Siwon estuvo a punto de atragantarse cuando volvió la
cabeza y vio a Heechul en las gradas. Por sonreír, se perdió a su mejor
bateador ganando la segunda base. No podía creer que estuviera allí. Llamó a su
jugador y fue a verlo. La valla le llegaba justo por debajo de la barbilla.
—¿Te importa que haya venido?
—Desde el segundo tiempo. Tienes un buen equipo. Pero
dime que no es tabaco eso que tienes en la boca, Siwon.
Siwon hizo una gran pompa de chicle, la explotó y volvió
a meterse aquella masa rosácea en la boca.
—¿Estás preocupado por mi salud?
Sí, claro. Pero no iba a contribuir a que siguiera
inflándose como un pavo. Levantó la mano para limpiarle un poco de chicle que
se le había quedado en la comisura de los labios.
Era un gesto de esposo, casi de appa, y Siwon deseaba a
aquel appa en particular. Estaba para comérselo y Siwon se lo hizo saber.
—Dios! Cómo me gustas cuando te sonrojas! —dijo sonriendo
y acercándose más a él—. Me pregunto a qué sabrás.
—¿A azúcar y especias?
—¿No te he contado que me gustan las especias? Todas, y
más que nada las picantes.
Heechul se estremeció con la idea de que Siwon. Saboreara
cada milímetro de su piel. El árbitro llamó a un bateador.
—Ve jugar, muchachito —le dijo, propinándole un empujón.
Siwon se las arregló para besarle los nudillos antes de
correr a su puesto. Heechul volvió a admirar aquel trasero. De repente, sintió
que un centenar de ojos se le clavaban en la nuca.
No quería volver la cabeza y enfrentarse a las miradas de
aquellos padres. La verdad era que no había tenido en cuenta de qué modo podía
afectar su presencia y su más que evidente embarazo a su posición como
entrenador.
Desechó aquellas ideas. Desde su divorcio, no le había hecho
caso a nadie. Heechul estaba muy orgulloso de su bebé y de sus sentimientos por
Siwon. Sonrió para sí.
Bien, tenía que admitirlo. No sabía cuándo había sucedido
exactamente, pero se había enamorado como un tonto. Sin pensar en las
consecuencias, había depositado su corazón en las manos de un ingeniero
sonriente. Siwon se había abierto paso en su vida con la delicadeza de un toro
salvaje, pero Heechul no podía pasar un minuto sin pensar en él, en sus besos,
en sentir el calor de sus brazos en torno a su cuerpo. Aunque no se había
repetido la escena del almacén, Heechul sabía que había llegado el momento de
empezar a amarlo.
Pero había un problema. ¿Lo amaba él? ¡Dios santo!
¿Habían avanzado en su relación debido al bebé o “a pesar” de él? Si no existiera
aquel niño. ¿se sentiría tan a gusto con Siwon? Dejó que aquellas preguntas lo
atormentaran durante diez minutos antes de decidir que no había nada que él
pudiera hacer. Ni siquiera estaba seguro de amarlo en realidad o si sus
sentimientos se debían simplemente a que era un hombre estupendo y el padre
biológico de su hija. Cuando terminó el partido dejó sus dudas a un lado y fue
a buscarlo.
—Te veré más tarde —dijo Heechul.
—¿Es que te marchas? —preguntó con el desencanto de un
niño.
—Pensé que ibais a celebrarlo —dijo con un gesto hacia la
docena de niños que alborotaban con la victoria.
—No celebraremos nada hasta el campeonato. Y eso sólo si
trabajan de firme —dijo lo bastante alto como para llamar la atención de los
chicos que le miraron como si fuera un dios—. Vamos, hoy hemos rendido el cien
por cien —añadió despertando una sonrisa colectiva de satisfacción—. Me siento
orgulloso de vosotros. Ahora, todo el mundo a casa.
Siwon aceptó las felicitaciones de los padres y presentó
a Heechul mientras iban hacia el aparcamiento, haciendo caso omiso de sus
miradas de curiosidad. Heechul se dio cuenta de que no estaba dando la menor
información sobre su vida privada y lo amó por eso. Siwon dejó el macuto en el coche y
buscó el de Heechul con la mirada.
—He venido andando.
