Heechul
caminaba calle abajo, sintiéndose extremadamente solo esa noche. Cómo deseaba
poder vivir su vida ciegamente, sin saber lo que había allí afuera.
Pero
no estaba ciego. Lo sabía, y ese conocimiento acarreaba la elección de ayudar a
la gente o apartarse. Heechul nunca había sido en su vida del tipo de persona
que le volviera la espalda a alguien que necesitase ayuda. Sus poderes como
empático, en ocasiones, eran demasiado para él. Incluso sentía el dolor de los
demás más profundamente que el propio.
Era
lo que había atraído a Shin hacia él al principio. En los últimos tres años, él
le había enseñado varios trucos para disminuir las emociones de los demás y
concentrarse en las suyas. Había caído del cielo, y había hecho más por su
cordura que cualquier otra persona. Aún así, sus trucos no los silenciaban
completamente.
En
ocasiones era completamente abrumador. Era tan acosado por emociones intensas
que las suyas se apartaban, y a veces ocasionaban que estallara de ira
verbalmente por el estrés que eso le producía.
Así
que aquí estaba, solo, pasando otra solitaria noche en las calles, mientras
arriesgaba su vida por las personas que se burlaban de él.
Patrullar
era realmente mucho más divertido cuando lo hacía con un grupo de amigos.
Heechul
se forzó a no recordar a quienes habían muerto en cumplimiento del deber. Pero
fue inútil. Las lágrimas llenaron sus ojos mientras tocaba la cicatriz
irregular en su rostro, que le había hecho el Daimon Changsu.
Dios,
¿por qué no podía haber mantenido la boca cerrada y dejarlos vivir sus vidas en
paz e ignorantes de todo eso?
Por
eso era que ahora luchaba solo. Jamás le volvería a pedir a nadie que
arriesgara su vida para hacer lo que él hacía.
Ellos
tenían la opción. Él no.
Heechul
comenzó a caminar más despacio cuando sintió el familiar cosquilleo en su
columna vertebral.
Daimons…
Estaban detrás de él.
Dándose
vuelta, se agachó y simuló estar atando los cordones de su bota. Mientras
tanto, estaba muy consciente de las seis sombras que estaban encerrándolo…
Siwon
tiró del borde derecho de su guante de cuero para ajustarlo mientras caminaba
por la calle prácticamente abandonada. Como siempre, estaba impecablemente
vestido con un abrigo largo de cachemira negro, un suéter de cuello alto negro,
y pantalones negros. A diferencia de la mayoría de los Dark Hunters, él no era
un bárbaro vestido de cuero. Era el epítome de la sofisticación. Clase.
Nobleza.
Su
familia descendía de una de las familias más antiguas y respetadas de Roma.
Como un antiguo General romano cuyo padre había sido un muy estimado senador, Siwon
hubiese seguido sus pasos felizmente si los Destinos, no hubiesen intervenido.
Pero
eso era el pasado, y Siwon se rehusaba a recordarlo. Liu era la única excepción
a esa regla. Era lo único que recordaba de su vida humana.
Era
lo único que valía la pena recordar de su vida humana.
Siwon
dio un respingo y concentró sus pensamientos en otras cosas mucho menos
dolorosas. Había una frescura en el aire que anunciaba que el invierno llegaría
pronto. Y no era que Nueva Orleáns tuviese invierno, comparado a como solía ser
en WShinington D.C.
Aún
así, cuanto más tiempo estaba aquí más se diluía su sangre, y el frío aire de
la noche era un poquito fresco para él.
Siwon
se detuvo cuando sus sentidos de Dark Hunter detectaron la presencia de un
Daimon. Inclinando la cabeza, escuchó con su elevada audición.
Oyó
a un grupo de hombres riéndose de su víctima. Y luego escuchó lo más extraño de
todo…
—Rían,
imbéciles. Pero quien ríe último ríe mejor, y tengo la intención de rodar sobre
mi estómago esta noche.
Se
armó una pelea.
