-He reconsiderado la sugerencia que me
hiciste acerca de que te hospedes en otra parte, Jieun -dijo- Voy a llamar
ahora a recepción para ver si tienen disponible
otro apartamento para ti.
La mirada de ella ¿fue de sorpresa? ¿De
placer? ¿De triunfo?
Inmediatamente después, Hyukjae llamó por
teléfono sin importarle y tardó poco en hacer los arreglos necesarios.
Tuvo suerte, había disponible una suite de
una habitación.
A Jieun le encantó la noticia. Pero el que
estuviera igualmente de encantada de que la dejara fuera de sus planes después
de las horas de trabajo, eso habría que verlo. Pero a Hyukjae no le importaba, Jieun
no tenía ningún derecho en su vida
privada.
Ella le dijo que no habría ningún problema
en volver a hacer la maleta antes de que se marcharan esa mañana. De todas formas,
no se había llevado muchas cosas. Como era una viajera experimentada, no
llevaba demasiada ropa con ella. Al contrario que su esposo, interpretó Hyukjae.
La abultada maleta de Donghae era suficientemente grande como para contener el armario entero.
¿Y qué? No había ninguna razón para que Donghae se pusiera limitaciones si no quería, y había
todas las del mundo para que se hubiera traído lo que quisiera si le apetecía.
Una segunda luna de miel no requería eficiencia. Nada más que en una cosa.
-No. ¿Cómo podría? Yo voy estar muy
ocupada contigo, Hyukjae.
-Creí haberte oído ofrecerle tu ayuda.
-Oh, sólo de una forma general. Es su primer
viaje aquí -dijo condescendientemente.
-¿Ha sido de eso de lo único que han
hablado?
-¿De qué más? -respondió ella mirándolo
inocentemente -Le dije que el cuarto de baño estaba libre. Parecía como si el
vuelo le hubiera afectado mucho.
No, algo más había afectado a Donghae. Tal
vez el cansancio tuviera algo que ver, pero no era lo principal.
Miró a Jieun y su expresión de inocencia y
supo que no confiaba en ella. Aquello fue también una sorpresa.
De repente vio que había puesto a esa
mujer en una posición de confianza y ella podía hacerle mucho daño si no tenía
cuidado. Sólo Dios sabía el daño que ya podía haber hecho con Donghae.
Durante el resto del desayuno estuvieron
hablando de la reunión que tenían por delante y, cuando Jieun se fue a su
habitación para hacer de nuevo la maleta, Hyukjae se acercó a la puerta del
cuarto de baño. Estaba claro que Jieun había hecho que Donghae se sintiera
aparte y esa era su forma de no interferir, dejándolos fuera. De cualquier
manera, Hyukjae se sentía de lo más incómodo con la situación y sintió la
apremiante necesidad de aproximarse de nuevo a Donghae antes de marcharse.
Llamó a la puerta
-¿Estás bien?
Se produjo una pausa y luego él contestó
-Sí. Es un baño de lo más agradable.
-¿Te importa si entro un momento, Donghae?
Me marcho dentro de un momento.
Una pausa más larga.
-Me estoy lavando la cabeza, Hyukjae. No
puedo salir. Que tengas un buen día.
Aquello sonaba razonable y deseó poder creerle.
Por otra parte, mientras Jieun estuviera allí sabía muy bien que Donghae se
moriría antes que revelar lo que le pasaba cerca de ella.
No le gustaba nada dejarlo de ese humor
tan negativo en su primer día en Londres. Sintió un fuerte impulso de
quedarse con él y mandar a Jieun a la reunión. Aunque, por otra parte, el
tiempo a menudo suavizaba las cosas.
-Donghae, he hecho que Jieun se vaya a
otra suite -dijo, esperando que esa
información sirviera para algo -Vendrá un botones para llevarse su
equipaje. Será a eso del mediodía. Tendremos este apartamento para nosotros
solos, ¿te parece bien?
Dentro se produjo un sonido ahogado.
Tal vez se estuviera lavando el cabello
de verdad.
