Leeteuk no podía
decir que no estaba nervioso mientras Kangin lo llevaba a su habitación en la mansión. Cuando Kangin
había terminado ese beso y le habló, se dio cuenta que Kangin no estaba a cargo y el lobo estaba
en control. Al llegar a la puerta, Kangin se volvió y lo miró.
—No tengas miedo,
estoy aquí. Estoy en control, pero el lobo se ha adelantado porque los Ritos de Sangre son una
unión entre el lobo y su pareja, tú. No vamos a hacerte daño, Leeteuk.
Teukkie le sonrió
y se inclinó para besarle suavemente los labios.
—Compañero, confío
en ti —susurró.
Un gruñido bajo
retumbó desde Kangin mientras suavemente lo metía en la suite. Teukkie podía
oler
flores y cuando
miró hacia el suelo supo por qué. Había un senero de pétalos de rosa que
conducían
a la suite. Había
estado en su habitación varias veces en las últimas dos semanas. Básicamente
era
como una suite de
hotel, sólo que muy lujosa.
Tenía una sala de
estar con chimenea, la cual Teukkie se dio cuenta que tenía una manta extendida
frente a ella con
una cesta llena de comida. La suite también tenía una pequeña cocina y un
comedor.
Mientras seguían
el camino de pétalos de flores en el suelo se encontró admirando todas las
velas
encendidas por
todas partes que emitían un resplandor suave. Al llegar a la habitación que Teukkie
sabía era donde Kangin
dormía, sintió su estómago caer a sus pies y su respiración acelerarse.
Kangin abrió la
puerta y la visión momentáneamente le quitó a Teukkie los miedos y lo dejó sin
aliento. Había velas de
diferentes formas y tamaños en todo el lugar. Tenía que haber cincuenta o más.
La cama estaba cubierta
con una colcha que Teukkie nunca había visto; era una colcha con dos lobos en
el centro.
lobo grande
mientras la protegía. Era una hermosa colcha y lo decía todo. Al mirar
alrededor de la
habitación, Kangin
se alejó de él. Lo vio tomar un cuenco de agua que estaba en una placa de
calentamiento y colocarlo
sobre la mesa de noche. Junto a ello colocó varias toallas. Él debió de sentir su confusión
porque se volvió y le sonrió.
—Es para limpiar
las marcas de mordeduras, amor, eso es todo.
Teukkie sintió
calor correr por su cuello y cara ya que él lo había recogido de sus
pensamientos.
Se sentó en la
cama y miró a Kangin, sorprendida por su propia confianza mientras lo miraba a
sus hermosos ojos.
—Entonces, ¿cómo
funciona esto?
—Tendrás que
desvestirte, amor —le dijo Kangin, con los ojos brillando con malicia. Luego
agregó— Si lo deseas,
puedes ir al cuarto de baño y allí hay una bata para ti.
Teukkie le sonrió.
—Eres malo, ¿lo
sabías? Tratando de asustar a un joven inocente, deberías estar avergonzado.
Kangin lo tomó de
la mano y se la besó antes de que pudiera alejarse.
—Debería estarlo,
pero no lo estoy.
Teukkie sintió los
ojos de Kangin en él mientras se retiraba al baño a cambiarse.
Unos minutos más
tarde, salió con una bata blanca de felpa que le llegaba a las rodillas. Con la
cabeza gacha, los ojos
entornados, no podía evitar sentirse vulnerable sabiendo que no había nada
debajo de la bata. Sin
embargo, se recordó una vez más, como lo había hecho cientos de veces, mientras
estaba en el cuarto de
baño, Kangin era su esposo y su compañero. Oyó la inhalación de Kangin y
finalmente alzó la vista.
Su mandíbula había
caído abierta, los ojos muy abiertos mientras lo veía de la cabeza a los pies y
viceversa. Teukkie
nunca se había sentido más hermoso.
«Nunca has estado más hemoso, amor.»
