A la hora exacta, Wook se presentó en la oficina del
notario; por supuesto, después de haber hablado con el abogado de Incheon, que
le había recomendado que no firmase nada que pudiese significar algún impedimento
para que viese a los niños.
En realidad, el abogado había recomendado que le enviase una
copia de cualquier documento antes de firmarlo, pero Wook ya había decidido
firmar, pues no quería alejar a sus hijos del único hogar que habían conocido,
sólo quería asegurarse de que eran felices.
Y tal vez cuando Yesung se diese cuenta de que él no era una
mala influencia, le permitiera tratarlos. Algún día, tendría que comprender que
su fama era debida a las exageraciones de los periodistas.
El documento legal, corto y conciso, ya estaba listo para
ser firmado y Wook lo firmó sin dilación; y estaba a punto de retirarse cuando recibió una llamada de Yesung para indicarle que debía ir a Mouserabbit
inmediatamente.
Al igual que la vez anterior, Yesung lo estaba esperando en
la puerta.
—Están en el comedor —le comunicó.
Pero en aquel momento, cuando el deseo que durante tantos
años le había sostenido estaba a punto de realizarse, Wook se dio cuenta de que
no se atrevía a moverse; permanecía con la mirada fija en Yesung. De pronto,
sintió que la vista se le nublaba, que palidecía y que el suelo se movía bajo
sus pies.
-¡Ryeowook!
Yesung lo rodeó con sus fuertes brazos y lo llevó hasta otra
habitación, donde lo dejó en un sofá.
—No te muevas —le ordenó—. Te traeré un poco de soju.
Wook acababa de cerrar los ojos cuando oyó un murmullo
cerca. Cuando los volvió a abrir vio a dos niños que cruzaban la habitación y
se acercaban a él.
Siempre había sabido que no eran idénticos, pero no se
esperaba que fuesen tan diferentes.
Uno de ellos era un niño con el rostro muy parecido al de su
madre, mientras que su hermano era pequeño y delgado, así como muy alegre.
Sonreía y tenía unos ojos chispeantes, su expresión alegre y vital, contrastaba
con la seriedad del otro niño. El mas bajo de ellos los ojos negros, mientras
que el otro tenía los mismos ojos de Wook, lo cual le impresionó mucho. Ambos
tenían el pelo castaño rojizo.
—Hola —los saludó Wook con una sonrisa. El corazón le latía
con tanta fuerza que pensó que iba a sufrir un ataque. La última vez que los
había visto, cuando sólo tenían siete días, había sentido una desesperación
absoluta, y en aquel momento, volvió a revivir aquella sensación, acompañada
por la amargura de la soledad.
—Hola —exclamaron los niños a coro, luego se miraron entre
sí y unieron sus dedos meñiques con los ojos cerrados para formular un deseo.
—Espero que vuestro deseo se convierta en realidad —les dijo
Wook.
—También nosotros —respondió el más pequeño y, después de
mirar a Wook con abierto interés, añadió—: ¿Te encuentras mal?
—No, yo...
—Casi se cae a mis pies —les dijo Yesung, a la vez que le
entregaba a Wook un vaso de soju—. Ten, bébete esto.
—En realidad, ya me encuentro mucho mejor.
—Bébetelo.
Wook abrió la boca para protestar y los niños rieron.
—Será mejor que lo hagas —le aconsejó el más pequeño—. appa
decía que cuando habla en ese tono de voz, había que obedecer.
Wook conocía sus nombres y hasta sabía que el más alto era Heecheol
y el pequeño Hakyeon, pero hasta que Yesung los presentó con la misma educación
que habría empleado si se tratara de dos jóvenes adultos, no utilizó sus
nombres. Al cabo de un rato, estuvieron los cuatro sentados y los niños lo
miraban con asombro e interés.
—Yo sé quién eres —aseguró Hakyeon—. Eres un modelo, ¿no es
cierto? Te llamas El Aventurero.
El concepto del Aventurero había hecho subir hasta las nubes
las ventas de una firma de ropa que se encontraba casi en decadencia, y también
había hecho subir hasta alturas delirantes la imagen de Wook y su cuenta
bancaria.
