Pasión Nocturna (DH8) - 5




—No te preocupes. Shin está en la ciudad y hay un Dark Hunter extra al que trajo. Todo está bien.
—Está bien. Confío en que sabes cuidarte, pero… ¿Hee?
—¿Sí?
—Deja de mentirme. No me gusta.

Heechul colgó el teléfono, sintiéndose un poco raro por su conversación. Y se sentía aún más extraño por la predicción de Leeteuk acerca de su salud. Lo preocupaba mucho, especialmente cuando estaba combinada con su propia sensación de intranquilidad.
Casi había muerto dos veces tres años atrás, cuando Changsu había intentado asesinar a Leeteuk y a Kangin. Desde entonces, ningún Daimon se había acercado a él. Principalmente porque había perfeccionado sus habilidades y se había vuelto mucho más observador.
Pero los de la noche anterior…
Habían sido difíciles de matar, y un grupo de ellos había escapado. Seguramente no regresarían. La mayoría de los Daimons desocupaban el área rápidamente luego de cruzarse con él, o con uno de los Dark Hunters.
La valentía no era precisamente algo por lo que fueran conocidos: como eran jóvenes, y la idea era mantenerse con vida, muy pocos Daimons querían competir con el ejército de Artemisa, el cual constaba de guerreros con cientos, si no miles, de años de experiencia en combatirlos.
Sólo Changsu —quien había sido mitad dios— había poseído la fuerza y estupidez suficientes como para pelear con los Dark Hunters.
No, los Daimons de la noche pasada se habían ido, y él estaría bien. Leeteuk debía haber comido algo en mal estado, o algo así.
Regresó junto a Siwon, que estaba terminando con su cena.
—¿Cuáles son tus poderes? —le preguntó.
Él pareció un poquito desconcertado ante la pregunta.
—¿Perdón?
—Tus poderes de Dark Hunter. ¿Incluyen premoniciones o precogniciones?
—No —dijo él antes de tomar un trago de vino—. Como la mayoría de los Dark Hunters romanos, salí bastante, y por favor disculpa lo burdo de esto, “perjudicado” en ese departamento.
Heechul frunció el ceño.
—¿Qué quieres decir?
Él respiró hondo antes de responder.
—A Artemisa no le importaba el hecho de que en Roma ella no fuese una deidad importante. Más bien, era principalmente venerada por nuestras clases más bajas, los esclavos y mujeres y jóvenes. Así que mudó su rencor a nosotros cuando fuimos creados. Soy más fuerte y más ágil que un humano, pero no poseo los elevados poderes psíquicos que tienen el resto de los Dark Hunters.
—¿Entonces cómo te las arreglas para luchar contra los Daimons?
Él se encogió de hombros.
—Del mismo modo que tú. Peleo más habilidosamente que ellos.
Sí, tal vez, pero él se encontraba ensangrentado con frecuencia luego de sus batallas. Se preguntaba qué tan seguido le pasaba a él también. Era difícil luchar contra un Daimon siendo humano.
—Eso no está bien —dijo Heechul, enojada en su nombre por que Artemisa hubiese creado una desigualdad semejante entre sus Dark Hunters.
¿Cómo podía la diosa hacerlos flojos, sabiendo lo que tenían que enfrentar? Hombre, Simi tenía razón. Artemisa era una diosa-bruja.
Siwon frunció el ceño ante la furia que escuchó en la voz de Heechul. No estaba acostumbrado a que nadie se pusiera de su lado en ningún asunto. Ni como hombre, ni como Dark Hunter. Siempre había parecido ser su desdicha terminar del lado de los perdedores en cualquier asunto, sin importar si estaba en lo correcto o no.
—Pocas cosas son justas alguna vez —Tomó lo último de su vino y se puso de pie, luego inclinó la cabeza hacia él—. Gracias por la comida.
—Cuando quieras, Won.
Él se puso rígido cuando utilizó el sobrenombre que despreciaba. Las únicas personas que lo habían usado habían sido su hermano mayor y su padre, y sólo para burlarse de él o menospreciarlo.
—Mi nombre es Siwon.
El lo miró secamente.
—No puedo decirte Siwon. Por dios. Suena como un auto roto. Créeme, no quieres que empiece con eso.
Su mirada oscureció.
—Mi nombre es Siwon, y no responderé a Won.
Heechul se encogió de hombros.
—Bien, entonces, Pastelito, será como tú quieras.
Él abrió la boca para protestar, pero ya sabía que no le convenía discutir. Heechul tenía un modo de salirse con la suya, y malditos fueran todos los razonamientos.
—Muy bien —dijo él de mala gana—, toleraré Won. Pero sólo proviniendo de ti.
Heechul sonrió.
—¿Ves que no duele? De cualquier modo, ¿por qué odias ese sobrenombre?
—Es vulgar.
Heechul puso los ojos en blanco.
—Debes ser realmente divertido en la cama —le dijo sarcásticamente. Siwon estaba asombrado por sus palabras.
