Kyuhyun se dio la vuelta y se encontró
con un viejo amigo. Éste solía pasar su tiempo entre Nueva York y la Toscana.
¿Qué diablos estaba haciendo en Venecia?
—Yesung —dijo—, ¿qué estás haciendo
aquí?
—Jamás creí que vería este día
—replicó Kim Yesung con una sonrisa—. Siempre dijiste que no te casarías nunca.
Me lo hiciste pasar muy mal cuando me casé con Wook. ¡Todos acabamos cayendo!
—exclamó, riendo—. Me muero de ganas por conocer al joven que…
En ese momento, Sungmin se dio
tímidamente la vuelta para mirarlo. La sonrisa se heló en labios de Yesung. Se
detuvo en seco, con los ojos abiertos de par en par. Entonces, se volvió a su
amigo y le dedicó una mirada de perplejidad.
—¿Qué clase de broma es ésta?
Sungmin parpadeó y frunció el ceño.
—¿A qué se refiere? —preguntó.
—Simplemente no se puede creer que un
joven como tú vaya a querer sentar la cabeza al lado de un hombre como yo
—respondió Kyuhyun. Entonces, por encima de la cabeza de Sungmin, miró
fijamente a Yesung—. ¿No es así?
Su amigo comprendió enseguida.
—Sí, así es.
—¿Nos conocemos?
Yesung frunció el ceño. Parecía no
entender nada.
—Nos hemos visto varias veces,
principalmente en fiestas. Una vez, estuvo usted en un comité benéfico con mi
esposo.
—Oh —dijo Sungmin. Entonces, extendió
la mano y le dedicó un gesto de disculpa—. Lo siento mucho. Últimamente, he
tenido algunos problemas de memoria. ¿Cómo se llama usted?
—Kim Yesung. Mi esposo se llama Ryeowook.
—Encantada de conocerlo. ¿Está su
esposo aquí?
—No. Se encuentra en nuestra casa de
la Toscana con nuestros hijos —dijo Yesung mientras le estrechaba la mano.
Entonces, interrogó a Kyuhyun con la mirada—. He venido a Venecia para
comprarle un regalo. Hoy es nuestro tercer aniversario de boda.
—¡Qué romántico!
—No tanto como lo vuestro. ¿De verdad
os vais a casar hoy?
—Sí —dijo él, tímidamente. Entonces,
miró a Kyuhyun. Sungmin irradiaba alegría y felicidad.
Yesung tenía razones de sobre para
parecer perplejo. Él era una de las pocas personas que conocía todo lo ocurrido
entre Sungmin y él. Sabía que le había robado unos documentos que le había
entregado a su mayor rival. Este los había filtrado a la prensa con toda clase
de desagradables insinuaciones. Sin duda, Yesung se estaba preguntando por qué,
en vez de arrancarle la cabeza por haber estado a punto de arruinarlo, Kyuhyun
le había pedido a Sungmin que se casara con él.
—Sí, nos vamos a casar hoy —confirmó
él—. Además, tenemos más noticias —añadió—. Vamos a tener un niño.
—Oh —dijo Yesung entonces, como si de
repente todo tuviera sentido.
—Ahora, si nos perdonas tenemos que
marcharnos…
—¡Marcharse! —exclamó Yesung—. Eso ni
hablar. Vengan a la Toscana conmigo, amigo. Sólo está a tres horas en coche de
aquí. Yo me marcho ahora mismo.
—Pero es su aniversario —dijo Sungmin—.
No podríamos entrometernos de ese modo.
—Tonterías —replicó Yesung—. Llamaré a
Wook. Hace mucho tiempo que no ha planeado una fiesta, dado que está en casa
con los niños. Le encantará tener excusa para una fiesta improvisada. Además,
lleva mucho tiempo queriendo enseñar nuestra casa desde que terminamos de
reconstruir el castillo…
—¿Un castillo? —susurró Sungmin—. ¿En
la Toscana?
—Sí. La parte más antigua son las
murallas medievales que hay alrededor de la rosaleda. Resulta especialmente
hermoso en septiembre. «Estación de brumas y de suave madurez» y todo eso
—añadió, mirando un poco avergonzado al paquete que tenía entre las manos.
