Las escaleras
conduciendo al Limbo eran estrechas y solo permitían que bajaran una a la vez
en fila.
Dambi había
sacado a Hee fuera del camino y tomó la delantera, y, como de costumbre, Hyesung
se quedó en la parte trasera. Las escaleras eran claramente visibles pero Donghae
no podía entender qué cosa estaba emitiendo la luz que las iluminaba. Las
paredes a su alrededor eran de piedra gris y se sintieron calientes bajo sus
dedos cuando los presionó contra éstas para mantener el equilibrio.
Él seguía a Teuk
y, como los demás, mantuvo sus ojos en constante movimiento, pendiente del
peligro. Su piel cosquilleó y sintió la magia dentro de él brotar, como una
batería cargada a la espera de ser conectada a algo. Mientras descendían más
debajo de las escaleras, el aire comenzó a ponerse espeso y caliente. Donghae
sintió el cabello en la parte posterior de su cuello comenzar a pegarse a él a
medida que el sudor comenzaba a humedecer su piel.
Echó un vistazo
por encima del hombro a Changmin y vio que él también estaba sudando. Changmin
le dio una pequeña sonrisa y se secó la frente con el dorso de su mano.
Finalmente, la
escalera terminó. Uno por uno, tomó el escalón final, emergiendo en un amplio
pasillo.
Todos
permanecieron balanceándose de un pie al otro sin cesar. Necesitando moverse,
tener algún tipo de acción que fuera palpable entre ellos. Dambi cerró sus
ojos, sus labios se movieron mientras murmuraba algo. Unos momentos más tarde,
sus ojos se abrieron de golpe y ella señaló a la derecha.
No habían estado
caminando durante más de dos minutos cuando Hee se detuvo de repente. Sus ojos
parecieron desenfocados mientras miraba por el pasillo y su respiración se
había vuelto entrecortada.
Hongki se acercó
a su lado y le puso una mano en su hombro.
—Hee. —Hongki
dijo su nombre en voz baja, tratando de no asustarlo—.¿Estás bien?
La mano de Hee
fue a su abdomen mientras jadeaba. Sus ojos se abrieron y un sollozo rompió de
su pecho.
—Dime que no es
verdad —susurró.
Donghae se puso
de pie directamente delante de Hee y colocó las manos a ambos lados de su
rostro. Él cerró los ojos y buscó en la mente de Hee. Sintió la oscuridad antes
de verla, un remolino de oscuro mal rodeaba la mente de Hee. Y, en el centro de
esa oscuridad estaba Siwon. Los ojos de Donghae se abrieron y su cabeza se echó
hacia atrás.
—Es la mente de Siwon
lo que él está viendo y sus emociones lo que está sintiendo —les dijo Donghae a
los demás.
—Debemos estar acercándonos
a ellos si el vínculo está empezando a abrirse sin la ayuda de sus compañeros —dijo Dambi. Una vez más, sintió la sensación de urgencia.
Detrás de esa urgencia había algo justo fuera de su alcance, algo más que su
designada cantidad de tiempo tan corta. Pero, cuando trató de identificar su miedo, este se escabulló y
lo único que quedaba era la parte de ella instándola a seguir. Muévete rápido, Dambi.
No puedes parar. Tienes
que darte prisa, le decía su mente. Incluso mientras
estaban mirando a Hee, Dambi sabía que debían moverse.
—Hee. —Donghae le
dio unas palmaditas al rostro de su amigo—. No es real, cariño. Es lo que Siwon
está viendo. Vamos Heechul, recobra la compostura.
Hee cerró los
ojos, pero luego rápidamente los abrió a medida que las imágenes brotaban con
más fuerza a través de la parte posterior de sus párpados. Él asintió y palmeó
la mano de Donghae que aún estaba en contra de su cara.
—Estoy bien,
gitano. —Respiró hondo varias veces tratando de alejar el ataque de pánico que
se desbordaba en su interior.
—Señores, tienen
que estar en guardia. Sus mentes son sus enemigos en este lugar. Sus compañeros
van a estar bombardeándoles y no deben reaccionar a las cosas que puedan ver o…
—Las palabras de Dambi fueron interrumpidas por un aullido desgarrador que fue
unido por otro, y otro, y aún más hasta que las paredes temblaron por el ruido.
Donghae echó a
correr sin pensarlo. Conocía ese aullido, lo conocía como conocía su propia
voz. Sintió el dolor que se irradiaba en el sonido, sintió la desesperación y
la pérdida. Algo dentro de él se extendió hasta el lobo que reclamaba como
suyo.
