—¡Comida!
Kwanghee se volvió ante el alegre grito de una voz que reconocía.
La amiga de Shin, Simi, apareció por la puerta con una resplandeciente
sonrisa. Su largo cabello negro estaba trenzado a cada lado de su rostro, y
tenía un brillante par de cuernos rojos en la cabeza. Vestía una falda corta de
PVC negro, con calzas de rayas negras y púrpuras hasta el muslo, que
desaparecían dentro de un par de estropeadas botas de combate. Tenía una camisa
de red y un apretado corsé rojo.
Kwanghee notó que varios miembros del clan de los osos tenían expresiones
tensas en el rostro.
—Muy bien, Kevin —le preguntó en voz baja—. ¿Qué es Simi? ¿Animal,
vegetal, o mineral?
—Otro —dijo él riendo—. Es un demonio. Literalmente.
—Que alguien cuente a los cachorros —gritó Taeyang.
—Oh, bah —le dijo con desdén Simi—. No voy a comer ningún alimento peludo
mientras ustedes tienen aquí las cosas buenas.
Abrió el enorme bolso negro que llevaba y extrajo una botella extra
grande de salsa de barbacoa.
Simi pasó meneándose entre la multitud hasta que vio a Kwanghee. Chilló
de alegría.
—¿Ahora también juegas aquí, Kwanghee? ¿Tienes alguna de esas geniales
cositas brillantes?
—No, Simi. Están en mi tienda.
La niña hizo pucheros y giró hacia Shin.
—¿Akri? ¿Podemos volver a visitar la tienda de Kwanghee?
—Seguro, Simi. Pero no hoy. Kwanghee está aquí y no allá.
—Oh. Muy bien. ¿Simi puede comprar todo lo que quiera?
—Por supuesto.
Simi sonrió ampliamente, y luego comenzó a brincar como una pequeñita.
—¡Muy bien, bailen todos! Tú también, Akri.
De pronto, comenzó a sonar “Aftermath". Todos en el bar gruñeron,
excepto Simi, quien rió alegremente. Tomó la mano de Shin y lo empujó a la
pista de baile.
—¡Ahora todos! —dijo Simi.
Lentamente, el resto de los habitantes del bar fueron hacia la pista de
baile. Kwanghee se asombró cuando Kevin lo tomó de la mano y lo llevó allí.
—Kevin…
—Cuando Simi dice "a bailar", todo el mundo baila.
—Y un demonio —gruñó uno de los hombres morenos más malhumorados, desde
su silla en la mesa que estaba junto a ellos—. Yo no bailo para nadie. —Apenas
hubo dicho esas palabras, dio un salto y comenzó a palmearse la entrepierna,
como si estuviera incendiándose—. Maldito seas, Shin —le gruñó.
Shin sonrió con afectación.
—La dama dijo que bailaran. Trae aquí tu trasero de pantera.
Kwanghee rió mientras todos, incluyendo a Shin, comenzaban a bailar.
Tenía que ser el momento más extraño de su vida.
Cuando hubo terminado, Simi corrió con su salsa de barbacoa a una de las
mesas y tomó un pavo entero para sí misma.
—Es nocivo el modo en que malcrías a esa demonio, Shin —refunfuñó uno de
los presentes.
Shin encogió los hombros afablemente y se dirigió a donde Simi estaba
sentada, devorando su pavo.
Kwanghee y Kevin se sentaron junto a Dongjun mientras todos hacían fila
por la comida.
—Ya estoy satisfecho —dijo Kwanghee.
—También yo —concordó Kevin.
Así que se sentaron y conversaron con los osos mientras comían.
Las charlas resonaron en la habitación hasta que los oídos de Kwanghee
zumbaron por la alegre cháchara y la música.
De pronto, todos se quedaron callados.
Kwanghee vio que la mandíbula de Kevin se aflojaba mientras miraba
fijamente la puerta de la cocina.
Giró la cabeza para ver a un magnífico hombre acercándose a ellos. Era un
poquito más alto que Kevin y tenía cabello negro y desgreñado. Tenía los brazos
envueltos a su alrededor de manera protectora, y vestía una camisa negra de
mangas largas y vaqueros.
Su mirada estaba concentrada en él y en Kevin mientras caminaba
lentamente a través de la gente sin hablarle a nadie.
