Aunque a nadie le
apetecía probar bocado, Leeteuk preparó algo para cenar. Mientras cocinaba,
amigos y familiares no cesaron de llamar para dar sus condolencias y ofrecer su
ayuda. Se encargó de casi todas esas llamadas, tranquilizando a la gente,
contándoles brevemente cómo había muerto Seyoung y prometiéndoles llamar si
podían ayudar de algún modo.
Después de fregar los
platos se sentaron todos en el salón. Los dos hermanos en el sofá y Leeteuk en
una silla. Estuvieron hablando de Seyoung, de lo buena que había sido con todo
el mundo, de su alegría. Min y Leeteuk no pudieron evitar llorar de vez en
cuando ante la pérdida de alguien que sólo un día antes estaba a su lado y
ahora se había ido para siempre.
—No me puedo creer
todavía que se haya ido —dijo Min.
—Yo tampoco —añadió Leeteuk—.
Tengo la sensación de que va a aparecer por esa puerta de un momento a otro.
Ya hacía mucho que había
oscurecido cuando Min se levantó del sofá.
—Me voy a la cama.
Leeteuk le tendió los
brazos y Min se refugió en ellos.
—Me alegro de que estés
aquí —le dijo Min, mientras se abrazaba a él con más fuerza.
—Yo también —tomó la
cara del niño con las dos manos y lo miró a los ojos—. Me marcho a casa, pero
mañana por la mañana volveré a hacerte el desayuno —le dijo, mientras le
acariciaba el pelo.
En cuanto Min desapareció,
Kangin salió al porche con Leeteuk. Permanecieron allí un momento escuchando a
los grillos y a una rana que croaba solitaria en el jardín. Leeteuk sintió que Kangin
lo estaba mirando y se volvió para dirigirle una sonrisa.
—¿Crees que he hecho lo
adecuado? —le preguntó él.
Leeteuk se apoyó contra
uno de los pilares del porche.
—¿Te refieres a tener a Min
contigo?
Leeteuk pensó en los Kangsoon.
Eran una familia de clase media que ya habían criado dos hijos jóvenes, por lo
tanto estaban familiarizados con el asunto. Kangsoon era un buen hombre, un
dentista que se había retirado hacía unos años.
Kangin rió.
—No digas nada. Lo leo
en tu cara.
Leeteuk arrugó la nariz.
—¿Qué?
—Tienes tus dudas sobre
mí.
—La verdad es que estaba
pensando en Kangsoon. Es un buen hombre, a pesar de estar casado con Hakyeong.
—Entonces, ¿por qué te
ofreciste a ayudarme?
—No lo sé con exactitud.
—Sí que lo sabes.
—Bueno…
—Di las cosas como son.
Sus ojos se encontraron.
—Min quiere estar contigo.
—¿Y?
—Hay cosas más
importantes para educar a un niño que el ser respetable.
—Me alegro, porque la
mayor parte de la gente diría que soy un cero en ese aspecto.
—Hakyeong es… Bueno, no
soportaría tener que vivir con ella. Me recuerda a mi madre —dijo Leeteuk antes
de ponerse a pensar en cómo sonaría lo que iba decir—. Mi madre es un poco como
ella. Le gusta controlarlo todo. Siempre está preocupada por lo que puedan
pensar los demás —Leeteuk miró al cielo que estaba lleno de estrellas.
Sabía que Kangin lo
estaba mirando y cuando habló lo hizo con una sonrisa en los labios.
—Así que eres un
rebelde, Park Leeteuk.
—¿Cómo puedes decir eso
después de las cosas que te he dicho hoy? Dios mío tan sólo fue hace unas horas
y me da la sensación que fue hace siglos.
—Ah, sí, te quieres
casar con un chico que vaya siempre trajeado.
Hubiera querido
discutírselo, pero no encontró razón alguna para hacerlo.
—Eso es. Lo que quiero
es un chico que vaya siempre trajeado.