«Hyukjae», llamó
su nombre a través del vínculo que se había abierto cuando llegó el aullido.
«Estoy aquí. Voy por ti». Otro aullido, otro latigazo de dolor que le quitó el
aliento a Donghae mientras corría. Oyó la respiración pesada a su lado y vio
que Teuk y Hee estaban a cada lado de él corriendo igual de duro y con la misma
cantidad de determinación en sus ojos. Se oyeron pasos y respiraciones pesadas
detrás de ellos y Donghae sabía que las otras parejas estaban justo ahí en sus
talones. El no tenía ni idea de a dónde iba, pero sabía que era la dirección
correcta.
Teuk empujó sus
piernas lo más fuerte que pudo. El aire rozaba su cara con fuerza y el aire
caliente no atrajo alivio alguno al calor. Sus pulmones ardían con el
esfuerzo de tomar
más oxígeno mientras sus
músculos gritaban de necesidad. Ignoró el dolor, y pensó en una
sola cosa, llegar a Kangin. Él estaba a punto de perder el control de su lobo. Dambi
les había advertido que podía suceder y Teuk sabía que si no conseguía llegar a
él muy, muy pronto sería demasiado tarde.
«Heechul», Hee
escuchó la desesperación en la voz de Siwon, era un sonido que no quería volver
a oír jamás, porque sabía lo que él estaba viendo, y casi lo rompió.
«Siwon, resiste
un poco más, cariño. Ya casi llegamos». Podía sentir la confusión en su mente.
Él no sabía qué creer, o cuál era la mentira. ¿Cuál era la ilusión y qué era
real? Bombeó sus piernas más rápido y clamó la velocidad de su lobo. Él le
necesitaba; tenía que llegar a él.
—¡ALTO! —La voz
de Dambi reverberó en las paredes. El pasillo que había estado lleno de aullidos,
respiraciones pesadas, y pisadas a toda marcha, de repente se quedó en
silencio.
—Mírenme. —La voz
de Dambi era una orden y poco a poco, una por una, se volvió para mirar a la
Fae.
Los ojos de Hyesung
brillaban peligrosamente en aquella que la apartaba de su compañero y dio un
paso amenazador hacia delante.
—No hagas algo de
lo que te arrepentirás, Alfa. —Los ojos de Dambi se reunieron brevemente con
los de Hyesung, y luego volvió a mirar al grupo.
—¿Cuáles son sus
mayores temores en este mismo momento? —les preguntó.
—¿No podemos
tener esta pequeña discusión después de recuperar a los chicos? —gruñó Hee.
—¡NO! —gruñó Dambi—.
Vamos a tenerla ahora. ¿Cuál es su mayor temor?
—No vamos a
llegar a tiempo —susurró Donghae mientras se encontraba con los ojos de la
Fae—. Vamos a llegar demasiado tarde. Sus lobos están asumiendo el control.
Sus cabezas
asintieron cuando los demás estuvieron de acuerdo con Donghae.
—Exactamente. —Dambi
sonrió a Donghae como si él fuera su alumno estrella—. Ahora, ¿qué les he dicho
acerca de este lugar? Utiliza sus mayores miedos. Piensan que oyen a sus lobos
aullando por ustedes y en vez de parar por un momento y pensar, salen corriendo
como un grupo de desquiciados a quién sabe dónde en quién sabe qué.
—¿Qué se supone
que debemos hacer? —gruñó Hyesung, sus ojos todavía brillaban con ira.
—Usen sus
vínculos. Hee acaba de demostrar que están en pleno funcionamiento, así que
aguántense, y acepten que, lo que van a sentir y ver de sus compañeros va a ser
desagradable, pero les dirá si lo que están escuchando es real. Sus temores los
han hecho correr hacia un ruido que solo estaba en su mente y habrían seguido
corriendo, nunca yendo a ninguna parte, porque sus miedos es que no van a
llegar a tiempo.
La mano de Donghae
golpeó sobre su boca cuando un jadeo escapó y sus ojos se abrieron. La
realización golpeó a Teuk, Zhoumi, Changmin, y los demás.
—Habríamos estado
corriendo para siempre —murmuró Zhoumi. Dambi asintió.
—Hasta que no
hubiera más zapatos en sus pies. Ahora, la peor parte… — Dambi hizo un gesto a
su derecha—. ¿Qué ven?
