Heechul tenía el pañuelo de Siwon en medio de
su resplandeciente mesa de centro. Se levantó del sofá y fue a su dormitorio. Heechul
se desvistió, dejó la ropa que se había quitado en la cesta, y se metió en la
ducha.
Se secó y se puso uno de sus pijamas
preferidos. Tenía mucho, todos de satén en colores pastel, comprados en una
tienda elegante. Aquella noche, eligió uno azul turquesa.
Descalzo fue a la cocina, sacó una pechuga
de pollo asado de la nevera, aderezó una ensalada también preparada y calentó
una pequeña barra de pan. Si luego quería postre, se tomaría un yogur.
Cuando terminó de cenar, puso un poco de
música, y empezó a escribir el informe para Jonghoon hasta que estuvo
razonablemente satisfecho con el resultado. Luego, lo imprimió, cerró el
ordenador y se recostó en el respaldo del asiento, cerrando los ojos.
Todavía tenía mucho por hacer. Conservar
el trabajo era una cosa, pero StarM era otra muy distinta; sobre todo, ahora
que estaba tan cerca de la fecha límite que su abuelo le había impuesto.
De repente, se incorporó sobresaltado en
el asiento cuando le pasó una loca idea por la cabeza.
Recordó esos ojos negros llenos de desdén,
esa voz burlona... Y respiró profundamente. No, no tenía sentido. Aquello
rozaba lo absurdo.
Pero la idea se negaba a dejarle. Lo
siguió hasta la cama y continuó ahí mientras él, sin conciliar el sueño y a
oscuras, miraba al techo y hablaba consigo mismo.
Siwon y él no tenían nada en común,
excepto su mutua antipatía. Pero Siwon necesitaba un empujón en su carrera,
cosa que él quizá podría proporcionarle. Y era un buen pintor, tenía verdadero
talento. Al margen de la opinión que le mereciera como hombre, era un gran
artista.
El bonito jovencito podía ser un
obstáculo, pero Heechul no creía que fuera a hacerle rechazar la proposición.
Y mientras se daba la vuelta en la cama y le daba un puñetazo a la almohada para colocársela mejor, un nombre le vino a la mente.
—Henry Lau —murmuró Heechul con
satisfacción. Y cerró los ojos, sonriendo.
Al día siguiente, en la oficina, después
de darle el informe a Jonghoon y atender algunos asuntos de trabajo, se metió
en Internet para averiguar unos detalles de su presa.
Henry Lau, un tratante de arte y
coleccionista propietario de una galería, había sido inquilino de una de las
casas de la empresa.
Heechul había leído recientemente un
artículo sobre él describiéndole como un mecenas del mundo del arte, siempre a
la búsqueda de pintores con talento. Podía ser su hombre.
Por lo tanto, Heechul almorzó temprano,
tomó un taxi y se fue a la galería. Unos minutos más tarde, estaba sentado en
el despacho de Henry Lau tomando café con él.
—Dígame qué puedo hacer por usted, joven Kim,
¿Ha venido para convencerme de que deje mi casa y vuelva a alquilarles un piso
en Londres?
Heechul le devolvió la sonrisa.
—Dudo que pudiera hacerlo. No, he leído
recientemente un artículo hablando de usted y... me ha dado que pensar.
—Ah. Francamente, siento haber dado esa
entrevista. Espero que no le haya dado por pintar porque, después de la
amabilidad y profesionalidad con que me trató, no me gustaría nada
desilusionarle.
Él se echó a reír.
—No tiene que preocuparse por eso, se lo
prometo —Heechul hizo una pausa— Pero si alguna vez yo viera unos lienzos que
indicaran verdadero talento... ¿podría usted echarles un vistazo?
—Y esa pregunta... ¿es tan hipotética como
usted la ha planteado? — Inquirió él irónicamente antes de volverle a llenar la
taza de café—. Bueno, joven Kim, ¿quién es el genio por descubrir? ¿Su novio?
