—Me he dado
cuenta que tú y Junjin no han interactuado desde que comenzó todo el asunto de
mantén tus sucias patas fuera de mí —dijo Hee mientras distraídamente
garabateaba en la tierra, luchando contra la fuerza del vínculo de su
compañero.
Hyesung miró
hacia Junjin. Él le miró fijamente, y notó que sus ojos raramente lo habían
abandonado desde que lo había negado.
—Hemos estado
juntos por mucho, mucho tiempo —le dijo Hyesung mientras continuaba enfrentando
los ojos de su compañero—. Y he aprendido otras formas de lidiar con los
desacuerdos.
—¿Está enojado?
Hyesung se rió en
voz baja y giró hacia Hee.
—Junjin pierde el
control cuando está furioso y es entonces cuando otros piensan que deberían
temerle. —Negó con la cabeza—. Pero es cuando su lobo está contenido y él está
controlado cuando deberíamos tener miedo.
Hee miró más allá
de Hyesung para ver a Junjin, sus ojos cayeron al instante y volvió a mirar a Hyesung
con una ceja levantada.
—Así que lo que
estás diciendo, es que está esperando el momento oportuno. Como un cazador,
está esperando el momento perfecto para atacar.
Hyesung asintió.
—Sí, y Junjin es
un cazador muy, muy paciente.
El aire se sentía
pesado por la ira, el dolor, el deseo y la necesidad a medida que se hacía más
tarde. Hyukjae se sentaba con la espalda apoyada en un árbol de tal manera que Donghae
estuviera en su directa línea de visión. Estaba tan cansado, tan emocional y
físicamente drenado.
Lo estaba
volviendo loco que él no se recostara y descansara. Se apaciguó ligeramente
después de que finalmente se quedara dormido. Vio el constante subir y bajar de
su pecho mientras respiraba, e igualó su respiración.
Él no iba a durar
mucho más tiempo así. Su vínculo de compañero no estaba completo, solo habían
completado los Ritos de Sangre, y su capacidad de mantener la oscuridad a raya
no era tan fuerte como los machos emparejados.
No sabía cómo lo
estaba haciendo Sihyuk, aunque se dio cuenta que Dambi mantenía una vigilancia
muy estrecha en él. De nuevo centró su atención en Donghae y cedió al impulso
de mirar en su mente mientras dormía. Sus escudos no estarían fuertes y él
sería capaz de entrar fácilmente.
No podía tocarlo
mientras estaba despierto, no podía abrazarlo o besarlo. Pero mientras dormía,
podía entrar en su mente y allí, todas las cartas estaban sobre la mesa.
Donghae lo sintió
mientras él usaba su vínculo para entrar en sus pensamientos.
Inconscientemente, sabía que Hyukjae lo estaba haciendo porque estaba dormido y
sus escudos estaban abajo. Debería al menos tratar de mantenerlo fuera, pero
cuando sus brazos se enredaron en su cintura desde atrás, su decisión se vino
abajo. Las manos de él se deslizaron bajo su camisa hacia su estómago y gruñó
ante el contacto de piel con piel. La cabeza de Donghae cayó sobre su pecho y Hyukjae
inclinó el rostro hasta su cuello, besándolo suavemente y luego pellizcando la
marca que había dejado en él.
—Esto no es real
—susurró sin aliento, mientras las manos de Hyukjae corrían por su caja
torácica hacia sus costados, a sus caderas y de regreso.
—¿Estás seguro?
—le preguntó él con coquetería.
Donghae se
estremeció cuando su cálido aliento acarició su fría piel.
—Estoy soñando, y
tú está usando nuestro vínculo para hacer esto.
—¿Qué estoy
haciendo, Donghae mío? —Los labios de Hyukjae se movieron contra su oído
mientras hablaba y cuando jaló de su oreja con los dientes, él casi se derrumbó
en el suelo.
—Hyukjae…
—susurró desesperadamente mientras su respiración se volvía inestable y su
corazón se aceleraba.
Hyukjae fue
implacable y continuó con el asalto a sus sentidos, tocando, probando y
olfateando.