Podía llamarlo más tarde, hacerle saber
que le importaba. Quería que supiera que estaba pensando en él y que era
importante. De una importancia
primordial.
- Te dejaré los números de teléfono donde
me puedes localizar en el cuaderno que
está junto al teléfono del dormitorio. No dudes en llamarme si quieres
cualquier cosa de mí. En cualquier momento, Donghae. Pregunta por mí. Dejaré
instrucciones para que te pasen conmigo esté donde esté.
Ninguna respuesta.
-¿Donghae?
-¿Sí?
A Hyukjae no le gustaba nada sentirse
inútil.
-Ya hablaremos esta noche.
Y lo dijo en serio. Con una buena
comunicación podían resolver lo que fuera. El que Jieun no estuviera allí
podría ayudar. Tendrían una intimidad absoluta garantizada. Y, seguramente, Donghae
apreciaría su deseo de que hubiera intimidad entre ellos.
El silencio al otro lado de la puerta era
de lo más descorazonador. Hyukjae esperó que estuviera de un humor más
receptivo esa noche. Se preguntó qué más podría hacer mientras esperaba a que Jieun
estuviera lista. La inspiración no le llegó hasta que no estuvieron en el
ascensor.
-¿Podría enviar unas flores? -le dijo a la
chica de recepción.
-Por supuesto, señor Lee.
-Una cesta de rosas rojas. Tres docenas.
Para ser entregadas aquí e instaladas en la mesa del dormitorio principal de mi
apartamento.
-Yo me ocuparé.
-Me gustaría dejar un mensaje con la cesta.
-¿Quiere escribirlo usted mismo, señor Lee?
La mujer abrió un cajón y sacó un block de
notas y sobres a juego y se los
ofreció sonriendo. -Gracias.
Hyukjae pensó por un momento y luego se
puso a escribir.
Me muero de ganas de estar contigo esta
noche.
Hyukjae.
Donghae quería irse a su casa.
Salió del baño, se secó y se vistió para
luego volver a meter sus cosas en la maleta. Mientras tanto no dejaba de pensar
en qué pasaría si tomara un taxi. se fuera al aeropuerto y tomara el primer
avión que volviera a Corea, las preguntas que provocaría, lo mal que se
sentiría al tratar de explicarse, las molestias que le causaría a todo el mundo
...
No podía afrontarlo. Todavía no. No hasta
que no hubiera pensado en lo que estaba ahora y en cuál sería su próximo paso
a dar.
Las ganas de volverse a casa eran parejas
al dolor que sentía y nada de eso iba a desaparecer en poco tiempo. Por fin, su
cansada mente pensó en el único hotel que conocía en Londres, en el que Hyukjae
se había quedado siempre hasta ahora. Por lo
menos le sonaba. Le Present tenía más de doscientas habitaciones. Llamó
y vio que quedaban libres, así que la reservó.
Aliviado por tener un lugar donde
esconderse, aunque fuera temporalmente, terminó de hacer el equipaje. Cuando estaba
echando un vistazo a su alrededor para ver si se le olvidaba algo, su mirada se
posó en el cuaderno de la mesita de noche, donde estaban los teléfonos que le
había dado Hyukjae.
¿Le importaba algo a él?
¿O sólo le importaba lo que le pudiera
suceder a los niños?
Las lágrimas le nublaron la vista. No
debería haber ido a ese viaje. Había sido un terrible error. Una esperanza
ciega en que pudieran transformar su matrimonio en algo diferente, real,
verdadero y especial, casi nada.
Ahora lo comprendía todo. La razón por la
que él no había creído en que lo que estaba haciendo mejoraría su relación.
Incluso le había dicho que ya era
demasiado tarde para eso. Cuando estuvieron dentro del avión y se vio
obligado a soportar su presencia durante todo ese tiempo, había puesto
buena cara a lo
inevitable y él había sido tan tonto de
tragárselo.
Pero ya no podía soportar más. Estaba más
que harto. Deseó no haberlo descubierto nunca, haberse quedado en su casa ...