Esta vez los
jadeos de asombro recorrieron a los ocho al ver las escaleras, por las que
habían descendido hace muy poco tiempo.
—La escalera
—dijo Hyesung sacudiendo la cabeza—. Cómo es eso posible, estábamos corriendo,
sentí mis piernas en movimiento, el viento en mi rostro — su discurso se hizo
más urgente con cada palabra—. Sé que me estaba moviendo.
—Empezamos a
caminar cuando llegamos aquí y señalaste en esa dirección, Dambi —apuntó Hongki.
Dambi asintió.
—Pensamos que lo
hicimos. Nuestras mentes nos decían que nos estábamos moviendo porque nuestro
miedo es el de no llegar a tiempo. No pude entenderlo al principio, pero sabía
que teníamos que darnos prisa. No me molesté en analizar por qué, de repente,
sabía que simplemente teníamos que ir, sin pensar en un plan ni nada. Fue este
lugar, utilizando mi miedo contra mí. —Dejó escapar un profundo suspiro y
sacudió la cabeza—. La mente es una herramienta muy poderosa —dijo
solemnemente—. Y en este lugar es nuestro enemigo.
—Así que, no
podemos confiar en nuestras mentes —apuntó Changmin.
—Confíen en sus
instintos —finalizó Dambi.
—Mi mente me está
gritando que corra —dijo Donghae mientras miraba por el pasillo en el que pensó
había estado corriendo—, en esa dirección —señaló.
—Zhoumi, utiliza
tu nariz —dijo Dambi—. ¿A qué huele esa dirección?
Zhoumi cerró los
ojos y respiró hondo. Dejó salir a su lobo lo suficiente como para utilizar sus
sentidos, desfragmentando la mezcla de olores en fragancias individuales.
—No huelo —hizo
una pausa—, nada.
—Bien, ahora,
¿qué hay de esa dirección? —asintió Dambi.
Esta vez todos los
lobos tomaron respiraciones profundas. Hee habló primero.
—Siwon. —Comenzó
a moverse, pero Ryeowook lo tomó del brazo.
—Espera —dijo Ryeowook
tranquilamente. Hee miró al sanador y luego a los demás. Podía ver la
comprensión en cada uno de sus rostros. Sus compañeros estaban cerca. Muy
cerca.
—Ahora —dijo Dambi
mientras las miraba, con la voz de un maestro instruyendo a su clase—, sigan lo
que saben que es un hecho.
—Las esencias de
nuestros compañeros están en esa dirección —anunció Hee—. ¿Están de acuerdo los
demás? Porque, realmente no quiero correr de pie en un sitio una vez más
pensando que estoy llegando a alguna parte como un tonto, solo para descubrir
que estoy en el mismo lugar en el que empecé.
Teuk asintió.
—Te escucho, y
sí, nuestros compañeros están en esa dirección.
Hyesung tomó la
iniciativa y comenzó a caminar enérgicamente. De vez en cuando se detendría y
tomaría una profunda respiración. Los otros seguirían su ejemplo mientras Changmin
y Donghae se esforzaban por ignorar la irritación construyéndose en su
interior, porque necesitaban darse prisa, y no se estaban moviendo lo
suficientemente rápido.
—Donghae,
detente. —Las palabras de Hee se envolvieron alrededor de Donghae como una
banda de acero y lo mantuvieron en su lugar. Ni siquiera se había dado cuenta
que se había girado y estaba caminando lejos del grupo. Su boca cayó abierta y
sus ojos se abrieron de par en par.
—No me di cuenta
—comenzó Donghae.
—No puedes oler a
Hyukjae. No tienes nada qué seguir, pero tu mente te lo está diciendo —explicó Dambi—.
Vas a tener que confiar en tus amigos, tus compañeros de manada.
Donghae asintió,
pero no dijo nada más.
—Dambi, algo no
está bien. —Hyesung miró de nuevo a la Fae.
—¿Qué quieres
decir? —preguntó Dambi.
Hyesung señaló y
todos se giraron a ver, una vez más, las escaleras estaban a escasos metros de
ellos.
Hee lanzó las
manos en el aire.
—¡Tienes que
estar bromeando! —gruñó en señal de frustración.
Los ojos de Dambi
se entrecerraron mientras miraba las escaleras. ¿Por qué no estaban llegando a
ninguna parte? Había apartado sus miedos. Eran conscientes de ello y no le
permitían dictar sus acciones, así que, por qué no estaban haciendo ningún
progreso. Su cabeza apuntó hacia Teuk.
