Heechul le gruñó a Siwon mientras subía al auto.
—Eres
difícil de convencer, ¿sabes?
—Me
han dicho cosas peores.
La
mirada de Heechul se volvió seria y triste.
—Lo
sé. Pero nuevos tiempos están llegando para ti. Sacaré ese palo de tu culo, y
esta noche vamos a relajarnos, patear traseros de Daimon, y…
—¿Discúlpame?
—preguntó en un tono ofendido—. ¿Sacarás el qué de mi qué?
—Me
escuchaste —le dijo, con una sonrisa traviesa—. Sabes, la mitad del problema
que la gente tiene contigo es que no ríes mucho, y te tomas a ti y a todo lo
demás demasiado en serio.
—La
vida es seria.
—No
—dijo, con la pasión brillando en su mirada—. La vida es una aventura. Es
emocionante y terrorífica. A veces incluso es un poquito aburrida, pero jamás
debería ser seria —Heechul vio la duda en sus ojos. Él estaba tan
desacostumbrado a confiar en la gente y, por alguna razón, quería que confiara
en Heechul—. Ven conmigo, General Siwon, y déjame mostrarte lo que la vida
realmente puede ser, y porqué es tan condenadamente importante que salvemos al
mundo.
Lo
observó mientras él abría la puerta del auto como si estuviese tocando el pañal
sucio de un bebé. Jamás había visto a alguien haciendo tantos gestos de
desprecio. Era bastante impresionante.
Pero
él no dijo nada más mientras subía al auto, y Heechul ponía un cambio y salía
rápidamente por la orilla de la acera.
Cuando
uno era inmortal, la frescura de la vida tenía un modo de morir aún más rápido
que el cuerpo. Mientras los siglos se mezclaban, era fácil olvidar el lado
humano. Recordar porqué la humanidad necesitaba ser salvada.
Era
difícil recordar cómo reír. Pero, la risa y Siwon eran prácticamente
desconocidos. Antes de Heechul, jamás había compartido la risa realmente con
nadie.
Heechul
tenía el entusiasmo de un niño. De algún modo, se las había arreglado para aferrarse
a sus ideales de juventud incluso frente a un mundo que no la aceptaba
completamente. Verdaderamente no le importaba lo que él, o nadie más, pensara.
Pasaba su vida haciendo lo que necesitaba hacer y manejando todo en sus propios
términos.
Cómo
envidiaba eso. Era una fuerza poderosa para tener en cuenta. Siwon rió a pesar
de sí mismo.
—¿Qué?
—preguntó Heechul mientras giró con el auto tan rápido en una esquina que
prácticamente arrojó a Siwon sobre su propio asiento.
Él
se acomodó.
—Estaba
pensando que alguien debería llamarte Huracán Heechul.
El
resopló.
—Llegas
demasiado tarde. Mi madre ya lo hizo. En realidad, me llamó de ese modo la
primera vez que visitó mi habitación en la universidad, y vio el caos que
producía sin Leeteuk recogiendo todo detrás de mí. Deberías estar agradecido
que, después de doce años viviendo solo, finalmente aprendí a acomodar mis
cosas.
Tembló
ante el pensamiento.
—Verdaderamente,
estoy agradecido.
Dobló
el auto bruscamente hacia el estacionamiento y lo metió en un espacio de
aparcamiento que en realidad no se suponía que lo fuera.
—La
policía remolcará el auto.
—Nah
—dijo mientras lo cerraba y colocaba un pequeño medallón de plata sobre el
tablero, con su nombre grabado en él—. Esta es la ruta de Ed, y él sabe lo que le
conviene. Haré que mi hermana lo embruje a él y a su hermano si lo intenta.
—¿Ed?
—Uno
de los policías asignados a este sitio. Vigila por mí. Solíamos ir a la
secundaria juntos, y salió con mi hermana mayor, Karma, durante años.
—¿Tienes
una hermana llamada Karma? —preguntó Siwon.
—Sí,
y es muy apropiado. Tiene una desagradable tendencia a regresar y lastimar a
cualquiera que le haga daño cuando menos lo esperan. Es como la enorme y negra
araña, esperando —las palabras no eran ni remotamente tan divertidas como el
gesto que Heechul hizo, levantando las manos y mordisqueando como un ratón
rabioso—. Justo cuando piensas que estás a salvo de su furia…¡bam! —golpeó las
manos—. Te hace caer y quedas tirado en el piso, sangrando profusamente.
—Espero
que estés bromeando.
—Para
nada. Es una mujer pavorosa, pero la quiero.