Se detuvo junto a ellos. Sus ojos estaban llenos de dolor y melancolía
mientras extendía la mano hacia Kwanghee.
Con la mano temblando, Kwanghee se estiró hacia él.
—Es hermoso, Kevin —dijo Hyunsik, con la voz ronca—. Me alegra que lo
hayas encontrado.
Kevin se puso de pie, pero su hermano retrocedió.
—¿Hyunsik? —preguntó Kevin. Él se alejó de ellos.
Kwanghee no podía respirar mientras lo veía abrirse camino hacia la
cocina, donde Minwoo estaba esperando. El joven oso puso sus brazos alrededor
de él y, para asombro de Kwanghee, Hyunsik le permitió sostenerlo mientras
regresaba a la Casa Ha.
—¿Estás bien? —le preguntó Kwanghee a Kevin mientras éste se sentaba. Una
sonrisa bailó en la comisura de sus labios.
—Sí. Por primera vez en mucho tiempo, creo que sí.
—Bien —dijo Dongjun—. Porque si está saliendo con Ha Minwoo, Hyunsik nos
necesitará a los dos para evitar que los osos lo despellejen.
La banda, que estaba compuesta por varios animales, subió al escenario y
tomó sus instrumentos.
Mientras los afinaban, un pequeño mono fue corriendo hacia Kwanghee y
saltó sobre su hombro.
—Hola —le dijo—. No sabía que había Were-Monos.
—No hay —dijo un chico alto y delgado mientras estiraba el brazo hacia el
mono. Kwanghee recordaba que se lo habían presentado antes. Se llamaba Taeheon—.
Él es el único no-were en el bar.
El mono subió por su brazo y se posó sobre su hombro.
—Oh, lo siento.
Taeheon le sonrió.
—Está bien. También me llevó mucho tiempo acostumbrarme a la gente de
este lugar.
Kwanghee lo observó mientras se alejaba.
La banda prorrumpió con la primera tanda de canciones.
—Ven aquí, Kevin —dijo Colt en el micrófono—. Y canta por tu cena.
Kevin parecía un poquito avergonzado antes de dejarlo y unirse a ellos en
el escenario.
—No sabía que podía cantar —le dijo a Dongjun.
—Yo tampoco.
Esperaba que Kevin cantara alguna canción clásica de rock, así que,
cuando comenzó a entonar "The Story of My Life" Kwanghee
sintió que se le llenaban los ojos de lágrimas. Kevin no estaba cantando por su
cena.
Estaba cantando para él.
Taeyang fue hacia él y lo empujó hacia el escenario.
Kwanghee no podía respirar mientras escuchaba a Kevin. Tenía una voz
hermosa y, cuando terminó su canción, lo subió al escenario con él. Allí,
frente a todos los Were-Hunters, se arrodilló.
—Sé que estamos unidos por la costumbre Were-Hunter, pero quería
asegurarme de hacer esto bien para ti, nene.
Depositó el micrófono sobre el escenario y extrajo un anillo de su
bolsillo.
Kwanghee sintió que las lágrimas caían por sus mejillas mientras él
colocaba el solitario de diamante redondo en su dedo.
—Te amo, Hwang Kwanghee, y quiero pasar el resto de mi vida demostrándote
cuánto te necesito. ¿Te casarías conmigo?
Él no podía dejar de llorar. Diablos, apenas podía verlo en medio de las
lágrimas. Lo único que podía hacer era asentir como un bobo histérico.
Creyó que Kevin estaba sonriendo, pero no estaba seguro.
—Está bien —dijo Kevin por el micrófono—. También lloró así el día que lo
conocí. Creo que es algo bueno para los humanos.
—Ahhh, yo también lloraría si tuviera que verte cada día durante el resto
de mi vida, Kevin —dijo Colt.
Ignorándolo, Kevin se puso de pie y le secó las lágrimas con sus manos.
—Estoy mejorando en esto, Kwanghee. Esta vez no te metí el dedo en el
ojo.
—No —dijo, sorbiendo las lágrimas—, no lo hiciste.
Él lo besó suavemente, y luego lo apartó del escenario. Shin se encontró
con ellos junto a Simi, que también estaba llorando.
