Donghae había esperado algo que lo
distrajera de echar de menos a Eunhae, pero enfrentarse a una cueva no era
exactamente su primera opción.
Hyukjae condujo el SUV por un camino
lleno de baches, apenas visible, y lo aparcó. Incluso desde dentro del coche,
este lugar le resultaba familiar. Los árboles tenían hojas cuando estuvo aquí
la última vez, no sólo los primeros brotes de la primavera. No había habido
tanto viento y el tiempo había sido mucho, mucho más cálido.
—He estado aquí antes —dijo Donghae—.
Fue la segunda cueva donde me retuvieron.
—¿Estás seguro?
Las cosas que había visto no se
olvidaban fácilmente. Incluso desde unos metros de distancia, podía ver el
profundo agujero en la tierra, oculto sólo parcialmente por la maleza. La
pendiente de tierra lo ocultaba a cualquiera a más de quince metros de
distancia, convirtiéndolo en un lugar excelente para ocultarse.
Habían pasado por una derruida granja de
camino hacia aquí, y los esqueléticos restos de un granero. Nadie había vivido
en este lugar desde hacía mucho tiempo. Quienquiera que poseyera estas tierras
probablemente no tenía ni idea de que estaban infestadas de demonios.
Eso le hizo querer investigar los
registros del condado y realizar unas cuantas llamadas telefónicas para
advertir a la gente que se mantuviera lejos. Por supuesto eso sólo le haría
parecer un chiflado y posiblemente incluso atraería a la gente hasta aquí para
comprobar sus locas afirmaciones.
—Esta es sólo una misión de
reconocimiento —dijo Hyukjae.
—Significa que no estamos aquí para
luchar a menos que tengamos que hacerlo. Voy a entrar y ver si puedo encontrar
ese demonio de cría Sasaeng que dices y luego volveré hacia aquí.
—¿Y yo qué voy a hacer?
—Sentarte en el coche, completamente a
salvo y calentito. Tú ya has hecho tu parte al identificar la cueva. Si tienes
problemas, lanza un escudo, que ya sabes cómo hacer, y vendré tan rápido como pueda.
—¿Cómo vas a saber siquiera que estoy en
problemas?
—Lo sabré. Sentiré tu miedo.
—¿Estás en mi cabeza? Te dije que no
quería…
—No lo hago. Tus emociones fluyen en mí.
No puedo dejar de sentirlas.
—No me gusta eso —se quejó.
—Yo mismo no soy exactamente un fan,
pero estamos atrapados por el momento. Tendremos que aprender a lidiar con
ello.
Hyukjae salió del SUV y fue a
inspeccionar la entrada de la cueva. Cuando caminó de regreso, los faros lo
golpearon, brillando en su chaqueta negra de cuero. No mostraba ningún miedo, a
pesar de que estaba a punto de descender a un pozo lleno de monstruos. Su paso
era firme y decidido, sus poderosos muslos agrupándose bajo el pantalón vaquero
a cada paso.
Abrió el maletero y comenzó a hurgar en
el equipo. Un viento frío azotó a través del SUV, absorbiendo todo el calor que
se había acumulado dentro. Donghae tembló, cerrando el frente del nuevo abrigo
para protegerse del frío.
Esto no le gustaba en absoluto. No era
la clase de persona que se quedaba sentado y dejaba que otros hicieran el
trabajo. ¿Y si era Hyukjae quién se metía en problemas? Aquella cueva podría
estar llena de decenas de demonios, incluso cientos. No había forma de que
pudiese hacer frente a esas probabilidades él solo y sobrevivir.
La idea de bajar allí le daba un miedo
de muerte. Las cosas que había visto eran demasiado horribles para enfrentarse
a ellas, y sabía que si bajaba, los recuerdos se abrirían paso a través de la
mente, exigiendo que volviera a revivirlos.
No podía hacerlo. No era lo
suficientemente fuerte.
Pero tampoco podía dejar que el hombre
por el que se preocupaba se zambullera él solo en una situación peligrosa, en
la que su presencia podría significar la diferencia entre la vida y la muerte.
Con una maldición silenciosa por haber
sido arrastrado a esta situación -de este mundo del que no quería formar parte-
salió del coche y caminó decididamente a la parte posterior del SUV.
