Kangin sintió el
sudor goteando de su frente mientras corría. Sus pulmones ardían por el esfuerzo al tratar de
aspirar más aire. Podía verlo justo delante. Él estaba llorando y gritando para
que le ayude.
—¡Ya voy! —gritó
él.
Sus pisadas
golpearon contra el suelo, pareciendo caer a tiempo con los latidos de su
corazón. Cada vez que se acercaba a él, era arrancado de sus manos. Lo estaba
perdiendo. Sintió que su lobo arañaba por salir, furioso, aullando dentro de
él. Sin embargo, sin importar cómo lo intentara, no podía entrar en fase. Se
sentía impotente, y ese sentimiento solo alimentaba la ira ardiente muy dentro
de él. Él era suyo. Suyo para proteger y una y otra vez le fallaba.
Kangin se sentó
de repente, sin aliento. Parpadeó varias veces y miró a su alrededor en la
oscuridad de la habitación que compartía con su compañero. Otro sueño, pensó.
El sueño continuaba eludiéndolo. Junto con él, la paz que tanto deseaba. Miró
por encima donde yacía Leeteuk, o debería estar yaciendo, pensó con el ceño
fruncido. Cerró los ojos y lo buscó a través de su vínculo. Lo encontró sentado
con Hee y Donghae cerca de la gran
chimenea de piedra en una de las salas de estar de la mansión Coreana, un lugar
en el que él parecía refugiarse cada vez más últimamente. No ardía ningún
fuego. La chimenea, como su corazón, estaba fría.
Una furia
absoluta hirvió dentro de él; necesitaba destruir a un enemigo que no era de
carne y hueso. Pero temía que viera esto y no supiera cómo podía explicárselo.
Habían pasado dos
semanas desde que habían derrotado a Desdémona y sin embargo, se sentía como si
hubiera sido ayer. Junjin y los otros Alfas estaban haciendo todo lo posible
para trabajar juntos de manera pacífica e intentar formular un plan de acción.
Un nuevo enemigo se había alzado justo cuando el anterior había
caído y el
mundo sobrenatural ahora
esperaba con gran expectación para ver lo que este nuevo
mal traería.
Kangin sabía que
era su deber dirigir y ser un ejemplo para los demás, pero saber y hacer son
dos cosas muy diferentes. La pura verdad es que su control se había ido. Algo
en su lobo se había resquebrajado después de ver a su compañero atrapado en su
propia mente. Había estado experimentando los peores tipos de violación y
abuso, y él solo había sido capaz de esperar y ver. Ahora le tomaba cada gramo
de su fuerza solo dejarlo fuera de su vista.
Durante los
primeros días después de la batalla no había dejado su lado. Fue solo después
de que él amenazara con hacer que Dambi pusiera una maldición vinculante en él,
que cedió a su exigencia de tener tiempo con sus dos mejores amigos.
Pero él siempre
estaba en su mente, siempre a tono con su paradero y su seguridad. Eso lo
enfureció aún más, aunque le exigió que se quedara junto a él, no le dejaba
entrar en la suya. El vínculo estaba abierto, pero no de modo que Leeteuk pudiera
ver en el corazón de él. Recordó sus palabras exactas cuando finalmente había
cedido a sus súplicas.
—Estoy cansado de
estar en esta habitación, Kangin —le había dicho. Había estado de pie junto a
la ventana contemplando afuera con anhelo. Se mantuvo de espaldas a él mientras
hablaba—. Te amo, lo sabes, pero necesito algo más que esto.
—Solo quiero que
estés a salvo —le había dicho Kangin a través de los dientes apretados.
Él se echó a reír
con amargura.
—A salvo y
enjaulado son dos cosas muy diferentes. Tienes que conseguir superar cualquiera
que sea la obsesión que tienes con protegerme. Estamos en la maldita casa de tu
padre; no podría estar más a salvo.
—Demasiados
lobos.
Se echó a reír de
nuevo y se volvió hacia él.
—Ya he terminado.
He tratado de ser paciente y comprensivo. He tratado de hablar contigo, de
hacer que me ayudes a entender lo que está pasando contigo, pero no me dejas
entrar. Soy tu maldito compañero, tu esposo, y no quieres hablar conmigo.
Puedes resolver toda tu mierda y respetarme como me merezco ser respetado… o
voy a arrastrar a Dambi en este lío y atarte. No serás capaz de tocarme, no
como lo haces normalmente de todos modos —espetó y Kangin se había sentido como
si lo hubiera abofeteado.