—Dios mío, no —Heechul se enderezó en el
asiento bruscamente y estuvo a punto de mancharse la falda de café— Todo lo
contrario, si quiere que le sea sincero. Se trata de alguien a quien apenas
conozco. Ni siquiera sé su apellido.
—Vaya —dijo él con placidez— De todos
modos, parece haberlo impresionado. ¿Tiene bastante obra?
—Sí, supongo... Creo que sí. Tiene un
estudio.
Henry Lau se echó a reír.
—Eso no significa gran cosa. ¿Sabe él que
ha venido a verme para hablarme de su obra?
—No —admitió.
—¿Y sabe si le interesaría vender algo de
lo que tiene?
—Bueno, claro. ¿Por qué no iba a
interesarle?
Henry contuvo el cinismo que sentía en su
respuesta.
—Querido señor Kim, he conocido a muchos
pintores que creían que su obra era única y de demasiada importancia como para
comercializarla. Por lo tanto, creo que sería mejor que usted hablara primero
con él.
—No creo que sea este caso —Heechul
respiró profundamente—. De todos modos, si hablara con él... ¿estaría usted
dispuesto a ver sus cuadros? ¿A dar su opinión?
—Sí —respondió él despacio—. ¿Por qué no?
Eso sí, siempre que se sobreentienda que no hay trato de antemano.
—Lo dejaré muy claro, no se preocupe.
—En ese caso, espero tener noticias suyas
pronto —dijo él y se levantó.
Mientras lo acompañaba a la puerta de la
galería, Lau comentó:
—¿Sabe?, me parece que se está tomando
muchas molestias por un desconocido —entonces, él se detuvo y le dio una
palmada en el hombro—. No obstante,
estoy seguro de que sabe lo que hace.
«Yo no contaría con ello», pensó Heechul
dedicándole una sonrisa. Y se alejó.
De hecho, aquello podía ser el mayor error
de su vida.
Podía olvidarse del asunto, pero también
podía despedirse de StarM, como le demostró la conversación telefónica con su
abuelo aquella tarde.
—Sigue con tu carrera profesional si
quieres, Heechul —le dijo él con brusquedad—, aunque ha llegado a mis oídos que
no te está yendo muy bien últimamente. Vives solo en ese piso tuyo. Pero, en
ese caso, no necesitarás una casa grande y a StarM se le puede dar mejor uso.
Heechul colgó el teléfono sintiendo una
gran angustia, y no sólo por la casa. El comentario sobre el trabajo había dado
en el clavo.
Por fin, con manos temblorosas y haciendo
acopio de todo su valor, marcó el número del teléfono móvil de Siwon. Casi
sintió alivio cuando le salió el contestador automático.
—Soy Kim Heechul. Tengo una proposición de
tipo profesional que podría interesarle. Si le interesa, reúnase conmigo el
sábado en el hotel Magic Palace para tomar el té, a las cuatro y media —Heechul
vaciló momentáneamente—. Si el
día o la
hora le resultan
inconvenientes, llámeme a la empresa SM entre las nueve de la mañana y
las seis de la tarde para arreglar otra cita.
Bien, había sido breve y profesional, y
por eso precisamente había elegido el hotel Magic Palace para la entrevista.
Uno de los nuevos hoteles de la ciudad, era grande e impersonal y la clientela
eran personas de negocios en su mayoría. Un lugar para hacer tratos.
No obstante, no podía estar seguro de que
se presentase, por muy profesional que hubiera sido la invitación.
Pero el sábado llegó y no había habido
cancelación, por lo tanto, parecían destinados a otro enfrentamiento.
Llegó a la cita con tiempo de sobra y se
sentó en la enorme cafetería del hotel. Al cabo de unos minutos y tras varios
intentos infructuosos de llamar la atención de algún camarero, vio a Siwon
avanzando hacia él con unos gastados pantalones vaqueros, que le sentaban
maravillosamente, y una camisa blanca con demasiados botones desabrochados y
las mangas subidas hasta los codos. Seguía necesitando un corte de pelo y
tampoco le iría mal un afeitado. Sin embargo, a pesar de todo eso...
Poniendo freno a su imaginación, Heechul
se puso en pie.
