Hyukjae no había
sido capaz de dejar de tocar a Donghae, incluso por el momento más breve desde
que lo había encontrado y él sabía que probablemente lo estaba volviendo loco,
pero estaba luchando con su lobo a cada segundo para evitar agarrarlo y huir a
un lugar seguro.
Sabía que no
existía tal lugar, pero a su lobo no le importaba. Sentía que ellos eran
vulnerables con tantos lobos dominantes tan cerca de su compañero, su frágil
compañero humano. Sabía que sus emociones estaban corriendo a toda marcha con
todos los recuerdos de lo que había soportado en el Limbo y no sabía por cuánto
tiempo más permanecerían con las heridas abiertas.
—Detente. —La
suave voz de Donghae penetró sus pensamientos mientras él giraba suavemente su
rostro para que lo mirara—. No estoy molesto por tu toque. No estoy irritado,
ni me siento ahogado, así que por favor deja de considerar esos pensamientos. —miró
a sus ojos y vio la emoción cruda arremolinándose en sus profundidades.
—Estar aquí me
está volviendo loco, Donghae —le dijo, con sinceridad. Donghae asintió.
—Lo sé, pero en
caso de que no te hayas dado cuenta, esto también está volviendo loco a los
demás. Honestamente, tú eres más una amenaza para los otros que para las
parejas. Todos ustedes están tan obsesionados con la idea de que uno de nosotros
sea herido que no se dan cuenta que en realidad no hay amenaza.
Hyukjae lo sentó
en su regazo y lo besó en el cuello.
Donghae le frotó
la espalda con suavidad y dejó escapar un lento suspiro.
—Está bien —luego
repitió, en voz baja—, está bien.
La luz de la
mañana comenzó a penetrar a través de los árboles mientras los lobos y las Fae
comenzaban a moverse.
Teuk miró alrededor
y cuando vio los demacrados y cansados rostros de los hombres supo que ninguno
de ellos había dormido. Estaban al borde y desconfiaban el uno del otro y eso
le rompió el corazón. Es posible que hayan logrado salir del Limbo con vida,
pero no habían salido ilesos.
—Hola. —Sintió el
aliento de Kangin en el cuello y luchó contra el impulso de subir a sus brazos,
apartando todo lo demás excepto a él—. ¿Estás bien?
Teuk se apoyó
contra su pecho mientras sus brazos lo rodeaban. Él le apretó contra sí y sintió
su pecho retumbar con satisfacción ante el entusiasmo de su compañera por estar
cerca de él.
—Sí, solo estoy
preocupada por todos ustedes. —Volteó la cara para verlo y el ligero resplandor
en sus ojos clamó a su lobo. Quería estar solo con su compañero, necesitaba
sentir su fuerza rodeándole y sumergirse en su olor.
—Si no detienes
esa línea de pensamiento voy a arrastrarte hacia el bosque y tirar al viento
mis modales de caballero —gruñó Kangin en su oído.
Teuk se
estremeció ante sus palabras y se sonrojó al ver sus pensamientos.
Golpeó sus manos
que descansaban sobre su estómago.
—Compórtate.
—Tú primero
—atacó él.
Se dio la vuelta
en sus brazos y miró su hermoso rostro. La piel de él estaba delineada por la
preocupación y el cansancio, y aún así era la cosa más hermosa que había visto
nunca.
—Estoy tan
contento de que estés bien —le susurró.
Los ojos de él se
suavizaron, se inclinó y colocó un suave beso en sus labios.
—Por ti —murmuró
contra ellos.
Las manos de él
comenzaron a deslizarse por su espalda y justo antes de llegar a su trasero, se
las retiró. Sus ojos se abrieron en sorpresa.
—¿Sintiéndote
atrevido?
Él le gruñó.
—Mío.
—Sí —asintió—,
pero ahora no es el momento.
Kangin dio un
paso atrás y le agarró la mano. Empezó a jalarlo hacia la semi privacidad del
bosque.
