Donghae le observaba mientras se vestía al
día siguiente. Hyukjae sabía que estaba esperando que dijera algo, pero lo dejó
esperar. La sensación de estar siendo
manipulado era fuerte y no le gustaba
nada.
Si eran los celos lo que estaban haciendo
que Donghae se comportara así, era sorprendente lo que podían hacer en una persona.
La noche anterior él se había librado de todas las inhibiciones como si nunca
hubieran existido. Le había proporcionado una noche de sexo fantástica. Lo que
le había hecho comportarse así la noche anterior, evidentemente no se había
perdido, un hecho que él encontraba intensamente desconcertante.
¿Qué era real y qué no lo era? El cambio
había sido demasiado abrupto, demasiado extenso para que él se lo creyera. Se
preguntó cuánto duraría la actuación.
¿Hasta que creyera que había pasado el
peligro de Jieun?
Era extraño lo mucho que le había
importado a Donghae lo del hotel. Era evidente que nada de lo que él dijera o
hiciera iba a borrar sus sospechas al respecto. Lo que significaba que, si él
quería mantener intacto su matrimonio, no iba a tener más remedio que ceder a
que los acompañara al viaje. No le quedaba otra opción ya que no estaba
dispuesto a arriesgarse a una demanda de
divorcio.
-¿Has probado alguna vez una cama de
agua, Hyukjae?
Su primer esposo había utilizado el sexo
como un arma. ¿Es que todos hacían lo mismo para conseguir lo que querían?
Nunca lo habría pensado de Donghae. Pero la posesividad era un instinto de lo
más insidioso y exigente, más de lo que debiera.
-Olvídate de la cama -dijo- Si te vas a
venir conmigo a Europa, vas a tener mucho que hacer durante los próximos días.
El rostro se le iluminó de alivio.
-¿No te importa que vaya? Hyukjae lo miró
duramente -No esperes que yo cambie mis planes, Donghae,
porque no lo haré. Me has obligado a esto. No interfieras con lo que haga
cuando estemos por allí.
-No lo haré -respondió sonriendo encantado
por haber ganado- Te prometo que haré lo que te venga mejor.
El asintió y lo dejó, incapaz de contener
la esperanza de que ese cambio fuera real y duradero.
Si era así, su matrimonio sería casi
perfecto.
Se aconsejó a sí mismo que fuera poco a
poco. La verdad se revelaría por sí misma muy pronto.
Donghae se sintió aliviado cuando, por
fin, llegaron a la sala de espera de la terminal de salidas internacionales del
aeropuerto. La zona de las Líneas Aéreas era la más lejana y él no había dejado
de arder de vergüenza por la forma en que casi todos los hombres con los que se
había cruzado se volvían para mirarlo.
Hyukjae le había dicho que, como iban a
pasar en el avión unas veinte horas, no se llevara nada apretado o incómodo y,
los pantalones negros anchos que había elegido se adaptaban a esa exigencia,
además de no llamar la atención. No, era el jersey verde lima lo que lo estaba
llamando. Para ser más exactos, el problema estaba en cómo se ajustaba a su
pecho. No había pensado en lo evidente
que sería para todo el mundo, ni que se moriría de vergüenza por ello.
Se dirigieron a una zona desocupada y Donghae
se sentó rápidamente dándole la espalda a la gente. Jieun se sentó delante de él,
así que el orgullo le impedía mostrar señal alguna de incomodidad.
-¿Quieres tomar algo, Donghae? -le
preguntó Hyukjae amablemente, pero con una extraña mirada en sus ojos.
-Café estaría bien.
-¿Jieun?
-Iré contigo y te ayudaré a traer las
cosas.
La secretaria personal en acción, pensó Donghae.
Pero el caso es que agradeció quedarse solo
por un momento para tranquilizarse un
poco. Estaba bien eso de ser sexy para Hyukjae en privado. Pero ahí es donde
debía quedarse el asunto, en privado.