—¿Qué estoy
haciendo Donghae? —susurró de nuevo. La única respuesta de Donghae fue un
gemido sensual.
—¡Donghae!
Donghae escuchó
su nombre y no era la voz de Hyukjae llamándolo. Sintió la conciencia tirar de él
y no quería ir. No quería dejar los brazos de Hyukjae, o sus labios para el
caso.
—¡Donghae! —La
voz fue más insistente esta vez. Donghae trató de alejarla con la mano, o por
lo menos pensó que lo hizo—. Deja de hacer eso —gruñó la voz—. Despierta.
Los ojos de Donghae
se abrieron y vio a Hee, Teuk, Zhoumi y Changmin inclinadas sobre él.
—¿Qué? —preguntó
atontado—. ¿Qué pasa?
—Bueno, ¿dónde te
gustaría que empezáramos, con la pesada respiración, los gemidos sensuales o la
manera casi orgásmica en como decías el nombre de tu compañero?
Donghae sintió la
sangre apresurarse a su rostro al recordar lo que había estado soñando.
—No sabía que lo
tenías en ti, Hae. Lo digo en serio, fue completamente desvergonzado.
Donghae gimió
mientras se cubría el ardiente rostro.
—Está bien, Donghae.
No es tu culpa que tu pareja se aprovechara de ti mientras dormías —concedió Teuk.
La cabeza de Donghae
se levantó al oír las palabras de Teuk y se inclinó alrededor de las chicos.
Sus ojos lo encontraron inmediatamente. Las llamas de la hoguera se reflejaban
en sus ojos y bailaban alrededor de sus irises color avellana.
Con un brillo
perverso y una ligera sonrisa él articuló:
—Te toca mover.
Donghae se
recostó en su camastro mientras los chicos seguían observando.
Cerró los ojos
dejando por fuera sus curiosas miradas mientras murmuraba:
—Jaque mate.
—Realmente no
esperabas que él ayudara, ¿cierto? —le preguntó Sora a Minwoo mientras entraban
en el reino de los humanos, más allá del velo de los Elfos.
—Los Elfos son
una raza muy secreta y no dan su lealtad a la ligera. Nunca se han metido en
los asuntos de los otros seres sobrenaturales…
—Esa no es una
declaración verdadera —interrumpió Hyungsik a Minwoo mientras cruzaba a través
del velo. Siguiendo de cerca detrás de él, salieron más Elfos hombres, todos
tan altos y musculosos como el anterior. Había veinte Elfos de pie detrás de Hyungsik
cuando el desfile terminó finalmente.
Minwoo observó a Hyungsik
con calma, aunque por dentro sentía emociones que había enterrado, y por buenas
razones.
Bajó la mirada y
se volvió hacia Sora.
—Para responder a
tu pregunta implícita, no, no esperaba que dejara su reino para ayudarnos.
—Tan interesante
y sin duda romántica como estoy seguro de que es la historia, tenemos que
seguir en movimiento —interrumpió Jungsoo mientras tomaba la mano de Sora y la
atraía de nuevo a su lado.
Hyungsik asintió
en acuerdo, y luego hizo un gesto a uno de los Elfos detrás de él para dar un
paso adelante. El Elfo extendió un hermoso arco con diseños intrincados
tallados en la madera. También sacó una aljaba de cuero con flechas de su
hombro y se los entregó a Minwoo.
—Como ustedes
saben, tenemos nuestra propia magia. Las flechas seguirán apareciendo a medida
que se necesiten.
—No hay alguna
manera que pudieras hacer que eso suceda con el chocolate, ¿cierto? —preguntó Sora,
solo medio en broma.
La cabeza de Hyungsik
se inclinó mientras miraba a Sora, por lo que se sintió como un bicho en un
microscopio bajo su escrutinio.
—Bueno, al
parecer, la definición de los sobrenaturales es: chicos sin un sentido del humor
—murmuró ella.
Otro de los Elfos
se adelantó y dio a Jungsoo un arco, y también un carcaj de flechas.
—Tendremos que
actuar con rapidez para rastrear a la bestia. Tuvimos que usar un vehículo para
llegar hasta aquí desde donde lo encontramos —explicó Jungsoo.
