lo había tirado a la piscina.
Hyukjae estaba preocupado mirando la cara
pálida de Donghae.
—Ha sido un shock —dijo el médico—.
Físicamente, está bien. Ha tragado un poco de agua, así que es posible que esté
mareado, pero aparte de eso, no habrá efectos. Mentalmente es otro tema. Me da
la impresión de que sufre fobia al agua. No ha sido buena idea tirarlo a la
piscina.
Hyukjae jamás se había sentido tan
culpable como aquel día. Acompañó al médico a la plataforma donde lo esperaba
un helicóptero.
—¿Está seguro de que no es necesario que
volvamos a Seúl? — preguntó Hyukjae.
—Lo que necesita es descansar —el médico
le dio el maletín al piloto y miró a Hyukjae—. Creo que es mejor que se quede
aquí esta noche, déle tiempo para que se recupere del shock. Y mañana, cuando
se sienta mejor, regresen.
Cuando se fue el médico, Hyukjae deslizó
un brazo por debajo de los hombros de Donghae y le ofreció coñac.
—Bebe…
Él sorbió, y tosió.
—Es horrible.
—Es un coñac muy bueno. Todavía estás bajo
el efecto del shock. Por favor, bebe.
Obedeció.
—Lo siento… —dijo.
—No, el que debe disculparse soy yo… Pero,
¿cómo no me has dicho que no sabes nadar?
—Ni me acerco al agua.
—No me di cuenta de que le tenías miedo.
—Ahora ya no importa.
—¡No sé qué haría para que dejes de
temblar! —exclamó él.
—Lo siento…
—Deja de decir eso. Yo soy el que lo
siente, pero tú debiste decirme lo que sentías. Aquel primer día que tenías
tanto miedo, creí que te daba miedo volar. Pero era el agua, ¿no?
Él asintió.
—Soy un estúpido…
—No, sólo estás reaccionando a algo que te
pasó en el pasado. Y quiero saber qué es.
Hubo un breve silencio.
—Yo estaba en un barco…
—¿Qué barco? —preguntó Hyukjae, poniéndose
tenso.
—El barco de tu padre. El día que explotó.
Yo estaba allí —dijo finalmente Donghae—. Y casi me ahogo…
Hyukjae se quedó helado ante aquella
confesión.
—No es verdad. No había niños invitados
aquel.
—A mí no me invitaron —respondió Donghae—.
Sólo subí a bordo un momento antes de la explosión. Se suponía que yo me iba a
quedar en Seúl, en el hotel, con una niñera. Pero yo estaba desesperado por
mostrarle a mi appa un juguete nuevo que me habían regalado.
Los recuerdos asaltaron la mente de Hyukjae…
Un niño pequeño muy herido…
—¿Estabas a bordo cuando el barco explotó?
—Apenas estuve en él. Y mis padres no
sabían que yo había llegado —tragó
saliva—. No recuerdo mucho, para serte sincero. Tenía sólo siete años. Sólo
recuerdo estar un minuto de pie en la escalerilla de entrada y luego que
alguien me arrojaba al agua. Había agua por todas partes. No podía respirar…
Tenía mucho dolor… Y luego todo se oscureció.
—Alguien te rescató… ¿Sabes quién?
—No —sonrió débilmente Donghae—. Era un
empleado.
—¿Eras el único niño en el barco aquel
día?
—Sí, supongo…
—¡Dios mío! No sabía… —Hyukjae se pasó la
mano nerviosamente por el pelo.
—¿No sabías qué? ¿Qué importa ahora?
—Estabas herido. Y perdiste a tus padres…
—Ahora estoy bien —desvió la mirada, al
sentirse culpable por no contarle toda la verdad.
Hyukjae lo miró fijamente.
—¿Hyukjae, qué ocurre?
Hyukjae lo miró frunciendo el ceño. Tenía
la intuición de que no le estaba diciendo toda la verdad. Pero, ¿por qué iba a
mentirle después de haber confesado aquello?
—¿Hyukjae?
—¿Qué?
—¿Podemos irnos a la cama, simplemente?
Hyukjae lo acompañó.
—¿Vas a venir tú también?
—¿Quieres que lo haga? Yo te tiré al agua…
—No lo sabías… —dijo con una sonrisa.
—Pero ahora lo sé, y de ahora en adelante
nada volverá a hacerte daño, cariño —le prometió Hyukjae desvistiéndose y
acostándose a su lado.
