—¿A dónde fue el
dragón gigante? —Sora señaló al claro donde la bestia había caído, el cual
ahora estaba vacío.
Hyungsik se
encogió de hombros como si un dragón gigante no acabara de desaparecer.
—No era de este
reino, así que al morir no permaneció aquí. Fue devuelto a su reino donde
yacerá en su descanso eterno.
Jungsoo, Sora, Minwoo
y Hyungsik estaban justo en el borde del bosque, mientras que los otros Elfos
reunían las flechas de modo que ni seres humanos u otros seres sobrenaturales
las encontrarían.
—¿A dónde vamos
desde aquí? —le preguntó Hyungsik a Jungsoo.
Jungsoo se detuvo
y miró a Sora. Ella vio la pregunta en sus ojos y se conmovió por el hecho de
que la mirara para pedirle consejo.
—Muy bien podrías
decirle, va a descubrirlo de todos modos —le dijo ella. Jungsoo hizo un gesto
decidido y volvió a mirar a Hyungsik.
—Hice un trato
con Desdémona. En ese momento, pensé que era mi única opción. Necesitaba una
compañera y necesitaba magia para mi pueblo. La magia en el reino de los
humanos se está haciendo escasa desde que las Fae se han confinado en su propio
reino. Las divisiones entre los seres sobrenaturales nos han estado matando
lentamente. Mona me pidió un favor, una que solo el Rey de los Hechiceros
podría llevar a cabo.
—¿El Inframundo?
¿Quiere que abras el velo al Inframundo? —Hyungsik pasó una mano por su cara y
por un breve momento, pareció mucho más viejo de lo que su joven rostro
mostraba.
Jungsoo asintió.
—¿Qué ha
cambiado? —preguntó Hyungsik.
Los ojos de Jungsoo
cayeron sobre Sora y se suavizaron cuando ella le sonrió.
—Ahh —alargó Hyungsik—.
¿Así que Sora es la compañera?
—Mi compañera
—enfatizó Jungsoo.
—Cuéntale la
parte realmente buena, su majestad. —La voz de Sora fue mordaz y destiló con
evidente irritación.
Jungsoo gruñó.
—Hay un pequeño
problema. Hice un juramento de sangre con la bruja.
Minwoo estaba
sacudiendo su cabeza. A pesar de que ya había oído la noticia, era evidente que
le parecía simplemente tan estúpido como la primera vez que lo oyó.
—¿Hiciste un
juramento de sangre con una bruja?
—Eso es lo que
dije —vociferó Jungsoo.
—¿Por qué?
—Estaba
desesperado. No es una excusa, pero es la verdad.
—La verdad apesta
—dijo Sora con un suspiro.
—Ahora que estoy
emparejado, no estoy seguro de cómo va a funcionar el hechizo, o cómo podría
afectar a Sora. También es muy importante que sepa cómo cerrar rápidamente el
velo una vez abierto. Estaba esperando que mi hermano me informara acerca de
eso, pero parece que aún está un poco enojado debido a nuestro pasado —explicó Jungsoo.
—¿Un poco
enojado? —preguntó Sora, con incredulidad—. Liberó un dragón gigante sobre
nosotros. Odiaría ver lo que haría si estuviera realmente enojado —prosiguió Sora
murmurando y miró a Jungsoo.
—Pequeña, eso no
ayuda.
—Grandote, no
estoy tratando de hacerlo.
Hyungsik levantó
una mano para detener la disputa de los dos compañeros.
—Los hechiceros
no son los únicos con el conocimiento necesario para abrir el velo al
Inframundo.
—¿Por qué no me
sorprende? —Jungsoo miró a Minwoo.
—No preguntaste
—se defendió.
—¿Acaso nunca han
escuchado de la información que es “necesaria saber”? —preguntó Sora—. Minwoo,
cariño, ese es el tipo de información que es necesario saber, y que debería ser
ofrecida sin haber sido preguntada.
