—No soy Leeteuk —le dijo, atravesando la habitación para que él pudiera ver su rostro marcado—. Soy su hermano Heechul. ¿Y tú eres?
—Kennie.
—Ah
—dijo, al comprender—. El Escudero de Won.
—Sí,
no me lo recuerdes.
Heechul
no necesitó de la empatía para sentir su rencor.
—¿Por
qué sirves a alguien que odias?
—Como
si tuviera elección. El consejo me envió aquí, así que aquí estoy, atrapado en
el infierno.
—Compañero,
no sé de dónde eres, pero me opongo a la gente que odia a mi ciudad.
Él
se mofó.
—No
tengo problema con Nueva Orleáns. Amo esta ciudad. Es con el Conde Penicula que
estoy en desacuerdo. ¿Lo has conocido?
—¿El
Conde quién?
—El
idiota que vive aquí. Siwon. Ya sabes, el viejo “No respires en mi presencia,
prole”.
Este
tenía que ser el hombre más extraño que Heechul había conocido jamás, y dado el
anormal grupo de amigos que tenía, eso era mucho decir.
Él
pareció aliviado de que lo comprendiera.
—Oh,
gracias a dios tienes cerebro.
Heechul
no estaba seguro de si debía sentirse halagado o no.
—Aún
estoy confundido. ¿Por qué te envió el Consejo de Escuderos aquí? ¿No saben lo
que sientes por él?
—Como
mi padre resulta ser uno de los miembros de la junta, sí, lo saben.
Desdichadamente, nadie más quería tomar este puesto. Y como Lord Siwon exigió a
alguien que pudiera hablar italiano y latín, no había demasiados para elegir.
Pomposo charlatán.
—¿Qué
tiene de pomposo querer a alguien que hable tu lengua nativa? He notado que Kyuhyun
le enseñó gaélico a Sungmin; y cada vez que Hyukjae y Kangin están cerca de Judith,
inmediatamente hablan en griego antiguo.
—Sí,
pero ellos no exigen que sus Escuderos lo sepan. Fíjate que Minho no es
realmente rápido en griego.
Heechul
resopló.
—Minho
no es realmente rápido en inglés la mayoría del tiempo.
—Hey,
no insultes a mi amigo.
—Resulta
que Minho también es uno de mis amigos, y lo quiero como a un hermano, pero eso
no hace que sea temporada de caza de Siwon.
—Sí,
claro. Querido, deberías invertir en un libro y leer lo que Choi Siwon hizo en
su vida.
Heechul
cruzó los brazos sobre el pecho y levantó la cabeza.
—Discúlpeme,
Señor, le haré saber que tengo una maestría en Civilización
Antigua. ¿Y usted?
—No,
yo tengo un doctorado de Princeton.
Quedó
impresionado a pesar de sí mismo. Princeton no aceptaba a personas estúpidas.
—¿En
Civilización Antigua?
—No.
Estudios Fílmicos —dijo en un tono bajo.
—¿Perdón?
—preguntó, con los ojos muy abiertos—. ¿Dijiste “fílmicos”? — Estaba espantado—.
¿Te especializaste en películas? Oh, y casi me impresionaste.
—Hey
—dijo él a la defensiva—, te haré saber que me rompí el trasero trabajando por
ese título, muchas gracias.
—Oh,
sí, claro. ¿Alguna vez asististe a una escuela en la que papi no hubiera
construido un edificio?
—Mi
padre no construyó un edificio allí… —Se detuvo antes de agregar—: Mi abuelo lo
hizo.
Heechul
resopló.
—Lo
siento, pero tuve que aprender cuatro idiomas para obtener mi título. ¿Y tú?
—Ninguno.
Crecí hablando doce.
—Bueno,
¿acaso no eres el Señor Refinado? Uuuh, ¿y tienes el descaro de quejarte de Won?
Al menos él no anda por ahí haciendo alarde de su intelecto superior.
—No,
él sólo se pavonea por su raza superior. Inclínense ante mí, basura plebeya.
—Tal
vez él no actuaría de ese modo si todos ustedes no fueran tan condenadamente
desagradables con él todo el tiempo.
