Eran las seis de la madrugada del lunes
cuando llegaron al aeropuerto Heathrow. Donghae no había encontrado arduo el
largo viaje. En realidad, le había parecido de lo más excitante.
El servicio había sido excelente y había
comido como nunca, descubriendo incluso bebidas nuevas.
Hyukjae lo había ayudado a elegir un par
de películas de la selección de vídeos que habían ayudado a que las horas se le
pasaran rápidamente y, cuando llegó la hora de dormir, le había dado una pastilla,
con la que consiguió hacerlo de un tirón durante más de cinco horas.
Se había sentido de lo más animado y
contento por la actitud de Hyukjae hacia él, por las muchas veces que se había
acercado a su asiento para ver cómo estaba o si necesitaba algo, siempre
besándolo y acariciándole la mejilla que pensó que tal vez debiera haber
intercambiado el asiento con Jieun después de todo. Pero, ¿cómo iba a saber si
con eso no se metería en los planes de él?
Era mejor así. Ahora no le parecía mal
haber ido con él, ni sentía temor por pasar las próximas dos semanas en lo que
era un territorio extraño para él. A Hyukjae no le estaba disgustando su
presencia. Tal vez sus iniciativas estaban dando fruto, después de todo.
Realmente, él parecía haber cambiado. Era
como si hubiera decidido hacerle pasar ese tiempo lo mejor que
pudiera.
Donghae se sintió completamente superfluo,
pero se dijo a sí mismo que así era como iba
a ir todo
si él no hubiera ido, así que
decidió mantener la boca
cerrada y no estorbar. Deshizo su maleta y la de Hyukjae
y, así por lo menos le tendría la ropa preparada para cuando saliera del cuarto
de baño.
El dormitorio principal era
suficientemente grande para los dos. La cama era también lo bastante grande
como para no tocarse si no se deseaba. cosa que no estaba en sus pensamientos,
ni mucho menos.
La suite estaba decorada de forma cálida y
acogedora, con tonos rojos y blancos. En cierta
manera parecía una casa antigua pero confortable, hacía que se
sintiera como en su propia casa.
La cocina era bastante espaciosa y
funcional, con todo lo que podía ser necesario. Donghae hizo una lista mental
de lo que tenía que comprar cuando encontrara un supermercado, pero luego
decidió que lo mejor era ir a la famosa sección de alimentación de Harrod' s y
así le daría una sorpresa a Hyukjae.
Se hizo una taza de café, ya que ninguno
de los otros dos quiso una, y se instaló en el salón, que era de lo más
encantador. Donghae dudó que aquello pudiera ser mejorado y, era de lo más cierto que la suite
proporcionaba una atmósfera íntima y acogedora. Jieun no parecía haber dejado
nada al azar.
Fue cuando Jieun abandonó el cuarto de
baño después de darse una ducha y pasó por el salón para dirigirse a su
dormitorio cuando Donghae se percató en lo que sí que podía haberse equivocado Hyukjae.
La bata que llevaba Jieun y que la cubría
hasta las rodillas dejaba muy pocas
dudas de que no llevaba nada debajo. Y el nudo flojo del cinturón no era
la cerradura más segura del mundo, precisamente. Un tirón y la bata se abriría.
Todavía tenía un poco de espuma en la parte baja del cuello y le llegó el olor
de algún perfume que, evidentemente, debía de ser muy caro. Llevaba el cabello
recogido cuidadosamente en la parte alta de la cabeza de forma que pareciera
levemente descuidado.
A pesar de que no estaba nada vestida, sí
que se había maquillado
perfectamente. Nada de ropa, pero un maquillaje impecable. Eso se añadía
a la fresca vitalidad que emanaba de ella, haciendo que Donghae se
sintiera agotado.
-El baño está libre, si quieres entrar -le
dijo Jieun sonriendo levemente- Siento haberte hecho esperar, pero es
importante que cause hoy una buena impresión. Por Hyukjae. Ya sabes que esta
gente valora también a las secretarias
personales.
-Bueno, estoy seguro de que harás que Hyukjae
se sienta orgulloso -le dijo Donghae fríamente.
-También valoran a las parejas -respondió
ella mirando el jersey verde que Donghae seguía llevando-. Yo podría darte
algunas pistas de lo que es apropiado o no, dado que Hyukjae va a ser invitado
por algunos de esos hombres de negocios a finales de la semana.