—Lo raro es que aún
recuerdo que en el instituto saliste con Siwon cuando su reputación era casi
tan mala como la mía.
Leeteuk siguió mirando a
la luna.
—Eso fue diferente.
Éramos unos niños. Y por si no te has enterado, Siwon está casado con mi hermano
Hee.
—Ya lo he oído.
Leeteuk pensó en Siwon.
Al igual que Kangin se había marchado de la ciudad muy joven y no había
regresado hasta el invierno pasado. En cuanto volvió a posar los ojos en Hee
supo lo que quería. Hee se había resistido al principio, pero finalmente Siwon se
lo había ganado.
—¿Estás celoso? —lo
preguntó con dulzura.
Leeteuk lo miró.
—¿De qué?
—De que tu primer amor
esté ahora con tu hermano.
Leeteuk se preguntó cómo
habían llegado a hablar de temas tan personales, con tanta naturalidad. Era
verdad que al principio se había sentido un poco celoso y había tenido
problemas con su hermano, pero al final todo se había solucionado. No podría
imaginarse a Siwon con nadie que no fuera Hee.
—No, no estoy celoso,
pero si lo estuviera sufriría en vano porque Siwon está loco por Hee y
viceversa. Están tan enamorados que a veces te da vergüenza estar a su lado
porque se olvidan de que existe el resto de la gente.
La luz del porche
incidió sobre el diamante de Kangin, haciéndolo brillar.
—¿Te gustaría que te
amaran así? —su voz era más íntima que nunca.
No pudo evitar recordar
lo que había sentido aquella tarde cerca del río. En lo que sentía en aquel
momento.
—Venga, se sincero.
Tragó saliva y lo dijo
con claridad.
—Sí, claro que sí. ¿Y quién
no lo desearía?
Sonrió y le brillaron
los dientes y el diamante de la oreja. Parecía uno de esos piratas de las
películas que le solía traer Hee cuando eran niños.
—¿Crees que el hombre
trajeado con el que sueñas te va a amar así?
—Yo…
—Me dijiste que a pesar
de intentarlo mucho, sólo consigues asustar a los hombres.
—Sí, yo…
—Estoy buscando a
alguien que lo intente con todas sus fuerzas.
Leeteuk no supo que
decir. Se había quitado los guantes antes de la cena y se encontró a sí mismo
mirándole las manos.
Eran grandes y toscas,
pero habían acariciado a Min con tanta suavidad…
—¿Me estoy pasando? —se
estaba mirando las botas.
Sintió como si le
estuvieran apretando la garganta. Tuvo que toser para poder hablar.
—Sí, un poco.
Encogió los hombros y
levantó la vista para mirarlo.
—No pasa nada —dirigió
la mirada hacia la calle—. Me tengo que ir.
—Lo sé —una media
sonrisa le curvó los labios, pero sus ojos parecían ausentes y llenos de
tristeza. Leeteuk pensó que debía estar otra vez pensando en Seyoung—. Gracias.
Por todo.
—Volveré por la mañana
temprano.
—Muy bien.
Se apresuró a bajar las
escaleras del porche y echó a andar. En todo momento fue consciente de que Kangin
le estaba siguiendo con la mirada, hasta que los árboles alineados en la
carretera se lo impidieron. Pero en ningún momento se volvió para comprobarlo.
Una vez en casa se puso
a escuchar los mensajes del contestador antes de abrir el paquete que le había
enviado su madre. Había llamado bastante gente: todos sus hermanos para
felicitarle por su cumpleaños y Sora, dos veces, diciéndole que la llamara en
cuanto llegara.
Tras recordarse a sí
mismo que debía llamar a Sora más tarde, tiró la botella de champán vacía y
lavó las dos copas. Recordó como había estado brindando con Kangin y la idea
que tenía de romperlas tras el brindis. En aquel momento le parecía una idea
absurda.