Lo abrazó fuertemente.
—Es agradable —murmuró Donghae.
Hyukjae descubrió lo que era tener
sentimientos de protección hacia alguien, y se quedó quieto, temiendo que si se
movía Donghae volviera a temblar.
No era extraño que Donghae odiase a su
familia, pensó Hyukjae. Y no se extrañaba de que Park Sooman culpase a la
familia Lee de todo. No sólo se había muerto en su yate su único hijo, sino que
también su esposo. Y el resto de la familia, su preciado nieto, había resultado
herido.
¿Sería por eso que lo había educado en
Inglaterra?, se preguntó. Evidentemente, había juzgado mal a Park Sooman,
reflexionó, quitando un mechón de pelo de su frente, y notando con alivio que iba
recuperando el color.
Con la unión entre ellos, se estaría
curando una herida para las dos familias.
Y una vez que Donghae se curase de su
fobia, serían un verdadero matrimonio. Una verdadera familia.
Donghae intentó concentrarse en la
conversación de Hyukjae para olvidarse de que estaban volando sobre el mar. Se
sentía conmovido por la ternura y cuidados que le dispensaba él.
Se alegraba de haberle contado a Hyukjae
el episodio del barco. En cierto modo, le había revelado una parte importante
de su vida. Estaban muy unidos, y sabía que lo amaba con una pasión
desesperada.
Por primera vez se sentía feliz en su
vida. Y no dejaría que nada enturbiase esa felicidad.
Cuando estaban aterrizando sonó el
teléfono móvil de Hyukjae.
—Se terminó la paz… —comentó.
Donghae sonrió. No le importaba que
atendiera sus negocios.
Cuando Hyukjae terminó de hablar, Donghae
notó una expresión extraña en su rostro y preguntó:
—¿Qué sucede? —se relajó al ver que
estaban en tierra.
—De la oficina… Hay un problema…
—Entonces, debes marcharte…
—No quiero dejarte. Ayer estuviste muy
mal, y yo me siento responsable.
Donghae sonrió. Era una novedad para él
que alguien se preocupase por su estado.
—Estoy bien —le dijo—. Descansaré y
esperaré a que vuelvas a casa.
—No tardaré. Si te sientes mal, llámame al
móvil.
—No sé el número.
Él se sorprendió de que hasta entonces no
hubiera tenido modo de comunicarse con él.
—Te conseguiré un móvil y te meteré mi
número. Al menor problema, quiero que me llames.
Reacio, volvió al helicóptero que lo
estaba esperando sin molestarse en cambiarse de ropa.
Aprovecharía su ausencia para hablar con
su appa, y para probarse la ropa que Hyukjae había traído el día del club
nocturno.
Pero al llegar, notó que ya no estaba la
ropa. Tendría que contentarse con el atrevido atuendo de la otra vez. Primero
cenarían, y luego tal vez él lo llevase a otro club nocturno, donde podrían
bailar y bailar…
Bajó a hablar con el chef sobre la cena y
volvió al dormitorio. Cuando estuvo listo, se sentó a esperar a Hyukjae.
Esperó y esperó. Estuvo tentado de
llamarlo por teléfono al móvil. Pero no quería agobiarlo.
El tiempo siguió pasando y estaba cada vez
más nervioso. Pero de pronto, oyó pasos fuera del dormitorio y se abrió la
puerta.
Hyukjae estaba allí, con gesto intimidante
y remoto.
—No… No tienes aspecto de haber tenido un
buen día… —dijo. Él entró y cerró la puerta de un portazo.
Donghae hizo un gesto de dolor y siguió
diciendo:
—Si tienes hambre…
—No tengo hambre —Hyukjae se acercó a él
mirándolo, contrariado—. ¿No me vas a preguntar si he tenido un día interesante
en la oficina, cariño!
Donghae se estremeció al oír el tono de su
voz.
—Has venido muy tarde, así que supongo que
has estado muy ocupado…
—Muy ocupado. Ocupado enterándome de
muchas cosas interesantes de mi esposo. Hechos que él no me ha contado aunque
hemos pasado dos semanas conociéndonos.
Donghae se puso pálido.
—Hyukjae…
Parecía otro hombre. Había perdido la
calidez y la ternura y en su lugar mostraba desprecio y frialdad. ¿Cómo había
sido tan tonto como para pensar que aquel cuento de hadas continuaría?
—Será mejor que me digas de qué estás
hablando —dijo.