Donghae luchó contra la oleada de calor
que amenazaba con llegarle al rostro. ¿Cómo
se atrevía esa mujer a criticar su ropa? ¿Quería decir con eso que ella
sabía lo que era mejor para Hyukjae? A Donghae le salieron chispas por los ojos.
-Tú ocúpate de tus asuntos, Jieun, que yo
me ocuparé de los míos.
-Sólo estaba tratando de ayudar; los
asuntos de Hyukjae son también asuntos tuyos, ¿no?
¿Por qué tenía que tomarse esas
familiaridades esa mujer?
-Yo opino que Hyukjae es más que capaz de
arreglárselas por sí solo sin ninguna ayuda por nuestra parte -dijo Donghae
decididamente- Ha llegado hasta aquí de esa manera.
-No hace ningún daño facilitar el camino.
Incluso los hombres hechos a sí mismos aprecian un empujón de vez en cuando.
-¿Y es eso lo que tú les proporcionas?
¿Un empujón?
-Eso espero. Es por lo que me pagan. Por
ocuparme de los detalles, quitar obstáculos y suavizar el camino.
-Por engrasar el motor -afirmó Donghae suavemente.
-Bueno, se podría decir así.
-¿Hay algún límite a las necesidades
que llenas?
Donghae estaba odiando esa conversación,
pero tenía que continuarla para encontrar
lo peor.
-Eso depende del que me contrata. Podría
decir que Hyukjae es muy considerado. Y neroso.
A Donghae cada vez le estaba costando
más trabajo contener la furia. El recuerdo
del almuerzo del día del cumpleaños de esa mujer era como un aguijón.
Trató de sonreír condescendientemente.
-Es su naturaleza. No te lo tomes personalmente.
-Bueno, es agradable trabajar bajo él -respondió
Jieun con un brillo malicioso en los ojos.
De repente la ira de Donghae se transformó
en frío. Un frío helado. Eso de trabajar bajo él ¿significaba lo que él creía?
-No creo que haya conocido nunca a un
hombre con tanto corazón -continuó Jieun-.
Hyukjae te ha dispensado tantas atenciones durante el vuelo que ha debido
hacerte sentir encantado de ser su esposo.
Dijo la palabra esposo como si fuera
alguna especie de ciudadano de segunda. ¿Era piedad lo que había en su mirada?
El frío le llegó al corazón a Donghae.
Jieun volvió a sonreír
condescendientemente cuando añadió:
-Yo siempre he pensado que la generosidad
cubre multitud de pecados. Bueno, si quieres mi ayuda o cualquier otra cosa,
por favor, dímelo.
«¿Por qué no me cortas la garganta para
ayudarme a sangrar», pensó Donghae, pero antes de que pudiera decir nada, Hyukjae
entró en el salón, de lo más atractivo con su
traje y chaleco gris.
Donghae tuvo que estar de acuerdo en que
la mayoría de los jóvenes y mujeres debían sentirse tentados de ponerle las
manos encima. Jieun estaba haciendo más que eso, estaba en plena batalla. y Hyukjae
había aceptado esa batalla al estar de acuerdo en alojarse en ese sitio. Eso
era lo que le daba a Jieun el derecho a
tomarse tantas libertades.
De repente a Donghae no le cupo ninguna duda al respecto. Y el
conocimiento de la complicidad de Hyukjae en esa situación eliminó todos los
buenos sentimientos que había
tenido durante el viaje, dejando
en su lugar un vacío tremendo.
¿Desde hacía cuánto tiempo estaban
sucediendo esas cosas?
Había habido otros viajes de negocios
desde que Jieun trabajaba para él. Todos ellos de varios días, semanas incluso.
Y él ni siquiera le había preguntado si su secretaria personal lo iba a
acompañar. Hasta que había surgido lo
de este viaje.
¿Cómo había sido tan ciego? La pareja es
siempre la última en saberlo.
Esa frase no paró de darle vueltas en la
cabeza, siendo seguida por fin por otro pensamiento. ¿Merecía la pena seguir
luchando?
-Creo que me tomaré una taza de café, Donghae,
si es que queda -dijo Hyukjae entonces. Él lo miró, su marido, viviendo en
una mentira.