Minwoo asintió
hacia Hyungsik.
—Oye, el Príncipe
de los Elfos sabe cómo abrir el velo al Inframundo.
Sora resopló.
—Gracias por eso,
Minwoo.
—Estoy aquí para
ayudar —respondió él.
—Te estás
poniendo demasiado bueno siendo sarcástico. Creo que me gustabas más cuando
simplemente te quedabas allí mirando a todo el mundo.
—¿Sabes cómo
afectará a Sora? —le preguntó Jungsoo al Príncipe.
—Puedo
averiguarlo —le dijo Hyungsik—. Tendremos que visitar nuestra biblioteca en el
reino de los Elfos. Allí mantenemos la documentación de todas las razas
sobrenaturales.
Jungsoo frunció
el ceño.
—¿Tienen
registros sobre la historia de otros seres sobrenaturales? —Su tono de voz
cuestionaba si era racional de Hyungsik haber divulgado esta información.
Hyungsik no
pareció molestarse por la pregunta del rey.
—Sería tanto
tonto como arrogante pensar que las acciones de los demás no nos afectará,
incluso en la manera más pequeña. La seguridad y el bienestar de los míos es mi
mayor prioridad, como estoy seguro de que entiendes. Es necesario que cualquier
líder preste mucha atención a las acciones de los demás, especialmente de
aquellos que pueden ser una amenaza para su raza. Dicha diligencia es prudente
con el fin de ser un líder exitoso.
—Entonces, ¿lo
que te escuché decir es que vamos a hacer un poco más de senderismo? —preguntó Sora,
de mal humor.
Hyungsik sonrió.
—Sí Sora,
compañera de Jungsoo, haremos lo impensable y usaremos éstas extremidades que
llamamos piernas.
—Ja, ja, eres tan
inteligente —le dijo, secamente.
—Vamos —hizo
señas Hyungsik—. No es tan lejos.
—Quiero creerte,
de verdad lo hago —murmuró Sora, mientras Jungsoo tomaba su mano.
El huésped no
invitado de Mona finalmente se había ido. Después de varios minutos
recobrándose a sí misma, volvió su atención lejos del peligro que se había ido,
a la aflicción que era música para sus oídos y nutritivo para su cuerpo.
—Si fuera del
tipo que baila, lo cual no soy, juro que haría un baile en estos momentos.
Mona acarició la
melena de Octavian mientras sentía su magia pulsando a través de la distancia,
finalmente habiendo encontrado a su presa. Podía saborear la agonía de las parejas
y la rabia de los machos alimentando su maldad e instándola.
El caos era una
distracción bienvenida ante la frustración causada por el continuo fracaso del
Rey Hechicero. Tenía que admitir que había muchas cosas que no habían ido como
planificó y que había nuevas situaciones a las que tenía que ajustarse, pero
así era el camino a la guerra y no estaba ajena a adaptarse a nuevas
complicaciones.
Le daría a Jungsoo
unos días más, simplemente porque estaba en un buen estado de ánimo; torturar a
las personas tendía a hacerle eso. Pero, si no recibía noticias de él al final
de los tres días, entonces iba a sufrir su ira. En realidad, su compañera
sufrirá mi ira, pensó mientras abría una caja pequeña y amorosamente acariciaba
los mechones de cabello guardados de manera segura en su interior.
—Entonces,
¿tenemos que hacer que los lobos cambien? —preguntó Dambi a Hongki a pesar de
que había escuchado toda la conversación. Dambi lo pensó por un momento
mientras miraba a las parejas en frente de ella. Sus ojos se posaron en Henry y
Zhoumi—. ¿Qué hay de Henry? Él no es un lobo y no me imagino que seamos capaces
de hacer que Zhoumi entre en fase.