En ese momento incluso podría disfrutar de
estar desnudo. Pero en privado. Incluso hacerlo orgullosamente le estaba
resultando más fácil, ya que a Hyukjae le estaba gustando.
La ira había desaparecido, pero seguía
manteniéndolo lejos emocionalmente, extrañado por su súbito cambio de actitud y
comportamiento. Era como si estuviera esperando que él volviera a su ser
anterior, como si no confiara en lo que le estaba ofreciendo, aunque lo aceptaba
bastante de buena gana.
Tenía la sensación de que, si daba un mal
paso, el calor que ahora había entre ellos se transformaría en algo más frío
que la nieve del Monte Kosciusko. Sospechaba que él estaba resentido de alguna
manera por haberse visto obligado a dar su brazo a torcer.
No podía negar que había sido bastante
sinuoso. De todas formas, en esta ocasión, pensaba que el fin justificaba los
medios. Eso le mostraría a Lee Jieun que la cama de Hyukjae estaba bien y
verdaderamente ocupada. Y también le mostraría a Hyukjae que una segunda luna
de miel no era una mala idea. Realmente necesitaban apoyarse más el uno en el
otro para construir algo mejor en su matrimonio.
Cuando volvieron, Jieun estaba hablando
con él de algo de negocios y, cuando estuvieron a su lado, lo miró con una
sonrisa indulgente que hizo que Donghae se sintiera como un niño mimado.
-Kim Ryeowook me dijo que te gustaría
sentarte en mi asiento en el avión.
-No, yo no dije eso -protestó Donghae
inmediatamente. Jieun se encogió de hombros.
-Bueno. A mí no me importa, ya que he
visto todo lo que hay que ver desde el avión muchas veces. Y no creo que Hyukjae
tenga ningún problema en acercarse a mi asiento si quiere hablar algo de las
reuniones que tendremos mañana. Se lo diré a la tripulación.
-No, por favor -respondió Donghae,
horrorizado. Hyukjae lo miró y frunció el ceño.
Jieun levantó las cejas como si Donghae se
estuviera comportando demasiado caprichosamente.
-No se me ocurriría ocupar tu asiento ni interferir en los planes que hayan hecho
-dijo recordando lo que habían hablado Hyukjae y él.
-No tiene importancia, Donghae -afirmó él.
-A mí no me importa cambiar de asiento
-continuó Jieun.
-Pero a mí no me gustaría hacerles perder
un tiempo precioso que necesitan para preparar esas reuniones tan importantes.
No quiero cambiar de asiento. Tengo el mío propio y estoy contento con él.
-Pero, ¿no quieres estar con Hyukjae?
Donghae decidió entonces que odiaba a esa mujer.
Por supuesto que queda estar con él, pero
lo que más quería era que lo que se proponía con ese viaje saliera bien. Se
volvió a Hyukjae, ansioso de que él le creyera.
-Ya te dije que cuidaré de mí mismo. Me
sentiría realmente como un intruso si ocupara el asiento de Jieun. Te prometí
que no me interpondría en tu camino y que no molestaría y no lo haré. Me gustará
dejarlo todo como está. ¿De acuerdo?
-Como quieras -respondió él, pero parecía
que aquello no le gustaba nada.
Donghae se sintió entonces de lo más
confundido. ¿Es que no acababa de pasar la prueba? ¿No había hecho lo correcto?
Deseó que Hyukjae se decidiera por fin por algo concreto, ya que realmente
necesitaba algunas señales positivas de
él.
Hyukjae ya estaba instalado en su asiento
del avión, mimado por la tripulación y, aún así, no estaba nada contento. Podía
oír a Donghae charlando con el tipo que estaba sentado a su lado e, interiormente, rugió de
impotencia al no poder cambiar una situación en la que se había metido por sí
solo.