—Ya no trabajo en eso —le contestó, mientras dejaba encima
de la mesa su soju, sin mirar a Yesung aunque sentía sobre él su atención—. Ya
me he retirado.
-Pero eres muy joven para haberte retirado —dijo Hakyeon
entre risas—. ¿No te gustaba ser modelo?
—A veces era divertido —reconoció Wook—. Pero la mayor parte
del tiempo es muy aburrido posar durante tanto tiempo para los fotógrafos.
Además, es un trabajo muy duro, pero yo lo tuve que aceptar porque no había ido
a la universidad y no sabía hacer otra cosa.
Los niños tenían los exquisitos modales de Sunjoon y
hablaron con libertad y de manera agradable sobre infinidad de temas: su
abuela, la escuela y sobre todas las dudas que despertaba la presencia de Wook.
El joven les contó varias anécdotas divertidas y todos rieron con ganas.
Wook estaba muy emocionado, aunque por supuesto no podía
dejar que se notara.
Después de una hora, Yesung intervino con suavidad para
terminar la entrevista y se encontró siendo acompañado hasta la puerta. Los niños
querían acompañarlos, pero cuando Yesung les dijo que no, lo aceptaron sin
insistir y se despidieron con un cariño expresado de forma tan parecida a la
que empleaba Sunjoon, que Wook tuvo que volverse hacia otro lado para que los
niños no vieran las lágrimas que había en sus ojos.
Yesung lo acompañó por el camino hasta el lugar en el que
había dejado aparcado su coche. Y dijo:
—Espero que estés satisfecho.
Wook asintió y extendió una mano para abrir la puerta.
—¿Sostendrás tu promesa de no tratar de ponerte en contacto
con ellos?
Wook asintió con un movimiento de cabeza.
—Wook, mírame —le pidió Yesung con voz dura, a la vez que lo
agarraba por la barbilla y obligaba a levantar el rostro.
A través de la niebla de sus lágrimas, lo único que Wook
podía distinguir del rostro de Yesung era el brillo claro y brillante de sus
ojos. Por un momento, el tiempo pareció detenerse y entonces él sollozó.
—Por Dios, Wook, no... —le dijo Yesung furioso.
—Lo siento. No es nada. Pronto estaré bien.
—No puedo dejar que te vayas así —repuso Yesung, pero lo
soltó. Tembloroso al sentirse su rechazo, Wook trató de abrir la puerta del
coche.
—No puedes conducir en ese estado.
Wook soltó la cerradura y sacó un pañuelo para sonarse la
nariz. Tenía que irse antes de que perdiera el control por completo y empezara
a gimotear como un niño que ha perdido su juguete predilecto.
—Adiós —se despidió con voz ronca cuando logró abrir la
puerta y se metió en el coche.
Yesung dijo algo, pero él movió la cabeza y puso el motor en
marcha, con las manos aferradas con tanta fuerza al volante como si su vida
dependiera de ello. Sólo cuando llegó a la arboleda se permitió mirar por el
espejo retrovisor; Yesung no se había movido y miraba hacia él como un alto y
enojado dios de la antigüedad.
Wook se contuvo hasta que llegó a su hotel, pero una vez en
su habitación, se tumbó en la cama y dio rienda suelta a su llanto. Pero la
tensión y el cansancio de las semanas anteriores lo rindieron y lo hicieron
pasar del llanto a la inconsciencia del sueño.
Algún tiempo después, se despertó sobresaltado al oír que
alguien llamaba a la puerta y lo llamaba con una urgencia que le hizo correr
hacia la puerta.
Yesung se encontraba en el umbral. Ya casi era de noche, por
lo que Wook comprendió asombrado que debía haber estado dormido durante varias
horas.
—¿Qué ocurre? —preguntó con voz temblorosa—. ¿Los niños...?
—No, ellos están bien. He venido para asegurarme que estabas
bien.
Wook suspiró aliviado.
—Por supuesto que me encuentro bien —dijo con la voz todavía
ronca por el llanto.
