—Gracias,
Gunhee, te agradezco que lo hayas vigilado.
—Oh,
cuando quieras, cariño. Sólo llámame si necesitas algo.
—Lo
haré. —Empujó a la mujer por la puerta y la cerró de un portazo—. Hola —le dijo
a Siwon.
Él
miró fijamente el cuchillo en su mano, y entonces miró hacia abajo, a la herida
curada en su pecho.
—¿Qué?
¿Regresaste para terminar conmigo?
Él
frunció el ceño.
—¿Qu…?
—Entonces su mirada fue hacia el cuchillo que sostenía—. Oh, esto. No, lo de
anoche fue un completo accidente.
Heechul
dejó el cuchillo sobre el tocador, luego giró para enfrentarlo. Debía admitir
que Siwon se veía extremadamente apuesto sobre su cama. Sus rasgos estaban
perfectamente cincelados como por un maestro del arte. Y ese cuerpo suyo…
Realmente,
ningún hombre debería verse tan delicioso.
Por
eso es que él había pasado la noche en su oficina en la planta baja, y por eso
había enviado a Gunhee a cuidarlo a primera hora de la mañana.
Apetitoso.
Despierto
parecía peligroso. Y aún así, apetitoso.
Tenía
que darle crédito a la diosa; Artemisa tenía un gusto exquisito en hombres. Y
por lo que Heechul sabía, y de acuerdo con las palabras de Leeteuk, no había
tal cosa como un Dark Hunter feo.
En
verdad no podía culpar a la diosa por eso. Si uno tuviese que elegir hombres
para su ejército personal, ¿quién no escogería a los más altos y apuestos del
montón?
Eso
también explicaba porqué Shindong era su líder.
Sí,
era bueno ser una diosa. Heechul no podía siquiera imaginar lo genial que sería
dominar toda esa deliciosa testosterona.
Y
Siwon era material de Dark Hunter de primera calidad, mientras estaba sentado
con un brazo divinamente esculpido asegurado contra su colchón, mientras el
resto de él estaba completamente al descubierto ante su mirada. Parecía una bestia salvaje enroscada, lista para atacar.
Pero
estaba confundido. Sentía sus emociones llegando hasta él. También estaba
enojado, pero Heechul no estaba seguro de la razón.
—Estás
a salvo aquí —le dijo, acercándose a la cama—. Sé lo que eres, y me aseguré que
todas las ventanas estuviesen cubiertas.
—¿Quién
eres? —preguntó él en un tono sospechoso.
—Park
Heechul —respondió.
—¿Eres
un Escudero?
—No.
—¿Entonces
cómo sabes…?
—Soy
amigo de Shindong.
La
furia de Siwon estalló al escucharlo.
—Estás
mintiendo.
Repentinamente,
se puso de pie, y luego siseó al darse cuenta de que estaba completamente
desnudo.
Heechul
se mordió el labio para evitar gemir al ver toda esa exquisita piel desnuda.
Debía darle crédito a los Dark Hunters, todos estaban increíblemente bien
formados.
Siwon
agarró la sábana de su cama y se tapó.
—¿Dónde
está mi ropa? —preguntó en el tono más desdeñoso que Heechul jamás había
escuchado.
No
era extraño que Minho y los demás lo pasaran mal con él. La arrogancia y una
suprema superioridad brotaban de cada molécula de ese masculino cuerpo. Era
evidente que Siwon era un hombre acostumbrado a dar órdenes, lo cual tenía
sentido, ya que sabía que una vez él había sido un General romano.
Desdichadamente,
Heechul no estaba acostumbrado a seguir las órdenes de nadie, especialmente de
un hombre.
—No
te alteres —dijo, riendo ante su mal chiste—. Tu ropa está en la lavandería. La traerán en cuanto esté
lista.
—¿Y
mientras tanto?
—Parece
que estás desnudo.
La
mandíbula de Siwon se endureció, como si no pudiese creer lo que estaba
escuchando.
—¿Perdón?