—Leeteuk —le dolió
el pecho cuando pronunció su nombre y dio un paso hacia él.
—No —le espetó
mientras sostenía su mano en alto—. Vas a solucionar esto, Kim Kangin, y es
mejor que sea más temprano que tarde, porque estoy así de cerca —había alzado
la mano pellizcando sus dedos juntos sin espacio en el medio—, de empacar mis
cosas y encontrar una habitación diferente.
A Kangin le
gustaría decir que no perdió la calma. Le gustaría decir que no destrozó las
sábanas de la cama o arrojó la televisión a través de la habitación, pero
estaría mintiendo. Su declaración sacó a relucir su lobo.
La idea de que él
lo dejara, de no estar en su habitación a la que pertenecía, era más de lo que
su lobo o él podían soportar. Los ojos de Leeteuk se habían ampliado, pero
había más rabia que miedo en ellos cuando había arremetido fuera de la
habitación.
Eso había sido
hace dos días.
Volviendo al
presente, Kangin salió de la cama y se tambaleó un poco. Sus miembros se
sentían tiesos y rígidos de la intensidad del sueño y le llevó unos pasos antes
de sentir que se aflojaban. Entró en el baño y se echó agua fría en la cara,
pero evitó mirar en el espejo. No quería ver lo que le devolvía su mirada.
Cuando regresó a
la habitación, se detuvo abruptamente en mitad de un paso cuando vio a Donghae sentado en una de las sillas que había en la
pequeña zona de estar.
—¿Tu compañero
sabe que estás en la habitación
de otro hombre? —preguntó
secamente mientras alteraba su curso hacia el armario y sacaba una camisa. Se
cambió y se reincorporó junto a Donghae , aunque no tomó asiento.
—Lo hace, a pesar
de que no está contento que no le permitiera venir conmigo.
Donghae lo miró como si fuera una nueva especie de
insecto que debían examinar. Él le devolvió la mirada. Sintió a su lobo
revolverse y tuvo que empujarlo hacia abajo. Donghae se puso de pie y se acercó
a él. Se puso tenso, pero no se movió.
Donghae lentamente
levantó su mano y la colocó sobre su pecho y él lo observó mientras cerraba los
ojos. Quería apartarlo y gruñirle por pensar que tenía derecho a tocarlo, pero
entonces, era un sanador y era, por lo tanto, su derecho.
Trató de mantener
las paredes en su mente en alto pero Donghae era fuerte y se abrió paso con poco esfuerzo.
Esperó a que viera en lo que se había convertido y luego saliera corriendo de
la habitación. Sintió su presencia, pero no era igual al vínculo de compañeros.
No había intimidad involucrada, y sin embargo, al mismo tiempo, se sentía muy
vulnerable. Donghae dio un paso atrás a medida que dejaba caer su mano y sus
ojos se abrieron. Encontró su mirada y su rostro se tornó severo.
—Él podría ayudar
—le dijo con firmeza, pero sus palabras fueron suaves.
—¿A qué costo
para sí mismo? —preguntó.
—Es su derecho
sacrificarse por ti. Tanto como es tu derecho —continuó antes que él pudiera
hablar—. Se está extendiendo dentro de ti como una enfermedad y, finalmente, tu
lobo se hará cargo. Si el lobo se hace cargo, todo instinto, sin ninguno de los
razonamientos del hombre, sería algo muy, muy malo. Sin embargo, el hecho que
no estés en control en realidad podría ser peor. Sabes esto y todavía te
retienes. Él está sufriendo y está vacío debido a tu negativa a permitirle ser
lo que necesitas.
—¿Viste lo que
pasó? —preguntó, sabiendo que entendería que le estaba preguntando sobre sus
recuerdos.
Él asintió.
—Viste quién lo
tocó, a quién de buena gana le permitió hacerlo, ¿y sin embargo eso no te
enoja?— su voz se convirtió en un gruñido.
—No era real, Kangin.
Era una maldición que alimentó nuestros miedos más profundos. Ya ha sufrido bastante
y tú le estás causando más dolor de lo que la maldición hizo. Tienes que
encontrar una manera de dejarlo ir. Lo necesitas y él te necesita a ti. Si no
puedes hablar con él ahora mismo, entonces habla con alguien porque estás en un
camino de guerra a la autodestrucción, y si pierdes esta batalla, no solo será Teukkie
quien sufra.
