Siwon
se sobresaltó cuando Gunhee se puso de pie y le hizo señas para que la
siguiera.
—Dum-da-dum-dum…
dum… —Heechul canturreó el tema de “Dragnet” como presagiando su condena
mientras seguían a Gunhee a través del vestuario, hacia un pasillo lleno de
transvestidos.
Heechul
besó a Siwon en la mejilla, luego se apartó, para dejarle espacio a los demás.
Fue
hacia el club y se encontró con el mejor amigo de Gunhee, Yves, sentado en una
mesa frente a la pasarela con un grupo de compañeros.
—Hola,
cazador de vampiros —dijo Yves mientras él llevaba una silla hacia la mesa—.
¿Estás aquí para alentar a Gunhee?
—Por
supuesto. ¿En qué otro sitio podría estar?
Una
ovación partió de la mesa mientras bromeaban y hacían apuestas sobre quién
ganaría, hasta que el espectáculo finalmente comenzó.
Heechul
era un atado de nervios, hasta que Gunhee y Siwon aparecieron. La multitud se
volvió loca en el instante en que vieron a Siwon, quien caminaba como si
estuviese completamente cómodo en su papel de acompañante. Sólo Heechul podía
sentir su incomodidad, y tenía la sensación que se debía más a su temor a que Gunhee
saliera lastimada que a otra cosa.
Heechul
quería llorar por la generosidad de lo que estaba haciendo por alguien a quien
ni siquiera conocía.
No
podía pensar en ningún otro hombre heterosexual que hiciese algo tan ridículo
como esto para ayudar a una persona a la que recién conocía. Alguien que lo
había apuñalado, nada menos.
En
cuanto los acompañantes tuvieron permiso para retirarse, se abrió paso a través
de la multitud para encontrarlo. En el instante en que llegó a él, se arrojó en
sus brazos y lo abrazó con fuerza.
Siwon
estaba completamente asombrado por la exuberante reacción de Heechul. Se sentía
tan bien en sus brazos que apenas podía evitar no aplastarlo contra sí y besarlo
hasta que hicieran un espectáculo.
Heechul
lo apretó y luego le dio un suave beso en los labios.
—¡Eres
el mejor! —conmocionado, él no supo qué decir—. Si quieres, podemos irnos
ahora.
Siwon
miró alrededor.
—No
—dijo, sinceramente—. He llegado hasta aquí y no maté a Gunhee, así que creo
que deberíamos quedarnos y ver cómo le va.
La
expresión en el rostro de Heechul hizo que su cuerpo entero ardiera.
—¿Shin
tiene alguna idea de lo adorable que eres?
—Tiemblo
ante la mera perspectiva.
Heechul
rió, luego lo tomó de la mano y lo condujo a una mesa cerca del escenario. Un
grupo enorme de hombres lo saludó.
—¡Estuviste
genial! —dijo el que estaba más cerca.
Siwon
inclinó la cabeza mientras Heechul los presentaba. Se quedaron allí
sentados poco más de
una hora, mientras las participantes mantenían una competencia de talento y una
en trajes de baño. Esta última incomodó a Siwon aún más que estar sobre el
escenario.
—¿Estás
bien? —le preguntó Heechul, inclinándose hacia él—. Te ves un poquito pálido.
—Estoy
bien —dijo, aunque estaba encogiéndose al pensar cómo un hombre podía
restringirse tanto dentro de un traje de baño, como para no dejar rastro de su
género.
No
valía la pena pensar algunas cosas.
Luego
de una hora, los jueces finalmente lo habían reducido a tres participantes.
Heechul
se echó hacia adelante. Envolvió su brazo alrededor de Siwon y posó su mentón
sobre el hombro de él, mientras aguantaba la respiración y rezaba por Gunhee.
Siwon
no se movió, pero la sensación de su mano sobre la suya le alegró
considerablemente. Sin importar el resultado, estaba muy agradecido con él por
haberlo sacado del apuro.
Ni
Kangin ni Shin estarían aquí, ni muertos.
Heechul
vio la mirada nerviosa de Gunhee mientras llegaban al nombre de la ganadora.
No
podía respirar. No hasta que anunciaron a…
—¡Gunhee
Divine!
Gunhee
gritó y agarró a la participante que tenía más cerca. Saltaban y lloraban
mientras otras participantes pasaban a abrazarla y felicitarla.
Heechul
se puso de pie de un salto, gritando y silbando para apoyarla.