—MewMoon —dijo Sungmin, sorprendido.
—A Wook le encanta la lectura
romantica —suspiro, señalando el paquete—. Es una primera edición.
Sungmin miró a Kyuhyun con gesto
suplicante.
—Todo suena encantador…
¿Una boda romántica a la que
asistirían sus amigos?
—Ni hablar —replicó Kyuhyun—. Nos
basta con hacerlo aquí rápidamente y ya está.
—Oh, por favor, Kyuhyun. Preferiría
casarme acompañado de algunos de tus amigos. Sin amigos y sin banquete de boda,
nada parecería real.
Efectivamente. De eso se trataba
precisamente. Ese matrimonio no era real. Era tan sólo un medio para alcanzar
un objetivo.
—Comprendo que no quieras molestar a
tus amigos el día de su aniversario —dijo Sungmin—. Tal vez podríamos esperar
unos días, planear algo aquí en Venecia e invitarlos a ellos aquí.
—Está bien —dijo Kyuhyun, apretando
los dientes. Decidió perder aquella batalla para ganar la guerra.
—¿De verdad?
—Si. Nos casaremos en la Toscana.
—¡Oh, gracias! —exclamó Sungmin,
levantando los brazos para abrazarlo—. ¡Eres tan bueno conmigo!
—Iré a por mi coche —dijo Yesung.
—No —le ordenó Kyuhyun—. Mis hombres
se ocuparán de tu coche. Iremos en mi avión. No quiero retrasarlo.
—Lo comprendo —dijo Yesung con una
mirada de complicidad a su amigo. Entonces, sacó su teléfono móvil—. Llamaré a Wook
para decirle que vamos de camino.
Cuando se había despertado aquella
mañana, Sungmin no podría haber imaginado que sería el día de su boda ni que se
casaría en un castillo de la Toscana.
El hermoso Kim Ryeowook, lo trataba
como si fuera un querido amigo, aunque, aparentemente, sólo se habían visto una
vez antes. Cuando Sungmin le habló sobre su amnesia, Wook se echó a reír y le
dijo que le parecía que la amnesia era una ventaja en cualquier matrimonio.
—Créeme —añadió, secamente—. Hay
algunas cosas de mi propio matrimonio que no me importaría olvidar.
Sungmin había observado cómo Wook
llamaba a un diseñador para que le llevara seis trajes de boda aquella mañana y
le organizaba el ramo de flores por teléfono sin dejar de atender a su hijo de
tres años y cuidar a su pequeño bebé de tres meses.
—Espero ser un appa con la mitad de
tus habilidades —dijo Sungmin mientras el diseñador le probaba otro conjunto.
Vio cómo Wook metía al niño en un portabebés—. Lo haces todo tan bien y todo al
mismo tiempo…
—Tal vez te parezca eso, pero, créeme,
nunca dejo de preguntarme si estoy haciendo lo suficiente o ni siquiera si lo
estoy haciendo bien. Estoy seguro de que tú lo harás mucho mejor. No te conozco
muy bien, pero hay algo sobre ti que siempre me ha confundido.
—¿El qué?
—Has cultivado siempre una imagen de
chico frívolo, pero durante el tiempo que trabajé contigo en la organización de
una fiesta benéfica, me quedé asombrado de la capacidad de trabajo que tienes y
de tu empuje. Eres la persona más decidida que conozco, pero no dejas que se
vea, ¿por qué?
Sungmin parpadeó. Entonces, suspiró
con fuerza.
—No sé qué decir. Kyuhyun me ha
descrito de un modo completamente diferente. ¡Es como si yo fuera dos personas
completamente diferentes!
—En ocasiones, mostramos lados
diferentes a las personas por una razón en concreto.
—¿Cómo cuál?
—Bueno, no sé. Puede ser por un deseo
de agradar o porque se quiere ocultar. Oh, éste es precioso —dijo Wook
refiriéndose al modelo—. Perfecto. ¿Qué te parece a ti, Heecheol? —le preguntó
a su hijo—. ¿Te gusta?