Siwon
giró rápidamente sobre sus talones y regresó por la dirección por la que había
venido. Anduvo en la oscuridad hasta que encontró una puerta entreabierta que
conducía a un patio.
Allí
atrás había seis Daimons luchando contra un joven alto.
Siwon
estaba hipnotizado por la macabra belleza de la batalla. Un Daimon fue a la
espalda de joven. Lo lanzó sobre su hombro y en un elegante movimiento lo
apuñaló en el pecho con una daga larga y negra. El Daimon explotó en un polvo
dorado.
El
joven giró mientras se levantaba para enfrentar a otro. Tiró la daga de una
mano a la otra y la sostuvo como alguien acostumbrado a defenderse de los no-
muertos.
Los
Daimons se abalanzaron sobre él. El hizo una voltereta para alejarse, pero el
otro Daimon se había anticipado a su acción. Lo agarró.
Sin
entrar en pánico, el joven cedió su peso levantando ambas piernas hasta el
pecho. Eso hizo arrodillar al Daimon. El saltó para ponerse de pie y apuñaló al
Daimon en la espalda.
Se
evaporó.
Normalmente,
los Daimons restantes huirían. Los cuatro que quedaban no lo hicieron. En lugar
de eso, se hablaron en un idioma que él no había escuchado en un largo tiempo:
griego antiguo.
—El
pequeño joven señor no es lo suficientemente tonto como para tragarse eso,
chicos —respondió el joven en un griego impecable.
Siwon
estaba tan asombrado que no podía moverse. En más de dos mil años jamás había
visto o escuchado algo como esto. Ni siquiera las amazonas habían producido
alguien mejor que el joven que ahora enfrentaba a los Daimons.
De
pronto, una luz apareció detrás del joven. Destelló brillantemente y en
remolinos. Un viento frío atravesó el patio antes de que seis Daimons más
aparecieran.
Siwon
se quedó rígido al ver algo aún más extraño que el joven-guerrero que luchaba
contra los Daimons.
Heechul
giró lentamente para ver al nuevo grupo de Daimons. Mierda. Sólo había visto
esto una vez.
La
nueva tanda de Daimons lo miró y rió.
—Lamentable
humano.
—Lamentable
esto —dijo mientras arrojaba la daga a su pecho.
Él
movió la mano y desvió la daga antes que lo alcanzara. Luego estiró el brazo
hacia él. Algo invisible y doloroso golpeó a través de su pecho mientras salía
volando hacia atrás.
Aturdido
y asustado, Heechul se recostó en el piso.
Horribles
recuerdos de la noche en que sus amigos habían muerto lo atravesaron. El modo
en que los guerreros Daimons Spathi los habían destrozado…
No,
no, no.
Ellos
estaban muertos. Kangin los había matado a todos. Su pánico se triplicó
mientras luchaba por incorporarse. Estaba mareado, y su visión era borrosa
mientras se obligaba a ponerse de pie.
Siwon
estaba al otro lado del callejón en microsegundos, mientras veía caer al joven.
El
Daimon más alto, que medía lo mismo que Siwon, rió.
—Qué
agradable de parte de Shindong habernos enviado a un compañero de juegos.
Siwon
extrajo sus dos espadas retráctiles de su abrigo y extendió las cuchillas.
—Los
juegos son para los niños y para los perros. Ahora que has identificado en qué
categoría entras, te enseñaré lo que los romanos le hacen a los perros
rabiosos.
Uno
de los Daimons sonrió.
—¿Romanos?
Mi padre siempre me dijo que todos los romanos mueren chillando como cerdos.
El
Daimon atacó.
Siwon
lo esquivó y descendió su espada. El Daimon sacó una espada de la nada y evadió
su ataque con una habilidad que revelaba a un hombre con años de entrenamiento.
Los
demás Daimons atacaron a la vez.
Siwon
dejó caer sus espadas y estiró los brazos, soltando los garfios y las cuerdas
que estaban atadas a sus muñecas. Los garfios fueron directos al pecho del
Daimon más alto y del que estaba peleando contra él.