—Te perdono todo lo que quieras, aún así seguirás desnudo. —Heechul se detuvo ante la traviesa imagen en su mente—. Ahora que lo pienso, un hombre hermoso, desnudo, rogando… eso es una fantasía. Rogar no te regresará tu ropa, pero podría traerte otra cosa —le dijo levantando las cejas.
El
puño de Siwon se apretó contra la sábana que sostenía alrededor de su cintura. Heechul
podía sentir que estaba ofendido y, aún así, extrañamente divertido.
Meneó
la cabeza.
—Sabes,
eres romano. Podrías hacerte una toga con la sábana.
Él
sintió una extraña necesidad de farfullar. Si fuera un plebeyo, probablemente
lo hubiese hecho.
Esta
debía ser el joven más extraño que existiera.
—¿Cómo
sabes que soy romano?
—Te
lo dije, conozco a Shin y al resto de ustedes, habitantes de la noche —Lo miró
juguetonamente—. Vamos, hazte una toga para mí. Intenté hacer una en la
universidad, y terminó cayéndose en medio de la fiesta. Gracias a dios que mi
compañero de cuarto estaba lo suficientemente sobrio como para levantarla y
envolvérmela alrededor antes de que los chicos de la fraternidad se
abalanzaran.
Detrás
suyo, oyó sonar un reloj cucú. Siwon se dio vuelta para ver la hora y frunció
el ceño al darse cuenta de que el “pájaro” con un parche en el ojo.
—¿No
es para morirse de risa? —preguntó Heechul—. Lo compré en Suiza, cuando pasé un
año allí estudiando.
—Fascinante
—dijo fríamente—. Ahora, si me dejas, iré…
—Epa,
espera un segundo, compañero. No soy tu sirviente y no usarás ese tono conmigo.
¿Capisce?
—Saeva
scaeva —murmuró Siwon en voz baja.
—Saeve
puer —le retrucó Heechul.
Siwon
en realidad se quedó con la boca abierta.
—¿Acabas
de insultarme en latín?
—Tú
me insultaste primero. Y no es que me sienta particularmente insultado por que
me llamen “diableso desenfrenado”. Es un poco halagador, pero de todos modos no
soy el tipo de persona que acepta un insulto en silencio.
A
pesar de sí mismo, Siwon estaba impresionado. Verdaderamente había pasado mucho
tiempo desde que había conocido a una pareja que hablara su lengua nativa. Por
supuesto, no le agradaba que lo llamaran “niño tonto”, pero había que darle
crédito a una pareja que poseía una inteligencia semejante.
Y
había pasado una eternidad desde que había estado con alguien que no lo
desdeñara abiertamente. El no era mordaz en sus réplicas. Más bien estaba
discutiendo con él como un polemista campeón que no se tomaba nada de esto a
pecho.
Qué
inusual…
Qué
terroríficamente placentero.
De
pronto, la canción de Dimensión Desconocida resonó por la casa.
—¿Qué
es eso? —preguntó aprensivamente.
Quizás
en verdad se había adentrado en el reino de Rod Serling.
—El
timbre. Probablemente están trayendo tu ropa.
—¡Hee!
—gritó Gunhee desde algún sitio fuera de la habitación—. Es Ben, con tus cosas.
Siwon
se puso rígido ante el burdo comportamiento.
—¿Él
siempre grita de ese modo?
—Hey,
vamos —dijo Heechul severamente—. Gunhee es una de mis amigas más queridas en
el mundo, y si la insultas o continúas diciéndole “él”, te clavaré una estaca
en un lugar que dolerá más que en tu pecho —dijo, dejando caer la mirada
significativamente hacia su entrepierna.
Siwon
abrió los ojos ante su amenaza. ¿Qué tipo de pareja decía algo así a un hombre?
Antes
de que pudiera hablar, el joven abandonó el dormitorio.
Asombrado,
no estaba seguro de qué hacer. Qué pensar. Fue hacia el tocador, donde él joven
había dejado el cuchillo. Al lado del mismo estaban su billetera, sus llaves y
su teléfono.
Tomó
el teléfono y llamó a Shindong, quien respondió inmediatamente.
—Necesito
ayuda —le dijo Siwon, por primera vez en dos mil años. Shindong gruñó
suavemente.
