—¿Cuánto tiempo tenemos antes que Kennie llegue con la comida?
Él
chequeó su reloj.
—Probablemente
veinte o treinta minutos. ¿Por qué?
Él
sonrió.
—Será
suficiente —antes que él pudiera preguntar algo más, Heechul se quitó la
camiseta y la envolvió alrededor del cuello de Siwon, luego dobló el dedo y le
hizo señas para que lo siguiera—. Ven conmigo, General. Voy a sacudir tu mundo.
Aunque
no lo supiera, lo había hecho en el instante en que él le había visto por
primera vez, luchando contra los Daimons, y había continuado haciéndolo
ininterrumpidamente desde entonces.
Stryker
finalmente se las había arreglado para calmarse. Al menos por fuera. Por dentro
aún hervía de cólera.
Maldita
la Destructora y sus mentiras, y maldito Shindong por su sinceridad.
Aunque
fuese lo último que hiciera, desharía al mundo de ambos. Pero tenía que moverse
cuidadosamente.
Estratégicamente.
Si
la Destructora se enteraba alguna vez de que había sido él quien le había dado
el Aima a Changsu para que el Spathi pudiese herir a Shindong, su vida sería
insignificante. No, tendría que actuar con gran habilidad para derrotarlos a
ambos, y lo haría.
El
aire a su alrededor chisporroteó, con un pedido de Changsu para un bolt- hole,
para que el Spathi pudiese regresar desde Nueva Orleáns al reino de Kalosis, el
infierno Atlante.
Allí
no había luz. Era perpetuamente oscuro y deprimente. Hasta la noche en que
había asesinado a su propio hijo, eso no le había molestado.
Ahora
sí.
Stryker
estiró la mano y abrió el portal.
Changsu
regresó, aún era una bruma incorpórea.
Stryker
frunció el ceño al incompetente Daimon. En una época lo había respetado, pero
el fracaso de Changsu contra un simple Dark Hunter y su amante humano había
dejado completamente irritado a Stryker con el ser.
Si
no fuera por el hecho que no quería convertirse en el blanco de ataque de la
Destructora, ni siquiera hubiese permitido que Changsu tuviera esta oportunidad
de regresar a la forma corpórea. Pero a cambio de que Changsu hiriese a Shindong,
Stryker estaba dispuesto a reencarnar al Daimon.
—Pensé
que ibas a…
—¿A
qué me enfrento? —preguntó Changsu mientras su esencia sin rostro y sin forma
oscilaba en la recámara débilmente iluminada.
—Sabes
a qué te enfrentas.
—No
—dijo Changsu—. ¿Qué fue la sustancia que me diste, que derribó al líder de los
Dark Hunters?
—No
es asunto tuyo. Tu única preocupación debe ser traerme a la niña.
—No
comprendo por qué.
Stryker
rió.
—Y
jamás lo entenderás. Tráeme a la niña, o te enviaré al olvido.
Si
no lo supiera, hubiese jurado que el fantasma se mofaba de él.
—Fui
expulsado del cuerpo de la perra por Shindong. Ahora están protegidos. Necesito
encontrar otro cuerpo.
Stryker
se detuvo mientras escuchaba a los Daimons chillando fuera de su salón. No
cabían dudas de que los Charontes de Apollymi aún estaban buscando a quien le
había robado el Aima.
Ninguno
de ellos lo buscaría a él. No se atreverían.
A
decir verdad, ya no estaba de humor para continuar jugando. Su madre, la
Destructora, había dicho que esperara.
Él
no podía esperar más.
El
día en que había derramado la sangre de su propio hijo para apaciguar a la
Destructora, había sido el día en que comenzó a darse cuenta de algunas cosas.
Y
cuando su madre le había ordenado que le llevara a la pequeña hija de un
antiguo Dark Hunter y un hechicero humano, había comprendido algo. Esa niña,
conocida como Kim Sora, tenía en sus manos el equilibrio del universo.