—¡Vamos,
Gunhee, vamos! —Bajó la mirada, para encontrar a Siwon mirándolo con horror.
Resoplando, lo hizo poner de pie—. Escuchémoslo, General —le dijo—. Grita.
—Sólo
grito cuando doy órdenes a las tropas, y eso fue hace mucho tiempo.
Bueno,
sólo se podía aflojar a una persona en una sola noche hasta cierto punto.
Heechul lo abucheó y continuó gritando por su compañera de apartamento.
El
maestro de ceremonias le puso la corona y la faja a Gunhee, luego le dio una
docena de rosas y la llevó hacia la pasarela.
Gunhee
caminó por la misma, llorando y riendo mientras tiraba besos a la audiencia.
Cuando
todo había terminado, Heechul y Siwon lucharon para llegar a su lado. Gunhee
abrazó primero a Heechul, luego se aferró a Siwon.
—¡Gracias!
Siwon
asintió.
—Fue
un placer. Felicitaciones por tu victoria, Gunhee.
Gunhee
sonrió.
—Les
debo a ambos. No crean que voy a olvidarlo. Adelántense, y nos encontraremos
más tarde.
—Muy
bien —dijo Heechul—. Te veré en casa.
Salieron
del club, hacia la transitada calle Canal que bordeaba el Barrio Francés. Heechul
chequeó su reloj. Eran casi las diez.
—No
sé tú, pero estoy famélico. ¿Te apetece mordisquear algo?
Siwon
lo miró divertidamente.
—Tienes
que ser el único joven vivo que puede hacerle esa pregunta a un hombre con
colmillos.
Heechul
rió.
—Probablemente
tengas razón. Entonces, ¿te gustaría acompañarme?
—No
tenemos reservaciones en ningún sitio.
Heechul
puso los ojos en blanco.
—Cariño,
al sitio a donde voy no necesitamos esas apestosas reservaciones.
—¿Adónde
vamos?
Se
condujo hacia la calle Royal, que conectaba a Canal con Iberville.
—El
Antoine de los mariscos. La casa de ostras Acme.
—¿Acme?
Jamás he comido allí.
Y
en cuanto Heechul llegó a la puerta del lugar, Siwon supo porqué. Tenía
manteles a cuadros blanco y negro de plástico.
Vaciló
en el umbral, mientras escudriñaba el pequeño restaurante. El sitio era
diminuto, y la clientela reducida. A la derecha tenía una barra que se extendía
por la pared, y las mesas estaban ubicadas a su izquierda. Las paredes eran una
mezcla de mal gusto de espejos, cuadros, y señales de neón. Era llamativo y
desagradable.
Sin
mencionar que Siwon había tenido que concentrarse rápidamente y forzar
mentalmente su imagen en los espejos antes de que alguien se diera cuenta de
que no tenía reflejo.
Heechul
se dio vuelta para mirarlo. Se puso las manos en la cadera.
—¿Podrías
dejar de parecer alguien a quien acaban de estropear los zapatos nuevos? Aquí
tienen las mejores ostras de la tierra.
—Es
tan… neón.
—Ponte
los anteojos de sol.
—No
se ve sanitario —dijo en voz baja.
—Oh,
por favor, estás por comer algo que es la aspiradora del océano. Sabes cómo se
forman las perlas, ¿verdad? Lo único que hacen las ostras es ingerir basura.
Además, eres inmortal, ¿qué te preocupa?
—¿Siwon?
Él
miró más allá de Heechul, para encontrarse con Kim Kevin y Kim Kwanghee
sentados en la barra, donde dos hombres detrás del mostrador desbullaban ostras
para las personas que estaban allí sentadas. Siwon respiró con alivio.
Finalmente, alguien con quien podía relacionarse. Al menos un poco, ya que Kevin
era un lobo Arcadiano, y Kwanghee su pareja humana.
Vestido
con jeans y una camiseta mangas largas, Kevin era de la altura de Siwon, de cabello
castaño oscuro. Kwanghee era un hermoso joven rellenito. Tenía un suéter color
tostado, pantalones marrón con pequeñas flores blancas.
Siwon
se acercó a estrechar la mano de Kevin.
—Lobo
—lo saludó… siempre era cortés referirse a los Arcadianos y Hyungjoonagaria por
su parte animal—. Me alegra verte otra vez —miró a Kwanghee—. Y usted, joven
señor mío, siempre es un honor.
Kwanghee
le sonrió y luego miró a Heechul.
—¿Qué
están haciendo ustedes dos aquí? ¿Juntos?