—Voy contigo.
—Ni de coña —dijo Hyukjae, su tono plano
y definitivo.
De ninguna manera iba a dejar que tomara
esa decisión por él. Era un hombre adulto, y en cierto modo, más poderoso que
él. Hyukjae no iba a ir de jefe a su alrededor.
—Puedo entrar contigo, o puedo esperar a
que entres y después seguirte. No sé mucho sobre el equipo de rapel, por lo que
podría romperme el cuello, pero voy a ir.
Hyukjae levantó la cabeza de las cuerdas
con las que estaba jugueteando y le lanzó una dura mirada.
—Fuiste mantenido prisionero aquí.
—Lo sé.
—Te da un miedo que te cagas el pensar
en bajar ahí. Lo he sentido.
—Lo sé. También me asusta el quedarme
aquí solo. Estoy condenado a tener miedo esta noche, por lo que bien podría
hacer lo correcto.
—No hay forma de saber lo que nos
encontraremos.
—No soy un niño.
—No, pero podría haberlos ahí abajo. Si
los hay, no podremos rescatarlos… al menos no sin apoyo. ¿Serás capaz de
hacerlo? ¿Serás capaz de alejarte de un niño que te necesita?
Sabía que eso estaba más allá de sus
posibilidades, pero no cambiaba nada. Si bajaba, entonces cualquier niño
cautivo tendría una mejor oportunidad de sobrevivir con su ayuda.
—Voy a ir, Hyukjae.
La cólera tensó su mandíbula, haciendo
que sus músculos aumentaran bajo la piel.
—Podría pegar tu culo con cinta adhesiva
en el asiento.
—¿Y dejarme indefenso para defenderme?
Nunca harías eso.
—No puedo arriesgar tu vida permitiendo
que bajes ahí. Mis hermanos te necesitan demasiado.
Las ventanas de su nariz llamearon y él
sacudió la cabeza, maldiciendo por lo bajo.
—¿Por qué eres tan obstinado?
—Porque me necesitas. Porque a pesar del
hecho de que pareces tener poco respeto por tu propia vida, yo la tengo en muy
alta estima.
Su mirada se apartó como si intentara
ocultar algo.
—No te apegues demasiado a mí. No vamos
a estar juntos mucho tiempo.
—¿Así que has descubierto una forma de
romper nuestro vinculo? —Por alguna razón, la idea no le pareció tan atractiva
como antes. Quizás fuera una especie de magia inherente de la Luceria que los
unía, o quizás ya no estaba tan horrorizado con la idea de compartir las
emociones, pero en cualquier caso, se estaba acostumbrando a tenerlo a su
alrededor. También se estaba acostumbrando a disponer de tanto poder, pero
incluso si accediera al de otro hombre, estaba seguro que no sentiría lo mismo.
No estaba seguro siquiera de querer sentir lo mismo, como si eso de algún modo
fuera engañarlo.
—Trabajo en ello —contestó él.
—¿Cómo?
—No te preocupes por eso ahora. Nosotros
tenemos que centrarnos en el aquí y el ahora.
Nosotros. Un estremecimiento de victoria
se disparó a través de Donghae al comprender que había ganado. Después, todo lo
que sintió fue temor, porque había ganado. Bajaría a aquella cueva con él.
Hyukjae mantuvo una atenta vigilancia
sobre Donghae, abriéndose para dejar que sus caóticas emociones entraran en él.
Eso pareció alimentar la rabia, pero no podía decir si era porque de algún modo
abastecía de combustible a sus propios sentimientos, o si era una reacción a la
temblorosa pila de miedo que su compañero estaba posponiendo.
De una forma u otra, el monstruo en el
interior -el que Kevin había adormecido de algún modo- se estaba despertando
lentamente y cogiendo fuerzas. Podía sentir como ocurría y sabía que no pasaría
mucho tiempo antes de que regresase justo donde había estado, luchando contra
la necesidad constante de matar.
Abrochó el arnés de Donghae,
asegurándose que la careta protectora estuviese en su lugar. El impermeable
reforzado mágicamente lo protegería de algunos ataques, pero no tenía intención
de dejarle acercarse lo suficiente para necesitarlo.