—Pero si deben ser más de siete kilómetros! —exclamó él.
—No llega a los seis. ¿Me llevas a casa? —dijo Heechul,
poniéndole la mano en la barbilla—. Se te ven las ideas, Choi Siwon. Vamos,
tengo hambre.
—Tú siempre tienes hambre.
—¿No crees que deberías darme de comer?
—Yo te daría algo más que eso, precioso —dijo él con voz
tórrida.
—Siwon!
—¿Sí? —dijo él poniendo cara de inocente.
—¿Eso era una...?
—Sí.
A los pocos momentos iban hacia su casa. Siwon necesitaba
una buena ducha. Aunque a Heechul le gustaba un poco de sudor, Siwon chorreaba
y le parecía un poco excesivo. No le sorprendió ver que vivía en una pequeña
casita decimonónica, estilo Cape Cod.
—Antes de que lo preguntes, te diré que no. Yo no la he
construido. Era de Tiffani.
No podía disimular la amargura en su voz, pero Heechul
esperó a estar dentro para indagar.
—Iba a venderla cuando me enteré de lo del niño. He
decidido conservarla, quizá la pueda alquilar.
—No me refería a eso. Todavía sientes mucho odio por ella.
—Heechul tengo algo que decirte... Tiffani era la gerente
de la clínica de fertilización.
—Ya lo sabía. Jungsoo lo averiguó. Y sí, también pensé
que ella tenía algo que ver con la confusión de las muestras. ¿Acaso importa
ahora? No ganamos nada con echarle la culpa.
—Me repugna pensar que pudiera hacerte esto sólo para
vengarse de mí. Ella sabía lo mucho que yo deseaba ser padre.
—Si ése fue el caso, le salió el tiro por la culata
porque vas a ser papá, Siwon —dijo en un susurro.
Siwon lo abrazó con ternura.
—Quiero ser algo más que eso, Heechul.
Siwon lo besó y luego fue a ducharse. Heechul se quedó
apoyado en la pared, suspirando hasta que oyó correr el agua. No quería
imaginarse su cuerpo desnudo y cubierto de espuma. Se dedicó a recorrer la
casa, fijándose en los recuerdos de sus tiempos de marine, en los trofeos y en
las fotos de familia. Encontró algo raro en la mujer que parecía su madre, pero
no consiguió definirlo.
Sobre la mesa había montones de libros sobre bebés y
revistas para padres. Al pasar unas páginas su cuerpo empezó a reaccionar
extrañamente cuando vio la ilustración de un hombre haciéndole el amor a un
joven embarazado. Cerró el libro y se concentró en los muebles.
Todo era impersonal, utilitario, desprovisto de
pinceladas frívolas o coquetas. En las cintas de vídeo descubrió que le
gustaban las películas con mucha sangre. ¡Puaj! Heechul tenía la impresión de
que había borrado toda huella de su ex esposa, incluso en la cocina.
—¿Buscando algo de comer?
Heechul hizo una mueca y se dio la vuelta.
—No, sólo estaba curioseando.
Su mirada fue directamente a la toalla verde que llevaba
enrrollada a la cintura y, sus mejillas se sonrojaron de inmediato.
—Siwon, por el amor de Dios! Ponte algo de ropa.
—No —contestó él con un sonrisa belicosa mientras se
secaba el pelo en la puerta de la cocina.
—Por favor —dijo viéndole acercarse.
—¿Tienes miedo? —pregunto él junto a su oído.
—Casi —dijo con los ojos cerrados.
—¿Te excita?
Heechul sintió que le acariciaba la nuca, que estaba
desnudo a sus espaldas y entonces le besó el cuello.
—Todavía recuerdo como es acariciarte, princesa —dijo,
acariciándole los pezones con la yema de los pulgares—. A qué hueles.
Heechul se giró entonces y le besó en la boca. Siwon
gimió y trató de buscar apoyo contra un mueble. Introdujo una pierna entre las
suyas mientras le acariciaba el pelo, los hombros. Los gemidos de Heechul le
estaban volviendo loco, pero cuando Heechul le acarició los pezones sólo pensó
en devorarlo.
Heechul se deleitaba acariciando el vello de su pecho,
rozándose contra sus muslos, provocándole.