—Puedo hacer que
sea el momento. —Su voz era baja y envuelta con el deseo que Leeteuk podía
sentir irradiando de él.
Teuk jaló contra
su agarre y él se detuvo instintivamente ante su lucha. Le miró de nuevo
mientras estrechaba los ojos.
—Kangin, sabes
que te deseo. Puedes sentirlo así como yo puedo sentirlo salir de ti, pero
estamos en peligro y tenemos que regresar a la mansión.
«¿Tienes alguna idea de lo que he estado
viendo durante las últimas semanas?»
Sus palabras resonaron en su mente mientras daba pasos lentos y medidos hacia él,
acosándolo.
«No puedo ni empezar a imaginar por lo que
has pasado, y sé que necesitas saber que estoy bien, que estamos bien».
«¡TÚ NO SABES!»
Teuk se
estremeció ante el gruñido en su mente y la rabia detrás de sus palabras. Sabía
que él estaba lastimado, sabía que se sentía fuera de control y por esa razón
dejó pasar la falta de respeto que le había mostrado. Kangin se inclinó sobre él
mientras su cuerpo temblaba con dolor reprimido, ira, deseo y amor por la persona
parada delante de él.
«Soy el único que tiene derecho a tocarte.
Soy el único que tiene el privilegio de protegerte. Soy el único que debería
conocerte, y sé que no era real, lo sabía aquí», golpeó la mano en su pecho
sobre el corazón. «Pero aquí», se
tocó la cabeza. «Aquí sigo viendo las
manos de alguien más en ti. A veces a la fuerza, y a veces invitado».
Teuk se quedó sin
aliento mientras una mano volaba a su boca. Nunca había considerado que Kangin podría
temer que él realmente se entregara a otro, engañándolo, que le permitiera a
otro estar cerca de él. Así que, no solo había visto a alguien forzándolo, Kangin
lo había visto invitando a otro a su cama.
Su estómago se
volcó con náuseas al ver sus pensamientos, vio lo que él había visto. Se dio la
vuelta y echó a correr por el bosque apenas consiguiéndolo antes de empezar a
sentirse miserable. La idea de alguien más era horrible, en realidad verse a sí
mismo en los brazos de otro era demasiado. Por fin entendió su necesidad de
reclamarle. En su mente, necesitaban consumar su vínculo de nuevo.
Las lágrimas
corrieron por su rostro mientras vomitaba. Los sollozos salieron forzados de su
garganta y finalmente se desplomó sobre sus rodillas. Negó con repulsión y
trató de alejar las imágenes.
La peor parte era
el rostro de aquellos que él había tomado de buena gana, los dos hombres que lo
habían tomado, uno que había marcado su cuerpo y su alma. Trent, el macho
humano con el que había salido, pero que nunca le permitió tocarlo de esa
forma. Y lo peor de todo, machos de su manada, hombres que consideraba como
hermanos. Esos rostros lo hicieron vomitar más y luchó para evitar desmayarse.
—Leeteuk, mírame.
—La voz de Kangin venía de un par de metros detrás de él. No lo estaba tocando,
no lo estaba consolando, y sabía que debía repugnarle. Ese pensamiento atravesó
su alma, rasgó justo a través de él y jadeó por el dolor—. Leeteuk —dijo Kangin
con más insistencia.
Él no le querría
más. No después de ver eso. Cómo podría, aún sabiendo que no era realmente él,
cómo podría dejar atrás esas imágenes. Le dejaría y estaría solo. Kangin buscaría
a otra pareja para su comodidad y él se vería obligado a ver, mientras amaba a
otro.
—LEETEUK. —Kangin
dio un paso adelante mientras gruñía. Sus ojos brillaban intenso y su cuerpo
temblaba.
De repente Hyukjae
y Siwon estaban de pie entre él y Teuk. Sus cuerpos estaban tensos por la
disposición, con ganas de batalla. Kangin gruñó y se sintió empezando a
cambiar. A sus manos le crecieron grandes garras y sus músculos comenzaron a
hincharse y apretarse contra su ropa. Sintió el poder de su Alfa envolverlo y
supo que su padre le impedía cambiar del todo.