Siwon
bajó del auto y se detuvo mientras se le ocurría algo. Cada vez que se daba
vuelta, Heechul aparecía con otro pariente.
—¿Cuántas
hermanos tienes?
—Ocho.
—¿Ocho?
—preguntó, sorprendido por el número.
No
era ningún milagro que no pudiese mantenerlos en orden. Se preguntaba cómo lo
hacía.
Heechul
asintió.
—Boa.
Judith y Leeteuk, los conoces. Luego está Inyoung, Miinah. Heejin, EHyungjoonerina,
y Karma — Siwon silbó bajo ante su acto de pasar lista—. ¿Qué? —preguntó Heechul.
—Sólo
estoy compadeciendo a cualquier pobre hombre que haya vivido en esa casa con
todos ustedes. Debe haber sido verdaderamente terrorífico al menos una semana
de cada mes.
—
Bueno, a decir verdad, mi padre pasaba mucho tiempo en el trabajo durante esa
época del mes, y se aseguraba que nuestras mascotas fueran machos, para no
sentirse tan terriblemente superado en número. ¿Y tú? ¿Tenías alguna hermana o
hermano joven?
Él
sacudió la cabeza mientras Heechul se unía del lado del pasajero y se
encaminaban hacia la calle Decatur.
—Sólo
tenía hermanos.
—Epa,
imagina si tu padre se hubiese casado con mi madre, hubiésemos tenido a la
Tribu Brady.
Siwon
se burló de él.
—Difícilmente.
Créeme, mi familia hacía que los Borgia pareciesen Ozzie y Harriet.
Heechul
levantó la cabeza y lo miró.
—Para
un hombre que se enorgullece de ser remilgado y correcto, conoces a muchos
íconos populares —Él no hizo ningún comentario—. ¿Cuántos hermanos tenías?
—preguntó, sorprendiéndolo con su rápido regreso al tema anterior.
Intentó
no responder y, sin embargo, lo dijo antes de poder detenerse.
—Hasta
un par de años atrás, pensé que tenía sólo cuatro.
—¿Qué
sucedió entonces?
—Descubrí
que Yesung también era uno de ellos.
Heechul
frunció el ceño ante su revelación.
—¿Cuando
estabas vivo no lo sabías?
La
culpabilidad y la rabia desgarraron a Siwon ante su inocente pregunta.
Realmente debería haberlo sabido. Si tan solo se hubiese molestado en observar
a Yesung cuando eran humanos…
Pero
bueno, era hijo de su padre.
—No
—dijo él tristemente—, no lo sabía.
—¿Pero
lo conocías?
—Era
esclavo en nuestra casa.
Heechul
parecía espantado.
—¿Pero
era tu hermano? —Él asintió. Heechul se veía tan confundido como él había
estado la noche en que se enteró de la verdad—. ¿Cómo podías no saber?
—Tú
no comprendes el mundo en que vivía. Uno no cuestionaba ciertas cosas. Cuando
mi padre hablaba, eso era la verdad. Uno no miraba a los sirvientes, y Yesung…
no estaba reconocible en esos días.
Heechul
sintió una ola de dolor tan profunda que le hizo sufrir junto con él. Envolvió
el brazo alrededor del suyo y lo pellizcó suavemente.
—¿Qué
estás haciendo? —le preguntó Siwon.
—Me
quedo junto a ti para que Yesung no te golpee otra vez con un rayo. Dijiste que
no lastimaría a gente inocente, ¿verdad?
—Sí.
El
le sonrió.
—Llámame
Escudo.
Siwon
sonrió a pesar de sí mismo, mientras ponía una mano sobre el antebrazo de Heechul.
—Eres
tan extraño.
—Sí,
pero estoy comenzando a agradarte, ¿cierto?
—Sí,
así es.
La
sonrisa de Heechul se ensanchó.
—Nosotros,
somos hongos. La próxima vez que lo pienses, en realidad te gustaré.
El
problema era que ya le gustaba. Mucho más de lo que debería.
—¿Adónde
vamos? —preguntó Siwon mientras lo llevaba lejos de donde podrían cruzarse con
alguno del equipo que lo odiaba cada vez que respiraba.
—Bueno,
aún es temprano, así que pensé en hacer chequeo anticipado del perímetro,
seguido por una intensa búsqueda en un club al que estoy seguro que jamás entraste.
A muchos de los Apolitas les agrada frecuentarlo, y he barrido a varios Daimons
allí, y cerca de ese sitio.