Siwon buscó su boca mientras le dejaba sentir entre las
piernas su excitación. Sus manos, callosas y fuertes, se introdujeron bajo la camiseta
y Heechul le respondió trazando la línea de su vello hasta llegar peligrosamente
cerca de su sexo.
Heechul lo miró a la cara. Su expresión estaba llena de
anhelo. Hacia acopio de valor para arrancarle la toalla, cuando su estómago
gruñó. Siwon parpadeó varias veces. Miró su vientre como si esperara que
protestara otra vez. Heechul apoyó la cabeza contra su pecho, riéndose
suavemente. Siwon se unió a él, lo apartó de sí y contempló sonriente lo
excitado que estaba.
—Siempre me pasa esto contigo, ya ves.
Heechul trató de no mirar, pero tampoco pudo evitarlo.
—Ay, Dios mío! —exclamó maravillado y aquella vez fue él
quien se sonrojó—. Lo siento mucho.
—Ah no! No lo sientes —dijo él, no sin ternura.
Tenía razón. Era fantástico para su ego saber que podía
excitarle tanto con un beso.
—Ahora mismo te preparo algo de comer. Antes necesito
otra ducha.
Heechul se entretuvo bebiendo agua. Al cabo, Siwon
apareció y le tomó de la mano.
—Vamos, tengo que sacarte de aquí y llevarte a un kilómetro
de mi cama o empezaré otra vez con lo mismo.
En las clases de preparación para el parto, no podía evitar que sus
manos lo tocaran. Un masaje para calmar un calambre se convertía en una
fantasía erótica, en una tortura más. Cuando lo llevó a su casa desde el centro
comunitario, no pudo pensar en otra cosa que en tener a Heechul entre sus
brazos. Toda la noche.
Y cuando él abrió la puerta y se volvió para despedirse,
toda idea de galantería se evaporó. Siwon lo abrazó con fuerza y lo besó hasta
que Heechul sintió que le fallaban las rodillas.
—Siwon, por favor —dijo él sin aliento.
—Por favor, ¿qué? ¿Por favor, vete? —susurró él junto a
su oído—. ¿Por favor, quédate?
—No lo sé —gimió Heechul.
Le sujetó por el cinturón y tiró de él para meterlo en la
casa. Siwon cerró la puerta apoyando la espalda en ella y lo besó una y otra
mientras le acariciaba la espalda y las nalgas.
—No... no puedo hacerlo —dijo Heechul, apartándose.
—Heechul, no vamos a hacer nada que tú no quieras. Unas
cuantas duchas frías más no me harán daño.
—Lo sé y lo lamento. Siento que te estoy tomando el pelo.
Siwon le sostuvo la cara entre las manos.
—Te deseo, Heechul. Necesito saborearte, sentir tus
piernas alrededor de mi cintura, tus besos. Quiero ver cómo te excitas, antes
de tenerme dentro de ti.
—No estás siendo justo —dijo él, respirando trabajosamente.
—¿Tú me deseas, Heechul? Si dices que no me marcharé,
pero sé que habrá sido una mentira.
—Y yo también.
—Eso es lo que importa —dijo él, besándole los párpados—.
No, no hables. Siente por una vez, no te hará daño.
Siwon lo besó apasionadamente y él le respondió con
ferocidad, quitándole la chaqueta y dejándola caer al suelo. Aquel simple gesto
era una muestra de confianza y Siwon se juró que iba a avanzar con cautela. Rezó
para tener fuerzas. Sin dejar de besarlo, lo llevó a través del pasillo. Sabía
cuál era su habitación sin necesidad de haberla visto, el rastro de canela y
especias le condujo hasta allí.
Heechul encendió una pequeña lámpara y Siwon contempló el
dormitorio con la boca abierta. Tendría que haberlo adivinado. Una cama
doselada, con cortinajes malvas y cientos de metros de tela teatralmente
enrollados en los postes. Era una cama especialmente hecha para amarlo. Heechul
sonrió tímidamente, mientras él se preguntaba qué otros secretos le aguardaban
aquella noche. Heechul fue al baño.
—Necesito un minuto —dijo cuando él trató de retenerlo.
Heechul salió del baño con una bata de satén azul.
Debajo, iba desnudo. El lo miró y vio que su miedo y su deleite igualaban a los
suyos. De repente, Siwon sintió que se hallaba fuera de lugar allí.