—Hola. Ha venido.
—¿No se trataba de eso precisamente?
—Sí, claro, por supuesto. Por favor,
siéntese —dijo Heechul, pensando de sí mismo que parecía a punto de dirigir una
entrevista de trabajo—. He intentado pedir el té, pero...
Heechul se interrumpió al verlo levantar
una mano con languidez y, al instante, dos camareros se acercaron
apresuradamente como si hubieran estado esperando a que los llamara.
—El joven quiere un té. Café para mí, por
favor.
Heechul, asombrado y comprensiblemente
molesto, notó la deferencia con que se había recibido la orden de él.
—¿Cómo lo ha hecho? —preguntó.
—No ha sido tan difícil —Siwon se recosió
en el respaldo de su asiento—. ¿Quiere empezar con el asunto o prefiere que
hablemos del tiempo hasta que nos hayan servido?
—Empecemos
ya, creo que será
lo mejor —dijo secamente—.Debe de
estarse preguntando por qué quería verlo.
Él arqueó las cejas burlonamente.
—Estoy muerto de curiosidad.
Heechul se mordió los labios.
—En primer lugar, quería pedirle disculpas
por mi comportamiento el otro día —dijo—. Como excusa, sólo puedo decirle que
estoy pasando por momentos de mucha tensión últimamente y que su dibujo fue...
—¿La gota que colma el vaso? —sugirió él.
—Sí, exacto. Quiero que sepa que, normalmente,
no pierdo los estribos de esa manera.
—Es muy tranquilizador —dijo él—. Pero no
me ha hecho cruzar todo Londres para decirme eso, ¿verdad?
—No, claro que no —Heechul tragó saliva—
De lo que quería hablar es de su trabajo. Verá, dije en serio eso de que me
parece muy bueno y... se lo he comentado a un conocido mío propietario de una
galería de arte, String.
—Sí —el monosílabo no le dio ninguna
pista.
—En fin, existe la posibilidad de que, si
a él le gusta, podría exponer su obra en la galería. Lanzarlo como quien dice.
En ese momento, el camarero regresó con
platillos llenos de medias noches y pasteles, el té y el café.
Cuando volvieron a encontrarse solos, Heechul
dijo:
—Supongo que se da cuenta de la
oportunidad que podría suponer para usted. ¿No... Tiene nada que decir?
—Creo que estoy atónito... y también
preocupado. Porque lo que me gustaría saber es por qué precisamente usted, me
iba a recomendar a esta persona. No lo comprendo.
—Opino que debería reconocerse su talento.
Y me gustaría contribuir a ello.
No había sido demasiado convincente, pensó
Heechul, pero la conversación no estaba yendo como había esperado. «¿Cómo
podría agradecérselo?», era más bien lo que había imaginado que fuera la
respuesta de él.
—¿Así de sencillo es? —dijo él con voz
suave. Entonces, sacudió la cabeza—. Sin embargo, lo dudo, joven Kim. Porque,
si quiere que le diga la verdad, no me parece usted la clase de persona dada a
la filantropía.
Heechul se quedó inmóvil en su asiento.
—¿Significa eso que no le interesa mi
oferta?
—Me interesa, sí, pero no me ha
sobrecogido de emoción. Debe comprender que necesito saber qué es lo que quiere
a cambio —la sonrisa de él lo descuartizó—. Por si el precio es mayor de lo que
estoy dispuesto a pagar.
Así que era eso. Durante un instante, Heechul
se quedó atónito. Después, agarró su bolsa.
—En ese caso, no tenemos nada más que
decirnos. Siento haberle hecho perder el tiempo.
—No sea tonto —dijo él— Si quiere que
considere su oferta, le sugiero que se quede donde está. Haga lo que hacen los
británicos normalmente en momentos de crisis y beba té.
Teniendo en cuenta lo que se jugaba, Heechul,
con desgana, obedeció, aunque sus ojos echaron chispas.
—¿Le han dicho alguna vez que es un
insolente? —preguntó fríamente. Él encogió los hombros.