Ellos bajaron. Hyukjae siguió vigilando
su progreso, permaneciendo a su lado en caso de que entrara en pánico. Para su
crédito, Donghae se mantenía bajo control, a pesar de que podía sentir lo
desesperadamente que luchaba contra el miedo.
Una vez que hicieran esto, informaría a Shindong
que debía mantenerlo alejado de las situaciones de combate. No estaba preparado.
Era pedirle demasiado, sin importar la cara de valiente que ponía.
Pisaron el suelo de la cueva. La
respiración de Donghae era superficial y rápida, y podía sentir pequeñas rachas
de pánico temblando a través del enlace, palpitando a la vez con sus frenéticos
latidos del corazón.
Exploró el área, sin ver ningún signo de
demonios cerca de la entrada. Durante el día, este sería un lugar peligroso
para los Saesang, así que las probabilidades de encontrarlos serían más
adelante, donde ninguna luz podría alcanzarlos.
Hyukjae lo desenganchó del arnés y le
ahuecó la cara entre las manos. Era tan bonito, aún cuando estaba demasiado
pálido y tenía los ojos muy abiertos por el miedo. Quería hacer algo para
aliviarlo, pero estaba desentrenado en estas cosas, inseguro de qué hacer para
consolarlo.
Lo mejor que podía ofrecer era una
distracción.
Bajó la boca hasta la suya, dándole el
más breve y fugaz beso. Sabía que si se permitía ir más lejos, se olvidaría que
el peligro estaba al acecho. Donghae se le subía a la cabeza, expulsando todo
pensamiento racional.
Hyukjae se retiró e intentó ofrecerle
una sonrisa tranquilizadora. No era capaz de recordar cómo hacer que los
músculos se movieran, o tal vez estaban débiles por la falta de uso. De
cualquier manera, lo único que consiguió fue lo que estaba seguro era una mueca
dolorosa.
—¿Qué fue eso? —preguntó.
—Suerte —dijo él, ocultando el verdadero
propósito.
Sus mejillas se habían sonrojado y sus
pupilas dilatado, por lo que ya no parecía tan asustado. De hecho, lo que
sentía entrar por la Luceria era una mezcla de confusión y el atisbo más débil
de deseo.
Donghae lo deseaba, y aquel conocimiento
se hinchó dentro de él, haciéndolo sentir poderoso.
Su monstruo levantó la cabeza como si
oliera la presa, pero Hyukjae no le hizo caso.
—Deberíamos irnos.
Donghae asintió con la cabeza,
lamiéndose los labios.
Él iba a besarle otra vez. No ahora, no
cuando hacerlo podría conseguir que los mataran, pero pronto. Se juró que lo
besaría de nuevo antes de morir. No era mucho pedir como premio de consolación.
Hyukjae se alejó un paso, cambiando el
enfoque al trabajo entre manos.
—Mantente detrás de mí y muévete tan
silenciosamente como puedas.
—Necesito luz.
—Puedes ver en la oscuridad. Sólo
utiliza mi poder y canalízalo hacia tus ojos.
—Oh —susurró—. Wow. Esto es asombroso.
La velocidad con la cual Donghae
aprendía era lo asombroso. A la mayoría de las parejas les llevaba semanas, a
veces años, hacer lo que él era capaz de hacer casi al instante. No estaba
seguro del porqué, pero si Kevin o algún otro Zea se enteraba, querrían
experimentar con Donghae.
Por encima de su jodido cadáver.
Se metió bajo un saliente de roca, la
siguiente abertura natural de la piedra. Donghae iba tras su espalda, tan cerca
que podía sentir el calor que emanaba. El tosco túnel descendía, girando a la
izquierda alrededor de una estalagmita gigante y estalactitas que llevaban el
suficientemente tiempo allí para encontrarse y formar una sólida columna. Él se
movía para rodearlas cuando sintió el tirón de Donghae en la parte posterior de
la chaqueta.
Hyukjae se detuvo y lo miró. Donghae
fruncía el ceño, explorando el área como si estuviera confuso.
—He estado aquí antes —susurró.
—Ya lo has dicho.
—No, aquí —dijo, caminando hacia lo que
parecía un pliegue en la pared rocosa. En cambio, era una estrecha apertura que
conducía a otro túnel—. Éste es el camino.