Oyó las palabras
de Kangin y aún en su mente sonaba sin aliento.
Él respiró hondo y
se pasó las manos por el cabello. Teukkie podía sentir lo agitado y lo
desesperado
que estaba por
completar los Ritos de Sangre, pero Kangin estaba tratando de ser amable con él.
Se acercó a él y
le tomó los brazos, tirando de ellos alrededor de su cintura para rodearle. No
sabía
qué hacer, así que
sólo dejó al instinto hacerse cargo. Lo miró a los ojos con toda la confianza
del
mundo. Inclinó la
cabeza y le expuso su cuello. Vio sus ojos brillar más fuerte y escuchó un
gruñido.
—¿Estás seguro de
que estás listo? —le preguntó Kangin, con la voz ronca por la emoción.
—Kangin, confío en
ti.
Lo sintió
acercándolo, y luego su mano tiró de la bata suavemente hasta que expuso su
cuello y
hombro. Sus dedos
trazaron las marcas de emparejamiento en su espalda, ya no se veían estropeadas
por las marcas de
garras, sanadas por completo y enteras.
Piel de gallina
erupcionó en toda la piel de Teukkie y se estremeció bajo su tacto. Él acunó su
nuca y
Teukkie lo sintió
colocar la nariz contra su piel y le oyó respirar profundo. Oyó un ruido sordo
en su pecho. Se tensó
brevemente y luego se relajó al sentir sus labios sobre su piel.
Él le dio suaves
besos desde su barbilla a su hombro luego de vuelta hasta el cuello justo
debajo de la
oreja. Teukkie
sintió sus labios abiertos y una caricia de su lengua, luego se escuchó un
gruñido profundo mientras un dolor
agudo le atravesó el cuello, y luego se había ido.
Todavía podía
sentir la boca de Kangin en él, pero donde primero sintió dolor ahora sentía
placer. Estaba haciendo a su
estómago hacer cosas raras. Se sintió empujando contra el cuerpo de Kangin y
oyó un suave gemido. Un
momento después se dio cuenta que los gemidos provenían de él. Debería haber estado avergonzado,
pero no podía hacerse a sí mismo sentir eso cuando este era su compañero, la
otra mitad de su alma
quien lo sujetaba.
Entonces Kangin se
estaba alejando. Envolvió sus brazos alrededor de su cuello desesperada por
traerlo de vuelta, pero Kangin
era más fuerte y continuó retrocediendo hasta que pudo ver su rostro. Teukkie vio las lágrimas
de él que corrían por sus mejillas y sintió en su corazón la intensidad de su
mirada.
La mirada cambió
bruscamente a preocupación mientras miraba a su cuello. Tomó una de las toallas
que había dispuesto y
lo sumergió en el agua caliente, exprimió el exceso, y la llevó a su cuello
para limpiar la sangre. Teukkie no
pudo evitar una mueca de dolor que cruzó su rostro cuando el agua tocó la
herida.
Kangin volvió
suavemente su cara a la suya.
—¿Te he hecho
daño?
—No, quiero decir,
dolió por un momento, pero luego… —Teukkie no sabía si podría incluso poner en palabras lo que
había sentido una vez que el dolor había desaparecido.
—¿Luego qué, mi
amor? —preguntó él.
¿Él no lo sabía?
¿No podía oír sus gemidos saliendo? Kangin se acercó más, su cuerpo rozando el
suyo.
—Sentí tu deseo
—susurró él—. Te he oído, mi amor. Sólo quiero oírte decirlo. Tan menudo evitas
este tema por completo,
que he estado empezando a pensar que tal vez no estabas atraído por mí.
Teukkie dejó
escapar una risa sin aliento.
—Mentiroso —bromeó—.
Después del dolor inicial, se sintió bien. No, se sintió enloquecedoramente
impresionante. —Kangin le sonrió a su compañero, pero Teukkie continuó
impertérrito—. Siempre te
he deseado, Kangin.