—No he estado con alguien desde que me divorcié de
Tiffani.
Heechul se sorprendió. Debían ser más de dieciocho meses
porque Tiffani llevaba un año muerta.
—Cuando nos decidimos por un vientre de alquiler, supongo
que pensó que la cercanía de la paternidad bastaría para saciar mis...
necesidades.
—Y ¿funcionó? —preguntó Heechul, sonriendo con los labios
ligeramente hinchados por sus besos.
—No funcionó entonces y no funciona ahora.
—No te creas que yo me siento la persona más sexy del
mundo con esta barriga.
Siwon lo estrechó entre sus brazos, besándole los
párpados y las mejillas antes de buscar sus labios. No le habló porque no podía
convencerlo con palabras de que era la criatura más sexy de la tierra. De modo
que Siwon se lo demostró con gestos hasta que se dio cuenta de que Heechul estaba
temblando. Lo obligó a volverse hacia el espejo de cuerpo entero mientras se
mantenía a su espalda. Heechul se negó a contemplarse, pero Siwon le besó la
nuca mientras le desataba el cinturón.
—Preferiría que hiciéramos esto a oscuras —dijo con toda
sinceridad.
—Quiero verte.
—Siwon —gimió él.
No le permitió continuar, lo besó profundamente mientras
le abría la bata y le acariciaba el pecho. Heechul apoyó la espalda contra él.
Cubrió sus manos mientras Siwon jugueteaba con sus pezones. Heechul no resistió
la tentación de mirar al espejo. Las manos de Siwon eran oscuras sobre su piel lechosa y le acariciaban el pecho y el vientre. Heechul vio fascinación y deseo
en su cara.
—Eres muy hermoso —susurró a su oído mientras bajaba las
manos hasta su miembro—. Mírate, mi princesa.
Estaba desnudo ante sus ojos y Siwon contempló ávidamente
su figura esbelta, excepto por la redondez que una nueva vida prestaba a su
vientre. Su piel era perfecta. Bajó la mano hasta su miembro y lo tocó
ligeramente, deleitándose con su estremecimiento. Heechul se puso duro y los
dedos avanzaron un poco más. Empezó a gemir. Siwon trazó una
línea de besos sobre sus hombros, sobre la delicada curva de su espalda.
Sujetándolo por las caderas, cerró los ojos y saboreó la firmeza de sus nalgas.
Entonces hizo que se diera la vuelta y lo besó en la boca antes de probar el
sabor de su piel.
Heechul contuvo el aliento, aferrándose a sus hombros
mientras él succionaba y lamía y sus pezones. Lo llevó a la cama, se sentó en
el borde y lo puso en su regazo. Sentía que su cuerpo se ablandaba con cada
beso, aunque sabía que continuaba asustado, retraído por verse desnudo. Pero
Siwon se dio cuenta de que le amaba por la persona que era, no por el hijo que
llevaba en su vientre. Quería que se sintiera tan hermoso como lo veían sus
ojos y le pasó las manos a lo largo de las piernas lenta y metódicamente.
Volvió a acariciarle los pezones, volvió a devorarlos.
Aquellas caricias eran como dagas que atravesaban su
piel. Heechul sintió que se derretía cuando él tomó un pezón en el horno
caliente de su boca. Al contacto de su lengua, una oleada ardiente lo recorrió
para anidar entre sus muslos, desatando un deseo insaciable.
—Avísame si te hago daño.
—Por favor, Siwon. No pares.
Y él hizo que se tumbara en la cama a su lado. Puso una
pierna entre las suyas, obligándole a separarlas. Su mano anidó entre los
muslos y empezó a moverse. Sintió que Heechul se excitaba, que le clavaba las
uñas en los hombros, que levantaba las nalgas. Siwon jamás había visto algo tan
elegante como su pasión.
—Déjate llevar, princesa. Quiero ver cómo te dejas ir.
Heechul abrió los ojos y le tomó la cara entre las manos.
Siwon siguió acariciándolo hasta que vio la explosión en sus ojos y sintió el
tremor en todo su cuerpo.
—Ah, Siwon! —gimió con voz ahogada.