—¡Que
yo soy desagradable con él! Jovencito, ni siquiera me conoces.
Heechul
retrocedió, especialmente porque sintió su dolor.
—Tienes
razón, Kennie, no te conozco, y probablemente estoy haciéndote lo mismo que le
hiciste a Won cuando lo conociste. Te miré una vez, escuché tres segundos de tu
conversación, y emití algunas opiniones realmente duras, que podrían ser
erróneas tanto como podrían ser correctas —se acercó a él con las manos
apretadas detrás de la espalda—. Por ejemplo... Tu cabello, aunque atractivo,
es desgreñado, pero es de ese estilo andrajoso-chic que sólo proviene de una
cosmetóloga muy costosa. No te has afeitado en… ¿qué? ¿Dos días?
—Tres.
Heechul
lo ignoró.
—Llevas
una camisa Hawaiana de un fuerte e insoportable rojo brillante que sé que le
pertenece a Minho, porque sólo la usa cuando quiere sacar de las casillas a Kangin.
Tuvo que encargarla especialmente por Internet, por la simple vulgaridad de la
misma. Estás descalzo y vi el golpeado IROC afuera, el cual, asumo ahora, te
pertenece.
Él
se puso notoriamente rígido, lo que confirmó su sospecha. Continuó con su
recapitulación.
—A
primera vista, te ves como uno de esos tipos fiesteros, de vacaciones, que
entran a mi tienda buscando el armario de videos que tenemos en la parte de atrás, porque ninguna pareja que se
respete a sí misma saldría contigo. El tipo de hombre que compra todos los
collares de Mardi Gras de pechos desnudos y fornicadores, para colgarlos
alrededor de su cuello y pasar toda la semana borracho y vomitando, gritándo que
muestren sus nalgas.
Él
se cruzó de brazos y lo miró con resentimiento.
—Ahora
pongamos eso en contraste con algunos otros hechos que he notado. Eres un Escudero,
y eres un Sangre Azul por tu propia admisión, lo que significa que provienes de
generaciones enteras de Escuderos. Tu familia ha tenido más dinero que dios
desde hace mucho tiempo. En realidad fuiste a Princeton e, incluso con una
especialización cómica, te tomaste la molestia de obtener un doctorado. Eso me
dice que el estatus sí significa algo para ti. Déjame adivinar: ese Jaguar
negro metalizado, realmente genial que, literalmente, resplandece en la
oscuridad, que Minho tiene estacionado en su casa y sin embargo jamás conduce,
es en realidad tuyo.
Se
detuvo junto a él y lo miró de arriba abajo.
—Sin
mencionar que te conduces como un hombre acostumbrado a ser respetado, aún
cuando intentas pretender que eres un cursi patán. Cualquiera con un gramo de
percepción no se deja engañar por el modo en que te muestras.
Levantó
la mano de Kennie, donde tenía tatuada una telaraña.
—Lindo
reloj —dijo secamente—. Patek Philippe Grand Complications Chronographs. Déjame
adivinar: es el 5004P que se vende a ciento cincuenta mil dólares.
—¿Cómo
sabes eso?
—Provengo
de una larga línea de dueños de negocios, y mi Tía Zelda tiene una joyería
—sostuvo su brazo levantado ante él—. Mira, ¿ves mi reloj de ataúd? Se vende al
por menor por treinta y dos dólares en Hot Topic, y da la misma hora que el
tuyo. Recibe la paliza de un Daimon y continúa andando.
Él
puso los ojos en blanco.
Heechul
continuó con su discurso rimbombante.
—Y
no eres un Escudero normal —Le dio una palmadita al tatuaje de telaraña en el
dorso de su mano, con el que todos los Escuderos de su clase estaban marcados—. Eres un Rito de Sangre. Bien,
Doctor Kennie, creo que en la vida real, no estás demasiado lejos de ser
exactamente como Won. Duro, arrogante, y dispuesto a hacer lo que sea necesario
para cumplir con tu trabajo.
Inclinó
la cabeza.
—Creo
que lo que más te molesta es que, si fueses un Dark Hunter, serías igual a él.