Era extraño como se podía saber una cosa
en teoría y, cuando se enfrenta a él, es
otra cosa distinta.
Hyukjae frunció el ceño y miró fijamente a
Jieun, que seguía por allí con su bata. Probablemente, había sido algo
deliberado lo de hacer tiempo con Donghae hasta que Hyukjae apareciera y viera la apreciable
imagen que presentaba; una imagen mucho más apreciable que la de su esposo
desde hacía siete años, que tenía un aspecto de lo más ajado en esos momentos .
Donghae decidió que no era ni el momento
ni el lugar apropiados para una escena, así que se levantó del sofá donde
estaba sentado y dejó su taza y el plato sobre la mesa, alegrándose de no
romperlos.
-Es sólo café instantáneo, Hyukjae -dijo
lo más tranquilamente que pudo-. No es problema hacerte uno.
Sintió como él observaba su rostro con intensidad,
pero no lo miró. Fue a extender una mano para tocarlo cuando pasó por su lado
camino de la cocina y él se retiró instintivamente. Eso hizo que Hyukjae se
tensara. Aquello no le importó nada, lo que quería era salir del envenenado
ambiente de esa habitación.
-Será mejor que empieces a moverte, Jieun,
el desayuno que has pedido estará aquí dentro de un cuarto de hora -dijo Hyukjae entonces.
-Ya tengo preparada la ropa. No tardaré en
vestirme y peinarme -dijo ella suavemente.
-Hazlo entonces.
Aquello era una orden. Desde la cocina Donghae
oyó dos puertas cerrándose. Una era seguramente la de Jieun y la otra la del
salón cuando Hyukjae la cerró para dirigirse a la cocina.
Estaba preparando el café y las lágrimas
le quemaban en los ojos. Deseó que Hyukjae lo dejara en paz para pensar en un
matrimonio que podía estar más roto de lo que se había imaginado. ¿Qué clase de
hombre instalaba a un esposo y a su amante ... o la que podía llegar a serIo,
bajo el mismo techo?
Le pareció una falta de respeto a su inteligencia.
Una falta de respeto hacia muchas cosas
que apreciaba.
-¿Te ha dicho Jieun algo que te haya molestado?
La voz de él le llegó desde la puerta. Era
una pregunta directa y llena de preocupación.
¿Qué podía decirle? Lo que le había
molestado no habían sido las palabras en sí, sino la forma en que habían sido
dichas. Además, si la acusaba de algo y Hyukjae no le hacía caso, sólo empeoraría las cosas. Era mejor
permanecer en silencio hasta que se
lo aclarara la cabeza.
-No -dijo por fin.
Deseó que Hyukjae se quedara donde estaba,
ya que no confiaba en sí mismo lo suficiente y no sabía si iba a reaccionar
violentamente si trataba de acercarse. Lo que necesitaba era tiempo para
pensar.
-Pero estás molesto -insistió él, sin
gustarle las vibraciones que estaba recibiendo.
Molesto era una palabra muy débil para
expresar lo que estaba sintiendo de verdad. Desolado, solo, atemorizado, en
territorio desconocido, sin nadie en quien apoyarse en busca de guía o
consuelo.
-Me siento ... muy cansado de repente
-respondió-. Me duelen los huesos. Creo que me voy a dar un largo baño caliente
cuando hayan terminado con él.
Entonces silbó la cafetera y sirvió el
agua hirviendo sobre los polvos de café. Oyó que Hyukjae se acercaba para tomar
la taza y se la ofreció rápidamente. Necesitaba que hubiera algo entre ellos.
se sentía de lo más vulnerable. Había dado mucho en los últimos días. Todo lo
que había podido, y él había puesto a Jieun en una posición que la permitía
insultarlo y minimizarlo.
-Toma -le dijo logrando sonreír
débilmente.
-Donghae, ¿de verdad que sólo estás cansado?
-Estoy seguro de que un baño es lo único
que necesito para recuperarme -dijo pasando a su lado.
Estaba desesperado por encontrar alguna
clase de refugio. El pensamiento de enfrentarse a Hyukjae o a Jieun, o solos o
juntos, era demasiado doloroso.
-Donghae, si algo te está preocupando ...
-Estaré bien.
La puerta del cuarto de baño estaba justo
delante de él.
