Inyoung se limitó a
mirarlo, meneando la cabeza.
—Era… era un amigo
—respondió aturullado—. Un amigo que quería, eh, pedirme prestada una manta.
—¿El qué?
Kangin desvió la mirada,
agobiado.
—Eh, tal vez te hayas
dado cuenta de que hay muchos motoristas en la ciudad.
—Como para no darme
cuenta.
—Bueno, pues uno de
ellos es un viejo amigo mío.
—¿Y?
—Va a dormir en el
camping y se le ha olvidado traer el saco de dormir, así que me ha llamado
desde un bar preguntándome si podría ayudarlo —Kangin miró a Leeteuk, dándose
cuenta de lo malo que era mintiendo—. Leeteuk, ¿puedes venir conmigo a buscar
la manta?
—Por supuesto Kangin.
Y antes de que Inyoung
pudiera volver a hablar, salieron de la cocina camino del garaje.
Una vez en la habitación
de Kangin, Leeteuk cerró la puerta y se apoyó en ella.
—¿Y bien?
Kangin respiró,
profundamente.
—Es oficial.
Leeteuk sintió una
tremenda opresión en el pecho.
—¿El qué?
—Que Hakyeong ha
retirado la demanda de custodia.
Leeteuk no se lo podía
creer.
—No…
—Sí —dijo Kangin,
sonriendo. Leeteuk no cabía en sí de gozo, además Kangin lo había agarrado de
la cintura y estaba dándole vueltas, besándole en la cara, en el pelo, la
garganta, la barbilla—. Sí, sí, sí —murmuró entre besos.
Se abrazó a su cuello,
le rodeó la cintura con las piernas y se sujetó así a su cuerpo, riendo como un
tonto, de pura alegría, mientras él seguía dándole vueltas. El mundo empezó a
dar vueltas como loco a su alrededor.
Y entonces, de repente,
se detuvo. Leeteuk le miró, un poco mareado y riendo todavía.
—Leeteuk —le dijo,
mordiéndole con ternura el labio inferior.
—¡Oh! —suspiró él, al
sentir la lengua de Kangin.
Había cambiado su
sonrisa. Ahora era esa sonrisa íntima que Leeteuk había llegado a conocer tan
bien. Empezó a temblar de emoción, sin poder evitarlo, transformándose en
aquella traviesa criatura que parecía haber nacido para hacer el amor con él.
Trató de detener
aquello, antes de que fuera demasiado tarde.
—No podemos. La familia…
—Bésame —sus bocas
estaban muy cerca y le tenía muy apretada contra él, tanto que podía notar
perfectamente cuánto le deseaba.
—Kangin, te estoy
hablando en serio.
—Yo también.
—Todos se estarán
preguntando qué estamos haciendo —intentaba mostrarse firme, sin conseguirlo.
Kangin se echó a reír y
apretó hacia arriba las caderas, contra las suyas.
—Déjalos que piensen lo
que quieran.
Leeteuk gimió al
sentirlo, pero trató de mantener la calma.
—No es…
—¿Qué?
—Demasiado correcto por
nuestra parte.
Se volvió a echar a reír
y empezó a rozar su boca contra la de Leeteuk, haciéndole arder de deseo.
—Alguien… —por un
momento, sentir esos labios contra los suyos, le impidió pensar con claridad,
pero poco después se recuperó y trató de terminar la frase—… vendrá a
buscarnos.
Lo llevó hasta la puerta
y echó el cerrojo.
—Oh, Kangin…
—No tardaremos mucho. Di
que sí.
—Sí —se le escapó, sin que
pudiera evitarlo.
Y ya no había manera de
detener aquello. Kangin lo llevó a la cama y lo desnudó poco a poco, hasta que
toda su ropa terminó en el suelo y Leeteuk completamente desnudo.
Lo puso encima de él y lo
miró con aquellos ojos tan hermosos.
—¡Que día tan fabuloso!
—Sí que lo es —asintió Leeteuk,
radiante de felicidad.
—Eres tan hermoso —le
acarició el pecho—. Eres suave, el joven más suave que he conocido —se inclinó hacia él y le besó entre las cejas. Después empezó a acariciarle con un dedo, hasta
llegar a su vientre.