Mientras las secaba con
cuidado pensó en qué habría pasado si no hubiera retenido a Kangin bebiendo
champán…
Colocó las copas en el
armario y se dijo que de nada servía pensar en aquello hasta que no se
conocieran los resultados de la autopsia. Entonces, si se enteraba de que unos
cuantos minutos hubieran sido cruciales en su salvación tendría que convivir
con el sentimiento de culpa que le causaría.
Abrió el paquete que le
había enviado su madre. Dentro había dos regalos: uno grande y otro pequeño.
Abrió el más pequeño y vio que contenía una esclava de oro. Había pertenecido a
su abuela y siempre había deseado tenerla.
Se mordió el labio
inferior, sintiendo remordimientos por haber criticado mentalmente a su madre,
comparándola con Hakyeong.
Se preguntó por qué no
estaba a gusto con ella cuando con todos sus hermanos parecía llevarse de
maravilla. Al fin y al cabo tanto Inyoung como él deseaban lo mismo: que
encontrara marido, lo que ocurría era que a medida que pasaban los años se volvía
más insistente y Leeteuk ya estaba harto de que lo agobiara con sus consejos.
La pérdida de Seyoung le
había hecho pensar que debía apreciar más a su madre. La vida era demasiado
corta como para pasársela alimentando resentimientos contra la gente a la que
quería.
Pero entonces abrió el
otro regalo. Era un libro de auto ayuda que se titulaba Mujeres y Jóvenes desesperados y los hombres que los abandonan siempre.
En la contraportada el
libro le aconsejaba hacer un test para ver si era un joven desesperado y le
decía que su lectura iba a ayudarle a descubrir a su príncipe azul.
El teléfono sonó en el
preciso momento en que tiraba el libro al otro extremo de la habitación.
Leeteuk sospechaba quien
podía ser y acertó.
—¿Te ha gustado la esclava cariño?
—Ya sabes que sí. Me ha
gustado desde que era niño y te veía usarla para la iglesia. Gracias, mamá.
—De nada. Siempre quise
que fuera tuya. Y, a propósito he oído que el libro es excelente.
—Apuesto a que sí.
—¿Te encuentras bien?
Tienes una voz rara.
—Estoy bien mamá —volvió
a pensar en Seyoung—, pero me temo que tengo que darte una noticia triste.
—¡Cariño! ¿Qué ha
sucedido?
Leeteuk volvió a
explicar por enésima vez que Park Seyoung había muerto y le contó que había
planeado hacer todo lo que pudiera por su familia.
—Seyoung era una mujer
muy agradable —dijo Inyoung.
—Sí, lo era.
—¿Y ese pobre niño? Se
llamaba Sungmin, ¿verdad?
—Sí.
—¿Cuántos años tiene?
—Once.
—Le enviaremos flores,
por supuesto. ¿Cómo se llama el tanatorio?
—Te lo diré en cuanto lo
decida Kangin.
Hubo una breve pausa.
—¿Te refieres a Kim Kangin?
—Sí, mamá —Leeteuk
apretó los dientes—. Seyoung era su madre, ¿no te acuerdas?
—Claro que me acuerdo,
pero es que…
—¿Qué?
—¿Estás disgustado?
—No.
—Pues lo parece por tu
voz.
—Ha sido un día muy
duro.
—Estoy segura de ello,
cariño.
—¿Qué ibas a decir?
—¿Cómo?
—Estabas hablando de Kangin,
mamá y no terminaste la frase.
—Bueno, me
interrumpiste.
Leeteuk contó hasta
diez, mentalmente.
—¿Leeteuk?
—Madre, dime lo que me
ibas a comentar sobre Kangin.
—Ah, bueno, simplemente
que… ¿no se marchó de la ciudad hace unos años, después de aquel terrible
incidente con Kwan Hakyeong?
—Sí, pero regresó, más o
menos cuando Boom y tú os casasteis y os mudasteis.
