—Cariño, lo único que
estoy diciendo es que espero que no estés ahí solo, compadeciéndote de ti mismo.
Park Leeteuk se colocó
el teléfono debajo de la barbilla y después, se secó los ojos y se sonó la
nariz, lo más silenciosamente que pudo. Sí, se estaba compadeciendo de sí mismo,
pero su madre no tenía por qué saberlo.
—Cariño, ¿estás ahí?
Leeteuk se volvió a
acercar el auricular a la boca.
—Sí, mamá. Estoy aquí.
—¿Te encuentras bien?
Tienes una voz muy rara, cariño.
Leeteuk sintió que le
ahogaba un sollozo y se apresuró a cortar la comunicación un momento. Se sonó
la nariz y después, en vez de tomar la copa de champán que tenía delante, bebió
directamente de la botella.
Le encantó el sabor y el
modo en que las burbujas bajaban haciéndole cosquillas por la garganta. En
realidad no era raro que supiera bien porque era un champán francés de la mejor
calidad. Leeteuk lo había comprado el pasado otoño, junto con un par de copas,
al poco de conocer al cerdo de Seunghyun. Las había comprado porque estaba segura de
que un día u otro Seunghyun le pediría en matrimonio. Se había imaginado a sí mismo
brindando con él para celebrar su compromiso.
Pero Seunghyun nunca
llegó a pedirle que se casara con él y aquella rata ya hacía tiempo que había
salido de su vida, así que para celebrar su cumpleaños había decidido beberse
entera la prueba evidente de su estupidez. Además, en cuanto vaciara la
botella, la estrellaría contra el suelo, junto con las dos copas.
—¿Leeteuk? Leeteuk…
—había vuelto a recuperar la comunicación con su madre, que lo llamaba casi con
desesperación.
—Creo que ha habido
algún problema en la línea, mamá.
—Ah, era eso.
—Me parece que sí.
—Bueno, te estaba
diciendo que no quiero que te amargues. Treinta y tres años no son tantos.
Estoy segura de que éste será el año en que encuentres a tu media naranja.
Leeteuk tuvo que
reprimir otro sollozo. Durante la pasada década su madre le repetía lo mismo
cada primero de julio, día de su cumpleaños.
Su madre continuó
hablando.
—Ya sabes que tu familia
te quiere y que estaríamos todos contigo en este día tan especial, sí
pudiéramos. Pero tus hermanos tienen ahora que ocuparse de sus propias
familias. En cuanto a Boom y a mí, bueno, hemos estado muy ocupados últimamente
—Lee Boom era el segundo marido de Lee Park Inyoung. Se habían conocido en un
bingo hacía tres años y contraído matrimonio unos meses después—. Estamos
volviendo a decorar la casa, ¿no te lo había dicho?
Al oír mencionar a su
madre la decoración, Leeteuk echó un vistazo a la cocina, donde se encontraba. Seunghyun
lo había dejado hacía siete meses y para evitar deprimirse se había puesto a
cambiarle la decoración. Le había quedado preciosa, pero no le ayudaba en
mucho, porque las cocinas tenían que tener niños correteando por ellas y
maridos preguntando qué había para cenar.
—Leeteuk, ¿estás ahí?
—Sí, mamá, aquí estoy.
Me estabas diciendo que has cambiado la decoración de la casa…
—La sala de estar ya
está terminada. La hemos puesto en tonos malva y azules. Es de lo más acogedora
y a la vez tiene mucho estilo. A Boom le encanta…
Inyoung siguió hablando
de Boom, su casa de cuatro habitaciones y las reformas que estaban haciendo en
ella. Leeteuk dejó de escucharla, se sirvió un poco más de champán y lo bebió
entre «Umms», para que su madre pensara que estaba prestando atención a su
monólogo, sin dejar de limpiarse las lágrimas que se empeñaban en empañarle los
ojos.
Desde la calle le llegó
el sonido de una potente moto que aparcó en el aparcamiento de su casa. Leeteuk
se encogió de hombros. Su cafetería estaba ya cerrada así que no pasaba nada
porque aparcara alguien unas horas en su aparcamiento.