Gimió de placer y
después le recordó con timidez.
—Todavía no te has
quitado la ropa.
—Ya lo sé —le besó en la
nariz.
—Bueno, ¿te la vas a
quitar?
—¿Quieres que me la
quite?
Él asintió.
Se echó hacia atrás y lo
contempló.
—Tus deseos son órdenes.
Se empezó a desabrochar
el cinturón y después se lo quitó. Lo agitó en el aire sobre su cabeza y lo
tiró encima de la ropa de Leeteuk. La camiseta, no tardó en hacerla una bola y
tirarla con el resto de la ropa.
Leeteuk estaba tumbado a
su lado, contemplándolo y pensando que le encantaba mirarlo. Era tan alto, tan
musculoso y salvaje, con aquella cruz de plata, brillándole en el pecho.
Se tocó el botón
superior de los pantalones y, de repente fingió ponerse serio.
—¿Sabes que no me
vendría mal que me echaras una mano?
Leeteuk abrió mucho los
ojos.
—¿Qué te ayude yo?
Asintió muy despacio.
—Sí.
Se sentó con la misma
lentitud y los dos se miraron, con detenimiento.
Leeteuk le ayudó.
Soltó uno a uno todos
los botones de sus desgastados vaqueros y le ayudó a bajárselos.
Entonces vio su tatuaje.
Lo tocó y le besó en la
parte más íntima que se puede besar.
Kangin murmuró el nombre
de Leeteuk en un gemido y éste intensificó su beso.
Leeteuk sintió la mano
de Kangin en su nuca, guiándolo, reteniéndolo en el momento en que sentía mayor
placer. El cuerpo masculino se movía tratando de acercarse más a la boca de Leeteuk,
para que intensificara su beso. Siguió amándolo de aquel modo, apretando sus
duras caderas para apoyarse en ellas, sin querer parar.
Pero, de repente, enredó
los dedos en los cabellos obligándolo a echar la cabeza hacia atrás. Leeteuk no
pudo reprimir un gemido al dejar de sentir el sedoso contacto de la piel en su
boca.
Sus ojos llameaban. La
estaban abrasando.
—Te quiero ahora mismo.
No puedo esperar más —su voz era gutural, como si el sonido que salía de su
garganta lo emitiera un enorme y poderoso animal.
Lo único que Leeteuk
pudo hacer fue asentir.
Todo sucedió muy
deprisa. Lo empujó hacia abajo y lo penetró con la rapidez de un rayo. Todavía
llevaba puestos los vaqueros y las botas y a ninguno de los dos les importó.
Estaba muy excitado y le
llenó por completo con facilidad. Leeteuk suspiró, sorprendido. La ligera
fricción de la tela de los pantalones no hacía más que aumentar su placer,
hacer que lo sintiera entrar y salir con más intensidad.
Kangin lo penetró
profunda, lentamente y Leeteuk le recibió entregándose por completo, levantando
las piernas para abrazar con ellas la musculosa espalda de su amante.
Se amaron sin prisas.
Hicieron el amor de la mejor, de la forma más intensa, como había ocurrido
siempre desde que estaban juntos. Leeteuk seguía perfectamente el ritmo que le
marcaba Kangin y añadía el suyo propio, olvidándose al final de dónde terminaba
su cuerpo y empezaba el de Kangin. Sintiéndose en completa comunión con él.
Y al final gritaron al
unísono y juntos sintieron un placer tan intenso que pensaron que el mundo
estaba a punto de desintegrarse.
Un poco más tarde Leeteuk
le recordó con suavidad:
—Deberíamos volver con
los demás.
—Umm… sí.
Pero ninguno de los dos
se movió. Tumbados el uno al lado del otro, Leeteuk volvió la cabeza para
mirarlo y vio que estaba mirando al techo. De repente le miró.
—Me quiero dar una ducha
rápida —pero antes de que pudiera levantarse, Kangin lo agarró por el brazo.
Leeteuk le miró,
sorprendido.
—¿Qué?
La palma de su mano se
deslizó por el brazo de Leeteuk hasta llegar a enlazar sus dedos con los de él.