—Eso fue hermoso —le sollozó histéricamente a Kevin. Luego giró para
enfrentar a Shin —. Akri, la Simi quiere que alguien le proponga matrimonio a
ella de ese modo. Ve a buscar a ese modelo para mí, y oblígalo a
hacer eso, también. ¡Por favor!
—Te lo dije, Sim, no puedes simplemente apartar a los humanos de sus
vidas.
—Pero Kevin se llevó a Kwanghee.
—No, Sim. Kwanghee eligió a Kevin.
—Entonces ve a hacer que él me elija.
—No puedo hacer eso. No estaría bien.
La demonio le lanzó un bufido antes de ver a uno de los osos trayendo un
pastel de la cocina. Sus lágrimas se secaron instantáneamente.
—Ooohhh —susurró Simi, mirando el pastel con hambre—. Chocolate. Mi
favorita. Tengo que irme ahora. Adiós.
Shin rió mientras Simi corría y literalmente atacaba al pobre oso que
llevaba el pastel. Se lo quitó de las manos y fue hacia un rincón para estar
sola con el.
Sacudiendo la cabeza, Shin se volvió hacia ellos.
—Tu padre no volverá a molestarte, y quería felicitarlos nuevamente a
ambos.
—Gracias, Shin —dijo Kevin, extendiendo la mano hacia él.
Shin asintió mientras se la estrechaba.
—A propósito, no necesitas preocuparte.
—¿Acerca de qué? —preguntó Kwanghee.
—Tendrás bebés, y no cachorros. Y nada de camadas.
Kwanghee estaba más aliviado de lo que hubiera creído posible.
—Gracias.
—Cuando quieras.
Shin los dejó y tomó una tarta de una mesa, la que le llevó a Simi, quien
lo miró con el rostro cubierto de chocolate. Literalmente aspiró el pastel en
menos de diez segundos.
Kevin pasó su brazo alrededor de los hombros de Kwanghee. Mientras
regresaban a la mesa donde Dongjun y Cujo estaban compartiendo un trozo de
bistec, Kwanghee comenzó a reír mientras miraba su nuevo zoológico y familia.
—¿Qué sucede? —preguntó Kevin.
—Nada. Simplemente pensaba que le he tirado mi vida completamente a los
perros, y no querría que fuera de ninguna otra manera.
Kevin se desplazó al pasado. No le tomó mucho esfuerzo encontrar a sus
padres. Después de todo, Shindong no se había molestado en proteger su olor de
él y ellos sólo habían estado ahí, juntos, por aproximadamente una hora.
El líder de los Dark Hunter había secuestrado a los dos Were-Hunters en
una aislada isla en el siglo quinto. Ninguno de ellos tenía el poder para
marcharse de la isla o del período de tiempo.
Este era realmente un destino peor que la muerte. O al menos estaba a
punto de serlo.
Kevin destelló "a la arena" donde sus padres combatían el uno
contra el otro con espadas desenvainadas. Ambos estaban ensangrentados de
luchar, y aunque pensándolo bien, él debería estar divertido, no lo estaba.
¿Cómo podría estarlo? Estas dos personas, con todas sus faltas, eran sus
padres, y si no fuera por ellos nunca habría nacido.
A pesar de eso, algunas cosas no podían ser perdonadas.
Su padre vaciló cuando vio a Kevin. Esto le dio a su madre la apertura
que necesitaba para atravesar a Juhak con su espada.
Esto debería haber sido un golpe mortal. Pero no lo fue.
Su madre tiró para liberar su espada, maldijo, y apuñaló a Juhak otra
vez. Juhak sólo se quedó ahí parpadeando incrédulo mientras permanecía inmune a
sus ataques.
—Déjalo, Madre —dijo Kevin mientras se acercaba a ellos.
Ella giró hacia él con otra maldición hasta que sus ojos enfocaran su
cara.
Por una vez Kevin no se molestó en ocultar sus marcas faciales a ninguno
de ellos. Él la miró fijamente, inexpresivamente, mientras el horror llenaba su
expresión y ella comprendió la verdad sobre su hijo mayor.
—Sé que a Shindong probablemente no podía preocuparle menos si ustedes
dos se destruían el uno al otro —dijo lentamente—. Pero yo no podía vivir
conmigo mismo sabiendo que él había condenado a uno de ustedes a morir aún
cuando ustedes lo merecieran.