—Retrocede, Kangin
—gruñó Siwon.
—¿Quién eres tú
para interponerte entre lo mío y yo? —Kangin encontró los ojos de Siwon sin
parpadear y sostuvo su mirada.
Siwon dio un paso
amenazador hacia delante y ya que Kangin no retrocedió, los dos dominantes
estuvieron cerca de tocarse.
—Necesitas
calmarte.
—Quítate. De. Mi.
Camino. —Sus palabras recortadas traicionaron la calma que estaba tratando de
demostrar y el temblor de sus manos tampoco ayudó.
—Vas terminar
lastimándolo y más tarde, cuando te hayas calmado, vas a querer suicidarte por
la indiscreción que cometerás contra la única persona que no se lo merece.
Los ojos de Kangin
se apartaron bruscamente de Siwon cuando vio un movimiento. No oyó el grito, ni
tampoco sintió los brazos que intentaron detenerlo cuando se abalanzó sobre Hyukjae
quien estaba tratando de ayudar a su compañero a ponerse de pie. Lo único que Kangin
vio fueron las manos de Hyukjae sobre su compañero, la piel de Hyukjae tocando
la suya, y los recuerdos vinieron corriendo.
—Dambi, ¿hay algo
que puedas hacer para impedir que los neuróticos hombres lobo se maten el uno
al otro? —preguntó Hee secamente mientras miraba a su pareja intentar apartar a
un furioso Kangin fuera de Hyukjae.
Hyukjae contenía
su propia furia, pero Heechul sabía que se estaba frenando porque se preocupaba
por Kangin. Él sabía que Kangin no estaba en su sano juicio en ese momento. A Hee
le gustaría decir que no creía que Kangin alguna vez lastimaría a Teuk, pero
nunca lo había visto de la manera en la que estaba, y en verdad, eso lo asustó.
—Kangin detén
esto. —Las palabras de Junjin se envolvieron alrededor de su hijo y alejó a Kangin
de Hyukjae. Él luchó contra el agarre de su padre, pero no podía moverse. Miró
fijamente a Hyukjae, desafiándolo, retándolo a tocar de nuevo. Lo mataría,
decidió el lobo de Kangin, él había tocado a Leeteuk, él había sido uno de los
machos que él voluntariamente había aceptado, ya sea real o no, Hyukjae tenía
que morir.
Hyukjae debió de
haber visto la determinación asentada en los ojos de Kangin mientras daba un
paso lejos de Teuk.
—Kangin, yo nunca
le haría daño a tu compañero —dijo Hyukjae firmemente.
—Lo tocaste. —Los
ojos de Kangin se estrecharon peligrosamente—. Lo tomaste de una manera en la
que no tenías derecho a hacerlo. LO BESASTE, TÚ BESTIA…
—¡SUFICIENTE!
—rugió Junjin cortando las palabras de Kangin.
Kangin cayó de
rodillas ante la orden Alfa de Junjin, lo empujó a someterse. Levantó la cabeza
y sus ojos encontraron los de Leeteuk. Las lágrimas corrían por su rostro, pudo
ver el miedo, y sabía que estaba a punto de correr.
—No —le dijo con urgencia—.
No me dejes.
—No me quieres
—respondió él y se estremeció al oír sus propias palabras.
—Siempre te
querré.
Leeteuk negó con
la cabeza. Sabía lo que había sentido en el interior de él, la repulsión que lo
llenaba.
—No hacia ti
—respondió a sus pensamientos—. Contra todo el mundo, amor, pero nunca de ti.
—Levantó los brazos abiertos hacia él—. Ven a mí. — Teuk luchó contra el
impulso de correr hacia él. Temía su rechazo y sabía que no podría manejar la
situación si él lo apartaba—. Leeteuk, ven ahora.
—Aquí vamos con
las malditas órdenes de perro —murmuró Hee mientras cruzaba los brazos sobre su
pecho.
