Era más que una pequeña intimidación el ser el foco de tanta determinación.
—Sungmin no hubiera huido de un hombre que le hubiera golpeado. Hubiera o arrojado su culo en la cárcel o devuelto el golpe.
—No bromees. —Kyuhyun frotó su brazo donde la herida de la puñalada que Sungmin le había dado estaba casi curada.
Leeteuk se preguntaba si Hyungsik había tenido oportunidad de curarlo a él también. Parecía demasiado pronto para que la marca hubiera desaparecido dejando piel nueva en su lugar.
—¿Piensas que está en peligro? —Le preguntó Leeteuk a Kangin.
Rogaba que no. No quería a ninguno de sus amigos heridos. Con la pobre señorita Sora ya era demasiado.
Kangin bajó la mochila que estaba portando y lo atrajo contra él en un gentil abrazo. No luchó para librarse, aunque sabía que debía hacerlo. Depender de él para que le consolara los acercaba un paso más. Le acercaba un paso más a enamorarse de él.
—Necesito encontrarlo, Leeteuk. Lo necesito.
La cabeza de Kangin se alzó demasiado rápido para que Leeteuk no lo notara.