El niño asintió maravillado.
—¿Qué te parece a ti? —le preguntó a Sungmin.
Este se miró en el enorme espejo. El conjunto
era muy sencillo, de seda de color crema, con un corte que acentuaba las curvas
de su cuerpo. Sintió que se le hacia un enorme nudo en la garganta y tan sólo
pudo asentir.
—Este es el elegido —le dijo Wook al
diseñador, que alegremente comenzó a tomarle el bajo del pantalón.
—Yo soy el que lleva las flores
—anunció Heecheol en tono solemne.
—Muchas gracias —respondió Sungmin con
una enorme sonrisa.
Sin embargo, Sungmin se miró de nuevo
en el espejo y sintió cómo el corazón le latía con fuerza en el pecho. En menos
de una hora, estaría casado con un hombre al que apenas conocía. Un hombre al
que sólo recordaba de los últimos días. El hombre del que, a pesar de todo,
estaba embarazado.
No obstante, cuando lo besaba,
conseguía apartar de sí todos los temores, todos los nervios. Y aquella noche,
volvería a besarlo. De hecho, haría mucho más. Aquella noche, su noche de
bodas, lo llevaría a la cama y le haría el amor.
Un escalofrío le recorrió el cuerpo.
De repente, no pudo pensar en otra cosa. Todas sus dudas desaparecieron. En lo
único en lo que podía pensar era en eso.
—Espero que seas muy feliz, Sungmin
—le dijo Wook, con lágrimas en los ojos—. El matrimonio convierte el cortejo en
amor de verdad, en un amor que dura para siempre y que crea una familia.
Una familia. Aquello era lo que Sungmin
deseaba más en el mundo.
Escasos minutos después, con un
precioso ramo de rosas rosas, salió de un castillo a la maravillosa Toscana. El
sol se estaba poniendo por encima de los viñedos y de las verdes colinas. En
una terraza cubierta, cerca de la muralla medieval, un músico comenzó a tocar
las notas de una canción a la guitarra, acompañado por una flauta. Todo era
sencillo y a la vez mágico.
Entonces, vio a Kyuhyun.
Estaba esperándole al otro lado de la
terraza. A un lado de él, estaba el alcalde de una ciudad cercana, que era
amigo de Wook, y que era la persona que iba a celebrar el matrimonio civil. Al
otro, estaba Yesung.
Este no dejaba de mirar con adoración
a su hijito y lo tomó en brazos en cuanto llegó a su lado. Su sonrisa se hizo
aún más amplia cuando miró a su esposo a los ojos. Al ver el amor que sentían
el uno por el otro.
Sungmin sintió que el corazón se le
detenía en el pecho. Aquello era precisamente lo que él quería. Una vida así.
Un amor así.
Entonces, cuando miró al novio que le
esperaba, la expresión que él tenía en el rostro lo dejó paralizado.
Tenía una mirada misteriosa en el
rostro, llena de calor y de fuego, pero, al mismo tiempo, había algo más, algo
que no comprendía y que le asustaba.
La guitarra dejó de sonar. Entonces, Sungmin
se dio cuenta de que se había detenido en medio del pasillo. Suspiró
profundamente y, tras decirse que era un tonto, siguió caminando. Cuando llegó
al lado de los tres hombres, miró a Kyuhyun con una tímida sonrisa.
Él no se la devolvió. En vez de eso,
le dirigió una mirada de puro deseo. Como si ya estuvieran en la cama.
El alcalde comenzó a hablar, pero Sungmin
no escuchaba lo que decía.
Tampoco los Kim parecían estar a su
lado. Hasta la Toscana se difuminó en su campo de visión.
Sólo estaba Kyuhyun.
Su pasión.
Su fuego.
Recordaba vagamente haber repetido las
palabras del alcalde, haber escuchado la profunda voz de Kyuhyun a su lado.
Entonces, él le colocó un anillo de diamantes en el dedo y lo besó suavemente.
Así de fácil se habían convertido en esposos.