—¿Ayuda
con qué? —preguntó.
Su
voz gravemente acentuada sonaba atontada, como si Siwon lo hubiese despertado
de un profundo sueño.
—Estoy
en la casa de un loco que dice conocerte. Tienes que sacarme de aquí ahora
mismo, Shindong. No me importa lo que haga falta.
—Es
mediodía, Siwon. Los dos deberíamos estar durmiendo. —Shindong se detuvo—. De
cualquier modo, ¿dónde estás?
Siwon
miró alrededor de la habitación. Había collares de Mardi Gras colgados por
todas partes, sobre el espejo triple del antiguo tocador. En lugar de una
alfombra Persa, había… un gigantesco mapa de rutas de autos de juguete. Había
partes del cuarto que mostraban un gusto y una clase impecables, y otras partes
que eran sencillamente espantosas.
Vaciló
frente a lo que parecía ser un altar vudú.
—No
lo sé —dijo Siwon—. Oigo una horripilante música que proviene del exterior,
bocinas estruendosas, y estoy en una casa donde hay un pájaro cucú con un
mohawk, un transvestido, y un lunático manipulador de cuchillos.
—¿Por
qué estás en casa de Heechul? —preguntó Shindong.
Siwon
quedó apabullado ante la pregunta. ¿Shindong realmente lo conocía? Está bien, Shindong era
un poquito excéntrico,
pero hasta este momento, Siwon había asumido que el Atlante
tenía más sentido que para asociarse con humanos de tan poca clase.
—¿Perdón?
—Relájate
—dijo Shindong bostezando—. Estás en buenas manos. Hee no te lastimará.
—¡Me
apuñaló!
—Demonios
—dijo Shin—. Le dije que no apuñalara a más Cazadores. Odio cuando hace eso.
—¿Tú
lo odias? Soy yo quien tiene una herida pudriéndose.
—¿En
serio? —preguntó Shindong—. Jamás conocí a un Dark Hunter que tuviese una
herida podrida. Al menos no externamente.
Siwon
hizo rechinar sus dientes ante el descolocado humor del Atlante.
—No
te encuentro divertido, Shindong.
—Sí,
lo sé. Pero mira el lado bueno: eres el tercer Dark Hunter al que ha derribado
hasta ahora. En ocasiones se entusiasma un poquito.
—¿Se
entusiasma un poquito? Ese joven es una amenaza.
—Nah,
es un buen chico. A menos que seas un Daimon; entonces podría competir con la
esposa de Sócrates.
Siwon
lo dudaba. Incluso la infame y regañona griega debía ser más sosegada que Heechul.
La
puerta se abrió y mostró a Heechul entrando a la habitación con su ropa
envuelta en plástico.
—¿Con
quién estás hablando? —le preguntó.
—Mándale
saludos —dijo Shindong un segundo más tarde.
Esta
vez, Siwon farfulló. No podía creer lo que estaba sucediendo. Que estos dos se
conociesen tan bien.
Miró
fijamente a Heechul mientras él colgaba su ropa en el pomo de la puerta del
placard.
—Shindong
te manda saludos.
Heechul
fue a pararse frente a él, se inclinó hacia delante y levantó la voz para que Shindong
pudiese escucharlo por el teléfono.
—Hola,
bebé hermoso. ¿No deberías estar durmiendo?
—Sí,
así es —le dijo Shindong a Siwon.
—No
llamas “bebé” a Shindong —le dijo Siwon sombríamente a Heechul. El le bufó.
Como un caballo.
—Tú
no llamas “bebé” a Shindong porque… bueno, porque es sencillamente enfermo.
Pero yo le digo “bebé” todo el tiempo.
Siwon
estaba impresionado.
¿El
era…?
—No,
no es mi novio —dijo Shindong del otro lado, como si pudiese escuchar los
pensamientos de Siwon—. Le dejo eso a otro pobre bobo.
—Tienes
que ayudarme, Shindong —dijo Siwon, aferrando con más fuerza la sábana mientras
se apartaba de Heechul, quien continuaba persiguiéndolo por toda la habitación.
