Teukkie estaba de
pie en la habitación que estaba compartiendo con Hee y Donghae en la mansión
donde vivían Kangin
y su familia. Había pasado una semana desde que aterrizaron en Corea y el
torbellino de la
preparación para la ceremonia de vinculación había comenzado.
Esta noche, en
cuestión de menos de una hora, esas preparaciones finalmente darían el fruto de
su
propósito. Esta
noche Teukkie se ataría a Kangin para toda la eternidad. No hace falta decir
que estaba
un poco ansioso, y
sería una mentira si no admitía que estaba un poco asustadizo sintiendo que en
cualquier momento
algún lobo demente saldría de la nada para llevársela furtivamente en un
caprichoso
intento de
convertirlo en su compañero. Bueno, si se tomaba un minuto para pensar
realmente en esos miedos simplemente
podría estallar en una carcajada histérica sabiendo que hace tres meses ni
siquiera sabía que existían
los hombres lobo.
Se miró en el
espejo en el sencillo traje blanco adornado con hilo dorado. Hyesung eligió
este traje como reemplazo para el
original que se arruinó en el accidente.
Hoy no sólo era la
ceremonia de los Ritos de Sangre, sino que también era su décimo octavo
cumpleaños. ¿Quién habría
pensado que en su décimo octavo cumpleaños estaría en Corea preparándose para vincularse con un
hombre lobo? Sí, él tampoco.
—¿Cómo te va por
ahí, joven príncipe lobo? —Teukkie escuchó a Hee preguntar desde la cama en la
que estaba recostado.
Teukkie volteó
para enfrentar a sus dos mejores amigos, agradecido más allá de las palabras de
que ellos estuvieran aquí
para apoyarlo y al menos, dar sus comentarios sarcásticos para ayudar a
mantener sus nervios bajo
control.
—Bueno, créenos
cuando decimos que ya queríamos que te dieras prisa, porque todo eso de los
“Alfas chiflados
derribando tu puerta para meterse en tus pantalones” se está poniendo viejo —le
dijo Hee secamente.
—Elegante, Hee,
verdadera elegante. —Donghae puso los ojos en blanco.
—Bueno, mejor Teuk
que yo, eso es todo lo que tengo que decir.
—Espera un minuto
—comenzó Donghae—. Si recuerdo bien, el Hee ebrio era todo acerca de que cierto lobo fuese su
hombre. ¿Qué pasó?
Hee puso los ojos
en blanco, su boca apretándose.
—Todos sabemos que
eso nunca va a pasar. Además, estoy empezando a pensar que no me vería bien
con pelaje de
todos modos. —Hee resopló ante su propio comentario—. ¿Lo entienden? ¿Pelaje?
¿No
me vería bien con
pelaje? No, ningún comprador, ¿eh? Está bien pues, público exigente.
Teukkie se acercó
a Hee y se arrodilló delante de él, con las cejas levantadas.
—Hee, eh, sobre
eso. Tengo que decirte… —En ese momento la puerta de su habitación se abrió y
Siwon entró. Hee
saltó de la cama.
—Siwon, qué bueno
de tu parte unirte a nosotros en nuestra habitación privada, donde podríamos
estar desnudos en
cualquier momento dado. Justo estaba diciéndoles a mis dos amigos aquí lo mucho
que deseaba que un
gruñón, arrogante y condescendiente hombre lobo vanidoso irrumpiera sin ser
invitado. Así que
gracias por eso. Realmente, gracias.
Siwon se limitó a
mirar a Hee fijamente y sus ojos lo asimilaron de la cabeza a los pies. Hee
sintió el calor en su rostro
elevarse bajo su escrutinio.
—¿Qué, nunca has
visto a un joven vestido elegante? —dijo bruscamente. Siwon gruñó.
—No en una camisa
como esa. ¿Le falta una chaqueta?
La mandíbula de Hee
cayó abierta, sus ojos se ensancharon. Donghae tosió en su mano y Teukkie
simplemente se
puso la palma de la mano en la boca.
Hee miró a Siwon
fijamente a los ojos mientras se ajusta su camisa casi transparente,
desafiándolo con su mirada letal a
hacer otro comentario.
Siwon se le
acercó, parándose directamente frente a él. Hee tuvo que inclinar hacia atrás
la cabeza para mirar a su figura
imponente.
—Esta conversación
no ha terminado, Heechul, y no vas a dejar esta habitación hasta que te pongas
un suéter o una bata,
o un parka para lo que me importa. Pero no vas a andar por ahí de esa manera.