—Estás lanzándome
demasiados problemas, Dambi. Vamos a hacer que los lobos cambien. Nos
encargaremos de Henry tan pronto como los otros estén en su pelaje. —Hongki
respiró varias veces para calmar el ritmo cardíaco y tener su miedo bajo
control. Los lobos agitados se alimentaban del miedo y él no estaba a punto de
convertirse en presa de los seis machos dominantes.
Dambi liberó su
magia y reveló su forma Fae superior a medida que una luz la envolvía y parecía
más alta que antes. Ella irradiaba luz, paz y bondad.
—Escúchenme
grandes lobos, hijos de la Gran Luna, estoy aquí para ayudar. Recuerden nuestra
historia, recuerden quién soy; Dambi de las Fae, amiga de los lobos, maestra de
sanadores. Escuchen la verdad en mis palabras mientras les digo cómo pueden
ayudar a sus compañeros.
Uno a uno, los
hombres se volvieron, tomando posiciones defensivas frente a sus compañeros
vulnerables. Dambi podía ver la furia salvaje hirviendo bajo la superficie de
cada macho. Tal vez no sea tan difícil como pensaba al ver la forma en que
estaban a punto de permitir que sus lobos se hagan cargo de cualquier manera.
—Junjin, ¿quién
soy? —preguntó Dambi al Alfa.
Los ojos de Junjin
brillaban con un azul radiante y su cuerpo se estremecía con la necesidad de
luchar, matar algo, lo que sea. Él entrecerró los ojos mientras miraba a la
Fae. Sabía que debía confiar en ella, que él había confiado en ella muchas
veces antes, pero su compañero estaba totalmente indefenso, incapaz de
protegerse a sí mismo de ninguna manera. La confianza no era el primer instinto
de un macho cuando su compañero estaba en peligro.
—Junjin —dijo
ella su nombre otra vez, más firme y con más autoridad en esta ocasión.
—Tú eres Dambi
—respondió Junjin finalmente—, amiga de los lobos, amiga de mi compañero.
—Sí —concordó Dambi
con una lealtad que sonaba a verdad en su voz—. Tienes que entrar en fase, Junjin.
Tu lobo será capaz de tocar a tu compañero. Tu lobo será capaz de cargarlo a un
lugar seguro. Yo seré tu voz. Voy a ser tu protectora. Confía en mí, como lo
has hecho tantas veces a lo largo de los siglos, confía en mí.
Dambi esperó y
justo cuando pensaba que no le había llegado, de repente Junjin cambió, su ropa
desgarrándose mientras se despojaba de su piel humana y tomaba su forma de
lobo. Se volvió bruscamente y dio un pequeño empujón a su compañero
cuidadosamente con el hocico, cuando no hubo una descarga de dolor se acostó y
hundió el rostro en su cuello.
Las lágrimas
corrían por el rostro de Hyesung mientras su mente hacía estragos en su contra
con mentiras. Instintivamente, él alcanzó el pelaje de Junjin. Lo agarró y lo
llevó hacia sí girándolo sobre su espalda. Él envolvió sus brazos alrededor de
su gran cuello y lloró en su pelaje.
Tan pronto como
los otros hombres se dieron cuenta que el lobo de Junjin era capaz de tocar a Hyesung,
todos comenzaron a cambiar gradualmente hasta que, donde cada hombre había
estado, ahora estaban grandes lobos gruñendo.
—Bueno, ahora me
siento mucho mejor —dijo Dambi sarcásticamente, mientras empezaba a desaparecer
su forma Fae superior—. Los lobos gruñendo son mucho más tranquilizadores que
los hombres furiosos.
—Bueno, al menos
en esta forma son útiles —señaló Hongki.
—Es cierto.
Vieron como, uno
a uno, los lobos persuadieron a sus parejas sobre sus espaldas. Dambi notó que
persuadir la colaboración de las parejas tomó algún comando dominante de los
machos. Henry se puso de pie pero no dejó a Zhoumi.
—Dambi, ¿qué hay
de mi compañero? ¿Cómo voy a cargar con él?