—Cuando bajaste por
esas escaleras, ¿cuáles fueron tus mayores
preocupaciones?
Teuk respondió
sin dudarlo.
—Que no los
encontraríamos a tiempo.
Dambi señaló a Ryeowook
esperando que él respondiera la misma pregunta.
—Temí que esas
dos horas no serían suficiente tiempo para encontrarlos y sacarlos —le dijo Ryeowook.
Dambi se golpeó
la frente, mientras se daba cuenta de su error.
—Encontrarlos
—dijo—, no solo tenemos miedo de no llegar a tiempo, tenemos miedo de no ser
capaces de encontrarlos.
—Maldita sea
—murmuró Donghae.
—¿Nuestros
propios miedos nos han mantenido aquí? —preguntó Hongki, con las cejas
levantadas.
—Imagínense a sus
compañeros, señores —instruyó Dambi mientras se acercaba y se paraba sobre el
primer escalón de modo que estaba un poco más alta que el resto—. Hongki, haz
algo útil ya que no tienes compañero que imaginar, y canta.
Los ojos de Hongki
se entrecerraron.
—¿Quieres que
cante?
—¿Balbuceé?
—espetó Dambi.
—¿Puedo preguntar
cómo cantar ayudará?
—Eso los
mantendrá conectadas a la tierra, a lo que es real. Dándoles un ancla por así decirlo.
Hongki no dijo
nada más, pero se lo pensó por un momento y luego comenzó a cantar.
“He visto lo que el hombre puede hacer,
Cuando el mal vive dentro de ti.
Muchos son débiles.
Y los fuertes son pocos.”
Su voz se mantuvo
en el aire mientras cantaba, llenando la habitación con una música rica y
profunda que alcanzó a cada uno de ellos.
Dambi habló por
encima del canto de Hongki, pero dio a Hongki una señal para que siguiera
cantando. Así que lo hizo.
—Imaginen a sus
compañeros, piensen en cómo huelen, cómo lucen y cómo suenan. Concéntrense en
los detalles, no importa cuán pequeños. ¿De qué color son sus ojos? ¿Cómo se ve
su cabello cuando el sol los toca e ilumina cada una de sus hebras
individuales? ¿Cómo se siente la piel bajo sus dedos? ¿Qué les gusta del olor
de su compañero y cómo los hace sentir? Pongan toda su energía en recordarlos,
cada detalle.
Donghae dejó que
la voz de Dambi lo condujera y se imaginó a Hyukjae. Sus ojos color
centellantes de malicia y sus labios convertidos en una sonrisa juguetona. Se
imaginó el hoyuelo que hacía que su corazón latiera más rápido y oyó la risa
que normalmente lo acompañaba. Lo imaginó de pie ante él, con las manos en sus
caderas, como habían estado cuando él le había estado enseñando cómo servir
copas. Se imaginó sus labios moviéndose hacia él y recordó cómo había olido,
cómo su olor lo había llamado. Lo llamaba ahora. Sus ojos se habían cerrado
mientras pensaba en su compañero, pero cuando su esencia golpeó su nariz, se
abrieron de inmediato.
Los ojos de Donghae
se agrandaron mientras miraba alrededor de la habitación donde se encontraba.
No se había movido de donde estaba parado, pero la habitación ahora estaba
oscura y hecha de tierra. Todas las parejas estaban con él, pero había algo más
que solo ellos. De rodillas sobre el sucio piso, a escasos metros entre sí,
estaban sus compañeros. Completamente ajenos el
uno del otro, cada uno encerrado en su propia miseria.
Giró lentamente
la cabeza hacia la derecha y la respiración fue arrancada de sus pulmones
cuando vio a Hyukjae. Estaba inclinado y parecía como si estuviera acariciando
algo, pero no había nada delante de él. Donghae corrió hacia él y se arrodilló
a su lado.
—Hyukjae —susurró
su nombre, mientras apartaba su cabello de su cara—. Hyukjae, cariño, es Donghae.
La cabeza de él
se giró lentamente con los ojos fijos en los suyos. Sus ojos lucían salvajes y
desesperados. Volvió a mirar hacia el lugar donde había estado mirando y luego
de nuevo hacia él. Estaba tratando de decidir algo.