—Luego se volteó hacia Teukkie—.
Es el momento. Él te está esperando. Una vez que Heechul agregue un poco de tela a su cuerpo
voy a llevarlos a la sala de reunión. — Sin decir una palabra, se volteó y
regresó al pasillo, esperando que ellos
lo siguieran.
Donghae ya estaba
sacando un chaqueta corta hasta la cintura color crema suave que combinaba con la camisa azul marino
de Hee.
—Sólo ponte esto y
vámonos. Es el día de Teukkie, ¿de acuerdo? —le susurró Donghae a su amigo
que estaba echando
humo.
Hee le arrebató la
chaqueta a Donghae y se lo puso, sin apartar los ojos de la forma rígida de Siwon.
Finalmente apartó
sus ojos y miró a Teukkie. Su rostro se suavizó de inmediato.
—Está bien Teuk,
vamos a hacer esto. Tengo la cosa esa de tu discurso así que estamos bien. ¡Y
te
ves increíble!
Teukkie sonrió
ante el cumplido. Asintió, tomando una respiración profunda, y se volteó para
seguir
a Siwon a donde Kangin
lo esperaba.
Al acercarse a la
sala de reunión Hee y Donghae le dieron un abrazo a Teukkie. Ninguno habló, ya
que ya se había dicho
todo lo que necesitaba decirse. Hee le entregó a Teukkie la hoja de papel que
tenía sus votos y le dio
un guiño rápido. Siwon escoltó a Hee y a Donghae a sus lugares en el salón,
dejando a Teukkie de pie
solo.
Cuando Teukkie se
acercó a la entrada y miró al salón, vio que estaba oscuro. Mientras seguía
mirando, pequeñas luces se
encendieron en el suelo una por una. Notó que eran velas siendo encendidas y
que formaban un
círculo. Todas las personas estaban alrededor del círculo.
Podía ver las dos
primeras filas, pero luego el resto de los rostros se desvanecían en la
oscuridad que la luz de las velas
no alcanzaba. También vio que en el centro del círculo había una silla, una
palangana de agua y toallas.
Pero lo más importante de pie en medio de la suave luz de las velas era Kangin.
Llevaba pantalones
vaqueros holgados y una camisa blanca de vestir desabotonada, las mangas largas
enrolladas,
mostrando sus fuertes antebrazos. Y estaba descalzo. Podía ver sus tatuajes
como una
enredadera
trepando desde debajo del cuello de la camisa, abrazando su cuello y su rostro
en una
adorable caricia.
Teukkie tomó una
respiración profunda y luego entró en el salón. Con cada paso que daba una vela
era encendida a cada
lado de él en el suelo, creando un camino iluminado.
Estaba silencioso,
a diferencia de una boda no había música para que él entrara. Pero eso no
importaba porque todo lo que
podía oír era el latido de su corazón cada vez más fuerte hasta que estuvo
frente a Kangin. Miró su
hermoso rostro y una gran sonrisa se dibujó en él. Teukkie se rió, recordando
cómo le había dicho que él
sería el de la gran sonrisa tonta. Sólo que él no se veía tonto, estaba impresionante.
—Hola —susurró sin
aliento.
—Hola, Angel. —Su
voz era una caricia en su rostro. Kangin lo tomó de la mano y luego se volteó
hacia Junjin que había
estado allí todo el tiempo, pero Teukkie sólo tenía ojos para Kangin.
—Kangin, Leeteuk
—comenzó Junjin, con voz fuerte y profunda—, ustedes están aquí hoy para
completar el
vínculo de emparejamiento. Aunque el destino los ha reunido y los ha destinado
el uno
al otro, ustedes
dos han elegido por su propia voluntad estar aquí para profesar su amor y
compromiso con su compañero.
—Lo hacemos
—respondió Kangin por ellos. Leeteuk lo miró y él le apretó la mano para
tranquilizarlo.
«Como el Alfa responderé por nosotros como compañeros emparejados.
Cuando mi padre se dirija a ti directamente, entonces hablarás.»
Leeteuk asintió
una vez en reconocimiento a su pensamiento. Kangin volvió su atención a su
padre
cuando Junjin
dijo:
—Kangin, es el
momento de que recites tus votos formales a tu compañero. Leeteuk, te sentarás
en la
silla mientras Kangin
recita los votos y mientras lo hace él lavará tus pies. Esto simboliza su
voluntad como el líder y Alfa de
servirte, su compañero. De atender tus necesidades más básicas, sin importar
cuán grandes o pequeñas
sean, y de darle el honor que te mereces como su Luna. Una vez que él te haya contestado, Kangin,
puedes ponerte de pie y recitar los votos que has escrito.