Las oleadas de placer rompieron sobre Heechul como plata
líquida, esparciendo su semen en su mano, calmando sus movimientos hasta la
última sacudida. Heechul se humedeció los labios y le miró a los ojos. El le
sonrió con ternura, enormemente complacido.
—¿Explotarás de la misma manera conmigo dentro de ti, princesa?
Heechul ocupó el centro de la cama y contempló cómo se
desnudaba. Absorto en su contemplación, se dio cuenta de que Siwon se mantenía
espléndidamente.
Siwon se arrodilló en la cama y le tomó ambas manos.
—Heechul, me vuelvo loco sólo con mirarte. El que lleves
a mi hijo en tu vientre hace que amarte sea aún más precioso. –le dijo mientras
acariciaba su entrada, preparándolo.
Heechul necesitaba creerle desesperadamente y acalló
todas sus dudas. Abrió los muslos para sentir el ardor increíble de su miembro.
Siwon temblaba. Heechul sabía que se estaba conteniendo, lo sentía en cada
beso, en cada caricia, era como un terremoto y él necesitaba aquella energía,
el fuego que encendía el uno en el otro. Siwon tenía miedo de hacerle daño y Heechul
deseaba demostrarle que no era tan frágil. Se inclinó sobre él y le pasó la
lengua por los labios con un movimiento lento que le hizo hervir la sangre.
—Entra en mí, Siwon —susurró junto a sus labios húmedos.
Siwon se sentó, hizo que le rodeara la cintura con las
piernas y lo atrajo hacia sí. Su impaciencia le hizo reír. Le torturó
acariciándole con su miembro, hasta que Siwon se lanzó contra él, palpitante. Heechul
no dejó de besarle, de mordisquearle la cara.
—Heechul! ¡Ah, princesa!
—Quiero sentirte dentro de mí.
Heechul se apretó contra él que le esperaba ardiente.
—Con cuidado —le advirtió él sin dejar de mirarle a los
ojos.
No obstante, Heechul sabía que no deseaba otra cosa que
darle la vuelta y lanzarse sobre él salvajemente. Aquella
idea hizo que todo su cuerpo se inflamara.
Siwon le tomó las manos, apoyó los codos contra el
colchón y le dio apoyo y fuerza. Estaba rígido en sus entrañas. Heechul se alzó
para dejarse caer lentamente, ajustándose a él, envolviéndole.
—Estás muy tenso —jadeó entre risas.
Siwon elevó las nalgas suavemente para salir a su
encuentro. El sudor empapaba sus cuerpos. Heechul adquirió ritmo y Siwon se
sentó y entró más profundamente en él. Heechul le sostuvo la mirada, sintiendo
que su cuerpo se convertía en pasión líquida mientras que Siwon le dejaba el
control total, se apretó contra él más fuerte, más deprisa y sintió que
se liberaba en una explosión que arrastraba a Siwon.
—Siwon, Siwon!
El se aferró a sus caderas mientras estallaba en él. Sus
músculos le rodeaban para sentir sus sacudidas, cada pequeño temblor. Siwon
descargó una lluvia de besos sobre él hasta que los espasmos cesaron.
Con manos temblorosas, le apartó el pelo de la cara y lo
miró a los ojos.
—Estoy enamorado de ti, Kim Heechul.
Algo se rompió muy dentro de Heechul y los ojos se le
llenaron de lágrimas.
—Lo sé —dijo abrazándose a él y ocultando su rostro
contra su cuello—. Lo sé.
A Siwon no le pasó inadvertida la desesperanza en su voz.
Lo besó y acarició hasta que se quedó dormido, pero él no pudo descansar.
Deseaba despertarlo y volver a hacerle el amor. Nunca había imaginado que
pudiera haber algo comparable a estar con aquel joven, dentro de él, abrazado a
él. Era sensual y apasionado y quería que fuera suyo. Pero su reacción le había
dejado dolido y confuso. Sí, iba a necesitar algo más que palabras para
convencer a Heechul de que lo quería por encima de todo.
Heechul tenía un sueño delicioso, el cuerpo vivo y
excitado, pero la mente letárgica. Buscó a Siwon con las manos, pero al
encontrar vacío su sitio, sucumbió al sueño, dejándose llevar por las
sensaciones eróticas que giraban como humo en sus entrañas. Vagamente, sintió
un calor contra su muslo.