A
diferencia de la mayoría de los Daimons, ellos no se desintegraron
instantáneamente. Lo miraron fijamente, con los ojos vacíos, antes de estallar.
Pero
mientras él estaba distraído con ellos, otro Daimon recuperó su espada y le cortó
la espalda. Siwon siseó de dolor antes de girar y darle un codazo en la cara al
Daimon.
El
joven estaba de pie. Mató a dos más.
Siwon
no estaba seguro de lo que le había sucedido a los otros; a decir verdad,
estaba teniendo un poco de problemas para moverse, por el violento dolor en su
espalda.
—¡Muere,
asqueroso Daimon! —le gruñó el joven al instante de apuñalarlo en medio del
pecho.
Extrajo
la daga instantáneamente.
Siwon
siseó y se tambaleó hacia atrás mientras el dolor atravesaba su corazón. Se
agarró el pecho, incapaz de pensar en otra cosa que en su agonía.
Heechul
se mordió el labio con terror mientras veía al hombre retroceder, y no
convertirse en polvo.
—Oh,
mierda —susurró, apresurándose a ir a su lado—. Por favor, dime que eres algún
jodido Dark Hunter y que no acabo de matar a un contador o a un abogado.
El
hombre cayó con fuerza sobre la calle.
Heechul
lo hizo girar sobre su espalda y chequeó su respiración. Sus ojos estaban parcialmente abiertos, pero
no hablaba. Mantenía la mandíbula firmemente cerrada mientras gruñía
gravemente.
Aterrado,
aún no estaba seguro de a quién había apuñalado erróneamente. Con el corazón
martilleando, subió el suéter de él para ver la desagradable puñalada en el
centro de su pecho.
Y
entonces vio lo que esperaba ver…
Tenía
una marca de arco y flecha sobre su cadera derecha.
—Oh,
gracias a dios —susurró mientras el alivio lo inundaba. De hecho era un Dark
Hunter, y no un desafortunado humano.
Heechul
tomó su teléfono y llamó a Shindong para hacerle saber que uno de sus hombres
había sido lastimado, pero él no contestaba.
Así
que comenzó a marcar el número de su hermano Leeteuk, hasta que su sentido
común regresó. Había sólo cuatro Dark Hunters en esta ciudad. Shin, quien los
mandaba. Janice, a quien había conocido más temprano. El antiguo capitán
pirata, Jean-Luc. Y…
Choi
Siwon.
Él
era el único Dark Hunter en Nueva Orleáns al que no conocía personalmente. Y era el enemigo
mortal de su cuñado.
Apretó
el botón de cancelar de su teléfono. Kangin mataría a este hombre en un segundo
y haría caer la furia de Artemisa sobre su cabeza. A cambio, la diosa mataría a
Kangin por eso, y era lo último que Heechul quería. Su hermano moriría si algo
le sucediera a su esposo.
Pensándolo
mejor, si la mitad de lo que Kangin había dicho acerca de este hombre y su
familia fuese verdad, él simplemente debería dejarlo allí para que muriera.
Pero
Shin jamás le perdonaría que le hiciera eso a uno de sus hombres. Además, no
podía dejarlo allí, ni siquiera él era tan despiadado. Le gustara o no, había
salvado su vida y él estaba obligado por honor a devolverle el favor.
Dando
un respingo, se dio cuenta que tendría que ponerlo a salvo. Y era un poco
demasiado grande como para poder manejarlo solo. Marcó su teléfono de nuevo y
esperó una respuesta que llegó en un lento y suave acento Cajun.
—Hey,
Minho, soy Park Heechul. Estoy en el viejo patio de la calle Royal con un
hombre herido y necesito ayuda. ¿Hay alguna posibilidad de que quieras ser mi
caballero de brillante armadura esta noche, y le des una mano a un joven damiselo
en apuros?
La
melosa risa de Choi Minho resonó en su oído.
—Bueno,
cher, sabes que vivo por esos momentos. Estaré allí enseguida.