Sosteniendo su
mano, Kangin lo llevó hasta la silla para que se sentara. Teukkie levantó su pantalón,
dejando al
descubierto sus pantorrillas y pies.
Teukkie observó
mientras él traía la palangana de agua y la dejaba en el suelo. Luego le quitó
los zapatos y sacó una de las
toallas y la puso bajo sus pies. Vio con asombro como él tomaba un paño pequeño
y lo sumergía en el
agua, recogía sus pies y comenzaba a lavarlos con el paño. Mientras le lavaba
los pies habló:
—En este día me
arrodillo ante ti, como un sirviente de mi compañero, para preguntarte si me
completarás. ¿Te
entregarás a mí? ¿Calmando finalmente a la bestia en mi interior, poniendo
orden en el caos, llevand luz a donde sólo ha habido oscuridad? ¿Vincularás tu vida a la mía, tu destino
al mío, y tu alma a la mía
y, al hacerlo, completar el vínculo de emparejamiento?
Mientras Kangin
esperaba la respuesta de Leeteuk, enjuagó sus pies y comenzó a secarlos
ligeramente con la última
toalla. Cuando él finalmente respondió lo dejó sin aliento.
Leeteuk se puso de
rodillas para que estuvieran cara a cara. Puso sus manos en las suyas,
sosteniendo su mirada con la suya
y recitó la respuesta que Hyesung le había enseñado.
—En este día me
arrodillo contigo, mi compañero. Te completaré como tú me completarás. Me
entregaré a ti, calmando a
la bestia, poniendo orden en el caos, y llevando luz a donde sólo ha habido
oscuridad. Vincularé mi vida
a la tuya, mi destino al tuyo, y mi alma a la tuya y completaré nuestro vínculo
de emparejamiento. Te
tomaré como mío, mi compañero y mi Alfa.
Kangin no podía respirar y por un momento su mente
quedó en blanco mientras miraba el rostro de su propio milagro personal. Se dio cuenta de
que había estado en silencio demasiado tiempo cuando Teukkie le apretó las
manos para llamar su
atención. Esperaba pacientemente a que leyera los votos que había escrito para él. Ninguno de los dos
se levantó sino que permanecieron de rodillas, con la mirada fija en los ojos
del otro. Se aclaró la
garganta y luego habló:
—Leeteuk, Angel,
compañero. Tienes muchos nombres. Cada uno de ellos tiene un significado
especial, pero la única cosa
que quiero llamarte es mío.
Kangin hizo una
breve pausa, mirando las emociones atravesando el rostro de Leeteuk. Quería
mirar en su mente y ver lo
que estaba pensando, en cambio, siguió buscando en sus profundos ojos.
—No estaba seguro
de cómo decirte todo lo que siento por ti y la profundidad de esos
sentimientos,
pero alguien muy
sabio me ayudó y por eso transmitiré sus palabras y añadiré unas cuantas
propias. No sé si hay alguna
manera de explicar o entender realmente el vínculo entre compañeros. No es
humano; está más allá del
reino de la razón y eso hace que sea difícil de creer que siquiera es posible…
…Sé que no te he
conocido por mucho tiempo. Sé que los dos somos jóvenes. Pero nos haremos
cercanos más
rápido de lo que cualquiera de nosotros puede imaginar. Te convertirás en mi
mejor
amigo, mi amante,
y yo me convertiré en el tuyo. Incluso ahora sé que lo sientes, que nadie en
este
mundo me amará
alguna vez como tú lo harás y nadie te amará como yo te amaré…
…Hemos nacido para
amarnos el uno al otro y ese amor se hará más fuerte a medida que pase el
tiempo. Me
preocupa que no vaya a hacerte feliz —la voz de Kangin era tan suave, mezclada
con
emociones
apretados—, pero esa sabia voz me ayudó a ver que lo haré. También voy a
hacerte enojar, ponerte triste,
irritado, y probablemente un poco claustrofóbico a veces.
Leeteuk le sonrió,
lleno de adoración y él siguió adelante alentado por su respuesta
—Pero haré todo lo
que esté en mi poder para hacerte feliz. Mi lobo intervendrá cuando mi lado
humano se pase de la
raya. El lobo sólo ve en blanco y negro. Todo lo que entiende es que tú eres nuestro compañero. Él te
amará, te protegerá, proveerá para ti, jugará contigo y te alegrará mientras mi
parte humana llenará los
vacíos de emociones que el lobo no entiende. Tú me harás un mejor Alfa, un
hombre mejor. Te daré lo
que ningún otro hombre puede, la otra mitad de tu alma.
