Park Ryeowook se aplicó perfume y miró el reloj. El taxi que
había pedido tardaría unos veinte minutos en llegar. Cinco meses más y aquella
vida tan estresante habría terminado para él... ¡por fin! Le gustaba trabajar
de modelo, pero sólo como un medio para lograr un fin.
Con desapasionado interés contempló en el espejo aquel
rostro que había aparecido en un millón de revistas, un rostro considerado como
uno de los más impactantes de su generación.
Wook nunca había sucumbido a los halagos recibidos a lo
largo de esos diez años, pero había llegado a desarrollar un saludable cinismo.
Su belleza y su piel casi transparente, le habían hecho ser considerado como el
máximo representante de la década.
El primer promotor de su éxito había sido el fotógrafo de Incheon
que le había hecho las primeras fotografías que el joven había utilizado como
carta de presentación.
Él había insistido en que posara de perfil. El contraste
entre el aire de sereno misterio oriental y su tez, había causado una
revolución en el mundo de la moda. Aquel fotógrafo lo había llevado desde Corea
hacia las más altas cumbres de la fama internacional.
Pero, su década de éxito estaba llegado a su fin y Wook
estaba deseando retirarse para dejar paso a los nuevos.
Se retiró un mechón de aquel pelo castaño rojizo que era su
marca de fábrica y le hizo una mueca a su reflejo. En ese momento sonó el
teléfono.
—Maldición —exclamó. Tenía que tratarse de algún conocido,
pues su número telefónico era privado y no aparecía en la guía. Y eso
significaba que lo más probable era que se tratara de algo con una razonable
dosis de importancia, por lo que descolgó el auricular.
—¿Diga? —dijo en voz un tanto crispada.
—¿Park Ryeowook? —en aquella masculina voz había algo más
que un simple acento coreano.
Al oírlo, a Wook se le hizo un nudo en la garganta; tragó
saliva y rodeó con la mano el antiguo collar que llevaba al cuello y siempre lo
acompañaba.
—Sí, soy yo —respondió con voz ronca.
Durante diez años había estado esperando noticias de aquel
hombre.
—Los tengo —le aseguró él con voz muy profesional, aunque
sin poder disimular cierta alegría—. Kim Sunjoon y Kim Yesung. Viven en un
pequeño pueblo llamado Cheonan, en Chungcheong.
A Wook se le nubló la mirada de la impresión. Retrocedió
mentalmente hasta diez años atrás, hasta llegar a un lugar tan diferente a
aquel en el que en ese momento se encontraba, que podía haber pertenecido a
otro planeta.
—¿Señor Park? ¿Ryeowook? —preguntó la voz súbitamente
alarmado.
—¿Kim? —graznó Wook con una extraña voz—. Estoy bien. Kim
—replicó cuando consiguió recuperarse—. Kim Yesung.
—Aja. Allí en el norte, es muy importante; tiene un buen
hato de ganado y su rancho se llama Mouserabbit. Su familia es de alcurnia. Los
primeros ministros lo consultan y pertenece a un gran número de poderosas
organizaciones.
—Lo sé —le aseguró él, a la vez que en su interior empezaba
a crecer una intensa furia.
—¿Pero usted lo conoce? —preguntó el detective con abierta
curiosidad, pero él no podía contestar a su pregunta por nada del mundo—. Se
casó con Sunjoon, que pertenece a otra familia en la que siempre ha habido
dinero. Murió hace dieciocho meses. De cáncer.
Wook se dejó caer sobre una silla; estaba tan tembloroso que
tuvo que aferrar el auricular con fuerza para que no se le resbalara.
—¿Murió?
—Aja. Y el pobre tenía sólo treinta y siete años. Kim Yesung
era un par de años más joven que él. Se casaron cuando él tenía veintiuno. Era
huérfano y me imagino que le hacía falta una pareja.
—Tal vez —admitió Wook con frialdad—. Tengo que irme. ¿Me
puede enviar los detalles?
—Aja. Espero que comprenda que mi cuenta va a ser bastante
abultada. Ha sido un trabajo difícil: expedientes que no aparecían o que
estaban perdidos, gente que no sabía nada, gente que sí sabía pero que no
quería hablar. Hasta he llegado a pensar que alguien se ha tomado muchas
molestias para borrar las pistas. Pero aun así, lo he conseguido —parecía muy
orgulloso de sí mismo—. Le enviaré todos los datos por mensajería especial.
—Gracias —se limitó a responder.
—Ha sido un placer terminar este trabajo, estaba empezando a
apoderarse de mi vida —repuso el detective y colgó.
Wook había esperado durante diez años a tener aquellos
nombres y, cuando por fin los conocía, el miedo empezaba a apoderarse de él.
Además de una brutal sensación de haber sido traicionado.
A lo largo de esos diez años había estado solo y perdido,
mientras que Sunjoon y Yesung habían sido felices. Y lo supiesen ellos o no, su
felicidad se había fundamentado en su tristeza.
Apretó los labios y agarró la bolsa en la que llevaba todos
los accesorios necesarios para su trabajo. Wook siempre se había enorgullecido
de su profesionalismo.
¡Le faltaban cinco meses! Y en aquel momento le parecían una
eternidad.
—¿Qué he hecho? —se preguntó mientras abría la puerta de su
casa—. ¿Qué he hecho?
Entro y leo "Prologo"......¿Prologo?......porqué,porque no capitulo completo?
ResponderEliminarpero el prólogo fue interesante,lo malo es que ya quiero el primer cap para saber más *0*
Esto será interesante *0*
T__T
ResponderEliminarsi, lo se! después de leerte tanto en Hato, te olvidaste de mi!!!
y haces nuevos proyectos y yo ni enterada! que mala!!!
pero bueno! ya estaré al pendiente de este Yewook~ ♥
Me parece tan extraño leer al YeWook separados y por 10 años, eso es demasiado tiempo. Estoy muy intrigada por saber qué pasó para que las cosas hayan terminado así.
ResponderEliminarMe gusta la historia y eso que recién comienza ^^
YeWook *w* no había visto que tenía nueva adaptación comadre *w*
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