—Un paso atrás.
El lo hizo y Hyukjae a duras penas cabía
en el hueco. Tuvo que dejar salir todo el aire para que el pecho se encogiera
lo suficiente y poder pasar. Donghae se deslizó a través de él con facilidad.
A los pocos pasos, Hyukjae pudo oler el
hedor fétido de los Saesang, llenando el túnel como una neblina. Intentó no
vomitar, pero el acto reflejo era fuerte.
—Puf —dijo Donghae.
Poco después, él sintió una fría pizca
de poder cerniéndose sobre la boca y nariz. El aire era limpio y respiró una
bocanada.
—¿Mejor? —preguntó Donghae.
Hyukjae se dio la vuelta cuando
comprendió que él había hecho esto. Jamás había oído hablar de tal cosa, pero
de nuevo, Donghae era más que asombroso.
—No sé como lo hiciste, pero es útil —la
voz le salió un poco apagada, como si hubiera ahuecado las manos sobre la boca.
La suya también lo hizo.
—Era necesario.
Él siguió bajando por el túnel, espada
en mano. Las rocas bajo los pies estaban sueltas, mezcladas con trozos de
hueso.
El túnel se dirigía hacia abajo,
ensanchándose más a medida que avanzaban.
—Creo que estamos cerca —dijo Donghae en
un tenue susurro.
Su miedo ya no goteaba en él… fluía,
volviéndose más espumoso y caótico a cada segundo que pasaba.
Hyukjae intentó tranquilizarlo, forzando
pensamientos calmantes de seguridad y confort a través del enlace. No estaba
seguro de si lo que había hecho funcionaba, o si le había alcanzado siquiera.
Tal vez había algo malo en él… algo en el alma muerta que le impedía hacer la
conexión correctamente. Todo lo que sabía era que Donghae tenía miedo, y la
necesidad de violencia, la necesitad de matar lo que lo asustaba, crecía más
rápido de lo que él podía controlar.
El monstruo se alzó y comenzó a pasear
por los confines de su jaula.
Hyukjae avanzó cautelosamente. Dentro de
la cabeza, se coló una imagen momentánea de una caverna con tres salidas. Una
estaba iluminada, brillando con una débil luz dorada. En el segundo siguiente,
la imagen se había ido, dejándolo y sintiéndose extrañamente solo.
No hizo caso de ello, arrastrándose por
una curva en el túnel. Esta se abrió a una caverna casi idéntica a la que había
visto hacía un momento.
«Izquierda», le susurraron en la mente,
la que correspondía a la salida iluminada.
Donghae. Había sido él en su interior,
guiándolo hacia delante.
La comprensión lo dejó humillado y
conmovido. Tanto como Donghae odiaba formar parte de su mundo, hacía lo que
tenía que hacer. Tenía que respetarlo como el infierno por eso.
Por supuesto también significaba que se
estaba atando a él con más fuerza, o jamás habría sido capaz de comunicarse con
él así.
Era un idiota por darse falsas
esperanzas de esta manera. Cuanto más se acercara, más difícil sería cuando
fuera hacia su muerte. ¿Y si decidía no vincularse a otro hombre, como Kevin
había temido?
Hyukjae giró para decirle que volviera
al vehículo. Tenía que terminar con esto aquí. Ahora. No lo quería en ningún
lugar cerca de la violencia que estaba a punto de desatar, y seguro como el
infierno no quería que fuera testigo de su muerte.
Detrás de Donghae, sigilosamente a lo
largo del camino, se arrastraba un pequeño demonio del tamaño de un gato.
Empujó a Donghae a un lado y se abalanzó
sobre la bestia antes de que eso pudiera dar cualquier tipo de alarma. Su
cabeza voló por los aires y golpeó la pared de la cueva, dando tumbos hasta que
chocó contra los pies de Donghae.
Él soltó un chillido de consternación y
se echó hacia atrás, golpeándose la cabeza contra una roca que sobresalía de la
pared.
Su cuerpo se tambaleó, pero juntó las
rodillas y se mantuvo en pie el tiempo suficiente para que él lo alcanzara.
—¿Estás bien?