Cuando Kangin
terminó vio que Leeteuk tenía lágrimas corriendo por sus mejillas, sus ojos
llenos de amor. Alzó la mano con
la que sostenía la suya y le limpió suavemente las lágrimas.
—Leeteuk, es
momento de que recites los votos que has escrito para tu compañero —le dijo Junjin
suavemente,
consciente de sus emociones.
Tuvo que soltar
las manos de Kangin mientras desdoblaba el trozo de papel que tenía en la mano.
Cuando levantó la vista y
vio a Kangin mirándolo sonrió. Kangin le guiñó un ojo lo que hizo que se
aceleraran sus latidos.
«Tranquilo, amor. Soy sólo yo, sólo nosotros. Háblame» le susurró Kangin en su mente, ayudando a
calmarlo para que
pudiera desdoblar el papel y leérselo.
—Kangin, hay
tantas cosas que no sé de ti, tantos secretos que aún tengo que descubrir, pero
hay
algunas cosas que
sí sé. Sé que tu rostro es lo primero que quiero ver en la mañana y lo último
que
vea antes de
cerrar los ojos por la noche. Sé que tu sonrisa es la que quiero ver cuando la
vida te llene
de alegría…
…Sé que quiero ser
quien que te abrace cuando estés lastimado o desanimado, y cuando la vida te de
un golpe bajo
quiero ser la única persona que te ayude a volver a levantarte. Sé que si somos
tan
bendecidos, quiero
que seas el padre de mis hijos, y espero que tengan tus hermosos ojos. Sé sin
lugar a dudas, que de los
millones de personas en esta tierra, tú fuiste creado para mí y yo para ti…
…Todas estas cosas
yo las sé. Lo que tú necesitas saber es que soy tuyo y sólo tuyo. Tienes mi
corazón. Tienes el poder
para llenarlo de amor y tienes el poder para destruirlo. Tienes que saber que
no pasará un día sin que no
dé gracias a Dios de que eres mío. Tienes que saber que voy a enfadarme
contigo, yo te daré un
infierno cuando lo necesites, pero también te amaré incondicionalmente y sin
reservas. Te daré todo lo que
soy, y no espero nada menos de ti.
Kangin miró a su
compañero, sin palabras ante sus preciosas palabras. Ni siquiera se dio cuenta
que su padre le estaba
haciendo una pregunta hasta que Leeteuk volteó para mirar a Junjin.
—Kangin, ¿qué
ofrenda le traes a tu compañero para demostrarle que vas a proveer para él y
atender
sus necesidades
tanto físicas como emocionales? —le preguntó Junjin.
Kangin se levantó
y trajo a Leeteuk con él. Metió la mano en su otro bolsillo y sacó una pequeña
caja
negra y escuchó a Leeteuk
contener la respiración.
Kangin abrió la
caja negra y se arrodilló de nuevo en una rodilla. Él tomó la mano izquierda de
Leeteuk en la suya y la
sintió temblar. Se llevó la mano a los labios y la besó y la mantuvo en sus
labios hasta que el temblor se detuvo.
—He traído un
anillo. No hay otro como él en todo el mundo, al igual que no hay otra como mi Angel. Grabado en coreano
alrededor de la banda están las palabras: Llena,
ya que sin ti mi alma está incompleta; absoluto, que es como es mi amor por ti;
inamovible, no hay nada en esta
tierra que me separe de ti, completo, que has llenado el vacío en mí
completando al hombre y al lobo. En el centro está un diamante rojo muy raro.
Elegí el rojo por dos razones. Primero, que eres mi pequeño fuego. Y segundo,
que es un recordatorio de
este día cuando ambos derramamos sangre para vincular nuestras almas el uno al
otro.
Kangin miró a Leeteuk,
suplicándole con los ojos que entendiera lo mucho que lo necesitaba
—Leeteuk, te amo.
Eres mi compañero y de hoy en adelante todos los lobos sabrán que eres mío.