—Gracias
—dijo antes de darle la dirección precisa y colgar.
Minho
había sido un conocido suyo, ya que los dos frecuentaban muchos de los mismos
restaurantes y clubes.
Minho
era un pícaro encantador, y tan apuesto como ningún otro hombre que hubiese
visto. Tenía un cabello castaño oscuro que tendía a caer sobre un par de ojos seductores
que deberían ser ilegales.
Y
cuando se trataba de su sonrisa…
Ni
siquiera él era totalmente inmune.
Se
había sorprendido al enterarse en la boda de su hermano, tres años atrás, que Minho
en realidad trabajaba para los no-muertos. Los rumores siempre habían abundado
acerca de lo que Minho hacía para ganarse la vida. Cada nativo que rondaba el
Barrio sabía que el hombre tenía toneladas de dinero y ningún trabajo real que
alguien pudiese percibir. Cuando había aparecido como padrino de Kangin, Heechul
había quedado completamente conmocionado.
Pero
desde esa noche, Minho y él habían forjado una extraña alianza como compañeros
de tragos y cómplices de aventuras, que vivían para irritar a los Dark Hunters.
Era realmente agradable tener a alguien con quien poder
hablar, que sabía que los vampiros eran reales y que comprendía los
peligros a los que se enfrentaba cada noche.
Heechul
se sentó en el camino empedrado esperando a Minho. Siwon aún no se movía. Inclinó
la cabeza para estudiar al gran Satanás de Kangin. De acuerdo a su cuñado, Siwon
y su familia Romana habían sido la peor clase de bastardos.
Habían
asesinado y violado a cualquiera que se atravesara en su camino mientras
conducían sangrientas campañas a través del mundo antiguo. Él hubiese tomado
las difamaciones de Kangin con reservas si no fuese por el hecho que los demás
Dark Hunters estaban de acuerdo.
Por
lo que sabía, a nadie le agradaba Siwon. A nadie.
Pero
mientras lo observaba respirar ligeramente, no le parecía tan siniestro.
Probablemente porque estaba prácticamente muerto.
En
realidad, ya estaba muerto. Pero aún respiraba. La luz de la luna proyectaba
sombras sobre los apuestos planos de su rostro y mostraba las gotas en su ropa,
en donde estaba sangrando. Si pudiese desangrarse hasta la muerte, sostendría
una compresa contra su herida en el pecho, pero como no era así, se quedó
quieto.
—¿Cómo
moriste? —susurró.
Kangin
no lo sabía, y en todas sus lecturas sobre la antigua Roma y Grecia, el nombre
de Siwon había sido raramente mencionado. Para toda la brutalidad de la que Kangin
lo acusaba, Choi Siwon no era mucho más que una nota a pie de página en la
historia.
—Hey,
Heenim, ¿estás ahí?
Heechul
suspiró con alivio ante el sonido del profundo y lento acento cajun de Minho.
Gracias a Dios que vivía a sólo tres calles y sabía cómo apresurarse ante un aprieto.
—Por
aquí.
Vestido
con un par de vaqueros gastados y una camisa azul de mangas cortas, Minho se
unió a él rápidamente, y maldijo en el instante en que vio quién estaba tirado
en el piso.
—Tienes
que estar bromeando —gruñó luego de que le pidiera que lo ayudase a levantar a Siwon—.
No mearía encima de él ni aunque se estuviese incendiando.
—¡Minho!
—dijo Heechul, sorprendido ante su rencor. Normalmente Minho era uno de los
hombres más tranquilos—. Eso fue innecesario.
—Oh,
sí, claro. Me doy cuenta que no llamaste a Kangin para esto. ¿Por qué, Heechul?
¿Porque los mataría a ambos?
Heechul
sofocó su propio temperamento, ya que sólo aumentaría la ira de él si comenzaba
a decirle lo infantilmente que se estaba comportando.
—Vamos,
Minho. No seas así. Yo tampoco quiero ayudarlo, pero Shin no responde al
teléfono, y aparentemente no le agrada a nadie más.