—Y te he enviado algo
especial, ¿lo has recibido?
Leeteuk se dio cuenta de
que la pregunta de su madre requería una respuesta compuesta de palabras.
—No, mamá. Todavía no.
—¿Tienes catarro, Leeteuk?
Parece como si tuvieras la nariz atascada.
Leeteuk aprovechó para
sonarse sin disimulo.
—Sí, mamá. Ahora que lo
mencionas, he debido pillar un resfriado.
—Cuídate, cariño.
—Lo haré.
En aquel momento alguien
llamó a la puerta de la cocina, que daba al aparcamiento.
—Tómate ese medicamento
que se disuelve en agua y sabe a limón. Va de maravilla. Boom tuvo un resfriado
la semana pasada y…
—Escucha mamá, alguien
está llamando a la puerta y tengo que ir a abrir.
—Pero, Leeteuk…
—De verdad que tengo que
dejarte.
—Bueno, cuando recibas
el paquete llámame.
—Lo haré. Te quiero.
Leeteuk colgó el
teléfono y volvió a tomar la copa de champán.
Llamaron a la puerta de
nuevo.
Dio un trago de su copa,
saboreó el champán y dudó en contestar.
Pensó que no había razón
para molestarse en hacerlo porque seguramente sería Kang Sora, su mejor amiga,
que ya le había dicho que se pasaría en cuanto terminara de trabajar. La
apreciaba de veras, pero en aquel momento no se sentía con ánimo para ver a
nadie. Posó el vaso y se entretuvo en leer la etiqueta de la botella.
Pero entonces volvieron
a llamar, esta vez con mucha insistencia, así que suspiró y se levantó para
abrir.
—Escucha, Sora —empezó a
decir antes de abrir—, la verdad es que no me apetece… —la frase murió en sus
labios al darse cuenta de que no era Sora.
Se trataba de Kim Kangin,
cuya madre, Park Seyoung, era la persona que ayudaba a Leeteuk en la cafetería.
Se dio cuenta entonces de que el potente motor que había oído momentos antes
pertenecía a la Harley de Kangin.
—Ah, hola —trató de
esbozar una sonrisa amable, mientras se limpiaba una lágrima.
Kangin no le devolvió la
sonrisa y no pudo ver sus ojos porque los tenía ocultos tras unas gafas de
espejo. Su aspecto respondía, como era habitual en él, a una perfecta
definición de hombre peligroso. Vestía unos vaqueros y una cazadora de piel y
en su oreja derecha llevaba un pequeño diamante.
—Lamento molestarte,
pero llamé a la cafetería y no me respondió nadie —le dijo con aquella voz suya
tan personal.
—He cerrado más temprano
de lo habitual.
Aunque no podía verle
los ojos, tuvo la sensación de que lo observaba con extrañeza. Pensó que tal
vez fuera por la cara de haber llorado que tenía o por la botella de champán
que aún sujetaba en las manos.
—¿Te encuentras bien?
—le preguntó de aquella manera tan dulce que le caracterizaba.
—Claro. Estoy fenomenal.
Se colocó la botella de
champán debajo del brazo, sacó un pañuelo y se sonó la nariz.
Cuando terminó vio que Kangin
se había metido las manos en los bolsillos de sus desgastados vaqueros, y
miraba hacia otro lado, nervioso.
Al darse cuenta, Leeteuk
se volvió a sonar y reprimió una sonrisa. Kangin era toda una leyenda entre los
moteros que normalmente se congregaban en la taberna local. Le llamaban el
Jinete de Medianoche. Incluso los que eran como él lo consideraban un ser
solitario, un inconformista. Todos le respetaban, le tenían por alguien
importante.
Pero estaba claro que no
tenía ni idea de cómo tratar a un joven llorando.
Por alguna razón el hecho
de haberle puesto nervioso le hizo confiar en él y pensó que no había motivo
alguno para no dejarlo pasar, en vez de estar hablando en la puerta, a pesar de
que la voz de su madre resonaba en su cerebro diciéndole que no debía dejar
entrar en su casa a aquel ángel del infierno.