Donghae apartó la mano de la parte
posterior de la cabeza y encontró los dedos manchados de sangre.
—Oh, mierda —susurró.
Hyukjae no perdió el tiempo repitiendo
su emoción. Lo agarró del brazo y empezó a arrastrarlo de vuelta por donde habían
venido. Aquí abajo no había viento que trasportara el olor de su sangre, pero
eso poco importaba. Tenían unos jodidos minutos, como máximo, para salir de
aquí antes de que cada demonio del lugar acudiera en busca de un bocado.
Donghae escuchó la llegada de los
demonios. Recordaba el sonido de su hambre muy bien. Los pequeños hacían esos
extraños gorgoteos, mientras que los grandes siseaban o borboteaban cuando
olían la comida.
Durante el cautiverio, Sooman había
mandado sobre los demonios, manteniéndolos a raya, permitiendo sólo a los que
él elegía alimentarse de él. No había comprendido hasta este momento lo afortunado
que había sido.
Ellos dieron la vuelta a una curva en el
túnel y se vieron cara a cara con los pares de al menos una docena de ojos
brillantes. No había forma de que salieran de esta con vida.
—Te despejaré el camino —dijo Hyukjae—.
Corre como el diablo, protegiéndote de ellos.
Donghae recordó la cicatriz al dorso de
su mano… la que había recibido en una pelea de seis a uno. Las probabilidades
de ganar no eran ni la mitad de buenas que esa, y él había dicho que casi murió
esa noche. Se negó a permitir que eso sucediera.
—No me iré sin ti.
—Harás lo que sea necesario para escapar
con vida.
—Contigo —insistió. Incluso la idea de escalar
hasta la salida solo, lo dejaba frío y temblando. Lo necesitaba a su lado para
mantenerse fuerte y no descomponerse en una cobarde masa temblorosa que se
meaba en el pantalón.
Hyukjae le soltó el brazo y se lanzó
hacia adelante, como si realmente fuera a encargarse de todas esas cosas sin
ayuda de nadie.
Antes de que pudiera, Donghae dio un
tirón a su poder y disparó un globo de fuego a los demonios más cercanos.
Su piel irrumpió en llamas, y ellos
chillaron, saltando hacia atrás en sus propias filas. Varios más se prendieron
fuego, hasta que no quedó más que una masa gigantesca de piel chamuscada y
llamas.
Hyukjae lo presionó contra la pared,
protegiéndolo de la amenaza con su cuerpo.
—Tenemos que movernos. Vienen más.
Cierto. Lo sabía. Había estado tan
distraído por el hecho de que la magia funcionara que el cerebro le había
dejado de trabajar durante un momento.
El olor a pelo quemado y demonio rancio
llenó el túnel. La magia que había empleado para filtrar el aire había fallado
cuando perdió la concentración.
La puso de nuevo en su lugar y luego
erigió un delgado escudo en forma de rulo. El cilindro empujó a través de la
masa de moribundos demonios que se retorcían, el azul brillando como el corazón
de una llama. Ordenó al estrecho rulo que se doblara para seguir la curva de la
roca y luego se ensanchara, abriendo un túnel por donde ellos pudieran avanzar
lentamente.
Donghae intentó enviar a Hyukjae una
imagen de lo que hacía, pero no estaba seguro de que el mensaje le llegase. De
lo que estaba seguro era de que si él iba por ese túnel, Hyukjae también.
Tan pronto como fue lo bastante amplio
para que sus enormes hombros pasaran, se zambulló en él, peleándose por
alcanzar el otro extremo del tubo.
La sangre de la mano manchaba la pared que
había creado. Los demonios que no estaban siendo consumidos por el fuego
arañaron el escudo, intentando llegar a él.
El pánico le rodeó, dificultándole la
respiración. Más demonios esperarían en el otro extremo. Aún no los veía, pero
sabía que estaban allí.
No podía permitir que se lo llevaran con
vida. No podía volver a ser usado por ellos, muerto de hambre y torturado a
diario. Prefería morir a pasar por eso otra vez.
—¡Maldita sea, no te me bloquees! —gruñó
Hyukjae directamente detrás—. ¡Muévete!