Observó a Donghae
salir. Sabía que lo que decía era cierto. Tenía que arreglar este lío que se
había creado. Necesitaba a su compañero, lo necesitaba como un hombre ahogándose
necesita del aire.
No sabía si lo
había empujado demasiado lejos o si lo perdonaría. No sabía cómo decirle acerca
de la locura en su interior. No sabía cómo afrontar sus debilidades y la
vergüenza, pero sabía que si no lo hacía los destruiría a ambos.
«Amor, tenemos que hablar».
Le envió a través
de su vínculo y lo empujó de modo que penetrara la pared que Leeteuk mantenía
entre ellos. Sintió su sorpresa, y luego la profunda desesperación que lo llenó
apresurarse a través de él.
«Por favor,
Leeteuk, vuelve para
que podamos hablar».
Contuvo la
respiración a la espera de su respuesta, rogando que no fuera demasiado tarde.
«Ya era la maldita hora», le gruñó.
Casi se cayó de
rodillas y suspiró mientras le recordaba quién era. Leeteuk era suyo y no se
daba por vencido con él.
«No, no me estoy dando por vencido contigo,
pero podría matarte».
Su ángel iba
hacia él; podía sentirlo cada vez más cerca.
«Si morir por tu mano significa que puedo
sentir tu tacto, entonces, puedes matarme mil veces».
«No me tientes».
Kangin gruñó al
sentir el dolor en su interior ante la mención del tacto. Había pasado tanto
tiempo desde que se habían tocado y era culpa suya.
«Voy a arreglar esto, Ángel, aunque temo la
forma en que me verás una vez que lo sepas todo. Pero estoy tan vacío sin ti y
la oscuridad está comenzando a incitar mi enloquecido lobo. Él gruñe por ti y
apenas puedo retenerlo de robarte y rogarte que no te vayas. Te necesito, pero
más que eso, te quiero».
La puerta se
abrió de golpe mientras Leeteuk corría dentro y se arrojaba en sus brazos. Kangin
hundió el rostro en su cuello y respiró profundo. Su aroma precipitándose en
sus pulmones y, por primera vez en semanas sintió como si pudiera respirar. Lo
abrazó y se estremeció cuando sus dedos se entrelazaron en su cabello.
—Lo siento
—susurró contra su cabello—, lo siento tanto.
Teukkie se mordió
el labio mientras trataba de contener las lágrimas. Sabía que estaban muy lejos
de estar bien, pero iban un paso en la dirección correcta. Sabía que iba a
haber muchas luchas por delante, pero también sabía que eso significaba un
montón de reconciliación también.
—Escuché eso —le
dijo Kangin mientras le mordía el cuello. Teukkie dejó escapar una risa
cansada.
—Tenemos mucho
que discutir antes de llegar allí, hombre lobo.
***
—¿Cómo te fue con
Kangin? —le preguntó Junjin a Donghae mientras entraba en su oficina con la mano
de Hyukjae en la parte baja de su espalda. Aunque Donghae era técnicamente el sanador de la manada China,
conocía a Kangin mejor que Ryeowook.
—No fue bonito
—contestó Donghae . Se apoyó contra Hyukjae cuando él dejó escapar un gruñido—.
Relájate camarero, no era una amenaza para mí —le dijo con suavidad.
—Ese no es el
punto —respondió Hyukjae tajantemente. Donghae miró por encima del hombro a su compañero y le
dio una mirada mordaz. Hyukjae no pareció intimidado.
Junjin se levantó
de su escritorio y dejó escapar una respiración lenta y profunda.
—Ustedes, los
machos emparejados, me están haciendo envejecer antes de tiempo. —Junjin se
reunió brevemente con la mirada de Hyukjae y luego regresó a Donghae —. ¿Qué le
pasa?
—Conoces la
oscuridad que reina en el interior de los hombres antes de aparearse. Aquella
que casi los esclaviza. Nosotros, los compañeros derribamos esa oscuridad,
liberamos al lobo para ser lo que él tenga que ser por su compañero y manada.
Pero Kangin está eligiendo mantener la luz de su compañero lejos de él. Está
permitiendo que la oscuridad reine libremente dentro de él debido a la rabia
que se está construyendo en su interior —explicó Donghae .
Junjin comenzó a
pasearse lentamente alrededor de la oficina, sus ojos en el suelo mientras
consideraba sus palabras.
—¿Voy a tener que
intervenir? —preguntó. Donghae negó con
la cabeza.