—Déjame ir —le
dijo Kangin a su padre, nunca apartándose de Leeteuk—. No voy a hacerle daño.
—Después de una larga pausa, añadió—: O a alguien más.
—¿Por qué eso no
me tranquiliza? —preguntó Zhoumi a Hee en voz baja.
—Porque sus ojos
de lobo todavía brillan desde su demasiado hermoso, aunque de aspecto bastante
desquiciado, rostro.
—Sí, eso podría
ser —concordó Zhoumi.
Junjin
gradualmente dejó ir el control sobre su hijo mientras lo observaba fijamente
para asegurarse de que no fuera a atacar. Cuando Kangin no se movió, lo liberó
completamente.
Kangin dio un
paso hacia su compañero y se detuvo para asegurarse de que él no iba a
retroceder. Cuando se mantuvo firme, dio otro paso y otro, hasta que estuvo
parado frente a él.
—Por favor, déjenos
—habló en voz baja, pero sabía que todo el mundo lo oiría.
Siwon soltó un
gruñido e iba a dar un paso hacia Kangin hasta que Hee se puso delante de él.
—No le hará daño.
Siwon se quedó
mirando a su compañero un momento antes de finalmente ceder. Tomó la mano de Hee
mientras se daba la vuelta para seguir a los demás y darle a Kangin y Teuk
tanta privacidad como el bosque pudiera permitir.
Una vez que
estuvieron solos, Kangin colocó dos dedos debajo de la barbilla de Leeteuk y
gentilmente levantó su cara para que lo mirara.
—¿Cómo puedes
siquiera pensar que no te querría?
Las lágrimas de Leeteuk
se deslizaron por sus mejillas mientras trataba de hablar. Sus labios temblaron
y trató de apartar la mirada, pero él afirmó el agarre en su barbilla.
—¿Cómo podrías
después de ver eso? ¿Cómo puedes siquiera querer tocarme otra vez?
Los ojos de Kangin
se cerraron brevemente mientras se daba cuenta que él había pensado que sus
emociones estaban dirigidas a él. No estaba enojado con él y no lo repudiaba. Él
era suyo. Su precioso compañero y sabía que en realidad no había sido tocado, o
besado, o amado por otro. Él lo sabía, pero aún así su lobo y él necesitaban
conectar con su compañero tanto emocional como físicamente. Necesitaba
asegurarse a sí mismo que Leeteuk todavía lo quería, lo deseaba, y a nadie más.
Teuk se puso de
puntillas y apretó sus labios contra los de él. Levantó las manos, pasó los
dedos por su negro y espeso cabello, y gimió cuando él envolvió sus brazos a su
alrededor y lo atrajo hacia sí. Abrió su mente a la de él y vertió su corazón
en su beso. Pensó en su noche de bodas, en los Ritos de Sangre y luego en el
tiempo después. Le recordó su primera vez juntos y todas las veces después de
esa, mostrándole de la única manera que podía en ese momento, lo mucho que lo
necesitaba, lo deseaba, y lo sediento que estaba de él.
Era suyo, sin
duda, pero Kangin también era de él.
«Tú eres mío», le dijo. «No hay otro para mí. Mi corazón, mi cuerpo
y mi deseo es solo para ti».
El cuerpo de Kangin
se estremeció mientras las palabras de Leeteuk reverberaban en su propia alma.
Su lobo y él eran suyo. Sintió la verdad en esas palabras y eso alivió un poco algo
dentro de él. Sus manos recorrieron su cuerpo tanto como se atrevía en su
entorno semi-privado y no creía que alguna vez hubiera querido estar a solas
con su pareja más de lo que hacía en ese momento.
Leeteuk se apartó
de su beso jadeando en busca de aire y sonrió levemente ante sus labios
hinchados.
—Pronto —dijo sin
aliento.
—No lo
suficientemente pronto —gruñó él.
Se miraron el uno
al otro mientras trataban de poner su respiración bajo control. La imagen de Leeteuk
mirándolo con miedo destelló en su mente y su corazón dolió.