Quien
la poseyera, poseía la clave para controlar el poder más primitivo y antiguo de
todos los tiempos.
Ella
era el destino del mundo entero.
La
Destructora intentaba tener a la niña, para obtener el control.
Stryker
reprimió su amarga risa. Tendría a Sora sobre su cadáver. Al final, sería él
quien controlaría el Destino Final. No Apollymi.
Stryker
llamó a sus cuatro comandantes Spathi quienes aparecieron ante él. Tres hombres
y una mujer. Stryker se tomó un minuto para estudiar sus perfectos y hermosos
cuerpos.
Los
cuatro Daimons parecían no tener más de veintisiete años físicamente… como él.
Y al igual que él, habían estado allí desde tiempos inmemoriales. Entrenados
para matar, y tomar, y poseer almas humanas para vivir, su ejército no tenía
igual.
Era
tiempo que la humanidad los conociera.
—¿Nos
llamó, akri? —preguntó uno. Stryker asintió.
—Changsu
necesita un cuerpo para cumplir con mis órdenes —los cuatro Daimons se miraron
entre sí, nerviosamente—. Relájense —dijo Stryker—. No estoy pidiendo que
ninguno de ustedes se ofrezca. Oh, no. Lejos de eso. Ustedes cuatro deberán ser
sus guardaespaldas.
—Pero,
akri, él no tiene un cuerpo que proteger.
Stryker
rió maniáticamente.
—Sí
lo tiene —extendió la mano y una imagen apareció en el centro de la habitación.
Vestido completamente de negro, el Dark Hunter caminaba solo por las calles de
Nueva Orleáns—. Allí está tu cuerpo, Changsu —dijo—. Y allí está tu boleto de
entrada a la casa de los Hunter. Ahora, tráiganme a esa bebé, o todos ustedes
morirán… permanentemente —cuando comenzaban a desaparecer de la habitación,
Stryker los detuvo con una última orden—. Shindong me quitó lo único que he
amado. En memoria del hijo que me robó, les ordeno que hagan que los humanos
que Shindong ama paguen. Quiero ver sangre fluyendo por las calles de Nueva
Orleáns. ¿Entendido?
Changsu
sonrió perversamente.
—Entendido,
akri. Definitivamente entendido.
Siwon
gruñó, por lo bien que se sentía Heechul contra él. Completamente desnudo en
sus brazos, lo besó ferozmente mientras su mano acariciaba suavemente su pene
desde la punta a la base.
Su
camisa negra estaba abierta. A diferencia de Heechul, él estaba casi totalmente
vestido.
—Kennie
está llegando —dijo entrecortadamente mientras él agachaba la cabeza para
chupar su endurecida tetilla.
Era
difícil pensar con claridad mientras la mano de Heechul lo masajeaba tan
expertamente.
—Entonces
será mejor que nos pongamos a trabajar —dijo riendo mientras trepaba a la cama.
Siwon
no podía respirar al verlo desnudo sobre su cobertor negro. Lo miró mientras
abría las piernas, invitándolo.
Heechul
enganchó sus tobilloos alrededor de la cadera y lo atrajo.
Siwon
siseó cuando él metió la mano entre sus cuerpos y le bajó el pantalón lo
suficiente como para poder deslizarse sobre él.
Arqueando
la espalda, lo atrajo más dentro de él mientras gemía y se retorcía contra él. Siwon
se inclinó sobre un brazo mientras observaba el cuerpo desnudo moviéndose
debajo de él. Con ambos pies aún sobre el piso, embistió profundo dentro de su
cuerpo húmedo y caliente.
—Eso
es, bebé —jadeó mientras se encontraba con él.
Siwon
embistió más duro mientras permitía que el contacto de Heechul lo tranquilizara.
Su boca se hacía agua por saborearlo.
Heechul
gruñó cuando Siwon agachó la cabeza y tomó su pezon en la boca mientras
continuaba embistiendo contra sus caderas. Amaba el modo en que sentía a este
hombre cuando estaba dentro de él. El modo en que se veía, primitivo y salvaje.