—No vamos a tener
que viajar todo ese camino de nuevo —le informó Hyungsik—. Podemos atraer a la
bestia hacia nosotros, sobre todo si ya conoce tu aroma.
—¿Cómo? —preguntó
Sora.
—Supongo que Minwoo
les explicó que su sentido del olfato está más allá de lo que pueden
comprender, y una vez que comienzan una caza, nunca la abandonan. Si huele algo
de tu sangre, él vendrá.
—Él decidió
explicar esa parte justo cuando el lagarto gigante comenzó a perseguirnos por
segunda vez. —Los ojos de Sora se estrecharon ante Minwoo, quien dio su
encogimiento de hombros habitual.
—¿Supongo que vas
a querer un poco de sangre? —preguntó Jungsoo a Hyungsik.
—Eso sería lo
mejor. Los Draheim nunca dejan de cazar a su presa una vez que la ha marcado
como objetivo. Mientras él piense que estás en su territorio, él vendrá por ti.
Sora dejó escapar
una risa exasperada.
—Esto se pone
cada vez mejor y mejor.
Jungsoo sacó una
daga envainada de su muslo y se cortó un tajo en la mano. Él la frotó en varios
árboles y plantas en un gran círculo. Una vez que se convenció de que era
suficiente, se acercó a Sora y la miró con seriedad.
—Esto no va a ser
agradable, pero es necesario.
—Necesario
raramente equivale a agradable. Vamos a acabar de una vez.
Ella le tendió la
mano y él deslizó la hoja a través de su palma lo más rápido posible. Ella hizo
una mueca y apretó los dientes para soportar el dolor. Eligió diferentes
árboles para colocar su sangre en la dirección opuesta de Jungsoo de modo que
pudieran cubrir más terreno. Minwoo siguió detrás de Sora también colocando su
sangre en diferentes árboles y plantas.
—¿Y ahora qué?
—preguntó Sora.
Hyungsik se apoyó
contra un árbol, con los ojos fijos en el cielo.
—Ahora,
esperamos.
Dos horas y
veinte juegos más tarde, la cabeza de Sora se inclinó hacia atrás, hacia el
cielo, ante el silbido inconfundible del batir de gigantescas alas en el
viento. Se puso de pie y, como los demás, esperó a que la bestia estuviera a la
vista.
A pesar del
peligro que sabían estaba volando por encima de ellos, ninguno podía negar la
magnificencia del Draheim.
Hizo dos grandes
círculos en picada, bajando a la deriva con cada uno. Su cabeza estaba
apuntando hacia abajo mientras sus grandes ojos de serpiente buscaban a su
presa. En la tercera arremetida, pareció detenerse en el aire, sus grandes alas
aleteando, manteniéndose en el lugar. Los ojos de la bestia se estrecharon
mientras miraba directamente a donde ellos se encontraban.
—¿Cómo es que no
hay humanos volviéndose locos por todo el lugar ante la vista de un gran dragón
en el cielo? —preguntó Sora mientras continuaban observando el vuelo
estacionario de la bestia.
—Los Draheim son
criaturas mágicas. Solo pueden ser vistos por aquellos que creen que hay tal
cosa —explicó Hyungsik.
—Hyungsik, noté
un pequeño claro a unos tres kilómetros al este de aquí. Creo que sería
conveniente llevar el Draheim allí antes de que lo derribemos. — Los ojos de Jungsoo
nunca abandonaron el cielo a medida que hablaba.
—De acuerdo. —Fue
la última palabra dicha antes de que el Draheim cayera en picada directo hacia
ellos.
Jungsoo agarró a Sora
y la tiró por encima del hombro en un movimiento fluido mientras se ponía en
movimiento.
—Aquí vamos otra
vez —gritó Sora y se agarró a su cintura para mantener el equilibrio.
Los Elfos y Minwoo
corrían junto a Jungsoo, sin problemas para mantenerse al paso con el
hechicero.
El fuerte batir
de alas hizo que la cabeza de Sora golpeara. Su pulso se aceleró cuando miró a
los ojos de un dragón muy molesto.