Desde el momento en el que Kyuhyun lo
vio con su conjunto de novio, tan encantador y tan dulce con su tierna y tímida
sonrisa, experimentó un terremoto en el alma. El traje, Igual que él, era muy
sencillo. No había artificio alguno en Sungmin. Sólo belleza e inocencia.
Sungmin, su antiguo y mentiroso
amante, acababa de convertirse en su esposo.
Sus enormes ojos lo miraban llenos de
esperanza y felicidad.
Casi podía sentir la luz del sol
cuando lo tocaba. El anhelo que sentía ya no tenía que ver sólo con el deseo,
sino con algo más. Ansiaba sentir la calidez de su cuerpo, su alegría…
«Mentiras», se dijo. El joven que
había delante de él, el que era ya su esposo, no existía. Le había hecho desear
algo más, cosas que él jamás podría tener.
Una familia. Un hogar.
Aquello resultaba mucho más doloroso
que la traición. Aquella versión de Sungmin era tan sólo una ilusión. Si se
permitía sentir algo por él, si se permitía volver a confiar, se convertiría en
el mayor necio de toda la tierra.
En cuanto él recuperara la memoria, ese
hombre desaparecería. En cualquier momento, volvería a convertirse en la persona
traicionera y egoísta que recordaba.
Durante el banquete de boda que siguió
a la ceremonia, observó cómo Sungmin tenía en brazos al bebé mientras
entretenía al pequeño Heecheol. Kyuhyun no podía apartar los ojos de la radiante
belleza de su esposo.
Hacia el final de la cena, Yesung y Wook
brindaron por su aniversario con champán en privado mientras que Sungmin, aún
vestido con su conjunto de novio, cuidaba de sus hijos. Kyuhyun no hacía más
que pensar que se convertiría en un esposo perfecto. Lo deseaba tanto… Ansiaba
tanto tocarlo, que el cuerpo se le tensaba casi dolorosamente. De repente,
comprendió que aquella persona tan dulce era mucho más peligroso que el
seductor amante que había sido anteriormente.
Lo deseaba. En su cama. En su vida.
Ansiaba el sueño que ella le ofrecía.
Ansiaba que pudiera llegar a ser cierto. Principalmente, ansiaba el dormitorio
que sabía les estaba esperando en el ala de invitados del castillo, adornado de
rosa, velas y suaves sábanas.
No. ¡No podía dejarse llevar!
Se levantó y dejó la copa de vino con
tanta fuerza sobre la mesa que se rompió. El vino se derramó por toda la mesa. Heecheol
se puso a llorar.
Yesung y Wook, que estaban abrazados
al otro lado de la estancia, lo miraron asombrados.
—Lo siento —musitó—. Lo siento.
—¿Qué es lo que te ocurre? —susurró Sungmin—.
¿Qué pasa?
—Tenemos que marcharnos. Gracias por
organizar nuestra boda.
—Estás de broma, ¿verdad? He preparado
el dormitorio para vosotros y…
—Lo siento, pero no podemos quedarnos…
Wook abrió los ojos de par en par. Kyuhyun
sabía que se estaba comportando de un modo muy grosero, pero decidió que ya se
lo explicaría a Yesung más adelante. Su viejo amigo lo entendería y le
disculparía ante su esposo. Lo único que Kyuhyun sabía era que no podía
quedarse ni un minuto más en aquel lugar tan romántico, tan lleno de felices
sueños que, para él, siempre serían mentiras.
Había conseguido su objetivo. Sungmin
era su esposo. Había ganado ya la mitad de la guerra. Lo único que tenía que
hacer ya era conseguir que recuperara la memoria. Enseguida. Antes de que la
tentación fuera demasiado fuerte.
Se dio la vuelta y se marchó de la
terraza.
—¡Kyuhyun! ¡Kyuhyun! —exclamó su esposo
mientras él entraba en el castillo. No miró atrás. En vez de eso, abrió su
teléfono móvil y comenzó a dar órdenes.
Sungmin había empezado aquella guerra
tres meses atrás. Él la terminaría.
—Joven Cho, el avión aterrizará en breve.