Donghae había hecho exactamente lo que él
le había pedido que hiciera ... no meterse en sus planes. Así que allí estaba
él, bebiendo un magnífico champan que le estaba sabiendo a ácido y sintiéndose
más confuso que nunca antes en su vida.
Quería que estuviera a su lado. Había estado
ansioso por tenerlo allí durante todo el largo viaje hasta Londres. Era una
experiencia nueva para Donghae y él habría disfrutado con su alegría. Eso era
algo que siempre le había encantado de Donghae, su capacidad para la alegría.
Era maravillosa con los niños. Sus hijos no podían haber tenido un appa mejor.
Él había tratado de dejarle claro que valoraba más eso que el sexo que bien
podría haber conseguido en cualquier otra parte si hubiera querido.
Pero no es que lo hubiera querido.
Ciertamente no lo podía haber conseguido mejor que el que Donghae le había
proporcionado últimamente; y eso era lo que realmente lo estaba confundiendo
más. Había llegado a una serie de conclusiones acerca de lo que era posible y
lo que no lo era en su matrimonio. Pero Donghae estaba transformándolas ahora en un caos.
Era casi como si él estuviera siendo
poseído por una personalidad muy distinta de la que él estaba acostumbrado. Como
si hubiera estado aprisionado en un capullo durante todos esos años y, luego,
la mariposa estuviera emergiendo con una venganza.
La ropa que se había puesto ese día lo
había dejado temblando. Sus pantalones negros delineaba su trasero. Pero lo que
más llamaba su atención era ese jersey verde.
La suave tela revelaba más de lo debido de
Donghae. Parecía tentadoramente accesible. Había estado pensando en lo que
podrían hacer cuando reclinaran los asientos y la luz se atenuara para dormir
...
Ahora ... Miró a Jieun, que estaba sentada
tranquilamente a su lado, mirando por la ventanilla, seguramente sabiendo que
él estaba pensando en otra cosa y de un humor de todos los diablos. Sólo Dios
sabía lo que esa chica estaba pensando de toda la situación. No es que eso le
importara mucho a él, pero iba a tener que llegar a alguna clase de acuerdo con
ella antes de que aterrizaran en Londres y se fueran al hotel.
Ella también iba vestida de una forma
bastante sexy, aunque menos obviamente que Donghae. Tal vez dándose cuenta de
que la estaba mirando, Jieun lo miró a
él.
-¿Hay algún problema? -le preguntó como
invitándolo a las confidencias.
Él nunca le había hablado a Jieun acerca
de su esposo y, no iba a empezar ahora.
No era asunto suyo. Incluso aunque había llegado a ocurrírsele la idea
de tener alguna especie de acuerdo de tipo sexual con Jieun, nunca le habría
podido dar la clásica excusa de que su
esposo no lo comprendía. Ni habría permitido que semejante acuerdo afectara a
su matrimonio. Su vida hogareña era sacrosanta y nadie podía tocada
impunemente.
-No, ninguno.
Jieun era una chica lista, muy
inteligente. La falta de armonía marital era demasiado evidente, pero las
palabras de Hyukjae cortaron por lo sano cualquier posible comentario.
-Me estaba preguntando si no sería más
conveniente para ti si yo me instalara en otra suite del hotel. O que me quedara
en otra parte, cerca de allí.
Para que así, pasara lo que pasara entre
ellos, no sucediera delante de las narices de su esposo y no los pudieran
pillar con las manos en la masa. Hyukjae recibió el mensaje alto y
claro. Jieun seguía manteniendo
abierta la puerta
para un poco
de discreta diversión si a él le apetecía.
Hyukjae pensó entonces que el adulterio lo
haría ser un perfecto hipócrita y él siempre se había enorgullecido de su
sinceridad. Aunque él había llegado casi a justificar un pequeño adulterio,
pensando que sería lo más pragmático, ahora se alegraba mucho de que Donghae
hubiera dado esa vuelta de timón y ahora no lo tuviera sobre la conciencia.