—No lo creo. Vi a
Teukkie corriendo a su habitación pocos minutos después de que me fuera. Creo
que él se dio cuenta de lo que ha estado haciéndole a los dos.
—Sanador. —Junjin
se detuvo directamente delante de Donghae y le sostuvo la mirada. Oyó algo en su voz,
algo que no le estaba diciendo—. Se sincero conmigo. ¿Tendré que intervenir?
—preguntó de nuevo esta vez más despacio.
Donghae se mordió el interior de su labio mientras
consideraba la pregunta del Alfa. Sabía lo que había visto en el interior de Kangin,
conocía el alcance de la oscuridad, pero no quería darse por vencido con él por
el momento, aunque eso significara que su compañero podría tener que encargarse
del Príncipe de los Sujus Coreanos.
—No en este
momento —respondió finalmente tan honestamente como pudo—. Pero creo que en
algún momento va a tener que hablar con Hyukjae.
Junjin le frunció
el ceño mientras Hyukjae continuaba dejando salir bajo gruñidos desde el pecho,
incapaz de liberar completamente a su lobo.
—¿Por qué con Hyukjae?
—preguntó Junjin.
Donghae sintió que su rostro empezaba a calentarse con
la avalancha de vergüenza por tener que discutir esos detalles íntimos con Junjin,
ya sean falsos o no, sobre todo con su compañero justo a su espalda.
—Cuando Teukkie
estaba bajo el hechizo de Desdémona, una de las cosas que experimentó fue tener
intimidad con otro hombre —explicó Donghae titubeante y esperando que Junjin no le
pidiera los detalles.
—¿Qué quieres
decir?
Donghae gimió
para sus adentros. Por supuesto que lo pediría. ¿Por qué demonios iba a hacer
esto fácil para mí?
«Respóndele, Donghae mío». Oyó la voz de Hyukjae en su mente y
la irritación y la ira detrás de ella.
No pensaba que estuviera enfadado con él, no exactamente de todos modos.
—Está bien
—comenzó—, como hombre, uno de tus mayores temores es no ser capaz de salvar a
tu compañero de algo horrible como la tortura o la violación, ¿verdad?
Junjin asintió mientras
observaba al sanador de cerca.
—Aparte de ver
que es tomado de mala gana, en diversas maneras, ¿cómo más podrías temer que
sea tomado?.
La mandíbula de Donghae
se
tensó mientras esperaba a que la realización golpeara a Junjin. Vio el
momento en que él entendió cuando sus ojos se abrieron
—Cada hombre, sea
lobo o humano, teme que su pareja se dé vuelta a otro hombre de buena gana.
—Los ojos de Junjin saltaron de nuevo a Hyukjae.
—Bajo la
maldición, Teukkie te permitió tenerlo —dijo él mientras veía los ojos de Hyukjae
comenzar a brillar. Hyukjae se aferraba a su temperamento de un hilo. No podía
soportar la idea de Donghae pensando que
él había estado con el compañero de Kangin, a pesar de que no lo había hecho.
Tampoco le gustaba la idea de Kangin pensando que Hyukjae alguna vez
consideraría mirar a Teukkie de esa forma, a pesar de que Kangin supiera que no
era real. No había realmente ocurrido. Pero Kangin era joven, y con la juventud
venían las inseguridades.
—Kangin vio lo
que pasó a través de los ojos de Teukkie… lo vio disfrutar de estar con otro
hombre. Eso es muy duro para cualquier hombre. Por supuesto Teukkie estuvo
asqueado de disgusto y desesperación una vez que se levantó la maldición.
Quería ser tocado por otro hombre como quería ser hervido al vivo en ácido. —Donghae
estaba tratando de ser lo más franco
posible porque podía sentir a su compañero tornarse cada vez más y más
furioso—. Por ahora, Hyukjae y Kangin necesitan mantenerse al margen el uno del
otro, por lo menos hasta que Kangin pueda llegar a un acuerdo con sus
emociones. Si interfieres en estos momentos, sentirá que estás protegiendo a Teukkie
de él. Eso haría que sienta que vas a quitárselo, y todos sabemos lo bien que Kangin
maneja que alejen a su compañero de él.
Junjin esperó
varios segundos antes de finalmente asentir.
—Muy bien
—susurró en voz baja—, protege a tus lobos.
—Como es mi
derecho, Alfa —le recordó Donghae .
—Sí, sí lo es.