Leeteuk se guardó el
pañuelo y agarró mejor la botella de champán.
—Vamos, ¿por qué no
entras?
Al principio no se
movió, sino que se limitó a mirar a su alrededor como si olfateara alguna
trampa. Leeteuk pensó que iba a rechazar su invitación, pero le vio encogerse
de hombros y cruzar el umbral. Una vez dentro miró con cautela a uno y otro
lado como un animal salvaje al que se acaba de encerrar.
Leeteuk cerró la puerta
y le señaló la mesa de roble francés que tenía en la cocina, rodeada de cuatro
sillas.
—Siéntate.
Kangin negó con la
cabeza.
—Sólo estoy buscando a
mi madre. Pensé que tú sabrías dónde está.
—No la he vuelto a ver
desde la una, más o menos. Como no había clientes le dije que se fuera a casa
—pasó a su lado y se acercó al mostrador de la cocina, donde llenó la otra copa
de champán de la botella que tenía en la mano, y sintiéndose travieso y
desafiante le ofreció la copa—. ¿Champán?
Kangin se quedó muy
quieto y como no podía verle los ojos, que le tapaban las gafas de espejo, no
tenía ni idea de lo que podría estar pensando. Simplemente le miró o al menos
eso creyó Leeteuk, durante largo rato.
Al final no pudo
soportar aquel silencio y le empezó a temblar el labio. Se lo mordió para que
se detuviera y le tendió la copa de nuevo.
—Acéptala, por favor.
—¿Por qué?
—Quiero que brindemos.
Le vio levantar una ceja
por encima de las gafas de sol.
—¿Por qué quieres
brindar?
—Por… la vida de
solteros.
—¿Y qué tiene de
maravilloso estar soltero? —preguntó él.
De repente, Leeteuk dejó
de sentirse desafiante y empezó a sentirse desgraciado por su vida, por él
mismo, en definitiva por todo. Pero al mismo tiempo lo suficientemente
imprudente como para decirle la verdad.
—Estar soltero no tiene
nada de bueno, pero tal vez si brindo por ello, consiga no sentirme tan
desgraciado.
Se quitó las gafas de
espejo y se las colgó de uno de los bolsillos de su cazadora de cuero.
Por primera vez
consiguió ver sus ojos. Eran negros y muy hermosos acorde con el color de sus
cabellos.
—Has tenido un mal día,
¿verdad? —le dijo, sonriendo por fin.
La risa que se le escapó
a Leeteuk estuvo bastante cercana al llanto.
—Malo no es lo bastante
fuerte como para definirlo —se detuvo un momento—. Es mi cumpleaños.
—¿Cuántos?
—¿Pero tú te crees que
se puede preguntar eso?
—Probablemente no, pero
me parece recordar que en el colegio estabas algunos cursos por delante de mí
—le dijo, con una sonrisa.
—Vale, vale.
Restriégamelo.
—Bueno, ¿cuántos
cumples?
—Treinta y tres.
Leeteuk miró la copa de
champán que aún sostenía.
—Mira, si no te la vas a
beber…
—¡Demonios! —en dos zancadas
se plantó a su lado y le quitó la copa de las manos.
Leeteuk parpadeó y lo
miró. Realmente imponía, sobre todo teniéndolo tan cerca. Era muy ancho de
hombros y unos brazos, duros como piezas de granito emergían de la camiseta con
las mangas cortadas que llevaba puesta. Encima de la camiseta llevaba una cazadora
de cuero con miles de cremalleras y bolsillos. Su cinturón y botas también eran
de cuero y además llevaba unos guantes sin dedos de motorista del mismo
material. Leeteuk pensó que podía oler la piel, lo que resultaba muy extraño,
porque minutos antes no podía oler absolutamente nada de lo atascada que tenía
la nariz.
Kim Kangin parecía ser
el tipo de hombre que podía curar a cualquiera de sinusitis tan solo con
tenerlo muy cerca.