De pronto, alguien salió de otra habitación del hotel y miró
hacia ellos. Al instante, Yesung lo empujó al interior de la habitación para
hacerlo entrar.
—No, no enciendas la luz —le pidió Yesung cuando vio que
extendía la mano hacia el interruptor.
Wook comprendió inmediatamente el motivo.
—Nunca te olvidas de cuidar tu reputación, ¿verdad? —comentó
mientras se acercaba a la ventana para correr las cortinas—. ¿Y no temes que
reconozcan tu coche?
—Lo siento —se lamentó él—. Creo que me he comportado como
un estúpido.
Wook sabía que en efecto alguien tan importante como Kim Yesung
tenía que procurar no despertar rumores, lo cual era muy fácil en aquel pueblo
tan pequeño, en el que todos se conocían.
—¿Qué planes tienes ahora? —preguntó Yesung, después de unos
segundos de silencio.
—En realidad, no lo sé —repuso con forzada tranquilidad;
pero en ese momento recordó el comentario de la empleada de la floristería y
añadió con malicia—: Es posible que decida establecerme aquí.
Antes de decir nada, Yesung se irguió en toda su intimidante
estatura y le dirigió a Wook una mirada cargada de desprecio.
—¿Aquí, tan lejos de tu ambiente? Eres demasiado especial en
tus gustos para estar en un pueblo tan pequeño como Cheonan. Aquí no hay
almacenes importantes ni tiendas exclusivas, ni clubs nocturnos. Te morirías de
aburrimiento.
—Pareces conocerme muy bien —contestó Wook haciendo un
esfuerzo para ocultar su súbito acceso de miedo—. No sabía que te gustaba leer
las columnas de cotilleos.
—Sunjoon me las leía, porque pensaba que me podía interesar.
Sunjoon era una persona encantadora, siempre interesado por
las personas que conocía, y cuando le hablaba a uno, era como si en ese momento
fuese la persona más importante del mundo para él.
—Pero a ti no te interesaba —replicó Wook con frialdad.
—Siempre me he preguntado —expresó Yesung con dureza—, si tu
brusca introducción a la vida sexual te habría puesto en ese camino.
Wook lo contempló intrigado. Durante años, hasta que cinco
meses atrás había recibido las noticias del detective, había pensado en Yesung
como sir Galahad, un hombre que sentía un entrañable amor por su esposo, pero
que había cometido un error del que nunca podría ser absuelto, pues era
imposible confesarlo.
Sin embargo, el hecho de que hubieran desaparecido los
expedientes y las grandes dificultades con las que se habían encontrado en su
investigación sobre la adopción, le habían hecho sospechar y ya no estaba tan
seguro.
¿Habría sabido él durante todo aquel tiempo que los niños
eran hijos suyos y de Wook?
—No te preocupes —le contestó con fingida despreocupación—.
Tú no me pusiste en camino de nada ni arruinaste mi vida de adolescente.
Aquella noche, yo estaba tan adormilado por el sedante que me había tomado, que
ni siquiera pude darme cuenta de si eras o no un buen amante. Y ahora soy una
persona completamente normal, con necesidades normales que satisfago de modo
totalmente normal.
«Y piensa lo que quieras», se dijo enfadado por sus propias
mentiras. Sí, era cierto que después había habido otro hombre, pero su relación
había terminado demasiado pronto, ya que él no podía corresponder a su pasión.
Al oír sus palabras, Yesung apretó la mandíbula con un gesto
salvaje que indicaba que estaba a punto de perder el control.
—Me alegra saberlo —le aseguró con brusquedad—. Aunque aquí
en Cheonan no vas a poder encontrar nombres ricos y sofisticados.
—Además de que tú no quieres que esté cerca de los niños
—repuso Wook, sin tratar de disimular la ironía de su sonrisa.
Yesung se encogió de hombros.
—¿Me culpas por tratar de proteger sus intereses? —de manera
sorprendente, alargó una mano y con los dedos recorrió la senda marcada por sus
lágrimas.
Hipnotizado por la ternura de aquella caricia, Wook lo miró
asombrado. A Yesung le brillaban los ojos. En ese momento, Wook sintió que el
ritmo de los latidos de su corazón se aceleraba y tuvo que hacer un esfuerzo
para dar un paso atrás y apartarse de aquella extraña sensación.