Simplemente nunca me he sentido cómodo hablando de ello. Pero ten por seguro
que después de
sentir tu boca hacer eso en mi piel… —Teukkie se estremeció ante el recuerdo—
, yo, sin duda, te
deseo, hombre lobo.
Kangin decidió no
torturarlo más con preguntas sobre sus afecciones físicas por él. En su lugar,
le
recordó que los
Ritos de Sangre aún no se habían completado.
—¿Estás listo, Angel?
—Teukkie tomó su mano y lo llevó hasta la cama. Teukkie lo empujó para que se sentara en el
borde. Con él sentado, su cara estaba al nivel de su cuello. Teukkie miró como Kangin desabrochó los botones
de su camisa blanca hasta que estaba abierta y luego se la sacó. Lo miró y aunque ya había
hecho esto dos veces, esta vez se sentía diferente, más íntimo.
Kangin se volvió y
expuso el cuello como lo había hecho él. Algo muy dentro de Teukkie se agitó a
la vista del cuello
descubierto. Sintió el deseo de marcarlo, reclamarlo, reclamarlo. Se inclinó
hacia Kangin y puso su brazo
alrededor de sus fuertes hombros.
Lo besó en la
mejilla y la mandíbula hacia abajo a su cuello, justo como él lo había hecho.
Lo besó hasta que su cuello se
encontró con su hombro. En ese punto el instinto se hizo cargo, la sangre lobo
de Teukkie se
presentó para reclamar a su compañero. Una vez más, como había sentido las dos
primeras veces que tomó la
sangre de Kangin, Teukkie sintió que sus dientes se alargaban un poco y cuando
se pasó la lengua a través
de ellos se dio cuenta que se sentían mucho más afilados. Antes de que pudiera
dejar de pensar en eso
abrió la boca y hundió sus dientes profundamente en la carne de Kangin.
Oyó un gemido
procedente del pecho de Kangin y luego el gruñido al que se había acostumbrado.
Kangin envolvió sus
brazos alrededor de su cintura y le atrajo hacia sí. Teukkie cerró los ojos
mientras disfrutaba de la sangre de Kangin.
Sintió algo, como si su alma estaba siendo tejida en la de Kangin. El vínculo,
pensó, el vínculo se
había completado.
Después de un par
de minutos sintió a Kangin apartándolo, de mala gana tuvo que ceder. Ninguno de
los dos habló
durante unos segundos. Teukkie mantuvo los ojos cerrados mientras su
respiración se
tranquilizaba.
Cuando abrió los ojos para mirar a Kangin vio la sangre que corría por su
cuello. Al igual que él había
hecho, mojó una de las toallas y limpió con cuidado la sangre. Kangin se sentó
allí en silencio, observando
cada movimiento que hacía.
Finalmente Teukkie
no pudo más con el silencio.
—¿Qué estás
pensando? —le preguntó.
—No tienes que
preguntar, Angel, sólo puedes mirar.
—Lo sé, pero
quiero que me lo digas. Quiero que compartas tus pensamientos conmigo sin que
tenga
que invadir tu
privacidad —explicó Teukkie.
—Soy tu compañero,
Leeteuk. Estamos vinculados. Tienes todo el derecho a invadir mi mente, pero si quieres que hable
entonces eso es lo que vas a conseguir. —Le sonrió y le agarró la mano para
tirarlo en la cama junto a
él. Kangin deslizó su espalda contra la cabecera de la cama.
Cuando se deslizó
para tirar a Teukkie contra sí, comenzó a resistirse.
—Quiero ser capaz
de mirarte mientras hablamos.
—En un momento, Angel.
Primero déjame abrazarte. Puedo sentir nuestra unión cada vez más fuerte
ahora que hemos
compartido nuestra sangre. Mi sangre está en ti ahora y siempre llevarás mi
olor.
Permíteme a mí y
al lobo abrazarte y disfrutar de nuestra esencia toda sobre ti.