—Siento haberte
asustado —susurró.
Sus brazos
todavía estaban envueltos alrededor del cuello de él y sus manos se aferraron a
su nuca con fuerza.
—No estaba
asustado de ti; tenía miedo de haberte perdido, debido a lo que has sufrido. Vi
lo que habías soportado visualmente e incluso ahora, no puedo pensar en ello o
me pondré enfermo de nuevo. Kangin —su voz vaciló mientras trataba de no perder
la cabeza—, el pensamiento de las manos de cualquier hombre aparte de las
tuyas, es repugnante. No quiero esas imágenes en tu mente. No quiero nuestra
cama contaminada con eso.
—Lo siento. Es mi
culpa lo que vi. Era mi temor el que lo creó y después de que lo vi una vez,
solo creció dentro de mí. Cada vez más temía que no fuera suficiente para ti,
que te darías cuenta que te mereces a alguien mejor.
Teuk lo silenció
con sus labios cuando lo besó profundamente. Cuando se retiró de nuevo, mordió
su clavícula como castigo por su duda.
—No hay nadie
mejor para mí. No en este reino o cualquier otro.
Kangin presionó
su frente contra la de él y aspiró su aroma. Entonces sus ojos encontraron su
marca de mordedura de la ceremonia de los Ritos de Sangre y gruñó. Besó de su
cara a su cuello. Cuando llegó a la marca, la besó suavemente y luego se
entregó a su lobo.
Teuk jadeó cuando
sintió los dientes de Kangin hundirse en su carne sensible y tan rápidamente
como el dolor había comenzado ya no estaba. Una oleada de placer trajo otro
jadeo de él y luego un gemido profundo y gutural. Lo agarró con fuerza al sentir
el tirón de su boca y sonrió cuando lo oyó suspirar de alegría.
A su compañero le
gustaba la forma en que él sabía, y escuchó sus pensamientos en voz alta y
clara, eso solo hacía que la experiencia fuera mucho más intensa e íntima.
Finalmente, lo soltó y le pasó la lengua por el cuello con ternura. Besó la
mordedura varias veces antes de mordisquearle la oreja y gruñir:
—Mío.
—Creo que has
establecido eso, hombre lobo —bromeó Leeteuk.
«¿Quieres corresponder?» le preguntó
mientras inclinaba la cabeza hacia un lado dándole una visión clara de su
cuello. Él quería su mordedura, quería su aroma corriendo por sus venas, pero
él sabía que su Leeteuk era una persona muy reservada. La única razón por la
que le había dejado morderle era porque había sentido su necesidad. Se había
comprometido, ya que no podían hacer el amor, sometiéndose a su mordida en su
lugar.
«Quiero hacerlo, sabes que sí». Teuk le
suplicó que entendiera. No lo estaba rechazando.
—Lo sé amor, lo
sé. No es justo de mi parte pedirte esto cuando sé cómo te sientes respecto a
ello.
—Es que es tan
íntimo. Siento que bien podría estar aquí de pie desnudo.—se rio de su inseguridad y se
deleitó con la risa que brotó de Kangin.
—Por mucho que
esa idea me atraiga, no me gustaría que otros te vean, así que puedo entender
por qué no quieres que otros te vean mordiéndome. Es íntimo y en circunstancias
normales yo no habría hecho eso aquí.
—Lo sé —le dijo
con una sonrisa—, pero me alegro de que lo hubieras hecho. Calmó a tu lobo.
—Sí —concordó—.
Definitivamente se siente más seguro contigo en este momento.
—¿Vas a perder el
control de nuevo?
Kangin sabía que
estaba tomándole el pelo, pero la verdad era que no lo sabía. Era una
posibilidad y por eso no le mentiría.
—No lo sé.
Leeteuk lo besó
suavemente antes de dar un paso atrás, pero manteniendo el asimiento de su
mano.
—Está bien, vamos
a cruzar ese puente cuando lleguemos allí. —Se encogió de hombros mientras se
giraba para tirar de él hacia los demás—. O caeremos.