—Por supuesto que no te culpo —le aseguró, consciente de la
manipulación de la que estaba siendo objeto, aunque incapaz de reprochársela,
pues sabía que él también haría cualquier cosa por proteger a sus hijos—. Pero
no quiero hacerles daño ni preocuparlos o ni siquiera hacerlos preguntarse
quién soy yo. Supongo que Sunjoon nunca hablaba de mí delante de ellos.
—No que yo sepa, pero no había ninguna razón para ello.
No, no había ninguna razón, pues el hecho de que Sunjoon
supiese que él estaba embarazado no significaba que estuviese enterado de que
era el appa de los niños, ya que nunca le había dicho que esperaba gemelos.
—En ese caso, podemos decir que soy tan sólo un primo lejano
de su appa. Menos mal que no se parecen a ninguno de nosotros.
—El parecido no es evidente. Pero tienes que tener presente
el documento que has firmado hoy por la tarde —comentó Yesung con dura
insistencia.
—No se me olvida.
—¿Cuándo te vas?
—Eso no es asunto tuyo. Pero no te preocupes, nos
mantendremos en contacto.
Sabía que sus palabras sonaban a amenaza y eso le agradó...
por lo menos hasta que vio la expresión de Yesung, que le miraba con tanta
intensidad que casi se sintió acobardado.
Por primera vez, Wook se dio cuenta de que la idea infantil
que tenía de Yesung podría no ser la correcta. Se había enamorado de aquel
hombre con locura, había hecho el amor con él, y había dado a luz a sus hijos,
y aunque él lo había obligado a alejarse del pueblo, lo cual le había parecido
comprensible en sus circunstancias, siempre había pensado en él como un
verdadero y noble caballero.
No obstante, bajo sus aristocráticas facciones reconocía en
ese momento el auténtico y escalofriante sello del bárbaro implacable capaz de
valerse de cualquier método para defender a sus hijos, incluso capaz de
encontrar el modo de obligarle a irse para siempre.
—Yesung, yo siempre he deseado lo mejor para los niños. Si
no fuera así, los habría conservado a mi lado y ellos habrían llegado a ser tan
inestables como yo —hablaba casi para sí mismo—: ¿Sabías que mi padre había
vuelto a su antigua vida? Tras el período de libertad condicional, a nadie le
importó, y mucho menos a él y a su esposa, el hecho de que hubiera seducido y
abandonado a mi madre después de haberla dejado embarazada. Él mantuvo su
posición, mientras que mi madre fue sometida a grandes presiones para que me
entregase en adopción, y como no lo hizo, la echaron literalmente a la calle.
—Tu madre era una mujer terca y egoísta. Piénsalo, Wook.
¿Qué clase de madre fue ella para ti? Para lo único que sirvió que te
conservara a su lado fue para hacernos sufrir a todos, sobre todo a ti.
Lo que decía Yesung era muy cruel, pero lo que él no sabía
era que su madre estaba realmente enamorada del hombre que la había dejado
embarazada y su abandono había matado algo en ella.
Nunca había vuelto a haber
otro hombre en su vida. Mal preparada para enfrentarse a la vida, había luchado
durante años enteros y, como en aquella época no existía ningún tipo de apoyo
para madres solteras, se había visto obligada a dejar a su hijo con otras
personas mientras ella se dedicaba a una sucesión de trabajos mal pagados. Lo
cual no había sido nada conveniente para estrechar la relación con su hijo.
Aunque nunca lo había maltratado físicamente, tampoco había
hecho ningún intento para amar o comprender al niño que consideraba como la
causa de todos sus problemas. Wook había crecido con la idea de que su padre
había abandonado a su madre por que él había sido concebido y que era el
culpable de la pobreza y las desdichas de su madre.
Y aquellos amargos recuerdos habían sido los que habían
impulsado a Wook a entregar a sus gemelos en adopción.
—Ella sufrió mucho —le aseguró a Yesung; y, después de titubear,
una oscura compulsión le hizo hacer una pregunta—: ¿Creíste lo que te decía en
mi carta?