-Es mi turno -dijo con toda la brillantez
de que fue capaz y sin esperar a que Hyukjae dijera nada más.
Se metió dentro y echó el cerrojo. Abrió
del todo los grifos del baño, sin querer oír nada más de Hyukjae y sin querer
también que él oyera que estaba
llorando.
Se sentó en el borde de la bañera,
agitando la cabeza y pensando en lo inocente que había sido. Incluso mientras
estaba sentado con Hyukjae en el asiento del coche que los había llevado hasta
el hotel, había ido montado en una nube de esperanzada felicidad, creyendo que
su matrimonio iba por buen camino.
Pero, ¿dónde estaba la esperanza cuando se
producía una traición? Era como el agua cayendo por el desagüe.
Hyukjae se quedó mirando la puerta del
cuarto de baño. La negativa de Donghae diciendo que no le pasaba nada le sonaba
a muy falsa. Era otra defensa, como esa puerta, para mantenerlo apartado.
Lo que le sorprendió fue ver lo mucho que
eso le importaba.
Hacía una semana, tal vez ni habría notado
el que lo dejara fuera y lo habría achacado a un mal humor que se le pasaría,
nada de lo que preocuparse.
Pero él había cambiado. Y, de repente, le parecía
terriblemente importante no tener puertas cerradas entre ellos. Se habían
abierto y quería que siguieran así. Eso le importaba muchísimo.
Tenía el estómago encogido y la mente
funcionando a toda velocidad. ¿A qué venía ese súbito rechazo? ¿Qué era lo que
lo había disparado? Se había apartado de él con una reacción tan extrema que lo
había hecho sentirse un montón de fango con el que Donghae no pudiera soportar
rozarse.
Se estremeció cuando tuvo la premonición
de que Donghae estuviera terminando con
lo que había empezado entre ellos antes siquiera de que él se hubiera
dado cuenta del todo. Todo en él se negó a aceptar eso. Fuera lo que fuese lo
que hubiera sucedido tenía que ser
detenido, arreglado.
Pensó entonces en Jieun. Había sido Jieun
y ese hotel lo que había hecho que él empezara a cambiar. Y allí estaban, en D&E
House con Jieun, y los dos habían estado solas en el salón antes de que él
saliera del baño. El humor y las actitudes no cambian tan de repente sin un
sentimiento poderoso que lo impulse, y Jieun había despertado sentimientos poderosos en Donghae en otras dos
memorables ocasiones.
Tal vez Donghae estuviera sacando algo de
sus proporciones, pero él quería descubrir qué había pasado entre los dos. Miró
su reloj, estaba impaciente por hablar con su secretaria personal. No podía
tardar mucho en terminar de vestirse, les servirían el desayuno dentro de cinco
minutos.
Llevó el café que Donghae le había hecho a
la cocina, ya no le apetecía.
El camino desde el aeropuerto había sido
una delicia. Había instalado a Jieun delante del Mercedes, junto al conductor y
Donghae y él se habían sentado detrás. Donghae había brillado de felicidad y
excitación.
Le había gustado sujetarle la mano y ver
su entusiasmo por el viaje y por lo que pensaba hacer hoy. Entonces no había
tenido ningún problema en tocarlo, no había habido ninguna sensación de
distancia entre ellos.
Miró la mano que había sujetado la suya y
flexionó los dedos, recordando la sensación de haber tenido entre ellos algo
precioso y que no deseaba que desapareciera.
La impresión de tener una segunda
oportunidad para su matrimonio era muy fuerte y se dio cuenta de que quería
profundizar más en ella, de que quería más de la vida.
Necesitaba saber qué le estaba pasando a Donghae
para poder corregirlo. Recordó que, cuando entró en el salón, estaba preocupado
por los negocios y no se había dado cuenta de nada en particular. Parecía como
si Jieun y Donghae estuvieran charlando.
Trató de reconstruir la escena
mentalmente. Donghae estaba sentado en el sofá, con una revista en el regazo. Jieun,
con una de sus batas habituales, estaba al otro lado de la mesita de café.
Había oído vagamente a Jieun ofreciéndole su ayuda, nada ofensivo en su tono,
nada que lo alertara para lo que vino después.
La mirada que Donghae le había dirigido
...