Teukkie puso sus
ojos en blanco, pero accedió a sus deseos.
—Tu appa tenía
razón cuando dijo que eras posesivo, bárbaro autoritario.
—Nunca he dicho lo
contrario, mi amor —se burló Kangin de él.
Le atrajo hacia sí
y él apoyó la cabeza en su pecho, sus piernas dobladas contra su lado. Teukkie
sintió un ruido sordo en
su pecho y una sonrisa curvó sus labios mientras pensaba en decirle que
ronroneaba.
«No ronroneo, compañero, gorjeo.»
Teukkie miró a Kangin.
—Tu lobo está
haciendo eso cada vez más, ¿sabes?
—El vínculo es muy
fuerte ahora. Vas a sentirlo y a escucharlo más fácilmente ahora. Él está muy
enamorado de ti,
¿sabes? —le dijo Kangin. Teukkie apoyó la cabeza en su pecho y disfrutó de la
mano de Kangin frotando
arriba y abajo en su brazo.
—Se suponía que me
dirías lo que estás pensando, ¿recuerdas? —preguntó Teukkie.
—Estoy pensando en
cuán asombrado estoy de ti, de tu habilidad para tomar todo lo que ha sucedido
desde que nos
conocimos y aún sonreír, bromear, tomarme como tu marido y compañero. Me
podrías
haber dado la
espalda, correr por tu vida.
Kangin se detuvo
un momento y Teukkie simplemente esperó pacientemente para ver si iba a decir
algo más
— Estoy pensando
que soy el lobo más afortunado del mundo por haber encontrado un compañero
increíble.
—Es curioso que
—dijo Teukkie—, estuviera pensando lo mismo de ti. — Sintió a Kangin besar la
parte superior de su
cabeza y se acurrucó más cerca.
Teukkie le tendió
la mano izquierda y estudió la escritura en el anillo. Se acordó de las
palabras que
había dicho Kangin
que fueron grabadas en él y sintió que el calor le llenaba.
—Es la cosa más
preciosa que he recibido, Kangin. —La voz de Teukkie se llenó de asombro por el
hermoso regalo que
él le había dado. Recordó entonces que le había dicho a su padre que la segunda
ofrenda era algo
que él quería darle en privado—. Entonces, ¿dónde está mi segunda ofrenda, oh,
lobo mío? — le
preguntó Teukkie con voz altiva mientras se sentaba y se volvía para mirarlo.
—Oh, sí, acerca de
eso —comenzó él. Teukkie lo interrumpió rápidamente.
—Ni siquiera
intentes actuar como si no tuvieras algo, bola de pelos. — Golpeó su pierna
juguetonamente.
—¿Alguna vez te he
dicho que eres una cosita violenta? —le preguntó Kangin mientras abría el cajón
de la mesita de noche. Le entregó una caja envuelta en papel de color púrpura
con una simple cinta atada alrededor de ella. Teukkie desató la cinta y abrió
el paquete para encontrar una caja de zapatos.
—Um, zapatos.
Bien, muchas gracias —dijo Teukkie, tratando de mantener la confusión fuera de
su voz, sabiendo que estaba fallando miserablemente. El rostro de Kangin estaba
en blanco. Teukkie no podía leer ninguna emoción en él, ni podía agarrar nada a
partir de su vínculo.
—Los zapatos
representan mi habilidad para proporcionarte calzados para tus pies y tal vez
algún día para nuestros hijos. —Kangin se aclaró la garganta y continuó
balbuceando mientras seguía—. Ves, es importante que sepas que contarás con
algo en tus pies, por lo que…
Teukkie levantó la
mano para detener a Kangin de ir más lejos.
—No hay zapatos en
esta caja, ¿no?
Kangin negó una
vez.
—Ni uno solo.
Mientras Teukkie
empezaba a abrir la caja de Kangin, la oyó murmurar en voz baja:
—Peludo mentiroso.