—¿Discúlpame?
—Simplemente me pregunto cómo sería hacer el amor con un hombre que está tan preocupado con ser rígido, pero… Nah. No puedo imaginar a alguien tan majestuoso haciéndolo del modo sucio.
—Te lo aseguro, jamás he tenido quejas en lo que a eso se refiere.
—¿En serio? Entonces debes estar acostándote con parejas que son tan frías que podrías hacer cubitos de hielo sobre ellas.
Él se dio vuelta, para abandonar la habitación.
—No estamos teniendo esta discusión.
Pero Heechul no le dio un alivio temporal mientras lo seguía hacia la escalera.
—¿Eras así en Roma? Quiero decir, por lo que he leído, ustedes eran crudos con la sexualidad.
—Sólo puedo imaginar las mentiras que cuentan.
—¿Entonces siempre eran así de convencionales?
—¿Qué te importa?
Su respuesta lo sorprendió, mientras lo hacía detener.
—Porque estoy intentando deducir qué te hizo ser como eres ahora. Eres tan cerrado, que eres apenas humano.
—No soy humano, joven Park. En caso de que no se haya dado cuenta, soy uno de los condenados.
—Bebé, abre los ojos y mira alrededor. Todos estamos condenados de un modo u otro. Pero estar condenado es muy diferente a estar muerto. Y tú vives como si lo estuvieras.
—También lo estoy.
Heechul echó una ardiente mirada sobre su delicioso cuerpo.
—Te ves extraordinariamente en forma para ser un hombre muerto.
Su rostro se endureció.
—Ni siquiera me conoces.
—No, es verdad. Pero la pregunta es, ¿tú te conoces?
—Soy el único que me conoce.
Y esa simple oración le dijo todo lo que necesitaba saber sobre él. Estaba solo.
Heechul quería acercarse, pero podía sentir que necesitaba darle algo de espacio. Siwon no estaba acostumbrado a interactuar con gente como él… pero en realidad, pocos lo estaban.
Como la Abuela, la vidente gitana de su familia, siempre decía, Heechul tendía a abalanzarse sobre la gente como un tren de carga y segarlos en el sitio donde se encontraban.
Heechul suspiró mientras él daba otro paso para alejarse.
—De cualquier modo, ¿cuántos años tienes?
—Dos mil cient…
—No —lo interrumpió—. No los años de Dark Hunter. ¿Cuántos tenías cuando falleciste?
Heechul sintió que una profunda ola de dolor lo atravesaba ante el pensamiento.
—Treinta.
—¿Treinta? Por dios, actúas como un viejo arrugado de mal genio. ¿Nadie se reía en el sitio del que provienes?
—No —dijo él sencillamente—. La risa no era tolerada ni consentida.
Heechul no podía respirar mientras comprendía las palabras de Siwon, y recordó la visión de las cicatrices en su espalda.
—¿Nunca?
Él no respondió. En cambio, continuó subiendo las escaleras.
—Debería retirarme ahora.
—Espera —le dijo, apresurándose para adelantarse y hacer que se quedara quieto.
Giró para enfrentarlo.
Podía sentir la agitación en su interior. El sufrimiento. La confusión. Sabía lo odiado que era este hombre. Quizás se lo merecía, pero muy dentro, no estaba tan seguro.
La gente no se apartaba del mundo sin una razón. Nadie era tan estoico alegremente.
Y en ese momento, se dio cuenta de algo. Era su mecanismo de defensa. Se volvía insolente y salvaje cada vez que estaba de mal humor o incómodo.
Él se volvía frío. Formal. Esa era su fachada.
—Lamento si dije algo que te ofendió. Mis hermanos frecuentemente dicen que he convertido el ofender a la gente en una forma de arte.
Una sonrisa tironeó del borde de sus labios y, si no se confundía, sus ojos se suavizaron ligeramente.
—No me ofendiste.
—Bien.
Siwon estaba tentado de quedarse allí y hablar con él, pero se sentía incómodo ante esa idea. Jamás había sido el tipo de persona con la que los demás hablaban. Incluso mientras era un hombre, sus conversaciones habían girado en torno a tácticas de guerra, filosofía y política. Jamás chácharas.
Sus conversaciones con parejas habían sido incluso menos que sus conversaciones con hombres. Ni siquiera Liu había hablado realmente alguna vez con él. Habían intercambiado comentarios, pero ella nunca había compartido sus opiniones con él. Simplemente estaba de acuerdo con él, y hacía lo que le pedía.
Tenía la sensación que Heechul jamás estaría de acuerdo con nadie, aunque supiese que la otra persona tenía razón. Parecía una cuestión de principios tener que estar en desacuerdo con todo.
—¿Siempre eres tan franco? —le preguntó. El sonrió ampliamente.
—No conozco otro modo.
De pronto la canción “Hit me up” de Suju comenzó a sonar en la radio.