—Gracias por el
voto de confianza, nene —murmuró.
Teuk se rió.
—Si las cosas se
ponen peor voy a tener que dejarte violarme como un hombre de las cavernas.
Kangin gruñó.
—No me tientes.
Los otros estaban
esperando por ellos. El campamento había sido empacado y estaban listos para
estar de nuevo en movimiento.
—¿Finalmente
cediste y lo dejaste salirse con la suya contigo, Pato? — preguntó Hee, con una
sonrisa maliciosa.
Siwon, quien
tenía un brazo envuelto a su alrededor, tiró con más fuerza y gruñó.
—Relájate, B.
Tendrás tu revolcón en el pajar muy pronto.
Siwon se inclinó
y le mordisqueó el cuello bruscamente.
—Estás
escribiendo cheques, Heechul.
—Sí, sí… que no
puedo pagar. Lo entiendo, pero tal vez rudo es por lo que estoy apuntando Siwi,
¿nunca pensaste en eso? —se volvió hacia él y levantó una sola ceja en desafío.
—¿De verdad
quieres hacer esto ahora? —le gruñó él.
—Por Dios —gimió Dambi,
mientras se frotaba la frente—. Qué la Gran Luna nos salve de los dominantes y
calientes hombres lobo, y de los compañeros que están determinados a empujarlos
sobre el borde del que están precariamente encaramados.
Junjin dio un
paso delante de modo que pudiera ver a todo el grupo. Dejó que su poder se
liberara y vio cómo uno a uno los lobos cayeron de rodillas; todos excepto Siwon
y Yesung. Él voluntariamente se puso de rodillas por su propia elección, pero Siwon
permaneció de pie.
—Sé que todos
ustedes se sienten un poco territoriales con sus compañeros. Entiendo que
sientan la necesidad de conectar con ellos, restablecer su reclamo y vínculo,
pero no son cachorros para ser gobernados por sus necesidades y deseos. Van a
recomponerse, van a aguantarse hasta que estemos a salvo, y tengan una
habitación privada para dejarse ir. ¿Queda claro?
Murmullos de
acuerdo encontraron su mirada de espera y después de varios momentos de la
intensa mirada de Junjin, retiró su poder y dejó que se levantaran.
Parte de la
tensión que había estado creciendo entre los machos se apaciguó, aunque no
completamente.
—Está bien, déjenme
ponerlos al día rápidamente —comenzó a hablar Dambi—. La Gran Luna hizo que el
consejo Fae enviara la llamada a las manadas. Ella no está pidiéndoles educadamente
que todos se unan, está exigiéndolo. Ellos ya deberían estar reuniéndose y
espero que para el momento en que regresemos de nuevo a la mansión estén allí y
en una sola pieza.
Junjin se frotó
la frente a medida que la preocupación se filtraba en él.
—Donghwa está a
cargo en este momento, y a pesar de que es dominante, no es rival para un Alfa,
y mucho menos para once de ellos.
—Donghwa es
diplomático, Junjin —le aseguró Siwon—. Él puede mantener la paz. Por no hablar
que Ahn Kangta estará allí. Él es sensato e inteligente, y debería ser capaz de
frenar cualquier tipo de violencia.
Junjin dejó
escapar un profundo suspiro y aunque sabía que las palabras de Siwon eran
verdad, también sabía que los Alfas no se mezclaban, por muy sensatos o
diplomáticos que fueran.
—Tenemos que
actuar rápidamente —continuó Dambi—. Mona va a enterarse de su escape lo
suficientemente pronto y no va a dejarlo pasar sin respuesta. Ella sabe que
estamos en estas montañas y va a utilizar cualquier cosa que pueda para
eliminarnos.
—Bueno, dejemos
de perder el tiempo aquí tratando de matarnos y démonos prisa. —Changmin
sorprendió a todos con su repentina franqueza.
Yunho sonrió
hacia su compañero.
—¿Sintiéndote
luchador?