—Eso
es condenadamente cierto. Todos, excepto tú, tienen cerebro. Deja que se pudra
en la calle.
Heechul
se puso de pie y lo enfrentó con las manos en la cadera.
—Bien.
Entonces tú explícale a Shin porqué uno de sus Cazadores fue asesinado. Ocúpate
tú de su furia. Yo salgo de esto.
Minho
entrecerró los ojos al mirarlo.
—Realmente
apestas, Hee. ¿Por qué no llamaste a Jey por esto?
—Porque
es incómodo pedirle un favor a tu ex, quien está felizmente casado con otro,
¿está bien? De algún modo pensé que mi amigo Minho no me fastidiaría con esto,
pero ahora puedo ver que estaba equivocado.
Él
dio un exagerado respingo ante eso.
—Realmente
odio a este hombre, Heechul. He conocido a Kangin por demasiado tiempo, y le
debo demasiado como para prestar ayuda al hombre cuyo abuelo lo crucificó.
—Y
nosotros no somos responsables por las acciones de los miembros de nuestra
familia, ¿verdad, Minho?
Su
mandíbula tembló al escucharlo.
El
padre de Minho había sido un asesino convicto que había muerto en un motín en
la prisión. Todos sabían muy bien que el hombre era un criminal que había
pasado toda la juventud de Minho entrando y saliendo de la cárcel por todo tipo
de crímenes ofensivos. El propio Minho iba camino a repetir el destino de su
padre cuando Kangin había aparecido y lo había salvado.
—Eso
fue bajo, Heenim, realmente bajo.
—Pero
es cierto. Ahora, por favor, olvida que es un imbécil y ayúdame a llevarlo a
casa, ¿sí?
Minho
le gruñó antes de acercarse a ellos.
—¿Sabes
dónde vive?
—No,
¿y tú?
—En
algún sitio del Garden District. —Minho extrajo su teléfono y marcó un número.
Un minuto después, maldijo—. Kennie,
atiende el teléfono. —Maldijo nuevamente, luego colgó y lo miró con rabia—.
Sabes, es malo cuando el propio Escudero del tipo no responde para salvarlo.
—Quizás
Kennie está ocupado.
—Quizás
Kennie es psíquico.
—Minho…
Minho
metió el teléfono en su bolsillo, luego se inclinó y arrojó a Siwon sobre su
hombro, y se encaminó fuera del patio, donde estaba estacionado su Jaguar, en
la calle. Dejó caer bruscamente a Siwon en el asiento del acompañante.
—¡Cuidado
con su cabeza, Minho! —le dijo Heechul cuando Minho la golpeó contra el auto.
—No
es que vaya a matarlo o algo así. De cualquier modo, ¿qué le sucedió?
—Lo
apuñalé.
Minho
parpadeó y luego se echó a reír.
—Sabía
que había alguna razón para que me gustaras. Oh, hombre, no puedo esperar a
contarle a Kangin. Se morirá de risa.
—Sí,
bueno, mientras tanto, lleva a Siwon de regreso a mi casa y dame el número de Kennie,
así puedo seguir intentando llamarlo.
—¿Y
quieres decirme cómo voy a llevarlo a tu casa si la calle Bourbon está cerrada
para el tráfico luego que oscurece? —Heechul lo miró cómicamente. Él le gruñó —. Está bien, pero me debes una grande.
—Sí,
sí. Manos a la obra, Escudero.
Minho
murmuró algo en voz baja, que Heechul estaba seguro de que era cualquier cosa
menos halagador, antes de ir al otro lado de su auto y subir.
Como
su auto era de dos asientos, Heechul salió a pie para reunirse con él en su
tienda. Mientras caminaba entre la gente, sintió que algo maligno pasaba junto
a él, físicamente.
Dando
vueltas, escudriñó la multitud, pero no vio nada. Aún así, lo sentía adentro,
muy profundo.