Pero es mi derecho disciplinarlos cuando sea necesario. No esperes a decirme
hasta que sea demasiado tarde, Donghae . No esperes hasta que tu compañero se
involucre en una lucha por algo que nunca sucedió.
La advertencia en
la voz de Junjin hizo que los pelos en la parte posterior del cuello de Hyukjae
se alzaran y se tragara el gruñido que se elevaba en su pecho. Envolvió un
brazo protector alrededor de su compañero y lo acercó a él.
—Relájate, Hyukjae.
No estoy amenazando a
tu compañero, le estoy advirtiendo.
Pero estoy amenazando a mi hijo. —Junjin sacudió la cabeza con cansancio y se
retiró de nuevo a su escritorio—. Los dos pueden irse. Donghae , gracias —hizo
una pausa—, por hablar con él.
Donghae dio una leve inclinación de la cabeza antes de
seguir a Hyukjae fuera de la habitación.
Junjin se sentó
en la silla detrás de su escritorio. El cuero envejecido arrugándose y
crujiendo bajo su peso. Sentía su corazón pesado con la carga que su manada
había sufrido tan recientemente, pero sabía que había más por venir.
Una nueva amenaza
se había alzado, justo cuando la anterior había caído. Ahora, en medio de esa
amenaza, Junjin también tenía que preocuparse de su único hijo.
Había sabido que Kangin
no estaba lidiando bien con las consecuencias del hechizo de Mona, pero había
habido demasiadas cosas pasando para que él lo abordara. Ahora que lo
consideraba, se preguntó si había estado a la altura como un Alfa y padre por
no hacer el tiempo.
«Como de costumbre, cargas la culpa que no
es tuya para llevar». Oyó las palabras de Hyesung en su mente.
Sonrió para sí
mismo a medida que llegaba a él.
«¿No lo es? Soy su Alfa, su padre. ¿Acaso no
es mi lugar asegurarme que está bien?», le preguntó.
«Él es un hombre adulto y está acoplado. Es
el lugar de su compañero cuidar de él primero que nada. En caso de no ser capaz
de manejar la situación, entonces es su trabajo acudir a ti. No lo añadas a tu
ya pesada carga, mi amor. Porque incluso tú, tan fuerte como puedes ser, puedes
ser aplastado».
Él se rió en voz
alta ante su castigo y se complació en saber que su príncipe era el único que
podía salirse con la suya.
«¿Cómo pude ser digno de tenerte como mi
compañero, mi principe?», le preguntó con suavidad.
Sintió su mano
rozar la parte posterior de su cuello y sus labios contra los suyos.
«Cuando lo descubra, te lo haré saber»,
bromeó él. Junjin gruñó ante su descaro.
—Juro que voy a
tener que limitar su tiempo con las parejas y esa maldita Fae también.
***
—¿Alguna vez ibas
a decirme lo que viste? —le preguntó Hyukjae a Donghae mientras se dirigían a la habitación del
sanador de la manada. Él había estado trabajando con Ryeowook en diferentes
remedios a base de hierbas, pasando por los archivos de su gente y volviendo a
leer todo lo que los sanadores gitanos una vez utilizaron para atender a los
lobos.
—Creo que hay algún
tipo de confidencialidad sanador/lobo al que Kangin tiene derecho —le dijo Donghae
con los labios tensos.
—¿De verdad
tenías que ir a verlo a solas? No me gusta que estés con un hombre por tu
cuenta, especialmente uno impredecible.
Donghae resopló.
—Kangin nunca me
haría daño, Hyukjae, y está acoplado. Vas a tener que frenar tus instintos
posesivos para que yo haga mi trabajo.
—No, tú vas a
tener que aprender a dejarme participar. Somos un equipo. Es mi trabajo
proteger al sanador y no puedo protegerte si no me dejas estar cerca de ti. —La
voz de Hyukjae se estaba volviendo cada vez más áspera con cada palabra.
—¿Por qué estás
tan malhumorado? —preguntó Donghae cuando abría la puerta del estudio. Estantes
llenos de plantas, hierbas y piedras de aspecto extraño se alineaban en las
paredes. Los libros estaban dispersos en las dos mesas que corrían a lo largo
de la habitación.
—¿Cómo te sientes
al respecto? —preguntó Hyukjae en voz baja.
Donghae sabía lo que estaba preguntando. Quería saber
si estaba enojado por lo que Teukkie había experimentado. Pero, ¿cómo podía
estar enojado cuando él había experimentado algo similar?