—Won
me estaba haciendo un favor —dijo Heechul mientras aparecía detrás de él. Se
volvió hacia uno de los hombres detrás del mostrador, que estaba secándose las
manos luego de desbullar un plato de ostras—. Hey, Luther, dos cervezas y un
tenedor.
El
alto afroamericano se rió de él.
—Hee,
esta es… ¿qué? ¿La cuarta vez en la semana que vienes? ¿No tienes una casa?
—Sí,
pero no tenemos ostras allí. Al menos no de las buenas. Y tengo que venir aquí
sólo a acosarte. Imagina un día entero sin Heechul… ¿Qué harías?
Luther
rió.
Siwon
no se perdió de la extraña mirada entre Kevin y Kwanghee antes que Luther le
alcanzara a Kwanghee el plato de ostras y fuese a buscar las cervezas para Heechul.
—¿Hay
algo que debería saber? —les preguntó Siwon.
En
el instante en que Kevin abrió la boca para hablar, Heechul lo pateó en la
espinilla. Fuerte. Kevin gritó y luego lo miró con el ceño fruncido.
—¿Qué
fue eso? —preguntó Siwon—. ¿Por qué lo pateaste?
—Por
ninguna razón —dijo Heechul, estirándose sobre la barra para tomar una ostra de
la pila.
Se
veía angelical, lo que significaba que algo verdaderamente malvado estaba
sucediendo. Siwon miró a Kevin.
—¿Qué
ibas a decir?
—Absolutamente
nada —dijo Kevin antes de dar un trago a su botella de cerveza.
Siwon
tenía una mala sensación acerca de esto.
Luther
regresó con dos botellas de cerveza y se las alcanzó a Heechul, quien pasó una
de ellas a Siwon.
Él
lo miró perplejo.
—¿No
tienes sed? —le preguntó Heechul.
—¿No
nos dan vasos?
—Es
cerveza, Won, no champagne. Tómala. En serio, no muerde.
—Hee,
no seas malo —la reprendió Kwanghee—. Siwon probablemente no está acostumbrado
a la cerveza.
—Sí
la bebo —dijo Siwon, tomando la botella renuentemente—, pero no de este modo.
—¿Quieres
ostras? —le preguntó Heechul.
—No
estoy seguro, luego de tu recordatorio bastante brusco de lo que son.
Heechul
se rió de él.
—Ubícanos,
Luther, y que sigan viniendo hasta que me caiga.
Luther
le sonrió.
—Creo
que no tienes límite, Hee. Es una maravilla que nos quede algo para servir
cuando te vas.
Heechul
se sentó en la banqueta junto a Kwanghee y le indicó a Siwon que tomara la que
estaba frente a él. Siwon dejó su cerveza sobre el mostrador antes de
obedecerlo.
—Te
ves tan incómodo aquí, Siwon —dijo Kwanghee dulcemente—. ¿Cómo diablos te
convenció Heechul de esto?
—Aún
no estoy seguro.
—¿Han
estado saliendo durante mucho tiempo? —preguntó Kevin.
—No
estamos saliendo, Kevin —respondió Heechul rápidamente—. Te lo dije, Won sólo
está haciéndome un favor.
—Como
digas, Hee. Sólo espero que tu her…
Sus
palabras fueron cortadas por Kwanghee aclarándose la garganta.
—Heechul
sabe lo que está haciendo, Kevin. ¿Verdad, Hee?
—Generalmente
no, pero esto está bien. En serio.
Siwon
vendería su alma otra vez por una oportunidad de leer la mente de Kevin.
—Kevin,
¿puedo hablar contigo en privado?
Kwanghee
echó salsa Tabasco sobre una ostra.
—Abandona
ese asiento, señor Kim, y estarás literalmente en la caseta del perro por el
resto de la semana. De hecho, haré que tu hermano Dongjun te ataque y cambiaré
la cerradura.
Kevin
se acobardó.
—Por
mucho que me gustaría ayudarte, Siwon, debes recordar que su padre vive de
castrar perros, y entrenó bien a su hijo. Creo que tendré que pasar.
Siwon
miró a Heechul, quien estaba muy ocupado tomando una ostra de Luther. Se
rehusaba a encontrar su mirada.
¿Qué
sabía Kevin que él ignoraba?
Se
sentaron en la barra, con Heechul y Kwanghee conversando acerca de ropa, viejos
amigos, y nada importante mientras ambos hombres estaban inquietos. El
restaurante cerró a las diez, pero Luther les sirvió ostras otros quince
minutos más.