Una cruz de plata
colgaba de su pecho. Leeteuk la observó y pensó que debía estar asustado por
encontrarse a solas con él en casa, pero en realidad no le asustaba. Tal vez se
debiera a que conocía muy bien a Seyoung, su madre, y sabía cuánto lo quería y
como contaba con él. O tal vez a causa de Sungmin, su pequeño hermanastro,
mucho menor que él, que lo adoraba.
Se dio cuenta de que le
estaba mirando y en ese momento tendió la copa de champán que acababa de tomar
de sus manos.
—¿Dónde está la tuya?
Señaló la mesa que tenía
detrás; él se dio la vuelta y tras alcanzar la copa de Leeteuk se la entregó.
Después levantó muy alto la suya.
—Por ti. Que tengas un
feliz cumpleaños, Park Leeteuk.
—Gracias, Kim Kangin
—bebieron los dos a la vez hasta que vaciaron las copas.
Kangin le tendió la suya
y Leeteuk la llenó hasta el borde. Después se sirvió más también.
Propuso un segundo
brindis.
—Por ti, para que
encuentres lo que deseas, sea lo que sea —esperó a que bebiera con él.
Leeteuk se decidió a
darle algunas pistas sobre su tipo de hombre.
—Me gustaría que fuera
guapo, amable y que tuviera un trabajo fijo y ganas de casarse.
Kangin se echó a reír al
oírle. Volvieron a beberse toda la copa y Leeteuk le tendió la botella,
ofreciendo llenarle la copa.
Pero al ir a servirle se
dio cuenta de que estaba vacía. Lo lamentó y sugirió:
—Creo que tengo una
botella de brandy debajo del
fregadero.
Kangin negó con la
cabeza y dejó la copa encima de la mesa.
—Me tengo que ir.
—No sé por qué tenía la
impresión de que ibas a decir eso —dijo con tristeza. Le vio observarlo
largamente, de esa manera tan suya y contó hasta cinco, esperando a que dijera
algo y como no lo hizo se respondió él mismo—. Sabía que ibas a decir eso por
que es lo que siempre me dicen todos “Me tengo que ir” o “Leeteuk, no insistas,
te he dicho que me tengo que marchar”.
Le observaba con
detenimiento como tratando de estudiar su personalidad.
—Vamos, estás
exagerando.
—No exagero —dejó la
botella de champán encima del mostrador de la cocina y volvió a mirarlo—.
Auyento a los hombres. Todo el pueblo sabe que me quiero casar y tal vez por
eso huyen de mí. Nadie se casará nunca conmigo. Me quedaré soltero el resto de
mi vida —no había posado la copa y gesticulaba acaloradamente con ella en la
mano—. Todos mis hermanos están casados. Mi madre en segundas nupcias y han
abandonado la ciudad, dejándome solo, con mi pequeña cafetería y mi acogedor
apartamento de dos habitaciones, lleno de sueños muy sencillos, en los que tan
sólo añoro tener una familia, pero que nunca se van a hacer realidad. Es
patético. Yo soy patético —tendió los brazos hacia delante y se miró el
cuerpo—. Mírame.
Kangin permaneció
callado, como de costumbre. Después de un rato mirándose la camiseta blanca y
los pantalones cortos que llevaba puestos, alzó la cabeza y sus ojos se
encontraron con los de él. Algo muy cálido le recorrió el cuerpo por un
momento, pero desapareció con la misma rapidez con que había aparecido.
Leeteuk tragó saliva y
se dijo que no era nada, tal vez sólo el efecto de un exceso de champán en su
sangre.
El silencio había
empezado a ser incómodo y Leeteuk decidió acabar con él.
—Bueno, ahora que me has
echado un buen vistazo, dime que tengo de malo.
—No tienes nada de malo.
Se te ve muy bien.
Le miró, pero pronto
frunció el ceño al darse cuenta de que estaba haciendo el ridículo. Miró al
techo de la cocina, decorado con motivos vegetales.
—¡Dios mío! ¿Qué estoy
haciendo?
—¿Qué quieres decir?
Le miró a los ojos.