—¿Cómo es que no
estás enloqueciendo como Kangin por lo que yo experimenté? —contrarrestó—. ¿Por
qué no están ninguno de los otros hombres matándose entre sí por lo que sus
compañeros sintieron bajo la maldición? Tienes que saber que todos ustedes
temen que nosotros terminemos con otros hombres. Así que, al final todos
atravesamos la misma cosa. —Se acercó a él y lo miró a sus ojos avellana, ojos
que irradiaban tanto amor cuando lo miraba, que lo dejaba sin aliento.
—Sé que no
quieres a nadie más que a mí. Sé que nunca tocarías a otro hombre y porque sé
eso en el fondo de mi alma, he dejado de lado lo que ocurrió bajo la maldición.
Me mostraste la noche en que nos vinculamos que no hay nada que pudiera alguna
vez arrebatar tu amor de mí. Entonces, ¿de qué tengo que estar molesto?
Hyukjae se acercó
y colocó un mechón de cabello detrás de su oreja y Donghae se inclinó ante su toque. Él se inclinó hasta
que sus frentes se tocaron e inhaló su aroma a través de respiraciones
profundas y lentas.
—Gracias —susurró
en voz baja. Envolvió sus brazos alrededor de su cintura y le atrajo hacia él.
Era su lugar favorito, envuelto alrededor de su compañero, protegiéndolo,
amándolo y recordándole que era suyo.
—Te amo —le dijo Donghae
con suavidad. Él le sonrió mostrando su hoyuelo.
—¿Qué más podrías
amar?
Donghae puso los ojos en blanco mientras se apartaba
de él, y él a regañadientes le dejó escapar.
—Juro que tú y Hee
fueron separados al nacer —se quejó mientras se volvía para abrir uno de los
libros de sanación.
—Entonces, ¿qué
vamos a hacer hoy? —preguntó él mientras frotaba las manos como un niño
ansioso.
—Un tónico —le
dijo mientras pasaba las páginas.
—¿Un tónico para
qué?
—Para los
autoritarios, celosos, odiosos, aun así calientes, hombres lobo.
Hyukjae soltó una
carcajada que llenó la sala e inundó el corazón de Donghae con alegría.
—¿Afectará mi
buen aspecto? —le preguntó en broma.
—Oh, sí perfecto
—murmuró para sí mismo haciendo caso omiso de su pregunta.
—¿Qué es
perfecto? —preguntó él mientras se inclinaba sobre su hombro para ver lo que
estaba haciendo.
—Solo me
recordaste que olvidé agregar algo para reducir tu ego.
Puso las manos en
sus caderas y se inclinó a su oído.
—Siempre y cuando
no estemos reduciendo las partes del cuerpo para el amor, entonces todo está
bien.
Donghae inclinó la cabeza hacia atrás contra él y
cerró los ojos con un resoplido.
—No puedo ganar.
Hyukjae rió bajo
y Donghae sintió su cálido aliento contra su cuello. Finalmente se inclinó
hacia delante y lo empujó.
—Muy bien, Romeo
retrocede. Tengo trabajo que hacer.
—Trabaja, señor
gitano. Solo me sentaré por aquí a escuchar y supervisar.
Donghae se sonrojó, pero se negó a hacer comentarios,
sabiendo que solo alentaría a sus bromas, lo cual solo daría lugar a él
convirtiéndose en una pila de papilla a sus pies rogando por su atención.
Sí Hae, eso sería
tan dignificante, pensó para sí.
TT______TT
ResponderEliminarNooooo pobre mapachin!
No se vale...y como buen macho alfa pelo plateado, no se deja ayudar!!!
Este capítulo no me gusto
ResponderEliminarEs feo ver que el EunHae esta bien,feliz,haciendose bromas,disfrutando de su amor y diciendo cuanto se quieren...mientra que el KangTeuk está sifriendo de esa manera.
Y lo peor es que seguro,el SiChul va por el mismo camino o está empezando a caminarlo con ese intercambio que hizo Siwon ...no quiero adelantarme pero se siente.
Al menos Kangin ya accedio a hablar con Teuk.
Y que feo...no solo vio a su pareja siendo forzada,sino que lo vio accede a estar con Hyuk...uno de sus amigos...😢😢😢 comprensible cuando esa bruja hizo su maldición sobre ellos para eso,hacerlos sufrir.
Esta muerta y ellos siguen sufriendo.
Pero ya esto mejorara,ellos deben hablar y hacer algo antes de que el mal vuelva.