—¿Que tú eras el appa de los niños? Sí, pero antes hice
algunas investigaciones.
—¿Y que eran tuyos?
—Sí —al responder, a Yesung le tembló ligeramente la voz;
hizo entonces una pausa y continuó de manera desapasionada—. Tú eras virgen. Los
niños nacieron ocho meses y medio después de aquella noche. Sabía que tenían
que ser míos.
¿Qué habría sentido Yesung al comprender que los niños que
habían adoptado eran sus propios hijos? Pero una mirada a sus duras facciones
le demostró que él no sabía nada.
Wook no estaba seguro de si debía creer la versión que él le
estaba dando de los hechos. Cinco años antes, mucho antes de que hubiese
empezado a investigar con seriedad, alguien había tratado de asegurarse de que
nadie descubriera nunca la identidad de los gemelos. Si no había sido Yesung,
¿de quién se habría tratado, y por qué?
No era el momento de hacer aclaraciones, así que asintió
como si el asunto careciese de interés.
—He logrado lo que quería; he visto a los gemelos y he
constatado que son felices —de pronto, sintió que se le secaban los labios, por
lo que tuvo que humedecérselos con la lengua—. Quiero mantenerme en contacto.
—No vas a escrib...
—Yesung, quiero seguir en contacto con ellos —el
resentimiento penetró la barrera que había puesto a sus sentimientos—. Es algo
que me debes, ¿no crees? Tú los has tenido durante toda su vida, mientras yo he
pasado indescriptibles horas de angustia preguntándome cómo estarían, y si
serían amados y felices o si quizá estaban siendo maltratados.
—No quieras hacer parecer que Sunjoon y yo te los robamos,
cuando fuiste tú el que los cedió —le aseguró él con dureza.
Wook esbozó una amarga sonrisa.
—Pero para vosotros todo salió a la perfección, ¿no es
cierto? Sunjoon no podía darte hijos, pero conseguiste a tus propios hijos.
—¿Qué es lo que insinúas? ¿Quieres decir que sabía lo que
estaba haciendo cuando...?
—Me inseminaste, ¿es ese el término que buscabas? —preguntó
furioso, pero casi inmediatamente se calmo—. No, supongo que no fue así. Pero,
¿es que no comprendes que quiera mantenerme en contacto con ellos? Quizá la
opinión que tienes de mí no sea muy buena, pero te aseguro que en ningún caso
les haría daño.
—Cuando me miras así, puedo creer cualquier cosa -le aseguró
con voz controlada, pero sin conseguir ocultar la ira que latía bajo su seria
fachada—, pero entonces tengo que recordarme que durante estos años has ganado
mucho dinero representando todo tipo de actitudes.
A pesar de que no le avergonzaba ser un modelo, en ese
momento se sintió humillado y tuvo que desviar la mirada para que Yesung no
descubriera sus sentimientos.
A Wook le gustaría poder estar con sus hijos todo el tiempo,
pero sabía que era imposible y que él mismo había renunciado a sus derechos
cuando los había dado en adopción.
A pesar de ello, a su instinto no había renunciado y quería
aprender a entender a sus hijos, ser capaz de ayudarlos en el desarrollo de su
personalidad y ser alguien para ellos. La pérdida de Sunjoon debía de haber
sido traumática para los niños y él no quería inquietarlos todavía más. Aunque
estaba decidido a ser de algún modo parte de su vida.
—Hablo en serio, Yesung —dijo con mucha determinación—. A
menos que ellos mismos me lo pregunten, no les diré quién soy yo, pero piensa
que tarde o temprano van a querer saber quién fue su verdadero appa, y será más
fácil para ellos si no soy un completo extraño.
—De acuerdo. Dame tu dirección.
Wook estaba encantado de haber logrado aquella importante
victoria, pero puso mucho cuidado en que no se le notase.
—No tengo ninguna definitiva, pero te avisaré cuando me haya
establecido.
Desaparecido ya el motivo de sus tensiones, a Wook empezó a
incomodarle la presencia de Yesung.