—Algo
malvado viene en camino… —susurró el título de su
libro favorito de Ray Bradbury.
Y
algo dentro suyo le dijo que era mucho más maligno que cualquier cosa que
hubiese enfrentado antes.
Siwon
despertó lentamente, al escuchar a alguien tarareando cerca.
¿Tarareando?
Abrió
los ojos parpadeando, esperando encontrarse en su propia cama, en su propia
casa. En cambio, estaba en una cama antigua muy grande, con un dosel de madera
adornado con un acolchado terciopelo de Borgoña.
La
voz que escuchaba provenía de una mecedora, a su izquierda. Giró la cabeza y
quedó apabullado por lo que encontró.
Era…
Bueno,
a primera vista parecía una mujer muy grande. Tenía largo cabello rubio y
vestía un suéter peludo color rosa de mangas cortas, y pantalones caqui. Sólo
que la “mujer” tenía unos hombros tan anchos como los de Siwon y una
pronunciada nuez.
Estaba
sentada en la silla, pasando las páginas de la edición de otoño de Vogue con
unas brillantes uñas rojo sangre que podían pasar por garras. Levantó la vista
y cesó de canturrear.
—¡Oh!
¡Estás despierto! —dijo emocionada, levantándose inmediatamente y revoloteando
alrededor de la cama. Tomó torpemente lo que parecía ser un walkie- talkie que
estaba sobre la mesa de luz y presionó el botón mientras se aseguraba de no quebrarse una uña—. Hee, el
Sr. Sexy está despierto.
—Está
bien, Gunhee, gracias.
Siwon
tenía un débil recuerdo de aquella voz, pero no era demasiado claro, mientras
intentaba recordar lo que le había sucedido.
—¿Dónde
estoy? —preguntó.
“En
el infierno” parecía la respuesta más adecuada. Pero, el dolor en su cuerpo, y
la habitación en penumbras que era una mezcla tan peculiar de lo antiguo y lo
moderno, le decían que ni siquiera el infierno sería tan malo o vulgar.
—No
te muevas, dulzura —le dijo la mujer desconocida mientras continuaba
gesticulando y rondando la cama—. Hee estará aquí enseguida. El dijo que no
debía dejarte ir a ningún lado. Así que no lo hagas.
Antes
de que pudiese preguntar quién era Hee, un joven irrumpió en la habitación.
Él
era alto, tenia su cuerpo bien definido. Su cabello castaño estaba un poco
largo y tenía una gran cicatriz sobre el pómulo izquierdo.
Siwon
se quedó helado ante la visión del joven guerrero que había visto la noche
anterior. Los recuerdos lo inundaron. Incluyendo aquél en que lo apuñalaba en
el pecho, ayudado por el hecho de que aún llevaba un enorme cuchillo de
carnicero en la mano derecha.
—¡Tú!
—lo acusó, corriéndose hacia el borde más alejado de la cama.
El
joven se encogió visiblemente antes de volverse hacia la mujer y empujarla
hacia la puerta.
—Gracias,
Gunhee, te agradezco que lo hayas vigilado.
—Oh,
cuando quieras, cariño. Sólo llámame si necesitas algo.
—Lo
haré. —Empujó a la mujer por la puerta y la cerró de un portazo—. Hola —le dijo
a Siwon.
Él
miró fijamente el cuchillo en su mano, y entonces miró hacia abajo, a la herida
curada en su pecho.
—¿Qué?
¿Regresaste para terminar conmigo?
Amor a primera vista
ResponderEliminarOk....no queria hacerlo,pero me es inevitable y haré lo mismo que hizo Minho
ResponderEliminarJqjajajajajajajajaj
Es que...jajajajaja casi mata a siwon por error,sin querer iba a "vengar" a su amadisimo cuñado jajajajajajajaja
Ay Hee por dios....
Luego me abria calmado pero,la descripción de siwon que hizo del "otro" que lo estaba cuidando me dio tanta risa.
Seee casualidades que nadie mas estuviera disponible,por supuesto Shin tampoco....claro