—Me he portado como un
idiota. No he usado nada.
Leeteuk frunció el ceño,
sin comprender lo que le decía.
—No he usado protección
—le dijo él.
Entonces lo entendió
todo y se mordió el labio, preocupado.
—Oh, ni siquiera pensé…
—Yo tampoco —le apretó
la mano, y después se la llevó a los labios y se la besó—. Dime, ¿qué piensas
de los bebés?
Leeteuk tragó saliva.
—¿De los bebés?
—Leeteuk, lo que
acabamos de hacer, podría crear un bebé.
—Bueno, ya lo sé —le
respondió, a la defensiva.
—Nunca hemos hablado de
eso, de los bebés.
Leeteuk pensó en sus
hermanos y su madre que estarían en la cocina pensando qué demonios estaban
haciendo él y Kangin, para tardar tanto tiempo.
—Kangin. Mi familia…
—señaló a la puerta, con la mano que no le tenía sujeta— De verdad creo que
deberíamos irnos.
Kangin se limitó a mirarlo,
largamente.
—Déjame decírtelo de
otro modo. Quiero tener hijos. Los quiero tener contigo. ¿Tú también lo deseas?
—Kangin, no es el
momento de hablar de eso.
De repente se quedó en
silencio, y cuando volvió a hablar, Leeteuk nunca se habría esperado lo que
dijo.
—¿Quieres que lo
anulemos?
Leeteuk pensó que el
corazón se le iba a detener.
—¿Cómo?
—Piensa un poco. Hakyeong
ya no es un impedimento para que Min se quede conmigo, esté casado o no.
Leeteuk pensó que el
corazón se le salía del pecho.
Kangin se impacientó con
su silencio.
—¿Me estás siguiendo?
Leeteuk se obligó a sí
mismo a responder.
—Por supuesto que puedes
cancelar la boda. Yo… no había pensado en ello. Hasta ahora.
—¿Entonces es eso lo que
quieres? ¿Cancelarla?
—Yo… —tenía la mente en
blanco—. ¿Y tú?
—¿Qué demonios crees?
—sus ojos se habían oscurecido como las nubes antes de una tormenta—. Acabo de
decirte que quiero tener hijos contigo —volvió a mirar al techo, mientras
levantaba las caderas de la cama y se subía rápidamente los vaqueros, abotonándolos
con rabia. Después lo volvió a mirar—. ¿Es como para que creas que quiero
cancelar la boda?
—Kangin…
—Respóndeme —se apoyó en
un hombro para confrontarla—. ¿Es como para que creas que la quiero cancelar?
Un poco asustado por la
brusquedad de su tono de voz, respiró profundamente y respondió muy bajito:
—No, no, supongo que no.
—No lo entiendes. Te
niegas a entenderlo.
—¿El qué?, dime, ¿el
qué?
Kangin no dijo nada,
sólo se le quedó mirando.
—¿Por qué estás tan
enfadado conmigo?
Se puso muy rígido y
entonces, de repente, su ataque de rabia cesó, con la misma rapidez con que
había empezado. Volvió a tumbarse en la cama, sin mirarlo, con la cabeza vuelta
hacia la ventana, en el momento en que pasaron varias motos.
—¿Kangin? —se atrevió a
tocarle el hombro.
No respondió, siguió
mirando hacia la calle. El sonido de las motos se perdió en la lejanía.
—Kangin…
Siguió sin responderle.
Sin saber qué hacer, se bajó de la cama y recogió su ropa del suelo.
Mientras estaba
sacudiendo la camiseta, Kangin volvió a mirarlo. En un gesto de autoprotección Leeteuk
se apretó la prenda contra el cuerpo, pero entonces vio sus ojos. Al ver que ya
no parecía enfadado se relajó un poco.
Habló un poco
titubeante.
—Sería mejor para Min
que tú y yo siguiéramos juntos.
—Sí, por supuesto —se
apresuró a corroborar—, sería mucho mejor para Min que fuéramos una familia —no
conseguía averiguar lo que estaba pensando. Parecía tan serio.