Había
algo seriamente erótico acerca de un hombre así de controlado, que perdía el
control cada vez que le tocaba. Le agradaba el hecho que él pudiera bajar la
guardia cuando estaban solos.
Que
no lo juzgara.
Cerrando
los ojos, apretó la cabeza de Siwon contra si, mientras se movía aún más
rápido. No había nada mejor que él embistiendolo una y otra vez. Que su lengua
haciendo magia en su pecho.
Incapaz
de soportarlo, apartó los labios de Siwon de su pecho para poder besarlo. Sus ojos
estaban oscuros de pasión, el rostro un poco sonrojado por el esfuerzo.
Meneó
la cadera contra él mientras hundía las manos en su cabello y le mordisqueaba
los labios con los dientes.
Siwon
gruñó gravemente mientras Heechul lamía todo el camino hasta su oreja, donde su
lengua giró alrededor del lóbulo y envió temblores por todo su cuerpo. Lo puso
fuera de control. Quería estar aún más profundo.
Saliendo
de su interior, lo hizo girar sobre su estómago, y lo puso de tal forma que
estuvo inclinado sobre la cama, con el trasero expuesto.
—¿Won?
Él
apartó el cabello del cuello de Heechul mientras se hundía otra vez en su
cuerpo. Heechul gritó de placer mientras él se enterraba totalmente dentro
suyo. Alguna parte interior, salvaje de él rugió a la vida.
Heechul
no podía respirar mientras Siwon tomaba el control. Él mantuvo una mano en su
pecho mientras la otra descendía por su cuerpo, más allá de su aro del ombligo,
para complacer a su miembro.
—Oh,
Won —sollozó, sufriendo por el placer de su contacto.
Los
dedos de él acariciándole al mismo tiempo que lo embestía.
La
cabeza de Heechul dio vueltas.
Jamás
se había sentido tan extrañamente deseable. Tan necesitado.
—Amo
el modo en que hueles, Heechul —susurró Siwon en su oído. El sintió el roce de
los colmillos contra su garganta.
—¿Vas
a morderme, Won?
Sintió
que él vacilaba mientras un colmillo rondaba peligrosamente cerca de su
yugular.
—Jamás
he querido morder a nadie antes —dijo entrecortadamente.
—¿Y
ahora?
Se
movió aún más rápido.
—Quiero
devorarte.
Heechul
gritó mientras llegaba al orgasmo instantáneamente.
Siwon
apretó los dientes al sentirlo temblar. Esa extraña parte de él aún le rogaba
que lo saboreara. Le rogaba que lo poseyera.
Era
salvaje y aterrador.
Mordisqueó
su garganta, y se forzó a no cortarle piel. Pero fue difícil.
Fue
malditamente casi imposible.
Y
cuando llegó al clímax un minuto más tarde, escuchó que esa ajena parte suya
rugía en triunfo.
Lo
abrazó con fuerza hasta que el último temblor lo sacudió. Completamente
agotado, lo hizo girar y cayó de rodillas frente a Heechul.
Heechul
estaba maravillado ante la imagen del orgulloso guerrero romano arrodillándose
ante él. Él envolvió los brazos alrededor de su cintura y apoyó la cabeza
cuidadosamente contra su estómago.
Suavemente,
pasó las manos por el cabello de Siwon.
Él
se apartó para observarle con una penetrante mirada que le quemó.
—No
sé por qué estás aquí, Heechul, pero me alegra.
Con
la mirada atrapada en la de él, Siwon mordisqueó la sensible piel de su
estómago, justo debajo del arito del ombligo. Mordiéndose el labio, Heechul gimió
mientras él pasaba la lengua por la luna que pendía de su aro, luego lamía
dentro y alrededor de su ombligo, haciendo que su cuerpo se excitara aún más.
Y
cuando hundió dos dedos en su entrada, Heechul pensó que en realidad podría
derrumbarse.
—Eres
tan hermoso, Heechul —le dijo, apartándolo para poder mirar fijamente la parte
más íntima de su cuerpo.