La ira irradió
del Fae macho, y debajo de la ira, la angustia amenazaba con tomar el relevo.
Tomando una
rápida decisión, Dambi miró a Hongki.
—Hongki entrará
en fase y llevará a Zhoumi. —Henry odiaría la idea de otro al cuidado de su
compañero, pero era mejor una pareja que otro macho.
Henry miró a Hongki,
un desafío silencioso de tener mucho cuidado con su compañero o habría mucho
que pagar. Hongki dio una leve inclinación de cabeza justo antes de cambiar. Henry
caminó junto a él mientras Dambi ayudaba a Zhoumi a subir en la espalda de Hongki,
y se quedó tan cerca del lobo como pudo sin tocar a su compañero.
Dambi se volvió
hacia Sihyuk.
—Deberías cambiar,
pero quédate en la parte posterior. No me extrañaría que alguno de estos
hombres, que están al borde de lo psicótico en este momento debo añadir,
intente derribarte en un intento equivocado para mantener a su pareja a salvo.
—Sihyuk asintió y se volvió para caminar hacia atrás, lejos del grupo.
Dambi dio un
rodeo para llegar a Junjin de modo que ella estaría en su línea de visión. Ella
no quería que él pensara que estaba siendo sigilosa con él. Por un breve
momento realmente quiso golpear a un lobo en su cabeza, cualquier lobo
serviría, debido a todas las precauciones que estaba teniendo que tomar para
evitar convertirse en croqueta de lobo. Era muy molesto.
—Muéstrame el
camino, Alfa. Y, si no te importa, hazlo rápido y trata de no matar a nadie.
Junjin levantó
sus labios en una sonrisa al estilo lobo. Dambi levantó una ceja.
—Está bien, no
vuelvas a hacer eso.
Agitó una mano
hacia delante, animándole a tomar la iniciativa. Junjin dejó escapar un aullido
que cortó el silencio que se había hecho cargo de la maldición de la bruja.
Salió a toda marcha en un arranque de velocidad solo capaz por uno de su raza.
Los aullidos de los otros machos comenzaron a hacerse eco a través del paisaje
a medida que, uno por uno, siguieron detrás de Junjin. Dambi corrió paralelo a
la manada, en busca de cualquier peligro que pudiera no notarse en su viaje
audaz para llevar a sus compañeros a la seguridad.
Siwon corrió con
una urgencia que nunca antes había sentido. Empujó sus piernas a una velocidad
que nunca había sabido que era capaz de alcanzar, al mismo tiempo manteniendo
su modo de andar lo más suave posible, esquivando ramas caídas y huecos en el
suelo que podrían hacerle tropezar y perder su preciosa carga.
Mientras más
distancia ponía entre ellos y el lugar en el que sus compañeros habían caído,
más claro se sentía el aire. Su pelaje onduló mientras el viento soplaba a
través de él y sus ojos se humedecieron. Sus orejas estaban erectas,
constantemente girando, escuchando cualquier sonido que no perteneciera al lugar.
Su lobo se sentía
desesperado por conseguir llevar a su compañero a su territorio, por salir del
espacio abierto en el que era posible cualquier ataque. Empujó y empujó sin
apartar la vista del camino frente a él, al mismo tiempo permaneciendo consciente
de los lobos que corrían con él y la Fae que se quedaba a las afueras de la
manada.
Estaba
desesperado por sentir a su compañero, por abrir su vínculo. Pero tenía
demasiado miedo de que se tornara histérico y lo dejara fuera, así que se
resistió, yendo en contra de su propia naturaleza.
Hyukjae tomó una
pequeña cantidad de paz ante el peso que sentía en la espalda, sabiendo que él
lo llevaba a un lugar seguro. No era mucho, pero tendría que ser suficiente o
iba a perder la cabeza y su lobo se volvería salvaje. No rebuscó en su mente,
pero sí envolvió su amor a su alrededor de modo que pudiera sentir su calor.