Donghae puso la
mano sobre su rostro y se acercó para ver lo que estaba viendo. Se mordió el
labio para no gritar cuando vio su propio cuerpo tendido delante de él;
desnudo, roto, ensangrentado. Apartó la imagen y lo miró a los ojos.
—Soy real, Hyukjae.
Soy real. —tomó su mano y la colocó sobre su pecho para que él pudiera sentir
el latido de su corazón—. Siente —le dijo—. Soy tu Donghae, el verdadero Donghae.
Estoy entero, sano y salvo.
Hyukjae estaba
mirando la mano que había colocado en su pecho. Sus ojos se entrecerraron en
concentración, con la mandíbula apretada, y su respiración se volvió
superficial. Después de varios minutos, se inclinó hacia delante y puso su
cabeza donde había estado su mano. Escuchó su corazón latir y lo sintió empujar
contra su rostro.
Giró su rostro de
modo que su nariz estuvo contra la suya y luego deslizó su cara hasta que su
rostro estuvo contra la piel desnuda de su clavícula. Tomó una profunda
respiración y dejó escapar un bajo gruñido. Su lobo se agitó y aunque el hombre
no quería creer que se trataba de su Donghae, el lobo se negaba a apartarse.
Mío, gruñó su lobo. Los brazos de Hyukjae se envolvieron alrededor de Donghae y
lo atrajo con fuerza hacia él. Se quedó sin aliento ante el brusco movimiento,
pero luego envolvió sus brazos alrededor de él y le devolvió el abrazo.
—Donghae —susurró,
con voz áspera y Donghae sintió que sus palabras retumbaban en su pecho.
—Realmente soy
yo, Hyukjae. Soy real. Sé que no sabes qué creer, pero soy real.
Hyukjae se apartó
y lo miró. Levantó la mano, secó una lágrima de su mejilla y sintió la humedad
contra su piel. Entonces se inclinó hacia delante y presionó sus labios contra
los suyos. No hubo ninguna duda en Donghae. Le devolvió el beso con entusiasmo.
Lo besó como si su vida dependiera de ello. Hyukjae sintió los labios de Donghae
moldearse a los suyos, y luego los abrió cuando su lengua presionó contra
ellos. Su sabor lo golpeó duro y terminó el beso bruscamente haciéndose hacia
atrás para mirarlo a los ojos.
—¿Eres tú?
—preguntó, casi con miedo a la esperanza.
—Sí. —él sonrió y
eso iluminó la oscuridad que lo había estado rodeando durante tanto tiempo.
—¿Puedes
levantarte? —le preguntó ella—. Tenemos
que salir de aquí. Solo tenemos una cantidad limitada de tiempo.
—¿Cómo vamos a
encontrar a los otros? —preguntó mientras dejaba que él lo ayudara a
levantarse.
—Están justo aquí
—señaló a los otros hombres a su alrededor, ahora siendo atendidos por sus
compañeros.
Los ojos de Hyukjae
se agrandaron al ver lo cerca que había estado de Siwon, Henry, Kangin, Junjin,
Yesung, Yunho y Sihyuk. Solo había habido pocos metros de separación entre
ellos.
—¿Han estado aquí
todo el tiempo? —Vio como los hombres comenzaban a pararse sobre sus pies y la
misma comprensión los golpeaba.
El lobo de Siwon
estaba muy cerca de hacerse cargo. Él estaba luchando, pero no creía que
pudiera observar a su compañero gritar un segundo más. Estaba al borde de la
conversión cuando sintió que una cálida mano le acarició el cuello.
—Siwi… —Su voz
era pequeña y vacilante, nada como lo que estaba acostumbrado a oír de él.
Levantó la mirada y se encontró con los ojos de su compañero. No estaba
llorando o retorciéndose del dolor. No estaba abultado con su bebé, y no estaba
sangrando por el parto. Estaba entero, saludable y hermoso, de pie delante de
él.
Heechul se
arrodilló frente a él e inclinó la cabeza hacia un lado. Un bajo gruñido
retumbó desde su pecho mientras veía la marca de su mordedura en su cuello.
Extendió la mano hacia delante y su compañero voluntariamente se metió entre
sus brazos. Él cerró los ojos y pasó su nariz a lo largo de la línea de su
mandíbula y detrás de su oreja.
—Mío —le dijo
mientras lo atraía más cerca.
—Sí, soy tuyo
—acordó él.