Heechul
no podía respirar mientras él lo tomaba en la boca y usaba esa increíble lengua
para saborearlo íntimamente. Abrió las piernas aún más, para darle más acceso.
Heechul
lo miró. Siwon parecía disfrutar de saborearlo tanto como él disfrutaba ser
saboreado.
Y
él se tomaba su tiempo explorándolo.
—Hey,
¿Siwon?
Él
se apartó rápidamente ante el sonido de la voz de Kennie en el pasillo. Aún
así, dejó un dedo dentro de Heechul, que continuaba dándole placer y
sondeándolo.
Poniéndose
lentamente de pie, deslizó otro dedo dentro de su cuerpo.
—¿Qué
me has hecho, Heechul? —le susurró entrecortadamente al oído—. Kennie está en
el pasillo y en lo único que puedo pensar es en estar dentro tuyo otra vez. En
lamerte hasta poder saborear tu orgasmo.
El
inesperado comentario le hizo gemir gravemente, ante el pensamiento de lo que
le describía.
—Deshazte
de Kennie, y soy tuyo toda la noche.
Él
lo besó apasionadamente, y luego le pellizcó el trasero con ambas manos.
—Quédate
desnudo. Quiero comer mi cena encima de ti.
Heechul
se mordió el labio mientras lo recorría un temblor.
—Lo
tienes.
Siwon
se apartó, abotonó rápidamente su camisa, y se ajustó el pantalón. Le envió una
mirada caliente y prometedora antes de salir de la habitación y dejarlo solo.
Heechul
dobló las mantas y se deslizó entre las oscuras sábanas de seda que tenían su
picante aroma masculino.
Envolviendo
los brazos alrededor de la almohada de Siwon, inhaló profundamente.
—¿Qué
estoy haciendo? —se preguntó a sí mismo.
Literalmente,
estaba durmiendo con el enemigo, y lo estaba disfrutando demasiado. Peor aún,
no quería irse. Jamás.
—Mi
don en la vida —dijo en voz baja.
Parecía
ser siempre atraído a hombres que nunca podría tener.
Debería
irse ahora y quedarse con Leeteuk y Kangin, pero no podía resignarse a
abandonar a Siwon. ¿Qué haría Siwon sin él?
Más
importante aún, ¿qué haría él sin Siwon?
Shin
se detuvo, al ver a Kangin en su oficina en la planta alta, por la puerta
apenas entreabierta. Eran bien pasadas las cuatro de la mañana y, aunque Kangin
ocasionalmente se quedaba levantado hasta tarde con Leeteuk, era inusual
encontrar al antiguo Dark Hunter despierto, solo.
Inclinando
la cabeza, observó por la rendija cómo Kangin se inclinaba sobre un montón de
papeles, tironeándose el pelo. Shin podía sentir su frustración.
Golpeó
suavemente a la puerta, para no sobresaltarlo. Kangin levantó la vista y se
quitó los anteojos.
—Ah,
hola —dijo en un tono bajo mientras Shin abría un poquito la puerta—. Pensé que
serías Leeteuk, rogándome que fuera a la cama.
—Ni
por todo el dinero del universo —dijo Shin mientras entraba. Fue a pararse
frente al escritorio Chippendale negro en forma de riñón, sobre el cual estaban
esparcidos algunos papeles oficiales y notas hechas a mano—. ¿Qué haces
levantado tan tarde?
—No
podía dormir. Yo… —Kangin hizo rechinar los dientes.
—¿Qué?
—preguntó Shin, preocupado por su viejo amigo. Kangin suspiró larga y
cansadamente.
—No
tienes idea de cómo es esto, Shin. Lo duro que es cada día. ¿Al menos recuerdas
cómo era ser humano?
Shin
depositó su mochila en el piso mientras escuchaba los pensamientos de Kangin.
Estaban desorientados y llenos de pánico.