Pero lo hecho, hecho estaba.
Ahora era Hyukjae el ciego, si se creía
que con cambiar de apartamento a Jieun iba a arreglar la situación. Lo único
que había hecho era quitarle el cuerpo del delito de delante de las narices. ¡Y
era él quien le había echado en cara el que estuviera viviendo una mentira!
Se enjugó las lágrimas. ¿Quién podría
haber pensado que tuviera tantas? Debía haberlas soltado todas en el baño.
Bueno, ya estaba listo para irse ... casi.
Le quedaba un problema, el de hacerle saber a Hyukjae donde se iba a quedar.
Desaparecer por completo le parecía demasiado cruel y no quería que se
preocupara por él. Simplemente quería que le dejaran en paz. Le resultaba
difícil pensar. Era sorprendente como se las había arreglado para organizarse
hasta entonces. Seguía mirando el papel con los teléfonos, pero no quería
hablar con él. No, no lo podía soportar. Por fin tomó el cuaderno y escribió lo
que esperaba que fuera un mensaje claro para él. Encontró un sobre metió allí
la nota.
Luego llamó a un botones.
En la recepción había una chica distinta,
ya que había cambiado el turno, lo que le alegró, así no tendría que explicar
nada. Le dio el sobre con instrucciones de que se lo dieran personalmente a Lee
Hyukjae, no a su secretaria personal.
El portero le llevó el equipaje a la calle
y le llamó a un taxi. Mientras el taxista estaba metiendo la maleta en el
portaequipajes, la furgoneta de una floristería aparcó a su lado y de ella
salió un chico con una gran cesta de
rosas.
Rosas rojas, de amor.
Verlas le produjo más daño aún,
recordándole el gesto fútil que él mismo había hecho la semana anterior. Les
dio la espalda y entró en el taxi.
No sabía cuando el amor había desaparecido
de él, pero lo había hecho. Su matrimonio estaba muerto.
Deseó entonces que el corazón le dejara
de sangrar.
***
Hyukjae estaba sentado
en el reservado de uno de los restaurantes más
antiguo de Londres y, uno de los más famosos. Esperaba que su reputación
atrajera a Donghae, ya que seguramente la comida inglesa no lo haría. Su
ubicación en Maiden Lane, Covent Garden, le añadía un tono romántico. Era allí
donde solía comer la gente del teatro.
Cada minuto que pasaba tenía los nervios
más de punta. El restaurante estaba
lleno y, seguro que casi todos eran famosos, pero a él sólo le importaba
la presencia de una persona y, si Donghae no iba esa noche, no tenía ni idea de
qué hacer a continuación.
Durante los últimos cinco días lo había
expulsado de su vida. Hyukjae sabía que
los mensajes que le había dejado en el hotel le habían sido entregados,
pero no había respondido a ninguno de ellos. Había pensado incluso en instalarse fuera del hotel y esperar a que saliera o entrara. Pero
la imagen de Donghae huyendo de él era demasiado descorazonadora. En lo más
profundo de su corazón, sabía que era él el que tenía que decidir venir. No
podía salir nada bueno de obligarlo a algo que no quisiera. Las palabras que le
había escrito en el mensaje estaban grabadas en
su cerebro:
Necesito estar un tiempo lejos de ti. Por favor, déjame. No debería
haber venido. Ha sido un error. Lo siento.
Lo sentía.
Hyukjae odió esas palabras. ¡Los errores
eran suyos, maldita sea! No de él. Había tratado de decírselo. ¿Habría leído
alguno de sus mensajes? ¿Sabría que lo estaba esperando allí, deseando
desesperadamente que fuera?
Miró de nuevo su reloj. Eran las ocho y
tres minutos. ¿La habría pillado
un atasco? El hotel estaba no muy lejos de allí y Donghae era muy
puntual, nunca llegaba tarde, le parecía una falta de respeto.
El miedo que Hyukjae había tratado de
contener empezó a escapársele de las
manos.
Aquello no tenía muy buena pinta.