Hasta su brusca orden, no se dio cuenta
que había dejado de avanzar. Sus palabras le pusieron los brazos y piernas en
movimiento, como si él hubiera tomado el control de ellos. No entendía cómo lo
había hecho, pero ahora mismo, tenía otras preocupaciones.
Como lo que le esperaba al otro extremo
de la curva.
—Ciérralo detrás de mí —gritó Hyukjae—.
Nos están siguiendo a través de él.
La cabeza le palpitaba, y un ligero
mareo comenzó a dificultarle el mantener el equilibrio. No había pensado que se
hubiera golpeado la cabeza tan fuerte, pero ahora empezaba a creer otra cosa.
Tal vez era simplemente el manejar toda
esta magia lo que lo desgastaba.
Donghae intentó hacer lo que Hyukjae le
dijo, procurando cerrar el lado correcto. Realmente no quería cortarle las
piernas por accidente. Eran demasiado bonitas para eso.
Siguió moviéndose, yendo más despacio
cuando alcanzó la curva. Estaba seguro que uno de los demonios iba a salir
volando de un momento a otro, arañándole la cara.
Como respuesta a las preocupaciones,
sintió el flujo de poder en él, y un pálido resplandor azul le inundó la
visión.
Había una barrera directamente sobre la
máscara protectora de su cara… una que Hyukjae había insistido que llevara en
caso de toparse con los demonios que escupían veneno. La barrera se movía con él,
en vez de detenerlo y frenar el avance. Parecía adherirse a él, lo que le hizo
preguntarse si simplemente no la podría llevar alrededor como si fuera una
armadura.
El pensamiento se perdió
estrepitosamente en la parte posterior de la mente mientras se obligaba a dar
aquella vuelta final y encarar lo que le esperaba. En cuanto lo hizo -en cuanto
vio lo que le esperaba- lamentó desesperadamente no haber dejado a Hyukjae ir
primero.
Sungha fue hasta
donde estaba la Piedra Centinela. Grace estaba inerte en los brazos. Cada pocos
pasos, Ho cubría su boca con la suya e insuflaba aire a sus pulmones.
Sungha inclinó la cabeza hacia un lado
como si estuviera escuchando y luego se volvió hacia Shindong.
—Tienes una visita. En el muro de atrás.
Él ha estado esperando mucho tiempo para que alguien lo liberara de su prisión.
Al parecer, ninguno de vosotros pudo oír sus gritos de auxilio cuando los hizo.
—¿De qué estás hablando? —preguntó Shindong.
—Yo lo he liberado. Ve y averígualo por
ti mismo.
Shindong asintió con
la cabeza a un par de hombres y ellos salieron corriendo hacia el lugar donde Sungha
había señalado.
Heechul tenía a Henry sujeto por el
brazo, peleando contra el agarre de su hermano.
—No quiero ir —gritó Henry.
—Lo siento, cariño. No tienes elección.
Henry gruñó y trató de morder la mano de
Heechul. Sungha debió de ver que esto sucedía, porque señaló con un dedo a Henry
y dijo:
—Compórtate. Ésta puede ser la última
vez que veas a tu familia. ¿Quieres que ésta sea la forma en que te recuerden?
Henry escupió a Sungha que se apartó sin
problemas del camino de forma tan rápida que fue un borrón. Con una mirada
maternal de propósito atronador dio un paso adelante, agarrando un puñado de
pelo de Henry.
—Le dirás adiós a tu hermano ahora.
Henry hizo una mueca y le enseñó los
dientes a la mujer.
—Lo siento —dijo Heechul—. No es culpa
de él.
—Lo tratas como a un niño. Hace tiempo
que dejó de serlo.
Henry pareció calmarse un poco con esas
palabras. Sungha lo llevó por los pelos a la Piedra.
Aigoooo amo el eunhae y este par de magicos enamorados se dieron un besito.... muero de amor hyukie yo se que tendra tiempo para darle otro beso y mucho mas a hae muero por eso unnue como siempre gracias por tus esfuerzos como siempre nos leemos en la proxima..
ResponderEliminarporque aveces al querer publicar se borra lo que ya escribi, es frustante que se borre todo.
ResponderEliminaren fin unnie, este capitulo me encanto por que fue muy emocionante, se besaron y luego se fueron a enfrentar a los demonios, espero que la vida les de una oportunidad para que esten juntos y puedan amarse sin problemas.
y espero que henry regrese curado.