—Bien, pues gracias por haber venido a ver si me encontraba
bien. Como habrás podido notar, lo estoy.
—Deberías lavarte la cara, todavía tienes restos de lágrimas
en las mejillas.
Consternado, Wook se llevó una mano a la cara.
—Pero no te preocupes —añadió Yesung en tono burlón—, las
huellas de las lágrimas son un encanto más que añade otra dimensión a tu
enloquecedora sonrisa. Es extraño que la agencia de publicidad que creó al
Aventurero, nunca pensara en ellas, por cierto, ¿por qué has renunciado a tu
trabajo?
Wook se sentía agradecido a las leyes de la genética por
haberle proporcionado un rostro y un cuerpo acordes con la moda de esa época,
pero no era vanidoso.
Por eso no le gustaron los pretendidos halagos de Yesung.
Cuando la gente hablaba de él en esos términos, se sentía como un objeto.
Además, Yesung estaba acompañando sus palabras con una escrutadora mirada.
Muchos hombres le habían contemplado con deseo y estaba
acostumbrado a ello, pero Yesung era diferente y hacía que en ese momento el
aire pareciese impregnado de electricidad, a la vez que en el interior de Wook
empezó a surgir una traicionera llamarada al rojo vivo.
La causa podía ser que nunca había tenido oportunidad de
superar su enamoramiento. La mayoría de los adolescentes se enamoraban y
desenamoraban con suma facilidad, y su experiencia les servía para reconocer el
verdadero amor cuando llegaba. Pero Wook se había visto obligado a madurar
antes de haber dejado la niñez por completo y no era extraño que todavía
estuviese esclavizado en cierta forma por determinadas reacciones físicas.
—El dinero que he ganado me basta para tener seguridad
durante el resto de mi vida. Y ser modelo es un trabajo muy duro en el que uno
llega a cansarse de ser considerado un objeto.
¿Y por qué le habría contestado así a Yesung? Lo normal
sería haber hablado así sólo entre personas de confianza, no con Kim Yesung, en
quien no confiaba y a quien consideraba un enemigo que en cualquier momento
podría traicionarlo.
—¿Y qué piensas hacer ahora?
—Tal vez me matricule en la universidad.
Yesung esbozó una enigmática sonrisa.
—Provocarías un enorme alboroto —dijo con suavidad.
Wook tuvo que hacer un esfuerzo para recordar que lo que
sentía por aquel hombre no era verdadero amor, sino tan sólo una secuela de un
enamoramiento de adolescente.
De pronto, se sintió tan cansado, que tuvo que reprimir un
bostezo, pero Yesung se dio cuenta y sonrió más abiertamente.
—Será mejor que me vaya. Adiós, Ryeowook.
—Adiós.
Para fuiste Yesung al hotel sino le robaste un beso y se notaba que te morías de ganas y celiscuando Wookie te dijo que ahora era adulto y sabía satisfacer sus necesidades.
ResponderEliminarComo siempre querida Yota mi eterna gratitud para con tus adaptaciones.
wooo esos bebes deben ser hermosos, como Wookkie y Yeye, oh si que pasara ahora con ellos se quedara wookkie, para conocer a sus hijos?, estoy segura que Yeye siente algo mas por el appa de sus hijos....
ResponderEliminarJumm.......sigo pensando que el esposo de jong sabia algo de los niños......no me extrañaria que si es así,los niños lo supieran o al menos lo van a intuir.....sospechoso
ResponderEliminaro sea,quien te entiende Jong,primero no quieres verlo ni que vea a los niños,y apenas se va de tu cada,ahi vas detras........¿que quieres jong?.....sospechoso
Tantas emociones para el pobre de Wook, al menos ya conoció a sus pequeños, que era lo más importante para él, ojalá y a pesar de todo Wook pueda seguir en contacto con ellos, se nota que hay mucha afinidad entre ellos.
ResponderEliminarPor momentos tengo ganas de golpear a Yesung, es muy duro con Wookie y en otros que no son muchos xD su comportamiento es totalmente distinto como si no pudiera evitar sentir algo más.
En fin, gracias por la actu ^^