Pienso que te mata por dentro saber lo similares que son. ¿Dónde está colgado
tu traje negro de Armani? ¿En la casa de Minho?
—¿Qué
eres? ¿El maldito Sherlock Holmes?
Heechul
sonrió.
—Bastante,
excepto que generalmente no me lleva tanto tiempo llegar a la verdad.
Kennie
lo miró impasiblemente.
—No
necesito que me des una lección de moral, bebé. Sé cómo funciona el mundo.
—No
tengo ninguna duda sobre eso. Pero tienes mucho que aprender de la gente. Lo
que dicen y lo que sienten rara vez son lo mismo. Ahora mismo sé que me odias.
Nada te gustaría más que sacarme a patadas de aquí, y cerrar de un golpe la
puerta. Pero date cuenta que no has hecho nada de eso.
—Entonces,
¿cuál es tu punto?
—Mi
punto es este. Los Escuderos de Rito de Sangre son los encargados de proteger
los mandatos del Consejo, y mantener oculto el mundo de los Dark Hunters. Eso
significa que están dispuestos a dar los pasos que sean necesarios, incluyendo
el asesinato, para proteger sus secretos. Estoy seguro que en alguna parte de
tu pasado tuviste que hacer algo desagradable para cumplir con tu juramento de
Escudero, y realizar tus tareas. Cuando estabas leyendo ese libro acerca de Siwon,
¿te preguntaste alguna vez cuánto disfrutó? ¿O si simplemente hizo lo que hizo
porque era su trabajo?
Kennie
sacudió la cabeza.
—¿Alguna
vez te dijeron que deberías ser abogado?
—Sólo
Jinhyuk cuando discutimos. Además, me gusta demasiado matar chupasangres como
para ser uno de ellos —estiró la mano hacia él—. Park Heechul. Encantada de
conocerte —su confusión lo rodeó. Él vaciló antes de estrechar la mano que le
ofrecía—. No te preocupes, Kennie —le dijo con una sonrisa—. Soy un gusto que se adquiere con el
tiempo. La mayoría de mis mejores amigos tuvieron que conocerme por años antes
de poder siquiera soportar mi presencia. Soy como el moho, generalmente crezco
dentro tuyo lentamente.
—Tú
lo dijiste, no yo.
El
le palmeó el brazo.
—Hazme
un favor, sé bueno con Penícula. Creo que hay mucho más en él de lo que vemos.
—Eres
la única persona que conozco que piensa de ese modo.
—Sí,
bueno, supongo que siento que todos nosotros, los inadaptados, debemos
mantenernos unidos. Al menos de ese modo no estamos solos.
Kennie
lo miró con un ceño confundido, pero antes que pudiera hacer algún comentario,
su teléfono celular sonó.
Heechul
se alejó de él para darle privacidad en su llamado. Fue hacia el vestíbulo,
para observar ávidamente el trabajo verdaderamente impresionante de las
baldosas del piso.
No
fue hasta quedar en el umbral que vio a Siwon parado en el último escalón. A
primera vista, podía pasar por una de las estatuas que flanqueaban las
escaleras pero, a diferencia de ellas, él era de carne y hueso.
Siwon
miró fijamente a Heechul mientras sus palabras resonaban en su cabeza. Por lo
que sabía, nadie lo había defendido jamás.
Ni
siquiera una vez en sus dos mil años de vida y muerte.
Y,
aunque lo hubiesen hecho, dudaba que hubiese sido tan elocuentemente. Heechul estaba
en la penumbra de su umbral, con su cabello castaño enmarcando un rostro que
era abierto y honesto.
El
rostro de un joven que no temía enfrentarse a nadie ni a nada. Jamás había
conocido a alguien tan valiente.
—Gracias
—le dijo, calmadamente.
—¿Escuchaste?
—Él asintió sutilmente—. ¿Cuánto escuchaste?
—Mucho.
Él
pareció incomodarse.
—Podrías
habernos hecho saber que estabas aquí. No es agradable escuchar a escondidas.
—Lo
sé.
Heechul
fue a pararse frente a él.