Y él se sentía tan
confuso. Necesitaba tiempo para pensar en aquello, con profundidad.
Sin embargo, a pesar de
sus dudas, continuó balbuceando:
—Sería muy duro para Min
que después de la muerte de su madre, anuláramos la boda, de repente, ¿no te
parece?
Kangin se bajó de la
cama y alcanzó su camiseta.
—Sí, ya he dicho que
creo que sería muy duro para él. Pero sinceramente, nada comparado con lo que
habría sido que tuviera que vivir con Hakyeong, así que si te quieres echar
atrás no te preocupes que sobrevivirá.
Leeteuk permaneció donde
estaba tratando de decidir lo que hacer.
Aunque ya no existía la
razón que había motivado la boda, no podía pensar ni por un momento en
cancelarla. Supondría enviar a todos los invitados a casa, y que las cosas
volvieran a ser como eran. Se veía de nuevo solo en su apartamento, ocupándose
de la cafetería y saliendo algunas noches con Sora. Por no pensar siquiera que
tendría que seguir recibiendo interminables llamadas de su madre, tratando de
aconsejarle cómo atrapar al hombre perfecto.
Kangin tenía ya los
brazos en las mangas de la camiseta, pero en vez de metérsela por la cabeza
estaba mirando a Leeteuk.
—¿Y bien?
Leeteuk se dio cuenta de
que tenía que decir algo.
—Bueno, creo que…
deberíamos seguir adelante —dijo, aliviado por haber tomado al fin una
decisión.
Kangin no dijo nada.
—Deberíamos seguir
adelante por el bien de Min —se apresuró a añadir.
Se quedó mirándole un
momento y después dijo:
—Muy bien —se terminó de
poner la camiseta y después tomó el cinturón y empezó a metérselo por las trabillas.
Fuera se oyeron rugir
los motores de más motos. Leeteuk estaba a tan sólo unos metros de Kangin y le
parecía que estaba a kilómetros. Quiso tocarlo, asegurarse de que la distancia
que sentía entre ellos no era más que una ilusión. Pero no se atrevió y tampoco
tenía tiempo en aquel momento.
Murmuró:
—De verdad que
tendríamos que regresar.
Le miró, irritado.
—No soy yo el que se ha
quedado ahí plantado, desnudo —le dijo con sarcasmo, consiguiendo herirlo.
Debió de leerse en su
cara el daño que le había hecho, porque su expresión se suavizó un poco. Aspiró
profundamente y dejó que el aire se escapara de sus pulmones muy despacio.
—Lo siento, pero no me
entusiasma mucho la situación en que nos encontramos, con toda esa gente ahí
abajo, cuando lo que necesitamos es estar solos para tratar de resolver esto.
Leeteuk hizo un amago de
sonrisa.
—Seguiremos hablando
esta noche, después de atender a nuestros invitados. Te lo prometo.
—De acuerdo.
—De verdad necesitaría
una ducha —le dijo, tímidamente.
—Nadie te impide que
tomes una —le respondió, mientras terminaba de vestirse.
Leeteuk se acercó a él y
le puso una mano en el brazo.
—¿Me esperarás?
Kangin miró a donde él
le había tocado y luego a sus ojos. Una oleada de calor les recorrió como
siempre que se rozaban.
—Esperaré, pero no
tardes.
—No te preocupes.
Se marchó al baño y se
lavó sin mojarse la cara, ni el pelo. En menos de cinco minutos estaba vestido
y lista para salir.
Cuando regresó a la
habitación, Kangin estaba sentado en una silla. Se dio cuenta de que había
arreglado la cama.
—¿Listo?
Él asintió.
Kangin se puso de pie y
se encaminó hacia la puerta.
Toda actividad se detuvo
cuando aparecieron en la cocina.
Inyoung acababa de meter
una bandeja de galletas en el horno.
—Bueno —cerró la puerta
del horno y se quedó mirándolos—. Sí que os ha llevado tiempo —Inyoung esperó
un momento a que alguno de los dos le diera una explicación, pero como ésta no
llegaba, preguntó—: ¿Ya os habéis ocupado de aquello?
Kangin frunció el ceño.