Empezó a decir
algo en respuesta, pero se detuvo cuando vio la luz en el rostro de Teukkie,
tan
brillante como el
sol que rompe a través del rocío de la madrugada.
—¡Kangin! No puedo
creer que lo recuerdes —Teukkie sacó la primera copia de la edición de Cosas Que Nunca Te Dije de Marychuy D.. Lo sostuvo con reverencia y pasó la mano por encima de la cubierta.
—Ábrelo —oyó que Kangin
le dijo. Cuando abrió la tapa pudo sentir su sello ceder por primera vez, lo más reciente del
libro. Si fuera posible, su rostro se hizo aún más brillante a medida que veía
el autógrafo en la portada.
—Esto es tan
condenadamente increíble —le dijo Teukkie mientras cerraba el libro y se arrojó
en sus
brazos. Kangin se
sorprendió por el movimiento, pero lo atrapó con facilidad y la abrazó con
fuerza—. Gracias, gracias,
gracias —le oyó susurrar.
—Si hubiera sabido
que ibas a reaccionar de esta manera por un libro me habría propuesto con él en
lugar de con un
anillo —bromeó.
—El libro es
increíble, sin duda. Pero que hayas recordado algo tan aleatorio, sin embargo,
tan
importante para
mí, significa mucho. Tienes habilidades, hombre lobo. Importantes, locas
habilidades.
Kangin lo besó suavemente
en los labios y luego lo dejó alejarse de él.
Teukkie se sentó a
hojear el libro y se contentó con sólo mirarlo.
Teukkie finalmente
levantó la vista del libro cuando sintió que Kangin comenzaba a frotar su
espalda.
No pudo evitar la
gran sonrisa que se extendió por su cara. Él era de su Angel, podía sentir el
vínculo de su compañero cada
vez más fuerte ahora que los Ritos de Sangre se habían completado.
—¿Va a seguir
haciéndose más fuerte? —le preguntó Teukkie.
La frente de Kangin
se frunció mientras pensaba y se quedó callado por un momento.
—Por lo que mi
padre me ha dicho será más fuerte debido a los Ritos de Sangre, pero una vez
consumado el emparejamiento
será aún más fuerte.
Los ojos de Teukkie
se abrieron de par en par ante sus palabras, y Kangin se dio cuenta de cómo
había sonado.
—Leeteuk, no estoy
tratando de presionarte. Sé que dijimos que íbamos a hacer el amor una vez que
nos casáramos,
pero si no estás listo voy a esperar durante tanto tiempo como sea necesario.
Nunca voy a presionarte. ¿Me
crees? —le preguntó Kangin y la desesperación recubría su voz.
Teukkie lo miró.
—Creo en ti y te
quiero aún más por tu paciencia. Pero no es necesario. Estoy listo, Kangin.
Estoy listo para ser tuyo en
cada manera posible.
Kangin se congeló
por sus palabras, y luego una lenta sonrisa se extendió por su cara. Teukkie
sentía
esa sonrisa desde
el fondo de sus pies hasta la punta de su cabello. Él se puso de pie y Teukkie
observó mientras él comenzaba
a soplar las velas hasta que sólo había cuatro ardiendo, una en cada esquina de la habitación.
Kangin se acercó a
Teukkie. El inclinó la cabeza hacia atrás para mirarlo mientras la luz de las
velas bailaba con sombras sobre
su rostro. El aliento de Teukkie quedó atrapado cuando vio los ojos del lobo de
Kangin brillando azul.
Le tomó el rostro
entre sus manos y la besó suavemente, luego le susurró:
—No puedo creer
que estés aquí, y seas mío. —Su cuerpo tembló de emoción mientras lo miraba
fijamente a los
ojos—. Te amo, Kim Leeteuk. Te amaré hasta mi último aliento.
Dio un suspiro
tembloroso cuando lo sintió desatar la bata y lentamente empujarla por sus
hombros
hasta que cayó
suavemente en el suelo a sus pies.