—Y usted, joven Kim, es tanto engañoso
como decidido —le contestó él— Aceptemos que ninguno de los dos somos perfectos
y continuemos.
Heechul respiró profundamente.
—Tengo... un problema. Necesito un marido.
Él, achicando los ojos, se lo quedó
mirando.
—En ese caso, la respuesta es sencilla.
Cásese.
—No quiero estar casado, ni ahora ni nunca
—dijo con queda vehemencia—. Sin embargo, no tengo alternativa. Verá, necesito
a un hombre que esté dispuesto a casarse conmigo y que luego desaparezca de mi
vida.
—Y yo necesito más café —dijo él— O algo
más fuerte. A menos, por supuesto, que usted me prometa que no me ha elegido
para representar ese papel.
—Por favor, escúcheme —Heechul se inclinó
hacia delante—. Sólo se trata de ir al juzgado y firmar unos papeles, nada más.
Luego, cuando el matrimonio haya servido a su propósito, nos divorciamos. Yo
correré con todos los gastos. —Heechul
se paró para respirar y continuó: —Es más, le daré una suma adicional de dinero
lo suficientemente grande para que pueda montar su propia exposición si al
dueño de la galería no le interesase su obra; o podría emplearlo en cualquier
otra cosa que le apeteciera. No va a perder nada con esto.
Se hizo un silencio; luego, él dijo:
—Dígame, joven Kim, ¿cuánto tiempo le ha
llevado inventarse esta increíble fantasía?
Heechul sacudió la cabeza.
—No es ninguna fantasía. Le estoy hablando
completamente en serio. Estoy desesperado.
—Eso me temía. Pero ¿por qué? —La oscura
mirada de él se clavó en sus ojos—. Y, por favor, no me diga que no es asunto
mío porque sí lo es.
—Está bien, se lo diré —respondió con
desgana—. A menos que me case antes de cumplir los veinticinco años, voy a
perder algo que lo significa todo para mí.
Heechul tragó saliva y añadió:
—Mi abuelo, que parece estar estancado en
la Edad Media, está empeñado en no dejarme en herencia la casa en la que me he
criado si no tengo un marido que me ayude a llevar la propiedad. Según él, esa
casa se desperdiciaría si sólo viviera en ella un joven soltero; además, tiene
miedo de que yo caiga preso de gente... poco escrupulosa.
—¿Y le parece que un marido elegido a dedo
en la calle no entra en esa categoría?
—Naturalmente, yo pondría la condición de
un contrato prematrimonial.
—Ah, claro, naturalmente —la expresión de
él era impasible, pero la voz le tembló ligeramente.
Heechul le lanzo una mirada aprensiva.
—Da la impresión de encontrar todo esto
divertido.
—No, me parece trágico —respondió él—
¿Cuándo es... su cumpleaños?
—Dentro de seis semanas.
—Extraño, lo creía más joven —añadió él
fríamente— Y no lo he dicho como un cumplido.
—Por fortuna, la opinión que pueda tener
de mí es irrelevante. Lo único que me preocupa es StarM —Heechul se miró las
manos, que estaban entrelazadas—. La verdad es que un hombre había respondido a
mi anuncio, pero se echó para atrás en el último momento. Así que ahora estoy
desesperado.
—Quizá haya sido una suerte para usted.
—No veo riesgo ninguno en esto —dijo Heechul
en tono desafiante—.Los dos ganamos.
Sigo creyéndolo.
—En ese caso, no me sorprende que su
abuelo quiera que tenga un marido —dijo él con dureza—. Lo que me sorprende es
que lo deje salir solo sin un niñero.
—¿Cómo... se atreve? —A Heechul le tembló
la voz—. Si es eso lo único que tiene que decir, olvidemos el asunto.
—No tan rápido. Supongo que sólo me
presentaría al dueño de la galería si aceptase su plan, ¿verdad?
—Naturalmente —le contestó cortantemente—.
He puesto las cartas sobre la mesa. Es muy sencillo, se trata de quid pro quo.