Siwon
descendió el escalón. Deseaba tanto tomarlo en sus brazos y besarlo, pero no
podía.
Era
humano, y él no. La última vez que se había dignado a sentir compasión por una pareja
que no era para él, le había causado un dolor que alguna pareja debería
soportar jamás, y había causado su propia muerte.
Pero
eso no evitaba que su cuerpo deseara ardientemente a Heechul. Que su corazón
sintiera una extraña punzada, debido al hecho que lo hubiese defendido.
Antes
de poder detenerse, se estiró y acunó su mejilla marcada con la mano. Había
estado solo tanto tiempo. Aislado. Odiado.
Y
esta joven…
Llenaba
algún vacío interno que él había olvidado que existía.
El
corazón de Heechul martilleó ante la calidez de la mano en su rostro. La
suavidad que veía en sus ojos oscuros y la gratitud que sentía en él. No, él no
era lo que Kennie creía.
No
era frío e insensible. Brutal o violento. Si lo fuese, lo sabría. Lo sentiría.
Nada de eso estaba allí. Sólo sentía dolor y soledad proviniendo de Siwon.
Le
cubrió la mano con la suya, y le ofreció una sonrisa.
Para
su sorpresa, él la devolvió con una propia. Era la primera vez que veía una
verdadera sonrisa de él. El gesto suavizaba sus rasgos y tiró con fuerza de su
corazón.
Él
bajó la cabeza hacia la suya.
Heechul
abrió los labios, queriendo saborearlo.
—Hey,
¿Siwon?
Él
se irguió de un tirón mientras Heechul luchaba por no maldecir lo oportuno de Kennie.
Siwon se alejó de él dos segundos antes de que Kennie apareciera en el
vestíbulo.
—¿Sí?
—Ya
me voy. Me encontraré con Tad y Kyi de la página web de Dark Hunter. Tendré el
teléfono encendido por si necesitas algo.
La
mirada de Kennie se encontró con la de Heechul, y pudo sentir su desdén. Heechul
le sonrió.
—Buenas
noches, Kennie. No permitas que Tad te meta en problemas.
—¿También
conoces a Tad?
—Bebé,
conozco a casi todos en esta ciudad.
—Genial
—murmuró Kennie en voz baja mientras iba hacia la puerta. En cuanto se cerró
detrás de él, Siwon pasó junto a Heechul.
Por
alguna razón que no podía comprender, se estiró y atrapó su cabeza con la mano.
Sobresaltado, Siwon abrió la boca.
Incapaz
de resistir la tentación, Heechul se puso en puntas de pie y lo besó.
Heechul
no estaba para nada preparado para la reacción de Siwon a su beso. En un rápido
y tierno movimiento lo acercó a sí, lo levantó del suelo, giró y luego lo
recostó sobre las pulidas escaleras. No era la más cómoda de las posiciones,
pero era extrañamente erótica.
Aún
así, no era rival para su beso caliente y exigente, que la dejó débil y sin
respiración. Su cuerpo largo y masculino yacía entre sus piernas, mientras él
mantenía todo su peso sobre una rodilla. Podía sentir su erección presionando,
mientras su propio cuerpo ardía por sentirlo de este modo, desnudo.
El
intenso y delicioso aroma de Siwon lo atravesó, excitándolo aún más.
No
había nada civilizado ni correcto en la manera en que lo besaba. Nada
civilizado en la manera en que lo abrazaba. Era crudo y mundano. Prometedor.
Heechul
envolvió sus piernas alrededor de la delgada cintura mientras le devolvía el beso con todas sus fuerzas.
Siwon
no podía pensar mientras lo saboreaba. Mientras lo sentía. Heechul lo envolvía
en un capullo con su calidez y su pasión. Apenas podía contenerse para no
tomarlo en las escaleras como un bárbaro jefe militar.
—Tienes
que dejar de besarme, Heechul —le susurró entrecortadamente.
—¿Por
qué?
Él
siseó mientras Heechul mordía suavemente su mentón.
—Porque
si no lo haces, te haré el amor, y eso es lo último que cualquiera de nosotros
necesita.
