Leeteuk estaba sentado en una silla borgoña cerca de una ventana con pesadas cortinas. Miró alrededor, a la formal y elegante mansión. A diferencia de su hogar, no había nada atrayente allí. Hablaba de un hombre que era implacable y formidable, pretencioso y condescendiente. Frío. Incluso un poquito maligno y alarmante.
Todo
lo que le habían dicho que esperara de Choi Siwon.
¿Cómo
se había enganchado Heechul con un hombre semejante? Su hermano no era ninguna
de esas cosas.
Bueno,
Heechul podía ser maligno, pero en el caso de su gemelo esa era una cualidad
casi encantadora.
Pareció
tomar una eternidad hasta que escuchó a Heechul bajando las escaleras.
—¡Heechul!
El
tono susurrado era implacable y dominante.
Cuando
Heechul no atacó con una cáustica réplica, Leeteuk se levantó para investigar.
Se mantuvo en las sombras, para poder observar a Siwon con Heechul en las
escaleras.
Estaba
vestido con pantalones negros y una camisa negra con algunos botones
desprendidos. Su rostro era elegantemente esculpido. Perfecto.
Poder
y control emanaban de cada parte de él. Este definitivamente no era el tipo de
hombre que atraía a Heechul.