—Ah, sí, ahora me
acuerdo. Se había convertido en una especie de motorista, creo recordar.
—Mamá, Kangin es un
hombre maravilloso.
—Bueno, yo…
—Déjame terminar.
¿Recuerdas que el marido de Seyoung murió de cáncer?
—Claro.
—Fue una enfermedad muy
penosa y muy cara. Cuando murió, Seyoung y Min se quedaron sin nada. Pero
entonces Kangin regresó y se ocupó de todos los gastos y les compró una casa. Seyoung
solía decirme que cuando andaban escasas de dinero, Kangin siempre estaba allí
para ayudarlos. Y ahora que Seyoung ha muerto, Kangin ha decidido ocuparse de Min.
—¡Dios mío! ¿Es eso
apropiado?
—¿Qué quieres decir?
—Ya me entiendes, que
viva un niño de once años con un motorista.
—Es su hermano. Y sí,
tiene una Harley, pero también posee su propio negocio y se gana la vida bien.
—¿Haciendo qué?
—Reparando maquinaria de
aviones. Al parecer es un negocio que va viento en popa, según solía decir su
madre. Además yo voy a ayudarlos.
Inyoung se quedó callada
un momento y después preguntó:
—¿Cómo vas a ayudar exactamente?
—Cuidaré de Min durante
el día, mientras Kangin esté trabajando.
Se volvió a hacer el
silencio.
—Pero cariño, ¿y tu
propia vida?
Leeteuk estuvo a punto
de gritar a su madre que su vida era muy aburrida y vacía, pero se contuvo. En
ese preciso momento oyó la señal de que alguien estaba intentando llamarle.
—Te tengo que dejar,
mamá, porque alguien está tratando de llamar.
—Pero Leeteuk…
—De verdad que te tengo
que dejar. Te quiero y gracias por la esclava.
—Mantente alejado de K…
Leeteuk interrumpió la
conversación antes de que pudiera pronunciar el nombre de Kangin.
La persona que llamaba
era Sora, que quería saber con detalle lo ocurrido, así que Leeteuk tuvo que
volverlo a contar.
—¿Y cómo está Sungmin?
Leeteuk le contó lo
valiente que había sido.
—¿Y qué va a pasar ahora
con ellos? —se preguntó Sora, en voz alta.
—Kangin se va a ocupar
de él y yo le voy a ayudar —dijo Leeteuk con un tono de voz que hasta a él le
pareció desafiante.
Sora no le discutió
nada, tan sólo preguntó:
—¿Y Kwan Hakyeong lo va
a permitir así como así?
Leeteuk le contó la
visita de Hakyeong.
—Min quiere estar con Kangin.
Y Kangin desea ocuparse de él.
—Entonces deberían ir a
ver a Onew.
—Ni siquiera se me había
ocurrido —admitió Leeteuk.
Lee Onew era cuñado de Sora,
además de la persona encargada en el ayuntamiento de lo relacionado con la
protección de menores.
—Bueno, deberías pensar
en ello —le dijo Sora—, porque necesita solicitar la tutela del niño lo antes
posible. Si yo fuera él, lo haría a primera hora de mañana.
—Tienes razón. Llamaré a
Kangin ahora mismo.
Colgó y marcó el número
de Kangin.
—Iré para allá a primera
hora —le dijo y después le agradeció que estuviera tan pendiente de él y Min.
Leeteuk estuvo encantado
de que le mostrara su agradecimiento y un poco avergonzado le saludó y colgó.
Entonces se puso a
pensar en la apariencia de Kangin. Debería ir bien arreglado para su entrevista
con Onew. Necesitaba algo diferente a una camiseta con las mangas cortadas y
unos vaqueros desgastados.
A la mañana siguiente, Leeteuk
llegó a la casa antes de las siete, así que cuando Kangin bajó a desayunar él
ya hacía tiempo que estaba allí. En aquel momento preparaba tortitas y al oírle
llegar se volvió. Allí estaba con aquel aspecto suyo tan salvaje y atractivo.