-No veo ninguna razón para cambiar de
planes en eso -dijo. Pero sí que veía muchas para no hacerlo.
-Donghae ha insistido mucho en no
interferir en nada, así que, probablemente, le molestará el que tú te apartes, Jieun.
Estaba claro que le molestaría. Y
sospecharía. Mucho. Y Hyukjae no quería que sospechara. Sobre todo cuando ya no
iba a tener ningún motivo. Esperó que Jieun hubiera recibido bien el mensaje.
Por lo que a él se refería, el compartir
el apartamento en el hotel era algo conveniente, inocente y nada personal. Así
fue como se lo contó a Donghae y lo que iba a ser ahora.
-Bueno, si cambias de opinión, Hyukjae,
estoy dispuesta a hacer lo que quieras -insistió Jieun.
-Ya veremos.
Su insistencia molestó a Hyukjae. Quiso
decirle en voz alta que lo dejara ya, pero lo cierto era que había permitido
que aquella relación de trabajo se transformara en otra cosa más personal. El
almuerzo del día de su cumpleaños ... Donghae
había tenido razón en que se estaba poniendo excesivamente
familiar con esa mujer. Él lo había justificado también, pero no cabía duda de
que los instintos de Donghae le estaban indicando que alguien se estaba
metiendo en su territorio. Esos instintos pasaron a través del camuflaje y
llegaron al corazón del asunto.
Donghae era su esposo. Su esposo. Y se lo
estaba haciendo saber con certeza.
Ahora tampoco le cabía duda de que había
sido lo del hotel y Jieun lo que había disparado esa revolución en su
matrimonio. No podía evitar ser escéptico al respecto. Pero ¿y si detrás de los
celos y el sentimiento de posesión había un deseo genuino de ser más un esposo
para él?
¿Y si Donghae simplemente quería estar más
cerca de agradarlo, forjar una intimidad más feliz entre ellos? Tal vez había
una posibilidad real para algo más que lo que había habido en su relación, más
de lo que él se había resignado a tener. En lo más profundo de su corazón quería
más. ¿No podía tener esa posibilidad?
Tenía que reconocer que Donghae estaba
tomándose al pie de la letra todo lo que él le estaba diciendo y lo estaba
poniendo en práctica con una dedicación que se merecía que él mostrara un poco
más de aprecio, fueran cuales fuesen sus motivos.
Hyukjae dejó a un lado su copa de champán,
se desabrochó el cinturón y se puso en pie.
Jieun lo miró interrogativamente.
Se disculpó fríamente y se dirigió a donde
estaba Donghae, que lo miraba con el
rostro brillante y lleno de esperanza.
De repente se dio cuenta de lo hermoso que
era.
Un montón de recuerdos se agolparon
entonces en su mente. Donghae con su primer hijo, brillando de amor. El día de
su boda, lleno de amor por él. Cuando lo vio por primera vez en el centro
comercial de Hyeopjae, contento por tener
un trabajo esas navidades vendiendo libros para niños, encantado por
atender a los niños y appás.
Hermoso. Ahora incluso más aún, cuando
estaba llegando a la madurez y, todavía con ese brillo de inocencia en los ojos.
Le sonrió de forma completamente masculina
y mostrándole el aprecio que sentía por él como persona.
Entonces el rostro se le iluminó y sus
encantadores ojos castaños brillaron de
placer y su sonrisa fue un fiel reflejo de su alegría. Esa sonrisa hizo que se
le relajaran los nervios que había tenido tensos hasta entonces.
El tipo que estaba sentado a su lado los
estaba mirando con curiosidad, pero Donghae no le hacía ni caso. Mientras se
acercaba, Hyukjae no pudo evitar que su mirada bajara hasta su pecho, donde sus
manos deseaban estar.