Se suponía que ése era el último día de su
estancia en Londres. Al día siguiente se suponía que tenían que tomar el tren
que los llevaría de la estación Waterloo a París. Si no se veían allí esa noche, ¿estaría Donghae en
la estación al día siguiente? Si no era así, ¿qué demonios iba a hacer él?
Se pasó una mano por la frente, luego se
apretó fuertemente los párpados y deseó
con todas sus fuerzas que Donghae apareciera por la puerta y le quitara de
encima esa pesadumbre.
-¿Me acompaña, joven señor?
Donghae asintió, un poco intimidado por el
ambiente y por el camarero que le estaba ofreciendo acompañarlo hasta donde
estaba la mesa de su esposo y sintió un destello de alivio cuando vio a Hyukjae allí. Estaba
de lo más nervioso. Había permanecido un rato fuera, indeciso sobre si entrar o
no. Ese encuentro iba a ser agotador. Pero iba a tener que suceder más tarde o
más temprano y, en un restaurante como ése, por lo menos iba a ser civilizado.
Hyukjae tenía el rostro inclinado y
apoyado en una mano, como si le doliera la cabeza... Entonces la levantó y lo
vio. Fue como si, de repente, sus pies ya no tocaran el suelo.
Esa mirada contenía a la vez alivio,
sorpresa y una feroz ansia que le llegó al corazón, asustándolo con su
intensidad.
Era como si hubiera estado ansioso por
verlo y se levantó inmediatamente.
Donghae pensó que era como si le fuera a
agarrar para que no se escapara. Hyukjae se contuvo visiblemente y se quedó
quieto, salvo el brazo con el que le indicó que se sentara.
Vio como tragaba saliva convulsivamente e
hizo lo mismo. No era un encuentro fácil para ninguno de los dos. De él
dependía lo que pudiera pasar en el
futuro, sobre todo con los niños.
Hyukjae no dejó de mirarlo, provocándole
una extraña sensación provocar semejante atención después de haber sido ignorado
durante tanto tiempo.
Hyukjae lo miraba como si estuviera
desnudo, cosa que no era precisamente el caso, ya que él había preferido descartar
la imagen sexy para esa noche.
Ya era demasiado tarde. Estaban en una encrucijada.
Hyukjae, por supuesto, estaba muy
atractivo con uno de sus habituales trajes grises. Donghae dudó que hubiera algún
hombre más elegante en el restaurante.
Incluso esa noche, con su matrimonio destruido, no
podía evitar sentirse orgulloso de él.
-Gracias por venir -dijo él con mucho sentimiento.
Donghae se atragantó, asintió y se sentó
enfrente de él. Entre otras cosas porque sintió como las piernas empezaban a
fallarle. Se dijo a sí mismo que no fuera tonto y no se dejara engañar. Por
supuesto, Hyukjae estaba preocupado. Amaba a su
familia.
Hyukjae se sentó de nuevo y les sirvieron
una copa de champán antes de dejarlos
solos. Él le dio un trago, ya que lo necesitaba.
-¿Cómo te ha ido la semana? -le preguntó Donghae
por fin.
-Diabólica.
-Siento haberte complicado las cosas. No
quería hacerlo. Sólo quería salir de la situación.
-Lo sé. Siento que te vieras en una
situación tan dolorosa, Donghae. Ha sido una estupidez ciega por mi parte y me
arrepiento de ello profundamente.
Donghae se dijo que aquello era un
discurso preparado y que no tenía que dejar que le rompiera las defensas. Aunque
esas palabras fueran sinceras, no cambiaban
nada.
-Supongo que no tenerme en cuenta a mí y a
mis sentimientos se ha transformado en un hábito para ti, Hyukjae -dijo
irónicamente- El esposo al que se puede tomar el pelo hasta que se vuelve
y muerde.
-Eso no es cierto.
-No te vas a poner ahora a disimular,
¿verdad, Hyukjae? Si eso es lo que piensas, este encuentro es una pérdida de
tiempo.