—¿No
es ese uno de los clubes que Shindong frecuenta?
—Sí,
pero como está en los cementerios, tengo la sensación de que los Daimons se congregarán
donde piensen que estarán a salvo.
Siwon
no podía discutir eso.
—¿Tienes
hambre otra vez? —preguntó incrédulo, mientras Heechul entraba a un restaurante.
—No.
—Entonces,
¿por qué estamos aquí?
—No
te preocupes por eso.
Fue
hacia el mostrador y pidió cinco comidas para llevar.
Siwon
estaba completamente desconcertado mientras miraba alrededor, de lo que la
mayoría de la gente llamaría, un sitio “hogareño”. Tenía manteles de plástico a
cuadros rojos y blancos, y pequeñas mesas y sillas que cualquiera podía
encontrar en una casa normal.
Definitivamente,
no era el tipo de lugar en que Siwon comía, pero era del gusto de Heechul.
Cuando
las órdenes estuvieron listas, Heechul las tomó y salió de regreso a la calle.
Siwon
lo siguió, intrigado por lo que iba a hacer con ellas.
Su
curiosidad terminó en un callejón oscuro. Dejó las bolsas de comida y luego lo
tomó del brazo para apartarlo. Siwon escuchó a la gente escabulléndose en la
oscuridad.
—Alimentas
a los indigentes —dijo él, tranquilamente. Heechul asintió—. ¿Lo haces con
frecuencia?
—Cada
noche, más o menos a esta hora.
Él
lo hizo detener y lo miró fijamente.
—¿Por
qué?
—Alguien
debe hacerlo —cuando él abrió la boca para hablar, le cubrió los labios con la
mano—. Conozco todos los argumentos, Won. ¿Por qué deberían trabajar cuando hay
gente como yo dispuesta a alimentarlos gratis? No puedes salvar al mundo. Deja
que otro se ocupe de ellos, etc. Pero no puedo hacerlo. Cada noche, cuando
vengo aquí, sé que están allí y que sufren. Uno de los hombres, Martin, fue una
vez un prominente empresario al que enjuiciaron y perdió todo. Su esposa se
divorció de él y se quedó con los niños. Y como había abandonado la secundaria,
y tenía cincuenta y seis años cuando fue a bancarrota, nadie lo contrataba.
Trabajó para mí en mi tienda, pero no era suficiente para mantenerse, y no
quería aceptar caridad, así que dormía en los callejones. Realmente quería
aumentarle el sueldo pero, si lo hacía, tendría que hacer lo mismo con todos, y
no puedo permitirme pagarle a cada empleado de medio tiempo de mi tienda
treinta mil dólares por año.
—No
iba a decir nada de eso, Heechul —dijo él con calma—. Sólo quería decirte que
tu compasión por otras personas me abruma.
—Oh
—le ofreció una débil sonrisa—. Es que estoy acostumbrado a que la gente
condene todo lo que hago.
Él
levantó la mano de Heechul hasta sus labios y besó sus nudillos.
—No
te condeno, joven señor mío. Simplemente
te admiro.
La
sonrisa de Heechul se hizo completa y lo apabulló. Le apretó la mano e hizo la
cosa más inesperada del mundo. Puso su brazo alrededor de la cintura de él y
comenzó a caminar por la calle.
Siwon
se sentía tan raro. Había visto a amantes hacer esto durante siglos, pero jamás
había tenido a nadie que lo hiciera con él. Vacilando, envolvió su brazo
alrededor de sus hombros de y simplemente dejó que el calor de su cuerpo y su
tacto se filtraran en él.
No
había palabras para lo que sentía ahora mismo. Era una cosa muy ordinaria lo
que estaban haciendo. La gente no debería tocarse tan íntimamente en público.
Y, sin embargo, jamás había sentido algo mejor que tener a esta extraña mujer a
su lado.
No
hablaron mucho mientras atravesaban la oscura ciudad donde los humanos hacían
sus cosas, inconscientes del peligro que pendía sobre ellos. Era inquietantemente
pacífico.
Era
apenas pasada la medianoche cuando llegaron al club. Era oscuro y poco
atrayente, completamente distinto a la mayoría de los lugares para turistas que
incitaban a entrar al público en general.
Heechul
lo condujo por un extenso callejón que era angosto y un poquito espeluznante.
—Hola,
Hee —lo saludó un hombre afroamericano alto, mientras chequeaba las
identificaciones de una pareja frente a ellos.
Tenía
la cabeza rasurada, con tatuajes que marcaban cada centímetro de piel expuesta…
incluso sus manos.