Era como si él se hubiera transformado. En
vez de verlo a él, parecía estar viendo a un extraño al que no conociera, en el
que no confiara y del que no quisiera estar cerca, alguien de quien era más
seguro escaparse. Que era precisamente lo que había hecho, escapar metiéndose
en el cuarto de baño.
Sus pensamientos se vieron interrumpidos
por el timbre de la puerta. Era el camarero con su segundo desayuno del día, ya
que el primero lo habían tomado en el avión, pero hacía ya casi cuatro horas.
Jieun salió entonces de su habitación,
adoptando de nuevo su aire de perfecta anfitriona. Se había pasado
anteriormente, posiblemente ofendiendo a Donghae, aunque no se le había notado.
De todas formas, Hyukjae iba a tener unas palabras con Jieun al respecto.
La puerta del cuarto de baño permaneció
cerrada a cal y canto. Los
grifos seguían corriendo.
Mientras el camarero servía la mesa bajo
la supervisión de Jieun, Hyukjae llamó a la puerta del cuarto de baño.
-Donghae, el desayuno está aquí y los
cruasanes están calientes. Podrías dejar el baño para luego ...
-No -dijo- No tengo hambre. Gracias.
Aquello no le dejaba a Hyukjae más opción
que aguantarse. No podía salir nada productivo de esa charla a través de la
puerta y, no iba a ceder al impulso primitivo de echarla abajo. Probó el
picaporte, pero la puerta no sólo estaba cerrada, sino que el cerrojo estaba
echado.
Y eso no significaba nada bueno. Jieun
acompañó a la puerta al camarero y, dado que ella era la única persona que le
podía dar alguna respuesta, se dirigió al salón, instalándose en la mesa y
esperando a que ella volviera.
-¿No va a desayunar con nosotros tu esposo?
-le preguntó.
-No. No tiene hambre.
-Bueno, él puede comer cuando quiera.
Sus ojos parecieron decirle que no como
ellos. Hyukjae luchó contra la intimidad que Jieun estaba proyectando, aunque
fuera perfectamente razonable, dadas las circunstancias. Había una especie de
complacencia en su actitud que implicaba que la presencia de Donghae no era
requerida. Ni deseada. Un equipaje superfluo del que podían pasar.
¿Había hecho sentirse así a Donghae
esa mañana?
Se sintió culpable mientras le ofrecía una
silla a Jieun. Probablemente él había ayudado a que se sintiera así con su
insistencia de que ése era sobre todo un viaje de negocios. De todas formas, no
le gustaba que Jieun pensara que ella era más su compañía de lo que era Donghae.
Lee Jieun no era nada para él ¡nada! Comparada con Donghae.
El perfume que le llegó era demasiado
intenso, tanto que deseó asomarse a una ventana para tomar un poco de aire fresco y
sacarse ese olor de la nariz. Estaba
llegando rápidamente a la conclusión de que Jieun estaba siendo también
demasiado intensa.
Se sentó, tomó una servilleta y se preparó
un cruasán mientras pensaba en lo siguiente que tenía que hacer.
-¿Te sirvo el té?
Hyukjae apenas se contuvo de decirle que
ella no era su pareja. Jieun
definitivamente estaba exagerando en su papel de anfitriona.
-No, ya lo haré yo -respondió secamente.
Tal vez estuviera poniéndose
demasiado sensible.
No, maldita sea. No le importaba si era
así. No quería que esa mujer adoptara un papel de pseudo esposa con él. Había
sido un error el que ambos se instalaran en un solo apartamento. Compartir las
horas laborables estaba bien, pero
debía haberse vuelto loco para
aceptar algo más. No, se había dejado convencer por su encanto. Estupidez
carnal.
Bueno al fin mono tonto te das cuenta de que esa víbora quiere algo mas
ResponderEliminarPosta...tan bien que iba todo
ResponderEliminarPero tenía que abrir su bocota la tipa esa...y por supuesto que son mentiras todo lo que Hae imagino...así no son las cosas,la tipa lo hizo con saña😠
Al menos Hyuk se ha dado cuenta del cambio de Hae y debe hacer algo...esa tipa le insunuo cosas feas a Hae.
Hyuk la rechaza porque aunque ama a Hae,le ha gustado lo que han vivido desde que Hae decidio mejorar sus vidas,su matrimonio...ahora es tiempo de que Hyuk cuide de ellos.