—Está
bien, escucha. Aquí tienes un poco de ayuda. ¿Recuerdas tu preciado abrigo de
cachemira?
Siwon
no podía imaginar cómo eso podría ayudarlo, pero a esta altura estaba dispuesto
a intentar cualquier cosa.
—¿Sí?
—Cuídalo.
Gunhee es más o menos de tu tamaño y definitivamente intentará robarlo si lo
ve. Tiene un extraño fetiche con las chaquetas y los sobretodos, especialmente
si han sido usados por hombres. La última vez que estuve en la ciudad, terminó
quedándose con mi chaqueta de motociclista preferida.
Siwon
se quedó boquiabierto.
—¿Y
cómo es que te relacionas con transvestidos, Shindong?
—Tengo
muchos amigos interesantes, Siwon, y algunos de ellos incluso son unos
completos y absolutos imbéciles.
Él
se puso rígido.
—¿Eso
iba dirigido a mí?
—No.
Sólo pienso que eres demasiado tenso para tu propio bien. Ahora, si has
terminado de retarme, me gustaría volver a dormir.
Shin
colgó el teléfono.
Siwon
se quedó parado allí, sosteniendo su teléfono celular. Se sentía como si
alguien hubiese cortado la línea con el preservador de su vida, y lo dejase a
la deriva en aguas infectadas de tiburones.
Que
Júpiter lo ayudara.
Heechul
levantó la almohada del piso y la devolvió a la cama. Se quedó quieto al ver la
espalda de Siwon. Diablos, tenía el trasero más lindo que había visto en
cualquier hombre. Alguien debería ponerle una etiqueta de Calidad Superior. Apenas podía evitar acercarse y
apretarlo, pero su postura rígida y helada le mantenía a raya.
Eso,
y la multitud de cicatrices que desfiguraban su espalda. Parecía que alguien lo
había golpeado repetidamente.
Pero,
¿quién se habría atrevido a hacer algo así?
—¿Estás
bien? —le preguntó Heechul mientras él iba hacia el tocador y dejaba su
teléfono.
Él
pasó su mano por su cabello y suspiró.
—¿Cuántas
horas faltan hasta el atardecer?
—Un
poquito más de cinco —Heechul sentía que aún estaba enojado y confundido—. ¿Quieres
regresar a la cama a dormir?
Él
le miró cruel y amenazadoramente.
—Quiero
ir a casa.
—Sí,
bueno, te hubiese llevado a casa si Kennie hubiera atendido su teléfono anoche.
—Suspendí
a Kennie por mal comportamiento —dijo Siwon en voz baja. Entonces su rostro se
puso repentinamente pálido.
Heechul
sintió terror, seguido rápidamente por un dolor tan agudo que le hizo dar un
respingo.
—¿Qué
sucede? —preguntó.
—Necesito
ir a casa inmediatamente.
—Bueno,
a menos que tengas una relación muy especial con Apolo de la que deba
enterarme, eso es tan probable como que yo gane la lotería, lo cual sería muy
probable si Shin compartiera esos malditos números conmigo. Perverso canalla.
No comparte nada —Sintió que una ola de desolada desesperación consumía a Siwon. Instintivamente, fue hacia él y tocó
suavemente su brazo—. Está bien, en serio. Te llevaré de regreso en cuanto
caiga el sol.
Siwon
miró la mano que estaba apoyada sobre su bíceps. Ningún joven había puesto una
mano desnuda sobre él en siglos. No era sexual. Era tranquilizante. La mano de
alguien que le ofrecía consuelo.
Levantó
la mirada hacia él. Tenía unos ojos ardientes.
Eran
vivos e inteligentes. Más que nada, eran bondadosos, y la bondad no era algo a
lo que Siwon estuviese acostumbrado.
La
mayoría de la gente lo miraba e instantáneamente sentía un fuerte desagrado.
Como humano, lo había atribuido a su estatus de realeza, y a la fama bien
merecida de su familia por su brutalidad.