Probablemente acabara de
salir de la ducha y el cabello húmedo le dejaba señales de gotas de agua
marcadas en la camiseta, una camiseta azul, a la que también había cortado las
mangas. Leeteuk se preguntó si tendría alguna camiseta con mangas. Tenía los
vaqueros manchados de grasa y arrugados, pero se le adaptaban de maravilla a
las caderas…
—Buenos días.
Dejó de mirar a donde no
debía y sus ojos se encontraron. Sonreía con picardía y Leeteuk se preguntó si
se habría dado cuenta de dónde había estado mirando y pensó que era mejor que
no lo averiguara.
—Buenos días —dijo un
poco avergonzado, deseando con todas sus fuerzas no enrojecer.
—Pruébate eso —lo dijo
señalándole con la espátula de cocina la ropa que había dejado sobre una silla
y después volvió a ocuparse de las tortitas.
Por el rabillo del ojo
le vio acercarse a la ropa y mirarla con desagrado.
—Ropa formal, ¿qué
diablos significa esto?
Sungmin que ya estaba
desayunando, con los ojos enrojecidos por haberse pasado toda la noche
llorando, no pudo evitar sonreír, al notar por el tono de su voz lo ofendido
que se sentía su hermano.
—¿De quién es esta ropa?
—De Park Yoochun —aunque
Kangin era un poco más alto, Yoochun y él tenían una estructura similar—. Fui a
buscarlas a su casa después de hablar contigo de lo de tu cita con la asistente
social.
—Yo no me pongo jamás
este tipo de ropa.
Leeteuk dio la vuelta a
la última tortita y se giró hacia él, con una sonrisa irónica.
—Hoy sí. Puede ser vital
que la primera impresión sea buena —se había cruzado de brazos con la espátula
en la mano—. Venga, al fin y al cabo no es un traje.
—Ya, me imagino que te
hubiera encantado verme con un traje.
Leeteuk mantuvo la
sonrisa.
—Vamos, se te van a
quemar las tortitas.
—¿Te importa si desayuno
primero?
—Claro que no —se volvió
de nuevo hacia la cocina—. Siéntate.
Después de desayunar se
fue a la habitación y cuando regresó traía puestos los pantalones y la camisa.
La camisa le tiraba un poco de los hombros y los pantalones le estaban algo
cortos, pero en general, aquella ropa le quedaba bien, aun conservaba la cruz
de plata, se había quitado el pendiente de la oreja.
—¿Y bien? —le preguntó,
desafiante.
—Puede pasar.
Se dio cuenta de que
tenía puestas las botas negras.
—Yoochun gasta un número
más pequeño que el tuyo, por eso no me he molestado siquiera en pedirle
prestados unos zapatos. ¿No tienes otro calzado que no sean esas botas? Hasta
unas zapatillas de deportes quedarían mejor.
—Creo que tengo otras
más claras por algún lado del garaje.
—Pues tráelas.
Se volvió a marchar a su
habitación y regresó con las botas puestas. Estaban bastante usadas, pero
pegaban mejor que las negras.
—¿Me puedo marchar ya?
—por el tono de su voz Leeteuk dedujo que sería mejor que no tratara de
cambiarle ni una cosa más—. Quiero pasarme por la tienda antes de la
entrevista, para ver cómo están trabajando mis hombres.
Leeteuk comprendía que
quisiera controlar su negocio, porque sus empleados eran motoristas y gente que
había tenido problemas con la ley como él mismo.
—Buena suerte con el
asistente social. Estaremos aquí cuando regreses.
Kangin frunció el ceño.
—¿Y tu cafetería?
—Tendré cerrado todo el
día.
—Eso no está bien. Te
agradezco mucho que trates de ayudarnos, pero no quiero que tu negocio vaya a
la quiebra.