—¿Ocuparnos de qué?
—De la manta. ¿Habéis
encontrado esa manta para tu amigo?
—Oh —Kangin se encogió
de hombros—. Cambió de idea. Ya no la necesita.
—Pero…
Donghae que estaba al
lado de Inyoung le dio un codazo en las costillas y murmuró:
—Ma-dre…
Se oyó rugir el motor de
otra Harley en la calle.
Inyoung se puso el dorso
de la mano contra la frente.
—Vale, vale. No entiendo
lo que está sucediendo a mí alrededor. De todos modos sólo Dios sabe por qué
intento entenderlo.
Leeteuk sintió el roce
de la mano de Min en su hombro.
—Eh, chicos, ¿están
bien?
Leeteuk consiguió
sonreír.
—Sí, muy bien.
—Sí —murmuró Kangin—.
Estamos bien.
Se oyeron más motos, que
esta vez pasaron muy cerca. Zhoumi que estaba al lado de la ventana dijo:
—Son dos, y han parado
en la puerta del jardín.
Los dos motores cesaron
al unísono y se hizo el silencio.
Leeteuk miró a Kangin,
inquiriéndole con la mirada de quién se trataba, pero él le hizo un gesto de
que no lo sabía.
Desde la ventana, Zhoumi
dijo:
—Se están quitando los
cascos. ¡Oh, no, no me lo puedo creer!
—Por el amor de Dios,
¿qué ocurre? —preguntó Inyoung.
—¡Son Hee y Siwon!
Todos salieron a recibir
a Hee y Siwon, subidos cada uno en una enorme moto negra y roja de competición
y vestidos los dos de cuero negro.
Hee rió y sacudió su
melena, al tiempo que se bajaba de la moto.
—Siwon dijo que habría
motoristas por todas partes.
—Sí —corroboró Siwon—,
así que pensé que sería buena idea que viniéramos nosotros también en moto, en
honor al acontecimiento —se bajó, con dificultad, debido a viejas lesiones y
dejó el casco enganchado en la moto, como ya había hecho Hee.
Kangin se adelantó y les
ofreció la mano.
—Bienvenidos.
Siwon murmuró.
—Felicidades, chico.
—Gracias —se estrecharon
la mano.
Hee tendió los brazos a Leeteuk.
—Ven aquí.
Leeteuk corrió a él,
suspirando cuando sintió el abrazo de su hermano.
—Estoy tan contento de
que hayas venido.
—Yo también —le
respondió Hee, al tiempo que se separaba de él.
Por un momento los dos
hermanos se quedaron mirándose. Hee frunció el ceño y Leeteuk se dio cuenta de
que su hermano había captado toda la ansiedad que le agobiaba y estaba
intentando ocultar con todas sus fuerzas.
—¿Leeteuk?—Hee dijo su
nombre con mucho cuidado—. ¿Qué te pasa?
Leeteuk no lo dejó
terminar.
—¡Oh, las galletas están
en el horno! Mamá las ha estado vigilando, pero en realidad son tarea mía.
—Pero…
Leeteuk corrió a la
cocina. Ya estaba sacando las galletas cuando entraron los demás.
Le bastó mirar por la
ventana para darse cuenta de que Kangin y Siwon estaban hablando de motos de
carreras y que no tardarían mucho en ir al garaje para que Kangin contara a su
futuro cuñado las modificaciones que había hecho en su Harley. Al verlos
hablando tan animadamente casi se olvidó de la angustia que sentía cada vez que
pensaba en que la boda ya no necesita celebrarse.
Pero entonces, cuando
volvía a ocuparse del horno, su mirada se cruzó con la de Hee y volvió a
llenarse de angustia. Quería hablar con Hee, porque siempre lo había entendido
y nunca había tratado de juzgarlo.
Sin embargo sabía que
con quien debía hablar era con Kangin. Y lo haría. Aquella misma noche, después
de que todos se hubieran ido a la cama. Entonces lo solucionarían todo. Sólo
tenía que esperar un poco.
Así que evitó a Hee. Se
mantuvo alejado de su hermano durante la comida y en la iglesia, donde tuvo
lugar un pequeño ensayo de la boda.