—Hola,
Ty —dijo Heechul—. ¿Cómo van las cosas esta noche?
—Nada
mal —dijo él guiñando el ojo mientras hacía pasar a la pareja—. ¿Quién es tu
amigo? —preguntó, estudiando a Siwon con el ceño fruncido.
—Won.
También es amigo de Shin y Simi.
—No,
¡mierda! —dijo antes de extender su mano hacia Siwon—. Encantado de conocerte.
Siwon
estrechó su mano.
—A ti también.
—Diviértanse
y, Hee, nada de armas esta noche, ¿trato hecho?
—Sí,
sí. Nada de derramamiento de sangre. Entendí.
Una
vez dentro del club, Siwon quedó desconcertado ante el mar de humanos vestidos
de negro. Parecía una convención de Dark Hunters. Era extremadamente fácil
distinguir a los turistas que habían tropezado inadvertidamente con el club, o
quizás habían sido desafiados a entrar. Había más perforaciones corporales y
tatuajes en ese salón que los que había visto en dos mil años de vida.
Muchos
de los clientes fijos conocían de vista a Heechul.
—Hola,
Vlad —dijo Heechul a un hombre alto y demacrado, con la piel tan pálida que era
translúcida.
Vestía
una camisa blanca con volados, una chaqueta de smoking de terciopelo rojo
sangre y pantalones negros. Su largo cabello negro colgaba alrededor de su
rostro enjuto, y sus ojos estaban cubiertos por un par de anteojos de sol
redondos.
—Buenas
noches, Heechul —dijo el hombre, antes de sonreír para mostrarle a Siwon un par
de colmillos.
Los
saludó con un trago de brandy que parecía que contenía sangre. Sus sentidos de
Dark Hunter le dijeron a Siwon que era vodka rojo. Los largos y delgados dedos
de Vlad estaban cubiertos por garras de plata.
Siwon
sintió la necesidad de reír y mostrarle al hombre su propio par de colmillos
reales, pero se contuvo.
—Vlad
es un vampiro del siglo XV —le dijo a Siwon.
—Hijo
de Vlad Tepes y nombrado por mi estimado padre —explicó Vlad en un simulado
acento de Transilvania.
—¿De
veras? —dijo Siwon—. Eso me parece fascinante, ya que el único hijo varón de
Vlad, Radu, fue asesinado por los Turcos cuando tenía dieciocho años. El único
sobreviviente de Vlad fue una hija, Esperetta, que ahora vive en Miami.
“Vlad”
puso los ojos en blanco.
—En
serio, Heechul, ¿dónde encuentras a esta gente?
Siwon
rió mientras el falso vampiro se alejaba. Heechul se unió a él.
—En
serio —dijo, calmándose—. ¿Hay algo de verdad en toda esa porquería que acabas
de largar?
Él
asintió.
—Pregúntale
a Shin. El esposo de Retta fue convertido en Dark Hunter por 1480, eso creo, y
ella lo siguió. Su esposo es uno de los pocos Dark Hunters que me habla en un
tono civilizado.
—¡Genial!
—Heechul se quedó atrás mientras otra princesa gótica pasaba entre ellos.
Señaló una escalera con la cabeza—. Hay tres bares aquí, y un área llamada
Library. Los Daimons generalmente se encuentran rondando el Library o el Sound
Bar. Los otros dos son el Main Bar y el Afrodita. Oh, y probablemente debería
advertirte que Eros y Psyche tienden a frecuentar el bar Afrodita también, así
que seguramente quieras dejarme ese a mí, en caso que aparezcan.
—¡Hey,
Hee! —dijo una rubia regordeta mientras agarraba a Heechul en un avasallador
abrazo—. ¿Has visto algún vampiro esta noche?
—Hola,
Carly —dijo, echando una mirada divertida a Siwon—. Esta noche, no. ¿Por qué?
—Bueno,
si encuentras uno, envíalo hacia mí. Estoy preparada para ser mordida y
convertida en inmortal.
Heechul
puso los ojos en blanco.
—Ya
te dije que no pueden hacer eso. Es un mito de Hollywood.
—Sí,
bueno, quiero ser mitificada. Así que, si encuentras uno, dile que estoy en la
Biblioteca, esperando.
—Está
bien —dijo, asintiendo—. Lo haré.
—Gracias,
muñeco.
Siwon
se frotó la ceja mientras la mujer rubia los abandonaba.
—Conoces
a mucha gente interesante.
Heechul
se rió de él.