Normalmente,
Shin no respondía ninguna pregunta sobre su pasado, pero su amigo necesitaba
consuelo; para ser sincero, tomando en cuenta la porquería que había sido esa
noche con Minho, Simi, Yesung, Heechul, la Destructora y los Daimons, él
también lo necesitaba.
—Sí,
recuerdo ser humano, pero hago mi condenado mejor intento para no detenerme en
eso.
—Sí,
pero, sin ofenderte, eras joven cuando moriste. No tienes idea de la
responsabilidad que tengo.
Shin
tuvo que reprimir una risa amarga al escucharlo. Si Kangin tan solo supiera…
Habría
intercambiado destinos y responsabilidades con el antiguo General griego en un
parpadeo.
—Observa
esto —dijo Kangin, empujando un pedazo de papel hacia él—. Olvida a los
malditos Daimons, la cosa más terrorífica en este planeta son los abogados y
los agentes de seguros. Mi dios, ¿conoces las estadísticas por accidentes de
tráfico? Me aterra subir a mi hija o a mi esposo al auto. Mi botiquín, que no
solía tener más que pasta dental y vendas, ahora tiene Advil, Sudafed, Bengay,
Lipitor, y Benicar. Tengo presión arterial alta, alto colesterol…
—Bueno,
en verdad abusaste de tu cuerpo con la comida chatarra los últimos cuarenta
años.
—¡Era
inmortal! —dijo Kangin bruscamente, y entonces
su rostro palideció—. Voy a morir otra vez, Shin. Sólo que en esta
ocasión, dudo que Artemisa esté allí para ofrecerme un intercambio —se pasó una
mano por el cabello—. Mi esposo morirá algún día, y Sora…
—Ni
siquiera lo pienses.
Los
ojos de Kangin lo observaron con enojo.
—¿Que
no lo piense? Para ti es fácil decirlo. No vas a morir. Y la muerte es en lo
único que puedo pensar, especialmente desde que Leeteuk sigue teniendo esas
pesadillas. Ahora soy humano. No puedo protegerlos como antes podía.
—Por
eso es que Kassim y yo estamos aquí.
Kangin
sacudió la cabeza y luego buscó sus anteojos.
—Y
odio estas malditas cosas que tengo que usar para leer la letra pequeña que
está diseñada para robar mi alma de un modo aún más efectivo que la diosa. ¿Qué
me sucedió, Shindong? Ayer, era la cosa más mala cazando en la noche. Los Daimons temblaban de miedo ante
mí. ¿Ahora qué soy? Soy tan patético que tengo que sobornar a Minho para que
deje algunos beignets dentro de la casa y esconderlos en un armario para poder
comer uno sin que Leeteuk se entere y me exprima una vez más. Tengo problemas
de sinusitis. Si duermo mal, por la noche me duele la espalda. Mis rodillas
duelen como el demonio y ayer, cuando me agaché para levantar a Sora, casi me
caí. Envejecer realmente apesta.
Shin
lo miró extrañado.
—¿Estás
diciéndome que quieres regresar?
El Sichul es hermoso!!! <3
ResponderEliminarMe encanta, como...poco a poco esos dos se van enamorado, son tal para cual...el uno para el otro!!!
Y pos Kaning...me jode que sea tan malo con Siwi~ pero...jaajajajajajajjaja sus quejas son muy extrañas ...obvio tiene que morir algún día, y si no se cuida peor...
Será que quiere ser un dark hunter de nuevo!???
Eso seria otro nivel!!!
Y no entendi...quién hp es él enemigo!???
El SiChul siempre tan fogoso.
ResponderEliminarPor muy malos que sean los malos...hoy,o al menos no en este capítulo,no me centraré en ellos...aunque me de miedo todo lo que planean hacer,sin recordar que Sora esta en sus planes
El sichul siempre tan hot...no pueden evitarlo y yo no puedo reprocharselos...ellos son perfectos...*0*
Oh...pobre kangin...ahora siwon,los daimons y demás son lo menos de sus problemas...con todo eso que le pasa...cómo podrá proteger a su familia?...