El se rió cínicamente.
—¿Para qué? ¿Para qué calcules lo que sé y
no me digas más? No te preocupes. Ya veo que guardas muy bien los secretos. Hoy
me he enterado de unas cuantas cosas interesantes sobre tu vida. ¡Como que no
veías a tu abuelo desde que tenías siete años! ¡Hasta quince días antes de
nuestra boda no volviste a verlo! —fijó sus ojos en él—. Así que, ¿quién pagó
esas escuelas caras a las que fuiste?
—Conseguí una beca para estudiar
música —dijo Donghae con voz débil—. No hubo que pagar.
—Y, según las fuentes que me han
informado, en la época de la universidad, tenías tres trabajos por lo menos.
Trabajaste como camarero dos veces, y tocabas el piano en un bar. ¿Cómo
conseguiste el título? ¿Cuándo estudiabas?
—Siempre estaba agotado, es verdad —sonrió
levemente, pero al ver los ojos amenazantes de Hyukjae se puso serio—. No me
asusta el trabajo.
—Bueno, eso al menos, es algo a tu favor…
Muchos estudiantes trabajan para ayudarse, y yo comprendo que necesitabas
dinero porque no tenías padres que te mantuviesen, y tu abuelo negaba tu
existencia, pero, ¿por qué tres trabajos? ¿Qué hacías con el dinero? Toda la
ropa que tienes te la he comprado yo, excepto el traje de novio. No vas de
tiendas…
—La vida cuesta…
—¿Es por eso por lo que has aceptado este
matrimonio? Es mejor no luchar para sobrevivir, ¿verdad?
Nuevamente hablaba de él como si fuera un
monstruo. Quería contarle lo de su appa, pero no podía.
Hyukjae siguió caminando de un lado a
otro.
—Pero lo que quiero que me contestes es
por qué tu abuelo quería este
matrimonio —gritó—. Como sospechaba al principio, él no estaba jugando a las
familias felices con nuestro matrimonio. Claramente tu bienestar no le
interesa. Tú eres una pieza en su juego, aunque una pieza deseosa de jugar. Y ahora
quiero saber cuál es el juego, Donghae. Quiero la verdad por una vez.
Donghae lo miró. Su vida se estaba
derrumbando delante de sus ojos. Si se lo contaba, arruinaría lo que habían
construido en esos quince días. Él era un hombre justo y con un gran sentimiento
de familia. ¿Cómo iba a contarle que lo había engañado de aquella manera?
Unas lágrimas se resbalaron de sus ojos.
Lo amaba. Y debía confesarle la verdad.
—Hyukjae…
—Me parece que no va a gustarme lo que vas
a decirme. Lo veo en tus ojos… Sabía que había algo detrás de este acuerdo.
Pero mi padre es un hombre viejo y quería terminar esta enemistad de una vez. Y
yo fui en contra de mi intuición y decidí confiar en él.
Donghae cerró los ojos y deseó esfumarse.
—Como tu abuelo no se ha preocupado por
ti, supongo que no le habrá importado tener nietos tampoco. Y como ésa era la
razón supuestamente de nuestro matrimonio, se me ocurre que su venganza está
ligada de algún modo a ese hecho. ¿Me equivoco?
Donghae sintió náuseas.
—¿Donghae?
—La explosión me hirió gravemente. Y los
médicos dijeron que no podría tener hijos.
Hyukjae se puso rígido al oírlo.
—¿Qué estás diciendo?
—No puedo darte hijos, Hyukjae. Jamás. No
es posible.
Hyukjae respiró profundamente.
—¿Y tu abuelo lo sabía?
—Mi abuelo lo sabe todo…
Hyukjae se rió con desprecio.
—O sea que ésta es su última venganza.
Privar a mis padres de los nietos que tanto desean y privarme de hijos —caminó
una vez más por la habitación—. ¿Y tú estuviste de acuerdo? Tu abuelo es
conocido por su malicia y manipulación; es un hombre sin moral alguna. Pero,
¿tú? ¿Por dinero has sido capaz de seguir con este engaño?
¿Qué podía decir? No estaba en posición de
decirle lo importante que era el dinero para él.
—Sea lo que sea lo que mi familia le haya
hecho a la tuya, no hay excusa para este nivel de engaño —dijo con rabia
contenida—. ¿Cómo he podido pensar que esta relación era posible? No sólo eres
un persona codiciosa, sino un mentiroso.