—Gracias,
Luther —dijo Heechul—. Realmente aprecio que no me hayas sacado corriendo.
—Siempre
es un placer, Hee. Me agrada el modo en que aprecias mi servicio y mi comida, y
debo decir que esto es mucho más fácil que alimentar que tu amiga Simi. Esa
pequeña come como un demonio.
—Oh,
no tienes idea.
Siwon
fue a pagar mientras Kevin se quedaba con los jóvenes. Una vez que pagaron la
cuenta, Kevin y Kwanghee partieron hacia Royal mientras que él y Heechul se
dirigían a Bourbon.
—¿Listo
para patrullar? —preguntó Heechul.
—Te
dejaré en tu…
—No
voy a casa —dijo, interrumpiéndolo.
—¿Adónde
vas?
—A
cazar Daimons. Como tú.
—Eso
no es seguro.
Heechul
se detuvo y lo miró furioso.
—Sé
lo que estoy haciendo.
—Lo
sé —dijo él, con calma—. Tienes el espíritu y la fuerza de una Amazona. Pero
realmente preferiría que no te mates a ti mismo por algo que es mejor dejarnos
a los que ya hemos muerto. A diferencia de ti, no tenemos a nadie que nos llore
si perecemos.
Heechul
quedó desconcertado ante sus inesperadas palabras. Más que eso, estaba
desconcertado por la preocupación que sentía de su parte. El dolor.
—¿Quién
lloró por ti cuando falleciste? —preguntó, sin estar seguro de por qué quería
saberlo.
Él
se detuvo, luego apartó la mirada.
—Nadie.
—¿Nadie?
¿No tenías familia?
Él
rió amargamente.
—Mi
familia era una tragedia Shakespeariana. Créeme cuando te digo que se
deshicieron alegremente de mí.
—¿Cómo
puedes decir eso? Estoy seguro de que les importó. Seguramente…
—Fueron
mis hermanos quienes me mataron.
Heechul
sintió la vengativa agonía que crecía en él mientras gruñía esas sinceras palabras.
Le dolía el pecho por él. ¿Estaba diciéndole la verdad?
—¿Tus
hermanos?
Siwon
no podía respirar mientras el pasado lo desgarraba. Pero, a decir verdad,
sentía una ola de alivio al contarle finalmente a alguien, luego de dos mil
años, la verdad acerca de lo que lo había convertido en un Dark Hunter.
Asintió
mientras forzaba a las deformadas imágenes de esa noche a abandonar su mente.
Cuando habló, su voz era sorprendentemente uniforme.
—Era
una vergüenza para mi familia, así que me ejecutaron.
—¿Te
ejecutaron cómo?
Sus
ojos estaban sin expresión.
—Eres
un alumno de lo antiguo. Estoy seguro de que sabes lo que Roma le hacía a sus
enemigos.
Heechul
se cubrió la boca mientras una ola de náuseas la consumía. Antes de poder
detenerse, tomó el brazo de Siwon y apartó su manga para poder ver la cicatriz
en su muñeca. Era toda la prueba que necesitaba.
Al
igual que Kangin, había sido crucificado.
—Lo
siento tanto.
Rígido
y formal, él retiró el brazo y se acomodó la manga.
—No
lo hagas. Lo encuentro extrañamente adecuado considerando la historia de mi
familia. “Quien vive por la espada…”
—¿A
cuánta gente crucificaste? —sintió su vergüenza antes de que él girase y se
alejara. Renuente a dejarlo ir, fue tras él y lo hizo detener—. Dime, Siwon.
Quiero saber.
La
agonía en su rostro la desgarró. La mandíbula de Siwon se apretó.
—A
nadie —dijo luego de una larga pausa—. Me rehusé a matar a un hombre de ese
modo.
Las
lágrimas aguijonearon los ojos de Heechul mientras lo miraba. No era lo que Kangin
y los demás pensaban. No lo era.
El
hombre al que describían no hubiese dudado en humillar o matar a alguien. Y Siwon
no lo había hecho.
Él
se aclaró la garganta y pareció que las palabras lo lastimaban.
—Cuando
era niño, vi cómo ejecutaban a un hombre. Era uno de los más grandes generales
de su época —el corazón de Heechul dejó de latir mientras se daba cuenta de que
estaba hablando de Kangin—. Mi abuelo lo engañó y pasó semanas interrogándolo
—su respiración era trabajosa, todo su cuerpo estaba tenso—. Mi padre y mi
abuelo insistieron en que mis hermanos y yo debíamos ser llevados para
presenciarlo. Querían que aprendiéramos cómo quebrar a un hombre. Cómo quitarle
la dignidad hasta que no quedaba nada. Y lo único que vi fue sangre y horror.