—Eso
lo dice alguien que recibe órdenes de un hombre que ha estado en la tierra durante
casi doce mil años, sin mencionar que en realidad conoces a la hija del Conde
Drácula. No quiero escuchar eso de ti, compañero.
Tenía
un punto por eso.
—¿Podrías
relajarte? —le levantó el cuello del abrigo antes de desatar y comenzar a
desordenar su cabello.
—¿Qué
estás haciendo?
—Intentando
hacer que te mezcles. Ciertamente ayudaría que no te vieras como si estuvieses
estreñido ahora mismo.
—¿Perdón?
—Vamos
—dijo, pasando la mano sobre su boca mientras intentaba suavizarla—. Deja de
fruncir el labio y de verte como si tuvieses miedo de contagiarte algo. No es
que puedas morir, o algo así.
—Eres
tú quien debería estar preocupado.
Ella
le hizo un sonido rudo.
—Esto
lo dice un hombre cuya
cultura en realidad inventó
la bulimia. Dime,¿cuántas veces
visitaste el viejo vomitorium?
—No
todos hacíamos eso, gracias.
—Sí,
claro.
Se
apartó.
Siwon
apresuró el paso para alcanzarlo. Lo último que deseaba era quedarse solo con
la rareza de la gente que estaba reunida en este sitio. Claro, no podía
lastimarlo pero, sin embargo, eran perturbadores. No podía imaginar por qué Shindong
prefería “pasar el tiempo” en un lugar como este. Era tan bullicioso que no
podía escuchar sus propios pensamientos. Las luces causaban estragos a su
vista, y la decoración de esqueletos y murciélagos…
Simplemente
no era un sitio donde pasaría su tiempo libre, si tuviese alguna opción en ese
aspecto.
Pero
Heechul se mezclaba con un extraño tipo de conformidad. Este era su ambiente.
Su gente y su cultura.
No
había nada rígido en nadie aquí.
Él
lo condujo hacia la pista de baile, donde fue saludado por una mujer con un
mohawk extremadamente alto y azul eléctrico.
Siwon
observó con horror cómo Heechul corría a través de la pista para bailar con la
mujer, y lo que parecía ser un hombre vestido en plástico brillante, que estaba
sostenido a su cuerpo por enormes hebillas plateadas. Los ojos y labios del
hombre estaban pintados de negro y su cabello se veía como si jamás hubiese
sido cepillado.
Heechul
no parecía notarlo, mientras se balanceaba con la bulliciosa y aplastante
música. Era tan adorable.
No
le importaba quién lo observara. No había cosas tales como el decoro o reglas
que la reprimieran.
Simplemente
era él. Y lo amaba por eso.
Riendo
por algo que el hombre había dicho, descendió rápidamente hacia el suelo, y
luego ascendió con un flexible ritmo que encendió más fantasías de las que Siwon
hubiera creído posible. Cada parte masculina en él estaba consciente de Heechul.
Consciente de la suavidad de su rostro, del modo en que las luces volvían su
piel luminiscente.
El
modo en que su cuerpo se movía como líquido ante el martilleante sonido.
Entonces
Heechul lo miró. En el instante en que sus ojos se encontraron con los de él,
su entrepierna dio un tirón, con una necesaria anticipación.
Sonriendo,
Heechul dobló el dedo, indicándole que se acercara.
Siwon
en realidad dio un paso adelante antes de poder detenerse. Bailar no era algo
que hiciera en público. Como romano, su padre había pensado que era burdo y
bajo, y le había prohibido a todos tomar parte de eso. Como Dark Hunter, jamás
había pensado en aprender.
Renuente
a avergonzarlo frente a sus amigos, dio un paso atrás.
Heechul
se detuvo, y luego dijo algo al hombre y a la mujer. Besó al hombre en la
mejilla y abrazó a la mujer, entonces se unió a él.
—Déjame
adivinar, ¿los romanos no tienen ritmo?
—Ninguno
que desee compartir.
La
sonrisa de Heechul se amplió aún más.
—Pondría
eso a prueba, pero habiéndote visto bailar, yo… —su voz se fue desvaneciendo
mientras su mirada pasaba por encima del hombro de él.
Siwon
giró la cabeza para ver lo que le había paralizado. Divisó a los Daimons
instantáneamente. Había cinco de ellos.
Y
se encaminaban hacia la salida con un pequeño grupo de mujeres.
Heechul
fue hacia los Daimons sin pensarlo, hasta que Siwon lo hizo detener.
—¿Qué
estás haciendo? —le preguntó, indignado.
—Es
una trampa.
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