—Puedes divorciarte de mí —susurró.
—No puedo divorciarme de ti. Tu abuelo lo
ha dejado todo atado. El contrato que firmamos nos une hasta que tengamos un
hijo.
—Sé que he obrado mal, pero tienes que
comprender…
—¿Comprender qué? ¿Qué me he casado con alguien
sin escrúpulos? Debí tener más cuidado con tu linaje. Tienes sangre de Park y
has heredado su falta de moral.
Hyukjae salió de la habitación y cerró la
puerta con un golpe.
Donghae apenas durmió aquella noche.
Quería ver a Hyukjae, pero no sabía dónde encontrarlo. Y tampoco habría sabido
qué decirle.
Su comportamiento era inexcusable, y él se sentía muy desgraciado… Y
lo peor era que se había enamorado de él.
Lo mejor era marcharse a Londres otra vez.
En ese momento entró él.
—Me iré hoy —dijo con voz temblorosa—. No
puedes divorciarte de mí, pero no tienes que vivir conmigo y te prometo que…
—He venido a disculparme —lo interrumpió—.
Anoche perdí los estribos. No hay excusa para eso.
¿Él se estaba disculpando?, se preguntó.
—Tienes todo el derecho a estar enfadado…
—Anoche parecías muy enfermo…
—Creo que ha sido por tragar el agua… Me
siento un poco mareado, pero estoy bien… —sonrió.
—Hoy debes descansar, pasar el día en la
cama… Hablaremos más tarde.
—No hay nada de qué hablar, Hyukjae. Los
dos lo sabemos. Tú no me quieres cerca. Me iré hoy.
—No quiero que te marches —él pareció ponerse
más tenso—. Tú eres mi esposo.
—Un esposo que no puede darte hijos —le
recordó con tristeza.
—Es posible. Pero sigues siendo mi esposo
y no te irás.
Donghae sintió esperanzas. ¿Se estaría
acordando de lo felices que habían sido en su isla?
—Anoche estaba tan enfadado por lo que
supe que no podía pensar con claridad. Pero ahora veo que tú has tenido una
vida muy difícil… Por el accidente de tus padres que te dejó huérfano… Has
trabajado toda tu vida como un esclavo… No es extraño que, al ver la oportunidad,
hayas querido mejorar tus circunstancias, y la hayas aprovechado. Para ti mi
familia es responsable de la muerte de tus padres y tus heridas.
—Hyukjae…
—Déjame terminar… —Hyukjae lo
interrumpió—. Mi familia es responsable de lo que sucedió ese día…
—¿Qué estás diciendo?
—Que tú tienes derecho a la vida que has
elegido. Mi familia te lo debe, y yo quiero pagar esa deuda. Seguirás siendo mi
esposo y seguirás recibiendo la suma de dinero que hemos establecido.
Donghae se sintió decepcionado al darse cuenta
de que su deseo de que siguiera con él era sólo un sentido de responsabilidad,
y no algo más personal, más profundo.
Se hundió en las almohadas. No quería
estar allí en esas circunstancias. Pero no tenía más alternativa que permanecer
con él. Necesitaba el dinero.
Los días pasaron. Hyukjae llegaba tarde de
la oficina, cuando él ya se había dormido, y dormía en una habitación
diferente.
Y el malestar de Donghae no se le había
pasado completamente, para peor.
La gota que derramó el vaso fue que llamó
al hospital donde estaba su appa y le dijeron que éste había contraído una
infección y que había empeorado.
Sintiéndose culpable por no haber ido a
verlo, Donghae hizo el equipaje y pidió al chofer de Hyukjae que lo llevase al
aeropuerto.
Hyukjae no lo echaría en falta, puesto que
sabía que tenía una reunión en París. Lo había visto partir aquella mañana.
Como un adolescente, lo observaba desde la
ventana con la ilusión de verlo simplemente.
Se pasó el vuelo a Londres con sensación
de mareo. Se prometió que iría a un especialista para remediar ese problema.
Debía haber habido algún virus en el agua que había tragado.
El clima de Londres lo recibió con lluvia
y un cielo gris. Tomó un taxi hasta el
hospital.
—¿Cómo se encuentra mi appa? —preguntó,
ansioso, cuando llegó.
—Fue una operación importante, como sabe,
pero salió bien. Estuvo mejorando hasta los últimos días. Lamentablemente ha
tenido una infección y estamos intentando averiguar su causa.
—¿Puedo verlo?