Él no quería que Donghae
pensara que estaba solo en su sufrimiento, que lo había abandonado. Estiró su
zancada, corriendo por el suelo del bosque, más preocupado por la velocidad que
el sigilo.
Trató de ocupar
su mente con las maneras en que podría ayudarlo una vez que se hubiera roto el
hechizo, y se rompería. Él mismo había luchado con las cosas que había
presenciado en el Limbo. Esas imágenes se lo habían devorado como una
enfermedad y amenazaron con crear un abismo entre él y Donghae que no sabía si
podía reparar. Ahora, su propia batalla con el recuerdo palidecía en comparación
con lo que Donghae pasaría una vez que la cortina de mentiras se abriera y la
realidad fuera restaurada una vez más. Durante el breve tiempo que había estado
en su mente, él había sentido su asco y vergüenza.
Había visto en su
mente lo sucio y contaminado que se sentía, y eso lo estaba desgarrando a
pedazos. Algo que, aunque no era real, sentía como que si estuviera arrebatando
la inocencia que Donghae tan ferozmente protegía; una inocencia por la que él
había estado más allá de agradecido.
Él sabía que Donghae
no sería capaz de mirar más allá de la maldición y ver que todavía estaba entero,
física y mentalmente. Fuera lo que fuera, iba a mover cielo e infierno para
traer la sanación a la ruptura que el mal de la bruja había causado.
La manada corrió como
una, unidos en el objetivo común de proteger lo más preciado en su vida.
El corazón de Kangin
golpeaba fuertemente con cada paso y respiraba de manera uniforme con control.
Un control que él realmente no sentía que tenía. Sabía que su lobo estaba
evitando que el hombre se derrumbara. El lobo no pensaba con las emociones,
sino con la lógica y el instinto.
Sabía que había
varias cosas que necesitaban ser tratadas. El hombre no podía tocar a su
compañero, la bruja lo maldijo, y en la situación actual, Leeteuk estaba en
peligro. Esas cosas él podía arreglarlas. No podía arreglar el vínculo dañado
entre ellos que el hombre había causado; no podía sanar sus emociones
maltratadas así que no se preocupó por esas cosas.
Kangin dejó al
lobo hacer el razonamiento por el momento, porque el lobo sabía lo que había que reparar
primero. Sintió sus manos apretarse en su pelaje y escuchó un pequeño gemido
escapar de sus pulmones. Como un látigo siendo golpeado a lo largo de su
flanco, el sonido lo impulsó a moverse más rápido.
Por un breve
momento, pareció que el resto de su viaje de regreso a la mansión de la manada Coreana
sería mucho más fácil de lo que el viaje había sido hasta el momento. Dambi
trató de ser positiva, con la esperanza de tener que navegar sin problemas de
regreso a la mansión. Justo en ese momento, un rayo cayó en el suelo muy cerca
de ellos.
—¡Oh, vamos!
—gritó Dambi hacia el bosque.
Un trueno retumbó
en el cielo oscuro y el suelo tembló. Las zancadas de los lobos se mantuvieron
iguales. Ninguno de ellos tropezó o cayó, incluso cuando el cielo se abrió y la
lluvia corrió a raudales. La visibilidad se hizo casi inexistente y la manada
se vio obligada a frenar su velocidad.
—¿Eso es todo lo
que tienes? Cero originalidad, Mona. ¡Las tormentas deben ser tu especialidad!
—estaba gritando Dambi. A pesar que la lluvia ahogó su voz, Dambi sabía que la
bruja podía oírla. Como en respuesta al desafío de Dambi, la temperatura bajó,
cambiando la lluvia por afilada aguanieve.
Los lobos se
detuvieron, temiendo que la piel de sus compañeros fuera arrancada de sus
cuerpos si seguían corriendo. Los lobos colocaron a las parejas en el suelo,
cubriéndolas con sus cuerpos. Ellos se miraron con recelo, mientras abrigaban a
sus compañeros de la avalancha de hielo.