—Si no te
importa, ¿podrías ir un poco más rápido, por favor? —Trató de gritar mientras
rebotaba en la espalda de Jungsoo.
—¿QUÉ? —Le oyó
gritar de regreso.
—¡RÁPIDO! ¡CORRE
MÁS RÁPIDO! —gritó ella.
Sintió a Jungsoo
aumentar su velocidad pero todavía el Draheim parecía estar ganándoles.
Sora bateó con
fuerza sus brazos hacia la bestia descomunal.
—Vete, vete,
vamos, no hay nada sabroso para comer por aquí.
Bueno, eso no
funciona tan bien como lo hace con el gato del vecino, pensó Sora. Su único
consuelo era que la criatura tuvo que quedarse justo por encima de la línea de
árboles. Su cuerpo monstruoso no encajaría entre los árboles. De repente, un
rugido feroz llenó el aire.
—¡MUEVANSE!
—gritó Hyungsik. El grupo comenzó a zigzaguear entre y alrededor de los
árboles. Al igual que un equipo sincronizado, se movieron con tanta fluidez que
un observador habría pensado que realizaban una rutina ensayada.
—¿POR QUÉ ESTAMOS ZIGZAGUEANDO?
—gritó Sora. La respuesta llegó sin que
nadie hablara. Una llamarada ardiente golpeó el rostro de Sora mientras
observaba al dragón echar su cabeza hacia atrás y arrojar fuego de su boca.
—¿Estás
jodidamente bromeando? —gritó ella, esta vez, a nadie en particular—. No es
suficiente con que sea un enorme dragón volador, casi imposible de matar. No,
¡tenía que tener la ventaja añadida de respirar fuego!
—Bueno, es un
dragón después de todo —gruñó Jungsoo. Sora sintió que la levantaban desde
encima del hombro de Jungsoo mientras él la ponía sobre sus pies y vio que
habían llegado al claro. Jungsoo la empujó de nuevo a la cubierta de los
árboles y la señaló con el dedo—. Quédate aquí.
Ella cruzó los
brazos sobre el pecho mientras lo miraba fijamente.
—Voy a dejarlo
pasar ya que hay un maldito dragón gigantesco respirando fuego y volando detrás
de ti. —Jungsoo se dio la vuelta para ver a la bestia zambulléndose en el
claro.
Minwoo y los
Elfos habían levantado los arcos mientras permanecían como un frente unido
contra el Draheim.
Antes de que
cualquiera de ellos pudiera lanzar, el dragón rugió más fuego contra ellos. Se
lanzaron en diferentes direcciones apenas eludiendo el fuego. Minwoo hacía
señas con sus manos y su boca se movía mientras enfrentaba a los árboles y el
follaje que ahora ardían.
Sora observó con
asombro cuando un disparo de luz salió de las manos de Minwoo. La luz se
envolvió alrededor del fuego, encerrándolo en un capullo brillante.
Inmediatamente, el fuego comenzó a disminuir hasta que desapareció.
La cabeza del
dragón se dio la vuelta hacia Minwoo y Sora casi se echó a reír al ver la
expresión cómica en su rostro. Estaba segura que la bestia habría gritado: “¿Y
quién diablos eres tú?” si tuviera la capacidad de hablar.
El Draheim
aterrizó y el suelo tembló bajo su gran peso. Los Elfos se habían extendido
alrededor y estaban volviendo a apuntar con sus arcos. Pero, antes de que
pudieran soltar las flechas, el dragón se volvió bruscamente, usando su
poderosa cola larga para derribarlos de sus pies.
Sora se tapó la
boca al jadear.
—Ay, eso debe
haber dolido.
Jungsoo evitó la
cola y finalmente disparó una flecha. Sora contuvo el aliento mientras
observaba la flecha alzarse y alcanzar al dragón, solo para caer inútilmente al
suelo.
Jungsoo vio la
flecha que había disparado, y que ahora yacía en el suelo. Antes de tener
tiempo para digerir esta información, oyó la voz de Sora cuando ella gritó: “¡Ahí viene!”