—Si usted es Donghae, por supuesto. Habla
de usted constantemente. Creo que ha
estado trabajando en el extranjero, ¿verdad?
Donghae se sonrojó. Aquélla era la
historia que le había contado a su appa para justificar el no ir a verlo.
Sintió remordimientos de conciencia.
Donghae siguió a la enfermera hasta la
habitación mientras se quitaba la alianza. No hacía falta que su appa se
enterase de que se había casado con Lee.
La imagen de su appa frágil y pálido le
dio ganas de llorar, pero se controló.
—¿Appá?
Los ojos del appa de Donghae se abrieron
al oír su voz.
—¡Cariño! No esperaba que vinieras a verme
—dijo con voz débil—. Creías que no
ibas a poder venir durante un tiempo…
—Has perdido mucho peso…
—La comida de hospital —bromeó el joven—.
Pareces cansado. ¿Has trabajado mucho? ¿Qué tal el nuevo trabajo?
—Muy bien —dijo Donghae, evitando mirarlo,
mientras se sentaba en una silla al lado de la cama.
Su appa suspiró y cerró los ojos otra vez.
—Bueno, ha sido una suerte que hayas
conseguido ese trabajo cuando lo conseguiste, y que te paguen tan bien. Si no
hubiera sido por ti…
—No empieces, mamá. Yo te quiero —sonrió Donghae—.
Y me da mucha rabia no haber podido venir a verte…
—Pero me has llamado todos los días
—murmuró su appa—. Y me has dado el mejor regalo que hay. La posibilidad de
volver a caminar. Ahora sólo tenemos que esperar para ver si los médicos han
tenido éxito. Hasta que apareció esta infección, eran optimistas.
—Y siguen siéndolo —Donghae intentó
reprimir sus lágrimas.
—No llores —le dijo su appa—. Yo sé que
puedo apoyarme en tu fuerza. Siempre has sido fuerte. Incluso de pequeño tenías
una firme determinación.
Donghae hizo un esfuerzo por sonreír. No
se sentía ni fuerte ni determinado.
—Estoy bien. Sólo un poco cansado.
«Y mareado», pensó.
—¿Cuántos días te han dado en el trabajo?
—Los que necesite —dijo una voz masculina
desde la puerta. Donghae se sobresaltó y miró a Hyukjae.
Al fin!!!!!!!.
ResponderEliminarSe destape la olla, será qué HuykJae se decidió a contraste un detective para averiguar el pasado de su esposo.
Cansancio, mareo, nauseas, etc. a mi me suena que más de uno se va a llevar una sorpresa, habrá que ir comprando pañales y biberones
Ahhhh
ResponderEliminarY si señoras!!!! Esas semanas de luna de miel, rindieron frutos! Y que los médicos digan misa, Hae~ esta esperando bebé!!!!!
Ahhhhhh
Que fue ese cambio tan repentino de Hyuk!!!!!
Mierda, lo siguió, ojala que ahora que se entere por que Hae| se caso con él, las cosas mejoren mucho; y que a Sooman le salga el tiró por la culata(?)
Noooooo maaaa!!!!! Que fuerteee!!
ResponderEliminarAaaa! Ya prox capitulo por favor!!
Amo esta adapt. 😁😁
hay por un monto en el cielo y despues el infierno pero con esto ya todo esta resuelto sisisisis
ResponderEliminarYa salio todo a la luz!!!! /0\ se se viene lo bueno TvT al fin Hyuk va a conocer la vrdad sobre Hae y tendra que disculparse ¬¬ otra vez :p
ResponderEliminarY espero y ahora ese abuelo ya no se metea ¬¬
Estoy taaaan acistumbrada que se tarden tanto en decir la verdad para defenderse...que hasta yo me quede sorprendida de que le contara casi todo a Hyukjae en la isla.
ResponderEliminarClaro que,al regresar Hyuk se entera de mas cosas y luego Hae le suelta la penúltima de las verdades que Hae tiene que decirle.
Lo siguió...y ahora casi sabe todo,ya solo le falta que Hae se lo diga con sus propias palabras y a su manera.
Hyuk tendrá que bajarle el cielo,la luna y las estrellas a Hae
Esto ya huele a final.
Mareos, para mi que el agua que trago llego con el aire de la rosa de guadalupe por que mas que fijo que esta embarazado
ResponderEliminarMe encantó lo de la rosa de Guadalupe 😂😂😂😂😂😂
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