Sungmin abrió los ojos y vio a una
azafata que estaba junto a él con una bandeja en las manos.
Se incorporó un poco y se frotó los
ojos. Se sentía completamente desorientado. Se alisó su ropa con las manos,
pero no le sirvió de nada.
Aún no entendía lo que había ocurrido.
Era un novio feliz y contento y, un segundo después, veía cómo Kyuhyun lo
sacaba del castillo, lo metía en un avión y se marchaba sin dar las gracias a Wook
y a Yesung por todas las molestias que se habían tomado. Habían salido huyendo
de la celebración de su propia boda como si fueran unos ladrones. Una vez en el
avión, él le había ignorado por completo y se había negado a responder ninguna
de las preguntas que le hacía. Kyuhyun se había sentado tan lejos de él como
había podido y, entonces, le había pedido a la azafata que le sirviera un
whisky. A continuación, se había limitado a olerlo y le había ordenado que se
lo llevara.
¿Se había vuelto loco?
Se pasó el resto del corto vuelo
trabajando en su ordenador.
Asombrado y dolido, Sungmin se había
quedado dormido mirando por la ventanilla.
—¿Dónde estamos? —le preguntó a la
azafata.
—Hemos empezado las maniobras para
poder aterrizar en Seul, señor.
—¡Seul! —exclamó—. ¿Cuánto tiempo he
estado durmiendo?
—Casi dos horas.
Dos horas. Miró a su esposo y vio que
seguía sentado frente a su escritorio. Decidió darle el beneficio de la duda y
pensó que podría ser que, efectivamente, tuviera trabajo que hacer, algo tan
urgente e inesperado que no le hubiera permitido disfrutar adecuadamente de su
luna de miel.
Sin embargo, esa explicación no le
satisfizo. Kyuhyun se había mostrado frío y distante desde el momento en el que
se convirtió en su esposo.
Era casi como si estuviera enfadado
con él, pero eso no tenía sentido. ¿Acaso no había ido a Londres para buscarlo?
¿No había sido él quien le había propuesto matrimonio cuando descubrió que
estaba embarazado? ¿No se había pasado días tratando de convencerlo tierna y
apasionadamente para que se casara con él?
Cuando por fin se había convenido en
su esposo, había empezado a comportarse como un hombre que despreciaba hasta su
misma existencia. No entendía nada.
La azafata le colocó cuidadosamente
una bandeja sobre la mesa más cercana.
—El señor Cho pensó que tal vez le
apetecería tomar algo de comer antes de que aterricemos.
—¿Y no quiere cenar conmigo? —le
preguntó, sin poder ocultar el dolor que sentía.
—Lo siento, señor.
Cuando la azafata se marchó, Sungmin
trató de pensar, de comprender.
Kyuhyun no podía haberse casado por su
dinero, dado que su fortuna, por muy grande que fuera, no podía igualar la de
él. ¿Por qué, entonces?
¿Por qué estaba embarazado de él?
Había dicho que quería darle al niño su apellido. ¿Era ésa la razón?
No. Se dijo desesperadamente que Kyuhyun
se había casado con él porque lo amaba. Sin embargo, en realidad, jamás había
pronunciado esas palabras…
Tomó la fruta y el agua que había en
la bandeja. Kyuhyun, a pesar de sus continuas miradas, siguió ignorándolo mucho
después de que el avión aterrizara. Después de que la puerta se abriera, los
dos bajaron las escalerillas. El respiró profundamente.
Seul a medianoche.
Los asistentes y varios guardaespaldas
los estaban esperando en la pista, junto con dos coches. Pasaron el control de
aduanas rápidamente y, a los pocos minutos, los dos estaban sentados en el
asiento posterior de un Bentley negro. Un chófer los llevaba a la ciudad.
Lo miró fijamente hasta que consiguió
que Kyuhyun se fijara en él.
—Kyuhyun, ¿por qué te comportas de
este modo?
—¿De qué modo?
—Como si fueras un estúpido.
Él apretó la mandíbula y se puso a
mirar por la ventanilla.