*-* emocionada es lo qeu estoy aunque solo haya sido un besito awwwwww *-*
ResponderEliminarojala y Henry pueda regresar sano y salvo y curado, y que Grace tambien se salve
de quien estaba hablando sungha?? quien sera ese hombre que ha liberado?
ahh espero que el eunhae salga vivo de esta
Gracias por el mp unnie
saluditos!! ^^
Realmente soprende la rapidez con la que Hae aprende a controlar su poder! que fue lo que vio Hae?! y quien es esa persona de la que hablo Sungha? Sera capaz de salvar a henry?
ResponderEliminarMuchas gracias por el mp
saludos
el capitulo fue hermoso me gusta como hae puede aprender a controlar los poderes tan rapido que ser lo que vio hae se besaron y hyuk debe quedarse con el porque los dos se aman y se necesitan
ResponderEliminarojala que la persona que conoce sungha sea capaz de curar a henry
enviame mp cuando actualizes
Me encanta porque Hae cada vez tiene menos miedo de andar con Hyuk, lo busca, lo protege y comienza a preocuparse por su seguridad.
ResponderEliminarlamento que Hyuk siga convencido que lo mejor para todos es romper el vínculo y que Hae debe emparejarse con otro Suju,
Ojala Henry pueda curarse y volver con ZhouMi
OMO estoy sin palabras de lo bueno que esta diablos que avance Yota, estoy mas que soprendida con este capitulo ademas ahora es la oportunidad de Henry, y Grace para volver a ser lo que fueron, que habilidad tan especial tiene Hae que aprende a realizar cosas tan rapido, es increible...esperare el proximo.
ResponderEliminaroh..... hyuk beso a hae siiiiii...... espero que la herida del pececito no sea tan grave porque están en un gran apuro en la cueva y necesitan de que controle el poder de eun para poder salir de allí con vida............
ResponderEliminarespero que henry y grace se salven gracias a sungha
gracias por el mp
esperaré tu siguiente actu
saludos ^^
hola yota esto es tan emocionante solo espero que el Eunhae salga bien librado de esta, seguro que si con eso de que hae ya controla mas los poderes tal vez se le ocurra algo nuevo y se invente un poder
ResponderEliminarun besito waaa y hyuk dijo que lo besaría otra vez aunque diga que se va a morir yo creo que a la mera hora no le gustara dejar solito a hae
hay pobre de henry se comporta como un niño malcriado pero eso es parte de las secuelas del encierro que sufrió espero que con Sungha vuelva a ser el mismo de antes
quien será el nuevo visitante??? ya quiero saber con eso de que Sungha lo líbero me pregunto quién lo tendría preso o lo que sea
ya extrañaba comentar tu fic pero el tiempo lo tengo contado y a veces no alcanzo a leer pero bueno cuando pueda te comentare ok
cada vez se pone mejor esto, te agradezco por el mp
cuídate mucho
kisses
rosaliehale:
ResponderEliminarHell yeah!! Eso es lo que necesitaba Henry, a una mujer con aire maternal que no lo trate como niño, él ya es un adulto, uno muy quebrado, pero adulto a fin de cuentas y Hee lo estaba tratando como a alguien de años, asi jamas iba a empezar a comportarse.
Tengo curiosidad, quíen estaba afuera espèerando, a qué se referia ella.
Hae y Hyuk debrieron esperar a que llegara ayuda y luego si explorar, me pareció muy imprudente que bajaran asi no mas, por eso están en el problema en el que están. Ahora, bien que mal, el haber bajado los llevo a ese pequeño beso y a que su union se fortaleciera un poquitito más.
Ya quiero leer el proximo capitulo =)
Genial! ya era hora de un Kiss entre ellos XDD
ResponderEliminarA pesar del miedo Hae se ha mostrado muy valiente,
yo igual estoy impresionada de lo rápido que aprende a utilizar la magia
me imagino la cara que puso cuando vio al monstruo.
Hay hasta a mi me dolió el jalón de cabello que le dieron a Henry
espero que en vdd lo logren ayudar.
Gracias por el aviso.
Un saludo, que estés bien :D