—Te he hecho beber
champán conmigo y te he contado cosas que no te interesan en absoluto. Debo
tener escrita la frase “joven desesperado” en la frente.
Por un momento pareció
incómodo.
—Bueno, no te preocupes.
Se apoyó en el mostrador
de la cocina y pasó el dedo por el borde de la copa que tenía en la mano.
—Sé muy bien que he
dicho un montón de tonterías, lo que pasa es que no me lo vas a decir, porque
eres un caballero —Kangin se echó a reír y al oírlo Leeteuk sonrió,
sorprendido—. ¿He dicho algo gracioso?
—No, lo que pasa es que
no estoy muy acostumbrado a que me llamen caballero.
—Bueno, pues deberías
porque eso es lo que eres —dejó de apoyarse en el mostrador y se puso derecha—.
Antes has dicho que no encontrabas a Seyoung.
—Sí.
—¿Ha estado Min contigo?
Kangin asintió.
—Hemos estado de
acampada el fin de semana.
—Lo sé, Seyoung me lo
dijo. He echado de menos a Min en la cafetería.
A Min, que tenía once
años le encantaba estar en la cafetería, charlando con los dientes o ayudando
cuando lo dejaban. Además algunas tardes cuando terminaba de trabajar recibía
su visita. A Leeteuk le encantaba estar con él porque había crecido en una casa
llena de jóvenes hermanos y le gustaba tener a otros jóvenes cerca de él.
Solían ver la televisión juntos e incluso lo había ayudado con la decoración de
la cocina.
Leeteuk preguntó:
—¿Está en casa?
—Sí —Min y Seyoung
vivían en una casita que les había comprado Kangin, muy cerca de allí—. Lo he
dejado durmiendo en el sofá. ¡Pobre crío!, ayer lo tuve todo el día montando en
bicicleta. No volvimos a casa hasta tarde y como esta mañana tenía trabajo en
mi cabaña no lo he podido traer hasta ahora —Kangin poseía un taller de
construcción y reparación de máquinas y vivía en una cabaña que tenía al lado—.
Tengo que regresar al taller, pero no quiero dejar a Min solo en casa sin saber
dónde está mamá.
—Antes de marcharse dijo
que las calabazas de la montaña estaban ya maduros. Al parecer a Min le encanta
la tarta de calabaza.
Kangin tomó las gafas de
sol.
—Gracias, iré a ver si
la encuentro.
Leeteuk le observó
mientras volvía a ocultar sus preciosos ojos y recordó todas las historias que
se contaban sobre él. Había sido un chico muy rebelde, siempre metido en
problemas.
Lo peor había sido aquel
escándalo de la violación, cuando Kwon Hakyeong le pilló en la cama con su joven
hijo. Un asunto muy feo, complicado además por el hecho de que el hermano de Hakyeong
había estado casado en segundas nupcias con Seyoung.
La mayoría de la gente
de la ciudad lo había definido como peligroso y malo.
Pero dijeran lo que
dijeran, para él Kangin era una buena persona que lo había escuchado
pacientemente mientras se compadecía de sí mismo. Además era tan responsable
con su familia…
Leeteuk se oyó a sí mismo
preguntar:
—¿Sabes dónde está la
mejor zona de calabazas? —Kangin negó con la cabeza y entonces Leeteuk posó su
copa en la mesa—. Vamos, te lo enseñaré.
Tal como imaginara,
había dejado su enorme moto en el aparcamiento de la cafetería.
Kangin se puso el casco
y dijo:
—Vamos, sube.
Leeteuk suspiró y pensó
que aunque ahora sabía que Kangin era un buen chico, eso no quitaba para que no
le apeteciera que lo vieran subido en su moto, porque en una ciudad tan pequeña
como aquella daría lugar enseguida a todo tipo de rumores.
—No, no tengo casco
—aunque no podía verle los ojos sabía que él conocía la verdadera razón por la
que no quería subir a la moto. Sin embargo no le dijo nada—. Podemos caminar
—se apresuró a añadir, sin atreverse a mirarlo—. No está tan lejos y además no
podrías llegar en moto hasta allí mismo. Vamos —empezó a caminar y se sintió
aliviado al sentir sus pasos tras de él.