Heechul dejó escapar un pequeño chillido de felicidad y bajó corriendo las escaleras. Siwon apenas tuvo tiempo de parpadear antes de que subiera el volumen y corriera de regreso hacia él.
—Amo esta canción —dijo, mientras bailaba al ritmo. A Siwon le resultó difícil concentrarse en cualquier otra cosa que no fuera el balanceo de sus caderas mientras bailaba y cantaba la canción—. Vamos, ¡baila conmigo! —dijo.
Subió las escaleras para tomarlo de la mano.
—En realidad esta no es música para bailar.
—Claro que sí —dijo, antes de comenzar con el coro.
A pesar de sí mismo, él estaba enormemente entretenido por Heechul. En toda su vida, jamás había conocido a nadie que disfrutase tanto de la vida, que sintiera semejante placer por algo tan sencillo.
—Vamos —intentó de nuevo cuando la parte cantada terminó, guiñándole el ojo.
Siwon rió.
Heechul se quedó mudo.
—Oh, mi dios, él sí sabe cómo reír.
—Sé cómo reír —dijo Siwon suavemente.
Lo hizo bajar de la escalera y bailó a su alrededor antes de usarlo como palo y continuar bailando.
Heechul se dejó ir, chasqueó los dedos y serpenteó hacia abajo antes de volver a levantarse.
—Creo que un día vas a destrozar esos mocasines lustrados a mano y terminarás soltándote.
Siwon aclaró su garganta e intentó imaginar algo así. No era posible. Había existido una época, cuando era humano, en la que podía haberlo intentado.
Pero esos días habían desaparecido mucho tiempo atrás.
Cada vez que había intentado ser algo diferente a lo que era, otra persona había pagado un precio terrible por eso. Así que había aprendido a mantenerse del modo en que era, y dejar en paz a los demás.
Era lo mejor.
Heechul observó cómo su rostro se volvía de piedra una vez más. Suspiró. ¿Qué haría falta para llegar a este tipo? Para alguien que era inmortal, ciertamente no parecía disfrutar mucho de la vida.
Pese a todos los defectos de Kangin, tenía que darle crédito. El antiguo General griego disfrutaba de cada respiración que tomaba. Vivía su vida al máximo.
Mientras que Siwon simplemente parecía existir.
—¿Qué haces para divertirte? —le preguntó.
—Leo.
—¿Literatura?
—Ciencia-ficción.
—¿En verdad? —le preguntó, sorprendido
—Sí.
Siwon no pudo evitar sonreír. Hablaron de sus autores favoritos, era tan agradable tener a alguien que estaba familiarizado con su placer secreto. La única otra persona que sabía leyera ciencia- ficción era Shindong, pero raramente hablaban de eso.
—Eres una persona extraordinaria, Heechul.
Él le sonrió.
—Gracias. Ahora te dejaré ir a la cama —dijo amablemente—. Estoy seguro que te vendrá bien el descanso.
Heechul ansiaba darle un beso tierno y amistoso en la mejilla, pero lo pensó mejor. En cambio, observó cómo salía de la habitación y subía la escalera.
Siwon regresó a la habitación de Heechul silenciosamente. Tenía una presencia tan poderosa que se sentía literalmente drenado sólo por haber estado cerca de él.
Se quitó la ropa y la colgó, para no arrugarla, y luego regresó a la cama, para dormir. Pero el sueño era algo que no llegaba. Por primera vez, olió el perfume en sus sábanas.
Era el aroma de Heechul. Cálido, vivaz. Seductor.
E hizo que se pusiera instantáneamente duro por él. Se cubrió los ojos con la mano y apretó los dientes. ¿Qué estaba haciendo? Lo último que podía hacer, como Dark Hunter, era tener una relación. Y aunque pudiera, Park Heechul era el ultimo joven del planeta al que podía tener.
Como amigo de Shindong, estaba tan fuera de su alcance, que debería llamarlo nuevamente y exigirle que encontrara un modo para sacarlo de allí.
Pero Shindong los había dejado juntos.
Volteándose, hizo su mejor intento por no aspirar profundamente o imaginar cómo se vería Heechul en esa cama. Sus extremidades desnudas entrelazadas…
Maldijo y colocó una segunda almohada encima suyo. Mientras lo hacía, vio una pequeña pijama de seda negra. Una imagen de Heechul vistiéndolo lo quemó.
No podía respirar. Antes de poder pensarlo mejor, lo acercó y dejó que la fría seda acariciara su piel. La sostuvo contra su nariz e inhaló su aroma.
Él no es para ti.
Era verdad. Ya había matado a una mujer por ser tonto. No tenía ningún deseo de retomar ese camino.
Metió la pijama debajo de la almohada y se forzó a cerrar los ojos.
Pero incluso entonces fue perseguido por las imágenes de un joven que debería, por todas las razones, repelerlo, y aún así lo cautivaba y seducía por completo.