—No voy a quebrar. Mis clientes
conocían a Seyoung y la apreciaban. Sería de mal gusto abrir hoy.
—Pero…
—No discutas conmigo, Kim
Kangin. Sé lo que estoy haciendo y además tú te tienes que ir.
Levantó los brazos.
—Muy bien, muy bien.
—Pues venga. Fuera de
aquí.
—Sí, señor.
Le vio salir de la
cocina y enseguida oyó el motor de su moto. Entonces se fue a buscar a Min, que
se había marchado a su habitación poco después de desayunar.
Pero no estaba en su
habitación, sino en la de Seyoung. Se había tumbado en la cama y lloraba en
silencio.
—¿Quieres hablar? —le
preguntó Leeteuk que se había tumbado a su lado.
Min se mordió el labio y
negó con la cabeza.
—Muy bien, pues ya sabes
que estoy aquí.
Min asintió con la
cabeza y reprimió un sollozo.
Durante un rato
estuvieron en silencio el uno al lado del otra. Sungmin lloraba de vez en
cuando.
Leeteuk echó un vistazo
a su alrededor y vio varias fotos. En una de ellas aparecía Min cuando tendría
unos cinco años. Había otra en la que se veía a Seyoung con el que debía haber
sido su primer marido, el padre de Kangin. Seyoung le había contado un día su
historia.
—“Fue una historia
extraña. Teníamos dieciséis años y estábamos muy enamorados. Como no tuvimos
cuidado, yo me quedé embarazada enseguida y él se sintió atrapado. Nos casamos
al año, pero cuando Kangin tenía cuatro, se enroló en el ejército y lo mandaron
a Vietnam. Año y medio más tarde me enviaron su cadáver”.
Leeteuk suspiró y sus
ojos se posaron en el tocador de su amiga, que aún conservaba todos los
productos de belleza con los que se arregla una mujer: rímel, sombras de ojos,
perfume, un espejo de plata con el cepillo a juego… Mientras los observaba Min
habló.
—¡Oh Teukie! ¿Por qué?
Leeteuk sintió un nudo
en el estómago y volvió a experimentar un sentimiento de culpa por haber entretenido
a Kangin en su casa bebiendo champán.
—No lo sé, cariño —se
volvió hacia él y le abrió los brazos—. No lo sé —Sungmin se dejó abrazar y Leeteuk
trató de consolarlo, musitándole palabras de consuelo al oído—. No te
preocupes, cielo, llora todo lo que quieras. Desahógate…
Pasado un rato, Leeteuk
se levantó y trajo un paño húmedo del lavabo, que le pasó a Min por los ojos.
Cuando vio que se sentía mejor lo convenció para sentarse y le estuvo
cepillando el pelo. Después Leeteuk echó un poco del perfume de Seyoung al aire
y lo olió. Olía a su amiga.
Min sonrió un poco.
—Vino de verdad a mí en
mi sueño —sus ojos se encontraron en el espejo del tocador— y me dijo que no
olvidara nunca que me quería…
awwww es tan lindo como teukie cuida de Min,
ResponderEliminarparece que a Kamgin le gusta teukie *-*
fue muy divertido imaginar al mapachito pasar de sexy a un hombre formal y con las botas jjejejjee
mapachito se deja converncer por teukie todo sea por el bn de min para que se pueda quedar con el, espero que onew pueda ayudarlos
Gracias por el mp unnie
saluditooss!!
Que bello capitulo, espero que todo salga bien pobre Min, y Kagin peleara por su hermanitooo. Milagro soy la primera en comentar jejeje lo que hacen las vacacione que alegria, jejejee gracias por MP Yota, cuidate buen capitulo.
ResponderEliminarUnnie muchas gracias por el mp!!! Woow presiento que teuk sera una buena y perfecta omma para min me encanta este fic kamsamnida x tomarte tu tiempo para adaptarlo y compartirlo nos leemos en la prox.