Hacía fresco para ser el
mes de julio y más cerca del río, pero para Leeteuk hacía un calor pegajoso y
el pelo se le estaba pegando a las sienes. Mientras caminaba Leeteuk no se
olvidaba nunca de sujetar las ramas para que no golpearan a Kangin que iba
detrás, y de vez en cuando se paraba para llamar a Seyoung. Pero nadie
contestaba.
—Ya queda poco —dijo a Kangin
para animarlo cuando ya estaban terminado de subir una colina. Por desgracia
continuó caminando sin mirar hacia delante primero y se tropezó con una raíz
que estaba al descubierto y fue a caer sentado en el suelo.
—¿Estás bien?
—Se me va a poner morada
la parte donde nunca me da el sol, pero sobreviviré —gruñó, frotándose la zona
dolorida—. Vaya, uno de estos días aprenderé a mirar donde… —le vio mirándole
callado, como siempre, con una media sonrisa en los labios—… pongo los pies.
No pudo seguir hablando,
pero tampoco le importó. Sentía algo demasiado especial en aquel momento como
para molestarse en hablar.
De repente el aire se
había vuelto más cálido, más dulce y parecía como si Kangin… llenara el mundo.
Podía oler el cuero y el polvo y no pudo evitar fijarse en la mancha de sudor
que tenía en la camisa. Quiso tocarle y comprobar si su piel era tan suave como
parecía, lamerle el sudor…
Leeteuk se estremeció al
darse cuenta de lo que estaba pensando porque a él esas cosas no le habían
interesado nunca demasiado. Por supuesto había salido con muchos chicos durante
todos aquellos años de búsqueda infructuosa de marido, pero no se había acostado
con ninguno de ellos excepto con aquel gusano de Seunghyun, que ya se había
encargado antes de desaparecer de dejarle bien claro que era nulo en ese
terreno.
Debía reconocer que así
era. A pesar de haber tratado de convencer a Seunghyun y a sí mismo de que
disfrutaba en la cama, como cualquier joven moderno, le parecía que se sudaba
demasiado y que además Seunghyun hacía unos ruiditos muy desagradables. A veces
el único modo de soportar aquello era pensar en la decoración que pondría
cuando se casaran y tuvieran su primera casa. O en si sería pretencioso poner
las iniciales de ambos en las toallas.
Pero en aquel momento no
le importaban nada de decoración. Su propio
sudor le parecía erótico y pensaba que el de Kangin olía de maravilla. Incluso
el aire parecía tener un aroma especial. Sentía el cuerpo pesado y muy ligero a
la vez.
Pensó que debía ser el
champán, aunque en realidad sabía que no era verdad, porque el paseo había
hecho que la nebulosa que sentía en la cabeza en su apartamento hubiera
desaparecido. Estaba sobrio y muy excitado.
Kangin dijo:
—Venga —seguía sonriendo
y le miraba a los ojos—. Mira a ver si te puedes poner en pie —le tendió la
mano.
Leeteuk la tomó y como
no se había quitado los guantes sintió de inmediato su mano envuelta en cuero y
calor. Un estremecimiento le recorrió el cuerpo antes de ponerse de pie.
—¿Estás bien? —le
preguntó él.
Leeteuk tosió antes de
hablar.
—Sí, claro.
Le soltó la mano y,
sonriendo como un idiota se sacudió el trasero con la mano y echó a andar la
primera, tal y como le pedía él.
Continuaron en silencio.
Todos los sonidos de la naturaleza le resultaban sensuales, incluso el croar de
una rana o el zumbido de una abeja.
Se sintió ridículo. Al
fin y al cabo no había pasado nada entre ellos. Se había caído y él lo había
ayudado a levantarse. Punto final.
Encontrarían a Seyoung y
cada uno se iría por su parte. La próxima vez que se encontraran le sonreiría
educadamente y seguiría su camino. Ya estaban muy cerca de las calabaceras. De
repente, al dar la vuelta a una curva pronunciada, Leeteuk no pudo dar crédito
a sus ojos. En el suelo, delante de él, una mujer yacía en el suelo, a la
sombra de un abedul.