Como
Dark Hunter, se desprendía del hecho de que era romano, y como Roma y Grecia
habían pasado siglos guerreando entre sí hasta que Roma finalmente había puesto
a Grecia de rodillas, era de esperar que los griegos lo odiaran.
Desgraciadamente, los griegos y las amazonas eran un grupo que decía lo que
pensaba, que rápidamente había puesto a los demás Dark Hunters y Escuderos en
contra de sus hermanos de origen romano.
A
través de los siglos, Siwon se había auto-convencido de que no necesitaba
hermanos de armas, y hasta había comenzado a obtener una especie de mórbida
diversión recordándoles su estatus de realeza Romana.
Desde
el primer año de su renacimiento, había aprendido a golpear antes de ser
golpeado.
Finalmente
había adoptado la rígida formalidad y el sentido de decencia que su padre le
había inculcado a golpes cuando era pequeño.
Pero
esa formalidad se desvaneció ante la bondad del tranquilizador contacto de este
joven.
Heechul
tragó mientras algo pasaba entre ellos. Su mirada oscura e intensa lo atravesó
y, por primera vez, no era desaprobatoria o prejuiciosa. Era casi tierna, y la
ternura no era algo que esperara de un hombre con la reputación de Siwon.
Él
puso sus dedos contra la cicatriz en su mejilla. No vio el desprecio que tenía
la mayoría de los hombres en sus rostros cuando la veían. En cambio, él trazó
suavemente la línea.
—¿Qué
sucedió? —le preguntó.
Casi
dijo “accidente de autos”. Había dicho esa mentira tanto tiempo que ahora era
prácticamente automática. Sinceramente, era mucho más fácil decir la mentira
que vivir la verdad.
Sabía
lo espantoso que era su rostro. Su familia no tenía idea de cuántas veces los
había oído por casualidad haciendo comentarios sobre su cicatriz. Cuántas veces
Kangin le había dicho a Leeteuk que él felizmente pagaría para que se hiciera
una cirugía plástica.
Pero
Heechul había tenido terror de los hospitales desde que su tía había muerto por
una sencilla amigdalectomía que había salido mal. Jamás elegiría hacerse algo
sólo porque ya no era bonito. Si el resto del mundo no podía tratar con ella,
era problema de ellos, no suyo.
—Un
Daimon —dijo tranquilamente—. Dijo que quería darme un regalo especial para que
siempre lo recordara —La mandíbula de Siwon comenzó a temblar ante esas
palabras, y sintió la furia que sentía por él—. Le daré crédito —dijo, con un
nudo en la garganta—. Tenía razón. Pienso en él cada vez que me miro al espejo.
Siwon
dejó caer su mano hasta la cicatriz en su cuello, donde uno de los Daimons lo
había mordido. Si no fuese por Kangin, que había venido en su rescate,
probablemente hubiese muerto esa noche.
—Lo
siento —susurró él.
Esas
eran palabras que Heechul estaba seguro que jamás habían salido de los labios
de este hombre.
—Está
bien. Todos tenemos cicatrices. Simplemente tengo suerte de que la mayoría de
las mías estén en el exterior.
Siwon
estaba asombrado por su sabiduría. Jamás habría esperado tal profundidad de
pensamiento en alguien como él. El apretó ligeramente su mano antes de quitarla
de su cuello y apartarse.
—¿Tienes
hambre?
—Estoy
famélico —le respondió con sinceridad.
Como
la mayoría de los Dark Hunters, él generalmente hacía tres comidas por noche.
Una no mucho después de despertar al atardecer, otra alrededor de las diez u
once de la noche, y la tercera alrededor de las tres o cuatro de la mañana.
Como había sido herido bastante temprano, sólo había comido una vez la noche
anterior.
—Bien,
tengo una cocina muy bien surtida. ¿Qué te gustaría?
—Algo
italiano.
—Suena
bien. Ve a vestirte y nos encontramos abajo. La cocina es la puerta a la
izquierda. No abras la de la derecha que tiene una etiqueta de “Riesgo
biológico”. Esa conduce a mi tienda y allí no hay más que luz del sol. —Comenzó
a dirigirse a la puerta cerrada detrás
de sí, y entonces se detuvo—. A propósito, quizá quieras dejar tu abrigo en mi
armario hasta que te vayas. Gunhee…
—Shindong
ya me advirtió.