Siwon esperó,
temiendo el momento en que sería arrancado de sus brazos y él tendría que ver
todo de nuevo, como su bebé moría, o su compañero era violado, o torturado por
un enemigo sin nombre. Lo abrazó con más fuerza, rezando porque todo se hubiera
terminado, que no tuviera que pasar a través de todo ello por más tiempo.
—Cariño —gimió Hee—,
este abrazo está demasiado apretado.
Siwon aflojó un
poco su agarre cuando él comenzó a retorcerse, y dejó escapar un gruñido.
—Todavía no
—gruñó—. No estoy listo para perderte de nuevo. Por favor, solo un minuto más,
déjame abrazarte, por favor, Heechul.
Hee paró sus
movimientos al escuchar el dolor en su voz. Se dio cuenta que Siwon no sabía
que él estaba realmente aquí. Pensaba que estaba siendo solo su imaginación y
que él iba a tener que ver esas cosas horribles que había visto en su mente.
—Siwon, soy yo de
verdad. —puso sus dos manos en su rostro y lo mantuvo alejado por lo que tenía
que mirarlo a los ojos—. Soy real. No voy a ser torturado o violado. Estoy aquí
para sacarte de este infierno.
Él siguió
mirándolo y Hee podía ver que estaba tratando de decidir qué creer. Podía ver
que Siwon quería tener esperanza, creer
que era él. Pero, estaba tan asustado de que fuera una ilusión, un truco cruel
de Desdémona.
Se inclinó hacia
delante lentamente para no asustarlo y apretó sus labios contra los suyos. Hee
quería que fuera un pequeño beso, solo para tranquilizarlo, pero había pasado
tanto tiempo y él olía tan, tan bien. Pasó la lengua a lo largo de las comisuras de sus labios y cuando
él gimió sonrió victoriosamente mientras sus labios se separaban y profundizaba
el beso.
Hee le echó los
brazos al cuello y le dejó empujarlo contra él. No quería que se detuviera, no
quería poner ni un centímetro de espacio entre ellos, pero tenían que darse
prisa. Se apartó y lo miró. Le acarició la cara y sonrió.
—¿Estás conmigo?
—¿Eres realmente
tú? ¿Estás realmente aquí? —preguntó Siwon, mientras agarraba su cabello en una
mano y lo acercaba más a él con la otra.
—Mira a tu
alrededor, cariño —dijo Hee.
Siwon volvió
lentamente la cabeza y sus ojos se agrandaron cuando vio a los demás. Se puso
de pie bruscamente, todavía con Hee en sus brazos. Estaba realmente aquí con
él.
—Siwon, bájame
—dijo Hee mientras le palmeaba el hombro. Siwon negó con la cabeza.
—No. Si te bajo
podría no ser real y no estoy listo para enfrentar eso. No puedo perderte. No
puedo verte lastimado por más tiempo.
—Soy de verdad,
cariño. —Empujó su rostro hacia él para mirarlo de frente—. Soy real y no voy a
ninguna parte.
—Bueno, si no vas
a ningún lado entonces no hay razón por la que no puedo sostenerte.
Hee puso los ojos
en blanco.
—Bien, sostenme.
Carga mi gordo trasero embarazado por todas partes, a ver si me importa.
—Me alegro de que
estemos en la misma página —dijo Siwon y lo acercó con más fuerza.
—Realmente no vas
a dejarme en el suelo, ¿verdad? —preguntó al cabo de unos minutos.
Siwon negó
con la cabeza
mientras seguía observando
a los demás juntándose, al darse
cuenta poco a poco, uno por uno, que sus compañeras habían llegado. Ellas habían dicho que lo harían,
y ahora estaban aquí, para sacarlos de las garras del infierno.
O_____O
ResponderEliminarOMG
Sus miedos los estaban deteniendo y todos, absolutamente todos estaban en ma misma habitación (?)
Ahhhh
Oh si!!!
Ya llegaron!!!!!! Genial!!!!!
Al fin hay reencuentro, esperemos que le de el tiempo para escapar del limbo antes que el Troll haga alguna trampa
ResponderEliminarLa bruma del miedo no los ayudaba a encontrar a sus compañeros y estaban ahí,con ellos.
ResponderEliminarLa mente y el miedo pueden llegar a hacer mucho daño.
Perfecto que ya los encontraron y los están haciendo reaccionar,ahora me gustaría que se dieran prisa y salieran de ahí...no sabemos qué tiempo ha pasado y puede quedarles muy poco.
Esperando que la bruja no les de una bienvenida,con eso de que está en todo.