Heechul pasó el resto del día entre su tienda y el pie de las escaleras, donde se forzaba a sí mismo a dar marcha atrás y regresar a su negocio.
Pero sentía una horrible atracción hacia el Dark Hunter que dormía en su cama.
Era estúpido. Él era un antiguo guerrero al que ni siquiera parecía agradarle.
Sin embargo, su beso había dicho otra cosa. Allí, por unos pocos minutos, Siwon había estado tan ansioso por él como él por Siwon.
Esperó hasta las cuatro, y entonces fue a despertarlo. Abriendo la puerta lentamente, se detuvo mientras lo veía dormido. Estaba acostado con la espalda hacia él, pero lo que le hizo detener fueron las violentas cicatrices que entrecruzaban su carne. Esas no eran cicatrices de batalla. Eran el tipo de marcas que uno encontraría en alguien que había sido golpeado con un látigo. Muchas veces.
No podía apartar sus ojos. Sin pensarlo, atravesó el cuarto y puso su mano sobre el brazo de Siwon.
Él giró con un siseo y lo agarró. Antes de que se diera cuenta de lo que iba a hacer, le tenía debajo de él, con una mano en la garganta.
—Suéltame, Siwon, o voy a lastimarte mucho.
Él parpadeó como si estuviese saliendo de un sueño. Su apretón se aflojó inmediatamente.
—Perdóname —dijo, mientras le acariciaba suavemente el cuello—. Debería haberte advertido que no me despertaras tocándome.
—¿Siempre atacas a la gente cuando te despiertan?
Siwon no podía hablar mientras sentía la suavidad de la piel de Heechul debajo de sus dedos. A decir verdad, había estado soñando con él. Sólo que él estaba en su mundo. Vestido con nada, cubierto por pétalos de rosas.
Era increíblemente hermoso. Sus ojos, su nariz graciosa, y sus labios… eran material de leyenda. Llenos y exuberantes, rogaban por su atención.
Antes de poder detenerse, descendió su boca sobre la de Heechul.