Era Seyoung.
pobre teuk sintiéndose tan mal en su cumpleaños menos mal que aparecié el mapache para aligerar un poco las cosas, creo que en algo va a cambiar la situación de todos si en verdad la mujer que encuentran es la mama de kangin .......
ResponderEliminargracias por el mp, esperaré tu próxima actu
saludos ^^
Aigooo teuk solteron, pero si esta bn bueno!! Bno pero ya le llego su mero toro macho ahora si que se deje de cosas y borre sus experiencias pasasas poco agradables por que al parecer este hombre le va a poner bn claro todo ajjaja unnie kamsamnida x el capi lo ame!! Esperando con ansias la.conti nos leemos bye!!!
ResponderEliminarMiércoles que le pego mal el cumple a Teuk, mijo eso lo llamamos depresión por estos lados.
ResponderEliminarVeremos que te depara el destino ahora que parace que la mamá de Kangin parecería que ya no está más y alguien tiene que encargarse de Min
nadie deberia pasar un cumpleaños asi tu tranqui ya te llego el remedio y tiene cara de mapache jajajaja
ResponderEliminarlo ame q primer cappp
atte: nicol_HKS
Quéé?
ResponderEliminarNo era shot?
No me puedes dejar así!!!!
Pero bueno, espero el siguiente.
Qué hubiera sucedido si no hubieran encontrado a Seyoung?Creo q Teuk estaba a poco o nada de lanzarse a Kangin...bueno, para la próxima.
rosaliehale:
ResponderEliminarOmo pero que intenso es Leeteuk aca, que ganas de conseguir marido, su madre tiene razon aun es joven y tiene chance de conseguir a alguien bien (aunque sus requisitos son un poco grandes). Ya vi unos ratros de quimica entre estos dos pero no me parece correcto que le de pena subirse en la moto con el solo por el qué diran.
Muchas gracias por avisarme de tu actu =)
Se como se siente Teukkie, waa solo que yo no tengo alguien tan sexy cerca ni lo tendre a menos que me vaya a vivir a corea ahora, (jajaja si sueña), pero no pierdo las esperanzas como nuestro hermoso angel, de encontrar aquel que haga girar mi mundo, (ya lo hice se llama Hyuk y vive malditamente lejos sin contar que es un idol y nunca me vera, diablos debo dejar de seguir pensando), me encanto creo que seguire algunos consejos del angelito.
ResponderEliminarApenas llevas un pedazo de historia y ya siento pena por Teukkie, solo espero que Kangin no sea igual a su antiguo novio.
ResponderEliminarGracias por el MP y esperare por ti en el siguiente capitulo, que ya te dije que esta pareja no es lo mio pero ya me empezó a gustar el fic.
ahh!! con esa descripcion de tukie del mapache me dieron ganas de darle...y no precisamente concejos!! ahh no me digas que la mama del mapachito la murieron!! ahhh noooooo lo vas a traumar y al pobre del conejito!! que mala!! esperare por el procimo cap!! hracias!!
ResponderEliminarVampire13:
ResponderEliminarEn verdad quisiera enfocarme en la historia para hecer un comentario bien, pero POR SAN SIWON Y TODA SU SANTA CORTE CELESTIAL !MI AMADO KANGIN DE CUERO EN MONTO, ARETE Y TODO EL PAQUETE INCLUIDO! *¬* *rueda en el piso* SOY UNA CHICA MUY FELIZ EN ESTE MOMENTO POR LA IMAGEN hdg fvg yfdg gy.
OK daré mi mejor esfuerzo para comentar... pobre de mi pato hermoso, como que nadie se quiere casar con el, yo me apunto *kangin la mira feo* ok no pero es que como pudo pasar esto. Lo bueno que Kangin lleva enamorado de ti hace tiempo (por lo menos yo lo quiero creer así) y mi querido Teuki el hombre te llama no lo niegues que bien que querías probar su sudor y luego lame... bueno ese no es el punto así que como que sacrifico el unir tu vida con el no es... HAAAA NO SALE KANGIN DE MI MENTE ES QUE ES TAN SEXY Y GUAPO HAHAAAA.