Heechul
trazó el contorno de los labios de Siwon con la lengua mientras él hablaba. Lo
único que quería era quitarle la ropa y explorar cada centímetro de su
exquisito cuerpo con la boca. Lamerlo y provocarlo hasta que rogara por su
piedad.
Pero
él tenía razón. Era lo último que necesitaban. Él era un Dark Hunter que tenía
prohibido tener pareja y, aún peor, no era el tipo de chico que pudiera
presentarle a su familia alguna vez.
Todos
se pondrían en su contra por entablar amistad con el enemigo más odiado de su
cuñado. Kangin había sido más que aceptado en su enorme familia. Todos lo
querían.
Incluso
Heechul. ¿Cómo podría lastimarlo de este modo? No, no era justo para ninguno de
ellos.
—Está
bien —dijo tranquilamente—. Pero primero tendrás que salir de encima de mí.
Eso
fue lo más difícil que Siwon tuvo que hacer en su vida. Todo lo que su corazón
deseaba era quedarse allí mismo donde estaba. Pero no podía, y lo sabía.
Respirando
profundamente, se obligó a levantarse y ayudarlo a ponerse en pie.
Su
cuerpo seguía duro, le costaba respirar. No soportaba estar cerca sin tocarlo.
Pero, por otro lado, estaba acostumbrado al control.
Lo
habían criado de ese modo.
Lo
que jamás había esperado era la necesidad casi animal que sentía por tomarlo.
Era primitiva y exigente. Feroz. Y lo único que anhelaba era probar a Heechul.
—Supongo
que esta es la parte en la que nos separamos —dijo, con voz entrecortada.
Heechul
asintió. Pasó tan cerca que pudo oler su aroma crudo e innatamente masculino.
Hizo que su corazón se acelerara y alimentó aún más su deseo.
Apenas
podía evitar acercarse a él. Anhelando, lo vio abrir la puerta principal de su
casa.
—Gracias,
Heechul —dijo calmadamente.
Heechul
sintió su tristeza y la hizo sufrir aún más.
—No
te metas en problemas, Won. Intenta que no vuelvan a apuñalarte.
Él
asintió y se mantuvo rígido y formal. Pero se rehusó a mirarlo.
Suspirando
nostálgicamente por algo que no podía ser evitado, Heechul se obligó a partir.
Había
terminado. Impulsivamente, volvió la vista mientras la puerta se cerraba. No
había señales de Siwon. Ni una.
Excepto
por un sexto sentido que le decía que aún estaba observándole.
Siwon
no podía apartar su mirada de Heechul mientras subía a su auto. No comprendía
por qué sentía el impulso de correr hacia la puerta y detenerlo.
Él
no era como Liu. Heechul no era tranquilizador ni reconfortante, y sin embargo…
Su
corazón sufrió mientras él salía rápidamente del camino de su casa y de su
vida. Estaba solo otra vez.
Pero,
por otra parte, siempre lo había estado. Incluso cuando Liu había vivido en su
hogar, se había mantenido apartado. La había observado de lejos. La había
deseado cada noche, y sin embargo jamás la había tocado.
No
le correspondía. Él había sido un noble y ella no más que una esclava de
humilde cuna que servía en su casa. Si hubiese sido uno de sus hermanos, la
habría tomado sin cuestionarlo. Pero no había estado en él aprovecharse de
ella. Forzarla a ir a su cama.
Ella
no se hubiera atrevido a negarse. Los esclavos no tenían nada de control sobre
sus vidas, especialmente cuando tenía algo que ver con sus amos.
Cada
vez que la había visto, había tenido en la punta de la lengua pedirle que se
acostara con él.
Y
cada vez que había abierto la boca, la había cerrado rápidamente, rehusándose a
pedirle algo en lo que ella no tenía voz. Entonces, la había llevado a su casa
para salvarla de lo que otros miembros de su familia podrían hacerle.
Siwon
dio un respingo mientras recordaba la noche en que sus hermanos habían ido a
buscarlo. La noche en que habían encontrado su estatua y se habían dado cuenta
de quién era.
Maldiciendo,
se apartó de la ventana y obligó a esos pensamientos a apartarse de su mente.