El aguanieve se
detuvo abruptamente y los lobos escucharon un silbido fuerte. A pesar de la
reciente tierra húmeda y el follaje, las llamas rugieron a lo lardo del suelo.
El fuego los rodeó a todos a su alrededor, llamas tan altas que no podían ver
más allá de ellas.
Los lobos se
posicionaron en un círculo de cara al fuego de modo que todos los ángulos estuvieran
cubiertos. Sus dientes estaban al descubierto y bajos gruñidos retumbaron fuera
de ellos. Dambi se paseó alrededor de los lobos tratando de pensar, de elaborar
un recuerdo de lo que sabía de magia oscura. Una idea se formaba, justo fuera
de su alcance. Cuando abrió los ojos, vio que el fuego estaba encerrándolos.
Los lobos se estaban volviendo cada vez más agitados. Dambi cerró los ojos y se
concentró lo más fuerte que pudo.
Finalmente, la
golpeó: la magia negra no podía controlar los elementos a menos que el elemento
ya estuviera presente. Mona podía crear la lluvia porque las nubes contenían
agua. Podía crear un rayo debido a la electricidad estática en las nubes. Ella
podía ajustar la temperatura porque podía controlar el viento que ya estaba presente.
Dambi sonrió para
sus adentros. Para que ella sea capaz de conjurar el fuego, Mona tendría que
tener una llama para empezar, y la última vez que Dambi comprobó, la nieve no
se quema. Por lo tanto, las llamas ante ellos no eran más que una ilusión, y una
buena en eso.
Dambi se dio la
vuelta para hacer frente a Junjin.
—No es real —le
dijo ella—. El fuego, no nos va a hacer daño porque no es real.
Dambi sabía que
el instinto del lobo para evitar el fuego les impediría correr a través de él,
a menos que Dambi pudiera demostrarlo. Se dio la vuelta y echó a correr hacia
las llamas, y a medida que el calor de ellas se tornaba más caliente, pensó
durante un latido del corazón que podría estar equivocada, pero luego pasó a
través del fuego, sin ni siquiera un pelo chamuscado.
Se dio la vuelta
y volvió corriendo a través de ella y para su sorpresa, vio a Junjin llevando a
los demás hacia ella. Su necesidad de poner a sus compañeros a salvo debe haber
estado anulando su miedo a las llamas.
Junjin se detuvo
alrededor de dos metros y medio de las llamas. Él las vio bailar y parpadear
por un breve momento antes de arremeter corriendo. Pasó a través del fuego y,
al igual que Dambi, emergió de manera segura en el otro lado. En menos de un
minuto, todos los demás habían pasado por el fuego también. Sin otra pausa
arrancaron y corrieron a través de la tormenta una vez más.
La tormenta
continuó, y aún así los lobos corrieron.
Donghwa los vio
primero. Estaba de pie en el campo en el que las manadas habían estado entrenando.
Algo lo había hecho salir, una inagotable energía en el aire que crujía a su
alrededor. Sabía que Kangta lo había seguido, pero se había quedado atrás, una
sombra silenciosa.
—Kangta —Donghwa
no levantó su voz, sabía que el Alfa le oiría—, ¿estás viendo esto?
Kangta se situó
junto a Donghwa y miró en la dirección que Donghwa había apuntado con un
movimiento de cabeza. Arriba a través del campo, vio a los lobos emerger
lentamente de la protección de los árboles, sus compañeros aferrándose a sus
espaldas.
Kangta y Donghwa
observaron desde donde estaban, pero no hicieron ningún movimiento para
acercarse más. También vieron a Dambi emerger, permaneciendo más cerca del gran
lobo negro que Donghwa reconoció como Junjin.
Kangta escaneó la
línea de lobos utilizando su vista mejorada hasta que finalmente vio a su
pequeño prostrado sobre el lobo de Kangin. Kangta comenzó a caminar hacia
delante, sin hacer caso del peligro, su necesidad como padre anulando su
sentido común. Donghwa lo agarró del brazo antes que él diera más de unos pocos
pasos.