—Lamento que te sientas tan necesitado
y tan inseguro, que creas que debes ser el centro de mi atención en cada
momento, pero, al contrario de ti, a mí no me basta con vivir del dinero de
otras personas. Al contrario de ti, yo soy el dueño de un negocio y debo
dirigirlo. El hecho de que estemos casados no significa que tenga la intención
de pasarme todas las horas del día adorándote.
Sungmin lo miró con la boca abierta.
Estaba completamente atónito.
Respiró profundamente para no
responderle de forma grosera y trató de ver las cosas desde su punto de vista
para ver si existía la posibilidad de que se estuviera comportando de un modo
poco razonable.
No.
Apretó las manos y respiró
profundamente para tranquilizarse. Era su esposo. Quería mostrarse cariñoso y
comprensivo. Estaban en su luna de miel. No quería iniciar una pelea sobre algo
tan pequeño como un cambio en el estado de ánimo de Kyuhyun. Sin embargo, por
otro lado, no era un felpudo y lo mejor era que su esposo se fuera enterando.
—Por supuesto que entiendo que debes
trabajar —dijo, tratando de hablar en el tono de voz más amable y comprensible
posible—, pero eso no explica por qué te has mostrado tan frío conmigo toda la
noche. Ni por qué nos hemos tenido que marchar de la Toscana. Después de todas
las molestias que se tomaron tus amigos, podríamos al menos haber pasado la
noche allí.
—No me interesaba.
Sungmin se sonrojó. Se sintió
profundamente humillado. Llevaba toda la noche imaginándose su noche de bodas,
anhelando estar con Kyuhyun y sentir cómo él le hacía el amor. Aparentemente, a
él no le interesaba en absoluto.
—¿Por qué me tratas de este modo?
—susurró—. Llevas haciéndolo desde el momento en el que me convertí en tu esposo.
¿Acaso… acaso lamentas haberte casado conmigo?
Kyuhyun lo miró fijamente y luego se
giró hacia un lado mientras sacaba el ordenador de su funda.
—Llegaremos pronto a casa.
—¿Por qué te comportas como si, de
repente, me odiaras?
—No voy a hablar de esto contigo en
este momento.
—¿Cuándo entonces?
El teléfono de Kyuhyun comenzó a
sonar.
—Lo sabrás todo muy pronto —dijo.
Abrió el teléfono—. Cho.
Mientras hablaba por teléfono en coreano,
Sungmin se miró el enorme diamante que tenía en el dedo. Lleno de aprensión,
dirigió entonces su mirada hacia la ventanilla. ¿Por qué se había casado Kyuhyun
con él si tenía la intención de tratarlo de aquella manera?
Se colocó la mano sobre el vientre,
donde estaba creciendo su hijo, y notó que estaba más redondeado que antes.
OMG!! Esta bueno el capitulo..pensé que iba a demorar mas en mostrarse como se siente realmente kyu pero ahora viene lo bueno...cuidate y ya esperando ansiosa el sig . cap. Besos
ResponderEliminarEstúpido Kyuhyun...aparte de estúpido es un un cobarde y un debil.....tiene miedo de caer en brazos de Min,y lo mejor que encuentra para hacer es quitarle la ilusión a Min.....y que conste que aun no me creo del todo eso de que perdio la memoria....pero eso no se hace Kyuhyun
ResponderEliminarSe que eres capaz de hacer cosas más viles.....estúpido kyuhyun
Se que hay algo mas con lo de Min y creo que Kyu lo sabra cuando Min recupere la memoria pero puede ser muy tarde despues, espero que no se arrepienta cuando lo pierda rayos que buen capitulo, gracias por actualizar Yota.
ResponderEliminarPobre SungMin, KyuHyun arruino un gran día para él, tenía muchas expectativas de su boda, tanto así que no hizo caso de sus presentimientos de que algo estaba mal y creo que es por que a pesar de todo está enamorado de KyuHyun, una lástima que este siga con su venganza, negándose a ver que este SungMin es otro...aunque me dejo intrigada el comentario de Wook que hizo sobre Min. Creo que hay más cosas de lo que parecen.
ResponderEliminarNos vemos ^^