Se volvió justo
a tiempo para ver la cola
destructiva dirigirse a su camino. Se lanzó hacia arriba con sus
poderosas piernas y rodó mientras saltaba por encima de la cola y aterrizó en
el suelo, rodando hasta que el movimiento se lo llevó. Corrió hacia donde
estaba Hyungsik apuntando con su arco hacia el cuello del Draheim.
—Le disparé y la
flecha rebotó —le dijo Jungsoo al Elfo.
—Hay que
apuntarle al cuello. Es el único lugar donde las escamas protectoras pueden ser
penetradas.
Jungsoo gruñó.
—¿No pensaste en
decirme eso antes de que estuviéramos esquivando su fuego y cola?
Hyungsik se
encogió de hombros.
—Eres un
hechicero; deberías saber estas cosas. —Soltó la flecha y voló con una
precisión exacta a las escamas más débiles del cuello.
La flecha se veía
tan pequeña e insignificante cuando perforó la piel dura, pero el estremecimiento
que recorrió a la bestia reveló el poder detrás del arma. Rugió con ira,
estampando sus pies en el suelo, haciendo que los Elfos lo esquivaran de
izquierda a derecha. Minwoo por poco no fue aplastado como un bicho mientras
rodaba bajo el dragón. Las flechas comenzaron a volar en una sucesión rápida
mientras se aprovechaban de la distracción causada por el disparo de Hyungsik.
Fuego voló de la
gran boca de la bestia, y su cuerpo se balanceó con cada flecha que le atravesó
el cuello. Minwoo logró correr por debajo de su vientre y comenzó a enviar más
luz mágica para apagar las llamas antes de que pudieran propagarse en el bosque
circundante.
A medida que más
flechas penetraban el cuello del Draheim, la cosa comenzó a caer, rugiendo, y
agitándose salvajemente. La sangre comenzó a brotar de las heridas,
derramándose sobre el hechicero, Elfos, y Fae por igual.
Sora vio la
bestia debilitarse y parte de ella le dolió al pensar en la vida dejando a otro
ser vivo. Inconscientemente, salió desde la cubierta del bosque, deseando que
hubiera alguna manera de que pudieran perdonar al dragón, pero sabiendo que no
era posible.
El Draheim no
pertenecía a este mundo, y, de acuerdo con Minwoo, se había convertido en algo
malo. El mal no podía ser perdonado. Se extendería como el fuego que fue
arrojado de las fauces del animal y quemaría todo a su paso. Ella no se había
dado cuenta de lo lejos que se había aventurado de los árboles hasta que de
pronto, un par de brillantes ojos de serpiente se habían centrado en ella.
Sora se detuvo en
seco cuando el aliento en sus pulmones se tornó difícil de expulsar. Observó
impotente cuando, en un evidente último esfuerzo abandonado, el enorme Draheim
se abalanzó sobre ella, expulsando llamas de su boca.
La sangre de Sora
latió fuertemente en su cabeza, amortiguando su audición. Oyó, no sintió, el
rugido a cascada de la bestia por encima de ella. Cayó antes de que las llamas
pudieran engullirla y su mandíbula pudiera golpear su cuerpo.
El monstruo cayó
al suelo con un golpe muy duro, sacudiendo la tierra. El Draheim soltó una vez
más un rugido atronador, que se unió a las llamas malvadas, antes de detenerse
a pocos metros delante de Sora.
Los ojos de Sora
se abrieron de par en par cuando vio las llamas rodando hacia ella. En su mente,
se gritaba a sí misma para mover los malditos pies, pero solo se quedó allí.
Cerró los ojos al sentir el calor de las llamas en su cara, su cabello siendo
soplado detrás suyo por la fuerza. Estaba segura que se iba a freír como una
patata frita en cualquier momento. Todo en lo que podía pensar era que esperaba
que Teuk estuviera bien, y que fuera a vivir una vida larga y feliz.
Esperó, congelada
en su lugar.
Después de unos
momentos, cuando no pasó nada, por fin abrió los ojos. Podía ver a Jungsoo corriendo
por ella. Los otros Elfos rodeaban a la gran bestia, asegurándose de que ya no
era una amenaza. Sora se dio cuenta que la bestia todavía respiraba. Vio las
llamas parpadear, moviéndose a pocos centímetros de su cara.