Durante la comida y el
ensayo, Leeteuk tuvo la impresión de que Kangin procuraba no mirarlo, y cuando
estuvieron frente al altar donde al día siguiente se harían las promesas de
matrimonio, sus ojos no se encontraron. Y tampoco lo tocó.
No era que tuviera que
hacerlo, porque aquello sólo era un ensayo, pero no era normal en él, que
normalmente aprovechaba cualquier oportunidad para tocarlo, lo mismo que ella a
él. Aquellos roces no eran tanto lujuriosos como afectuosos. Nunca se había
parado a pensar en la dependencia física que había surgido entre ellos. Hasta
entonces en que había dejado de existir.
Cuando bajó del altar, Leeteuk
pilló a Hee mirándole otra vez, con el ceño fruncido, mostrando una evidente
preocupación.
Leeteuk apartó la mirada
de su hermano y se obligó a sonreír, diciéndose a sí mismo que todo iba a ir
bien.
Cuando regresaron a
casa, los maridos se pusieron a jugar a las cartas.
Todos parecían sentirse
cómodos. Kangin incluso había cambiado las botas por unos mocasines, como solía
hacer para estar en casa. Siwon se quitó las suyas y se quedó en calcetines.
Donghae y Zhoumi
acostaron la siesta a los niños en la habitación de Seyoung y su madre y
hermanos se sentaron en la cocina a charlar y reír delante de un té helado.
Todo el mundo parecía contento.
Y A Leeteuk le había
empezado a doler la cabeza.
Inyoung le tomó las
manos entre las suyas.
—Cariño, ¿por qué no vas
a acostarte un poco?
—Pero, mamá…
—Venga, llevas dos
semanas trabajando como loco. Te mereces unos minutos de descanso.
Leeteuk miró a su
alrededor. Todo parecía en orden.
—Sí, creo que iré a
tumbarme un rato.
—Sí, venga —le
insistieron sus hermanos.
Así que se fue a la
habitación del garaje. En el cuarto de baño encontró unas aspirinas y se tomó
dos. Entonces volvió a la habitación de Kangin, se quitó los zapatos y se tumbó
en la cama.
De repente se encontró a
sí mismo mirando las botas de Kangin, colocadas al lado de la silla. Debía
haberlas dejado allí, cuando se cambió de calzado. Cerró los ojos.
Se estaba quedando
dormido cuando oyó llamar a la puerta. Suspirando, se levantó y fue a abrir.
—¿Sí?
—Hola —era Hee.
Los dos hermanos se
miraron.
Y Leeteuk no pudo seguir
fingiendo.
—¡Oh, Hee…! —gimió.
Hee entró, cerró la
puerta y se acercó a la cama. Se sentó al lado de Leeteuk y le puso el brazo
sobre los hombros. Leeteuk dejó escapar un suspiro y se abrazó a su hermano.
Hee le apretó el hombro.
—Muy bien, ¿qué ocurre?
—En realidad no debería…
—Claro que deberías. Soy
tu hermano. Cuéntame lo que pasa.
Leeteuk se puso más
derecho y miró a su hermano a los ojos.
—Estoy… bueno, me
encuentro bastante confundido.
—¿Qué te hace sentir
así?
—Todo.
—Explícamelo.
Leeteuk abrió la boca
para hablar, pero la volvió a cerrar. Por más que amara y confiara en su hermano,
con quien debía hablar era con Kangin.
—¿Leeteuk?
Se le escapó un suspiro
cuando se levantó. Se acercó a la ventana que daba a la puerta principal y vio
las dos motos de carreras, cuya pintura brillaba a la luz del sol.
—Venga, Leeteuk —Hee se
levantó de la cama y se acercó a él—. Sea lo que sea, estoy seguro de que se
puede solucionar —tomó a Leeteuk por los hombros y le hizo sentarse en la cama,
frente a la ventana.
Leeteuk volvió a
apoyarse en el hombro de su hermana.
—No sé. La verdad es que
no sé.
—¿El qué no sabes?
Y de repente sintió que
era un esfuerzo demasiado grande el que tenía que hacer para no contárselo todo
a Hee. Sabía que podía confiar en él.