—Ah,
bien. Nos vemos pronto.
Siwon
esperó hasta que se hubiera ido antes de ir a cambiarse. Mientras colgaba su
abrigo en el armario, le sorprendió el hecho que tuviese tanta ropa negra como
él. El único color en su armario era una camisa de satén rosa brillante que
sobresalía fuertemente entre el mar de oscuridad. Eso, y unos cortos pantalones
rojo.
Fueron
los pantalones cortos lo que llamó su atención mientras una imagen no deseada
de Heechul vistiéndolos lo atravesó, y se preguntó si tendría buenas piernas.
Siempre
había apreciado un par de suaves y bien proporcionadas piernas. Especialmente
cuando estaban envueltas a su alrededor.
Su
cuerpo se endureció instantáneamente ante ese pensamiento. Siwon hizo una mueca
al sentirse de pronto como un pervertido parado frente a su armario, soñando
despierto con él.
Cerró
la puerta inmediatamente y abandonó la habitación. El pasillo estaba pintado en
un tono amarillo brillante que era un poco fuerte para sus sensibles ojos de
Dark Hunter. Había un cuarto a través del pasillo que tenía la puerta abierta y
mostraba un dormitorio ordenado, y decorado con buen gusto. Vio un vestido de
lentejuelas plateadas sobre la antigua cama y una recargada peluca castaña
reposando sobre una cabeza de goma-espuma detrás del mismo.
—Oh,
hola, belleza —dijo Gunhee mientras salía de lo que debía ser un baño. Llevaba
un turbante sobre su cabeza aparentemente pelada, y una bata rosa—. Hee está
abajo.
—Gracias
—dijo él, inclinando la cabeza.
—Uuuh,
modales. Qué cambio agradable para Hee. La mayor parte de los hombres que trae
a casa son todos groseros rufianes.
Excepto ese Shin, que es extraordinariamente educado. Pero él también es
extraño. ¿Lo has visto alguna vez?
—Nos
conocemos, sí.
Ella
tembló visiblemente.
—Uuuh,
me gusta el modo en que dices “conocemos”, bombón. Tienes un buen acento. Ahora
será mejor que te vayas antes que robe más de tu tiempo. Dios sabe que te
dejaré sordo si me dejas.
Sonriendo
ante sus extravagantes gestos mientras lo ahuyentaba, Siwon se despidió y cerró
la puerta. Había algo extrañamente encantador en Gunhee.
Bajó
por la hermosa escalera de cerezo que conducía a un pequeño rellano. Frunció el
ceño ante la etiqueta de “Riesgo biológico” que estaba justo donde Heechul
había dicho. Giró hacia la izquierda, donde dos puertas francesas, a las que
les vendría bien un arreglo, llevaban hacia un pequeño comedor. Dentro había
una vieja mesa campestre marrón y blanca y sillas de respaldo alto que, en
algún momento, habían estado en mejores condiciones.
Las
paredes estaban pintadas de un blanco brillante, las persianas negras habían
sido cerradas por él, para bloquear la luz del sol. Y un aparador negro estaba
ubicado contra la pared más lejana. La parte superior estaba atestada de fotos
y platillos de colección, pero lo que lo sorprendió fue una foto de 8 x 10 en
el centro del aparador, de quien parecía ser Heechul en un traje de novio,
junto a un hombre cuyo rostro estaba cubierto por una pequeña foto recortada de
la cabeza de Russell Crowe.
Se
estiró para quitar la foto.
Lindo comienzo....quitando el hecho que lo apoñalo....vamos que Hee solo se defendia...no lo culparé por eso.
ResponderEliminarA Siwon lo desafian y los ve como menos...se siwnte superior....pero Hee lo desafia y se porta...lindo(?) Jajajaj,bueno,tampoco puedo culparlo,tiene debilidad por los jovenes lindos...o solo por hee *0*
Jajajaja cuidado con el abrigo
Que interesante encuentro, ahí hubo chispa... me gusta
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