Él le devolvió la
sonrisa inocentemente y lo besó en la mejilla.
—Estoy tan ansioso
como el resto por volver.
Las cejas de Yunho
se levantaron con sorpresa y su respuesta en su oído fue cualquier cosa menos
inocente.
Dambi negó con la
cabeza mientras se giraba para guiarlos.
—Estoy muy
decepcionada Changmin, ¿qué le pasó a tu conducta mojigata?
Changmin se echó
a reír.
—Tomó un segundo
plano cuando me dieron a un compañero tan caliente que podría cocinar tocino en
su abdomen.
Hee se estiró
para chocar los cinco con Changmin mientras sonreía.
—Buena esa,
hadito.
Changmin asintió.
—Lo sé, ¿verdad?
Dambi aceleró el
ritmo con la esperanza de hacer que mantuvieran su conversación al mínimo
mientras viajaban. Los hombres estaban al límite y no se iba a necesitar mucho
para provocar otra pelea como la que acababa de suceder.
«¿Estás bien?» le preguntó Donghae a Hyukjae
por centésima vez desde que Kangin le había atacado. Sintió su cálido aliento
en su cuello mientras seguía su paso a su lado.
—Estoy bien Donghae
mío, deja de preocuparte por mí. —Le guiñó un ojo y él sonrió porque todavía le
provocaba revoloteos y le daba ganas de lanzarse a sus brazos.
—Siéntete libre
de hacerlo —le dijo mientras veía los pensamientos en su mente.
Donghae puso sus
ojos en blanco, pero se consoló con el regreso de su alegría. No era menos
posesivo o protector, pero su actitud casi había vuelto a la normalidad.
«Siwi», Hee le habló tentativamente a su
compañero. Estaba enfadado, realmente no creía que fuera con él, pero sabía que
no había ayudado.
«Heechul», respondió, no cruelmente.
«¿Estamos bien?»
«Voy a estar mejor cuando pueda examinarte
más a fondo, y una vez que Hongki te examine y me deje saber que nuestro bebé
está bien».
«Estoy bien cariño, lo prometo». Trató
de tranquilizarlo, pero sabía que él estaba diciendo la verdad; no iba a estar
bien hasta que lo hubiera examinado él mismo.
«Te amo, Heechul», su voz de repente
pareció urgente en su mente.
«También te amo. Me alegra que volvieras».
«¿Extrañaste mi mandona, taciturna y
posesiva personalidad?», bromeó él.
«No te querría de ninguna otra forma,
cariño».
«Voy a recordar que dijiste eso»,
advirtió con una sonrisa, sabiendo que iba a conseguir la referencia.
Él se echó a reír
a carcajadas, mientras trotaban por el bosque silencioso.
—Tombstone
—confirmó con una sonrisa hacia él y el ligero repunte de sus labios envió un
escalofrío a través de su cuerpo. Su compañero estaba a salvo, estaba con él y
ahora podría concentrarse en salvar al mundo, salvar a su bebé, y todo lo que
necesitaba salvar.
—¿Sintiéndote
ambicioso? —preguntó Siwon con una sonrisa. Hee le sonrió con malicia.
—Oh cariño, no
tienes ni idea.
Necesito una prlea donde los lobos saquen toda esa frustración y miedo que llevan con ellos...de preferible que no sea con los de su manada o las demás.
ResponderEliminarPobre Teuk,vio todo y vio el dolor de Kangin al presenciar todo eso aunque sea en su imaginación...hasta el mismo sintio asco,lo que sentiò Kangin lo supera.
Como dije...comprensinle.
Lo bueno que Junjin está ahí,al menos los puede mntener a raya hasta llegar a un lugar seguro y ellos puedan hacer lo que deban para reconfortarse y eliminar un poco lo que sintieron.
Al menos cuabdo lleguén a la mansión,no encontraran una batalla de alfas...al menos no por pelesr territotio o estar en desacuerdo con la reunión...o eso espero.
Necesito...me urge que le partan su mandarina en gjos a esa bruja.