—No sé si debería
casarme con Kangin.
Hee se apartó un poco
para poderlo mirar mejor.
—¿Por qué no lo sabes?
Entonces Leeteuk se lo
contó todo, la verdadera razón por la que en principio habían pensado en
casarse.
—Aunque la verdad es que
Kangin me gusta mucho. Le admiro y respeto. Todo iba bien, pero…
—¿Entonces, qué es lo
que ha pasado?
Le contó la visita de Kwan
Kangsoon.
—Nos dijo que Hakyeong
iba a retirar la demanda de custodia. Comprobamos que era cierto, por si se
trataba de un engaño, pero no lo era. Es verdad. La demanda ha sido retirada y
ya no tenemos porqué casarnos.
—Espera un momento,
entonces, ¿la boda sigue adelante o la habéis cancelado?
—Sigue adelante. Hemos
decidido continuar, a pesar de todo, por el bien de Min.
—Por el bien de Min
—repitió Hee, en voz baja.
—Oh, Hee…
—¿Sí?
—Todo parece tan…
extraño, de repente. Kangin parece haberse alejado mucho de mí y me siento
confundido. No lo entiendo. Sencillamente no lo entiendo…
—Teukie, cuando me
llamaste para contarme que te ibas a casar con él, me dijiste que estabas
enamorado de él.
—Decidimos decir eso
para que el matrimonio pareciera lo más sólido y real posible.
—¿Entonces no le
quieres? —a Leeteuk se le escapó un gemido—. Contéstame —le pidió Hee—. ¿Lo
amas?
Leeteuk no fue capaz de
contestar. Miró a su hermano, angustiado y entonces volvió a aparecer en su
mente el viejo sueño. Vio a un hombre trajeado que, por supuesto no tenía cara,
porque nunca lo había conocido, pero que estaba seguro de que nunca tendría el
rostro de Kangin.
Porque Kangin nunca se
pondría un traje. Vestiría con vaqueros, camisetas y botas; llevaría siempre un
diamante en la oreja. Además conduciría su Harley hasta el mismo día de su
muerte.
—¡Teukie! ¿Me vas a
contestar?
—¡Vale, vale! —volvió a
abrir los ojos y enderezó los hombros—. Es que ha sucedido todo tan… rápido: la
muerte de Seyoung y nuestro compromiso. Kangin es… —sintió que se ruborizaba.
Hee le acarició el pelo
para tranquilizarla.
—¿Qué? Venga, dilo.
Sabes que puedes decirme cualquier cosa.
—Lo sé, pero…, oh Hee,
he sido tan tonto.
—No…
—Sí. ¿Te acuerdas de
cuando estaba con Seunghyun?
Hee hizo una mueca de
desagrado.
—Sí, aquella rata.
Leeteuk le dio una
palmadita en la mano.
—Eres tan leal.
—Era una basura.
—Vale, pero recuerda
como yo… bueno, pensé que me iba a casar con él y me acosté con él.
Hee miró al techo.
—Sí, ya me acuerdo.
Creías haber inventado el sexo. No hacías más que decirme lo maravilloso que
era. Incluso me compraste una caja de «ya sabes qué», para que estuviera
protegido por si me decidía a dar el gran paso.
Leeteuk enrojeció de
vergüenza.
—No sé cómo pude hacer
una cosa así.
—Pero lo hiciste.
—Sí y lo peor es que
todo era una comedia.
—¿Cómo?
—Que era todo pura
comedia porque detestaba hacer el amor con Seunghyun. Decía que me gustaba
porque trataba de convencerme a mí mismo. En el fondo estaba seguro de que
nunca disfrutaría de… semejante cosa.
—Ya.
—Pero, entonces con Kangin…
—volvió a enrojecer.
Hee comprendió.
—Es otra cosa, ¿eh?
Leeteuk asintió muy
despacio.
—No te lo puedo
describir con palabras.
Hee alzó una ceja.
—¿Y qué problema hay?
—No, ninguno. Es
fabuloso, pero…
—¿Pero qué?