Nadie debería sufrir de ese modo. Miré a los ojos de ese hombre y vi su alma.
Su fuerza. Su sufrimiento. Intenté escapar y me golpearon por hacerlo, luego me
llevaron de regreso y me forzaron a mirar —miró a Heechul salvaje y
atormentadamente.
—Los
odié por eso. Han pasado dos mil años y aún puedo escuchar sus gritos mientras
levantaban su cuerpo quebrado y llevaban al príncipe una vez orgulloso a morir
a la plaza como un criminal común.
Heechul
se cubrió los oídos mientras imaginaba cómo debía haber sido para Kangin morir
de ese modo. Sabía, por su hermano, que su muerte aún lo atormentaba. Aunque
las pesadillas de Kangin eran menos frecuentes ahora de lo que habían sido
cuando él y Leeteuk recién se habían casado, aún las tenía. Aún despertaba en
medio de la noche para asegurarse que su esposo y su hija estaban a salvo.
Algunas
noches, directamente no dormía, por el miedo a que alguien apareciera y le
quitara todo otra vez.
Y
odiaba a Siwon con una venganza irracional.
Siwon
respiró hondo mientras veía el modo en que Heechul se encogía. Él también lo
hacía, pero no abiertamente.
Su
corazón había cargado con la culpa y los horrores de su niñez a través del
tiempo. Si pudiese regresar, jamás le hubiera vendido su alma a Artemisa. Mejor
morir y silenciar la resonancia de la crueldad de su padre, que vivir
interminablemente con todas sus voces haciendo eco en su mente.
Estaba
seguro que Heechul ahora lo odiaba, tal como los demás. Tenía todo el derecho.
Lo que su familia había hecho era imperdonable. Por eso es que evitaba a Kangin
y a Hyukjae.
No
había necesidad de recordarle a ninguno de los dos sus vidas pasadas en la
antigua Grecia. Sería incluso más cruel ahora que ambos eran felices en el
mundo moderno.
Jamás
había comprendido porqué Artemisa lo había mudado a Nueva Orleáns. Era algo que
su padre hubiese hecho para asegurarse que los dos griegos jamás tuvieran paz.
Pero
eso era algo de lo que jamás hablaría. Y si alguna vez su camino se cruzara con
el de Kangin y Hyukjae, sabía que no debía disculparse. Había intentado eso
siglos atrás, una vez, con Hara, quien había sido asesinada por su hermano mayor.
La Amazona lo había atravesado con su arma, haciendo su mejor intento de
matarlo.
Siwon
se había visto forzado a vencerla. Ella lo había escupido.
—¡Basura
Romana! Jamás comprenderé porqué Artemisa permite que vivas cuando deberías ser
destripado como un cerdo chillón.
A
través de los siglos, había aprendido a mantener la frente en alto y seguir
adelante pese a lo que los demás Dark Hunters pensaran. No podía darles paz por
sus pasados más de lo que podía tener paz por el suyo.
Algunos
fantasmas se rehusaban a ser exorcizados.
Ahora
Heechul sabía la verdad y también lo odiaría. Que así fuera. Siwon giró, para
retirarse.
—¿Won?
Se detuvo.
Heechul
no estaba seguro de qué decirle. Así que no habló con palabras. Se estiró y le
hizo bajar la cabeza hacia la suya, y entonces lo besó profundamente.
Siwon
estaba pasmado por sus actos. Lo aplastó contra sí mientras saboreaba la
calidez de su boca. La calidez de su abrazo.
Se
apartó.
—Sabes
lo que soy, Heechul… ¿por qué sigues aquí?
Él
lo miró, con sus ojos ardiendo de ternura.
—Porque
sé lo que eres, Choi Siwon. Créeme, lo sé. Y quiero llevarte a casa conmigo,
ahora mismo, y hacerte el amor.
-llora como loca- awww~
ResponderEliminarPobre Siwonshis!!! No es justó!!!
Qué triste, por ser bueno, lo despreciaban!!! Awww~
Ahhh!!! Hee es el mejor!!!!
<3
Amoooo a esta pareja ;; pobre siwon y Heechul tal enamorado ;; ahora cuando se entere que Kangin es su cuñado se va a armar en grand e xD gracias *^+
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