Pero porque soy egoísta
y un bárbaro justo como me llamó mi appa, no quiero que sólo los lobos sepan
que eres mío. Quiero
que cada hombre sepa que estás tomado. Me doy cuenta que no estás listo para
casarte conmigo ahora
mismo. Eso está bien, esperaré. Pero estoy pidiéndote que me digas que un día
serás mi esposo en el
sentido humano de la palabra. Usa este anillo como símbolo de que tu corazón ha
hablado. Leeteuk, ¿quieres
casarte conmigo?
Los ojos de Leeteuk
se cerraron y cuando los abrió vio que brillaban con lágrimas no derramadas. Kangin se levantó y lo
atrajo hacia él. Apretó los labios a su oído y le susurró:
—Por favor, dime
esas son lágrimas de alegría.
Leeteuk asintió,
pero eso no era lo suficientemente bueno para Kangin. Necesitaba oírlo de sus
labios.
«Voy a hacértelo decir en voz alta, mi amor. Necesito escucharlo de
ti.» Kangin le envió su pensamiento y luego esperó su
respuesta.
Leeteuk se apartó
de él para poder mirarlo a los ojos.
—Me casaré
contigo, Kangin.
Kangin podía ver
una pequeña chispa de picardía en sus ojos; su Angel tenía algo bajo la manga.
—¿Cuándo Angel?
¿Cuándo te casarás conmigo? —susurró.
—Me casaré contigo
ahora, aquí, en este lugar —le dijo, con los ojos llenos de determinación.
Hubo un grito
ahogado que recorrió el salón, llegando lejos en la oscuridad donde estaba de
pie
los anónimos. El
aliento de Kangin quedó atrapado, no podía creer lo que estaba oyendo. Se
volteó
para mirar a su
padre.
—Alfa, cásanos
—dijo con firmeza. Teukkie se rió ante la urgencia en su tono. Se dio la vuelta
para
mirarla—. No
quiero que tengas la oportunidad de cambiar de opinión.
Su voz era alegre
pero Teukkie podía ver en sus ojos que hablaba en serio, nunca iba a dejarlo
ir.
La voz de Junjin
los trajo a ambos de su mundo privado de vuelta a dónde y lo que estaban
haciendo.
—Antes de que los
votos matrimoniales sean dichos, sólo hay una ofrenda, Kangin. ¿Dónde está la
segunda?
—Tengo otra
ofrenda pero quisiera dársela a mi compañero en privado cuando completemos los
Ritos de Sangre.
Junjin se giró
hacia Leeteuk.
—¿Aceptas esta
solicitud?
—Sí —respondió Leeteuk,
con las cejas levantadas mientras miraba a Kangin.
—Está bien,
supongo que ahora haremos los votos matrimoniales —dijo Junjin mientras le
sonreía
a Teukkie.
—Oye, parecía un
buen momento como cualquier otro —le dijo mientras sus mejillas se encendían
con calor—. Oh, y
puede hacer la versión rápida. Estoy bastante seguro que lo que ya hemos dicho
cubre todo lo
demás.
La multitude se
rió ante sus palabras y luego se calmó cuando Junjin miró hacia la oscuridad.
Trayendo su atención a Kangin
y Teukkie, dijo los votos matrimoniales y todo el mundo escuchó una vez más como Kangin y Teukkie
se comprometieron en la forma humana.
—Yo los declaro
ahora esposos. —Junjin terminó los votos matrimoniales y luego agregó—: Kangin,
es el momento para
que tú y tu compañero lleven a cabo los Ritos de Sangre. Una vez hechos su
vínculo estará completo.
Kangin se volvió
hacia él y le tomó el rostro entre las manos y lo besó ruidosamente en la boca.
El beso pareció durar una
eternidad y Leeteuk estaba seguro de que incluso Hee estaría sonrojándose.
Cuando él por fin se
apartó colocó un beso más suave en sus labios y dijo:
—Compañero, ven.
He esperado el tiempo suficiente. —Los ojos de Leeteuk se abrieron mientras
miraba al rostro
de su compañero, el rostro de su lobo.
Wa~ que emoción!!!
ResponderEliminarAy! Cuál es la segunda ofrenda!!!
Por qué Tukkie no le dice a Hee que si se puede emparejar con Siwon!???
Oóoooooohhhh
ResponderEliminarAaaaawwwww
Pensé que iba a esperar más tiwmpo para su enlace...no sé,quizás otra interrupción,pero no, lo han hecho,se han casado.....que bonito *0*
La ofrenda es preciosa,sus palabras fueron hermosas...cual será la segunda?
Hee obedeciendo a Siwon.....solo porque es la boda ee Teuk...ya Hee hará algo para cobrarselas.....lo sabemos