ResponderEliminarrosaliehale
ResponderEliminaray pobrecito Minnie, al pequeño le está afectando mucho lo ocurrido, y no es una exageración se murió su madre cuando él solo cuenta con 11 añitos, ha de ser una situación muy dificil tanto para él como para Kangin, me molesta la idea de que la tia los quiera separar, vieja bruja!!
Espero que Onew los ayude y les aconseje qué hacer y pues que no sea tan tarde para pedir ayuda.
Muuuuchas gracias por el mp =)
He leído tu adaptación temprano pero como siempre no puedo dejarte un mensaje desde mi celular así que te dejo uno aquí como anónima pero ya sabes que soy dinna rex.
ResponderEliminarCreo que el angelito ya se esta pasando películas con el mapache y ademas creo que también lo hace Kangin, ahora lo que me preocupa es la idea del ángel de sentirse culpable por lo de la muerte de la madre de los chico, Min es el eslabón que los une por ahora y creo que también la escusa perfecta para que empiecen una relación muy a pesar de la madre de Leeteuk.
Gracias por el MP y te sigo en el siguiente capitulo.
Pobre chicos, sobre todo Min, la está pasando mal, menos mal que tienen a LeeTeuk que les brinda su apoyo.
ResponderEliminarMe gustó mucho como Teukie defendió a KangIn de los comentarios de su mamá y luego cuando lo obligo a vestirse más formal para que viera lo de la custodia de Min. Ahora me pregunto como le ir´en esa reunión.
Muchas gracias por el Mp, nos leemos en el próximo capítulo.
Bye ^^
Me encanto pobre de min y kagin que perdieron a su omma que bueno que teukie los esta ayudando veraderamente la omma de teukie me cayo mal como se atreve hablar asi de kagin pero que bueno que teukie lo defendio jajajajajajajaja me encanto cuando teukie estaba cambiando a kagin que bueno que kagin va ir para ver lo de la custodia de min
ResponderEliminarGracias YOTA por el MP nos leemos en la siguiente actualisacion te cuidas mucho kiss kiss
Att Eidenelf
Y asi se empieza
ResponderEliminarptimeto a su casa,luego el desayuno,despues lo viste,cuida de sue hermano.....que mas falta,una declaración,pero aun es muy pronto para eso,con calma.
Ojala kangin no se encuentre con que la otra mujer ya haua interpuesto una demanda para la custodia de min,y haya soltado su veneno,aunque ya todos saben de kangin
Pero bueno,ojala haga algo.
la madre de teuk,y pensar que en verdad hay gente asi
pobre de min y kangin sufriendo tanto por la perdida de un ser amado, que bueno que teuk esta allí para acompañarlos ..............
ResponderEliminargracias por el mp
saludos y cuídate
tan triste mi min sufriendo...tienes que hace que kyu aparesca....hace falta para min....a mi me late que leeteuk estaba hace mucho enamorado de kangin pero bueno...no lo acepta....y kangin debe verse tan lindo con un intento de formalismo...pero aceptemoslo se viste como se viste es sexy!!!espero tu mp...no tardes-... perdon por comentar tan tarde no es que recien lo haya leido es que lo que pasa es q no entro muy seguido al inter..
ResponderEliminarHola ^^ antes que todo, me disculpo por comentar hasta ahora!
ResponderEliminarVaya aun no me repongo de esa perdida, nada bueno realmente...
pero es algo bueno que Teuk este con ellos
pero no me gusta que hablen mal de KangIn ;/
Gracias por el aviso, espero el siguiente.
Un saludo, que estés bien :D
Ahahaha osea escribi un poema y no se publico acaso fueron mis dedos torpes no lo se!! En fin es triste que todos piensen mal de kangin cuando se ve que es todo lo contrario! Pero teuk parede no creer en esos rumores me agrada que este con el ademas parece que entre ellos dos hay quimica muero por ver que sucedera muchas gracias por MP besos
ResponderEliminarAtte usagijan