Había un escudo
de luz brillante protegiendola de las llamas. El rostro de Sora se iluminó con
una gran sonrisa mientras giraba la cabeza para ver a Minwoo apuntando una mano
en su dirección. Ella dio a Minwoo un leve asentimiento de agradecimiento justo
cuando unos enormes brazos se envolvieron a su alrededor, tirando de ella hasta
que sus pies ya no tocaban el suelo. Sacó los brazos del agarre y los envolvió
alrededor del cuello de Jungsoo.
Él hundió la cara
en su cuello, respirando profundo, sintiendo su pulso contra sus labios. Viva,
pensó él, está viva.
—¿Por qué no
corriste? —gruñó él mientras apartaba la cara para mirarla. El aliento de Sora
se atascó cuando vio las emociones arremolinarse en sus ojos amarillos—. Te
estaba gritando que corrieras, Sora. ¿Por qué no corriste?
Sora lo besó. Él
no necesitaba sus palabras, él necesitaba la seguridad de que ella estaba allí,
con él, en sus brazos. Jungsoo se aferró a ella como si su vida dependiera de
ello. Él inhaló profundo y saboreó con todo lo que tenía.
Todo el infierno
se estaba desatando alrededor de ellos, pero en ese momento, solo eran ella y
él. Sora finalmente se retiró y apoyó la frente contra la suya mientras trataba
de recuperar el control de su respiración entrecortada.
—Me alegro de que
estés vivo también. —Ella le sonrió.
Jungsoo cerró los
ojos mientras las imágenes de lo que podría haber sucedido pasaban por su
cabeza como una película de terror horripilante.
—Oye. —La voz de Sora
rompió a través de sus pensamientos caóticos—. Estoy aquí. Sé que debería haber
corrido y les estaba diciendo a mis piernas de pollo que lo hicieran, pero no
se movían. Solo permanecí allí como si estuviera ansiosa por ser asada.
Los labios de Jungsoo
se elevaron levemente, mientras la miraba fijamente a los ojos.
—Entonces, ¿estás
bien? —le preguntó suavemente, mientras su frente se fruncía con preocupación.
Ella asintió.
—Estoy bien.
¿Cómo está todo el mundo? —preguntó ella, mirando por encima de su hombro.
Jungsoo la dejó
en el suelo y la tomó de la mano mientras se dirigía hacia donde Hyungsik y Minwoo
estaban de pie. Todos estaban observando a la gran criatura tumbada delante de
ellos, su respiración superficial.
—¿Hay algo que
podamos hacer para evitar que sufra? —preguntó Sora.
Minwoo se
adelantó y colocó una mano sobre su enorme cabeza. Los brillantes ojos se
centraron en él y Minwoo pudo sentir la paz que el animal estaba buscando. No
quería esa existencia por más tiempo, no quería ser lo que era.
—Shh —le dijo con
suavidad—, ya se acabó. Puedes descansar. —él le envió un impulso de magia y
con un último aliento, él se quedó quieto.
Sora sintió un
hormigueo en el rostro. Ella miró la sangre que empapaba sus ropas, apelmazada
en salpicaduras de color rojo brillante que habían caído del dragón. Su boca se
abrió cuando todos los rastros de la fuerza vital de la bestia desaparecieron
de ella y de la ropa de sus compañeros, evaporándose con un parpadeo.
Estos lobos de veras...lo que sea por tener a sus parejas,juegan sucio...y como dije,no los culpo.
ResponderEliminarNi tampoco a las parejas...creo que ya no me molesta tanto.
Es feo que me guate verlos sufrir así...no sufrir,pero me da risa lo que los lobos hacen para conseguir derribas a sus parejas.
Siwon incitando a Hee
Junjin esperando la oportunidad
Kangin seduciendo a Teuk
Hyuk adentrandose a los sueños de Hae y hacerlo sentir así.
Y el hechizo de la bruja que no llega
Pobre dragón...al menos el quería su paz,no quería seguir teniendo esa oscuridad en el.
Ah...me sentí como Sora,esperando una posibilidad de que lo pudieran salvar.