—Bueno, no puedo dejar
de preguntarme si es, ya sabes, sólo una atracción sexual. Quiero decir que Kangin
no tiene nada que ver con el hombre de mis sueños. Hay mucho de delincuente en
él. Nunca sé lo que podría llegar a hacer. A veces es tosco, duro y hasta cruel
y yo siempre me había imaginado con un hombre al que le gustara lo mejor y
estuviera dispuesto a luchar para conseguirlo. Pero había dejado de pensar en
ese hombre ideal. De verdad que lo había hecho, hasta el día en que…
Una voz profunda y dulce
terminó la frase por él a sus espaldas.
—… esta mañana cuando Kangsoon
Laidlaw apareció en esta casa.
queeeee?!!! TT_TT teukie no seas babo amas a KangIn y el te ama lo acabo de demostrar!!
ResponderEliminarahhh lloro se casaran teuk reaccionara
Hee entendera loq eu pasara
quien los ecucho? kangin?
ahhhhh
me quedo intrigada!!
ohhhhhh.... cuando se dará cuenta teukie que ama a kangin que no solo es atracción lo que siente por el .... espero que no tarde demasiado y que sea tarde cuando lo haga....
ResponderEliminarhee siempre apoyando al pato es tan lindo .......
ya quiero leer la siguiente parte
saludos ^^
Pero angelito como es que aun no sabes cuando estas enamorado...eres tan romántico y a la vez un completo idiota no entiendes lo que realmente Kangin te pregunto, por que sera que que Teukie no puede ver lo que quiere el mapache...esposo, casa, hijos y una vida junto al hombre que ama ...es tan fácil y el complicándolo todo.
ResponderEliminarDinna rex
Al menos teuk sabe que kangin lo ama,digo,nadie te dice que quiere tener hijos contigo y seguir con los planes si no hubiera un poquito de amor.
ResponderEliminarEl problema es que teuk,no asimila que se haya enamorado de alguien completamente diferente a su prototipo de hombre ideal,y que este,sin que lo sepa,cumple lad espectativas que teuk no siquiera a pensado que tenia.
Ahora debe de hablar con kangin y poner las cartas sobre la mesa y tendra que hacerle ver,que se aman.
No Teuk por que dudas tu lo amas y el tambien!! Fue tan tierno cuando Kangin le dijo que quiere tener hijos con él me encanto no puedo creer que también ya termine esta historia gracias por el MP
ResponderEliminarcuidate
Rox Andres 05
noooo porque quedo ahi quiero seguir leyendo se me iso muy corto u.u
ResponderEliminarteukie no seas tonto piensa bn tu lo amas hee aslo cambiar de opinión que no cancele la boda, kangin también lo ama ademas existe una pequeña posibilidad de que vayan a a tener un bebe n.n
waaaaaaaaaaaaaa teuki casate con kanginnnnnnnnnn
Aaah! Teukie no puedes decir eso! Respiran y exhalan puro amor!! Esta en el aire!! *efectos de leer fics con mucha miel* pero es la verdad! Kangin prácticamente le dijo que le quiere! Es el el que llegó? O es Inyoung?? Ah! Me dejaste en suspenso!
ResponderEliminarNos leemos pronto!
Saludos!
¿Cómo pasó todo esto? hace poquito estaban felices y casi listos para y ahora las cosas parece que estuvieran de mal en peor.
ResponderEliminarCreo que Teukie se está complicando demasiado con eso de su "hombre perfecto" y no se da cuenta que ya lo tiene, que es Kangin y que está enamorado de él, ojalá conversen y lo arreglen. Si no me equivoco el siguiente es el último capítulo xD Así que espero todo se arregle.
Gracias por el Mp, nos leemos en el último capítulo.
Cuídate ^^
rosaliehale:
ResponderEliminarLo sabia, sabia que iba a darle este problema !!!Leeteuk ya entro en modo ESTUPIDEZ, las cosas mas claras no pueden estar, hasta Kangin le pidio tener hijos con él, que otra señal espera!!!!
Hablar con Heechul le hara, supongo, él lo "ilimunara" y le ayudara a ver eso que para él esta "oculto"
Espero que al hablar con Kangin, todo se solucuione