—Me parece que no llamamos «sencillo» a lo
mismo —observó él— ¿Cuánto dinero está
dispuesto a pagarme por casarme con usted? Sólo lo pregunto porque nunca antes
me he puesto en venta y me gustaría saborear la experiencia... al máximo.
Heechul se puso muy tieso en el asiento.
—Eso habría que acordarlo, pero creo que
encontrará mi oferta muy generosa.
—Sí, estoy seguro de que así será —dijo él
con voz suave.
Heechul encontró la sonrisa de él enervante
y continuó precipitadamente:
—Después de la boda, cada uno seguirá con
su vida, separados — Heechul enrojeció ligeramente—. Y, por supuesto, hará con
su vida lo que quiera. Yo jamás pondría restricciones a su conducta.
—Es usted sumamente comprensivo, joven Kim.
¿Y yo no tendría que enfadarme si se buscara un amante? ¿Es eso lo que quiere
decir?
Heechul frunció el ceño.
—No... Quiero decir que... ¿cómo iba usted
a saber si tengo un amante o no? Después de la boda, no volveríamos a vernos
hasta el momento de firmar los papeles del divorcio. Además, lo del amante es
imposible que ocurra. No tengo intención de tener ningún tipo de relaciones.
—Así que el sexo no tiene cabida en su
vida, ¿eh? —Murmuró él— Quizá eso explique su malhumor.
—Y eso, si me permite que lo diga, es una
opinión típica de su género —dijo con acritud.
—Soy un hombre, joven Kim. ¿Qué otra cosa
esperaba? —Él hizo una pausa—. Volvamos a lo básico. ¿En serio cree que su
abuelo aceptará la aparición de un completo extraño en su vida? ¿Que no pensará
que hay gato encerrado en el asunto?
Heechul se encogió de hombros.
—En el escrito que mi abuelo ha elaborado
detallando sus exigencias, no se dice nada sobre la naturaleza de la relación,
sólo que debe existir legalmente. Tampoco menciona el tiempo que debe durar el
matrimonio. Y es ahí donde ha cometido un error.
Heechul alzó la barKangina y añadió:
—Mi abuelo piensa que me tiene pillado,
pero se va a enterar de que soy alguien muy independiente y que no puede seguir
controlándome así... y también de que no hay contrato perfecto.
—En eso estamos de acuerdo —dijo él en
tono irónico y guardó silencio unos tensos momentos— Muy bien, por loco que
esto sea, acepto su proposición. Me casaré con usted según los términos
acordados.
—Gracias —respondió— Le estoy muy, muy
agradecido.
Él le miró con cinismo.
—Creo que eso está por ver. Y ahora que ya
estamos oficialmente prometidos, ¿me permite que lo tutee, Heechul?
—Sí, claro —Heechul se ruborizó—. Necesito
saber su apellido... para cuando le dé la noticia a mi abuelo.
—Choi —respondió él— Choi Siwon.
Siwon se inclinó hacia delante,
ofreciéndole la mano, y él se la estrechó. Era una mano cálida y firme, y no
pudo evitar sentir que el pulso se le aceleraba inesperadamente.
Y vio la sonrisa de él, dándose cuenta de
su reacción, y parecía divertirle.
—Por qué no nos conozcamos mejor, Heechul.
Entonces, antes de que Heechul pudiera
soltarse, él se llevó su mano a los labios y la besó ceremoniosamente,
dejándolo jadeante.
Ya esta poniendose buena la cosa...
ResponderEliminarJojojojojojo
ResponderEliminarLos dados se han echado
Claro que una ayuda como esa requeriría tener algo detrás...lo bueno que Siwon sabe de eso y no lo tomo por sopresa o le molesto.
Ciertamente...aquí todos salen ganando,hasta ahora.
Hee tiene un prometido,lo que quería...ya solo unas semanas para el matrimonio y la casa sera suya.
Pero imagino que acá es cuando junto al matrimonio llegan las sorpresas
Ayayay... ya consiguio victima... o sera k alguien termina4a siendo "victima" de algun sentimiento??? ^^
ResponderEliminarAyayay... ya consiguio victima... o sera k alguien termina4a siendo "victima" de algun sentimiento??? ^^
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