Donghae empezó a ruborizarse. Cuando
levantó la mirada, en sus ojos había una expresión de angustia. Él sintió
entonces las preguntas que le embargaban. Le estaba preguntando si había hecho
bien, si lo estaba haciendo. ¿Qué era lo que estaba bien?
Se dio cuenta de que había reconocido el
destello de deseo en sus ojos y lo vio aliviarse.
Se inclinó entonces y lo besó ... besó a
su esposo, que estaba jugando a ser una sirena sexy para él. Su boca era suave
y dulce y el impulso de besarlo más apasionadamente allí mismo fue tan fuerte
que tuvo que obligarse a retroceder y comportarse como un hombre civilizado.
-¿Estás bien? -le preguntó cariñosamente.
-Sí -respondió él con una evidente
mirada de satisfacción- Este es Edward
... Edward Harrow -dijo presentándole a su compañero de asiento- Ha sido muy
amable contándome cosas.
-Gracias por cuidar de mi esposo -dijo Hyukjae
con un calor que sorprendió por completo al hombre que, probablemente, se
estaría preguntando por qué se sentaban separados.
-De nada -dijo el hombre-Es un placer. Un
joven encantador.
-Sí, tengo mucha suerte -respondió Hyukjae
volviendo a sonreír a Donghae-. Prueba el caviar cuando sirvan la cena. Está
riquísimo. Y acepta también el vodka. Haz como si fueras ruso.
Donghae se rió.
-De acuerdo, lo haré. Gracias, Hyukjae.
Hyukjae deseó haber podido compartir su
compañía hasta Londres, esa risa y alegría. Mentalmente se reprendió a sí mismo
por ser tan tonto. ¿Y si aquello no duraba?
Incluso un placer pasajero era mejor que ninguno.
-Que disfrutes del viaje -le dijo muy en
serio. Luego volvió a su asiento sintiéndose de lo más feliz y contento.
Poco después oyó a Donghae
-Tomaré el caviar, por favor.
Y eso hizo que se sintiera bien. Pudiera
ser que estuvieran separados, pero estaban compartiendo.
Tal vez debieran incrementar esa forma de
compartir y, no sólo temporalmente. Si Donghae
no estaba jugando y verdaderamente estaba cambiando, Hyukjae estaba más que
deseoso de darle una oportunidad. Había esperado que fuera así cuando se casó
con él. Si una segunda luna de miel era lo que
Donghae quería, él haría algo más
que encontrarse con sus deseos a
medio camino.
Pensó entonces que la esperanza era una
emoción imposible de reprimir. Nunca se sabía cuando iba a acabar y morir.
Bien un paso a la vez para recuperar a tu esposo pecesito
ResponderEliminarWi~ todo va de lo mas de bien!!!
ResponderEliminarOjala les vaya muy bien en Londres!!!
Hyukki~ Recapacitó (?)
Jajajajaja
Ouww~ Que lindo, te juro que ame el final de este capítulo, al fin Hyuk esta cediendo un poco y esta tomando más en serio las palabras y acciones de Donghae
ResponderEliminarbueno despues de mucho regarla Hyuk se ha llevado mis aplausos en esta ultima parte espero y siga asi porque ya no quiero ver sufrir a Hae mira que es mas que ovio que lo ama
ResponderEliminarMuchas gracias fue hermoso leer esto ultimo :)
Vaya...aún con sus dudas pero al menos ya Hyuk va entendiendo las acciobes de Hae.
ResponderEliminarY que bueno que ya vea lo suficientemente claro lo que esa tipa quiere o intenta hacer.
Ahira Hyuk se reprocha el haberle dicho a Hae que no interfiriera con sus planes...bien dice el dicho,"cuidado con lo que deseas"
Bien podía haberle cambiado el asiento al compañero de Hae....pero bueno,al menos eso le ha hecho comprender que lo que sea que esté pasando,los dos tienen que participar,pues son un matrimonio.