—Todavía no
—dijo, simplemente.
Kangta asintió y
dio un paso atrás, pero sus ojos permanecieron en su hijo y el lobo que lo
cargaba.
Dambi parecía
estar hablando con Junjin y su respuesta fue un gruñido. Dambi levantó las
manos al aire de una manera que les dijo que ella estaba claramente irritada.
Ella se dirigió hacia ellos, dejando a los lobos. Kangta gruñó con irritación.
Le estaba tomando a la Fae una eternidad caminar hasta ellos, sabiendo que
podría haber corrido o aparecido frente a ellos.
Dambi finalmente
llegó a Donghwa y Kangta. Cuando notó la postura y la actitud de Kangta, le
tomó todo en ella no quitar a golpes esa mirada en su rostro.
—Voy a decir esto
una vez, Kangta Ahn, Alfa de la manada de Colorado. Ya estoy harta de los lobos
posesivos, sobreprotectores, controladores. Si gruñes, protestas, despliegas
tus dientes, o intentas morderme, yo personalmente me aseguraré que cada vez
que estés en tu piel de lobo tengas la necesidad incontrolable de follar
cualquier pierna que se te presente. ¿Queda claro?
Kangta asintió
brevemente y esperó a que la Fae continuara.
—Tenemos una
situación muy precaria. Los lobos que ven no están del todo cuerdos en este momento.
Hemos pasado por mucho mientras corríamos por nuestras vidas a través del
bosque y están cansados, mojados, con frío, y cargando a sus compañeros quienes
todavía están soportando su propio infierno personal además de estar fríos,
cansados y mojados. Es imperativo —Dambi se detuvo para encontrar sus miradas,
implorándoles que entiendan cuán grave era la situación—, que no haya otros
lobos en su presencia o en su línea de visión. Va a ser bastante malo que hallan
olores de machos desconocidos por todo el maldito lugar. No les demos a los
lobos ya enojados cualquier excusa para hacer un ejemplo de alguien.
—Organizamos todo
tan pronto como colgamos el teléfono con Hongki. Las otras manadas han sido
movidas a la parte más alejada de la mansión, opuestas a todas las habitaciones
de la manada. Puedo volver ahora y asegurarme que todo esté despejado —le dijo Donghwa.
—Kangta debes ir
con Donghwa.
Kangta comenzó a
discutir, pero Dambi lo interrumpió.
—Este no es el Junjin
que conoces. A él no le importará que tú seas un Alfa, o que seas el padre de Teuk.
Dales tiempo para resolver la situación y una vez que sea seguro podrás ver a Teuk.
Kangta no pareció
feliz al respecto, pero se abstuvo de gruñir.
Bueno, al menos el dragón ya no está (?)
ResponderEliminarAhhhhhh
Mona, ya mujer! Dales un respiro!!!!!!
Ahhhhhhhh
No inventes!!!!
Jajajajaja amo a Dambi!!!! Jajajajaja follar cada pierna que vea! Wau~ buenas amenazas!!!
Jajajjaja
Jajaja la amenaza de dambi, esa estubo muy buena
ResponderEliminarCon lo que las bruja les hizo a las parejas,ahora saben un poco de cómo más o menos va el sentir de sus lobos...es algo malo,pero sin querer supongo que la bruja está ayudando a que ellos se hagan uno con su pareja.
ResponderEliminarSi todo sale bien...hasta se lo pueden agradecer a la bruja más adelante.
Al menos los lobos están tranquilos,todas la manadas juntas trabajando lado a lado sin querer matarse esta bien...no se necesitan más problemas de los que ya se tienen,pero seguro que algo pasará.
Al menos estos ya llegaron a la mansión...de alguna u otra forma eso debe ayudarlos.
Espero las manadas sepan y apoyen