Él le miró incrédulamente y luego agitó la
cabeza desesperadamente.
-¿Has leído alguno de los mensajes que te
llevo dejando desde el lunes, Donghae?
-Ya te dije que me dejaras en paz. No era
mucho pedir dadas las circunstancias, que creaste tú mismo.
-Esas circunstancias no eran las que tú
has creído.
-Por favor, no me digas eso, Hyukjae. Es
un insulto a la inteligencia de los dos.
-Realmente no has leído ninguna de las
notas, ¿verdad?
-La de hoy. Es por eso por lo que estoy
aquí. Sabía que te marchas a París
mañana y
-¿Vas a venir conmigo?
Donghae se puso tenso instintivamente y le
brillaron los ojos. ¿Cómo se creía Hyukjae que los iba a acompañar a Jieun y a
él?
-No, no lo haré -dijo fríamente-He venido
aquí porque pensé que debíamos llegar a alguna clase de trato.
-Un trato. Vaya un eufemismo magnífico
cuando se trata de un matrimonio con problemas. Sobre todo cuando se ha negado
cualquier clase de comunicación.
Eso le hizo daño.
-¿Quieres una esquela por tu error al no
decirme lo que pasaba, Hyukjae?
-¡No quiero ninguna esquela! Para mí, este
matrimonio no está muerto y, no sé por qué tú lo quieres matar tan
rápidamente ...
-¿Que yo lo quiero matar?
¡Era monstruoso por parte de Hyukjae querer
echarle ahora la culpa a él!
-¿Es que piensas que yo voy a mirar para
otra parte y me vaya tragar sin más tu infidelidad? ¿Seguir como si eso no
significara nada para mí?
-Yo no te he sido infiel -respondió Hyukjae vehementemente.
Esas palabras, que seguramente eran
falsas, le llenaron de amargura y apenas
pudo encontrar palabras coherentes.
-¿Y te esperas que me crea eso después de
lo que me dijo Jieun? ¿Después de cómo me lo dijo? ¿Y qué me dices de ese
montaje del hotel? Eso para no mencionar ese almuerzo de cumpleaños con ella,
mucho más importante para ti que yo.
La voz estuvo a punto de fallarle y le dio
un trago a su copa para aclararse la garganta.
-Sé que es mi culpa -admitió Hyukjae.
-¡Bueno, una gran culpa! ¡Cielos! Ni
siquiera tuviste la decencia de darle una oportunidad a nuestro matrimonio. Tú
decidiste, por ti mismo, que yo estaba
por debajo de la línea para satisfacerte sexualmente, así que pensaste
en otra cosa. Esa es la clave de todo, ¿no?
Hyukjae tomó aire. Parecía sentirse mal y
lo miró suplicante.
-No te he sido infiel, Donghae -repitió-
Lo pensé, pero no lo hice.
*Yo lo mato…qué cinismo!!!!!!!!!!!!!!
O______O
ResponderEliminarAy Dios!!!
El mono se lo busco solito!
Que pesar...en que irán a parar
..
Alguien que golpe a ese pedazo de hombre mira que decir las cosas de esa forma a Hae acaso no tiene delicadeza
ResponderEliminarEspero y ahora Hyuk se arrastre pidiendo perdon porque sino si lo mato!
Por su culpa Hae sufrio mucho! mas vale que arregle eso ¬¬
Espero el proximo cap gracias^^
Mendiga mujer...arruina todo
ResponderEliminarPrimero Hae está feliz,luego la desilusión y ahora Hae se fue del hotel.
Esa mujer le salio delmasiado eficiente a Hyuk
Las rosas eran para ti Hae
Dios....como se complican las cosas
Al menos Hyuk le dio el tiempo,solo le mando mensajes pero le dio su espacio,ahora tienen que areglar las cosas.
Bueno...le ha dicho que pensó en serle infiel...dios,eso fue cuando todo empezo o antes,no ahora,no en ese viaje...este viaje era para los dos.
Bueno hay que darle un punto por ser sincero y esperó y te arrastres mucho lindo monito
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