Kangin nunca quitó
los ojos de él mientras lo tomaba en sus brazos. Cuando sus labios se reunieron
con los de Teukkie,
tembló por el contacto de piel con piel. Sintió sus manos en su espalda, sus
dedos
moviéndose
suavemente sobre su piel.
Kangin se retiró y
los dos estaban respirando dificultosamente mientras continuaba torturándola
con sus suaves caricias.
Kangin se rió de
sus pensamientos.
—No es una
tortura, amor —le dijo suavemente. Lo acercó a la cama y luego le levantó la
barbilla con los dedos para que
lo mirara a los ojos—. Quiero hacer el amor contigo, Angel. —Los ojos de Kangin continuaron
brillando mientras la miraba fijamente.
Y mientras Teukkie
sentía su amor fluyendo a través de su vínculo, envolviéndose a su alrededor y
llenándolo, supo que
estaba listo, listo para ser el compañero de Kangin. Finalmente.
—Entonces, ¿por
qué seguimos hablando? —susurró Teukkie. Se empujó hacia la cama con él y en
sus brazos, brazos que
siempre la sostendrían, siempre protegerían, y siempre la envolverían de amor.
Hee y Donghae se
sentaron en una de las mesas de la sala de reunión, la celebración llegando
lentamente a su
fin. Después de que Kangin y Teukkie se hubieran ido, Hyesung y Junjin habían
arrojado un infierno de
fiesta en honor al emparejamiento de su hijo.
Hee había bailado
hasta que tuvo ampollas en sus pies. Eventualmente, se había quitado la
chaqueta
que Siwon había
exigido que usara, pero había sentido el peso de su mirada fija en él toda la
noche.
Incluso ahora,
mientras escuchaba a Donghae divagar sobre todos los miembros de la manada que
había conocido, podía
sentir sus ojos.
Hee miró a su
alrededor por lo que pareció la enésima vez tratando de encontrar los ojos
dorados que
sabía que lo
mantenían en su visión. Pero al igual que las otras noventa y nueve veces no
podía verlo.
—¿Me estás
escuchando, Hee? —Oyó a Donghae preguntarle. Hee se volvió hacia su amigo y vio
sus ojos entrecerrados—. ¿A quién estás buscando, chico?
—A nadie —mintió Hee.
—Ajá, claro. Y yo
soy la maldita hada madrina.
—Bueno, me
gustaría que cumplieras un par de mis peticiones entonces, en vez de estar por
aquí
ladrando —bromeó Hee,
con la esperanza de que Donghae sólo lo dejaría pasar.
—Él es muy
protector contigo, y posesivo —continuó Donghae, ignorando el intento de Hee
para
cambiar de tema.
—Donghae, no va a
suceder, ¿de acuerdo? En caso de que lo hayas olvidado él resulta ser un hombre
lobo y yo soy
humano. Así que… —Hee no llegó a terminar mientras era interrumpido por una voz
detrás de él.
—Eso no es del
todo cierto. —El doctor Lee sacó una de las sillas en la mesa y se sentó.
—¿Qué es lo que no es completamente cierto? —preguntó Hee cautelosamente.
—No eres humano…
-rueda por el piso completamente feliz-
ResponderEliminarAhhhhh ya se emparejaron!!!
Lps ritos de sangre están hechos!!!!
Ahhhh!!!!
Que emoción!!!!
Y señoras y señores el Sichul va a hacer su aparición!!!
Ahhhhh
Sichul forever!!!
Siiíiiíiiiii
ResponderEliminarPor fin se enparejaron...ya era hora,dios.
Cuanto tuvo que pasar para que kangin y teuk llegaran a este día....*0*
Que bello,ahora estan más unidos que nunca
Sieon asechando a Hee desde la oscuridad.
El doctor tan delicado dando esta noticia....pero conociendo a Hee,creo fue lo mejor.
SiChul next....YES