—¿Qué quieres decir? —preguntó Juhak.
—He cambiado las cosas un poco. Usted dos pueden luchar y matarse el uno
al otro muchas veces, pero ninguno de ustedes será capaz de morir a mano del
otro.
—Bien, entonces —gruñó Juhak— me mataré.
—No permitiré eso, tampoco.
Jiwon lo maldijo.
—Tu no puedes detenernos.
Kevin se rió.
—Sí, Mamá. Puedo. Tú deberías haber escuchado a Dongjun cuando él intentó
decirte sobre mis poderes. Hay sólo un pequeño puñado de gente en esta tierra
cuyos poderes pueden rechazar los míos. Y ninguno de ustedes es uno de ellos.
Los ojos de Jiwon se estrecharon.
—¿Por qué haces esto?
—Porque ustedes dos necesitan llegar a un acuerdo el uno con el otro. Lo
que te hizo Juhak estuvo mal, pero claro, siempre me dijeron que dos males no
hacen un bien. Así que intento hacer lo correcto por una vez. Usted dos tienen
que tratar de ponerse de acuerdo y dejar atrás este odio. —Él suspiró. —Volveré
en unas décadas para ver como les fue.
—No puedes abandonarnos aquí. ¡No así! —chilló Jiwon.
—¿Por qué no, Mamá? Papá nos golpeó a Hyunsik y a mí y nos colgó para
morir, literalmente. Tú golpeaste a Dongjun y lo dejaste por muerto. Ahora
ustedes dos pueden aporrear a quien realmente los cabreó, y nosotros podremos
vivir nuestras vidas en paz lejos de los dos. Tengan una agradable guerra.
Kevin se destelló lejos de ellos, de regreso a donde Kwanghee estaba
ocupada empacando sus cosas en la casa de Siwon.
—¿Sabes que no tienes que hacer eso?
Kwanghee brincó y jadeó.
—¡Creo que tengo que ponerte una campana!
Él se rió.
Kwanghee brincó otra vez cuando todas sus pertenencias de pronto
aparecieron muy bien dobladas en sus maletas.
—Kevin...
—¿Qué?
—No importa —dijo con una sonrisa. Realmente tampoco quería cambiarlo. Él
se puso detrás y lo acercó.
Kwanghee se tomó un momento para saborear la sensación de sentirlo allí.
Saborear la fuerza de sus brazos alrededor de su cintura.
—¿Entonces que vas a hacer con el resto de tu vida ahora que tus padres
están a resguardo y Dongjun tiene el control de tu manada?
—¿Francamente?
—Sí.
—No quiero hacer otra cosa que pasar el resto de mi vida mirándote.
—Sí, pero...
—Ningún pero, Kwanghee. He pasado los últimos cuatrocientos años luchando
con uñas y dientes. Escondiendo quien y qué soy. Ahora no hay ninguna
necesidad. Tú estás a salvo aquí en Nueva Orleans y tengo la intención de
asegurarme que permanezcas así.
Él giró en su abrazo y enlazó sus brazos alrededor de su cuello.
—¿Y en cuanto a mi tienda?
—Es toda tuya.
—¿Me ayudarás a vigilarla?
—No. Voy a estar muy ocupado vigilándote a ti.
Me encanto esta adaptación!!!
ResponderEliminarEsos dos son tan hermosos!
Después de todo lo que le paso a Kevin es tan hermoso ver ese final!
Y ni que decir de Sik~ pero cómo se despertó!????
Pueden dos were diferentes ser parejas!????
Ahhh que genial!!!
Aaaawwww ta bonitos.
ResponderEliminarLa fiesta se puso buena....le canta una canción y luego le pide matrimonio y lo mejor es que kwang acepta *0*
Lo mejor de Todo....Sik desperto *0*
El pobre se ha de sentir muy mal,solo puede estar cerca o ser tocado por Minwoo....supongo eso es bueno...
Sus padres se van a divertir muchos muchos años jajajaja
Ya merecian ser felices *0*
Muy linda la historia. Me alegra que los papas de Kevin quedaran solos intentando matarse entre ellos.
ResponderEliminarLastima, esperaba que Kwang tubiera cachorros...