Jamás
había sido su destino ayudar a nadie. Había nacido para estar solo. Para no
tener amigos ni confidentes. Para no reír ni jugar jamás.
No
se podía luchar contra el destino. No se podía esperar otra cosa. Había nacido
a esta vida del mismo modo en que había nacido a la anterior.
Heechul
se había ido. Y era lo mejor.
Con
el pecho apretado, subió por las escaleras de caoba hacia su habitación. Se
ducharía, cambiaría de ropa, y entonces haría el trabajo con el que se había
comprometido.
Heechul
condujo su auto de regreso a lo de Boa, donde vio el Toyota de Leeteuk en la
calle. Entró, y estaba bajando del auto cuando Leeteuk y Boa salieron por la
puerta trasera.
—Hey,
Teukkie —dijo Heechul, acortando la distancia para poder abrazar a su gemelo.
—Entonces,
¿quién era el hombre hermoso con el que estabas? Boa dijo que no mencionaste su
nombre.
Heechul
se obligó a no enviar ningún pensamiento o emoción inconsciente a su hermano
mellizo.
—Es
sólo un amigo.
Leeteuk
sacudió la cabeza.
—Hee
—lo regañó—. Tienes que dejar de pasar tiempo con tus amigos homosexuales y
buscarte un novio.
—A
mí no me pareció homosexual —dijo Boa—. Pero estaba bien vestido.
—¿Dónde
está la bebé L? —preguntó Heechul, intentando sacar del tema a ambos.
—En
casa. Sabes cómo es Shin. Se rehúsa a permitir que abandone el edificio una vez
que cae el sol.
Heechul
asintió.
—Sí,
estoy de acuerdo con él. Es una niñita muy especial, que necesita protección.
—Yo
también concuerdo, pero odio dejar a mi bebé. Siento como si me faltara un
órgano vital —Leeteuk sostuvo su talismán de plata—. Boa me hizo prometer que
lo colgaría en la habitación de Sora.
—Buen
consejo.
Leeteuk
frunció el ceño.
—¿Seguro
que estás bien? Hay algo muy extraño en ti esta noche.
—Siempre
hay algo extraño en mí.
Leeteuk
y Boa rieron.
—Es
cierto —concordó Leeteuk—. Está bien, entonces dejaré de preocuparme.
—Por
favor. Una madre es suficiente.
Leeteuk
lo besó en la mejilla.
—Los
veré más tarde.
Ni
Heechul ni Boa hablaron hasta que Leeteuk subió a su auto y partió. Heechul
metió sus manos en los bolsillos y giró para enfrentar el ceño fruncido de su
hermana.
—¿Qué?—¿Quién
era él, en realidad?
—¿Qué
sucede con ustedes? No es nadie por quien debas preocuparte.
—¿Era
un Dark Hunter?
—Basta,
Gladys —dijo Heechul, refiriéndose a la entrometida vecina de “Hechizada”—. No
hay ronda de gratificación para Veinte Preguntas, y tengo cosas que hacer. Nos
vemos.
—¡Heechul!
—Boa lo siguió por la calle—. Tú no sueles ser sigiloso en nada. Me pones
nerviosa.
Heechul
respiró hondo y enfrentó a su hermana mayor.
—Mira,
él sólo era alguien que necesitaba ayuda, y se la presté. Ahora regresó a su
vida y yo a la mía. No necesitamos una conferencia familiar por eso.
Boa
hizo un sonido de desaprobación.
—Eres
tan exasperante. ¿Por qué no puedes simplemente responder a mi pregunta?
—Buenas
noches, Boa. Te quiero.
Jajajajajajaja
ResponderEliminarHee dandole una descripción a Kenie de como lo persive,y obvio acerto a muchas cosas....pero sigo pensando igual.
Bueno,ya siwon ha subido un punto lás con ayudar a Liu de sus hermanos
Sus hermanos conocen a Hee,obvio Shin sabe de todo esto....claro,por eso no se ha aparecido por ahora...Shin quiere que esto siga,seguro aparece para intervenir porque....."así es como debe de ser"