Heechul gimió ante el sabor a guerrero romano. Su beso era tierno y suave, una antítesis total a la sensación de acero de su cuerpo. Le hizo derretir, mientras envolvía sus brazos alrededor de la espalda desnuda de él y trazaba las cicatrices que encontraba allí. Y estaba demasiado consciente del hecho que él estaba completamente desnudo.
Siwon gruñó al sentir su lengua acariciando ligeramente la suya. Sentir su aroma y sus suaves curvas envueltas a su alrededor. La tela de sus jeans raspó su piel mientras él abría los muslos y lo sostenía entre esas piernas largas y exquisitas. Heechul pasó una mano por el pelo de Siwon, apartándolo de su rostro antes de enterrar la mano y sostenerlo contra sí.
Él levantó el borde de su suéter para poder acariciar su pecho. Heechul gimió profundamente, con un sonido ronco y crudo que lo hizo arder.
Como Heechul le había señalado antes, él había pasado demasiadas noches con parejas que jamás habían reaccionado tan francamente a su contacto. Él pasó las manos por sus hombros, luego descendió a la parte inferior de su espalda.
En lo único que podía pensar era en tomarlo. En deslizarse muy profundo dentro de él hasta que ambos estuvieran débiles y saciados.
Mientras buscaba con los dedos la cremallera de sus pantalones, un diminuto fragmento de cordura asomó su fea cabeza. Heechul no era para él.
Apartó la mano.
Heechul acunó su cabeza entre las manos y lo atrajo.
—Sé lo que eres, Won. Está bien.
Tomó la mano de él con la suya y la llevó de regreso a su pecho. Sintió el duro e inflamado pezón provocando a su palma. Siwon no podía respirar. Era tan cálido, tan acogedor, que le resultaba difícil creer que era algo especial para él.
—¿Te acuestas con todos los Dark Hunters?
Heechul se quedó duro.
—¿Qué?
—Sólo me preguntaba si habrías estado con Shindong… con Kyuhyun.
Heechul lo apartó de un empujón.
—¿Qué tipo de pregunta es esa?
—Apenas te conozco, y ya te has ofrecido dos veces a mí.
—¡Oh, imbécil arrogante! —Tomó la almohada y lo atacó con ella. Siwon levantó una mano para escudarse, pero él no se detenía—. ¡Eres tan estúpido! No puedo creer que me preguntaras semejante cosa. Lo juro, ¡jamás volveré a estar en la misma habitación que tú!
Finalmente, el aporreo de almohadas terminó. Él bajó el brazo. Heechul le dio un último golpe en la cabeza y entonces soltó la almohada.
—Para tu información, compañero, no soy la bicicleta del pueblo. No duermo con cada tipo al que me acerco. Pensé que eras… Oh, no importa. ¡Al diablo contigo!
Giró y salió violentamente de la habitación. Golpeó la puerta con tanta fuerza que hizo repiquetear las ventanas y tambalear los collares que había en su espejo y en el altar.
Siwon se quedó tirado en la cama, completamente sorprendido por lo que acababa de suceder. ¿Lo había golpeado con una almohada?
Por su encuentro de la noche pasada, sabía que podría haberlo atacado con algo mucho más doloroso, pero se había contenido.
Para ser sincero, se sentía aliviado por la obstinada reacción de Heechul. Su indignación había sido demasiado grande como para ser fingida.
Y eso trajo una extraña calidez a su pecho. ¿Podría ser que él realmente le agradara?
No. No era posible. Él no le agradaba a nadie. Jamás lo había hecho.
“Eres despreciable. Lamento el día en que mamá te trajo a este mundo. Sólo me alegra que haya muerto antes de poder ver la vergüenza que eres para la familia”.
Se sobresaltó ante las crueles palabras que su hermano mayor le había arrojado repetidamente. Su propio padre lo despreciaba.
“Eres débil. Patético. Debería haberte matado antes de gastar el agua y la comida que han hecho falta para criarte”.
Sus palabras eran bondadosas comparadas con lo que sus hermanos Dark Hunters habían expresado.
No, no había modo que le “agradara” a Heechul. El ni siquiera lo conocía. No sabía por qué él era tan receptivo a su contacto.
Quizás era simplemente un joven con una fuerte pasión. Él era un hombre apuesto. Y no es que por eso fuese vanidoso. Sólo era un hecho. Incontables jóvenes y mujeres se le habían ofrecido a través de los siglos.
Pero por alguna razón que no quería pensar más, deseaba algo más que una relación de una noche con Heechul.
Quería…
Siwon forzó a sus pensamientos a apartarse de eso. No necesitaba a nadie, ni siquiera un amigo. Era mejor pasar su vida solo, alejado de otra gente.
Levantándose, se vistió y abandonó el dormitorio de Heechul para bajar las escaleras.

2 comentarios:

  1. Amo a esta pareja ;; espero y puedan progresar y no me gusto el sueño de Teukie ;; espero con ansias otro cap y dejare de ser lectora fantasma lo prometo ;;

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  2. Ahhh......estúpido siwon,nos arruino la lectura del capítulo 5.....ㄱㄱ
    Esa conciencia de Siwon a veces no ayuda.
    Por algo a quedado en manos de Hee,no importa el cómo,sino el porqué, y segun Shin,así es como deben ser las cosas....es el destino.

    Hee no le quiere hacer daño,por eso la almohada.....xD,no le debio preguntar eso...hombres,pero supongo es parte del encanto de esta pareja

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yota´s news : De regreso?

 Buenas tardes a todas las lectoras. Después de un año  y casi 4 meses regreso a saludarlas y comentarles nuevas.  Me gustaría decirle...