—Siwon —musitó sin abrir los ojos, temeroso de que el
sueño terminara.
Sin embargo, sintió el calor entre su miembro, trató de
cerrar las piernas para que cesara la sensación, pero no pudo. De repente se
encontró completamente despierto.
—¿Qué estás haciendo?
—Te estoy saboreando —dijo Siwon sin vacilar.
Congestionado, Heechul se cubrió el rostro con el brazo.
—Oh, por favor! ¡No pares ahora!
Y Siwon siguió acariciándolo. Instintivamente, él levantó
una pierna y dos dedos penetraron en su cuerpo.
—Preferiría que fueras tú —susurró en la oscuridad de la
habitación.
Siwon se puso a su lado y lo apretó contra la curva de su
cuerpo de espaldas a él. Entró en él sin el menor esfuerzo. Heechul gimió de
deleite.
—¿Siempre eres tan insaciable?
—Sólo contigo, princesa —dijo él, retirándose y volviendo
a entrar profundamente—. Soy un pervertido, ¿eh?
Heechul sentía cada glorioso centímetro que le penetraba.
Se abrazó a la almohada y la mordió para no gritar como una posesa. Siwon lo
abrazaba sin cesar su movimiento de vaivén.
—Quiero estar dentro de ti. Quiero hacerte el amor de
todas las formas imaginables y no parar nunca.
—Yo también —susurró.
Giró la cabeza para mirarlo. La expresión de Siwon era de
placer, de tensión y de deseo. Heechul le acarició la mejilla.
—Siwon! —jadeó, notando que su alivio se acercaba con la
fuerza de una inundación.
Quiso que él se uniera a aquel torrente y se apretó
contra él, enarcando una pierna en su muslo. Y Siwon le tomó su miembro y
comenzó a masturbarlo mientras notaba que se deslizaba al paraíso. Empujó y
empujó entre gemidos y gritos y se cerró en torno a él, exprimiendo la vida de
su cuerpo, ejerciendo todo el poder de los músculos de su entrada. Entre
jadeos, ambos se colapsaron sobre las sábanas.
—Hay un nombre para tipos como tú, Choi Siwon —susurró
contra la almohada antes de volverse a mirarle con furia.
Siwon sonrió sin avergonzarse de sus tácticas.
—Hace una hora que quería despertarte.
—Trata de contenerte durante otras dos horas —dijo Heechul.
Le dio unas palmaditas en el muslo y se acurrucó en el
calor de su abrazo. Siwon esperó a que se durmiera para apartarle el pelo de la
frente y besarlo.
—Te quiero, Heechul —susurró con voz temblorosa.
Heechul no dormía y su corazón daba un brinco cada vez
que se lo oía decir, pero la lógica y la razón se interponían, malogrando
aquella dulce declaración. ¿Lo quería de verdad o eran los sentimientos hacia
su hijo los que hablaban por su boca? Le atormentaba no llegar a saber nunca la
respuesta y con aquella inquietud se quedó dormido.
Siwon siguió acariciándolo hasta que la luz entró por la
ventana y pudo acompañarlo en el sueño. Sin embargo, se había dado cuenta de
que era peligroso enamorarse de Heechul porque ahora tenía el poder de
destruirle con unas pocas palabras.
Heechul se despertó lentamente y repitió el gesto de
buscar a tientas al hombre que dormía junto a él. Cuando sólo notó el vacío,
giró sobre sí mismo y sonrió. Había pétalos de rosa sobre el hueco que su
cuerpo había dejado en la cama. Recogió un puñado y aspiró su fragancia. Una
nota cayó de la almohada.
"Levántate, perezoso. Volveré a las nueve con el desayuno".
Heechul se apresuró a ducharse. Cuando Siwon entró en la casa, él estaba en el
sofá, vestido y casi despierto. Los pantalones militares y el polo azul que
llevaba le dijeron que había ido a cambiarse. Heechul dejó el periódico y
recogió las rodillas bajo su cuerpo antes de llamarle a su lado. Siwon lo besó
en la frente antes de vaciar una bolsa sobre la mesa.
—Por Dios, Siwon! ¿A quién has invitado? Hay suficiente
para dar de comer a una tropa.