NONNA creo que sabes cuanto me gusta el KANGTEUK en cuanto leí el prologo, es más desde que vi la imagen *se va a kangteuklandia* si soy muy feliz.
Gracia espero impaciente los próximos caps.
Saludos ^_^
Puff...he visto mi futuro en la vida de teuk T.T
ResponderEliminarpeto si me llego a encontrar a un kangin,bien valr la pena esperar.
ay pero que feo,y luego la mamá hablandole y aventandole tal sermon,jode más.
espero que la mamá de kangin se encuentre bien
Nyaa~~ ^~^
ResponderEliminarYa esperaba este capítulo desde que leí la introducción.
Muy emotivo el principio, aww fue tan real el dolor de Teuk
Diablos quien es el tipo feo que lo lastimo de ese modo...
Vaya! a su edad hay que admitir que se ve muy joven y apuesto :3
KangIn realmente me encanto con en esta nueva faceta,
de apariencia ruda e interior cálido, el sueño de toda mujer XDD
El final quedo interesante... aww que habrá pasado en la cosa de calabaza?!
Gracias por el aviso, espero el siguiente.
Un saludo, que estés bien :D
Nueva lectora!!
ResponderEliminarMe gustó el prólogo, pobre Teukie sufriendo horrores por su soltería y justo en su cumpleaños, al menos llegó KangIn y su compañía sirvió para que Teukie descargará algo de su frustración aunque después se avergonzará y KangIn quién diría de un motociclista rudo que podría ser tímido xD
Lo que sí me dejó muy sorprendida fue el final, ya quiero saber que pasa.
Gracias por el Mp, nos leemos en el próximo capítulo.
Bye ^^
AHAHAH pobre de mi segun yo!! tengo cuenta en google pero no recuerdo mi contraseña XD asi que sere anonima hasta nuevo aviso!! pobre Teukie sufre por no encontrar al amor de sus vida!! no solo quire un anillo en su dedo eso no es bueno!! por otra parte imaginarme a Kangin todo vestido de cuero con sus hermosos ojos negros!! fue genial yo creo que ya encontro el angel a la persona indicada!! solo espero que se de cuanta pronto!! que le paso a la madre de Kangin espero que nada malo!!
ResponderEliminarmuchas gracias por MP espero los siguientes capitulos besos!!
me encanto!!! pero sufro pobre mi teukie maldito ese que lo dejo!!! y como la pasa en su cumple abuuuuuuu me dio mucha penita T-T peeeeeeeero tenia que llegar kangin y su masculinidad xD, ya teukie ya cayo!!! y como no con semejante hombre *-*...
ResponderEliminarme dejaste en suspenso con la mama de kangin :o
nos vemos en otra actu unnie
bye saranghe
tan bonito, jajajaja me dio risa como Teuk pensando que todos los sonidos son eroticos, pero bueno yo tambien pensaria lo mismo si fuera con appa :D, gracias por el Capi
ResponderEliminarRecién llego a comentar! A penas pude conectarme en la compu T.T
ResponderEliminarWaaa!! Estoy comenzando a amar este fic!!!
Que mal por Teukie, donde se encuentra ese tipo pa' ir a golpearlo!? Como se atreve a dejarlo ¬¬ bueno, mejor así podrá estar con Kangin kkk aun así, quiero golpearlo kkk
Me encanta como es el personaje de Kangin es tan :Q____ Derrocha sensualidad!!!
A quien encontraron y como?? o.o!
Gracias por los MP!!
Saludos y abrazos de oso!!! Hasta la próxima!
me encanta como es kangin, se que ayudara al sufrido de leeteuk, este chico tan bello y me lo abandonan que pasa en este mundo!!! bueno lo bueno sera que todo sera para q kangin se case con el, amo esto, enviame mensaje cuando actualices
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