—No estaba seguro de lo que te gustaba y yo me muero de
hambre —dijo moviendo las cejas por si él había olvidado el motivo.
—Me alegro de saber que puedo agotar a un hombre hasta la
extenuación.
Heechul le acarició con los pies descalzos, haciéndole
cosquillas en las costillas y en la espalda. Siwon le devolvió una mirada
astuta, consciente de sus intenciones. Había descubierto un poder que no creía
poseer. Siwon puso un brazo sobre el respaldo del sofá y se inclinó sobre él. Heechul
le acarició el pecho antes de rodearle el cuello con sus brazos. Siwon lo besó
apasionadamente, saboreando el interior de su boca hasta que jadeaba cuando se
apartó.
—Buenos días, princesa. ¿Cómo te sientes? —preguntó
frunciendo ligeramente el ceño.
—Como una persona que ha pasado una estupenda noche de sexo.
Siwon se quedó muy quieto.
—¿Nada más?
Heechul le apartó un mechón de pelo de la frente y pasó
las manos por las líneas de su cara como si quisiera suavizarlas.
—Lo sabes de sobra para preguntarlo, Siwon.
—¿Ah sí? —dijo él tragando saliva.
Esta vez fue Heechul quien frunció el ceño, nunca le
había visto tan inseguro. Le hacía parecer más vulnerable y el corazón se le
encogió de dolor por él.
—Te quiero, Siwon.
—¿De verdad? Quiero decir, ¿en serio?
El temblor y la emoción de su voz le contagió a Heechul,
dejándolo sin aliento y llenándole los ojos de lágrimas.
—Es muy difícil no quererte, guapo.
—Ah, ya! Claro, me he pasado la vida tratando de enamorar
a todas las personas embarazadas que se han cruzado en mi camino. Pero tú eres la
primera en picar.
Heechul hizo que se tumbara a su lado.
—Te quiero, pero no voy a casarme contigo.
Siwon trató de
levantarse y él se lo impidió.
—Y no voy a casarme contigo porque no puedo evitar sentir
que me lo pides porque eres el padre de nuestro bebé. Por favor, no digas nada
todavía. Déjame terminar. Es injusto para ti, ya que pareces estar muy seguro
de tus sentimientos. Pero, ante todo, debo pensar en mi niña, Siwon. ¿Será bueno
para ella que entremos en el matrimonio llenos de dudas y malentendidos? Pero
te quiero, Siwon. Te quiero mucho. A pesar de eso, no confio en ninguno de los
dos lo suficiente como para tomar una decisión que puede cambiar nuestras vidas
para siempre —dijo dominando un escalofrío—. Por favor, trata de comprenderlo.
—Lo intento.
Sin embargo, tenía ganas de zarandearlo. El bebé se movió
inquieto en su interior y Siwon se compadeció. Se sentía prisionero, jugando
según las normas de Heechul, pero cuando notó sus lágrimas en el pelo, decidió
que podía esperar. Y si después todavía seguía negándose, sacaría la artillería
pesada. Iba a casarse con Heechul a pesar de los pesares. No podía vivir sin él.
Hello recibi el mp en hato pero desidi leerlo aki en tu blog y comenzar a llenar tu blog de muchos comentarios, wwi la princesa ya cayo pero no completamente jeje ese siwi siempre quiere matrimonio sera q lo lograra
ResponderEliminarWoooooooooooooooooooooow
ResponderEliminara Siwon por fin se le hizo saborear a Heechul,y bueno,Hee lo deseaba tanto o más como Siwon,y lo disfrutaron.
Oh,mi lindo siwon,las revistas y libros que tenia,al pendiente de lo que podria hacer para Hee,es un amor.
A ver cuando se deciden estos dos
owww te amodoro Yota me gusta mucho esta adaptacion esta buena!!!!!! porfis no demores en actualizar me he quedado enganchada con esta historia :)
ResponderEliminarKyyyyyyyyaaaaaaa!!!! Hasta que lo hicieron!!!! ^_^
ResponderEliminarJejjej tan pwrvwt Siwon leyendo li ros con ilustraciones de como hacerle el amor a un joven embarazado ^///^
Que falla que al final del cap las cosas no hayan terminado tan bien como iniciaron u.u